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martes, 13 de febrero de 2018

[CUENTOS PARA LA EDAD ADULTA] Hoy, con "Eva", de Juan José Arreola





El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Desde hace unos meses vengo trayendo al blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros.

Continúo hoy la serie de Cuentos para la edad adulta con el titulado "Eva", del escritor, académico, traductor y editor mexicano Juan José Arreola (1918-2001). De formación autodidacta desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Arreola pertenece a la generación del 50, que incluye a autores como Emilio Carballido, Rosario Castellanos, Sergio Magaña, Ernesto Cardenal, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Rubén Bonifaz Nuño. Se le considera como uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México,​ así como uno de los máximos exponentes de la minificción latinoamericana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso. Les dejo con su relato:



EVA
de 
Juan José Arreola


Él la perseguía a través de la biblioteca entre mesas, sillas y facistoles. Ella se escapaba hablando de los derechos de la mujer, infinitamente violados. Cinco mil años absurdos los separaban. Durante cinco mil años ella había sido inexorablemente vejada, postergada, reducida a la esclavitud. Él trataba de justificarse por medio de una rápida y fragmentaria alabanza personal, dicha con frases entrecortadas y trémulos ademanes.

En vano buscaba él los textos que podían dar apoyo a sus teorías. La biblioteca, especializada en literatura española de los siglos XVI y XVII, era un dilatado arsenal enemigo, que glosaba el concepto del honor y algunas atrocidades por el estilo.

El joven citaba infatigablemente a J. J. Bachofen, el sabio que todas las mujeres debían leer, porque les ha devuelto la grandeza de su papel en la prehistoria. Si sus libros hubieran estado a mano, él habría puesto a la muchacha ante el cuadro de aquella civilización oscura, regida por la mujer cuando la tierra tenía en todas partes una recóndita humedad de entraña y el hombre trataba de alzarse de ella en palafitos.

Pero a la muchacha todas estas cosas la dejaban fría. Aquel período matriarcal, por desgracia no histórico y apenas comprobable, parecía aumentar su resentimiento. Se escapaba siempre de anaquel en anaquel, subía a veces a las escalerillas y abrumaba al joven bajo una lluvia de denuestos. Afortunadamente, en la derrota, algo acudió en auxilio del joven. Se acordó de pronto de Heinz Wölpe. Su voz adquirió citando a este autor un nuevo y poderoso acento.

«En el principio sólo había un sexo, evidentemente femenino, que se reproducía automáticamente. Un ser mediocre comenzó a surgir en forma esporádica, llevando una vida precaria y estéril frente a la maternidad formidable. Sin embargo, poco a poco fue apropiándose ciertos órganos esenciales. Hubo un momento en que se hizo imprescindible. La mujer se dio cuenta, demasiado tarde, de que le faltaba ya la mitad de sus elementos y tuvo necesidad de buscarlos en el hombre, que fue hombre en virtud de esa separación progresista y de ese regreso accidental a su punto de origen.»

La tesis de Wölpe sedujo a la muchacha. Miró al joven con ternura. «El hombre es un hijo que se ha portado mal con su madre a través de toda la historia», dijo casi con lágrimas en los ojos.

Lo perdonó a él, perdonando a todos los hombres. Su mirada perdió resplandores, bajó los ojos como una madona. Su boca, endurecida antes por el desprecio, se hizo blanda y dulce como un fruto. Él sentía brotar de sus manos y de sus labios caricias mitológicas. Se acercó a Eva temblando y Eva no huyó.

Y allí en la biblioteca, en aquel escenario complicado y negativo, al pie de los volúmenes de conceptuosa literatura, se inició el episodio milenario, a semejanza de la vida en los palafitos.



FIN



Eva (Fragmento, 1507), de Alberto Durero. Museo del Prado, Madrid



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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viernes, 24 de noviembre de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "De escaquística", de Juan José Arreola





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 



Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado De escaquística, de Juan José Arreola (1918-2001), escritor, académico, traductor y editor mexicano. De formación autodidacta, desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Arreola pertenece a la generación del 50, que incluye a autores como Emilio Carballido, Rosario Castellanos, Sergio Magaña, Ernesto Cardenal, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Rubén Bonifaz Nuño. Gracias a obras como Confabulario (1952) Bestiario (1959) y La Feria muy divertida (1963) se le considera como uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México así como uno de los máximos exponentes de la minificción latinoamericana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso.

Les dejo con su relato. Fue publicado en la obra Minificción mexicana, de Lauro Zavala. Tiene catorce palabras, y dice así:


DE ESCAQUÍSTICA
por 
Juan José Arreola

La presión ejercida sobre una casilla, 
se propaga en toda
 la superficie del tablero.




Fotograma de El séptimo sello, de Ingmar Bergman (1957)


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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martes, 26 de septiembre de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "De John Donne", por Juan José Arreola





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado De John Donne, de Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), escritor, académico y editor mexicano. Comenzó su carrera de escritor a los 31 años. En 1948, gracias a Antonio Alatorre, encontró trabajo en el Fondo de Cultura Económica como corrector y autor de solapas. Obtuvo una beca en El Colegio de México gracias a la intervención de Alfonso Reyes. Su primer libro de cuentos Varia invención, apareció en 1949, editado por el FCE. Para 1950 comenzó a colaborar en la colección "Los Presentes" y recibió una beca de la Fundación Rockefeller. En 1979 recibió el Premio Nacional en Lingüística y Literatura y diez años más tarde el Premio Jalisco de Letras y en 1992 el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe "Juan Rulfo". De amplia cultura, la obra de Arreola se caracteriza por una inteligencia profunda y lúdica que juega con los conceptos y las situaciones utilizando símbolos y parodias en textos breves y significativos que rompen las leyes lógicas y naturales en una prosa es de estilo clásico y depurado. En el universo de su obra se rompen las leyes lógicas y naturales.

Les dejo con su De John Donne, publicado en Minificción mexicana, de Lauro Zavala. Tiene catorce palabras y dice así: 



DE JOHN DONNE
por

El espíritu es solvente de la carne. 
Pero yo soy de tu carne indisoluble.




Mujer sentada, de Pierre-Auguste Renoir


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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jueves, 29 de junio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Cuento de horror", de Juan José Arreola






Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Cuento de horror, de Juan José Arreola (1918-2001), escritor, académico, traductor y editor mexicano. De formación autodidacta, desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Arreola pertenece a la generación del 50, que incluye a autores como Emilio Carballido, Rosario Castellanos, Sergio Magaña, Ernesto Cardenal, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Rubén Bonifaz Nuño. Gracias a obras como Confabulario (1952) Bestiario (1959) y La Feria muy divertida (1963) se le considera como uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México así como uno de los máximos exponentes de la minificción latinoamericana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Cuento de horror. Fue publicado en la obra Palindroma (1980). Tiene dieciséis palabras, y dice así:


CUENTO DE HORROR
por 
Juan José Arreola

La mujer que amé 
se ha convertido en fantasma. 
Yo soy el lugar de las apariciones.



Separación, de Edvard Munch (1863-1944)


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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jueves, 17 de noviembre de 2016

[Píldoras literarias] Hoy, con "El mundo", de Juan José Arreola






La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado El mundo, de Juan José Arreola )1918-2001), escritor, académico, traductor y editor mexicano. De formación autodidacta desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Se le considera uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México, así como uno de los máximos exponentes de la minificción latinoamericana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso. Sus textos, influenciados por autores como Kafka, Giovanni Papini, Jorge Luis Borges o Charles Baudelaire, tienen como características principales la brevedad, la ironía y la constante combinación de los recursos de distintos géneros literarios, como el cuento, la poesía y el ensayo.

Su narración, incluida en la obra Minificción mexicana de Lauro Zavala, tiene veintiuna palabras y dice así: 


EL MUNDO

Dios todavía no ha creado el mundo; 
sólo está imaginándolo, como entre sueños. 
Por eso el mundo es perfecto, pero confuso.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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martes, 14 de junio de 2016

[Píldoras literarias] Hoy, "Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco", de Juan José Arreola





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrincode Juan José Arreola (1918-2001), escritor, académico, traductor y editor mexicano. De formación autodidacta desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Se le considera como uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México así como uno de los máximos exponentes de la minificción mexicana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso. 

Su relato, incluido en Obras de Juan José Arreola (1972), consta de diecinueve palabras y dice así: 

ÁGRAFA MUSULMANA EN PAPIRO DE OXYRRINCO


Estabas a ras de tierra y no te vi. 
Tuve que cavar hasta 
el fondo de mí para encontrarte.

***






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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miércoles, 11 de noviembre de 2015

[Cuentos para la edad adulta] Hoy, "Parábola del trueque", de Juan José Arreola






El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. 

Continúo hoy la serie con el cuento titulado "Parábola del trueque", de Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001) escritor, académico y editor mexicano. Trabajó desde muy joven como encuadernador, vendedor ambulante, periodista, mozo de cuerda, cobrador de banco, impresor, comediante, panadero... En 1934 escribió sus tres primeros textos. En 1948 entra a trabajar en el Fondo de Cultura Económica como corrector y autor de solapas y obtiene una beca en El Colegio de México. Su primer libro de cuentos aparece en 1949, editado por el FCE. En 1950 comienza a colaborar en la colección "Los Presentes" y recibe una beca de la Fundación Rockefeller. Poco después publica su primera gran obra "Confabulario". Gran aficionado al ajedrez, invitó Guadalajara a un adolescente Bobby Fischer, entonces campeón de ajedrez de los Estados Unidos y que después sería campeón mundial. En cuanto a su formación, escribió: "Soy autodidacto, es cierto. Pero a los doce años y en Zapotlán el Grande leí a Baudelaire, a Walt Whitman y a los principales fundadores de mi estilo: Papini y Marcel Schwob, junto con medio centenar de otros nombres más y menos ilustres". Recibió innumerables premios, entre ellos el Xavier Villarrutia, el Nacional de Periodismo y el Nacional de Lingüística y Literatura de México, así como el de Literatura Latinoamericana y del Caribe.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



Juan José Arreola



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lunes, 15 de junio de 2015

[Literatura] Un cuento cada día, o casi... Hoy, "El guardagujas", de Juan José Arreola






El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos.

Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten.

Hoy continúo la serie con "El guardagujas", de Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), escritor, académico y editor mexicano. Comenzó su carrera de escritor a los 31 años. En 1948, gracias a Antonio Alatorre, encontró trabajo en el Fondo de Cultura Económica como corrector y autor de solapas. Obtuvo una beca en El Colegio de México gracias a la intervención de Alfonso Reyes. Su primer libro de cuentos "Varia invención", apareció en 1949, editado por el FCE. Para 1950 comenzó a colaborar en la colección "Los Presentes" y recibió una beca de la Fundación Rockefeller. En 1979 recibió el Premio Nacional en Lingüística y Literatura, en la Ciudad de México, diez años más tarde el Premio Jalisco de Letras y en 1992 el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe "Juan Rulfo". De amplia cultura, la obra de Arreola se caracteriza por una inteligencia profunda y lúdica que juega con los conceptos y las situaciones utilizando símbolos y parodias en textos breves y significativos que rompen las leyes lógicas y naturales en una prosa es de estilo clásico y depurado. En el universo de su obra se rompen las leyes lógicas y naturales.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Juan José Arreola




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