"Reivindico la pausa, el silencio y la soledad. Necesitamos más pensamiento, sostiene la profesora Victoria Camps en una entrevista que publica hoy domingo el diario El País. Vamos tan acelerados en todo, dice, que lo difícil es tomarnos un tiempo para reflexionar, discutir, escuchar a los demás y contrastar las opiniones antes de tomar una decisión". Gracias, amiga Ana, por sugerirme su lectura.
Creo que tiene razón la profesora Camps: hemos olvidado el placer de conversar. Preferimos discutir a hablar; insultamos, en vez de discrepar; le damos más valor a las opiniones que a las personas. Y sobre todo: no es lo mismo conversar mirando a los ojos de nuestro interlocutor, o vernos reflejados en su mirada, que hacerlo frente a un teclado o la pantalla de nuestro ordenador. ¡Hemos llegado al extremo de comunicarnos por "watch chat" con la persona que tenemos justamente al lado! ¡El colmo del ridículo!
Hace justamente diez años este mes de agosto, en el verano de 2004, a raíz de una reseña aparecida en mi entrañable e imprescindible Revista de Libros, saqué de la Biblioteca Insular de Gran Canaria el libro titulado "La cultura de la conversación" (Siruela, Madrid, 2003), escrito por la profesora italiana Benedetta Craveri. Es uno de los ensayos más hermosos que he leído. De él, dice el autor de la reseña, que es el libro de una vida. La autobiografía encubierta de una civilización -la de las afinidades electivas, la del ingenio y el inconformismo, la del amor a la lectura- acaso irremediablemente perdida.
El libro es un recorrido apasionante sobre el siglo XVII francés, centrado en las actividades de los "salones literarios", salones organizados por algunas damas de la aristocracia parisina, y más en concreto, las de la llamada "Estancia Azul", auspiciado, dirigido y mantenido por Madame de Rambouillet en su casa junto al Louvre, que propiciando el intercambio de ideas y la mezcla de personas de diversos estratos sociales, mediante el filtro del espíritu, el ingenio y el brillo mundano, dieron origen a un amplio movimiento de oposición al absolutismo, como hizo, por otros cauces, el mundo de Port Royal, con el que el salón de Madame de Rambouillet mantuvo siempre estrecho contacto. Espero que se animen a buscar y leer el libro de la profesora Craveri, y por supuesto, los enlaces que he dejado más arriba. Creo sinceramente que disfrutarán de los mismos.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
1 comentario:
Ciertamente la conversación de nivel es un arte...a conservar!
Un cordial saludo
Publicar un comentario