sábado, 9 de marzo de 2024

[ARCHIVO DEL BLOG] La humanidad ysu lugar en el universo. [Publicada el 04/10/2016]












Hace casi justamente un mes, el pasado 5 de septiembre, la revista Babelia , el suplemento literario dominical de El País, publicó un interesantísimo artículo escrito por Javier Sampedro comentando el libro de Christophe Galfard, El universo en tu mano, recién publicado en español por la editorial barcelonesa Blackie Books. Como suelo decir a menudo, a pesar de ser de "Letras" siento un profundo interés por todos los temas de divulgación científica, quizá por la sencilla razón de querer convencerme a mí mismo de que soy capaz de entenderlos, previsión esta que no siempre se cumple. Pero yo sigo intentándolo...
Llévate a la playa una caja de cartón, comienza diciendo Sampedro, de esas grandes que sueles usar para las mudanzas, y llénala de arena fina. Recluta mediante un crowfunding (Nota del autor del blog: "sablazo" en español castizo) a otros 300 voluntarios para que hagan lo mismo. Subid todos a lo alto de la estatua del almirante Nelson de la plaza de Trafalgar, en el mismo centro neurálgico de Londres. Y luego arrojad la arena sobre el asfalto y los adoquines intentando que cubra toda la plaza. Estaréis viendo una metáfora apta de la Vía Láctea, la galaxia que nos vio nacer y nos verá morir, donde cada grano de arena representa una estrella, probablemente con planetas que orbitan a su alrededor, de los que tal vez alguno, o quizá millones de ellos, albergue vida, quién sabe si vida inteligente. Con este tipo de imágenes, metáforas y conceptos profundos ha construido su libro Cristophe Galfard.
Galfard, sigue diciendo, es miembro de una élite de la inteligencia, la de los físicos teóricos, y se ha formado en Cambridge con Stephen Hawking, el maestro británico de esa disciplina donde se combinan los agujeros negros y el Big Bang, el espectáculo del cielo nocturno con el vértigo del tiempo, la cosmología de lo enorme y la física cuántica de lo minúsculo. Su libro se llama El universo en tu mano, y te aconsejo leerlo, seas un científico o un lego. Si eres científico, el libro te revelará una forma innovadora de narrar la física más avanzada de nuestro tiempo; si eres lego, te hará entender lo que hasta ahora te había resultado espeso o inaccesible. Hay otras formas de explicar la física al público —Brian Greene, Frank Wilczek, Steven Weinberg o el propio Hawking, por citar cuatro autores excelentes—, pero Galfard tiene algo nuevo que decir. No datos, toda esa mera información que nos satura y nos abruma en la web, sino algo mucho más valioso para el lector general: entendimiento. De eso van los libros científicos. Las tablas de logaritmos las podéis encontrar en Google. Pero el conocimiento, esa complejidad organizada de la que se nutre nuestro cerebro, sigue estando en los libros. La superficialidad de las redes sociales os va a acabar comiendo el cerebro. Volved al mundo de la inteligencia. Sabio consejo de Sampedro que no seguimos ninguno de nosotros.
Imagina, añade más adelante, hablando con usted, conmigo, como si estuviera en el cuarto de estar de nuestra casa, que estás en el espacio profundo, lejos del influjo gravitatorio de cualquier estrella de la galaxia, y que quieres romper el jarrón de porcelana que te ha regalado tu tía abuela, el último de una serie de jarrones esperpénticos que han jalonado tu vida adulta. Si estuvieras en tu Tierra natal, te bastaría tirarlo al suelo para hacerlo añicos, pero esa es una estrategia basada en la gravedad —y en la existencia de un suelo— y aquí no hay ni gravedad ni suelo: no hay manera de destruir el maldito jarrón. La llegada de un asteroide que os hace girar a ti y al jarrón alrededor de él, y luego de un planeta que os hace girar a ti, al jarrón y al asteroide alrededor de él, mejoran tus perspectivas de maneras complejas e interesantes. Así, poniendo al lector en medio del tejido del cosmos, inmerso en la mismísima sustancia del problema que quiere desarrollar, explica Galfard la física.
El universo en tu mano es una obra ambiciosa, sigue diciendo. Su objeto es nada menos que todo lo que existe. Es cierto que otros libros han tratado de lo mismo, y a veces con un enorme éxito; los cuatro autores que cité antes, añade, son referencias obligadas. La novedad que aporta Galfard es la narrativa: la misma cuestión que preocupa a los novelistas, referente al enfoque, el narrador y el punto de vista; a un lenguaje que permita al lector situarse en el escenario de la realidad física; a la manera correcta de explicar, de exponer, de hacer entender. Es en ese sentido, muy importante, en el que el autor propone un viaje al lector: un viaje al entendimiento, la mayor aventura que cabe en la vida vulgar que llevamos cada uno de nosotros.
Por ejemplo, señala a continuación, tras una breve descripción de la historia de Plutón, el pobre explaneta que fue expulsado de nuestro sistema solar en la década pasada, Galfard nos comenta que “transcurrió menos de uno de sus propios años [el tiempo que tarda Plutón en dar una vuelta al Sol] entre su descubrimiento y su bautismo como ­planeta y el momento en que fue desprovisto del título”. Eso fueron 76 años de los nuestros, pero ni siquiera uno de los de Plutón. El libro está preñado de estos aciertos comparativos, que de continuo van recordando al lector los espacios y los tiempos, las magnitudes y los conceptos, sin dejarle perderse, con una verdadera vocación explicativa. Si has llegado hasta aquí, nos recomienda Sampedro, lee el libro: te hará disfrutar y te deslumbrará con los conocimientos más profundos y fundamentales de nuestro tiempo. Ni que decir tiene que ya le he pedido a mi siempre entrañable Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas que me lo busquen, o adquieran, si ese fuera el caso. Seguro que no me defrauda. Y a ustedes, espero que les resulte interesante esta entrada de hoy.
La misma revista, Babelia, en su número del pasado domingo, publicaba a su vez la entrevista que el periodista científico Manuel Ansede realizaba a Christophe Galfard sobre su reciente libro, pero también sobre el papel de la ciencia en el desarrollo de la humanidad, de su lugar en el universo, y de su relación con las religiones.
Afirmaba el nobel Richard Feynman que la física es a las matemáticas lo que el sexo es a la masturbación, comienza diciendo Ansede. Christophe Galfard, nacido en París en 1976, bromea y dice que primero se dedicó a la masturbación y después al sexo. Al sexo duro. Formado como matemático, se doctoró en física en la Universidad de Cambridge, bajo la tutela de Stephen Hawking. Durante siete años investigó con el científico más famoso del mundo los agujeros negros y el origen del universo, generando “más nuevas preguntas que respuestas”.
Pero aquella aventura intelectual acabó en 2006. Ahora, añade, abandonada la vida académica, Galfard se ha convertido en uno de los divulgadores científicos más exitosos del mundo. Su último libro, El universo en tu mano lleva 100.000 ejemplares vendidos en Francia. El volumen es, según él mismo ofreció a su editora, “un libro fácil de leer de ciencia divulgativa sobre todo lo que sabemos del universo desde antes del Big Bang hasta hoy”.
Galfard consigue su titánico objetivo en poco más de 400 páginas, continúa diciendo, llevando al lector de la mano por un universo infinito del que la mayor parte de la población solo puede ver 200 estrellas en una noche clara. Su editorial española ha colocado una faja en su libro que sostiene que Galfard es “el discípulo más brillante de Stephen Hawking”. “Es mentira, no lo soy, los hay mucho más brillantes que yo”, reconoce entre risas. Les dejo con la entrevista:
Pregunta. La Agencia Espacial Europea acaba de publicar el mapa más completo de nuestra galaxia, la Vía Láctea, con 1.000 millones de estrellas. Pero la galaxia en realidad tiene 300.000 millones de estrellas como nuestro Sol, con innumerables planetas. Y hay unos 400.000 millones de galaxias visibles. Sin embargo, solo en nuestro planeta hay más de 4.000 religiones diferentes y la gente se mata por ellas. ¿Cree que la humanidad es consciente de su lugar en el universo?
Respuesta. No es consciente, en absoluto. Es una de las razones por las que he escrito este libro: ofrecer información sobre el universo extraordinario que habitamos y sobre el potencial que representa para nosotros. Solo ahora empezamos a descubrirlo, a acceder a ciertos lugares, a ciertas ideas, a cierta filosofía del conocimiento. Somos la única especie terrestre capaz de descubrir estas cosas. Las hormigas son geniales, pero no lo han conseguido.
Pregunta. Napoleón, según la tradición, le señaló al astrónomo Pierre-Simon de Laplace que no había mencionado ni una sola vez a Dios en su obra Exposición del sistema del mundo (1796). Y Laplace le respondió: “Nunca he necesitado esa hipótesis”. Usted tampoco menciona a ningún dios. ¿Tampoco necesita esa hipótesis?
Respuesta. No, pero el objetivo de la ciencia no es encontrar razones que sostengan que dios existe o lo contrario, sino descubrir cómo funciona la naturaleza. No tiene nada que ver. Para algunos, la religión puede ser una fuente de inspiración. Para otros es un bloqueo absoluto. Depende de la gente y eso es independiente de la investigación científica. Si aceptamos respuestas, no es ciencia. Si aceptamos preguntas, entramos en una metodología científica. De momento, solo la metodología científica nos ha permitido descubrir cosas que no conocíamos antes. Ese choque entre ciencia y religión me da igual. En mi departamento de Cambridge había colegas de muchas religiones, como cristianos, musulmanes e hindúes, pero intentábamos descubrir las mismas cosas. La religión no era un obstáculo. Si metes a Dios en la ecuación, entonces ya no es ciencia. Dios no aparece en ninguna parte en el universo descrito por la ciencia.
Pregunta. El nobel Richard Feynman también dijo que "la física es como el sexo: seguro que da alguna compensación práctica, pero no es por eso por lo que la hacemos". ¿Está de acuerdo?
Respuesta. Totalmente. Las aplicaciones prácticas no forman parte de la ecuación en la ciencia teórica. Y no pasa nada. En general, las personas que descubren algo nuevo no son las que descubren sus aplicaciones prácticas. Llegan más tarde, cuando comprendemos el fenómeno. En el momento del descubrimiento, la aplicación tecnológica no existe. Toda la física cuántica, cuando fue descubierta hace un siglo, no tenía aplicaciones prácticas, más allá de entender nuestro mundo. Hoy en día no hay nada que no utilice la mecánica cuántica: ordenadores, teléfonos móviles, televisores… No hay que pensar en aplicaciones prácticas cuando se hace física teórica, porque no funciona así.
Pregunta. Usted confía mucho en la ciencia. En su libro sugiere que en el futuro podremos viajar por el universo a través de los llamados agujeros de gusano, atajos en el espacio-tiempo descritos en la teoría de la relatividad general de Albert Einstein.
Respuesta. Quién sabe. Puede ser, no lo sabemos. De la teoría de la relatividad general, que tiene un siglo como la mecánica cuántica, no tenemos casi aplicaciones. Tenemos el GPS y poco más. Quizá la teoría se descubrió demasiado pronto y todavía no hemos entendido cómo utilizarla. Pero estoy convencido de que llegarán las aplicaciones y de que algunas de ellas hoy no podemos ni imaginarlas.
Pregunta. El gran descubrimiento de los últimos tiempos es la confirmación de la existencia de las ondas gravitacionales descritas por Einstein, producidas por los cuerpos más violentos del cosmos y que deforman el espacio y el tiempo a su paso. Usted dice que es un nuevo ojo para ver el universo.
Respuesta. Sí, desde la aparición de la humanidad hasta hoy, todo lo que hemos sabido del universo ha sido a través de la luz. Ahora, por fin, tenemos otra cosa. De momento solo hemos abierto un poquito ese ojo y nos ha permitido detectar colisiones de agujeros negros. Veremos más cosas, espero. Y no sabemos qué serán.
Pregunta. Al final del libro, introduce esta reflexión: “Puede que te preguntes qué es lo que no nos esperamos. Si te digo la verdad, yo también. ¿Encontraremos pruebas de dimensiones adicionales? ¿Encontraremos algo en lo que nunca hemos pensado?”. ¿Qué espera usted? ¿Puede haber otras formas de vida diferentes?
Respuesta. Pueden existir formas de vida diferentes que todavía no hemos encontrado. Sería una revolución en la biología. Todavía no hemos encontrado nada vivo en la Tierra que funcione de manera diferente al resto. Conocemos una manera de hacer funcionar la vida, que es la que tenemos en la Tierra. ¿Hay otras maneras en el universo? Yo creo que sí, pero no sé a qué se parecerían ni cómo estarían fabricadas. Ni siquiera hemos conseguido crear la vida tal y como la conocemos. Estamos muy lejos de crear otra diferente.
Pregunta. El millonario ruso Yuri Milner patrocina un proyecto de 100 millones de dólares para buscar vida inteligente, la iniciativa Breakthrough, en la que participa Stephen Hawking. ¿Qué opina?
Respuesta. Me encanta. Es una iniciativa que busca vida inteligente que emita señales. Dependemos de la suerte. A lo mejor el universo está plagado de vida inteligente y no lo vemos. Como dice Hawking, primero habrá que encontrar vida inteligente en la Tierra.
Pregunta. Hay una brecha entre la ciencia y el público general. La gente vota sobre alimentos transgénicos, energía nuclear y muchísimos temas científicos sin el conocimiento necesario. ¿Cree que este divorcio afecta a la democracia?
Respuesta. Completamente. Por eso he escrito este tipo de libro: para que la gente pueda tener una opinión propia. Sin conocimiento científico, la democracia es más complicada. Los políticos dicen tantos disparates... La verdad no es muy importante para ellos, en general. En la investigación científica, en su conjunto, hay una honestidad. Los individuos siempre pueden decir tonterías, pero se puede confiar en el conjunto de la comunidad científica, porque hay un sistema de verificación. Hay una verdad actual, que puede evolucionar, pero que está ahí. Es agradable saber que hay una parte de la población mundial que sirve a la humanidad y no está ahí por el poder, sino por la alegría del descubrimiento.
Pregunta. Donald Trump ha dicho que el cambio climático es un invento de los chinos. Y parece que la mitad de EE UU le va a votar.
Respuesta. Sí, porque se lo creen, aunque no sea verdad. Esto no debería ser posible. La gente debería tener un mínimo conocimiento científico. Y no es su culpa, sino de las instituciones, que deberían mantener el contacto con el gran público. En Francia, Nicolas Sarkozy ha dicho hace dos semanas que el cambio climático ha existido desde siempre, lo que quiere decir que lo que ocurre ahora no es culpa de los humanos. No es responsable decir eso. No es verdad. Siempre ha habido variaciones climáticas, pero conocemos bien el origen del cambio climático actual: es humano.
Pregunta. El empresario estadounidense Elon Musk acaba de desvelar un plan para crear “una civilización autosuficiente” en Marte, con un millón de personas a lo largo de este siglo. ¿Es un brindis al sol?
Respuesta. Hoy no tenemos la tecnología, pero necesitamos locos como Elon Musk para acelerar este tipo de cosas. Él tiene los científicos, la potencia financiera y la locura para intentarlo. A mí me parece genial.
Pregunta. ¿Usted se ofrece como voluntario para ir a vivir a Marte?
Respuesta. No, pero hay muchísimos.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt