domingo, 11 de marzo de 2018

[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy domingo, 11 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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sábado, 10 de marzo de 2018

[A VUELAPLUMA] Desinformación, democracia y seguridad





Las 'fake news' buscan desestabilizar, sembrar dudas o crear un determinado clima de opinión social, escribía hace unas semanas en El País Miguel Ángel Aguirre, director general de la empresa internacional de de comunicaciones y relaciones públicas Edelman.

Entre los acontecimientos de 2018, comenzaba diciendo, me gustaría destacar uno que probablemente no figure en las agendas oficiales y al que, sin embargo, animaría a prestar algo de atención. Hace 90 años apareció el libro Propaganda, de Edward Bernays, considerado como el primer manual teórico sobre la manipulación de masas.

Bernays, sobrino de Sigmund Freud, aplicó las teorías psicológicas de su tío al mundo real y las puso al servicio de gobiernos y corporaciones. Célebres son algunas de las estrategias que puso en marcha con notable éxito, como la normalización y extensión del consumo de tabaco entre las mujeres, denominando a los cigarrillos como “antorchas de libertad”, la asociación entre automóvil y la masculinidad o la popularización del uso del reloj de pulsera. En la parte política, Bernays asesoró a presidentes como Wilson o Eisenhower.

Edward Bernays entendía la propaganda como “el brazo ejecutivo del gobierno invisible” y asoció, sin complejos, la manipulación como una parte de la democracia: “La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizadas de las masas son un elemento importante en una sociedad democrática”. Para Bernays, quienes posean los mandos de este “mecanismo no visible de la sociedad” son los que realmente tienen el poder.

Bernays estaría hoy feliz en esta época de bulos y fake news. Su visión sobre la capacidad de moldear y activar el comportamiento de los individuos sigue plenamente vigente nueve décadas después. La lista de casos es interminable y no creo que resulte necesario extenderse en ello. Con seguir la actualidad política nacional e internacional es suficiente.

Traigo esto a colación por un asunto de relevancia para España, como ha sido la aprobación de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional 2017 por parte del Gobierno de Mariano Rajoy; un documento que supone un importante avance con respecto a la anterior ESN, que data de 2013, y donde la comunicación y todo lo que le rodea a este amplio concepto ocupa un papel central.

Para empezar, la ESN-2017 eleva la desinformación y la propaganda a la categoría de amenaza para nuestra seguridad. Se trata de un fenómeno que, como hemos visto con Bernays, no es nuevo y, sin embargo, ha adquirido un enorme protagonismo en los últimos tiempos.

Buena parte del éxito se lo debemos a la tecnología. Plataformas y redes sociales tienen una extraordinaria capacidad de expansión y amplificación a través de los denominados “espacios comunes globales”, como es el ciberespacio, de alta vulnerabilidad.

De hecho, la ESN-2017 alerta de “la utilización del ciberespacio como medio para la realización de actividades ilícitas, acciones de desinformación, propaganda o financiación terrorista y actividades de crimen organizado” y de su impacto en la seguridad nacional. Este nuevo espacio amplifica “la complejidad y la incertidumbre” y pone en riesgo “la propia privacidad de los ciudadanos”.

El hecho de incorporar la desinformación y propaganda en un primer bloque de amenazas supone un salto cualitativo y una verdadera toma de conciencia sobre la importancia de determinados métodos de manipulación e injerencia, como las fake news, cuyo principal objetivo es desestabilizar, sembrar dudas o crear un determinado clima de opinión social. Esto es, influir en el comportamiento de los individuos.

La Estrategia de Seguridad Nacional 2017 incluye, además, otras interesantes propuestas ligadas a la comunicación estratégica (en los ámbitos de la protección y la promoción), que merecen ser destacadas.

La primera de ellas descansa en el objetivo de desarrollar el modelo integral de gestión de crisis e integrarlo en el marco del Sistema de Seguridad Nacional, con el fin de “proporcionar respuestas eficaces y oportunas a las amenazas y desafíos del panorama actual”. Entre ellos se cita la amenaza terrorista o las amenazas de naturaleza híbrida, que requieren “un trabajo constante de análisis, intercambio de información y compartición de mejores prácticas”.

En este contexto, la ESN-2017 rompe una lanza por la comunicación: “La comunicación estratégica es una de las dimensiones críticas ante este tipo de situaciones, con el objetivo de transmitir a la sociedad una información veraz, ajustada y oportuna”.

La segunda propuesta, presente también en el capítulo 5 del documento, es promover una cultura de seguridad nacional. La ESN-2017 resalta la importancia de “acercar la política de seguridad nacional a la sociedad”, dado que nadie es hoy “sujeto pasivo” de la seguridad. “Una sociedad conocedora de las amenazas y desafíos para la seguridad es una sociedad mejor preparada y con mayor capacidad de sobreponerse ante las crisis a las que tenga que enfrentarse”. Para ello se plantea la creación y desarrollo de un Plan Integral de Cultura de Seguridad.

Y la tercera propuesta ligada a la comunicación es fortalecer la proyección internacional de España al entender la ESN-2017 que “proteger los intereses de España en el exterior es clave para la seguridad nacional”. Para ello, se reclama “una exigente reflexión estratégica sobre el posicionamiento” de España en los organismos internacionales en los que forma parte y “un compromiso y una participación proactiva para garantizar la mejor defensa de los intereses nacionales y de la seguridad y prosperidad del Estado y la sociedad española”.

La Estrategia de Seguridad Nacional 2017 es un documento oportuno y ambicioso. Coincido con el General Miguel Ángel Ballesteros, Director del Instituto Español de Estudios Estratégicos, en que “el éxito de la ESN-2017 no reside tanto en lo que dice como en la capacidad de movilización de los niveles inferiores para que estos aborden todas y cada una de las líneas de acción establecidas”.

Por tanto, alcanzar objetivos de la ESN-2017 requerirá altas dosis de coordinación, determinación y compromiso de todos los agentes implicados: Gobierno, instituciones públicas, empresas privadas, medios de comunicación y sociedad. A fin de cuentas, y con el permiso de Edward Bernays, es un “proyecto compartido de todos y para todos”.



Sede del Instituto Nacional de Ciberseguridad (León, España)



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[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Andrómaca", de Eurípides





En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida. Melpómene era hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

El teatro occidental nació en Atenas poco antes del siglo V a.C. y tuvo su esplendor durante la época clásica. Las obras que se conservan completas fueron representadas entre el 472 a.C., ocho años después de la victoria de los griegros sobre los persas en Salamina, y el 401 a.C, tres años después de la derrota de los atenienses ante los espartanos y sus aliados tras la sangrienta guerra del Peloponeso, que comenzó el 431 a.C. En esta época surge también en Atenas el primer Estado democrático, y las artes, las letras y el conocimiento filosófico y científico avanzaron como pocas veces más en la historia. El teatro fue entonces no solo un fenómeno artístico, sino también una institución cívica, política, democrática y religiosa.

Muchas palabras relacionadas con el teatro y usadas hoy reflejan su origen griego: teatro, drama, escena, protagonista, episodio y tantas otras. Todas ellas y otras más tuvieron un sentido primigenio, ligado a las circunstancias de su origen. Solo ya por eso sería interesante un acercamiento a la tragedia clásica griega. Pero además las tragedias que ha legado la Antigüedad han modelado el pensamiento y las artes de la cultura occidental y son símbolos de la conducta humana de todos los tiempos. Conocer como Edipo descubrió su auténtica identidad a través de una investigación metódica que lo condujo a su propia perdición plantea un problema universal sobre la responsabilidad del individuo. Descubrir como Medea, abandonada por su marido, Jasón, se toma la más dolorosa de las venganzas revela un aspecto de la condición humana. Compadecer a quienes sufren sin culpa los desastres de la guerra, como las mujeres que forman el coro de Las troyanas, ayuda a sentirse más humano. Por todo ello -y por mucho más- leer o releer las tragedias griegas clásicas es un placer estético y hace al lector sentir que se desarrolla como persona.

Culmino con esta última entrada, la treinta y tres de la serie, la sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides, subiendo al blog la tragedia Andrómaca, de este último, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior.

Esta tragedia, de marcado sentimiento antiespartano, se representó por vez primera el 425 a.C., en plena guerra del Peloponeso. Todos los personajes son muy conocidos, excepto el de Hermíone, la hija de Helena y Menelao. Todos son héroes desdibujados si nos atenemos a su pasado mítico, con la excepción de Andróamaca, la viuda de Héctor, figura clave del planteamiento trágico de la obra, como concubina de Neoptólemo, hijo de Aquiles y esposo de Hermíone, y madre de su único hijo. 

Eurípides (480-406 a.C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras suyas. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo de las crueldades de la guerra. Reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional, mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes y satirizó a muchos héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. Disfrútenla.




Héctor despidiéndose de Andrómaca (G.Hamilton, 1723-1798)



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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy sábado, 10 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

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viernes, 9 de marzo de 2018

[A VUELAPLUMA] Europa merece la pena (a pesar de todo)






En su ensayo ¿Una gran ilusión?, escrito en 1996, comenta en El Mundo Francisco de Borja Lasheras, director adjunto de la Oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, el historiador Tony Judt argumentaba que el mito de Europa se construyó sobre lo que no habría sido sino el resultado fortuito de distintos intereses y culturas políticas, "necesario dadas las circunstancias" de la postguerra y "posible por la prosperidad" que vivió Europa Occidental tras su reconstrucción. 

En la agenda de las élites de lo que era en esencia un club de la Europa rica, comienza diciendo Lasheras, habían primado intereses nacionales coincidentes en ese momento. EEUU resolvía el problema de seguridad ante el bloque soviético, tras cuyo Telón se encontraba esa otra media Europa, exótica y desconocida. Había habido poco del idealismo pan-europeo con el que muchos crecimos en los 90 del Tratado de la Unión, antes de un nuevo milenio que trajo la crisis económica y social, el auge de la eurofobia y el deterioro de relaciones entre los 28 Estados que forman la UE. Era pues una ilusión concebir que tales circunstancias en origen pudieran proyectarse de forma indefinida hacia el futuro, e insistir en su destino manifiesto de expansión continua. Judt, tan clarividente, anticipaba que las costuras del corsé en torno al mito de Europa terminarían saltando en una Unión ampliada, con desiguales niveles económicos e intereses divergentes. Alcanzar la unión estrecha de los pueblos de Europa sería "imposible en la práctica" e "imprudente" seguir prometiéndola como panacea.

Tenía razón. La UE, como todo proyecto colectivo humano, es históricamente contingente. Sin tampoco caer en determinismos ni profecías agoreras, los proyectos aglutinadores suelen entrar en fase de crisis existencial cuando las circunstancias que los crearon e hicieron posibles, desaparecen por una mezcla de factores internos y externos transformadores -y no pocas veces fruto del azar también-. Algo parecido le pasa a la UE. Es evidente que las circunstancias hoy no son las mismas que las que vieron nacer la integración. No lo es tampoco el perfil de gran parte de los líderes políticos y élites en Estados miembros e instituciones. El líder y decisor europeo actual es utilitarista, más condicionado que nunca por la agenda inmediata e intereses a corto plazo -construir a largo plazo se ve como quimera- y por la propia lógica bizantina de la UE. Más allá de casos como el británico o Polonia, hay un gran escepticismo con los beneficios de actuar en un marco común europeo que se ve como menos legítimo; en esa percepción, son a menudo sacrificios que no siempre compensan las ventajas de ir por libre en lo posible. Asimismo, si bien la transformación digital debería tener una vertiente europea, no sabemos cómo van a salir ni las democracias nacionales ni Europa en su conjunto de los cambios que vivimos. La UE y sus Estados nación están en una posición complicada entre proyectos políticos de aldeas globales sin fronteras y tribus locales pro fronteras y puentes levadizos. La vuelta de las políticas de identidad y los nacionalismos pone sobre las cuerdas a una Europa postmoderna en la que se diluirían o mitigarían las identidades nacionales y regionales. Por su parte, en la esfera internacional, Europa respondía a un modelo postgeopolítico, normativo y multilateral, que parece anticuado en un mundo de líderes autoritarios y cruda geopolítica de grandes poderes. Reina la lógica de Tucídides de primacía de fuertes sobre los débiles. En ese entorno hobbesiano y con EEUU a la deriva, los europeos no estamos bien posicionados ni lo suficientemente unidos para defender nuestros intereses como bloque; además, ello implicaría políticas más decisivas de re-afirmación estratégica frente a actores hostiles y de gran coste político. Pero es que además no somos lo suficientemente fuertes para competir de manera individual.

Así, seguir apostando machaconamente por "más" o "mejor Europa" puede ser necesario para re-legitimar un proyecto cuestionado, pero no es suficiente. Tampoco basta la dinámica de auto-piloto y gradualismo que rige desde hace años, salvando los momentos más urgentes de las crisis. El dilema es mayor por cuanto que cualquier Gran Salto Adelante hacia una integración cuasi-federalista es casi imposible -pesan demasiado las divergencias nacionales, maquinarias burocráticas e intereses creados (también, en las instituciones)-. ¿Sería la solución para todos estos retos? Lo dudo. Hace casi un año escribía en estas páginas sobre qué pasaría si la UE contuviera a némesis como Le Pen y Wilders. Aventuraba que las fallas y grietas de los cuales éstos eran la consecuencia, seguirían ahí, y aconsejaba prudencia ante el discurso de que el Brexit y las némesis eran el revulsivo que los europeos necesitaban. Hoy seguimos esperando a que el eje franco-alemán resuelva sus diferencias en materia de euro y el recorrido de la llamada Cooperación Estructurada Permanente a 26 seguramente quede por debajo de expectativas infladas sobre una Defensa Europea conjunta. Tras el hiato de las elecciones alemanas, vendrán las italianas, las europeas, etcétera, y otra vuelta de círculo, como los hámsters en sus norias. George Santayana define el fanatismo como redoblar los esfuerzos cuando has olvidado tu objetivo. Algo parecido le pasa a parte del discurso europeísta. Con una fijación obsesiva en la forma sobre el fondo y en la integración como antídoto a todos los males, muchos esperan aún que la magia de los pequeños pasos eclipse los pasos de gigante que se están dando fuera de la UE. No podemos aguardar al advenimiento de un gran mañana que puede que nunca se dé.

Y sin embargo el mito de Europa ha funcionado, si bien no de la forma absoluta que a menudo se dice. En la UE, ése ha sido el caso cuando los intereses han sido convergentes (por ejemplo, en la salvaguarda del euro). Fuera, Europa sigue siendo una narrativa, aunque imperfecta, y un modelo que inspira a grandes segmentos sociales en algunos países de Balcanes o en Ucrania, que lo relacionan con algo mejor que lo que conocen y han vivido sus padres. Ésa es la otra paradoja: que la Europa que lucha contra el autoritarismo, por la democratización y por salir del yugo de la historia y la geopolítica, ésa de luces y sombras, se vive más intensamente en la efervescencia política de Belgrado o Kiev y en las fronteras de la UE en general, que en Bruselas y otros centros occidentales. La utopía ha superado los confines materiales de una UE absorbida por sus inercias y problemas.

Por ello, los europeos tenemos que volver a hacernos preguntas y hacer caso a Judt, evitando que Europa sea un obstáculo para resolver problemas y abordar los dilemas subyacentes. Cuestiones como la seguridad requerirán, sí, más Europa, sin perjuicio de la autonomía estratégica nacional y nuevas alianzas con otros actores. Otras, como la crisis democrática, precisan el refuerzo del discurso democrático y los mecanismos colectivos ante abusos del mayoritarianismo populista. Pero también hay que apostar por grandes consensos políticos constitucionales y proyectos nacionales, como en España. Tenemos además un dilema clave de contracción/expansión: la contracción llevaría a intentar una Europa del euro, fortaleza de ambiciones reducidas, mientras que la expansión indefinida no es políticamente asumible. Esto lleva a otra pregunta: ¿qué Casa Europea funcional para millones de europeos de fuera de la UE que pugnan por entrar, unos por pragmatismo, otros por convicción? En fin, las tensiones entre intereses y valores continuarán y Europa siempre será diversa y problemática. Un punto intermedio entre el voluntarismo, el pragmatismo del corto plazo y el repliegue estratégico (y egoísta) es apostar por construir un espacio público de países democráticos con instituciones, valores y reglas comunes que se respetan, que impulse el crecimiento económico y la competitividad, y con distintos vínculos de seguridad entre sus miembros, además de marcos como la OTAN. Un espacio con lazos sustantivos con vecinos como Túnez. Una red flexible y modernizada de nodos, que incluiría una UE con núcleos de mayor integración política bajo criterios rigurosos, que no excluyan a otros europeos que cumplan sus compromisos. Una Gran Sociedad Europea adaptada al siglo XXI.



Dibujo de Ajubel para El Mundo



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[POESÍA, PINTURA, MÚSICA] Hoy, con Dionisio Ridruejo, Peter Paul Rubens y Giuseppe Verdi





Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo. Por su parte, George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Y Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana.

Me parecen razones más que suficientes para retomar la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores tuvo hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. Poemas a los que acompaño con algunas de las más bellas arias de la historia de la ópera y de algunos de los desnudos más hermosos de la pintura universal. 

Hoy traigo al blog al poeta Dionisio Rodruejo y su poema Al fin, España en vuelo, al pintor Peter Paul Rubens y su cuadro Las Tres Gracias, y al compositor Giuseppe Verdi y el aria Teneste la promessa... Addio del passato, de su ópera La Traviataque pueden ver en este enlace o en el vídeo de más abajo, interpretada por la soprano María Callas.



***


Dionisio Ridruejo Jiménez (1912-1975) fue un escritor y político español perteneciente a la Generación del 36 o Primera generación poética de posguerra. Miembro temprano de la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera, durante la guerra civil fue responsable de Propaganda en el bando franquista. Abrazador de un discurso abiertamente totalitario, marchó como voluntario de la División Azul durante la Segunda Guerra Mundial; a su vuelta reprochó a Franco en una carta no apostar decididamente por el fascismo.​ Resultado de sus tensiones con el régimen, fue encarcelado y llegó a exiliarse; acabaría experimentando durante la dictadura una transición ideológica que le acabó situando en posiciones críticas con la dictadura próximas a la socialdemocracia o a un liberalismo socializante. 



AL FIN, ESPAÑA EN VUELO

Y al fin, España en vuelo,
España, al fin: el mar, al fin los montes,
Ríos apresurados que se anegan,
llegando al litoral, de arena inmóvil;
valles con hondo sol entre las nubes;
crestas -¡bravura mía!- que me acogen.
La corteza terrestre conmovida
de valentía y de vigor, ​tan noble,
unida en el color que la desnuda
-oh, cuerpo de Aragón- tosca e inmóvil.
Desde la desasida y navegante
cumbre, mi España, al fin, borrando el orbe,
destruyendo con isla de hermosura
la memoria y el tiempo: terca, dócil,
escueta primavera para el alma.
¿Alguna vez no fuiste más que sueño,
sueño de serranías y de torres?
¡España, España, España, España!
Resuene siempre para mí tu nombre.


***




Peter Paul Rubens (1577-1640) fue un pintor barroco de la escuela flamenca. Su estilo exuberante enfatiza el dinamismo, el color y la sensualidad. Sus principales influencias procedieron del arte de la Antigua Grecia, de la Antigua Roma y de la pintura renacentista, en especial de Leonardo da Vinci, de Miguel Ángel, del que admiraba su representación de la anatomía, y sobre todo de Tiziano, al que siempre consideró su maestro y del que afirmó «con él, la pintura ha encontrado su esencia». Fue el pintor favorito del rey Felipe IV de España, su principal cliente, que le encargó decenas de obras para decorar sus palacio.




Las tres Gracias, 1635 (Museo del Prado, Madrid)


***



Giuseppe Verdi (1813-1901) fue un compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el belcanto de Rossini, Donizetti y Bellini y la corriente del verismo y Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, La Traviata e Il Trovatore y las obras maestras de la madurez como Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff.



La Traviata, de Giuseppe Verdi (1853)


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