Filosofía y mayéutica socrática
HÉCTOR HERNÁNDEZ ÁLVAREZ
En ocasiones se ha establecido que las mejores formas de hacer filosofía son mediante la reflexión y la escritura. No obstante, hay que recordar las enseñanzas de Aristocles, mejor conocido como Platón, quien, en sus escritos, muestra que, en el periodo clásico de la filosofía, representado principalmente por Sócrates, Platón y Aristóteles; el diálogo era muy importante.
Según se narra, Sócrates fue un personaje que hablaba continuamente con la comunidad, preguntando acerca de valores como la virtud, el amor, el bien o el mal. Lo curioso es que Sócrates admitía no saber, por eso, únicamente podía lograr que la gente reflexionara, hacerla pensar, sin darles respuestas concretas a las interrogantes que planteaba.
Este método dialéctico serviría como medio para llegar a la verdad, pero raramente se llegaba a un veredicto debido a que Sócrates solía preguntar si igualmente estarían de acuerdo con el resultado todos los hombres de la Tierra. Lo cual complicaba todavía más el asunto. Esto se puede notar de manera abundante en los diálogos de Critón, Eutifrón, Ion, Lisis, Cármides y Protágoras, por mencionar algunos.
Muchos de los diálogos son desarrollados con sofistas como interlocutores. Estos participantes se caracterizaban por autodenominarse expertos en un área, así como lucirse en el arte de la retórica y cobrar por sus conocimientos. Sócrates se limitaba a contrastar ideas con ellos y confundirlos al punto de llevarlos al hartazgo. Por lo que estos solían darle la razón sin más remedio. Pero no es que Sócrates fuese un necio; al contrario, los sofistas resultaban serlo en menor o mayor medida con sus interpretaciones sesgadas de la realidad y de la verdad. Sesgos que los mismos sofistas y sus seguidores se habían propuesto a aceptar como lo que hoy conoceríamos como dogmas o cualidades inherentes.
Los artistas en retórica se diferenciaban de Sócrates no solo por su elocuencia, sino por «disfrazar» todo su discurso con una buena apariencia y el uso adecuado de palabras. Pero Sócrates fue un hombre sabio de un estilo muy diferente; la elocuencia era posiblemente el último de sus atributos, y dar respuestas, el último de sus resultados.
Aunque es bien conocido que Sócrates empleaba la ironía como recurso discursivo, fingiendo hasta cierto punto no saber, con tal de que sus contrapartes se dieran cuenta de los errores en sus pensamientos. No obstante, esto le bastaría para que fuese reconocido por el oráculo de Delfos como el hombre más sabio de la Grecia de su tiempo.
De esta manera, la mayéutica es la generación de ideas nuevas, mientras que el conjunto de técnicas empleadas por Sócrates es reconocido en la actualidad como método socrático.
Ahora bien, vale la pena preguntarse sobre el valor de la sabiduría de Sócrates y si ésta alguna vez encontró una respuesta definitiva acerca de un asunto. Al respecto, hay que referirnos al diálogo Gorgias, en el que Sócrates expone que la virtud, lo bueno, lo útil y lo bello son cosas necesarias. En definitiva: «Lo provechoso en la muerte, lo es para la vida». Sócrates concebía la vida superficial de los sofistas como vana y sin ningún tipo de trascendencia. En los tiempos de la antigua Grecia, el culto a los dioses era muy importante y la mejor manera de honrar la propia vida, la de los demás y una vida posterior a la terrenal era practicando la virtud, desapegada de todo tinte de superficialidad, egolatría o chantaje.
Este hecho es de capital importancia para la historia de la filosofía, pues enmarca una guía a seguir en campos como la ética. De esta manera, el conocimiento y la virtud se constituyen así mismos y tienen una utilidad que sirve como alimento para el alma.
Es decir, el conocimiento se basta a sí mismo y no constituye más que un fin en sí mismo. Por lo tanto, no es una mercancía con la cual se deba negociar, sino que el conocimiento constituye algo que se debe promover y desarrollar. Del florecimiento y desarrollo del conocimiento humano, devendrá la virtud y la felicidad, vistos como fines para la especie humana.
He aquí la importancia que la mayéutica socrática tuvo para la filosofía en general. Inclusive, tiempo más tarde, filósofos de la talla de Kant y Hegel se inspiraron en algunas de las ideas más importantes del periodo clásico para desarrollar su propia propuesta. Se podría decir que Sócrates, por medio de los textos de Platón, marcó la pauta para lo que vendría más adelante y el devenir dialéctico en la búsqueda de verdades e interpretaciones de la realidad. Pasando así del mito a la búsqueda de la verdad mediante el uso de la razón.
Todas las preguntas, respuestas y el método socrático se dieron mediante el diálogo, para después ser plasmados e inmortalizados en papel por medio de las letras. Por lo cual se puede afirmar que existen diferentes formas para desarrollar el quehacer intelectual. El diálogo y la escritura no se repelen, más bien se complementan en la tarea que nos constituye como seres pensantes en comunidad. Héctor Hernández Álvarez es filósofo.
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