sábado, 2 de mayo de 2020

[SONRÍA, POR FAVOR] Es sábado, 2 de mayo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5977
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 1 de mayo de 2020

[A VUELAPLUMA] La vida del espíritu



Cuaderno de 'collages' de Antonio Muñoz Molina 


Cervantes ya nos advirtió muy agudamente de que el exceso de lectura y el ocio estéril pueden llevar a la locura a las imaginaciones peregrinas, afirma en el A vuelapluma de hoy [Trabajos manuales. Babelia, 22/4/2020] el escritor Antonio Muñoz Molina. 

"En el encierro forzoso -comienza diciendo Muñoz Molina- se hacen más visibles los peligros que acechan a quienes por razón de su oficio tienden a pasar una parte considerable de la vida encerrados. Una gran parte de lo que yo hago para ganarme la vida sucede en una habitación, y requiere un mínimo de actividad física, la suficiente para pulsar con las yemas de los dedos las teclas de un portátil. Y también las cosas que me gusta hacer cuando no estoy trabajando permiten, y hasta requieren, un cierto grado de inmovilidad. Miro pelícu­las en una pantalla, leo en la cama o en un sofá, escucho música y solo he de pulsar cada cierto tiempo un mando a distancia, o, como máximo, levantarme para cambiar un disco de vinilo, o para darle la vuelta, y asegurarme de que la aguja desciende sobre los primeros surcos. La plena dedicación digital simplifica todavía más las cosas. Las modestas variaciones sensoriales del tacto del papel —de libro, de periódico, de revista, de cuaderno, cada uno con cualidades distintas— o de las herramientas de trabajo —el lápiz, la pluma, el rotulador— quedan unificadas en la lisura de una pantalla táctil.

Lo que antes se llamaba la vida del espíritu está más apartada de lo material y lo corporal cada día. Esa es una fuente segura de irrealidad y de delirio. Lo viene siendo al menos desde que el trabajo manual adquirió un estigma de vileza porque lo hacían los esclavos, y desde que los filósofos de tradición platónica inventaron la separación radical entre el espíritu y la materia, entre la belleza pura de las abstracciones y la vulgaridad de las cosas reales, entre la actividad mental y el esfuerzo físico, el cuerpo y el alma. Se trata de una superstición occidental. El yoga o la meditación budista combinan inseparablemente el bienestar físico con la claridad espiritual. El taichi es una disciplina más cercana a la danza y a la contemplación que a la educación física, o a eso que ahora, sin duda por falta de nombre adecuado en la lengua española, no ha habido más remedio que llamar fitness. La idea común sobre el zen es que se trata de una especie de oscuro misticismo oriental, dedicado a la búsqueda de un éxtasis vaporoso acompañado por música new age. Pero lo que en el budismo zen se llama la iluminación consiste sobre todo en aprender a ver las cosas tal como son, en el momento presente, sin veladuras de fantasía o de engaño, de expectativa o de nostalgia, gracias al ejercicio sostenido de tareas casi siempre comunes que anclan en la realidad a quien las lleva a cabo. Un epigrama zen dice: “Qué es la iluminación? Cortar la leña, acarrear el agua”. La disciplina de una postura corporal es en sí misma un acto del espíritu.

El equivalente de ese “cortar la leña, acarrear el agua” puede ser, más aún estos días, preparar cuidadosamente el desayuno, fregar los platos, ponerlos en el lavavajillas, dedicar una o dos horas a una receta sabrosa, dar un paseo al perro, ir al supermercado. La idea común es que esas obligaciones interfieren en la dedicación superior a la literatura, o a cualquier otra actividad que parezca más noble porque se hace con las manos limpias y no requiere cansancio físico, ni exposición a la intemperie. Mi padre, que amaba tanto su trabajo en el campo, pero que también se cansaba de sus mezquinas recompensas, me aconsejaba, en momentos de desánimo, que me buscara un oficio que se pudiera hacer “bajo techado”. Cavar con una azada al amanecer de un día de agosto o cargar y descargar sacos de aceituna en un olivar embarrado en diciembre son experiencias que vacunan para siempre a cualquiera contra el romanticismo del trabajo campesino. Pero muchas de las labores que hacían a diario las personas con las que crecí requerían más destreza manual que puro esfuerzo físico, y en ellas había una mezcla de sabiduría práctica y pura complacencia muy semejante a la que se encuentran en las creaciones prestigiosas del arte. La ignominia no estaba en el trabajo en sí, sino en las condiciones de injusticia y pobreza en las que se ejercía. Y en la cocina, la arquitectura, la música popular se dilucidaban cotidianamente las mismas cuestiones fundamentales del arte condecorado de mayúscu­las: cómo lograr un máximo de expresividad y eficacia exactamente con los materiales y en las condiciones que se tienen a mano; cuál es el lugar de la invención personal en el repertorio de los saberes compartidos y heredados; cómo añadir placer y belleza a la vida.

Para que se reconociera la nobleza de su arte, los pintores españoles del siglo XVII tenían que demostrar que no trabajaban con las manos, sino con la inteligencia, y que no hacían el menor esfuerzo físico, ni vendían sus obras en tiendas, como viles artesanos o comerciantes. También ahora los artistas de mayor cotización se ufanan de no tocar siquiera las obras que firman, puros conceptos que luego cobran forma material gracias al trabajo con frecuencia mal pagado de nubes de asistentes atareados en naves industriales, muy lejos de la nobleza aséptica de las galerías y más lejos aún de las viviendas de lujo de los coleccionistas.

Si yo paso más de una o dos horas sin hacer algo práctico, inmediato, objetivo, mi fluidez mental se entorpece tanto como mi estado físico, más aún ahora, que no puedo salir a correr, ni montar en bici, ni atravesar Madrid en una caminata. Para lo que necesito hacer cosas no es para relajarme o distraerme de mi trabajo: es para estar en el mundo, atento a lo real, alojado en el espacio del sentido común. La prueba de que la inactividad genera desvarío y trastorno son todas esas elucubraciones filosóficas, ultrateóricas, intraducibles a la lengua de todos los días, que segregan los departamentos universitarios no dedicados a las ciencias, o las que manan estos días, con motivo del coronavirus, de los cráneos privilegiados y las bocas de estrellas del “pensamiento” a la manera de Zizek o Giorgio Agamben. Cervantes ya nos advirtió muy agudamente de que el exceso de lectura y el ocio estéril pueden llevar a la locura a las imaginaciones peregrinas, no sujetas a las limitaciones de la realidad. Mantener limpia y ordenada la cocina ayuda a lograr la limpieza y el orden de una página escrita. El golpe de inspiración que se me había negado durante dos horas de inmovilidad frente a una pantalla ha llegado como un relámpago un rato después, mientras hacía un sofrito o estaba concentrado pelando una patata".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5976
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[CLÁSICOS DE SIEMPRE] Hoy, con "El atormentador de sí mismo", de Terencio



Manuscrito de una comedia de Terencio. Siglo XI


Continúo con esta entrada la sección dedicada a las obras de autores grecolatinos subiendo al blog la comedia titulada El atormentador de sí mismo, de Terencio. La pueden leer en este enlace. Y verla, en este otro, representada por la compañía extremeña Clipeo Teatro, en 2018.

Publio Terencio Afro fue un autor de comedias durante la República romana. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, aunque Suetonio menciona que murió en 159 a. C. a la edad de treinta y cinco años. Sus comedias se estrenaron entre 170 y 160 a. C. A lo largo de su vida escribió seis obras, todas conservadas. En comparación, su predecesor Plauto escribió alrededor de ciento treinta obras. Las obras de Terencio utilizan un escenario griego pues las convenciones de la época impedían que los sucesos 'frívolos' tuvieran lugar en Roma. Terencio trabajó concienzudamente para escribir en un latín conversacional, y la mayor parte de los estudiosos consideran que su estilo en latín es particularmente agradable y directo.

"Heautontimorumenos", en español, El que se atormenta a sí mismo, fue representada por primera vez en el año 163 a. C.,  y es la tercera de las seis comedias de Terencio que se han preservado. Sobre las fuentes de Terencio a la hora de componer esta comedia, se sabe que Menandro escribió una obra homónima, por lo que lo más lógico es pensar que ésta fuese la base de la la pieza de Terencio. 

El personaje al que alude el título de la obra, el hombre que se castiga y atormenta a sí mismo, es Menedemo y lo hace porque ha sido un padre demasiado estricto y severo y, como consecuencia de ello, su hijo Clinia se ha escapado de casa y se ha alistado como soldado en un ejército en el extranjero. Sin embargo, la trama no gira sólo en torno a las mortificaciones del anciano padre, sino que se centra sobre todo en el enredo amoroso, como es habitual en las comedias helenísticas y, por ende, también en las comedias romanas. En efecto, Clinia regresa antes de lo previsto porque está enamorado de una muchacha, de nombre Antífila. A partir de ahí, Terencio traza una doble intriga amorosa, la de Clinia y Antífila y la del amigo de Clinia, Clitifón, con una cortesana, Baquis.

Es ésta la comedia terenciana que tiene un argumento más complejo y embrollado. Sin embargo, baste decir que a lo largo de la obra se suceden muchos y complicados enredos, pues los dos muchachos, Clinia y Clitifón, intentan engañar a sus respectivos padres y, sobre todo, conseguir el dinero necesario para que Clitifón pueda unirse con Baquis. Sin embargo, conforme a las reglas del género, al final todo termina con un desenlace feliz: Clinia y Antífila contraen matrimonio, puesto que se descubre que esta última es hermana de Clitifón; por su parte, Clitifón consigue ser perdonado por su padre y éste acepta que se case con Baquis.

El "Heautontimorúmenos" fue bastante popular en la Antigüedad romana. En el s. I a. C. aún seguía representándose. Más aún, unas inscripciones de Pompeya atestiguan que el personaje de Menedemo todavía gozaba de popularidad un siglo después, en el s. I de nuestra era. La obra también ha ejercido una notable influencia en época moderna y contemporánea. En Italia, Ariosto lo imita en su Cassaria de 1508 (de hecho, la primera escena del Acto II es una traducción casi literal de la tercera escena del Acto II de la obra de Terencio) y en su Suppositi de 1509 (en esta última, el personaje de Eróstrato encuentra su modelo en el de Menedemo). En la Francia de la primera mitad del s. XVIII, Barthélemy-Christophe Fagan se inspira en el Heautontimorúmenos para escribir la comedia titulada L'Inquiet (1737). Un siglo después, Baudelaire emplearía la expresión heautontimorumenos, para el poema LXXXIII de Las flores del mal, conocido precisamente como la pieza de Terencio. En Inglaterra, All Fools de G. Chapman (1599) también es claramente deudora de la comedia que aquí nos ocupa. Por último, en España, el Marqués de Santillana recogió en el prólogo de sus Proverbios de gloriosa e fructuosa enseñanza algunos de los consejos que aparecen en el Heautontimorúmenos y en otra obra más de Terencio, Adelphoe. Incluso se encuentran huellas de la Andria y el Heautontimorumenos en La guardia cuidadosa y en La isla bárbara, de Lope de Vega.

Finalmente, no podemos olvidar que el verso 77 del Heautontimorúmenos, Homo sum, humani nihil a me alienum puto, ha sido ampliamente citado y comentado, tanto por autores antiguos (Cicerón, Séneca, San Agustín) como modernos y contemporáneos (Unamuno), puesto que se considera la máxima expresión del pensamiento humanista de Terencio. Incluso ha sido adaptado por el pensamiento humanista de la Iglesia Católica contemporánea. No en vano, en el Concilio Vaticano II, en el proemio de la Constitución pastoral Gaudium et spes, se escribió nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón.





La diosa Talía, musa del teatro



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5975
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 1 de mayo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5974
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 30 de abril de 2020

[SONRÍA, POR FAVOR] Es jueves, 30 de abril





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5971
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)