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jueves, 10 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] La noche de los cristales. [Publicada el 11/11/2008]



Berlín, noviembre de 1938


Ayer, 10 de noviembre, se cumplieron 70 años justos del inicio de lo que acabaría convirtiéndose en el Holocausto, la "Shoah", el exterminio sistemático y premeditado de los judíos de Alemania y Europa por el régimen nazi. La atrocidad fue de tal calibre que ninguna de las realizadas posteriormente por régimen, estado, nación u hombre alguno, y las ha habido de todos los colores y calibres, le resulta equiparable. Fue la llamada por los historiadores "La Noche de los Cristales". Lo recuerda hoy en un interesante artículo de El País titulado "La España en guerra ante la Kristallnacht", que reproduzco más adelante, el profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid Alejandro Baer, .

El artículo del profesor Baer se centra en explicar la diferente actitud que mostraron ante los hechos que se relatan el gobierno y la prensa de la zona republicana, por un lado, y el gobierno y la prensa de la zona nacional, por otro. La primera, condenándolo con energía y rotundidad; la segunda, amparándolo y justificándolo.

Pero a mí lo que más me ha llamado la atención del artículo es la afirmación, que comparto, de que "los enraizados prejuicios y estereotipos antisemitas, con que se prodigaron en noviembre de 1938 quienes finalmente vencieron la Guerra Civil, han perdurado durante décadas - y que- sus resabios y ramificaciones forman parte de nuestro presente". ¿Acaso le cabía a alguien duda de ello? No me atrevería yo a afirmar rotundamente que la mayoría de la sociedad española sea racista; desde luego, arraigados prejuicios antisemitas si que tiene. Y en lo que discrepo del profesor Baer es que provengan del régimen franquista... Tengo la impresión de que son bastante más antiguos.

Hay un libro espléndido y admirable del filólogo e historiador Américo Castro titulado "España en su historia: cristianos, moros y judíos" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1989), que explicita ese eterno tema de discusión académica nacional sobre que es el "ser de España". Castro, contra la opinión de otros eminentes historiadores españoles como Claudio Sánchez Albornoz, con el que polemizó duramente sobre ello, se inclina por la tesis del mestizaje entre cristianos, moros y judíos, como característica definitoria del "ser nacional español". Es por ello por lo que al inicio del capítulo X de su libro afirma con rotundidad: "La historia del resto de Europa puede entenderse sin necesidad de situar a los judíos en un primer término; la de España, no. La función primordial y decisiva de los hispano-hebreos es indisoluble, a su vez, de la circunstancia de haber vivido articulados prietamente con la historia hispano-musulmana."

Como atestigua mi apellido paterno y el escudo de armas familiar (se dice en él que "probó" su hidalguía, lo que significa que había dudas sobre la pureza de su sangre...) soy descendiente de conversos. Como lo fueron innumerables españoles tales como el propio rey Fernando el Católico; los escritores Juan de Mena, Fernando de Rojas, fray Luis de León, Mateo Alemán, Hernando del Pulgar, Jorge de Montemayor y el mismo Miguel de Cervantes; los místicos (y santos) Teresa de Jesús y Juan de la Cruz; el teólogo Juan de Torquemada; el médico y científico Miguel Servet; los filósofos Juan Luis Vives, Francisco Sánchez y Benito Espinosa... La lista es interminable y espléndida.

Decir ahora que el antisemitismo español, según algunos especialistas el más arraigado de Europa, es producto del franquismo, o de la confrontación israelí-palestina actual, me parece como poco, quedarse un poco cortos... HArendt



Berlín, noviembre de 1938


"La España en guerra ante la 'Kristallnacht'", por Alejandro Baer

Kristallnacht, Noche de los Cristales, es el término con el que ha pasado a la historia el pogromo antisemita organizado por el régimen nazi en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. La destrucción de cientos de sinagogas, saqueos, asesinatos y decenas de miles de arrestos y traslados a campos de concentración conforman el fatal balance de las acciones que tuvieron lugar en Alemania y Austria hace 70 años, y que dan comienzo al periodo hoy definido como el Holocausto.

En noviembre de 1938 España atraviesa la última etapa de la Guerra Civil, que se va definiendo de manera ya prácticamente irreversible a favor del bando nacional. El hambre, la destrucción y las noticias del frente que protagonizaban la vida en las dos Españas pueden hacer suponer que los infortunios que sufrieron los judíos alemanes por esas fechas no tendrían apenas repercusión en los medios españoles. Pero no es el caso. Los diarios se hicieron eco de los sucesos de Alemania, desde el atentado contra el diplomático alemán Von Rath en París por un joven judío polaco -que ofreció la excusa al régimen de Hitler para iniciar el pogromo-, hasta las reacciones internacionales a las acciones y medidas antisemitas. La percepción y representación de estos hechos en España se inscribe en un contexto político y cultural condicionado, por un lado, por la imagen estereotipada del judío -que emerge con nitidez durante la República en el ideario conservador y católico- y, por otro, por los acontecimientos de la guerra de España y, en especial, el vínculo entre los fascismos italiano y alemán con Franco.

La prensa de la zona nacional dio las noticias justificando las acciones antijudías, reproduciendo la versión antisemita de la propaganda alemana y ofreciendo también su propia interpretación, a partir del ancestral antijudaísmo de raíz católica. El atentado contra Von Rath del 7 de noviembre es presentado como fruto de una conspiración internacional judía contra Alemania: "Se trata de un crimen evidentemente político, fraguado por las organizaciones judías" titulaba, por ejemplo, La Gaceta del Norte el 9 de noviembre. El diario El Pensamiento Navarro titulaba en primera página el 11 de noviembre: "Los judíos envenenan las relaciones entre los pueblos", y describían los ataques como "acciones espontáneas contra los judíos". Respecto a las disposiciones que dicta el Gobierno alemán separando a los judíos de la economía nacional, el diario gallego El Progreso reproducía directamente las fuentes alemanas: "El judaísmo ha logrado acabar con la paciencia del pueblo alemán, siendo ya hora de que se den cuenta de cómo sabe reaccionar contra tales ataques". Ideal, de Granada, titula en portada el 13 de noviembre: "Alemania adopta medidas enérgicas contra los hebreos. Es un aviso claro para el judaísmo internacional, para que no vuelva a atentar contra un alemán". En esta misma línea también el diario Amanecer, de Zaragoza, señalaba el 11 de noviembre que "nadie debería sorprenderse por las medidas adoptadas por Alemania para defenderse", y se refería a las acciones anti-judías como "merecido castigo" para aquellos que "habían lanzado una ignominiosa campaña contra Alemania". Las noticias son también encuadradas mediante los mitos antisemitas que florecieron durante la República y la Guerra Civil. "Ese es el gran enemigo de la España de Franco: el judaísmo internacional que desde hace muchos años ha visto en nuestra patria presa segura de la política de turbulencias y castradoras concesiones que inauguró el 14 de abril" (Ideal, Granada, 25 de noviembre de 1938). En conjunto y con ocasión de los acontecimientos de noviembre de 1938, las diferencias entre los periódicos son más de matiz que de fondo, y se caracterizan por un discurso marcadamente antisemita.

La prensa republicana, por el contrario, reaccionó condenando con firmeza las acciones nazis y expresando solidaridad, e incluso identificación con los perseguidos. La Vanguardia titula el 11 de noviembre a cuatro columnas "En Alemania se ha desatado la fobia antisemita", y señala a continuación que "las turbas han incendiado todas las sinagogas de Berlín y saqueado las tiendas y domicilios particulares de los israelitas, cometiendo actos de verdadero vandalismo". El día 13 de noviembre los diarios de Madrid y Barcelona informan con detalle sobre lo sucedido. "Aumenta la indignación en todo el mundo por los actos de violencia de Alemania", titula La Vanguardia. Con el encabezamiento "El pogrom nazi", el Abc de Madrid, entonces en manos republicanas, dará comienzo a una serie de informaciones sobre las acciones de la noche del 9 al 10 de noviembre, la reacción internacional que provocaron, así como sobre los decretos que continuaron a los atentados y que fomentaron la creciente arianización y separación de los judíos de la vida económica de Alemania. Igualmente, el Abc publica noticias que desmienten el carácter espontáneo del pogromo, menciona "brutales métodos hitlerianos" e "inconcebibles decretos antisemitas de Goebbels". Aparecen también por vez primera los nombres de los campos de concentración nazis de Mauthausen y Buchenwald. El diario, editado en Alicante, Fragua Social, órgano de la CNT, se refiere al atentado contra Von Rath como "un acto de justicia realizado por un israelita" (9 de noviembre de 1938), y en los días siguientes publica titulares como "Se ha desatado en toda Alemania una furiosa ola de barbarie antisemita. Incendios, saqueos y otros excesos" o "Todas las conquistas del derecho y de la civilización han quedado sepultadas bajo el régimen despótico de la barbarie nazi". Igualmente se interpretan las acciones nazis en el contexto internacional, el de las concesiones al totalitarismo nazi, que afectaban también a la República española: "Sin la claudicación de Múnich, la bestia nazi no se hubiera atrevido a los actos de barbarie que comete contra los judíos" (Fragua Social, 12 de noviembre).

Finalmente, merece ser destacada la nota de condena a las acciones nazis que hace pública el Gobierno republicano tras una reunión del Consejo de Ministros en Barcelona el 16 de noviembre de 1938. La comunicación, reproducida de forma íntegra por los diarios republicanos un día más tarde, subrayaba que "los responsables de estos crímenes son los mismos promotores de la propaganda calumniosa que a partir de julio de 1936 se ha venido haciendo contra España y su gobierno", y que España, "dolorida ante el agravio de la dignidad humana que significa la afrenta de los nefandos pogromos de la Alemania nazi" prestaría, una vez terminada la guerra y dentro de los límites de sus posibilidades, "cobijo a cuantos perseguidos por su origen, ideas políticas o religiosas", quisieran venir a España. En contraste, esta misma noticia es recogida por el Abc nacional, el de Sevilla, en una columna titulada "Ecos y fichas de la criminalidad roja" el 18 de noviembre de 1938. En ella se expresa que, "además de acoger en su suelo a toda la hez de las brigadas internacionales", el gobierno de la República "dará la máxima facilidad a todos los judíos que quieran trasladarse a la España roja (...) Con esta ley se prepara la invasión de España roja por el judaísmo internacional".

Barcelona caería en manos de Franco apenas dos meses más tarde, y a finales de marzo de 1939 las tropas nacionales entraban en Madrid, donde el Generalísimo daría el 1 de abril su conocido último parte oficial de la guerra.

Se suele decir respecto a la relación entre historia y sociología que la primera sin la segunda está ciega y que la segunda sin la primera está vacía. Esto es lo que nos suele recordar Reyes Mate cuando insiste, con Walter Benjamin, que el presente puede ser iluminado en un instante a través de la fuerza fugaz de un pasado olvidado. Al volver la mirada a la representación de la Noche de los Cristales en los medios de la época descubrimos que estos hechos también nos conciernen en España. Por un lado, republicanos españoles y judíos europeos -muy especialmente aquellos que se alistaron en la Brigadas Internacionales- reconocieron entonces que sus destinos estaban entrelazados. Por otro, los enraizados prejuicios y estereotipos antisemitas, con que se prodigaron en noviembre de 1938 quienes finalmente vencieron la Guerra Civil, han perdurado durante décadas. Sus resabios y ramificaciones forman parte de nuestro presente. (El País, 11/11/08)



España, noviembre de 1938



La reproducción de artículos firmados en el blog no implica compartir su contenido, pero sí, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5180
Publicada el 11 de noviembre de 2008
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

martes, 10 de noviembre de 2015

[Historia] Un aniversario más de la "Kristallnacht"



El inicio


Ahora que Europa parece sumirse de nuevo en la noche de los tiempos con campos de concentración y de internamiento, expulsiones y traslados masivos de población, cuotas de refugiados y delirios nacionalistas, de los que en España, hoy mismo, tenemos cumplida referencia, no parece estar de más recordar dónde, cuándo y cómo comenzó todo.

Fue en esta noche, entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, hace justamente setenta y siete años, que en muchas ciudades de Alemania y Austria comenzó lo que acabaría convirtiéndose en esa pesadilla, vergüenza de la humanidad, que fue el Holocausto, la "Shoah", la "Solución Final" (en el lenguaje tecnocrático del régimen nacional-socialista): el exterminio sistemático y premeditado de los judíos de Alemania y Europa. Pero todo comenzó a fraguarse entre 1925 y 1928, en que un iluminado llamado Adolf Hitler escribió un libro llamado Mein Kampf (Mi lucha). Un artículo reciente en El País, titulado Desmontando el Mein Kampf (sin silenciarlo), escrito por Ricardo de Querol y Luis Doncel, contaba su génesis.

La atrocidad fue de tal calibre que ninguna de las realizadas posteriormente por régimen, estado, nación u hombre alguno, y las ha habido de todos los colores y calibres, le resulta equiparable. Fue la llamada por los historiadores La Noche de los Cristales. Aquella noche, como había anunciado ya cien años antes el poeta alemán Heine (de origen judío): "quién quema libros termina tarde o temprano por quemar hombres", dio comienzo uno de esos hechos que avergonzarán por siempre a la humanidad. Y como dijo el también judío italiano Primo Levi en uno de los libros más intensamente conmovedores que he podido leer nunca, "Si esto es un hombre" (Muchnik, Barcelona, 2002), quizá no podamos comprender nunca lo que pasó, pero si podemos y debemos comprender dónde nació, y estar en guardia. Si comprender es imposible -dice-, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también, concluye. 

Lo que pasó aquella noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938 en Alemania y Austria lo recordó en su día en un interesante artículo del El País, titulado "La España en guerra ante la Kristallnacht", el profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid, Alejandro Baer.

El artículo del profesor Baer se centraba en explicar la diferente actitud que mostraron ante los hechos que se relatan en el mismo el gobierno y la prensa de la zona republicana, por un lado, y el gobierno y la prensa de la zona nacional, por otro. La primera, condenándolo con energía y rotundidad; la segunda, amparándolo y justificándolo.

Pero a mi lo que más me llamó la atención del artículo fue la afirmación, que comparto, de que los enraizados prejuicios y estereotipos antisemitas, con que se prodigaron en noviembre de 1938 quienes finalmente ganaron la Guerra Civil, han perdurado durante décadas y que sus resabios y ramificaciones forman parte de nuestro presente. ¿Acaso le cabía a alguien duda de ello? No me atrevería yo a afirmar rotundamente que la mayoría de la sociedad española sea racista; desde luego, arraigados prejuicios antisemitas si que tiene. Y en lo que discrepo del profesor Baer es que provengan del régimen franquista. Tengo la impresión de que son bastante más antiguos.

Hay un libro espléndido y admirable del filólogo e historiador Américo Castro titulado "España en su historia: cristianos, moros y judíos" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1989), que explicita ese eterno tema de discusión académica nacional sobre que es el "ser de España". Castro, contra la opinión de otros eminentes historiadores españoles como Claudio Sánchez Albornoz, con el que polemizó duramente sobre ello, se inclina por la tesis del mestizaje entre cristianos, moros y judíos, como característica definitoria del "ser nacional español". Es por ello por lo que al inicio del capítulo X de su libro afirma con rotundidad: "La historia del resto de Europa puede entenderse sin necesidad de situar a los judíos en un primer término; la de España, no. La función primordial y decisiva de los hispano-hebreos es indisoluble, a su vez, de la circunstancia de haber vivido articulados prietamente con la historia hispano-musulmana."

Como atestigua mi apellido paterno y el escudo de armas familiar (se dice en él que "probó" su hidalguía, lo que significa que había dudas sobre la pureza de su sangre) soy descendiente de conversos. Como lo fueron innumerables españoles tales como el propio rey Fernando el Católico; los escritores Juan de Mena, Fernando de Rojas, fray Luis de León, Mateo Alemán, Hernando del Pulgar, Jorge de Montemayor y el mismo Miguel de Cervantes; los místicos (y santos) Teresa de Jesús y Juan de la Cruz; el teólogo Juan de Torquemada; el médico y científico Miguel Servet; los filósofos Juan Luis Vives, Francisco Sánchez y Benito Espinosa... La lista es interminable y espléndida.

Decir ahora que el antisemitismo español, según algunos especialistas el más arraigado de Europa, es producto del franquismo, o de la confrontación israelí-palestina actual me parece como poco quedarse un poco cortos. El problema es que tengo la impresión de que Europa, y España con ella, camina de nuevo hacia un resurgimiento populista de la xenofobia y el racismo. Confío en equivocarme, pero ejemplos recientes en sentido contrario, tenemos más que sobrados. 

Termino con otro párrafo, que me parece muy significativo, del libro de Primo Levi que cité al comienzo de la entrada: "Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes. Henos aquí dóciles bajo vuestras miradas; de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebeldía, ni palabras de desafío, ni siquiera una mirada que juzgue." ¿Volvemos a empezar? Espero que no. Si quieren saber como fue la realidad les recomiendo la lectura de "Eichmann en Jerusalén", de Hannah Arendt, en cualquiera de sus múltiples ediciones. 

Hay historias de ficción que cuando nos sumergimos en ellas nos parecen tan irreales, por lo horrorosas, que nos cuesta admitir que la realidad fue peor aun de lo que estamos leyendo. Una de esas historias, que estoy terminando de leer con desasosiego y apasionado interés (y espero que se animen a enfrentarse con sus 991 páginas de apretado texto porque -de verdad- merece la pena) es la de "Las Benévolas", de Jonathan Littell (RBA, Barcelona, 2007), ganadora del premio Goncourt. "En realidad -nos dice el narrador de la historia en primerísima persona al inicio de la misma- también podría no haber escrito. Bien pensado no es una obligación. Desde que se acabó la guerra, he sido un hombre discreto; gracias a Dios, nunca he necesitado, como mis excolegas, escribir mis memorias para justificarme, porque no tengo nada que justificar; ni tampoco tengo intenciones lucrativas, porque me gano la vida bastante bien con lo que hago. No estoy arrepentido de nada; hice el trabajo que tenía que hacer, y ya está; en cuanto a mis asuntos familiares, que a lo mejor cuento también, solo me importan a mí y, en lo referido a lo demás, hacia el final, es muy posible que me haya excedido, pero es que estaba ya un tanto fuera de mis casillas, flaqueaba y, encima, a mi alrededor el mundo entero se venía abajo; admitid que no fui el único que perdió la cabeza. Pese a mis fallos, que han sido muchos, no he dejado de ser de esos que opinan que las únicas cosas indispensables para la existencia humana son respirar, comer, beber, defecar y buscar la verdad. El resto es facultativo."

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



El final



Entrada núm. 2502
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domingo, 10 de noviembre de 2013

En el 75.º aniversario de la "Kristallnacht" o Noche de los cristales rotos. ¿Volvemo a empezar?


En esta noche del 9 al 10 de noviembre se cumplen 75 años justos del inicio de lo que acabaría convirtiéndose en el Holocausto: la "Shoah", el exterminio sistemático y premeditado de los judíos de Alemania y Europa por el régimen nazi. La atrocidad fue de tal calibre que ninguna de las realizadas posteriormente por régimen, estado, nación u hombre alguno, y las ha habido de todos los colores y calibres, le resulta equiparable. Fue la llamada por los historiadores "La Noche de los Cristales". Aquella noche, como había anunciado ya cien años antes el poeta alemán Heine (de origen judío): "quién quema libros termina tarde o temprano por quemar hombres", dio comienzo uno de esos hechos que avergonzarán por siempre a la humanidad. Y como dijo el también judío italiano Primo Levi en uno de los libros más intensamente conmovedores que he podido leer nunca, "Si esto es un hombre" (Muchnik, Barcelona, 2002), quizá no podamos comprender nunca lo que pasó, pero si podemos y debemos comprender dónde nació, y estar en guardia. Si comprender es imposible -dice-, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también, concluye.

Lo recordaba en su día un interesante artículo de El País titulado "La España en guerra ante la Kristallnacht", del profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid, Alejandro Baer.

El artículo del profesor Baer se centraba en explicar la diferente actitud que mostraron ante los hechos que se relatan en el mismo el gobierno y la prensa de la zona republicana, por un lado, y el gobierno y la prensa de la zona nacional, por otro. La primera, condenándolo con energía y rotundidad; la segunda, amparándolo y justificándolo.

Pero a mi lo que más me llamó la atención del artículo fue la afirmación, que comparto, de que "los enraizados prejuicios y estereotipos antisemitas, con que se prodigaron en noviembre de 1938 quienes finalmente ganaron la Guerra Civil, han perdurado durante décadas. Sus resabios y ramificaciones forman parte de nuestro presente". ¿Acaso le cabía a alguien duda de ello? No me atrevería yo a afirmar rotundamente que la mayoría de la sociedad española sea racista; desde luego, arraigados prejuicios antisemitas si que tiene. Y en lo que discrepo del profesor Baer es que provengan del régimen franquista... Tengo la impresión de que son bastante más antiguos.

Hay un libro espléndido y admirable del filólogo e historiador Américo Castro titulado "España en su historia: cristianos, moros y judíos" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1989), que explicita ese eterno tema de discusión académica nacional sobre que es el "Ser de España". Castro, contra la opinión de otros eminentes historiadores españoles como Claudio Sánchez Albornoz, con el que polemizó duramente sobre ello, se inclina por la tesis del mestizaje entre cristianos, moros y judíos, como característica definitoria del "ser nacional español". Es por ello por lo que al inicio del capítulo X de su libro afirma con rotundidad: "La historia del resto de Europa puede entenderse sin necesidad de situar a los judíos en un primer término; la de España, no. La función primordial y decisiva de los hispano-hebreos es indisoluble, a su vez, de la circunstancia de haber vivido articulados prietamente con la historia hispano-musulmana."

Como atestigua mi apellido paterno y el escudo de armas familiar (se dice en él que "probó" su hidalguía, lo que significa que había dudas sobre la pureza de su sangre...) soy descendiente de conversos. Como lo fueron innumerables españoles tales como el propio rey Fernando el Católico; los escritores Juan de Mena, Fernando de Rojas, fray Luis de León, Mateo Alemán, Hernando del Pulgar, Jorge de Montemayor y el mismo Miguel de Cervantes; los místicos (y santos) Teresa de Jesús y Juan de la Cruz; el teólogo Juan de Torquemada; el médico y científico Miguel Servet; los filósofos Juan Luis Vives, Francisco Sánchez y Benito Espinosa... La lista es interminable y espléndida.

Decir ahora que el antisemitismo español, según algunos especialistas el más arraigado de Europa, es producto del franquismo, o de la confrontación israelí-palestina actual me parece como poco quedarse un poco cortos... El problema es que tengo la impresión de que Europa, y España con ella, camina de nuevo hacia un resurgimiento populista de la xenofobia y el racismo. Confío en equivocarme, pero ejemplos recientes en sentido contrario, tenemos más que sobrados. Termino con otro párrafo, que me parece muy significativo, del libro de Primo Levi que cité al comienzo de la entrada: "Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes. Henos aquí dóciles bajo vuestras miradas; de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebeldía, ni palabras de desafío, ni siquiera una mirada que juzgue." ¿Volvemos a empezar?

Les dejo un impresionante documento histórico sobre la "Shoah", el documental del mismo título realizado por el director francés Claude Lanzmann en 1985, de nueve horas de duración. Pueden verlo aquí si lo desean. Está en francés y subtitulado en español.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt


Entrada núm. 1992
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