miércoles, 27 de diciembre de 2017

[Pensamiento] Lasciate ogni speranza...





Recupero para el blog un antiguo artículo (mayo, 2001) en Revista de Libros escrito por Manuel Rodríguez Rivero, editor, escritor y comentarista cultural, que ejerció de editor en Cuadernos para el Diálogo, Alfaguara, Espasa Calpe y Punto de Lectura, entre otras publicaciones, que entiendo conserva todo su frescor y espero que les resulte tan interesante como a mí.

Si tienen ustedes ocasión no dejen de visitar, hasta principios de junio, la exposición que la Royal Academy londinense ha consagrado a los dibujos concebidos por Sandro Botticelli (1444-1510) para ilustrar La divina comedia de Dante (1265-1321), comienza diciendo. La muestra recoge 92 piezas en distintas fases de acabado, lo que permite hacerse una idea del modo de trabajar del artista. Están dibujadas con estilete, lápiz y tinta sobre pergamino de piel de oveja, y la textura animal del soporte les proporciona una cualidad vibrante incluso medio milenio después de que fueran realizadas.

De entre todos los dibujos los que más llaman la atención son los dedicados al Infierno, que el artista. siguiendo la pauta del poeta, interpreta como un gigantesco embudo, dividido en círculos, que se hunde en el centro de la Tierra. Y nos llaman la atención no porque sean más hermosos que los demás, sino porque, en general, todos preferimos la sección del texto de Dante en que se inspiran. De algún modo, también su representación plástica es más naturalista e imaginativa: las escenas del Purgatorio son menos espectaculares, y el Paraíso –Dios es irrepresentable y la felicidad también, sobre todo cuando posee ese paradójico toque de aburrimiento que le confiere la eternidad– requiere un grado de abstracción que Botticelli resuelve con el recurso a la geometría y al espacio en blanco, un truco empleado, por cierto, por algunos pintores del siglo XX para mostrar lo que no puede ser mostrado. Contempladas ahora, las escenas de los sucesivos círculos presentan una visión del Averno cristiano tan pintoresca como horrible: las serpientes, los diablos con alas de murciélago, los atormentados perpetuamente acosados por bestias terroríficas, los condenados a bañarse eternamente en lagunas de brea ardiente o en ríos de sangre hirviendo manifiestan cierta suave distancia renacentista con respecto al texto medieval. Al fin y al cabo, Botticelli trabajó sobre la Commedia casi doscientos años después de que fuera escrita: no es que no fuera creyente, pero se permitía cierto sentido del humor (negro) que puede apreciarse en el modo de enfrentarse a determinadas escenas o motivos. En cualquier caso, al parecer, el encargo de dibujar la obra de Dante se convirtió en una obsesión que le acompañó durante quince años y, en palabras de Vasari, «perdió mucho tiempo en ello, descuidando su trabajo y desbaratando su vida completamente».

Cada época tiene el Infierno que se merece. Y sus representaciones, sin duda. A lo largo del tiempo la mitología y la literatura se han hecho cargo de esos descensus ad inferos tan necesarios en el proceso de madurez y desarrollo del héroe, del hombre excepcional, del salvador o el guía de los pueblos. No hace falta rastrear su presencia en los textos fundacionales babilónicos o sumerios, ni en el Libro de los muertos egipcio. Ayax, Teseo, Hércules, Ulises y Eneas llevaron a cabo su catábasis al Hades, al Tártaro o al Averno antes de que el sentido de ese lugar en el que permanecen los muertos se transformara en el espacio de tortura y sufrimiento que el cristianismo reserva a los impíos. Los judíos distinguían entre el Seol, el Hades de su religión, y el Gehena, el ámbito de castigo eterno que Casiodoro de la Reina y Cipriano de Valera traducen precisamente como «infierno». Es el sitio en el que se halla la «vergüenza y confusión perpetua» (Daniel, 12:2), el lago de fuego del Apocalipsis (10:15), el lugar del «lloro y el batimiento de dientes» del que nos habla Mateo (22:13), donde, según Isaías (14:11), «gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán».

Luego, cuando el hombre alcanza la psicología, el infierno se sofistica, se hace abstracto: quizás porque, liberados gracias a la Razón de la supersticiosa imaginería medieval, el infierno pasa a convertirse o bien en un ámbito interior (desde el romanticismo), o se hace demasiado real, humano y exterior por la crueldad de las guerras y las matanzas colectivas. El protagonista de Apuntes del subsuelo, de Dostoievski («soy un hombre enfermo... soy un hombre despechado»), lanza desde su mundo «subterráneo» su diatriba contra el progreso; Jean-Baptiste Clamence, el narrador de La caída, de Albert Camus, secuela literaria de la anterior, purga su culpa entre los círculos alegóricamente infernales de los canales de Amsterdam; los protagonistas del Huis-Clos sartreano toman conciencia de su infierno, que son los otros, en un salón Napoleón III sin llamas ni azufre. Buena parte del arte del siglo XX –desde los expresionistas a los hermanos Chapman, esos conspicuos representantes del New British Art que aprendieron estudiando Los desastres de la guerra goyescos– ha reflejado más o menos alegóricamente los infiernos de nuestro tiempo, que ha sido pródigo en ellos: el Holocausto, desencadenado porque los nazis –y muchos de cuantos les apoyaron– estaban convencidos de que los judíos eran la encarnación del mal absoluto, ha sido, sin duda, el peor de los nuestros.

El de Dante no es un infierno abstracto. En él cada pecado, cada pecador, obtiene su retribución, a menudo en forma de comentario irónico y moral sobre su vicio –una especie de versión ultraterrenal del «si quieres arroz, Catalina»–: los amantes adúlteros están cerca, pero no pueden tocarse; los glotones no alcanzan los frutos que colmarían su apetito; los cobardes huyen perseguidos por moscas y avispas, los orgullosos se inclinan bajo el peso del fardo que llevarán a su espalda mientras dure la eternidad.

Dante no reserva en el Infierno ningún lugar para los soberbios, a los que sí dedica, en cambio, toda la primera cornisa del Purgatorio: se conoce que para el genial florentino se trataba de un pecado menor, redimible tras un tiempo de sufrimiento esperanzado. He pensado en ello estos días, cuando todavía tenía frescos los dibujos de Botticelli y las noticias de la peligrosa crisis provocada por el avión espía norteamericano en el mar de China se superponían a las del escándalo general suscitado por el desprecio con el que George W. Bush ha venido a desmarcarse del Protocolo de Kioto, devolviendo de ese modo el favor a los grupos financieros del sector de la energía que habían financiado su campaña. Ese tipo es un peligro, créanme. Y ya sé que lo apoya buena parte de un electorado que, aunque cree que el calentamiento global es uno de nuestros más serios problemas, no está dispuesto a que se tomen medidas para reducirlo si implican que tiene que pagar más por la luz o por la gasolina. Los Estados Unidos están demasiado acostumbrados a identificar sus intereses con los del Planeta, y no al revés. Por ahora, Dante situaría al presidente de la (aún) más poderosa potencia del mundo en el Purgatorio, junto a los soberbios castigados a transportar un enorme peñasco que les obliga a humillar la cerviz. Ojalá que a lo largo de su mandato, cuyos inicios no parecen nada tranquilizadores, no dé motivos para ser incluido en el séptimo círculo del Infierno, donde los violentos purgan sus pecados sumergidos en un río de sangre. Ni a algunos de sus aliados, especialmente a Gran Bretaña, para figurar entre los aduladores y cortesanos, inmersos para toda la eternidad en un foso de excrementos.



Dibujo de Sandro Botticelli para la Divina Comedia



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[Humor en cápsulas] Para hoy miércoles, 27 de diciembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las c
osas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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martes, 26 de diciembre de 2017

[Galdós en su salsa] Hoy, con "El doctor Centeno"



Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que van a cumplirse 174 años, he ido subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa, que comencé con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Subo hoy al blog su novela El doctor Centenopublicada en 1883, en Madrid, por la Imprenta y Litografía La Guirnalda. Es una de las que abren el ciclo de las "Novelas españolas contemporáneas", compartiendo personajes con las dos siguientes Tormento y La de Bringas, circunstancia que ha llevado a suponer que el autor tuviera intención de crear una trilogía. Las tres se desarrollan en lo que ha llegado a conocerse y estudiarse como el "Madrid de Galdós".

Esta novela es obra de encrucijada, donde confluyen viejos personajes de Galdós con otros nuevos que se ensancharán a lo largo de su obra futura, como el prestamista Francisco Torquemada, las hermanas Sánchez Emperador (Amparo, alias "Tormento", y Sagrario), el cura Pedro Polo —capellán y maestro— y, en especial, la familia de Ido del Sagrario.

Felipe Centeno —apodado "Felipín", "Aristóteles" y doctor Centeno— es un muchacho de un pueblo del norte de España (personaje que ya aparecía en Marianela y La familia de León Roch, novelas del ciclo anterior de Galdós); que viaja a Madrid para estudiar medicina. En la capital española es acogido por Alejandro Miquis, hidalgo engolfado en el arte y estudiante de Derecho, que instala al joven en casa de Pedro Polo, sacerdote sin vocación regente de una pequeña escuela, ayudado por José Ido del Sagrario (como Miquis y Polo, personajes recurrentes de Galdós, con presencia en varias de sus novelas). Felipe Centeno comienza sus estudios, que paulatinamente va dejando por su poca capacidad. Una noche descubre la relación que Pedro Polo está manteniendo con Amparo Sánchez Emperador, lo que le supondrá la expulsión de la casa del cura, aunque con la excusa de otro incidente. Felipe acude de nuevo a Alejandro Miquis, que le acepta como su ayudante. Al poco tiempo, Miquis recibe una herencia de su tía, que malgasta con rapidez, hasta que termina expulsado de la residencia en la que vivía. Miquis y Centeno se van a otro apartamento, donde Alejandro enferma de tuberculosis. De poco servirá la ayuda de José Ido (que también se encuentra en una situación precaria, pues la escuela de Pedro Polo ha cerrado). El previsible final de Miquis dejará solo a Felipe Centeno. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Humor en cápsulas] Para hoy martes, 26 de diciembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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lunes, 25 de diciembre de 2017

[A vuelapluma] El planeta secreto





John Berger dice que el cine siempre nos lleva a lugares desconocidos. Nos aleja de casa, y nos convierte en viajeros. Y es lo que sentimos al ver ‘Estiu 1993’, una de las grandes películas del año y que finalmente no competirá en los Oscar, comenta en El País el escritor Gustavo Martín Garzo.

Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, comienza diciendo Martín Garzo, las historias de caza siempre glorificarán al cazador”, dice un proverbio africano. Las historias que los adultos cuentan de los niños ¿a quién glorifican? Son muchos los libros escritos sobre esos primeros años de vida, pero es dudoso que sus autores consigan apresar el misterio de ese ser del que se separaron para siempre al crecer. Por lo común, esos libros, más que mostrarnos a ese niño, lo que hacen es explicarlo. No pueden obrar de otra forma porque antes de los cinco o seis años el niño no vive enteramente en el lenguaje y escapa a cuanto de él se pueda decir.

De uno de esos niños perdidos habla Estiu 1993, la primera película de Carla Simón. Es una pena que finalmente no haya sido seleccionada en la lista final de los Oscar, pero esos premios ya se sabe quiénes los dan. No importa, el verdadero premio es que también puedan llegar a los cines películas así. La historia se inspira en el verano que pasó su directora en un pueblecito de Girona, al poco de morir sus padres. Tenía solo seis años y sus tíos la llevaron a vivir con ellos. Y aunque la historia está contada desde los ojos de esa niña, su autora nunca trata de apropiarse de sus pensamientos, porque ¿acaso puede recordar los suyos cuando tuvo su misma edad? No analiza la conducta de esa niña, no nos dice qué la hace comportarse así, solo nos muestra su rebeldía frente a un mundo que no entiende, su demanda velada de cariño, sus vínculos con ese mundo de las desapariciones en que está su madre muerta.

Carla Simón ha declarado que apenas se acuerda de ese tiempo, y que escribió el guion a partir de anécdotas que le contaron sus familiares. Y lo asombroso de esta película es que a través de esos recuerdos sea capaz de traernos la presencia de esa niña perdida. “Cuando vi lo que habíamos hecho”, ha declarado su autora, “fue muy duro porque me di cuenta de que las imágenes que yo tenía en la cabeza no estaban allí. Mi verano fue muy distinto”. Es en esa sorpresa donde radica la singularidad de una obra que no se mueve en el terreno de las imágenes prestadas, sino en ese otro de las revelaciones que guarda la verdadera esencia del cine.

John Berger dice que el cine siempre nos lleva a lugares desconocidos. Nos aleja de casa, y nos convierte en viajeros. “Mediante su particular alquimia hace que los personajes trasciendan la pantalla y corran a identificarse con nosotros. Es el único arte en que tal cosa puede suceder”. Y es lo que sentimos al ver Estiu 1993. Frida, la niña protagonista, viene de ese cielo que es la pantalla de cine para habitarnos misteriosamente. Y es extraño sentirse habitado por una criatura como ella. En nuestro cine solo Víctor Erice, en El espíritu de la colmena, ha sido capaz, desde una estética muy diferente, de hacer algo semejante. Porque la extraña cualidad de la película de Carla Simón no tiene que ver con su habilidad para mostrarnos, a la manera de un documental fingido, la vida de Frida y de su familia adoptiva, sino para conseguir que hasta las cosas más cotidianas y familiares nos conciernan misteriosamente. No podemos elegir en esos instantes lo que queremos y no queremos ver. Lo que pasa allí ya no depende de nosotros, es algo que nos está pasando.

Y esta película trata del mundo de los cuidados de los niños, de sus juegos, de sus comidas, de sus baños, y de la hora de acostarse. De todo lo que se hace en las casas cuando hay niños pequeños que atender. Pero nos ofrece a la vez, y ahí radica su valor, la presencia de una niña que a la vez se muestra y se esconde, que, como en el juego del escondite, lo que hace es desafiar a cuantos la rodean a que la encuentren. Todos los niños se esconden para que los vayan a buscar, para ser rescatados. Y Frida sería como una niña que se esconde y no sabe volver. Pertenece a esa estirpe de los niños perdidos, de los que hablara J. M. Barrie en Peter Pan. “El día que murió mi madre”, ha declarado Carla Simón, “me sentí muy culpable por no haber llorado”. Tampoco Frida lo hace, y por eso no puede abandonar ese día. Es tal la intensidad del vínculo que une a una niña con su madre que si esta muere bien podría suceder que la niña crea que ha muerto con ella. Y Frida no sabe si está viva o está muerta, por eso necesita probar si sigue en el mundo que comparte con los demás. Prueba en el río, cuando deja que su prima se meta con ella en el agua aun sabiendo que se puede ahogar, cuando luego la abandona en el bosque, cuando se escapa en la oscuridad de la noche. Son formas de interrogar a ese mundo en que vive, de preguntarle con su rebeldía si hay allí un lugar para ella.

En un cuento de los Hermanos Grimm dos hermanos huyen al bosque perseguidos por su madrastra. El niño quiere beber pero su hermana se lo impide, porque la madrastra ha hechizado las fuentes y si bebe se transformará en un animal. Pero el niño no puede contener su sed y al beber se transforma en un ciervo, que su hermana llevará a partir de ese momento atado con un cordón que toma de su propio vestido. No quiere que desaparezca en el bosque, que deje de ser el niño que es. También la niña de nuestra historia siente la tentación de perderse en el bosque, pero ahí está su nueva madre para impedirlo. Ella cumple la función de la hermanita del cuento: no quiere que beba de esa agua que le haría olvidar lo que es. Eres una niña, le dice, no eres un ciervo, no eres un pez, no eres un animal que solo sale de noche cuando todos dormimos.

“El amor es claridad y dureza al mismo tiempo, / que sin coraje no se puede amar”, dice Joan Margarit en un poema de su último libro. La película es en realidad un diálogo entre Frida y su animosa tía. Hay en ella una escena extraordinaria. Hablan de la muerte de la madre y la niña le pregunta a su tía: “¿Y dónde estaba yo?”. No se queja de que le hubieran ocultado qué pasaba, sino de su propia ceguera para verlo. Su madre se está muriendo y ella no lo sabe. ¿Cómo el amor puede ignorar algo así? El amor pide pausa, que el tiempo no transcurra, reclama la eternidad. “Ahora sé que es eso a lo que llaman la gloria: el derecho a amar ilimitadamente”, escribe Albert Camus. El amor lo pide todo, pero tenemos que aprender a vivir en un mundo hecho de fragmentos. Por eso, Frida rompe a llorar al final de la película. No quiere ser una niña muerta y llora para ser rescatada, para regresar al reino imperfecto en que vive con su nueva familia. Momentos antes hemos visto una escena preciosa. Son las fiestas del pueblo y Frida irrumpe radiante en la plaza a la cabeza del desfile. Lleva una bandera en las manos y una sonrisa ilumina su cara. Esa sonrisa marca el regreso de la niña perdida. Lo hace acompañada de gigantes y cabezudos, los personajes de ese planeta secreto que es el mundo del cuento. Tal es la misión de la fantasía, rescatarnos de la muerte y devolvernos al mundo que compartimos con los demás.

La bandera que lleva la niña es una señera, lo que en estos tiempos de locura bien podría enseñarnos que jamás las banderas deberían abandonar las manos de los niños. Es en el desfile alegre de gigantes y cabezudos donde son más hermosas.



Dibujo de Raquel Marín para El País



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[Parlamento] XII Legislatura de las Cortes Generales. Diciembre, 2017 (IV)






Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución. 

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 

Desde este enlace pueden acceder a toda la información parlamentaria de la presente legislatura, actualizada diariamente. Les recomiendo encarecidamente que la exploren con atención si tienen interés en ello. Y desde estos otros a las páginas oficiales de la

Casa de S.M. el Rey

Congreso de los Diputados
Senado
Presidencia del Gobierno
Tribunal Constitucional
Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial
Consejo de Estado
Boletín Oficial del Estado

Parlamento Europeo

Consejo Europeo y Consejo de la Unión Europea
Comisión Europea
Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Diario Oficial de la Unión Europea

Parlamento de Canarias
Gobierno de Canarias
Cabildo de Gran Canaria
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

La actividad parlamentaria de las Cortes Generales de la pasada semana se ha limitado a la reunión de una Comisión del Congreso y otra del Senado.

Desde el enlace siguiente pueden acceder al Diarios de sesiones de la misma. Estos enlaces se actualizan diariamente aunque la entrada haya sido publicada con anterioridad.

DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES GENERALES

LUNES, 18 DE DICIEMBRE
Comisión Conjunta de las Comunidades Autónomas y Constitucional (Senado)

MIÉRCOLES, 20 DE DICIEMBRE
Comisión de Investigación sobre la Crisis Financiera en España (Congreso)

Y esta es la agenda de trabajo, escasa por las vacaciones navideñas, prevista para esta semana en el Congreso y en el Senado. Y desde este otro enlace pueden acceder al programa semanal que RTVE ofrece sobre la actividad parlamentaria.








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domingo, 24 de diciembre de 2017

[Avuelapluma] Contra la depresión nacional





Llevamos meses preguntándonos gran parte de los españoles, comenta en El País el escritor y exministro de Cultura socialista César Antonio de Molina, y estoy seguro que miles también de europeos también, los motivos por los cuales la región más próspera de nuestro país, Cataluña, ejemplo permanente de buen hacer para el resto de las demás, perdió su cordura (evidentemente no de un día para otro, pero sí a mucha más velocidad en estos últimos tiempos) y se entregó a un camino de destrucción convivencial y económico que la hará sufrir gravemente durante los próximos años. Y para responder a pregunta tan simple y compleja, como casi siempre, acudo a la literatura como si acudiera a Cumas a obtener una respuesta de la Sibila. 

La encuentro a esta adivina de la época romana releyendo, por otros motivos relacionados con el centenario de la revolución bolchevique, la obra de Dostoyevski Los endemoniados. "¿No podría ocurrir que la prosperidad le resultase antipática al hombre? ¿No podría ocurrir que prefiriese el sufrimiento y también que este le resultase tan provechoso como la prosperidad? Que el ser humano ama con pasión el sufrimiento es un hecho comprobado". No creo que todos los catalanes amen con pasión el sufrimiento que les quieren infligir unos cuantos de sus dirigentes enloquecidos por una voluntad de exclusión de poder absoluto y de destrucción. La reivindicación identitaria es la expresión del rechazo que produce la uniformización del mundo y su falso carácter universal; proceso de uniformización que fundamentalmente atañe a cuestiones de carácter económico. Pero no hay una identidad cultural única, monolítica y separada de las demás. Por el contrario, existen comunidades de sujetos convivenciales. Es decir, personas que conviven con los demás mediante el diálogo y el convencimiento razonado o conquista del otro a través de las palabras. No hay violencia que pueda sobrevivir a la persuasión. 

Quien no reconoce lo heterogéneo propio de toda cultura y ataca esas diferencias como enemigas, se convierte en un peligro para la convivencia. Una cultura que deja permanentemente de transformarse es una cultura muerta. La evolución incesante es un principio básico de lo cultural y por eso no se pueden establecer características culturales o hablar de la identidad cultural dentro de una cultura. El filósofo francés François Jullien lo explica muy bien en su libro La identidad cultural no existe. Y no existe no sólo para regiones dentro de un Estado, caso como el de Cataluña que, además, nunca fue un reino independiente y siempre perteneció al Reino de Aragón. No existe ni siquiera para la propia Europa. Cuando se quiso redactar el preámbulo para la Constitución europea se pensó definir lo que era Europa, pero fue imposible. Lo mismo sucedió con el intento fracasado todavía de escribir un libro donde se reflejara una historia común para enseñar en colegios y universidades de la Unión. La definición de una identidad europea era imposible: «¿Europa es cristiana? ¿O, en cambio, es laica (si pensamos en el tiempo ilustrado a finales del siglo XVIII y en el fomento del racionalismo)?». Como no fue posible definir una identidad europea a gusto de todos, en el preámbulo no se incluyó. Y como comenta Jullien, a partir de ese momento se disolvieron las convicciones, se desunieron las voluntades y se adormecieron las energías. No se votó la Constitución europea, y Europa aún está a la búsqueda de sí misma. Europa, evidentemente, es cristiana y laica (con otros añadidos menos significativos, al menos por ahora) y se desarrolló en el espacio existente entre ambas ideas. Europa avanzó con dificultades entre la fe y la razón. 

De ahí proviene una de las grandes riquezas que conforma a Europa. O mejor, lo que constituye Europa. En consecuencia, toda definición de la cultura europea, toda aproximación identitaria a Europa es reduccionista. Y cabe preguntarse: si hay dificultades para encontrar esta identidad común, ¿no existen también dificultades para encontrar identidades todavía más minoritarias? ¿Es que acaso los catalanes no son cristianos o laicos, no hablan una lengua románica, no comparten costumbres y hábitos similares al resto de peninsulares y europeos. ¿Acaso no han pertenecido a Grecia o Roma y no han sido partícipes de una empresa común que se llama España y que se trasladó más allá de nuestras costas? ¿Se busca acaso una identidad propia tan solo a través de una lengua? Cristo predicó en arameo, hoy lengua en peligro en Siria. Los Evangelios se escribieron en griego. Y la mayor difusión de estas ideas se llevó a cabo en latín, incluso cuando ya las lenguas romances habían tomado forma. ¿Las lenguas son acaso un signo de identidad? ¿No se habla en gran parte de India el inglés, así como en tantos otros lugares, y en qué afecta esto a la identidad de los indúes?

Julia Kristeva, en su ensayo Sol negro. Depresión y melancolía, escribe que la depresión no es sólo un malestar personal, sino que también las naciones se pueden deprimir por las crisis económicas y la falta de ilusiones derivadas de las mismas. Kristeva advierte de que la misma Europa en persona está amenazada por una regresión melancólica, por una pérdida de identidad, valores y orgullo. Kristeva ya había escrito Contra la dépression nationale y Nation without nationalism. A la identidad la consideraba la filósofa francesa como un antidepresivo sociopolítico, pero para que no se convirtiese en una fuente de graves crispaciones nacionales, y ante los impasses económico-políticos de Europa "que nos dejan impotentes", sólo tenemos una baza: la cultura. Para entenderlo, Kristeva nos animaba al estudio de El Cristo muerto, de Holbein; El desdichado, de Nerval; o El mal de la muerte, de Duras. «¿Existe una cultura europea? ¿Qué es? ¿Ayer, hoy, mañana?». La identidad, según este libro de Kristeva, se alcanzaba al compatibilizarlo todo, al asumirlo todo, como parte esencial del conjunto. La parte, no como diferencia, sino como complemento.

¿Es o no española la melancolía? ¿Es o no España depresiva? A los españoles durante siglos se nos atribuyó el carácter "atrabiliario" (genio destemplado y violento) y "contemplativo". Lo hizo Baltasar Gracián en El Criticón para resaltar nuestra agudeza y sutileza, rasgo común a catalanes y demás peninsulares.François Jullien nos dice que la identidad cultural no existe, así de tajante. Pero Julia Kristeva ahonda aún más en la herida. Por primera vez, los europeos nos estamos dando cuenta que nuestros problemas no son solubles y habrá que convivir con ellos de la mejor manera posible. Probablemente, el 21 de este mes todo permanezca, enquistado, por el estilo. Sobre todo, después de no haber intervenido democráticamente en algunos medios de comunicación antidemocráticos, feroces e insultantes contra el resto de España. ¿Nos imaginamos RTVE haciendo campaña contra Cataluña de la misma manera que la TV3? Quizás todo quede igual y nuevas generaciones de jóvenes catalanes sigan siendo, eternamente, educados en la mentira de su falsa identidad racista.



Dibujo de LPO para El Mundo



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