miércoles, 8 de abril de 2020

[SONRÍA, POR FAVOR] Es miércoles, 8 de abril





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...

















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5902
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

martes, 7 de abril de 2020

[A VUELAPLUMA] Peste





"Era agosto y nos levantábamos al alba -comienza diciendo [Ciudad muerta. La Voz de Galicia, 5/4/2020] el escritor Miguel-Anxo Murado en el A vuelapluma de hoy martes-. Esto es algo que en la Toscana anuncian el lui piccolo, el scricciolo y la capinera, que tienen los ojos grandes de los pájaros comedores de semillas y aprovechan la semioscuridad para cazar arañas. A base de rutina, aprendí a reconocer su canto. «Ya son las cinco y media» me decía al escuchar sus chirridos. Entonces me ponía en marcha camino de la excavación. Era yo entonces un joven arqueólogo, ayudante del profesor Luciano Giomi, director del yacimiento de Castelvecchio, junto a San Gimignano. El primer día nos había contado la historia del lugar: Castelvecchio había sido una ciudad próspera durante la Edad Media, hasta que cayó sobre ella la peste. Diezmada, Castelvecchio se vació y fue devorada lentamente por el silencio y el bosque, en el que, durante siglos, solo han visitado pastores y leñadores.

Nos levantábamos temprano porque a partir del mediodía el calor hacía imposible trabajar. A media mañana unas campesinas venían a traernos bruschetta empapada en aceite con tomate jugoso y vino de Chianti. Los operarios eran estudiantes norteamericanos muy jóvenes y el vino les daba la risa floja. Pasaban los días y no encontrábamos nada. Una mañana, uno de los chavales desenterró una llave, y luego otra, y luego docenas. Era un pequeño misterio. «Aparecerá ahora un cartel que diga ‘Se hacen llaves’» dije yo. El profesor Giomi sonrió, pero estaba frustrado por la falta de hallazgos. Nos preguntábamos dónde estarían los habitantes de la ciudad.

Para mí, aquello coincidió con una crisis vocacional. La arqueología es una ciencia que a la vez es una fe. Uno tiene que creer que cuando hay un cambio en el gusto por la decoración de la vajilla es que la sociedad se ha transformado completamente, o que una espada revela una sociedad guerrera y no otra en la que la espada es una ofrenda de paz. Sobre todo, tiene que creer que, partiendo de los escasos restos de un mundo complejo, es posible reconstruirlo y entenderlo. Desgraciadamente, yo perdí esa fe aquel verano caluroso, convencido de que rascar con un cepillo durante horas no era lo mío. Decidí que, tan pronto acabase aquella campaña, dejaría la arqueología.

Justo al día siguiente, ocurrió algo. Una de las estudiantes dio un grito. Había encontrado una calavera. Y luego apareció otra, y otra, y huesos, por centenares. Allí estaban, por fin, los infortunados habitantes de Castelvecchio. «Cuando se declaró la peste», nos explicó esa noche el profesor Giomi, en la cena, «las ciudades vecinas hicieron lo que se hacía entonces: contrataron un ejército para que no dejase salir de allí a nadie y que los habitantes muriesen de hambre sin contagiar a nadie más... Imagino que, para sentirse más seguros, decidieron morir todos juntos en un mismo lugar. Quién sabe». 

Anoche me desperté en mitad de la noche con la sensación desagradable de haber soñado. Afuera todo estaba en silencio y parecía que ya quería amanecer. Me acordé entonces de aquella historia de hace tantos años, y que tenía casi olvidada: de la ciudad muerta, y del verano en el que descubrimos su secreto. Pensé en aquellos vecinos de la ciudad sacrificada, pero esta vez de una manera muy distinta, como si pudiese ver sus caras, uno por uno. Empezaba a entrar un hilo de luz por entre la persiana, y con él un nuevo día de encierro. Se escuchó el canto de un pájaro, y luego otro. Me pareció que eran el lui piccolo, el scricciolo y la capinera. «Ya son las cinco y media», me dije, mecánicamente. Aunque no eran las cinco y media".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5901
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Tocan a vísperas en el PP? (Publicada el 7 de octubre de 2009)




El presidente del PP, Mariano Rajoy



El diccionario de la Real Academia Española define el verbo "dimitir" (del latín dimittĕre) como la acción de "renunciar, hacer dejación de algo, como un empleo, una comisión, etc.". Explica también que es verbo transitivo, aunque se usa más comúnmente como intransitivo. Lo que el diccionario de la Real Academia Española no dice es que el verbo "dimitir", no tiene conjugación en España. En otros lugares en los que se hable español puede tenerla; en España, no. En España no dimite ni dios. Y si es de derechas, menos aún.

Explicar a estas alturas que la dimisión de un cargo político no implica culpabilidad por su parte, resulta ya grotesco. La dimisión lo único que implica es la asunción de la propia responsabilidad, normalmente por defecto, y el deseo de dejar a salvo la dignidad del cargo. ¡Pues ni por esas! En España la dimisión no es de hombres de pelo en pecho, ni de mujeres de vello en pubis...

¿Tocan a vísperas en el PP? Por voluntad propia, da la impresión de que no. Rajoy y toda la plana mayor del partido despejan balones fuera o miran, con cinismo, hacia otro lado... Allá ellos.

Fernando Garea, cronista parlamentario de El País, escribía ayer en su Blog un artículo ["Herederos de Aznar". El patio del Congreso, 6/10/09], que deja en evidencia los poco convincentes gestos de "ignorancia" de la actual dirección del PP. Por su parte, el escritor Rafael Argullol escribía otro en el mismo diario ["El olvidado arte de la dimisión". El País, 4/10/09], dedicado esta vez al escándalo que sacude a las instancias políticas catalanas por el "asunto" del Palau de la Música Catalana de Barcelona. Espero que les resulten interesantes. HArendt




El presidente del Patronato del Palacio de la Música, Fèlix Millet


La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5900
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es martes, 7 de abril





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5899
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

lunes, 6 de abril de 2020

[CLASICOS DE SIEMPRE] Hoy, con "Formión", de Terencio



Cartel anunciador de una representación del Formión, de Terencio


Continúo con esta entrada la sección dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia titulada Formión, de Terencio. La pueden leer en este enlace.

Publio Terencio Afro fue un autor de comedias durante la República romana. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, aunque Suetonio menciona que murió en 159 a. C. a la edad de treinta y cinco años. Sus comedias se estrenaron entre 170 y 160 a. C. A lo largo de su vida escribió seis obras, todas conservadas. En comparación, su predecesor Plauto escribió alrededor de ciento treinta obras. Las obras de Terencio utilizan un escenario griego pues las convenciones de la época impedían que los sucesos 'frívolos' tuvieran lugar en Roma. Terencio trabajó concienzudamente para escribir en un latín conversacional, y la mayor parte de los estudiosos consideran que su estilo en latín es particularmente agradable y directo. 

La obra se inspira en el Epidikazómenos de Apolodoro de Caristo, comediógrafo griego del s. III a. C., que también sirvió de fuente de inspiración para otra obra de Terencio, la Hecyra. Formión, sin embargo, es la única obra terenciana que ha renunciado al título griego y que recibe un nombre en latín. La obra no tuvo una buena acogida cuando fue representada por primera vez. No obstante, sí conoció un gran éxito después de la muerte de Terencio. Por comentarios de Cicerón sabemos que disfrutó de una amplia popularidad, hasta el punto de que el nombre Formión pasó a designar a las personas que discuten audazmente sobre materias que no dominan.

Formión es un parásito picapleitos que se vale de su astucia, sus habilidades retóricas y sus supuestos conocimientos legales para ganarse la protección de los más poderosos y vivir a su costa, que conoce como nadie las debilidades del género humano y las aprovecha en su propio beneficio. Demifón es un anciano, hermano de Cremes y padre de Antifón. Cremes es otro anciano, hermano de Demifón y padre de Fedria. Antifón es el joven hijo de Demifón tímido e indeciso, cobarde e indolente; se asusta y se preocupa con mucha facilidad, y es de esas debilidades de las que se aprovecha Formión. Seducido por la palabrería de éste, se limita a esperar que el parásito le resuelva los problemas o que las cosas se solucionen por sí mismas. Otros personajes son Fedria, el joven hijo de Cremes; Geta, esclavo de Demifón; Dorión, mercader de esclavos; Sófrona, nodriza de Fania; Nausístrata, mujer de Cremes; Davo, un esclavo, y Cratino, Hegión y Critón, asesores de Demifón. 

Demifón y Cremes son dos viejos hermanos que deben emprender un largo viaje y dejan a sus hijos, Antifón y Fedria respectivamente, al cuidado de un esclavo, Geta. Los dos jóvenes se enamoran de sendas muchachas: Fedria lo hace de una esclava, pero carece de dinero para poder liberarla; Antifón, por el contrario, logra casarse con Fania, una pobre huérfana, gracias a una estratagema que idea el parásito Formión. En efecto, éste, basándose en una ley que obligaba al pariente más próximo de una huérfana a casarse con ella o, al menos, a darle sustento, ha declarado que Antifón es el familiar más próximo de Fania.

El problema surge cuando los dos ancianos regresan de su viaje y descubren lo que han hecho sus hijos durante su ausencia. Por fortuna para Antifón, Cremes también tiene algo que ocultar, ya que él es el padre de Fania, la chica con la que se ha casado. De este modo, cuando se descubre el secreto de Cremes, a Demifón no le quedará más remedio que aceptar el matrimonio de Antifón con Fania. Por lo demás, el resto de personajes son perdonados por lo que han hecho: Cremes es perdonado por su esposa Nausístrata, por haber tenido a Fania fuera del matrimonio; Fedria es disculpado por haber tenido una aventura con una esclava a la que no podía liberar; y todos perdonan al parásito Formión por sus tejemanejes y argucias.




La diosa Talía, musa del teatro



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5897
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es lunes, 6 de abril





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...

















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






HArendt




Entrada núm. 5896
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

domingo, 5 de abril de 2020

[ESPECIAL DOMINICAL] Nuestra hora más gloriosa



Dibujo de Fernando Vicente para El País


Estamos ante una crisis de proporciones históricas, -escribe en el Especial dominical de hoy [Nuestra hora más gloriosa. El País, 30/3/2020] Javier Solana, Distinguished fellow en la Brookings Institution, presidente del Centro de Economía y Geopolítica Global de ESADE, político, físico, embajador y profesor español-, que solo se resolverá satisfactoriamente desde la racionalidad, la compasión y el entendimiento mutuo, dentro y más allá de nuestras fronteras.

"Como algunos lectores ya sabrán, -comienza diciendo Solana- actualmente me hallo ingresado en un hospital madrileño, tras haber dado positivo en la Covid-19. Mi recuperación está siendo lenta, pero las perspectivas son alentadoras. Aunque encontrarme físicamente aislado de los míos no resulta agradable, el consuelo es que en pleno siglo XXI no faltan recursos para permanecer socialmente conectados. Además, siempre nos quedará deleitarnos con los pasatiempos culturales de toda la vida, como escuchar música, leer y, sí, también escribir.

Durante largas horas he recurrido a un ilustre acompañante para sobrellevar el confinamiento: sir Winston Churchill. La figura del primer ministro británico siempre me ha fascinado, y estos días he podido descubrir nuevos detalles sobre su vida gracias a una extraordinaria biografía escrita por el historiador británico Andrew Roberts. El afán de resistencia del que hizo gala Churchill durante la II Guerra Mundial supone una fuente inagotable de inspiración, particularmente valiosa para los tiempos que corren. Su carácter y su historial —sin duda, complejos— nos recuerdan que el heroísmo no está reñido con las imperfecciones, que la clarividencia no está reñida con las contradicciones y que el coraje no está reñido con las indecisiones. Personajes como el de Churchill merecen ser reivindicados, sin que ello implique mitificarlos.

En la guerra personal que muchos estamos librando ya contra el coronavirus, y por la que desgraciadamente muchos otros habrán de pasar, es seguro que nos tocará poner la sangre, el esfuerzo, las lágrimas y el sudor que en su día prometió Churchill. Pero también deberemos tratar de emular su entereza de ánimo. El virus tal vez consiga entumecer nuestros sentidos del olfato y del gusto, pero no tiene por qué poder con nuestro sentido del humor.

Desde un punto de vista colectivo, resulta también lógico que nos fijemos en estos momentos en el Reino Unido de Churchill. Numerosos dirigentes vienen afirmando que nuestros países están en guerra contra la pandemia, y en cierta medida no les falta razón. Como en cualquier guerra, necesitamos movilizar todos los recursos del Estado, y promover con renovado ímpetu una serie de valores cívicos, como el sentido del deber, la camaradería y el servicio público de todos y para todos. A este respecto, quiero acordarme muy especialmente de los profesionales sanitarios que, en España y alrededor del mundo, se están dejando la piel por combatir el virus y hacer más llevadero el sufrimiento a los enfermos.

Nos encontramos ante una crisis de proporciones históricas y, por tanto, es legítimo abordarla a partir de referentes históricos. No obstante, si lo que estamos viviendo es una guerra, ciertamente no es una guerra al uso. La primera gran diferencia es que, en este caso, el enemigo es compartido por el conjunto de la humanidad. La segunda es que la movilización de recursos públicos debe ir acompañada de una desmovilización del grueso de la población. Es importante tener en mente estas y otras peculiaridades, ya que temo que el lenguaje belicista pueda acabar por nublarnos la vista y hacernos caer en algunas trampas. Para conseguir evitar escenarios indeseables, permítanme añadir unas breves advertencias y matizaciones.

En primer lugar, la destrucción del virus requerirá liderazgos fuertes, pero no inflexibles. Que nuestros Estados y sus dirigentes dispongan de una amplia capacidad de maniobra no debe implicar que tengan carta blanca: ni ahora, ni cuando la tormenta amaine. Preservar al máximo las libertades civiles y asegurar la rendición de cuentas por parte de los gobernantes es un imperativo ético, pero también nuestro mejor mecanismo de defensa ante amenazas como la actual. Conviene tener siempre presente que estos atributos no debilitan a las sociedades, sino que enriquecen el debate público y, por tanto, incrementan las probabilidades de identificar los cauces de respuesta más convenientes.

En segundo lugar, existe el riesgo de que las apelaciones a la responsabilidad patriótica —que son oportunas y pertinentes— se confundan con manifestaciones de nacionalismo excluyente, de forma que veamos adversarios donde no los hay. No es momento de chivos expiatorios y caza de brujas. Tampoco de dar rienda suelta a instintos poco edificantes, sucumbiendo así al pánico. La crisis actual solo se resolverá satisfactoriamente desde la racionalidad, la compasión y el entendimiento mutuo, dentro y más allá de nuestras fronteras. Todas las avenidas de cooperación internacional en materia científica y tecnológica deben ser exploradas, siempre desde un espíritu solidario, que en las circunstancias actuales coincide más que nunca con el interés propio. Al fin y al cabo, la clave para salir cuanto antes de esta situación es que la transmisión de recursos y buenas prácticas entre países sea más rápida que la transmisión del propio virus.

Por último, hemos de garantizar que, tras la victoria, que a buen seguro llegará, no nos toparemos con el paisaje socioeconómicamente desolador que dejan las guerras. Los esfuerzos de reconstrucción deben concebirse de manera preventiva, no reactiva, y la maquinaria de absorción del shock debe ponerse en marcha a pleno rendimiento inmediatamente. Tanto los Estados miembros de la Unión Europea como las instituciones comunitarias tendrán que comprometerse a hacer cuanto sea necesario al respecto, si quieren estar a la altura del reto. Conviene asimismo no descuidar el resto de organizaciones y foros multilaterales, cuya labor es imprescindible para diseñar una respuesta sólida y conjunta. A más largo plazo, será menester de todos no olvidar las múltiples virtudes de la globalización, que, por supuesto, merece ser repensada, pero no vilipendiada.

A lo largo de estas semanas nos jugamos mucho colectivamente, y algunos también a título personal. Hoy por hoy, tenemos pocas certezas sobre cómo será el mundo tras la pandemia, excepto que se erigirá sobre las palabras y los actos por los que optemos en estos instantes críticos. Haríamos bien, pues, en mirar de frente al mal que nos aqueja, pero sin perder de vista nuestro propio futuro y el que heredarán generaciones venideras. La humanidad ha superado pruebas más duras que esta, y las hazañas que precisamos ahora no son en absoluto equiparables a las de la II Guerra Mundial. Pero, tomando prestadas las palabras de Churchill, si esta no termina siendo “la hora más gloriosa” de nuestros respectivos países, al menos que sea la de cada uno de nosotros".

El Especial de cada domingo no es un A vuelapluma diario más, pero se le parece. Con un poco más de extensión, trata lo mismo que estos últimos, quiza con mayor profudidad y rigor. Y lo subo al blog el último día de la semana pensando en que la mayoría de nosotros gozará hoy de más sosiego para la lectura.




Javier Solana


La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






HArendt




Entrada núm. 5895
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)