¿Qué han hecho los romanos por nosotros?, se pregunta en El País el escritor y periodista Jorge Marirrodriga. Vuelven las declinaciones y la pasiva de los verbos regulares, comienza diciendo, pero sólo a través de la tele.
Proca, rex Albanorum, duos filios, Numitorem et Amulium habuit. Reconocer, o no, esta frase marca una línea divisoria entre los lectores; aquellos que han tenido que lidiar con las declinaciones y los que no. Todos son iguales en derecho y dignidad, pero mientras para los segundos la idea de Roma es la de una ciudad fantástica, o no, para visitar, los primeros se miran entre ellos como quienes han compartido trinchera en la oscura y lluviosa Britannia, mientras alrededor volaban la pasiva de los tiempos compuestos, el genitivo de la segunda declinación y los verbos regulares en voz pasiva.
Con el latín pasa un poco como con los documentales, que reciben alabanzas, pero luego los ven muy pocos. Sí, ha sido una lengua muy importante, nadie lo duda, pero otra cosa es que en esta sociedad de la inmediatez y la utilidad se encuentre a quien decida emplear su tiempo en traducir a unos tíos con nombres como Catulo, Virgilio o Cicerón cuando pueden dedicarse provechosamente, por ejemplo, a sacar fotos del café con leche que se están tomando y subirlas a Instagram.
Menos mal que vivimos en tiempos de “la letra con series entra” y, según nos cuenta la sección Televisión, se está preparando una serie de 10 capítulos que explicará la historia de Rómulo y Remo y cuya lengua será una versión antigua del latín. Su director, Matteo Rovere, lo explica con entusiasmo: “Será un viaje a un mundo arcaico, aterrador, donde todo es sagrado y la gente siente la presencia, hostil y misteriosa, de los dioses en cada esquina”. Cualquiera diría que para los romanos los dioses eran como Hacienda para nosotros.
Es una gran noticia que una serie hable de uno de los orígenes de nuestra civilización. Y más en una época de descreimiento y desarraigo. Porque sucede que la gente que desconoce de dónde viene busca esa explicación en cualquier sitio o, simplemente, se la inventa. Somos romanos, por ejemplo, cuando alquilamos una casa, nos inscribimos en el censo o nos casamos. Somos romanos cuando hablamos de los días de la semana o de los meses. De hecho, somos romanos cuando hablamos sobre cualquier cosa en español, catalán, gallego, portugués, francés, italiano o rumano. Decía Indro Montanelli, autor de una Historia de Roma que “jamás ciudad del mundo tuvo una aventura más maravillosa”. Está bien saber cómo empezó todo. Y en latín. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
No hay comentarios:
Publicar un comentario