domingo, 10 de marzo de 2024

[ARCHIVO DEL BLOG] 11-M: La mañana más larga y oscura. [Publicada el 09/03/2013]










Asumo el riesgo con esta entrada de hoy de no ser entendido. Y en el peor de los casos de molestar a algunos de los lectores habituales de "Desde el trópico de Cáncer". Todo, por unir en un mismo comentario los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, cuyo aniversario recordamos en unos días, y una excelente película, ¿de ficción?, "La noche más oscura" (2012), de la cineasta estadounidense Kathryn Bigelow, sobre los hechos que llevaron a la localización y muerte en Pakistán de Osama Bin Laden, el 2 de mayo de 2011, en una operación de tropas de élite de la marina norteamericana. 
Hay un vídeo en YouTube, con las fotografías de la mayor parte de las víctimas de los atentados de Madrid, es mi sincero homenaje en su recuerdo. Como todas las víctimas de actos terroristas, sean estos del color que sean, fueron víctimas inocentes. El terror es un arma criminal siempre, inadmisible en una sociedad democrática, venga de quien venga y se alegue la pretendida excusa que se quiera para llevarlo a término.
Sobre los atentados del 11 de marzo en Madrid ya está todo dicho. A pesar de ello, algunos pretendan seguir manipulando lo ocurrido bajo pretextos, inconfesables, de mero oportunismo político. Lo mismo ocurre con los del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, o, por citar un solo ejemplo más, los acontecimientos relativos al intento de golpe de estado en España del 23 de febrero de 1981. Son ya historia; dejemos pues a los historiadores que diluciden las controversias que pudieran existir. Los hechos son los hechos y las opiniones son opiniones. A mí, personalmente, el antiguo adagio latino "Fiat veritas, et pereas mundus" (que se haga justicia y perezca el mundo), me resulta bastante hipócrita.
En uno de los ensayos incluidos en su libro "Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política" (Hannah Arendt: Península, Barcelona, 2003), que lleva el título de "Verdad y política", escrito a raíz de la controversia surgida en torno a la publicación de "Eichmann en Jerusalén", dice la gran pensadora estadounidense: "nadie ha dudado jamás que la verdad y la política nunca se llevaron bien, y nadie, por lo que yo sé, puso nunca la veracidad entre las virtudes políticas. Siempre se vio a la mentira como una herramienta necesaria y justificable no solo para la actividad de los politicos y los demagogos sino también para la del hombre de Estado. [...] Nuestra habilidad para mentir -añade más adelante- pero no necesariamente nuestra habilidad para ser veraces, es uno de los pocos datos evidentes y demostrables que confirman la libertad humana."
No puedo saber lo que ustedes recuerdan haber sentido ese 11 de marzo de hace nueve años. Las anotaciones de mi agenda de ese día, que he revisado para confeccionar esta entrada, me han resultado tan asépticas que me han provocado rubor y una sensación incómoda de  malestar:

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07:30 = Atentados en Madrid. Se habla de 201 muertos en Atocha.
08:00 = En guagua, a UGT.
09:00 = Inicio del curso de formación para nuevos delegados de FeS. Tenemos 13 alumnos. Lo damos María Teresa Bernardo y yo.
12:00 = Manifestación silenciosa de 10 minutos en la puerta de UGT.
14:00 = Fin del curso. Vuelvo a casa en guagua.
17:00 = Al Sur, con Paqui, Myriam y Concha.
19:30 = Café en casa de Juana.
21:00 = De vuelta en Las Palmas
Hablamos con Ruth y el resto de la familia en Madrid. Todos están bien.
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Escritas, como hago siempre, al finalizar el día, parece que para esa hora la mayor parte de los medios de comunicación y de los españoles ya tenían claro que se trataba de un atentado de una célula islamista de Al Qaeda, contra la opinión sostenida por el gobierno de que se trataba de un atentado de ETA. De lo que no tengo duda es de que, al contrario de lo que sentí con los sucesos que dieron origen al 23-F: vergüenza y rabia, aquel 11 de marzo lo que me se agolpó en el alma, conforme se conocía y confirmaba el alcance de los atentados, fue un inmenso dolor y estupor por la muerte absurda de tantas víctimas inocentes. Perdónenme si confieso que no sentí lo mismo cuando abatieron a Osama Bin Laden. Sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt












2 comentarios:

trimbolera dijo...

Partió la vida, en todos los sentidos, de personas como YO. Sentí y siento una gran impotencia y rabia. al margen de "razones" políticas varias, lo que me inspiran esos "humanos" es INFINITA VERGÜENZA.

HArendt dijo...

Gracias de nuevo, querida amiga. Besos desde este4 rinconcito del Atlántico.