sábado, 14 de noviembre de 2015

[A vuelapluma] Políticos



Ruinas del ágora ateniense


Como decía al final de mi entrada de ayer, creo que no han cambiado mucho las desde que Karl Popper dijera en su libro "La sociedad abierta y sus enemigos", hace casi setenta años, que "lo más que podemos esperar de los políticos es que causen los menos destrozos posibles". ¿Exagerado?, visto lo que hay, pienso que no.

Político: Del latín "politĭcus", y este del griego "πολιτικός". En la quinta acepción del diccionario de la Real Academia Española, "persona que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado".

Hace un tiempo vi por televisión una película del gran director francés Claude Chabrol. Se titulaba "Le fleur du mal" (2002). La protagonista es una aún joven mujer, esposa de un destacado miembro de la alta burguesía provinciana francesa. Es concejal en el Ayuntamiento de su localidad y se presenta como candidata independiente a la alcaldía del mismo. En un momento de la película, su marido le pregunta por qué ha decidido presentarse si a ella nunca le ha gustado la política; la respuesta de la esposa es: "lo que yo hago, no es política".

Recuerdo también, varios años atrás, volver a casa después de dejar a mi nieto al colegio y oír por la radio las declaraciones de un concejal del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria anunciar que iba a promover la creación de un "metro" de ocho líneas en la capital de la isla. Y cuando el locutor le pregunta, supongo que con ingenuidad: "¿Con la financiación del Estado, no?", la respuesta es rotunda: "Sí, claro". Sin comentarios. Pero pensé para mis adentros: Este señor ocupa un cargo público pero parece imbécil... Y probablemente lo era; lo de imbécil. 

Un buen amigo y compañero de lides sindicales me recordaba a menudo una frase que, al menos eso decía él, me había oído pronunciar al comienzo de nuestras relaciones: "Al sindicato y a la política se dedican profesionalmente los que no saben ganarse el pan con su trabajo de ninguna otra manera". Es muy posible que sí, que yo la pronunciara; creo que sigo pensando lo mismo hoy día, aunque reconozco que habrá notables excepciones; pocas, desde luego.

Hace un tiempo publicaba en El País el profesor Ramón Vargas-Machuca, catedrático de Filosofía Política y exdiputado socialista durante cuatro legislaturas, un artículo titulado "Decálogo del buen político", cuya lectura les recomiendo por su indudable interés. Decía en él, que al buen político cabe exigirle profesionalidad, talento, información, eficiencia, innovación, decisión, prudencia, astucia, responsabilidad y persuasión. 

Creo que son cualidades necesarias, pero no suficientes, porque a ellas habría que añadirle dos supuestos externos a ellos mismos: primero, una retribución justa, equilibrada y suficiente, establecida con carácter previo por un organismo supervisor e independiente de la Administración Pública, gracias a la cual el ejercicio de la actividad política no le resulte lesivo a sus intereses personales y profesionales; y segundo, una taxativa limitación en el número de mandatos en el ejercicio del cargo, sobre todo en los de carácter ejecutivo. 

La mayoría de las personas piensan de buena fe que los políticos están muy bien pagados. Yo, que no he cobrado nunca de ella, de la política, pienso que no es así. Si estuvieran bien pagados quizá se animarían a dedicarse a la política buenos profesionales civiles ajenos a ella, reticentes a hacer del "servicio público" una forma de vida o de vivir... Haberlos, haylos; como las meigas y las brujas en mi tierra, aunque no crea en ellas.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArend



La Escuela de Atenas (Rafael, 1512)


Entrada núm. 2506
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 13 de noviembre de 2015

[Política] ¿Qué queda del sueño de una Europa constitucional?





Tribunal de Justicia de la Unión Europea


A finales del pasado mes de octubre, el duro discurso de Viktor Orbán arrancó enfervorizados aplausos de sus socios del Partido Popular Europeo, reunidos en Madrid. El primer ministro de Hungría rompió el guion de los discursos anodinos y previsibles de los demás líderes conservadores en su intervención ante el plenario del Congreso del PP europeo. Primero, alertando que el reto de la inmigración masiva está ya "desestabilizando el futuro de la familia política" de los conservadores europeos, de varios países y de varios Gobiernos de la Unión. Luego, pidiendo una respuesta clara y firme, con plazos bien determinados, por parte de las instituciones. Acabó precisando algunas cuestiones en las que no está de acuerdo con el acervo común de sus socios políticos, incluso de las resoluciones acordadas durante el cónclave.

Pocos días después, la ONU denunciaba al Gobierno checo por trato degradante a los refugiados; Alemania se planteaba usar aviones militares para expulsar inmigrantes; y Philippe Legrain, ex asesor independiente en temas económicos para la presidencia de la Comisión Europea e investigador superior visitante en el Instituto Europeo de la Escuela de Economía de Londres escribía un artículo en El País titulado "La desintegración de Europa" en el que señalaba que el restablecimiento de fronteras internas es una señal clara de que la UE se caía a pedazos y que la salida del Reino Unido podía trastocar la dinámica de la integración; razón de sobra para arreglarlo antes de que sea demasiado tarde, añadía.

El martes de esta semana el primer ministro británico, David Cameron, hacía públicas las claves del pulso entre el Reino Unido y el resto de la Unión Europea, claves que encuentran el rechazo de la Comisión y de varios de los Estados miembros.

Y un día antes, en un ejercicio de demagogia pseudo-democrática llevada al límite del absurdo, el parlamento de la Comunidad Autónoma de Cataluña, declaraba solemnemente, en un brindis al sol tan característico de esa rancia españolidad que ellos desprecian a boca llena, la independencia de Cataluña de España.

Pero ante tanta desidia, incompetencia y falta de liderazgo en España y Europa, ¿qué cabe hacer? Centrémonos en Europa; supongo que respuestas las hay a decenas (al menos veintiocho), una por cada partido europeo y por cada gobierno estatal. Pero a lo que se ve, todas resultan insuficientes e inaplicables. ¿Y tenemos que conformarnos los ciudadanos, insisto, ante tanta desidia e incompetencia por parte de los líderes de los gobiernos europeos ? 

A mí me ha parecido de enorme interés el artículo publicado recientemente en Revista de Libros por Francisco Rubio Llorente, que fue presidente del Consejo de Estado, vicepresidente del Tribunal Constitucional y director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, con el título de "Constitucionalismo contemporáneo y Constitución Europea", reelaboración en lo esencial de lo escrito por el autor en el Libro-Homenaje al magistrado del Tribunal Constitucional, Luis Ortega, recientemente fallecido.

Dice Rubio Llorente al inicio de su artículo: "Para la mayor parte de los ciudadanos europeos de nuestro tiempo, las finalidades que dan sentido al proceso de integración tienen una naturaleza fundamentalmente económica y es la ciencia económica, no la jurídica, la que ha de guiarlo. Como es bien sabido, no siempre fue así, ni debiera ahora ser así. En los comienzos de este proceso, la economía era instrumento al servicio de una finalidad más alta: evitar nuevas guerras, asegurar la paz en Europa mediante una reestructuración jurídico-política del continente, una «apertura» constitucional de los Estados europeos que diese lugar a un nuevo sistema de relación entre ellos. Por eso ha podido decirse que ese proceso no comenzó en los Tratados de Roma o París, sino mucho antes, en las Constituciones promulgadas tras el final de la guerra en todos los Estados fundadores. Pronto, ya en la década de los sesenta del pasado siglo, esa finalidad última pasó, sin embargo, a segundo plano y la economía dejó de ser instrumento para convertirse en objetivo real del proceso de integración. Las exigencias económicas o, más precisamente, la racionalidad propia de la economía de mercado, habían de primar, en consecuencia, sobre cualesquiera otras. El Derecho seguía siendo imprescindible, pero sólo como forma, como «lengua del poder», y las categorías jurídicas que obstaculizaran o entorpecieran la integración económica habrían de ser abandonadas o reformuladas para acomodarse a ella. Una tarea que sólo los jueces pueden llevar a cabo.

La audaz «constitucionalización» jurisdiccional de los Tratados, continúa diciendo, a partir de sentencias de la del caso Costa versus ENEL, hizo posible el avance de la integración económica, el paso del mercado común al mercado único y de las Comunidades a la Unión, pero a costa de eliminar algunos componentes sustanciales del concepto de Constitución. Los Tratados son «Constitución» porque sus normas son de aplicación directa y prevalecen sobre las estatales, sea cual fuere su rango, no porque emanen del poder constituyente de una inexistente soberanía nacional o porque su validez se apoye en la pretensión de positivizar un Derecho más alto, un "higher law". Esta Constitución «funcional» sólo tiene una legitimidad democrática derivada de la de los Estados, «señores de los Tratados», y son también las Constituciones nacionales las que garantizan los derechos en el seno de las respectivas sociedades. En esa función, la «Constitución» europea puede complementarlas, pero sólo en su propio ámbito de actividad, en el ejercicio de sus competencias, que no son universales, como las de los Estados, sino competencias de atribución al servicio de finalidades específicas. Unas puramente políticas, pero poco apremiantes, como las de asegurar la paz en una Europa que vive bajo la protección militar de los Estados Unidos, o formuladas en términos vagos y remitidas a un futuro más o menos lejano, como la de realizar una unión «cada vez más estrecha», pero de cuyo contenido concreto sólo se conocen con precisión los límites que en ningún caso ha de traspasar, pues «la Unión no es una Federación». Otra, no desprovista de consecuencias políticas, pero de naturaleza económica, que es el objeto directo de los Tratados y requiere la acción inmediata y cotidiana de las instituciones europeas y de los Estados miembros, es la integración de estos en un mercado único con plena libertad de circulación de bienes, capitales, servicios y personas". 

Los especialistas en Derecho Constitucional siempre han dicho que lo más característico del proceso de construcción de la democracia norteamericana ha sido el decisivo papel del Tribunal Supremo en la interpretación de la Constitución. Con todas las limitaciones del caso, que acertadamente señala Rubio Llorente, quizá sea el Tribunal de Justicia de la Unión la última instancia que nos quede a los ciudadanos europeos para conservar la esperanza en una Europa unida y en paz. De lo que realicen nuestros políticos no creo que debamos esperar gran cosa, si acaso, como decía Karl Popper en "La sociedad abierta y sus enemigos", que los destrozos que hagan sean los menores posibles.

Espero que se animen a continuar la lectura de los artículos citados en los enlaces de más arriba. 


Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt


Parlamento de la Unión Europea



Entrada núm. 2505
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jueves, 12 de noviembre de 2015

[Humor & Poesía] Hoy, "Llora Jacob de su Raquel querida", de Miguel de Barrios




La novia judía (Rembrandt, 1666)


Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos?  Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado. 

El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Llora Jacob de su Raquel querida", de Miguel de Barrios y Valle o Miguel Daniel Leví de Barrios (1635-1701). Militar, poeta, historiador, dramaturgo y filósofo sefardí. Era hijo de Simón de Barrios (de nombre judío Jacob Levi Caniso), de origen judeoportugués y contador del marqués de Priego, y de Sebastiana del Valle (de nombre judío Sara Valle). Simón de Barrios abandonó Castilla para escapar la persecución de la Inquisición y se dirigió al reino de Portugal, donde residió en Marialva y también cerca del Chalet-Flor; pero, no sintiéndose tampoco seguro allí, marchó a Argelia. Desde Argelia su hijo, Miguel de Barrios, pasó a Italia y luego a Niza, donde residió por algún tiempo. En 1660 cruzó el Atlántico con un grupo de judíos que se estableció en Trinidad y Tobago. Allí murió su joven esposa, tras lo que él volvió a Europa. En Bruselas se alistó en el ejército español en Flandes, donde alcanzó el grado de capitán. En Bruselas escribió su "Flor de Apolo", algunos dramas y el "Coro de las Musas", donde realizaba panegíricos de notables príncipes europeos. Se propuso escribir una obra sobre el Pentateuco en doce partes, pero los rabinos no dieron permiso para imprimirla; en 1672 se trasladó a Ámsterdam, donde residió hasta su muerte. Desde 1674 se dedicó a los negocios, la poesía y la historia en lengua española, en el ambiente de libertad existente en las Provincias Unidas de los Países Bajos. En 1676 fundó una academia literaria, la Academia de los Sitibundos, que tenía entre sus jueces, a uno de los vecinos más ricos de Ámsterdam, Manuel Belmonte, conde palatino residente del rey de España, al doctor Isaac de Rocamora, exdominico, predicador de la emperatriz Mariana de Austria, y a Isaac Gómez de Sosa, poeta imitador de Virgilio. Los aventureros eran Abraham Henriques, Mosseh Rosa, Mosseh Días y Abraham Gómez Silveyra. Miguel de Barrios tenía el cargo de mantenedor de la misma. El lema de la academia era «el alma es fuego del Señor» (Prov., XX, 27). A principios de 1685 es nombrado mantenedor, junto con su hijo Simón de Barrios, Abraham Gutierres, Mosseh Rosa y Manuel de Lara, de otra academia, la Academia de los Floridos, cuyos 38 miembros se recogen en la Relación de los poetas y escritores españoles de la nación judáica amstelodana. Esta nueva academia fue creada por deseo de Manuel Belmonte y constituida por Isaac Nunes; destacando especialmente su secretario José Penso de la Vega y el fiscal Isaac Orobio de Castro. Todos se consagraban a la literatura y representaban lo más selecto de la sociedad judía de Ámsterdam. Miguel de Barrios desarrolló la creencia en la vuelta del Mesías para el Año Nuevo judío de 5435 (cristiano de 1675). Fue enterrado en el cementerio de Amsterdam, al lado de su segunda esposa, Abigail de Pina, hija de Isaac de Pina, con la que se había casado en 1662 y que murió en 1686. Se ha propuesto que el cuadro de Rembrandt La novia judía, de 1668, les representa a ambos.

Las viñetas que acompañan la entrada de hoy son todas del dibujante Ricardo, y se publican en el diario El Mundo.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




***


LLORA JACOB DE SU RAQUEL QUERIDA

Llora Jacob de su Raquel querida
la hermosura marchita en fin temprano,
que cortó poderosa y fuerte mano
del árbol engañoso de la vida.

Ve la purpúrea rosa convertida
en cárdeno color, en polvo vano,
y la gala del cuerpo más lozano
postrada en tierra, a tierra reducida.

"¡Ay!", dice, "¡Gozo incierto! ¡Gloria vana!
¡Mentido gusto! ¡Estado nunca fijo!
¿Quién fía en tu verdor, vida inconstante?

Pues cuando más robusta y más lozana
un bien que me costó tiempo prolijo
me lo quitó la muerte en un instante."

Miguel de Barrios


***



VIÑETAS DE RICARDO 





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miércoles, 11 de noviembre de 2015

[Cuentos para la edad adulta] Hoy, "Parábola del trueque", de Juan José Arreola






El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. 

Continúo hoy la serie con el cuento titulado "Parábola del trueque", de Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001) escritor, académico y editor mexicano. Trabajó desde muy joven como encuadernador, vendedor ambulante, periodista, mozo de cuerda, cobrador de banco, impresor, comediante, panadero... En 1934 escribió sus tres primeros textos. En 1948 entra a trabajar en el Fondo de Cultura Económica como corrector y autor de solapas y obtiene una beca en El Colegio de México. Su primer libro de cuentos aparece en 1949, editado por el FCE. En 1950 comienza a colaborar en la colección "Los Presentes" y recibe una beca de la Fundación Rockefeller. Poco después publica su primera gran obra "Confabulario". Gran aficionado al ajedrez, invitó Guadalajara a un adolescente Bobby Fischer, entonces campeón de ajedrez de los Estados Unidos y que después sería campeón mundial. En cuanto a su formación, escribió: "Soy autodidacto, es cierto. Pero a los doce años y en Zapotlán el Grande leí a Baudelaire, a Walt Whitman y a los principales fundadores de mi estilo: Papini y Marcel Schwob, junto con medio centenar de otros nombres más y menos ilustres". Recibió innumerables premios, entre ellos el Xavier Villarrutia, el Nacional de Periodismo y el Nacional de Lingüística y Literatura de México, así como el de Literatura Latinoamericana y del Caribe.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



Juan José Arreola



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martes, 10 de noviembre de 2015

[Historia] Un aniversario más de la "Kristallnacht"



El inicio


Ahora que Europa parece sumirse de nuevo en la noche de los tiempos con campos de concentración y de internamiento, expulsiones y traslados masivos de población, cuotas de refugiados y delirios nacionalistas, de los que en España, hoy mismo, tenemos cumplida referencia, no parece estar de más recordar dónde, cuándo y cómo comenzó todo.

Fue en esta noche, entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, hace justamente setenta y siete años, que en muchas ciudades de Alemania y Austria comenzó lo que acabaría convirtiéndose en esa pesadilla, vergüenza de la humanidad, que fue el Holocausto, la "Shoah", la "Solución Final" (en el lenguaje tecnocrático del régimen nacional-socialista): el exterminio sistemático y premeditado de los judíos de Alemania y Europa. Pero todo comenzó a fraguarse entre 1925 y 1928, en que un iluminado llamado Adolf Hitler escribió un libro llamado Mein Kampf (Mi lucha). Un artículo reciente en El País, titulado Desmontando el Mein Kampf (sin silenciarlo), escrito por Ricardo de Querol y Luis Doncel, contaba su génesis.

La atrocidad fue de tal calibre que ninguna de las realizadas posteriormente por régimen, estado, nación u hombre alguno, y las ha habido de todos los colores y calibres, le resulta equiparable. Fue la llamada por los historiadores La Noche de los Cristales. Aquella noche, como había anunciado ya cien años antes el poeta alemán Heine (de origen judío): "quién quema libros termina tarde o temprano por quemar hombres", dio comienzo uno de esos hechos que avergonzarán por siempre a la humanidad. Y como dijo el también judío italiano Primo Levi en uno de los libros más intensamente conmovedores que he podido leer nunca, "Si esto es un hombre" (Muchnik, Barcelona, 2002), quizá no podamos comprender nunca lo que pasó, pero si podemos y debemos comprender dónde nació, y estar en guardia. Si comprender es imposible -dice-, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también, concluye. 

Lo que pasó aquella noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938 en Alemania y Austria lo recordó en su día en un interesante artículo del El País, titulado "La España en guerra ante la Kristallnacht", el profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid, Alejandro Baer.

El artículo del profesor Baer se centraba en explicar la diferente actitud que mostraron ante los hechos que se relatan en el mismo el gobierno y la prensa de la zona republicana, por un lado, y el gobierno y la prensa de la zona nacional, por otro. La primera, condenándolo con energía y rotundidad; la segunda, amparándolo y justificándolo.

Pero a mi lo que más me llamó la atención del artículo fue la afirmación, que comparto, de que los enraizados prejuicios y estereotipos antisemitas, con que se prodigaron en noviembre de 1938 quienes finalmente ganaron la Guerra Civil, han perdurado durante décadas y que sus resabios y ramificaciones forman parte de nuestro presente. ¿Acaso le cabía a alguien duda de ello? No me atrevería yo a afirmar rotundamente que la mayoría de la sociedad española sea racista; desde luego, arraigados prejuicios antisemitas si que tiene. Y en lo que discrepo del profesor Baer es que provengan del régimen franquista. Tengo la impresión de que son bastante más antiguos.

Hay un libro espléndido y admirable del filólogo e historiador Américo Castro titulado "España en su historia: cristianos, moros y judíos" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1989), que explicita ese eterno tema de discusión académica nacional sobre que es el "ser de España". Castro, contra la opinión de otros eminentes historiadores españoles como Claudio Sánchez Albornoz, con el que polemizó duramente sobre ello, se inclina por la tesis del mestizaje entre cristianos, moros y judíos, como característica definitoria del "ser nacional español". Es por ello por lo que al inicio del capítulo X de su libro afirma con rotundidad: "La historia del resto de Europa puede entenderse sin necesidad de situar a los judíos en un primer término; la de España, no. La función primordial y decisiva de los hispano-hebreos es indisoluble, a su vez, de la circunstancia de haber vivido articulados prietamente con la historia hispano-musulmana."

Como atestigua mi apellido paterno y el escudo de armas familiar (se dice en él que "probó" su hidalguía, lo que significa que había dudas sobre la pureza de su sangre) soy descendiente de conversos. Como lo fueron innumerables españoles tales como el propio rey Fernando el Católico; los escritores Juan de Mena, Fernando de Rojas, fray Luis de León, Mateo Alemán, Hernando del Pulgar, Jorge de Montemayor y el mismo Miguel de Cervantes; los místicos (y santos) Teresa de Jesús y Juan de la Cruz; el teólogo Juan de Torquemada; el médico y científico Miguel Servet; los filósofos Juan Luis Vives, Francisco Sánchez y Benito Espinosa... La lista es interminable y espléndida.

Decir ahora que el antisemitismo español, según algunos especialistas el más arraigado de Europa, es producto del franquismo, o de la confrontación israelí-palestina actual me parece como poco quedarse un poco cortos. El problema es que tengo la impresión de que Europa, y España con ella, camina de nuevo hacia un resurgimiento populista de la xenofobia y el racismo. Confío en equivocarme, pero ejemplos recientes en sentido contrario, tenemos más que sobrados. 

Termino con otro párrafo, que me parece muy significativo, del libro de Primo Levi que cité al comienzo de la entrada: "Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes. Henos aquí dóciles bajo vuestras miradas; de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebeldía, ni palabras de desafío, ni siquiera una mirada que juzgue." ¿Volvemos a empezar? Espero que no. Si quieren saber como fue la realidad les recomiendo la lectura de "Eichmann en Jerusalén", de Hannah Arendt, en cualquiera de sus múltiples ediciones. 

Hay historias de ficción que cuando nos sumergimos en ellas nos parecen tan irreales, por lo horrorosas, que nos cuesta admitir que la realidad fue peor aun de lo que estamos leyendo. Una de esas historias, que estoy terminando de leer con desasosiego y apasionado interés (y espero que se animen a enfrentarse con sus 991 páginas de apretado texto porque -de verdad- merece la pena) es la de "Las Benévolas", de Jonathan Littell (RBA, Barcelona, 2007), ganadora del premio Goncourt. "En realidad -nos dice el narrador de la historia en primerísima persona al inicio de la misma- también podría no haber escrito. Bien pensado no es una obligación. Desde que se acabó la guerra, he sido un hombre discreto; gracias a Dios, nunca he necesitado, como mis excolegas, escribir mis memorias para justificarme, porque no tengo nada que justificar; ni tampoco tengo intenciones lucrativas, porque me gano la vida bastante bien con lo que hago. No estoy arrepentido de nada; hice el trabajo que tenía que hacer, y ya está; en cuanto a mis asuntos familiares, que a lo mejor cuento también, solo me importan a mí y, en lo referido a lo demás, hacia el final, es muy posible que me haya excedido, pero es que estaba ya un tanto fuera de mis casillas, flaqueaba y, encima, a mi alrededor el mundo entero se venía abajo; admitid que no fui el único que perdió la cabeza. Pese a mis fallos, que han sido muchos, no he dejado de ser de esos que opinan que las únicas cosas indispensables para la existencia humana son respirar, comer, beber, defecar y buscar la verdad. El resto es facultativo."

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



El final



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lunes, 9 de noviembre de 2015

[Política] Sobre el amor a la patria



Alegoría de España (Biblioteca Nacional, Madrid)


Las campañas electorales me ponen de los nervios, lo confieso. Y en algunas ocasiones hasta me hartan. En época de elecciones se suelen exacerbar los sentimientos patrióticos, y las alusiones a la Patria, la Nación, el País o el Estado, así, con mayúsculas, se convierten en el pan nuestro de cada día. 

Desconfío, por decirlo suavemente, de todos aquellos que hablan de la Patria, la Nación, el País, el Estado, la Justicia, la Democracia, el Pueblo o Dios (y más cosas) en primera persona, con mayúscula, y poniéndolos siempre por delante como justificación de sus acciones. Me dan miedo. Y de vez en cuando me repelen. Sobre todo cuando suenan a oportunismo electoral.

Es difícil entenderse, aunque sea en el mismo idioma, cuando no compartimos el sentido de las palabras que empleamos. Así pues, para que se me pueda entender, y replicar, reproduzco las acepciones, tomadas del Diccionario de la lengua española de la RAE (2014) que me son más cercanas de algunas de las palabras empleadas en esta entrada.

1. estado: 6. m. Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio.

2. nación: 1. f. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno.

3. país: 2. m. Territorio, con características geográficas y culturales propias, que puede constituir una entidad política dentro de un Estado.

4. patria: 2. f. Lugar, ciudad o país en que se ha nacido.

5. patriota: 1. m. y f. Persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien.

6. patriotismo: 2. m. Sentimiento y conducta propios del patriota.

7. pueblo: 3. m. Conjunto de personas de un lugar, región o país.

El escritor y académico Javier Marías en un artículo de hace unos años en El País Semanal titulado "Cómo se llamará esta afección", escribía: "Siempre me ha costado mucho entender el patriotismo. Las proclamas del tipo "Amo España" (o Inglaterra, Escocia, Italia, Cataluña o Galicia, lo mismo da) me han sonado falsas y huecas, además de inverosímiles, porque nadie está capacitado para "amar" así, en bloque, un país entero, menos aún una metáfora o un concepto. Uno ama, como mucho, a unas cuantas personas a lo largo de su vida, sin que nos importen su lugar de nacimiento ni la lengua que hablen. Casi siempre se pertenece a un sitio por accidente. A ese sitio nos acostumbramos, sí, y durante un tiempo es nuestro único mundo. En él desarrollamos nuestros primeros afectos: creamos vínculos fuertes con algunas personas y paisajes, adquirimos hábitos que nos son gratos y que hasta pueden llegar a sernos indispensables. Por lo general nos sentimos cómodos, y bastaría con que nos viéramos condenados al exilio -como ha sucedido a tantos españoles a lo largo de la historia- para que echáramos desmedidamente en falta esos paisajes y esos hábitos. La mayoría de la gente vive donde vive porque se encontró allí al nacer y se incorporó a lo que ya estaba en marcha. Se instaló naturalmente y ya no se plantea moverse, a no ser que sienta un profundo descontento o aburrimiento, o sea inquieta y quiera hacer lo que antes se llamaba "conocer mundo", o vea que su lugar no es el adecuado para abrirse camino en su profesión. Pero todo es principalmente una cuestión de costumbre, y el amor tiene poco que ver en ello".


El artículo completo de Marías, que pueden leer en el enlace de más arriba, me pareció desgarrador, y quizá, excesivo. En todo caso comparto con él ese sentimiento de "patriotismo negativo" al que alude en su texto: aquel que nos hace avergonzarnos de muchos de nuestros compatriotas y de muchas de las cosas que se han hecho y dejado de hacer en nombre de la patria.

Leyéndolo he recordado un libro del también escritor e ilustre filósofo, Fernando Savater, que me impresionó sobremanera cuando lo leí, por su atrevimiento y la dureza de sus planteamientos, contra el propio concepto de nación. Se titulaba "Contra las patrias" (Tusquets, Barcelona, 1987), y no sé si don Fernando seguirá sosteniendo lo que en el decía contra "todas" las patrias"; supongo que sí, porque el concepto de "patria", como se vé en las definiciones del Diccionario de la RAE, no es unívoco.

También ignoro si Javier Marías había leído cuando escribió su artículo la magnífica biografía de Hannah Arendt de la periodista y escritora francesa Laure Adler, titulada "Hannah Arendt" (Destino, Barcelona, 2006). Me gustaría pensar que sí por la coincidencia casi literal entre lo que escribe Marías sobre el "amor patrio" y lo que pone Laure Adler en boca de su biografiada (página 426), sobre ese mismo concepto de amor a la patria, o al pueblo: "Tiene usted toda la razón: no me anima ningún amor de esa clase, y eso por dos motivos: jamás en toda mi vida he amado a ningún pueblo, a ninguna colectividad; ni al pueblo alemán, ni al francés, ni al norteamericano, ni a la clase obrera, ni nada de todo eso. Yo amo únicamente a mis amigos, y la sola clase de amor que conozco y en la que creo es en el amor por las personas."

¿Plagio inocente e inadvertido o simple coincidencia de sentimientos? Cualquiera de los dos hechos son posibles. No me preocupa. Como Marías, yo también me pregunto como se llamará "esa afección que nos hace incapaces de enorgullecernos junto a la capacidad de avergonzarnos por lo ajeno vecino". En todo caso, como él, estoy seguro de que no somos los únicos españoles que la padecemos.

Mi paisano Nicolás Estévanez, (1838-1914), militar y político de prestigio, y sobre todo poeta, escribió un hermosísimo poema sobre el mito de la patria titulado "La sombra del almendro". Les dejo con él. 

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




LA SOMBRA DEL ALMENDRO

La patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.

A mi no me entusiasman
ridículas utopías,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.

A mi no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.

La sangre de mis venas,
a mi no se me importa
que venga del Egipto
o de las razas céltica y godas.

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ella
hasta que el mar inunde aquellas costas.

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora...

Nicolás Estévanez




Javier Marías, Nicolás Estévanez y Hannah Arendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 7 de noviembre de 2015

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Lisístrata", de Aristófanes






Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Pero no siempre vamos a estar citando a los grandes clásicos griegos de la tragedia, la filosofía o la ciencia. También, de vez en cuando, podemos deleitarnos con sus comedias. Por ejemplo, con esta que traigo hoy hasta el blog. La famosísima, divertida y atrevida comedia de Aristófanes titulada "Lisístrata".

El argumento de "Lisístrata" no puede ser más sencillo. Se lo intento resumir: Atenas está en un momento álgido de su permanente guerra con Esparta, la Guerra del Peloponeso. Lisístrata es una decidida matrona ateniense harta de que su marido se pase la vida en la guerra desatendiendo a su familia y sus quehaceres ordinarios. Así pues, un día, convence a un numeroso grupo de mujeres atenienses para ocupar la acrópolis de la ciudad, en la que se guarda el tesoro de la misma, y declararse en huelga de muslos cerrados hasta que sus hombres hagan la paz con los espartanos y vuelvan a sus casas y sus quehaceres cotidianos. 

La medida no solo es secundada por las mujeres atenienses, sino que llega a oídos de las mujeres espartanas, que hartas también de la guerra de sus maridos, deciden secundarla uniéndose a una huelga general sexual que deja a sus hombres absolutamente al pairo. Ni que decir tiene que la medida tiene un éxito fulminante, ya que, a la obligada abstinencia sexual de los guerreros se une la imposibilidad de acceder a la acrópolis y disponer del dinero para la guerra. La paz entre Esparta y Atenas se consolida y todos brindan finalmente por la "reconciliación" y vuelven alegres a sus "quehaceres"...

"Lisístrata" fue representada por primera vez en el 411 a. C., y desde entonces se ha convertido en un símbolo del esfuerzo organizado de las mujeres en favor de la paz. Por ello, se usó su nombre para el "Lysistrata Project" (Proyecto Lisístrata), un acto teatral que se efectuó en el 2003 de manera simultánea en más de cuarenta y dos países en favor de la paz. Ese día miles de personas participaron en aproximadamente 700 lecturas dramatizadas de la obra, que se realizaron a beneficio de organizaciones sin fines de lucro, que trabajan por la paz y ofrecen ayuda humanitaria.

Aristófanes (444-385 a.C.) vivió durante la Guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas, políticas, filosóficas, económicas y literarias, de la Atenas de aquella época.

Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia "Las nubes" presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.

Pese a ello, sus comedias son de un gran interés histórico, además de su valor literario, pues gracias a las mismas se puede conocer la vida cotidiana de los atenienses. El autor protestó con frecuencia contra la guerra. Tanto en "Lisístrata", como en "Los acarnienses" y "La paz", Aristófanes defendió las soluciones pacíficas contra los demagogos que impulsaban al pueblo a la guerra. 

En el vídeo de más abajo pueden ustedes disfrutar de la representación de "Lisístrata" llevada a cabo por la Compañía Timbre 4, de Ciudad de México, o hacerlo desde este enlace.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt








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