martes, 16 de junio de 2009

La izquierda, sin discurso

Permítanme una disquisición bastante retórica: ¿Obama es de izquierdas?; visto desde la perspectiva europea, yo diría que no. Sigamos con la digresión: ¿la socialdemocracia europea es de izquierdas?; visto desde la perspectiva americana yo me atrevería a pensar que sí. Y sin embargo, tendrán que reconocer conmigo que Obama está realizando una política progresista que no realiza, porque no puede o no sabe, la socialdemocracia europea... Traducido al román paladino de nuestros clásicos: la izquierda europea se ha quedado sin discurso. Y ese discurso progresista tiene que recuperarlo de nuevo la izquierda socialdemócrata europea porque es el que respaldan los ciudadanos mayoritariamente.

Carlos Mulas, director de la Fundación Ideas, y Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública, lo exponen de manera muy didáctica en su artículo de hoy en El País, titulado "Progresistas: una mayoría en minoría". Hay que quitarle su discurso de "fuerza, seguridad y libertad" a la derecha neoconservadora, dicen, con un nuevo discurso neoprogresista que "no acepta la contraposición clásica entre libertad e igualdad, porque la verdadera libertad se logra promoviendo la igualdad".

Soy de los que piensan que en una democracia consolidada no hay grandes diferencias entre lo que defienden derechas e izquierdas, que las diferencias son de matiz, pero, perdónenme la redundancia, que son, precisamente, esos matices los que marcan la diferencia: la derecha, siempre ha dado prevalencia a la libertad; la izquierda, a la igualdad. Y hay está la cuestión clave: que no es posible libertad sin igualdad ni igualdad sin libertad.

Recuperar el discurso neoprogresista es recuperar el binomio, inseparable, de igualdad y libertad; y si quieren, añadirle la tercera pata, que sería la solidaridad (la fraternidad de la trilogía revolucionaria). Ese fue el discurso de Lincoln, Roosevelt, King, González, Brandt, Allende o tantos otros, dicen Mulas y Arroyo; y lo es ahora de Obama, Zapatero, Sócrates, Brown, Rudd, Bachelet, Lula...

Ojalá fuera todo tan sencillo como cambiar la etiqueta "izquierda" por "neoprogresismo". No creo que lo sea, pero por algún sitio hay que comenzar. La prueba de que es posible la hemos tenido esta misma tarde en el Congreso, cuando una holgada mayoría de diputados de partidos de izquierda, derecha y centro, le ha dicho "no" al intento de la derecha mas casposa y reaccionaria de frenar la tramitación del proyecto de modificación de ley del aborto. Ahora, lo que hay que hacer es bajar a la tierra y ponernos todos a trabajar en resolver los problemas reales de los ciudadanos con un "discurso cohesionado, emotivo y movilizador, heredero de una larga y épica historia de libertad, derechos y protección". Recuperar ese discurso creo que es motivo suficiente para una alianza de todas las fuerzas progresistas de Europa. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Romeu (El País, 03/06/09)




"PROGRESISTAS: UNA MAYORÍA EN MINORÍA", por Carlos Mulas y Luis Arroyo
EL PAÍS - Opinión - 16-06-2009

La mayoría de los ciudadanos, en España y en casi todo el mundo, prefiere las políticas progresistas, pero no se moviliza en su defensa. Según el último European Election Survey, un 58% de los europeos se autodefine de centro izquierda, pero en las elecciones del pasado 7-J los partidos conservadores han obtenido un 15% más de escaños que los socialdemócratas. ¿Cómo explicarlo? La mayoría cree que el Estado debe actuar para proteger a los más débiles y que la religión no debe interferir en la política; defiende la promoción activa de las minorías y acepta nuevas formas de familia; otorga un papel importante al Estado en educación, sanidad, seguridad o dinamización económica, y sospecha de la capacidad de las grandes corporaciones para comportarse como deben sin controles públicos. Pero los partidos progresistas no logran persuadirles de que les voten con un mensaje sólido vinculado a valores ampliamente sentidos. En esta crisis económica es evidente: los progresistas ponen "las políticas" y los conservadores se llevan "la política", es decir, los votos, como Antonio Estella ha escrito aquí mismo recientemente. ¿Por qué los conservadores sacan la mejor tajada electoral? Pues porque aunque formuladas con franqueza sus políticas no tendrían apoyo general, su relato de "fuerza, seguridad y libertad" suena bien. En general, los conservadores ya no discuten los logros políticos y sociales defendidos y conquistados por sus adversarios a lo largo de la historia (el derecho a votar, a trabajar dignamente, al subsidio de desempleo, a la educación y la sanidad públicas, a la libertad de expresión, etc.), e incluso se han apropiado de algunos de ellos. Ahora se presentan como "centristas" y combinan su histórica defensa de la bandera nacional, la familia tradicional y la política de ley y el orden con un aura, más mítico que real, de gestión eficaz de la economía. El retrato que haría de sí un neoconservador es el de un centrista compasivo, hombre o mujer de principios claros y moral sólida, buen gestor económico, amante de la libertad individual y riguroso en la defensa de la seguridad. Enfrente estarían los progres: izquierdistas trasnochados, empeñados en defender la salud y la educación públicas de inexistentes enemigos, que llaman a la lucha de clases, la nacionalización, el libertinaje, la desaparición de la religión, el aborto, la subida de impuestos, el despilfarro, la promoción de la pereza, la tolerancia con los criminales y la falta de principios morales. Esta caricatura ignora la herencia de los pensadores de la Ilustración y de políticos progresistas egregios como Lincoln, Roosevelt, King, González, Brandt, Allende o tantos otros. Y ofende porque la Historia repite siempre lo mismo: los conservadores estuvieron siempre instalados en el "no" a cualquier avance cívico y social. Siempre "no"... hasta que el avance se impone y ya no hay vuelta atrás. ¿Cómo superar esta caricatura grosera e interesada del progre? Tal vez ayudaría la acuñación de un nuevo término que deshiciera tal simplificación y recogiera la esencia del nuevo pensamiento progresista del siglo XXI. De hecho, bajo el término neoprogresista se comienzan a agrupar distintos pensadores y políticos en los foros mundiales. Un neoprogresista no acepta la contraposición clásica entre libertad e igualdad, porque la verdadera libertad se logra promoviendo la igualdad. Ama la libertad más que los conservadores, pero no sólo la del "dejar hacer, dejar pasar". Porque, ¿cómo puede llegar a ser libre un niño que no accede a la mejor educación posible a causa de la pobreza de sus padres? ¿Cómo puede ser libre una persona con discapacidad si no se garantiza desde el Estado que pueda circular como cualquiera por las calles? ¿Cómo puede una mujer ser libre si no se garantiza su igualdad cuando trabaja? ¿Cómo puede un país ser libre si no se le protege de los abusos del mercado y no se favorece su nivelación? La búsqueda de esa verdadera libertad es lo que motiva las dos grandes políticas que hoy distinguen un programa progresista de uno conservador: la protección y la capacitación (lo que en inglés se llama empowerment). Un neoprogresista cree en la necesidad de dar seguridad a los niños, a los mayores, a los débiles, a las minorías, a los pobres... porque no cree que las desigualdades tengan un origen natural, sino un origen social que puede mitigarse. No se trata de proteger a los trabajadores frente a los empresarios, ni a los parias de la tierra y los descamisados contra los terratenientes y los nobles. Se trata de proteger a todos los ciudadanos de los excesos de un mercado sin normas y sin control. Protección, sí, pero también capacitación, porque con ella se libera el potencial de los individuos y disminuye la necesidad de protección. Así adquiere sentido la regulación frente a una "libertad" mal entendida: para equilibrar las desigualdades, para que el porvenir del planeta no quede hipotecado por la ambición desmedida de unos cuantos, para que la generación de hoy no condene a las siguientes. Bajo los nuevos conceptos de "economía virtuosa", "recuperación verde" y "sociedad sostenible", los neoprogresistas están agrupando las políticas que marcarán el futuro. Para capacitar hay que invertir y habilitar recursos públicos: es decir, cobrar impuestos. Sin avergonzarse. Reniegan de los tributos quienes no creen en lo público. Pero mucha gente necesita de la acción pública... y máxime en tiempos como los actuales de crisis financiera y económica. De estos temas y enfoques se debate en los diferentes foros de think-tanks progresistas de todo el mundo celebrados en los dos últimos años en Londres, Washington, Santiago de Chile... o en el que, dentro de unos meses, se celebrará en Madrid. La idea que va emergiendo de tales intercambios de ideas es que una mayoría de ciudadanos firmaría un manifiesto con estos principios y apoyaría las políticas que de ellos se derivan. Ahora el reto está en comunicarlos bien. Los neocon llevan décadas promoviendo sin pudor ni complejo sus ideas, defendiendo "la libertad, la fuerza y la seguridad", y presentándose como portentosos gestores que acabarían con los funcionarios y las instituciones públicas supuestamente inoperantes. La crisis en que nos encontramos ha demostrado que estaban equivocados, pero su habilidad comunicativa ha conseguido distraer a la ciudadanía de la responsabilidad plena que sus políticas tienen en la actual situación. Los neoprogresistas deben neutralizar la demagogia conservadora y acertar a comunicar su visión esperanzada de futuro. Si no lo hacen, verán como se imponen de nuevo el miedo, el desprestigio de lo público, la llamada al poder duro más peligroso. Un ambiente en el que los conservadores se mueven como pez en el agua, pero que nos abocará a la asunción resignada de la formación y estallido de burbujas insostenibles, con la consiguiente ampliación de las desigualdades. El desafío es grave y urgente. Obama, Zapatero, Sócrates, Brown, Rudd, Bachelet, Lula y sus pocos colegas progresistas aún en el poder han de contarnos su relato con claridad: protección y capacitación para la igualdad y para una verdadera libertad. También para la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible. Y deben hacerlo con determinación ante cada reto. El más inmediato es el de superar un estereotipo aún vigente, un estereotipo que puede haber pesado en los resultados del 7-J en el conjunto de la Unión Europea: que la derecha gestiona mejor la economía y es más decidida ante las crisis. Los progresistas tienen que demostrar que sus valores son capaces de producir las políticas más eficientes. Esto requiere coraje, y también asumir que las reformas que ganan el futuro no siempre satisfacen a todos en el presente. La mayoría estaría con ellos si desplegaran un discurso cohesionado, emotivo y movilizador. Como lo hicieron antes cientos de líderes que lucharon para que las mujeres y los hombres fueran libres, para que se sintieran seguros y para que fueran capaces de construirse un futuro mejor. Los neoprogresistas, si decidimos asumir este término, son herederos de una larga y épica historia de libertad, derechos y protección que hoy deben reivindicar más que nunca.



Entrada núm. 1170 (.../...)

sábado, 13 de junio de 2009

Terapia antibelicista

No soy lector asiduo de cómics para adultos. Nunca me han atraído especialmente. De niño disfrutaba mucho con los tebeos (la versión hispánica del cómic) de "El guerrero del antifaz", "El hombre enmascarado" o "Supermán". Del primero, recuerdo sus incesantes luchas contra los sarracenos que ocupaban la península ibérica, siempre con su antifaz puesto, acompañado de su joven amigo; me gustaba imitarle con mi espada de madera, un antifaz sobre los ojos, y unos gruesos calcetines de lana blancos que doblaba sobre los tobillos a modo de calzas, como los que vestía el protagonista. Del segundo ("El Fantasma" era el nombre original del cómic norteamericano de 1936) recuerdo muy bien sus aventuras en las selvas asiáticas, montado en un hermoso caballo. Todo ello gracias a mi hermano Alberto, once años mayor que yo, que me regaló la colección completa de sus aventuras. De "Superman" no puedo decir nada que ustedes no sepan, si acaso, el sentimiento de preocupación que me embargaba cada vez que mi héroe volador caía en manos de los malos por culpa de la kriptonita... No soy yo de los que dicen que todo tiempo pasado fue mejor; "fue", y con eso basta para pasar página.

Con la introducción anterior no pretendo en modo alguno trivializar mi comentario de hoy, sino por el contrario, situarlo en la diferente capacidad de la sociedad de nuestro tiempo para asumir una historia aunque se presente ésta en un formato tan poco "formal" como el de un documental de dibujos animados. Esta tarde he visto por televisión un película de animación realmente impactante. Se trata de "Vals con Bashir" (2008), del realizador israelí Ari Folman, ganadora del Globo de Oro a la mejor película extranjera y propuesta para los Óscar de este año. Me ha recordado muchísimo a otra gran película. "Munich" (2005), de Steven Spielberg.





Carátula de "Vals con Bashir"



Si el film de Spielberg recreaba la operación de castigo preparada por los servicios secretos israelíes contra los terroristas palestinos responsables de la matanza de varios atletas judíos al inicio de las Olimpiadas de Munich, en 1972, y los escrúpulos que en forma cada vez más acusada, el protagonista, jefe del comando del Mossad encargado de la operación, se va formando en cuanto al sentido de la venganza israelí, "Vals con Bashir" lo que plantea es la necesidad de conocer la verdad y enfrentarse a ella para poder seguir viviendo. Algo que a muchos aún incomoda, molesta y perturba en España, en Israel, y en otros muchos lugares.

La película comienza con la visita al protagonista de la misma, el propio director del documental, Ari Folman, de un antiguo compañero suyo en el ejército con el que veinte años atrás, participó en la invasión del Líbano por las tropas israelíes (1982), que le cuenta una pesadilla que sufre todas las noches en la que unos perros asilvestrados le persiguen hasta su casa por las calles de una ciudad, en lo que él cree que es una rememoración de una acción de guerra en la que participó, junto con el director, y de la que éste le confiesa no recordar absolutamente nada.

A partir de ahí, el protagonista del documental, el propio Ari Folman, comienza a interrogarse e investigar el "por qué" él no puede recordar nada de aquella misión de 1982. Visita a amigos y compañeros, y poco a poco, su memoria va reaccionando a los estímulos que le aportan sus investigaciones y recordando cada vez con más fidelidad aquellas acciones de guerra en las que participó, veinte años atras, cuando sólo era un joven soldado con 19 años.

Con unas cada vez más angustiosas y dramáticas imágenes (dibujos), tejidas a base de los recuerdos de quiénes fueron sus compañeros de misión, el documental nos va acercando a la que es la escena central, y final, del film: el asesinato a manos de las milicias cristianas libanesas, aliadas de Israel, de miles de refugiados palestinos, entre ellos ancianos, mujeres y niños, en los campamentos de Sabra y Chatila, en las afueras de Beirut, ante la pasividad del ejército de ocupación israelí, que conocedor de lo que estaba sucediendo, no hizo nada por parar la matanza hasta varios días después de que comenzara. La película termina con el protagonista recordando y asumiendo el horror de lo ocurrido y con imágenes, ahora reales, de lo que los soldados israelíes encontraron allí cuando recibieron órdenes de parar la masacre.

El hecho de que no sean imágenes reales lo que vemos, sino dibujos, apenas sin colores, en blanco y negro, acrecienta en cierto modo la sensación irreal de angustia de los personajes. Un alegato antibelicista que honra a su autor y a una buena parte de la sociedad israelí, del que más abajo pueden ver un "trailer" publicado en YouTube.

Pocas horas después de publicada esta entrada en mi blog, en el diario El País, en su sección "Cuarta Página", normalmente dedicada al gran artículo de Opinión de ese día, aparece uno del escritor y periodista israelí Akiva Eldar, columnista del periódico israelí Ha'aretz y coautor del libro "Lords of the Land, the war over Israel's settlements in the occupied territories, 1967-2007", titulado "Colonos, el enemigo interior" que me parece un excelente complemento a lo dicho por Ari Folman sobre memoria, historia y responsabilidad personal y que reproduzco a continuación. Espero que les resulte interesante. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) Avance de "Vals con Bashir", en YouTube:
http://www.youtube.com/watch?v=XN0K1PBq9NU
(2) La masacre de Sabra y Chatila (1982) en Wikipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Chatila
(3) Caratula de la película "Vals con Bashir":
http://www.ecartelera.com/peliculas/2935/vals-con-bashir/video/719/
(4) Fotografía del cineasta Ari Folman:
http://screencrave.com/wp-content/uploads/2008/12/ari_folman08-12-09.jpg
(5) Fotografía del escritor Akiva Eldar:
http://www.charlierose.com/images_toplevel/content/8/885/segment_8859_460x345.JPG





El cineasta israelí Ari Folman



"COLONOS, EL ENEMIGO INTERIOR", por Akiva Eldar
EL PAÍS - Opinión - 13/06/09

El medio millón de colonos en territorios palestinos ocupados supone el principal obstáculo a la paz y viola los principios fundacionales de Israel. Ahora Netanyahu debe escoger entre ellos y Estados Unidos. En octubre de 1991, pocos meses después de la primera Guerra del Golfo, mi periódico me envió a Madrid para cubrir la histórica conferencia sobre Oriente Próximo que promovió la Administración del primer presidente Bush. En Jerusalén Este y Cisjordania hay 127 asentamientos autorizados y más de 100 'ilegales'. Estas cifras explican el creciente escepticismo sobre la posibilidad de crear un Estado palestino

Cargos destacados de la mayoría de los países árabes y representantes de los territorios palestinos ocupados se sentaron junto a una impresionante delegación israelí, encabezada por el primer ministro Isaac Shamir y el viceministro de Asuntos Exteriores, Benjamin Netanyahu. Yo estaba abrumado. Por primera vez en 40 años de beligerancia, dirigentes árabes y sionistas se sentaban juntos, prometiendo llevar la paz a nuestra desgarrada región.

No todos estaban tan encantados. Junto a mí, en el avión que nos llevó de vuelta a casa, estaba uno de los fundadores del movimiento de los colonos, preocupado por el futuro de su proyecto vital. En ese momento, 220.000 colonos judíos vivían en Cisjordania, la franja de Gaza y Jerusalén Este. Todo el mundo creía que en poco tiempo el proceso de paz obligaría a Israel tanto a devolver a los palestinos los territorios ocupados en junio de 1967, como a la retirada de los colonos. A cambio, los dirigentes árabes pondrían fin a la situación de guerra con Israel y normalizarían sus relaciones con el Estado judío.

En junio de 2009, menos de 18 años después, cuando el presidente Barack Obama hizo su histórico discurso de reconciliación en El Cairo, el número de colonos alcanza prácticamente el medio millón, 300.000 de ellos en Cisjordania y el resto en Jerusalén. En la franja de Gaza ya no quedan, ya que en 2005 Israel evacuó a los 8.000 que allí vivían.

Estas cifras pueden explicar el creciente escepticismo que cunde entre los árabes cuando se habla de la esperanza de poder instaurar un Estado palestino viable e independiente cuya capital sea Jerusalén Este. Los 127 asentamientos que fueron autorizados y financiados por los sucesivos Gobiernos israelíes y los más de 100 "enclaves ilegales" dividen en pequeños trozos los territorios ocupados en la guerra de 1967. En la actualidad, el hijo del colono que conocí hace 18 años en el avión que me traía de Madrid es un activista que habita en uno de esos enclaves "ilegales" y que se opone al Gobierno cuando intenta eliminar todos los asentamientos construidos en propiedades privadas palestinas.

Según un informe publicado recientemente por la OCHA (Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios, en sus siglas en inglés), los asentamientos son "el factor que más determina los movimientos y las restricciones que sufren en sus accesos" los 2,5 millones de palestinos que habitan Cisjordania. El Área C, que según los acuerdos de Oslo se encuentra totalmente bajo control israelí, constituye en torno al 60% del territorio cisjordano y se destina exclusivamente a los asentamientos.

Durante muchos años, la sociedad israelí, incluyendo a perspicaces personas de izquierda, vio en el movimiento de los colonos una nueva versión nacional-religiosa del movimiento sionista laico que levantó el país cuando éste se componía principalmente de pantanos y desiertos, rodeados de aldeas árabes hostiles. Como para la mentalidad popular robar las tierras palestinas de los territorios ocupados era un noble acto ideológico, los colonos contaban con un amplio apoyo. Ese clima les ayudó a establecer vínculos sólidos con los dirigentes políticos, militares y económicos.

La Declaración de Independencia de Israel de 1948 se concibió como cimiento moral de la perspectiva sionista. Ese documento seminal del sionismo garantiza que el nuevo Estado proporcionará "a todos sus habitantes una absoluta igualdad social y política". Así que si los territorios ocupados en 1967 son formalmente anexionados, Israel estará obligado a garantizar derechos de ciudadanía a sus residentes palestinos, en los que deberán incluirse el derecho al voto y el derecho a presentarse a la Knesset, el Parlamento israelí.

Dentro de los márgenes de la Línea Verde, es decir, de las fronteras anteriores a 1967, los judíos constituyen la gran mayoría de la población (el 79%). Según las proyecciones demográficas, la separación entre Israel y los territorios ocupados garantizaría también en 2020 el mantenimiento de esa ventaja relativa para los judíos. Pero la anexión de Cisjordania y Jerusalén Este -oficial o de facto- convierte, ya desde ahora, el territorio situado entre el mar y el río Jordán en un Estado binacional con el 54% de judíos y el 46% de no judíos.

Los dirigentes sionistas declararon que el Estado de Israel "se basará en la libertad, la justicia y la paz". Durante 42 años, los asentamientos situados en mitad de los territorios ocupados han privado de libertad a millones de personas. ¿Qué relación existe entre la incautación de tierras privadas y la justicia y la paz? ¿Cómo encaja el enorme incremento del número de colonos desde la conferencia de Madrid con esa declaración de hace 62 años: "Tendemos nuestra mano a todos los Estados vecinos y a sus pueblos, ofreciéndoles paz y buena vecindad"?

De no ser por su miedo a los colonos, quizá Israel no estaría haciendo caso omiso de la mano tendida por la Liga Árabe, que continúa ofreciendo, desde marzo de 2002, paz y buena vecindad dentro de las fronteras del 4 de junio de 1967.





El escritor israelí Akiva Eldar



La Declaración de Independencia también era un llamamiento a las Naciones Unidas "para ayudar al pueblo judío a levantar su Estado y a recibir al Estado de Israel en la comunidad de naciones". En realidad, los asentamientos y la construcción del muro de separación, concebido para adaptarse a las necesidades de los colonos, han sido los hechos que más condenas por parte de la ONU y más protestas internacionales contra Israel han suscitado.

El principal documento político sionista anunciaba asimismo que el nuevo Estado "fomentará el desarrollo del país en beneficio de todos sus habitantes". El desarrollo de la tierra ocupada por los colonos, en beneficio de una minoría que ni siquiera representa el 5% de los habitantes del país, se llevó a cabo en detrimento de otras zonas del país, entre ellas ciudades desfavorecidas. Y ni siquiera hemos mencionado las enormes sumas que se gastan para que las Fuerzas de Defensa Israelíes protejan los asentamientos y sus rutas de acceso.

En los últimos años ha aumentado el número de israelíes que considera que los asentamientos no son únicamente un obstáculo en el camino que conduce a un Estado palestino independiente. También han comprendido que la ocupación es un impedimento capital para la existencia y el desarrollo del sueño sionista. El ex primer ministro Ehud Olmert declaró al periódico Ha'aretz en noviembre de 2007 que si no se llegaba pronto a una solución con dos Estados, "el Estado de Israel está acabado". Sin embargo, aparte de hablar, Olmert estaba haciendo bien poco para apartar ese obstáculo de la senda de la paz y del sionismo.

Ahora, el primer ministro es Netanyahu, representante de Israel en la Conferencia de Madrid en calidad de viceministro de Asuntos Exteriores. Pocos meses después de esa conferencia, el presidente Bush, padre, dejó claro a Israel que hablar al mismo tiempo de asentamientos y de paz es un contrasentido. Insistió en que el Gobierno israelí tendría que elegir a quién debía enfrentarse: a Estados Unidos o a los colonos. El Ejecutivo israelí prefirió la primera opción y perdió tanto la amistad estadounidense como las elecciones generales. Ahora el presidente Obama ha planteado el mismo dilema. Netanyahu no tardará en tener que elegir.



Entrada núm. 1168 (.../...)

jueves, 11 de junio de 2009

Una valona en Japón

Leer la autobiografía sentimental de alguien siempre resulta estimulante. Si encima esta bien escrita, es divertida, y tiene su punto de exotismo, miel sobre hojuelas. Me ha pasado con el libro de Amélie Nothomb, una novelista belga, hija de diplomáticos, nacida y criada en Japón, titulado "Ni de Eva ni de Adán" (Anagrama, Barcelona, 2009). La compró el lunes pasado mi hija Ruth, que la leyó de un tirón ese mismo día. Me la comentó el martes por la mañana, durante el trayecto desde su casa hasta la ciudad donde trabaja, que realizamos juntos a diario, y durante el cual nos ponemos al día sobre lecturas. chismes familiares, y le sacamos punta a la actualidad, y me la dejó ayer miércoles mientras repetíamos viaje. Comencé a leerla por la tarde, a la seis y media, en nuestra casa de Maspalomas, mientras mi mujer y dos de mis cuñadas departían amigablemente bajo el porche, y yo saboreaba un güisqui con hielo. La lectura no duró más allá de media hora, porque me parecía de mala educación quedarme al margen de la conversación familiar. A las once de la noche estábamos de vuelta en Las Palmas. Justo al comenzar el día de hoy, mi mujer se fue a dormir, así que, desvelado por la preciosa siesta que me había echado de tres horas y media en Maspalomas, retomé su lectura. Sin cortes publicitarios, acabo de terminarla a la una y media de la madrugada. Sigo desvelado, asi que, supongo, lo mejor es ponerme a escribir para que me venga el sueño...







¿Hasta que punto es autobiografía o novela? Me resulta imposible saberlo. Desde luego está escrita como autobiografía: Dos años y medio en la vida de una joven belga, nacida y criada en Japón, que vuelve a ese país con veinte años para aprender japonés, y que pretende ganarse la vida dando clases de francés a nipones. Pone un anuncio en un periódico e inmediatamente es contratada por un joven de una buena y tradicional familia japonesa, un año menor que ella, admirador de la cultura y la lengua francesa. Que la relación acabe siendo algo más que la apropiada entre un alumno y su profesora, entra dentro de lo normal. Que los dos años que dura esa relación le sirvan a la autora para hacer una divertida y, al mismo tiempo, emocionada y entrañable disección de la sociedad japonesa, su cultura y su modo de vida, resulta estimulante. Desde luego, yo la he leído de un tirón, como mi hija, y me ha sabido a poco. Tendré que volver sobre otros títulos de esta autora. Se la recomiendo encarecidamente; estoy seguro que la encontrarán interesante. En el archivo histórico de Revista de Libros pueden leer si lo desean varios artículos comentando algunos de sus títulos más famosos. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) Fotografía de la escritora Amélie Nothomb:
http://lyc-bernard-palissy-gien.tice.ac-orleans-tours.fr/php5/IMG/jpg/NOTHOMB_A.jpg
(2) Portada del libro "Ni de Eva ni de Adán":
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9eDCXUq6JvP9RmQ3Qp9EClHkeUcCxvVwcX3vOaRxpHgnId0dxj1BakUOS9siFkVGRzHtexMnEqaa7GWBNeG3NJjo-eyXPcZY2lnUswyp9mlgdhCiiO3EmMETWl0WoazR3LGuIeDeTSg/s400/Ni+de+Eva+ni+de+Ad%C3%A1n,+Am%C3%A9lie+Nothomb.jpg
(3) Amélie Nothomb en Revista de Libros:
http://www.revistadelibros.com/archivo_busqueda_resultados.php?campo=Am%C3%A9lie+Nothomb&Submit=Buscarh&Submit.x=23&Submit.y=9&Submit=Buscarh





La escritora belga Amélie Nothomb




Entrada núm. 1167 (.../...)

martes, 9 de junio de 2009

El "Reina Sofía"

Mi relación con el Museo "Reina Sofía" (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía) de Madrid es la historia de una tempestuosa aventura de amor-odio, que dura desde 1986, y que se mueve entre ambas pasiones, sin caer nunca en la indiferencia.

Situado en el denominado "Triángulo de Oro" de los museos madrileños: El Prado, el Thyssen y el Reina Sofía, durante muchísimo años,cada vez que tenía que volar a Madrid desde Canarias para cualquier asunto profesional, académico o personal, siempre buscaba un "huequito" (aparte de los paseos habituales por El Retiro y las tascas del Madrid de los Austrias, ya de noche) para visitarlos. Sobre todo, el Museo del Prado y el Reina Sofía. Los dos eran visitas obligadas, siempre agradables, y más si se hacían en compañía de foráneos ante los que me encantaba hacer el papel de cicerone de un mundo que conocía bien y que amaba como a pocos. Había pateado bastantes veces el antiguo Museo Español de Arte Contemporáneo, sito en la Ciudad Universitaria de Madrid, pero el Reina Sofía, al que trasladaron la colección cuando aquel cerró sus puertas, era algo especial. Y cuando llegó el "Guernica" de Picasso (procedente del MOMA de Nueva York), más aún. Lo había visto en su primitiva instalación del Casón del Buen Retiro, donde, en honor a la verdad, no pegaba ni con colinón, con unos techos cuajados de frescos de los siglos XVII y XVIII, pero en el Reina Sofía estaba mucho más natural, como en su casa, a pesar de tratarse del edificio de un viejo hospital, el San Carlos, felizmente reacondicionado para museo..

Me encantaba ver su colección permanente, y sus exposiciones temporales de artistas concretos, fotografías y documentales. Aunque de vez en cuando salía bufando de él ante la contemplación de alguna que otra plancha de acero de 20 metros de largo por dos de ancho, que ocupaba toda una sala del museo y que sin ningún otro aditamento estaba allí como una "excepcional", (de excepción, no de calidad), obra artística; obra que a mi me parecía y me sigue pareciendo, una solemne tomadura de pelo, pero en fín, doctores tiene la tauromaquia.

En estos días pasados he leído, entres otros, tres artículos que hace referencia a la nueva reordenación de la colección del Reina Sofía, que espero poder ver en la primera ocasión que se me presente... Están escritos, respectivamente, por Antonio Muñoz Molina, José Manuel Ballester y Ángela Molina. Me han parecido muy interesantes; espero que a ustedes también, y que los disfruten. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)



Notas:
(1) Página electrónica del Museo Reina Sofía (Madrid):
http://www.museoreinasofia.es/index.html
(2) Página electrónica del Triángulo del Arte (Madrid):
http://www.triangulodelarte.org/
(3) Historia del Museo Reina Sofía (Madrid):
http://es.wikipedia.org/wiki/Museo_Reina_Sof%C3%ADa
(4) Fachada norte del Museo Reina Sofía (Madrid):
http://esperanza4.files.wordpress.com/2008/04/museo-reina-sofia.jpg
(5) "Guernica", de Picasso:
http://purijurado.files.wordpress.com/2009/04/picasso_guernica.jpg
(6) "Guitarra ante el mar", de Juan Gris:
http://www.elpais.com/recorte/20071222elpepucul_8/XLCO/Ies/Guitarra_mar_1925.jpg
(7) "Hombre con pipa", de Joan Miró:
http://www.elpais.com/recorte/20071222elpepucul_9/XLCO/Ies/Hombre_pipa_1925.jpg




"LA REVOLUCIÓN DEL REINA SOFÍA. HISTORIAS CRUZADAS", por Antonio Muñoz Molina
EL PAÍS - Cultura - 27-05-2009

Manuel Borja-Villel habla con el entusiasmo de quien ha descubierto una buena historia y tiene impaciencia por contarla. Las buenas historias casi nunca se inventan: estaban delante de los ojos y sólo hacía falta mirar con la atención necesaria para encontrarlas, hallarse predispuesto, ansioso por descubrirlas. Una buena historia consiste muchas veces en el hallazgo de conexiones nuevas entre cosas ya conocidas que al revelarse saltan como chispazos neuronales.

Lo que ha querido contar Manuel Borja-Villel en la nueva disposición de las colecciones del Reina Sofía es el trayecto del arte moderno visto desde una perspectiva española; no la historia insular y lineal -y en el fondo quejumbrosa- de los ecos que llegaron a un país atrasado y más bien conservador desde las metrópolis del arte, ni tampoco la del contraste entre unos cuantos genios rápidamente universales y un pelotón de mediocridades cargadas de resignación y buenas intenciones, sino la conexión, mucho más complicada y más interesante, entre las tradiciones interiores y el sobresalto de lo nuevo, entre los artistas que se iban y los que se quedaban, los que volvían, los que llegaban de lejos, los que sin venir siquiera irradiaban influencias valiosas. Seguir a un solo artista durante toda una vida desplegada en varias salas puede ser tranquilizador pero también engañoso, porque ni el pintor más original se forma por sí solo ni es exactamente el mismo a lo largo de su carrera. Algunos de los más sutiles hilos narrativos que ha dibujado o ha encontrado Borja-Villel son los muy sinuosos que entrecruzan las historias de los artistas españoles en apariencia más familiares, estableciendo vínculos de aprendizaje y de simultaneidad que nos los muestran bajo una luz nueva, y por lo tanto nos alientan a mirarlos mejor, a mirarlos de nuevo. No hay lugar para las líneas rectas: Picasso, más que un cometa solitario en una órbita exclusivamente suya, vive y pinta en un diálogo muchas veces receloso con sus contemporáneos y aprende y copia de los que podrían ser sus discípulos: en una de las nuevas salas del Reina Sofía vemos un cuadro suyo de los años treinta rodeado de obras del surrealismo áspero y como autárquico de Benjamín Palencia y del joven Alberto Sánchez y lo que era una singularidad suya se convierte en una resonancia, y lo encuadra en una compañía no menos evidente por ser transitoria. Porque cerca de la sala sobrecogedora del Guernica se proyectan unas películas documentales sobre la Guerra Civil comprendemos que esos grises dramáticos vienen del cine. Y al mirar los dibujos preparatorios con sus mujeres dramáticas y sus caballos y sus toros junto a las láminas de la Suite Vollard comprendemos que entre el Picasso testimonial y político y el de la desvergonzada confesión sexual no hay ninguna distancia. Las dos vidas paralelas de Picasso y Miró confluyen al final en los dos muros de una misma sala, y gracias a esa confrontación descubrimos dos maneras de despedirse de la vida y de la pintura: Picasso con brochazos convulsos, con colores hirientes, reiterando casi con exasperación el tema del pintor y la modelo, que es también el drama de la persistencia del deseo y la imposibilidad de su cumplimiento; Miró, reduciendo la materia y la gesticulación al mínimo, deslizando casi pudorosamente líneas muy delgadas que casi se desvanecen en el fondo, signos aislados, anticipadores de una desaparición sin aspavientos. Junto al Picasso cubista están Braque y Juan Gris: y en los bodegones de cada uno de los dos, aparte de una originalidad y una maestría que no son inferiores en nada a la del gran minotauro que lo devora todo, hay, cuando los mira uno cerca y despacio, un dominio del oficio antiguo de pintar que es tan austero, tan sólido como el de los artesanos que hicieron las mesas y las guitarras y los que soplaron el vidrio de las botellas que tanto les fascinaban, objetos materiales y puras formas platónicas. Pero hay otro Juan Gris, ya plena y exclusivamente él mismo, y para que se le preste la atención que merece y que pocas veces ha recibido es necesaria una sala entera: "un espacio de contemplación", dice Borja-Villel, subrayando el hecho físico de cruzar un umbral hacia otra dimensión de asombro: esa ventana abierta a un litoral azul de Juan Gris, esa presencia hospitalaria de lo luminoso y lo femenino. En cada itinerario los pasos y la mirada trazan una nueva historia que se conecta a las otras y es modificada por ellas. Paul Klee está cerca de Miró; Guerrero y el mejor Esteban Vicente aguantan bravamente el tipo junto a sus colegas de la escuela de Nueva York; un muro plomizo de Tàpies es la superficie torturada de Europa emergiendo en ruinas de la devastación y la vergüenza de la guerra; los mejores dibujos de carnaval de José Gutiérrez Solana vienen de una genealogía cuyo primer padre es Goya, quien a través de Daumier, de Baudelaire y de Manet alimenta la mirada moderna y se vuelve más contemporáneo que nunca cuando en el siglo XX los Desastres de la Guerra son el único modelo posible a partir del cual representar el horror. De Goya viene Grosz; de Grosz los dibujos de guerra y degradación de Luis Quintanilla. Y junto a la guerra, la perenne melancolía de lo que pudo haber sido, el racionalismo luminoso, cordial en su escala humana, del pabellón de la República en la exposición de París de 1937. Una historia tras otra; y muchas más que se entrecruzan con ellas, y que habrá que ir descubriendo en caminatas futuras.

Un cambio en cifras:
- 7.500 metros cuadrados de superficie útil.
- 38 salas han sufrido transformaciones.
- Un millar de obras conforman la colección, entre pinturas (265), esculturas (90), obras en papel (230), fotografías (299), instalaciones (12) y audiovisuales (50).
- Entre las nuevas incorporaciones, 137 son adquisiciones recientes.
- En total, se ha invertido 20 millones de euros.
- Se han rescatado 400 obras de los fondos del museo (compuestos por 17.290 piezas).



"LA REVOLUCIÓN DEL REINA SOFÍA. UNA APUESTA POR LA INTERCONEXIÓN", por José Manuel Ballester
EL PAÍS - Cultura - 27-05-2009

Se han abierto los almacenes para, a partir de los fondos que posee el museo, reconstruir lo que llamaría el museo visible. No soy partidario de que la historia del arte se entienda únicamente en sus aspectos cronológicos y se parcele. Ahora bien, si los museos estatales han funcionado hasta ahora amparados en la cronología y si se pretende modificar su sistema, el cambio exigiría un planteamiento bien fundamentado que permita la interconexión no sólo entre el Museo del Prado y el Reina Sofía, que son los que están en el debate, sino también entre otros museos como por ejemplo el Arqueológico, todos ellos públicos. Lo que hasta ahora se ha realizado en España son experimentos aislados pero para abordar coherentemente este nuevo esquema habría que crear un consorcio de museos con un equipo de trabajo compuesto por los mejores especialistas en los diferentes apartados. Y en el proyecto de Manuel Borja-Villel vislumbro una gran predisposición a trabajar en esta dirección.

El museo ha sabido engranar las distintas disciplinas y sacar de sus almacenes una cantidad de obras y material documental hasta ahora ocultos. Y vuelvo a insistir en el asunto de escoger dentro de la colección. Esta circunstancia demuestra que en anteriores periodos los diferentes directores del museo han ido aportando no sólo obras de arte sino también un gran material gráfico y documental que la nueva dirección ha sabido apreciar. Por otro lado, también están presentes en la colección algunas aportaciones que Borja-Villel ha realizado con las adquisiciones más recientes y el resultado de entender el museo como una institución abierta que necesita buscar espacios de colaboración con otras instituciones incluyendo los mecanismos más actuales como la creación de una red interactiva que permitirá entender la historia del arte de forma más dinámica. Ahí se apunta un flujo de conexiones con Latinoamérica con muchas posibilidades y que considero importante.

En el recorrido conviven pinturas, esculturas, fotografías y material gráfico de forma que el viaje a que se nos invita expone una amplia documentación muy instructiva para situar al espectador en los diferentes contextos presentados en unos espacios donde destacan los años treinta, cincuenta, sesenta y la actualidad.

Por otra parte, en muchas de las salas se establece una comunicación fundamentada en un doble diálogo: entre géneros diferentes como el cine, la fotografía y la pintura así como entre artistas de un mismo género. Por ejemplo, los dramáticos dibujos de guerra de Luis Quintanilla con la obra Spain, de George Grosz; o las fotografías de Robert Capa junto con las de Alfonso y Agustí Centelles abordando la guerra civil española y que sirven como preámbulo al Guernica.

Las fotografías de Catalá Roca, Pérez Siquier y Joan Colom comparten un mismo espacio con un resultado rotundo.

En una primera lectura me gustaría destacar algunas obras. Unos collages de Benjamín Palencia, dos pequeñas piezas de Kurt Schwitters, una cabeza de Joan Rebull de 1927, un cuadro futurista titulado Modernidad de Remedios Varo de 1936, el nuevo espacio dedicado a Oscar Schlemmer, el apartado GATEPAC, las obras de Antonio López, entre las que destaca su escultura Hombre y mujer, una película de Robert Breer de 1954 y el filme Tríptico de España, de Val Del Omar. En las salas de los años sesenta encontramos obras de Mira Schendel y Lygia Pape, y que abre un camino, entre otros, a León Ferrari.

El espacio uno abordará las formas de arte más actual y a partir de octubre acogerá un programa de exposiciones titulado Fisuras con el arte más experimental y que actualmente lo ocupan Florian Punhosl con un vídeo, Rosa Barba con dos videoesculturas y pinturas de Franys Alys.

El museo nos ofrece con esta propuesta una visión más clara de la interconexión entre las diferentes producciones artísticas a lo largo de la colección y de sus distintas etapas.




"SENTIDO Y REVERENCIA", por Ángela Molina
BABELIA - 06-06-2009

El enigma y la fuerza de una colección residen en el misterio de su personalidad y en la aureola que le imprime esa cabeza que la piensa, incluso cuando ésta lucha con lo extraño del texto hasta temer a su propia inteligencia. La historia -las historias- del arte que Manuel Borja-Villel descubre y redescubre en el Museo Reina Sofía tienen el efecto de la intuición: su capacidad de invención y de anticipación, su deseo de ser diferente, su licenciosidad, nunca ofensiva, y su vanidad narrativa obedecen al mismo impulso: una conmovedora observación para alumbrar los paraísos perdidos de los estetas, esto es, los artistas.

El recorrido por las cuatro plantas del MNCARS es el resultado de un trabajo sincero, aunque ya sabemos que la sinceridad no conduce necesariamente a la verdad, pero sí al sentido. Es también sincera la voluntad de afirmar que Borja-Villel ofrece un discurso mucho más convincente que cualquiera de sus predecesores, en particular cuando reemplaza a lo religiosamente correcto -el tiempo homogéneo y ese canon penosamente familiar- por unas coordenadas ligadas a la memoria y al discurrir de las energías sociales. Abre de tal modo las obras a múltiples perspectivas que éstas se convierten en artefactos críticos de la historia. Narraciones y aforismos que son sinécdoques de las grandes utopías de la modernidad, invenciones de emotivas ironías que reflejan realidades encontradas, al más puro estilo de un ready made.

Con todo, aun gravitando en la órbita de un director de museo que inventó a lo largo de una década, desde el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, las infinitas maneras de interrumpir la narración oficial para forzar al contexto, al archivo, a la subalternidad, al desacuerdo y a la esfera pública a contar la historia, en lugar de al cauteloso artista, se hace necesario dar rienda suelta a algunas objeciones -y hasta decepciones- que surgen paralelas a la misma exigencia con que el director del Reina Sofía perfila un trabajo que aspira a una visión total de la modernidad, aunque en su caso deberíamos utilizar el plural, visiones.

Más de mil obras aparecen distribuidas a lo largo de las 38 salas de los edificios Sabatini y Nouvel. De ellas, 137 son de nueva adquisición, y en la mayoría de los casos sirven de bisagra o liberan discursos anteriores instalados en una historia satisfecha y muy poco autocrítica, que se ofrecía al público como una hermenéutica que nos decía qué y cómo debíamos recordar.

Goya, protorromántico, protorrealista, surrealista, alegorista moral, el pintor que adivinó que cualquier época futura sería mucho peor que la suya, rompe con el clásico dique de contención con que empiezan varias colecciones europeas, 1881, año del nacimiento de Picasso, para recuperar los sentimientos desplazados que inspiraron los saturados e infinitamente sutiles Desastres de la Guerra, anuncio del miedo a la extinción social y cultural que deriva en esperpento en una España que, hasta el surrealismo, decide renunciar al deseo.

De la materialidad pictórica de Medardo Rosso, de la visión arcadiana del noucentisme catalán y Santiago Rusiñol, al joven Picasso y al inicio del cubismo inspirado por la escultura africana, las otras vanguardias y las nuevas tecnologías que dinamizan la percepción, el recorrido discurre manso por los años veinte, con sus manifestaciones puristas y de gustos neoclásicos, dinamitados por la revuelta dadá y la aparición del "Credo creativo" de los maestros esquizofrénicos -Klee, Dubuffet, Ernst, Benjamin, Duchamp, Picabia Mallarmé-, poetas-héroes cuyo espíritu delicado y frágil vivirá latente a partir de ahora en todas las salas del museo.

La parte más sólida y gratificante de la colección gira sobre el eje del Guernica, el "corazón" del Reina. Si bien -hoy muy pocos lo recuerdan- fue Juan Manuel Bonet el primero que arrancó de su espléndido narcisismo al gran mural en blanco y negro creado por Picasso para el pabellón de la República -una construcción corbusierana diseñada por Josep Lluís Sert en 1937- Borja-Villel ha sabido teatralizar mejor aquel campo de batalla, al cuidar la iluminación y colocar en escena a todos sus autores (Miró, Calder, Renau, Alberto Sánchez), de manera que la representación de la infamia se convierte ahora en una obra coral de la resistencia, mucho más oceánica y liberadora. Así, percibimos que la ambición es el proyecto final de su director, el saneamiento de los límites entre disciplinas y escuelas, la creación de nuevas narrativas. Y hasta resulta curioso cómo el mismo recorrido por las salas, diseñado en galerías muy poco versátiles y que obligan al visitante a volver sobre sus propios pasos, logra paradójicamente transformar las sensibilidades normativas en más heterodoxas. Está claro que, en la composición de espacios, el único rival posible de Borja-Villel es él mismo. Y aquí es también donde se puede decir, sin alardes patrios, que, en el panteón bastante restringido de las colecciones europeas, la del Reina de los años veinte, treinta y cuarenta puede competir sin complejos.

La cuarta planta del edificio Sabatini reúne las manifestaciones artísticas en Occidente después de la guerra. Hay salas que resulta imposible no admirar (con cierta piedad natural), como las dedicadas a Lucio Fontana y a Robert Motherwell (Totemic figure, 1958), en diálogo con Esteban Vicente (In pink and grey, 1950), Rothko (Orange, plum, yellow, 1950) y José Guerrero (Tierra roja, 1955); o el papel de la escultura vasca, en especial Oteiza, en el contexto de la Bienal de São Paulo de 1957. Otras, sencillamente, apelan a la voluntad y a la memoria del visitante más culto, obligado ante las ausencias a llenar los huecos con imaginarios bonnards y matisses, giacomettis, el informalismo europeo, la pluralidad del modelo americano de la Bauhaus, el expresionismo, el pop anglosajón, el letrismo y las otras utopías situacionistas. Bien sabe el director del Reina que, en el futuro, sus esfuerzos deberán concentrarse en la consecución de un inventario, al menos, de firmas de la escena europea y americana de mediados del siglo XX, aunque ello requiera un esfuerzo presupuestario de las instituciones o, en el mejor de los casos, del mecenazgo y donaciones de privados.

A modo de compensación, encontramos también sorpresas, como la recuperación del gran experimentador José Val del Omar (con su "tríptico elemental de España", tres películas realizadas durante los cincuenta y sesenta); la sutileza de Palazuelo o la potencia de Tàpies, un artista representado en exceso, puede que como respuesta a la casi nula visibilidad de su obra en las colecciones internacionales. Otras "extrañezas" no menos importantes parten de la fotografía de posguerra -Català-Roca, Joan Colom, Masats, Maspons, Cualladó...- instaladas de espaldas a una sala ocupada por el (neo)realismo de Gerardo Vielba, Antonio López y Carmen Laffon... como si pícaramente esta sintaxis obligara al visitante a comparar ese tipo de "compostura y belleza" de la escuela castellana que renuncia a los deseos "insignificantes", con la magia y el espíritu innovador de la llamada "periferia" española.

Una sólida respuesta a aquella época fragmentaria la encontramos en la planta 1 del edificio Nouvel, con un impecable montaje de esculturas, vídeos y pinturas de los sesenta. Fragilidad, radicalismo, fantasía, confesión y, de nuevo, utopía, en las obras de Broodthaers, Cy Twombly, Philip Guston, Antoni Llena, Gego, Mira Shendel, Marcel Duchamp, Robert Morris, Raymond Hains, Carl André, Mario Merz, Donald Judd, Hans Haacke, Öyvind Fahström, Matta-Clark, Smithson, Joan Jonas, Fluxus, Yves Klein, Javier Aguirre y Joan Rabascall. Es difícil reunir tantas singularidades de una manera ponderada y comedida. Pero la nueva pragmática del Reina está hecha para estos retos, algo tan tardorromántico como la fusión inseparable del compromiso con el esteticismo. De ahí que, ya en el último tramo del recorrido, el visitante sienta que debiera invocarlo. Surge así una sensación anacrónica, ¿por qué los setenta son pájaros vivos en nuestras manos, y los ochenta y noventa aves disecadas en sus jaulas? Porque las manifestaciones más actuales, etiquetadas aquí como "visiones críticas y narraciones de lo global", son una celebración, de nuevo, de lo fragmentario, una selección ciertamente arbitraria que traza con tinta invisible una lectura acerca del compromiso social y los tránsitos por el cubo blanco.

Una parca selección de pinturas domésticas, presididas por un fingido y prescindible Barceló -el único entre las decenas que posee la colección del Reina-, podría servir para abrir un sano debate sobre la idoneidad de su trabajo para el pabellón español de la Bienal de Venecia que se acaba de inaugurar. Igualmente, el conceptual catalán alineado con el de Alberto Corazón y Nacho Criado resulta algo forzado e impreciso.

Borja-Villel ha tenido la temeridad y el genio de combinar los trabajos de Dan Graham, Muntadas, Juan Muñoz, Allan Sekula, Cindy Sherman, Mike Kelley, Franz West, Cristina Iglesias, Bruce Nauman, Richard Serra... Sin embargo, todavía hay muchos demonios con máscaras guardados en los almacenes del Reina como para que se pueda empezar a crear un discurso serio e internacionalmente competitivo en el ámbito de lo contemporáneo.

Habrá que esperar a que las reverencias se esfumen para encontrarnos con el Borja más idiosincrático y valiente, el que es capaz de neutralizar la relación bastante difusa entre el arte y la corte. Si lo consigue, el teatro es suyo. Y los buleros, al redil.




Entrada núm. 1166 (.../...)

lunes, 8 de junio de 2009

Europa: ¿y ahora, qué?




(El País, 10/06/09)




Nunca discuto, ni siquiera conmigo mismo, los resultados electorales. Me gustarán mucho, más, menos, o nada, y podrán hacerse todos los ejercicios "a toro pasado" que se quieran para explicarlos, pero son los que son, y punto. A mi me enrabietaba mucho la pedante y presuntuosa pose del ex coordinador general de Izquierda Unida, Julio Anguita, un estalinista de corte joseantoniano, que cada vez que perdía unas elecciones (y las perdió todas) lo achacaba a que el pueblo era ignorante y no entendía el claro mensaje que su formación y él transmitían. Bueno, descansé en paz políticamente el gran prócer de la nación.

La democracia se basa en la ficción de que el pueblo, titular de la soberanía, nunca se equivoca cuando vota. Más o menos con matices, lo que decía Rousseau a finales del siglo XVIII. Es verdad. El pueblo nunca puede equivocarse cuando vota. Si ponemos en duda esta aseveración, ponemos en duda los fundamentos del sistema democrático. Se pueden equivocar los gobiernos, los líderes, los partidos, los ciudadanos individuales; el pueblo en su conjunto, nunca.

Ya tenemos nuevo Parlamento europeo. Elegido por un porcentaje ínfimo de la ciudadanía, pero resulta difícil de creer que quién haya tenido deseos e intención de votar no haya podido hacerlo. Así que, no hay más cera que la que arde, dice el refrán. ¿Y ahora, qué?

Lo primero es la constitución del Parlamento, y lo siguiente, la elección y nombramiento de un nuevo presidente de la Comisión. Hace unos minutos oía por una emisora de radio a uno de los portavoces del grupo popular europeo decir que ellos desean que el nuevo presidente, sea el que sea (presumiblemente el inicuo Durao Barroso, que repetiría mandato) cuente con el respaldo del grupo socialista europeo, y ambos están relativamente cómodos, con un mediocre como él, así que tiene muchas posibilidades de repetir. Y después, la elección del resto de los comisarios, que suele ser la instancia en la que el Parlamento pone más carne en el asador...

En la prensa del día después leo dos reflexiones de tono muy distinto sobre los retos que debe afrontar el nuevo parlamento. La primera del francés Jean Pisani-Ferry, economista y director del Centro Bruegel de Investigación y Debate de Políticas Económicas Europeas, de marcado carácter económico. La segunda del español, José Ignacio Torreblanca, profesor de Ciencia política en la UNED, con un matiz mucho más político. Ambas se complementan y ofrecen una lectura bastante completa de la labor que espera a los nuevos representantes de los ciudadanos europeos. Espero que las disfruten. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Parlamento europeo (Estrasburgo)




"CONSEJOS A LOS EURODIPUTADOS", por Jean Pisani-Ferry
EL PAÍS - Opinión - 08-06-2009

Tras una campaña tan gris, uno se siente tentado a aconsejar a los nuevos parlamentarios europeos que se limiten a tomar iniciativas modestas. Dan ganas de decirles que, ya que no han despertado el interés de los ciudadanos por las grandes cuestiones, deberían dedicarse a las pequeñas, como la estandarización de los cargadores de los teléfonos móviles o el etiquetado de los productos alimentarios (y procurar no revisar la composición del vino rosado). La legitimidad, al fin y al cabo, también se construye de abajo arriba.

Pero no van a poder dedicarse a labores sencillas. En los cinco próximos años, la Unión Europea ha de superar una prueba triple.

La primera es económica. Cuando los Estados se empeñan en respaldar a un sector u otro de la industria o en ayudar a tal o cual empresa, el mercado único europeo se descoyunta. Los bancos, que hasta ayer eran defensores acérrimos de la internacionalización, se han dado cuenta de hasta qué punto depende su supervivencia del apoyo presupuestario nacional. De mejor o peor gana, muchos se han replegado a sus bases, y los que continúan compitiendo en el mercado europeo lo hacen en unas condiciones distorsionadas debido a que los apoyos nacionales no están armonizados. Las pruebas de solidez que se supone que determinan el estado de salud de las compañías financieras no se realizan a nivel europeo, sino a nivel nacional. Los resultados, sin duda, serán difícilmente comparables de un país a otro. Y a este mismo nivel se tratan los problemas de la industria automovilística, con el objetivo prioritario, confesado o no, de mantener el empleo dentro de las fronteras de cada país, y en detrimento de los vecinos. Éste fue el caso de PSA y Renault ayer, de las filiales de GM hoy, y lo será también mañana de muchas otras empresas.

Es evidente que no hay nada que obligue a tratar estos problemas a nivel nacional. En el decenio de 1980, la reestructuración de la industria siderúrgica se dirigió, en gran medida, desde Bruselas, en un momento en el que el reto, en lo que a puestos de trabajo se refiere, era tan fuerte como hoy y en el que, pese a la CECA, la integración económica estaba menos avanzada.

Europa corre hoy el riesgo de echar por tierra uno de sus grandes éxitos y una de sus grandes bazas en la mundialización.

Y es aquí donde empieza la segunda prueba, política ahora. A mediados de los años ochenta, respondiendo a una iniciativa de Jacques Delors, los federalistas que querían construir Europa firmaron una alianza con los liberales que querían demoler el Estado. Esta alianza funcionó hasta los primeros años del decenio de 2000: ambas partes se proponían, por motivos opuestos, arremeter contra el Estado-nación, y cada cual se servía de la otra para alcanzar sus propios objetivos. Posteriormente, la alianza se desequilibró al deshincharse el proyecto federalista, y desde entonces la construcción europea ha ido tomando visos de empresa liberal. Ahora el contexto es de replanteamiento de los modelos liberales y de reevaluación del papel del Estado.

La respuesta reside en la reconstrucción de las regulaciones públicas a nivel europeo. Se trata, por ejemplo, de la supervisión financiera y bancaria y todo lo que ello implica. Pero los partidarios de las soluciones europeas tendrán que enfrentarse a las resistencias conjuntas de los defensores de la soberanía de los Estados nacionales y de los liberales. Necesitarán imaginación y talento, porque no está garantizado que su proyecto vaya a encontrar una alianza política que lo respalde.

La tercera prueba es funcional. Ha quedado demostrado que en momentos de crisis la Unión Europea es una gestora bastante mediocre. A excepción del Banco Central, sus instituciones siguieron viviendo durante mucho tiempo al mismo ritmo que antes a la crisis. En el peor momento del pánico bancario, fue la presidencia francesa la que orquestó la respuesta, una respuesta en gran medida ad hoc. Frente a la crisis de Europa central, las instituciones se paralizaron.

Hay que decir, en descargo de la Unión, que no se creó para gestionar las crisis. Mientras que los Estados nacionales se construyeron para hacer la guerra y la mayoría conserva todavía una capacidad de decisión en tiempo real, la Unión se fundó sobre las bases del derecho y del rechazo de la decisión discrecional. Pero el ritmo y el carácter imprevisible de la secuencia de acontecimientos han provocado que la Unión se encuentre hoy más en falso de lo que lo ha estado nunca.

La solución en este caso consiste en completar el proceso de gobernanza. Tenemos una gobernanza para los tiempos de calma, basada en la regla; pero necesitamos también una gobernanza para los tiempos de crisis que permita tomar iniciativas en periodos excepcionales. En parte, no es sino una cuestión de talante: por ejemplo, aunque no contara con los medios legislativos, el eurogrupo que reúne a los ministros de Hacienda de la zona euro tenía la posibilidad de tomar iniciativas. Pero para eso hace falta un cambio de actitud.

No es, pues, modestia, sino audacia, lo que hay que aconsejar a los parlamentarios que se incorporan al Parlamento Europeo, así como, en breve, a los nuevos comisarios. Audacia. El etiquetado puede esperar, la Historia, no.





El presidente de la Comisión, Durao Barroso




"ELECCIONES EUROPEAS: EL DRAMA EUROPEO", por José I. Torreblanca
EL PAÍS - Internacional - 08-06-2009

Compartirán conmigo la satisfacción por la alta calidad del debate europeo que hemos podido mantener estos días. Gracias a la campaña y a los debates tengo una idea mucho más precisa de lo que va a pasar con Turquía, si finalmente será miembro o no, o de cuándo entrarán todos esos pequeños países de los Balcanes que están llamando a nuestra puerta. También tengo más clara la respuesta de Europa a la crisis económica, superando lo que hasta ahora no ha sido más que una cacofonía de planes de estímulo nacionales. Me inquietaba antes de comenzar la campaña si Europa tenía la voluntad de convertirse en un actor realmente global, capaz de sumar sus enormes recursos políticos, diplomáticos y militares en defensa de sus valores e intereses, pero ahora sé que vamos en la buena dirección. Y cómo no, estoy agradecido porque hayamos hablado de dónde trazar los límites entre liberalización y regulación, porque eso tiene consecuencias importantísimas sobre la economía, el empleo o la viabilidad de nuestros estados del bienestar. Lo más importante: que las elecciones no sólo han ayudado a que conozcamos con precisión cuál es la agenda europea para los próximos cinco años, sino que, a la vez, han ofrecido una oportunidad para que los europeos nos identifiquemos con nuestro sistema político. Fin de la ironía.

Como se habrán dado cuenta, las elecciones europeas son un desastre narrativo: llevan años pidiendo a gritos un guionista, aunque más bien lo que necesitan es un productor. Aquí no hay planteamiento, nudo ni desenlace, ni final feliz, ni continuará, ni siquiera aquel invento de Hitchcock llamado MacGuffin que servía para crear tensión dramática. Como los partidos políticos europeos se resisten a designar de antemano a sus candidatos para presidente de la Comisión, ni siquiera tenemos verdaderos protagonistas. Por tanto, mientras que todos los cabezas de lista nacionales son secundarios, los verdaderos protagonistas se mueven entre bambalinas para lograr el voto que importa: el de los Gobiernos nacionales. Así que sin saber cómo ni por qué, un día nos despertaremos con la noticia de que Barroso será renovado como presidente de la Comisión y otro con que (crucemos los dedos) Blair será presidente del Consejo. Fin de la historia y fundido en negro.

¿Qué explica esta especie de masoquismo electoral que nos infligimos los europeístas? Hay una analogía poderosa que tiene que ver con los teclados de nuestros ordenadores. Seguramente sabrán que la distribución de las teclas en nuestros ordenadores es una herencia de las necesidades de las viejas máquinas de escribir. Las teclas de mayor uso fueron asignadas a los dedos débiles de la mano izquierda con el fin de obligarnos a escribir despacio en unas máquinas basadas en martillos que tenían que volver a su posición original. Si escribías rápido, te atascabas.

A Europa le pasa algo parecido. Al igual que somos víctimas de un teclado diseñado para escribir despacio, los europeos somos víctimas de un sistema político específicamente diseñado para ser aburrido. De hecho, esto tiene su lógica, ya que el concepto europeo de diversión (dos guerras mundiales y varias decenas de millones de muertos sólo en el siglo pasado) no ha sido históricamente algo de lo que sentirse muy orgulloso que digamos. Por eso, hay quien dice que lo mejor que puede hacer Europa por el mundo, y por sí misma, es ser aburrida. Añaden, de forma provocadora, que los que quieren romper con el consenso y buscar una mayor politización (haciendo, por ejemplo, elecciones de verdad con candidatos de verdad y partidos de verdad) pueden poner en peligro el proyecto europeo.

Así que, como era de esperar, las elecciones europeas se han dilucidado en clave nacional, no europea. Como no se elige gobierno, se trata de elecciones de segundo orden, lo cual permite a los votantes quedarse en casa a sabiendas de que el resultado no les afectará o mandar señales de descontento a sus partidos.

Por las mismas razones, a los partidos políticos les resulta de todo punto racional enfocar las elecciones como una validación o un castigo a los Gobiernos que ejercen el poder. Eso explica que los partidos recurran a temas no europeos para galvanizar a los votantes y que, de acuerdo con sus encuestas y manuales de campaña, enfoquen la campaña sobre aquello que más creen les va a beneficiar. Así, creyendo que la polarización ideológica le beneficia, el PSOE ha optado por resaltar las diferencias entre valores de izquierda y de derecha mientras que, por su parte, el PP ha optado por intentar capitalizar la crisis económica. Quien haya ganado o perdido, desde luego no lo ha hecho por la calidad de sus propuestas europeas.

Como todo el mundo sabe, se necesitan dos para bailar un tango. Europa no está mal, incluso tiene un himno bonito, pero que en el fondo no se puede bailar. Su drama es haber renunciado al drama. Por tanto, si las elecciones europeas no les han entusiasmado, no es culpa suya, de verdad.




Entrada núm. 1165 (.../...)

sábado, 6 de junio de 2009

Mañana voy a votar

Hago mías las palabras de Xosé Luis Barreiros en La Voz de Galicia de hoy. Frente al pesimismo, el pasotismo, el escepticismo, y todos los "ismos" que ustedes quieran. Porque creo en Europa, en la Unión Europea, en la patria común de todos los europeos. Y aunque voten cuatro gatos, seremos esos cuatro gatos los que construyamos la Europa de todos. Los demás, los euroescépticos, los europasotas, los europesimistas... Pues ya lo saben: ¡puerta, y marchando!; como dicen por aquí. Que nos dejen seguir a los demás. Sean felices. Tamaragua, amigos. Y mañana, ¡a votar! (HArendt)









"Mañana iré a votar!, por Xosé Luis Barreiro

Mañana iré a votar porque creo firmemente en Europa, y porque sé que todos los caminos, por largos que sean, se hacen andando. También iré a votar porque veo que la realidad europea crece a mi alrededor, y determina mi vida, de forma cada vez más intensa. Y también votaré mañana porque ya no sé vivir sin Europa, porque tengo miedo al regreso de la insolidaridad y las fronteras, y porque no puedo imaginar que vuelven a mi vida los viejos atavismos, los proteccionismos y las glorias de las patrias militares que estamos dejando atrás.

Mañana iré a votar aunque muchos no vayan. Y, después de haber votado, me sentiré mucho mejor que los que reniegan de todo y habitan en la desidia. Cuando tenga la papeleta en la mano, nadie podrá impedir que me sienta más despierto y responsable que los que no votan. Y no pienso darle ninguna disculpa dialéctica a los que, pretextando la falta de una democracia idílica y utópica que debiera brotar de las peñas como el agua cristalina, optan por poner el proyecto europeo a los pies de los extremistas -¡ahí está Holanda otra vez!-, al albur de los escépticos, y a merced de los que ya no recuerdan -o no quieren recordar- la Europa de los equilibrios armados, de las dictaduras, de las diferencias económicas abismales, del horror, del genocidio y de la tierra quemada.

Mañana iré a votar porque, aunque mis palabras le parezcan en exceso dramáticas, veo la Europa más criminal de la historia -la de los nazis y los campos de concentración- a solo 64 años de distancia. Y la Europa del muro de Berlín a solo 19 años. Y la Europa de los Balcanes a solo 5 años de distancia. Y la Europa de Chechenia, o de Osetia, o la que pelea con sus vecinos afganos e iraquíes, en las portadas de hoy.

Mañana iré a votar porque todo lo que nos vino de Europa es gloria bendita, y todo lo que nos caracterizó cada vez que nos fuimos de Europa -tras la Paz de Augsburgo, con Fernando VII, o con Franco- siempre fue ignorancia, miseria y tiranía. Y mañana iré a votar, si Dios quiere, porque creo que la UE es el proyecto político más pacífico, más libre y más ético que existe en el mundo, y que solo Europa funciona como una barrera efectiva frente al organicismo bélico -previsiblemente apocalíptico- que nunca deja de amenazarnos.

Europa va lenta porque la han frenado los irresponsables. Europa tiene un déficit democrático porque la hemos puesto en manos de trileros y políticos de muy corto alcance. Y Europa está necesitada de un impulso constitucional que solo puede venir de ciudadanos responsables, participativos y maduros. Por todo eso votaré mañana. Y porque nada me hace sentir más digno, más honrado y más libre que dejar mi papeleta dentro de la urna.




Entrada núm. 1164 (.../...)

jueves, 4 de junio de 2009

Obama en Oriente Medio

Seguro que me paso de ingenuo, o de optimista, que viene a ser lo mismo pero sin el candor del primero, pero yo también pienso que Estados Unidos (o eso que llamamos Occidente) comenzó a ganarle la "guerra fria" a la URSS (o al comunismo real, si lo prefieren) el día de junio de 1963 en que el presidente Kennedy se plantó en Berlín y pronunció su famoso "Ich bin ein Berliner" (Yo también soy berlinés) en respuesta al desafío que suponía la creación del muro de separación de las dos Alemanias por parte del régimen de Pankow, dos años antes.

¿Ha intentado Obama con su gesto (su discurso) de hoy en la Universidad de El Cairo sentar las bases de una nueva política de Estados Unidos (y Occidente, tras él) ante y para el mundo islámico? Para muchos analistas, sí. Y además, dicen, ha conseguido el mismo efecto que consiguió el de Kennedy en 1963. Tiempo habrá para analizarlo y para verlo. El periodista de El País, Javier Valenzuela, lo desmenuza en un artículo que puede verse ya en la edición electrónica de ese diario.

Yo acabo de leerlo hace unos instantes (lo reproduzco más adelante) y en una especie de compulsión publicadora me apresuro a dejar constancia del hecho en el Blog. Pero la verdad es que han coincidido en ello otras consideraciones. Casualidad o no, supongo que sí, el hecho de que apenas unos minutos antes de encender el portátil y ponerme a ojear la prensa electrónica hubiera terminado de leer en el último número de Revista de Libros un artículo de Julio Aramberri, sociólogo y profesor de la Universidad Drexel de Filadelfia (Estados Unidos), me ha animado a ponerme al teclado.

El artículo del profesor Aramberri se titula "El imperio deudor", y contra lo que pueda parecer en primera instancia, que también, no es un análisis estrictamente económico de las causas de la crisis financiera y económica global que estamos viviendo, sino algo más, bastante más, pues entra a saco en las razones políticas y de todo tipo que, a juicio de otros ilustres pensadores (como Paul Krugman, Robert Kagan, Fareed Zakaria y Kenneth Pollack) nos han llevado hasta donde estamos.

Quisiera destacar una frase del artículo de Aramberri que me parece muy significativa y que dice así: "Estados Unidos no puede seguir imponiendo unilateralmente sus soluciones porque no tiene todos los medios necesarios y porque buena parte de la sociedad estadounidense preferiría que el mundo se acabase en los confines de los cincuenta Estados de la Unión." Claro está que poco antes, el autor ha dado una sonora cachetada a los socios europeos al explicar el concepto que éstos tienen de multilateralismo: "Se deja solos a los estadounidenses cuando piden ayuda e inmediatamente se les acusa de actuar por su cuenta, aunque sus decisiones sean también ventajosas para ellos. Si sale cara, yo gano; si sale cruz, tú pierdes".

Dice Javier Valensuela en su crónica que alguien entre el público que asistía hoy a su conferencia en El Cairo le gritó a Obama "We love you too"... Me conformo con que se abra un resquicio de esperanza a una paz justa y duradera. Difícil está, pero que por intentarlo no quede. ¿Por cierto, saben ustedes quien puede ser el radiopredicador español del qué habla Javier Valenzuela en su artículo? Lo sospecho, pero tampoco voy a hacerle la propaganda gratis. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) Información sobre el discurso de Kennedy en Berlín, en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Ich_bin_ein_Berliner
(2) El artículo "El imperio deudor", del profesor Julio Aramberri, puede leerse en:
http://www.revistadelibros.com/articulo_completo.php?art=4359
(3) Foto de Obama en la Universidad de El Cairo, en:
http://www.elpais.com/recorte/20090604elpepuint_9/XLCO/Ies/Obama_tiende_mano_mundo_islamico.jpg
(4) Discurso de Obama en la Universidad de El Cairo (en español), en:
http://www.elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/200906/04/internacional/20090604elpepuint_2_Pes_PDF.pdf








"We love you too", por Javier Valenzuela

Periodistas, analistas y representantes de la comunidad musulmana siguen el histórico discurso de Barack Obama en la embajada de EE UU en Madrid.

"We love you", le gritó a Barack Hussein Obama alguien desde el público que asistía a su discurso en la Universidad de El Cairo. ¿Resonará esa declaración de amor a lo largo y ancho de la umma -la comunidad- árabe y musulmán? Pronto para saberlo. En cualquier caso, Obama empleó el tono y las palabras exactas para comenzar a poner fin a una relación entre Estados Unidos y ese mundo que él mismo calificó como de "tensión", "miedo" y "desconfianza" mutuas. Obama también abordó todos y cada uno de los temas conflictivos, sin escabullirse ni al hablar de por qué EE UU sigue en Afganistán, ni de la desastrosa e injustificada invasión de Irak, ni del mucho dolor de los palestinos, ni de la ausencia de democracia y derechos humanos en buena parte del mundo árabe y musulmán, ni de la necesaria igualdad de la mujer.

Donde resonó de inmediato el "We Love You" de El Cairo fue en la embajada de Estados Unidos en Madrid, donde una veintena larga de periodistas, profesores universitarios y figuras representativas de las comunidades musulmanes en España habían sido invitados a asistir en directo al discurso de Obama. En la posterior ronda de comentarios, sólo un conocido radiopredicador muy de derechas le puso un pero a la totalidad del discurso. En su opinión, Obama había hecho todo una exhibición de "debilidad" ante el, para él, peligrosísimo universo
islámico. Al radiopredicador le había dolido en particular el que hubiera hecho una referencia a Al Andalus como modelo de convivencia, para lo que era la Edad Media, de culturas y religiones. Al Andalus, vino a decir, era una espantosa dictadura musulmana.

Le respondió súbito un prestigioso arabista: Obama había estado "brillante" y "valiente"; de hecho, había ido "más allá de lo que cabía esperar". En cuanto a los estereotipos negativos sobre el islam expresados por el radiopredicador, eran exactamente aquellos que el presidente estadounidense había denunciado desde el comienzo de su discurso en El Cairo. Ya se sabe, todo eso de religión de bárbaros, misóginos y terroristas, frente a la cual el cristianismo y el
judaísmo deben aliarse en un combate planetario, un auténtico choque de civilizaciones. Lo de Bush, vamos.

"Obama se dirigió directamente a los corazones y las mentes de los musulmanes, y de un modo que pudieran entenderlo", señaló un periodista. Cierto: recordó sus propios orígenes familiares -una familia de Kenia con musulmanes-, citó abundante y apropiadamente el Corán, homenajeó los vínculos de EE UU Unidos con la umma, desde el primer reconocimiento diplomático de Marruecos hasta la presencia hoy en territorio norteamericano de millones de musulmanes pacíficos y prósperos.

Una analista de un think-tank observó: "No ha excluido ninguno de los temas espinosos que le esperaban en El Cairo". Correcto: habló del dolor que sintieron los norteamericanos en el 11-S y de cómo dieron inicialmente una respuesta correcta -Afganistán- para perderse luego en un despropósito -Irak-; reiteró su voluntad de retirar las tropas de Irak y cerrar Guantánamo; proclamó que trabajará para que los palestinos puedan tener su Estado; condenó la metástasis de las colonias judías en Cisjordania, e instó a la umma a caminar por la senda de la democracia, los derechos humanos y la plena igualdad de las mujeres. Esto último con extrema sutileza: llevar el hiyab, si es por propia convicción y decisión, no debería ser perseguido en Occidente.

"Ha estado humilde y autocrítico; todo lo contrario de un Bush que decía que o se estaba con EE UU o se estaba con los terroristas", reflexionó un profesor árabe. Pues sí: Obama reconoció que algunas de las respuestas de EE UU al 11-S fueron contrarias a "las tradiciones e ideales" de ese gran país. Un país, recordó, que nació de una revolución contra un imperio basada en la idea de la igualdad sustancial de todos los seres humanos. Idea materializada nuevamente con la elección de alguien como él, mestizo y llamado Barak Hussein Obama, como presidente.

El 11-S y los días que siguieron todos nos sentimos neoyorquinos. Luego Estados Unidos se extravió, se hizo irreconocible, se convirtió en una potencia que recortaba derechos y libertades en el interior y se comportaba agresiva y autoritariamente en el exterior. Pues bien, Obama siguió este jueves intentando recuperar el gran capital de simpatía que su país recibió el 11-S. Y lo hizo ante el público más difícil: un mundo árabe y musulmán receloso no sólo por las políticas de Bush sino por décadas de doble rasero norteamericano. Y tal vez, como observaron tres de los participantes en el encuentro en la embajada de Estados Unidos en Madrid, consiguió su mayor punto de credibilidad cuando dijo: "La situación del pueblo palestino es intolerable".

Lo es. El dolor de los palestinos abrasa los corazones de la umma. Ésta ya sabe ahora cómo piensa y qué siente el nuevo titular de la Casa Blanca. Alguien que no se mostró en El Cairo débil y acomplejado, como denunciaba el radiopredicador. En absoluto. Obama también cantó las verdades del barquero que la ocasión precisaba: el terrorismo yihadista mata más musulmanes que occidentales, el Holocausto existió y fue el mayor espanto del siglo XX, la violencia de Hamás no lleva a ninguna parte y, aunque haya países en la zona con armas nucleares, Irán no debe hacerse con la suya.

El amigo americano ha vuelto a la escena global. El discurso de Obama ha sido su "Ich bin ein Berliner" para el mundo islámico. Y ha sido todo un placer seguirlo y comentarlo en la embajada de EE UU en Madrid, un país identificado de nuevo con personajes positivos como Jefferson, Lincoln, Roosevelt y Kennedy. A través de Obama, ese país nos envía de nuevo este mensaje: "Debemos escoger el camino correcto, no el camino fácil".



Entrada núm. 1163 (.../...)

Tian An Men: Veinte años después








En homenajes y recuerdo de los anónimos ciudadanos chinos que hoy hace 20 años creyeron en el sueño de la libertad y dieron la vida por él en la plaza de Tian an Men de Pekín (China). Aunque suene tópico, su muerte no será en vano. ¡Por la libertad! Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) Información sobre los sucesos de Tian an Men (Pekín) el 4 de junio de 1989, en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Protestas_de_la_Plaza_de_Tian%27anmen_de_1989




Entrada 1161 (.../...)

miércoles, 3 de junio de 2009

Y reinará de nuevo en Creta...

"... tras dejar el pesado cetro, el padre y soberano de los dioses, cuya diestra está armada de fuegos de tres puntas, quien con su movimiento de cabeza agita el orbe, se viste con la apariencia de un toro y, mezclado con los novillos, muge y pasea su hermosura entre las tiernas hierbas. En efecto, su color es de la nieve que no han pisado las huellas ni ha derretido el lluvioso Austro; su cuello rebosa de músculos, sobre los brazuelos le cuelga la papada, los cuernos son pequeños ciertamente pero de los que podrías afirmar que habían sido hechos a mano y más resplandecientes que una piedra preciosa sin mancha; ninguna amenaza en su frente y ninguna mirada que aterre: su rostro respira paz. Se admira la hija de Agénor de que sea tan hermoso, de que no amenace ningún combate, pero en principio teme tocarlo aunque sea manso: luego se acerca y tiende flores a su blanco hocico. El enamorado se alegra y, mientras llega el esperado placer, besa sus manos; y apenas ya, apenas, aplaza el resto y ora juguetea y salta en la verde hierba, ora apoya no níveo costado en las rubias arenas y, haciéndole perder el miedo poco a poco, unas veces ofrece su pecho para ser palmeado por la virginal mano, otras los cuernos para ser atados con nuevas guirnaldas. Se atrevió incluso la doncella real, sin saber a quién pesaba, a sentarse en el lomo del toro: en ese momento el dios, poco a poco desde la tierra y desde la playa seca, pone en primer lugar las falsas huellas de sus patas en las aguas, después se va más allá y lleva su botín a través de la llanura de alta mar. Ella está aterrada y se vuelve a mirar la playa abandonada en su rapto y sujeta con su mano derecha un cuerno, la otra está colocada en el lomo; sus ligeros vestidos ondean con el soplo del viento." (Ovidio: "Metamorfosis". Cátedra, Madrid, 2005).

El bellísimo texto del poeta romano Ovidio (siglo I d.C.) que acabo de reproducir del Libro II de su "Metamorfosis" sobre el mito del "Rapto de Europa", me anima a suscitar de nuevo el asunto de las elecciones europeas que han de celebrarse dentro de cuatro días. Y ello después de una de las campañas electorales más vergonzosas que recuerdo en las que se ha hablado de todo menos de Europa. Por parte de la derecha, porque Europa y las elecciones no le interesan absolutamente para nada salvo para desgastar en lo posible al gobierno socialista. Y lo siento, porque la imagen que dan, es la de unos auténticos chorizos, y no precisamente de Cantimpalo, a pesar de lucir impecables y carísimos trajes (que algunos no pagan), o viajar (de balde) a exóticos lugares en aviones privados de amigos a los que luego hay que corresponder como se pueda. Por parte de la izquierda más a la izquierda, con carteles alusivos a la salida de la Unión Europea, el euro y la OTAN, o con un curiosísimo cartel en el que piden el fin del capitalismo y la guerra imperialista (europeos), todo en el mismo saco, que parece salido de las elecciones de 1936. Y desde luego del gobierno y su partido, que entra al trapo de todas las "manuelinas" que le plantea la oposición en lugar de dirigir el debate a los asuntos de Europa, haciendo la pedagogía política que debería serles consustancial.

Menos mal que siempre quedan gentes que al margen de esta bochornosa actuación nos recuerdan lo que Europa, la Unión Europea, significa y hace a pesar de todas las trabas que le ponen los que deberían ser sus más directos valedores: los gobiernos nacionales de los diversos Estados de la Unión. Es lo que hace en un hermoso y clarificador artículo ("El segundo rapto de Europa") la profesora Blanca Vilà, en El País de ayer martes. Lo pueden leer más adelante.

No creo en las utopías. Han causado mucho daño, mucho dolor, mucha muerte y muchas lágrimas a los europeos a lo largo de la historia. Lo he dicho ya bastantes veces en este Blog para no tener que justificarlo de nuevo. Sin embargo, como amante de los clásicos me gusta releer y recrearme en los mitos que han dado forma al alma de los europeos, de sus pueblos y sociedades.

Estoy seguro de que el mito de Europa dejará de serlo, como dice la profesora Vilà, cuando la virginal hija de Agénor reine de nuevo en Creta. O cuando unos hombres valientes tomen un día el toro de Zeus por los cuernos y reunidos en Asamblea digan al mundo: "Nosotros, miebros del Parlamento europeo, representantes de los ciudadanos y pueblos de este continente, proclamamos el nacimiento de los Estados Unidos de Europa". Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) El mito del "Rapto de Europa" puede verse en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Europa_(mitolog%C3%ADa).
(2) Blanca Vilà es profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona y profesora visitante de la Universidad de Panteios (Atenas) y Macedonia (Tesalónica), ambas en Grecia.
(3) La pintura de Boucher (1703-1770): "El rato de Europa", puede verse en: http://www.poesiadelmomento.com/luminarias/mitos/44pic1.jpg
(4) La "Declaración de Independencia" de los Estados Unidos de América puede verse en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Decla%C3%B3n_de_Independencia_de_los_Estados_Unidos
#Texto_de_la_Declaraci.C3.B3n
.
(5) Las referencias a ediciones concretas de libros se refieren a ejemplares propiedad del autor del Blog.











"El segundo rapto de Europa", por Blanca Vilà

Europa, recordemos, era aquella princesa fenicia para quien Zeus se transformó en un magnífico toro blanco y la raptó. Salieron a buscarla sus hermanos, y dicen que jamás la encontraron, fundando a lo largo de su búsqueda, con el nombre de cada uno, varias ciudades en la Tesalia y en la Tracia, en Cilicia o en Libia. Al final de su viaje, Zeus le desveló su identidad, llegados a Creta, donde dicen que reinó.

Antonio Carracci, Tiziano, Foucher o Gustave Moreau nos la representan joven y bella, diciendo ingenuamente adiós a su tierra nativa, más al Oriente. Pues bien: la Europa de este siglo XXI, entendida como unidad de densidad económica, política e instrumental, y dotada de una determinada cohesión social con referente en el Estado de bienestar, vuelve a verse secuestrada. ¿Quién es su raptor, quiénes son sus raptores? Nada más y nada menos que sus propios padres e hijos, los Estados "soberanos" europeos -los de antes y los de después- con sus continuos ataques de celos, que les llevan a ocultar, mentir, tapar, contaminar y culpar. No quieren que reine en Creta, no quieren que se vea su cara, no hacen nada por curar sus heridas ni por aliviar los grandes catarros producidos por un viaje tan largo. Un viaje entre nubes y tormentas, aunque alumbrado por esa esencial luz mediterránea.

Los Estados soberanos, y concretamente, los partidos políticos que los vertebran, no van a permitir que Europa les robe sus faustos en la era de la comunicación. También han de ser "repensados" en su función actual y futura. Tapan lo que hay, dicen lo que no hay, culpan "a Bruselas" (el bueno soy yo; el malo es el otro, ese que precisamente soy yo mismo: o sea, nuestros ministros en el Consejo de Ministros, que se reúne en sus distintas formaciones más de 300 sesiones anuales, porque la omnipresente Comisión dispone de escaso poder de decisión). Contaminan con pactos entre partidos nacionales, o con hábitos y excesos institucionales -fruto tantas veces del reflejo de los estatales-, al propio Parlamento Europeo, la autoridad colegisladora elegida directa y democráticamente desde 1979, de la que a fin de cuentas depende la adopción del 70% de la legislación que nos es aplicable, razón ineludible para participar en la elección de sus miembros.

Los Gobiernos de esos Estados celosos, en ésta su faceta perversa, ocultan la cara de Europa, su posible belleza y juventud, para que no pueda -como mujer poderosa y carismática- presidirnos a todos, grandes y pequeños, necesitados de esas decisiones determinantes sobre nuestro futuro global cuya adopción por separado es simplemente imposible y en cualquier caso inútil. La llegada del Tratado deLisboa -texto minimalista y seguramente eufemístico, pero absolutamente real- va a permitirnos cuando menos ver los ojos de Europa -aunque no su cara- posibilitando una Presidencia, un nombre y una voz común en el exterior.

Y es que -obligada y responsablemente- hay muchas preguntas que hacerse. La primera puede ser ésta: ¿qué sería de nosotros, los de a pie, sin Europa, y en el caso de España, sin la vigilancia europea? Ni caminos, carreteras, puentes o barcos, ni nuestro maravilloso y excelente aceite de oliva, ni la seguridad de nuestros productos, ni la movilidad de nuestros estudiantes, ni la competitividad de nuestras empresas. Además, como en su día nos dijo el buen amigo Paolo Checchini, y aunque parezca hoy un argumento de una cierta superficialidad, ¿nos hemos preguntado cuál puede ser el coste de la no-Europa, un imposible volver atrás en ese modelo inacabado que finalmente los Estados pretenden mantener bajo la disciplina de sus propios calendarios electorales y a falta de un discurso europeo real?

La segunda pregunta sería ésta: ¿no será que acaso Europa llega tarde al mundo global? Si escucho a mi amiga canadiense o al colega sudafricano ocurre más bien al contrario: el mundo necesita del laboratorio europeo, de ese modelo europeo de convivencia, acompañado si es posible de un liderazgo europeo hoy ausente, para sobrellevar con esperanza su propio y mejorable destino.

Y la tercera pregunta está en boca de casi todos: ¿por qué tira tan poco lo europeo en esta década inicial del siglo XXI, tras modernidades y posmodernidades hoy ya antiguas, convencidos como estamos de nuestras sociedades líquidas?

En mi opinión, a Europa le falta épica -la que sí tienen unos juegos olímpicos o una final de la Champions League-, algo tan antiguo como el mismo ser humano (que necesita de himnos, colores o símbolos) como consustancial en nuestra sociedad de la era audiovisual, basada en imágenes, cifras de audiencia y estímulos hiperactivos. Porque la cultura del acuerdo, del consenso, de la mediación, de la negociación, no arrastra a las masas con la misma fuerza con que lo hace la cultura del conflicto, y es injusto que el esfuerzo y la tensión -sin la cual una sociedad no avanza- no hallen gran audiencia en estos tiempos. Por otra parte, lo excesivamente "normalizado" no vende: uno se habitúa a ello y decae el interés, como ocurre con la información mediática pautada de las innumerables reuniones políticas.

Pero ¿por qué falta esa épica? No porque no la tenga, sino porque lo que hay que cambiar es la mirada sobre Europa y, dejándonos de ombliguismos, poner encima de la mesa su acción global y no sólo aquella puramente política. Europa y su factor humano, o en otras palabras, la acción de Europa no en sí misma sino en el contexto mundial. Ahí va el mensaje a los medios de comunicación, los segundos raptores de Europa.

Sí tendría su épica si cambiáramos nuestra mirada sobre ella y pasáramos a la acción. Así como el inefable Woody Allen enfoca y desenfoca (Deconstructing Harry, 1997) su realidad, con su cámara veríamos la Europa densa de las personas y sus preocupaciones, la Europa que sí está, la de la corta distancia, la Europa de la cultura en su más amplio sentido, la Europa del conocimiento, la Europa divertida y saludable, ese laboratorio humano que controlaría al puro artífice político.

No se conoce, y sí tiene esa bella épica, el hecho de que Europa es, de lejos, la primera donante mundial en ayuda humanitaria; que dispone además de una construcción jurídica poco conocida aquí y envidiada fuera (Eric Hobsbawn dixit), la Europa trabajosa en mediaciones, activa en cooperación al desarrollo, con una solidaridad enorme en sus sistemas sanitarios (véase Sicko, el último documental de Michael Moore, 2008) y unos sistemas de educación universales, sumamente creativa y hasta austera cuando quiere.

Así sabríamos que Europa, aunque enormemente compleja, no siempre es complicada. Que Europa somos todos nosotros, sociedad civil emergente, que ahora mismo tenemos que votar un Parlamento Europeo capaz de consagrar un posible líder y de, en otro paso más, hacer que entre en vigor el Tratado de Lisboa para, llegado un momento no lejano, adaptar las estructuras a las decisiones y hacer de aquél una institución auténticamente constituyente. Así destaparemos el velo que aún cubre la cara de Europa y reinará en Creta. Nada más ni nada menos.




Entrada núm. 1160 (.../...)

lunes, 1 de junio de 2009

Llamamiento al gobierno cubano y al mundo

Pedimos a todas las personas e instituciones defensoras de los derechos civiles en el mundo que contribuyan, y llamamos al gobierno cubano a:

-Liberar a los presos políticos en Cuba

-Levantar las prohibiciones que impiden a los cubanos entrar (a) y salir de su país

-Levantar las prohibiciones de acceso a Internet para los cubanos.




Nota:

La imagen corresponde al cuadro de Eugene Delacroix "La Libertad guiando al pueblo" (Museo del Louvre, París). Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Entrada núm. 1158 (.../...)