El blog de HArendt - Pensar para comprender, comprender para actuar - Primera etapa: 2006-2008 # Segunda etapa: 2008-2020 # Tercera etapa: 2022-2025
martes, 30 de septiembre de 2025
lunes, 29 de septiembre de 2025
DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY LUNES, 29 DE SEPTIEMBRE DE 2025. 478º ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE MIGUEL DE CERVANTES
Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 29 de septiembre de 2025, 478º aniversario del nacimiento del más universal de los españoles, el escritor Miguel de Cervantes. El coraje constituye el único instrumento capaz de proporcionar calidez humana en circunstancias extremas, dice en la primera de las entradas del blog de hoy el escritor Javier Cercas. En la segunda, un archivo del blog de septiembre de 2008, HArendt hablaba de la ética del capitalismo y de como ha cambiado con el tiempo, a peor. El poema del día, en la tercera, se titula Ovillejos, es del escritor español Miguel de Cervantes, y comienza con estos versos: ¿Quién menoscaba mis bienes?/¡Desdenes!/Y ¿quién aumenta mis duelos?/¡Los celos!/Y ¿quién prueba mi paciencia?/¡Ausencia! Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "ἡμεῖς ἀπιοῦμεν" (nos vamos); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt
DE LA VIRTUD ESENCIAL DEL CORAJE
El coraje constituye el único instrumento capaz de proporcionar calidez humana en circunstancias extremas, dice en El País [La virtud esencial, 31/08/2025] el escritor Javier Cercas. 11 de septiembre de 1973. Santiago de Chile. Palacio de la Moneda, sede de la presidencia de la República. El golpe militar liderado por el general Pinochet está a punto de triunfar y la democracia chilena a punto de eclipsarse, comienza diciendo Cercas. Salvador Allende, presidente legítimo de la República, ha evacuado a las mujeres y los niños de La Moneda, donde solo permanecen un puñado de fieles a la legalidad. Faltan apenas unos minutos para que el presidente pronuncie en Radio Magallanes un discurso insuperable —quizá porque en realidad es un discurso póstumo: porque, cuando lo pronunció, Allende ya había elegido morir y hablaba desde el más allá— y, en medio de una niebla cerrada de humo y polvo, entre el aullido rasante de los Hawker Hunter que sobrevuelan La Moneda, el estruendo de las bombas, el zumbido de las balas, el olor inconfundible de la guerra y el temblor de terremoto de los suelos y las paredes, el presidente le pregunta a su secretario de prensa, el periodista Carlos Jorquera, alias El Negro Jorquera: “Oye, Negro, no tenemos miedo, ¿no?”. “No, presidente”, contesta Jorquera. “Lo que tengo es un susto que me estoy cagando”.
Eso es el coraje: gracia bajo presión, por decirlo como Hemingway, el don de hacer reír cuando uno sabe que se está jugando la vida. No creo que los seres humanos seamos capaces de nada mejor; tampoco lo creía Winston Churchill. Éste escribió en una ocasión (a Fernando Savater le gusta recordarlo) que el coraje es la base, el fundamento, la condición de posibilidad de todas las demás virtudes; cierto: pocas virtudes más altas que la bondad, pero la persona más bondadosa del mundo puede convertirse en un canalla si, dadas determinadas circunstancias adversas —un golpe de Estado, sin ir más lejos—, carece del coraje suficiente para ejercer su propia bondad. Recuerdo unas palabras de Svetlana Aleksiévich que bastarían para demostrar por qué esa mujer es uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, o por qué posee un conocimiento de los seres humanos que solo se halla al alcance de un escritor realmente grande. (Quien no haya leído El fin del ‘Homo sovieticus’ que abandone de inmediato este artículo y salga corriendo a comprarlo: hasta donde alcanzo, se trata de uno de los mejores libros del siglo XXI). En una entrevista publicada en 2019 por el diario El Mundo, Antonio Lucas le preguntó a Aleksiévich qué cosas temía; como cualquier persona decente, la escritora bielorrusa vino a decir que nada temía más que a sí misma. “No quisiera saber cuáles son mis instintos en situaciones extremas”, declaró. “He hablado con mujeres y hombres que vivieron la batalla de Stalingrado y el cerco de la ciudad. Gente buena que en un momento así hizo barbaridades. Esa experiencia no me gustaría tenerla. Quizá por eso mis libros no son una recopilación de testimonios del terror ajeno, sino que el interés máximo que tengo al escribir es mostrar cómo se puede mantener la calidez humana incluso en situaciones infames”. Resulta imposible mantener esa calidez humana sin coraje; dicho de otro modo: el coraje constituye el único instrumento capaz de proporcionar calidez humana en circunstancias extremas. Y, como se trata de la virtud máxima, esencial, es un misterio; hasta que llega la hora de la verdad, nadie sabe quién lo posee y quién no: quien parecía más valiente puede revelarse como un cobarde, y quien parecía más cobarde puede revelarse como un valiente. Y por eso, cuando vienen mal dadas, las personas en principio buenas son capaces de hacer cosas muy malas y las personas en principio malas son capaces de hacer cosas muy buenas. Nadie sabe cómo va a reaccionar en la hora de la verdad, así que lo mejor es evitar que llegue, para que no tengamos que averiguarlo. El problema es que siempre acaba llegando. Borges escribió que “cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. Siempre acabamos sabiéndolo, el momento siempre llega. Y yo creo que a lo mejor que podemos aspirar es a que cuando llegue merezcamos, como El Negro Jorquera, el don de tener una salida graciosa. Javier Cercas es escritor y miembro de la Real Academia Española.
ARCHIVO DEL BLOG. EL CONGRESO DIJO NO, Y EL PÁNICO DE APODERÓ DE WALL STREET. PUBLICADO EL 29/09/2008
Y el Congreso dijo no..., al Plan Bush... El capitalismo ya no es lo que era; y los capitalistas, menos aún... Cuando en 1903 el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) publicó su monumental obra "La ética protestante y el espíritu del capitalismo" (Alianza, Madrid, 2006), los capitalistas eran de otra ralea: eran gentes duras, éticamente formadas, poco dadas al sentimentalismo, pero que asumían las responsabilidades de sus hechos sin pestañear. Si sus empresas se hundían, ellos se hundían con ellas; como los capitanes antiguos con sus barcos... Hoy, no. Hoy, cuando su mala gestión hunde sus empresas, se marchan tranquilos con indemnizaciones millonarias pactadas y aseguradas de antemano, dejan el embolado a los accionistas después de poner en la calle a la mayor parte de sus empleados, y esperan, tranquilos, que el Estado, ese Estado del que ellos reniegan y se mofan, les saque las castañas del fuego con el dinero de todos...
Ignoro si los huesos de Max Weber se estarán removiendo en su tumba. Espero que no. Pero estoy seguro de que renegaría de esa caterva de indeseables que están dejando el sistema financiero occidental hechos unos zorros... Como dice la escritora Almudena Grandes: "Desnudos" (El País, 29/09/08), nuestros jóvenes neo-liberales se han quedado en pelota picada y con sus vergüenzas colgando al viento, como el emperador del cuento, y deberían pagar la vajilla destrozada con sus dineros. "La Cámara de Representantes rechaza el plan de rescate financiero". (Agencias, 29/09/2008)
Bush reúne de urgencia con sus asesores y promete que su Gobierno "atajará la situación económica de frente".- Los partidarios del 'no' ganan la votación en la Cámara de Representantes por 228 a 205 votos.- Líderes republicanos y demócratas preparan una nueva votación.-El Dow Jones sufre la mayor caída en puntos de su historia, cercana al 7%
La Cámara de Representantes de EEUU ha rechazado el plan de rescate presentado por Bush para superar la delicada situación financiera por 225 votos en contra y 208 a favor. La decisión ha tenido un efecto dramático en los mercados. El Dow Jones, el índice de referencia de la bolsa neoyorquina, ha cerrado con una caída del 6,98%, la mayor caída en puntos en toda su historia.
La votación se ha congelado, en un momento de gran tensión, cuando se ha agotado el tiempo y registraba 226 votos en contra y 207 a favor. La reanudación sólo ha servido para certificar la derrota de la quienes apoyaban la propuesta. El presidente de la Cámara ha prolongado unos segundos la ceremonia de cierre de la sesión, mazo en el aire incluido, para dar la oportunidad a algún congresista de cambiar su voto: sólo uno lo ha hecho.
El plan había sido recibido con escepticismo por congresistas de ambos partidos, pero la oposición más recalcitrante se ha producido dentro de las filas del republicanismo más conservador. En lo que los analistas consideran ya un "naufragio político", uno de cada dos republicanos ha votado en contra, aunque también hay alrededor de 90 demócratas que tampoco han apoyado el plan.
Líderes de ambos partidos preparan ahora una nueva votación para intentar a toda costa que se apruebe, según anuncia The New York Times. Por su parte, el presidente George W. Bush, ha asegurado que se encuentra "muy decepcionado" por el rechazo del plan y ha reunido de urgencia a sus asesores para determinar los próximos pasos a dar.
En unas breves declaraciones junto al presidente de Ucrania, Víktor Yúschenko, Bush ha afirmado que este lunes mismo se reunirá con su equipo económico para determinar cuáles son los próximos pasos a seguir. Asimismo, indicó, también se reunirá con los líderes del Congreso para determinar "el camino adelante". No obstante, el presidente estadounidense ha prometido que él y su Gobierno "atajaremos la situación económica de frente" para afrontar una crisis financiera que se presenta como la más grave desde la Gran Depresión".
Por su parte, el candidato presidencia demócrata, Barack Obama, ha subrayado la importancia de que los estadounidenses y los mercados financieros mantengan la calma en estos momentos y se ha mostrado "confiado" en que al final se apruebe el plan. "Las cosas nunca han sido relajadas en el Congreso", ha concluido.
El Dow Jones se ha hundido durante la votación y ha cerrado y ha cerrado la sesión con una pérdida de 777.68 puntos, la mayor de la historia, y una bajada del 6,98%. Minutos antes de las 20.00, perdía un 4,37% y ha seguido cayendo una vez que se ha conocido el resultado de la votación hasta el cierre. Las bolsas de todo el mundo han vivido una jornada de pérdidas ante la posibilidad de que no se aprobase el plan.
El líder de los republicanos, John Boehner, culpa del fracaso del plan a la breve intervención que ha hecho la demócrata Nancy Pelosi antes de la votación, según distintos medios estadounidenses, revitalizando ciertas rencillas que se creían desaparecidas o al menos atenuadas una vez que se llegó a un acuerdo de principios el jueves pasado.
La propia Pelosi ha intentado lanzar un mensaje de tranquilidad y asegura que hay que apostar por el "trabajo bipartidista" y la cooperación; la demócrata ha anunciado, además, que el secretario del Tesoro, Henry Paulson, ha ofrecido su ayuda "en lo que sea necesario".
El proyecto, de 110 páginas, suponía un compromiso con determinadas condiciones. La evolución del proyecto, repleta de añadidos y anexos tras arduas negociaciones, queda ilustrada en comparación con la propuesta inicial de tan sólo tres páginas presentada al Congreso Paulson, máxima referencia del gabinete de crisis del Gobierno.
El discurso de la discordia. Éstos son algunos de los extractos del discurso de Nancy Pelosi antes de que comenzará la votación sobre el plan de rescate financiero en la Cámara de Representantes y que han causado malestar entre algunos congresistas
"¿Cuándo fue la última vez que alguien les pidió 700.000 millones de dólares? Es una cifra asombrosa, que nos indica simplemente el coste de las fallidas políticas económicas de la Administración Bush. Políticas construidas sobre la base de la temeridad presupuestaria, sobre una mentalidad del todo vale, con no regulación, no supervisión y no disciplina en el sistema".
"Los demócratas creen en el libre mercado". (Un libre mercado) "que puede y debe crear empleos, riqueza y capital, pero que dejado a su libre albedrío ha generado el caos".
"Los demócratas insistieron en que la ley que responda a esta crisis debe proteger al pueblo (norte)americano y a la gente de la calle ante el desastre de Wall Street. El pueblo americano no decidió debilitar peligrosamente nuestras políticas regulatorias y de supervisión. Ellos no sellaron acuerdos financieros arriesgados y poco sensatos. Ellos no pusieron en peligro la seguridad económica de la nación. Y ellos no deben pagar el coste de esta ley de emergencia y estabilización".
"Hoy vamos a actuar para eludir esta crisis, pero la experiencia de estos últimos ocho años nos dice que ha fallado el liderazgo económico. Elegimos un camino diferente. En el nuevo año, con un Congreso y un nuevo presidente, romperemos los lazos con este pasado fallido y llevaremos a EE UU en una nueva dirección hacia un futuro mejor".
"¡Desnudos!", por Almudena Grandes (El País, 29/09/2008)
Ahora, mientras los apóstoles del libre mercado descubren la importancia de un Estado fuerte, capaz de intervenir para proteger su economía nacional, cuando Sarkozy pretende refundar el capitalismo y escucho por doquier que nunca nada volverá a ser como antes, evoco una historia muy antigua. Charlie Dickens era un niño, pero su padre le habló como a un adulto ante la puerta de la cárcel a la que sus deudas le habían llevado. La diferencia entre un hombre feliz y uno desgraciado, le dijo, es que, si ambos ganan diez libras, el primero gasta nueve, y el segundo gasta once.
La economía mundial entra en una etapa distinta y todo a nuestro alrededor es nuevo, desconocido. Eso dicen los expertos y, sin embargo, las noticias de hoy mismo son tan viejas que apenas parecen noticias. ¿A alguien le sorprende que Gallardón se endeudara de tal manera con la M-30 que haya tenido que paralizar las obras que tenía previstas? ¿Nos sorprende que la burbuja inmobiliaria haya explotado, que la gente a la que los bancos concedieron hipotecas que representaban un 70% de sus ingresos no pueda pagarlas, que la desaforada especulación que hizo circular una inmensa cantidad de dinero teórico, virtual, inexistente, no haya podido soportar la constatación de que, en la realidad de los billetes impresos, nunca existió tanto dinero? ¿O es que acaso las crisis especulativas de los ricos no las ha pagado siempre el hambre de los pobres?
Para entender eso, no hace falta ningún máster en economía, y eso es lo único verdaderamente nuevo de esta situación. Los magos de las finanzas, los millonarios de 20 años, los grandes gurús de la posmodernidad, a los que nos han enseñado a reverenciar, a admirar, a adorar desde nuestra ignorancia, están hoy tan desnudos como el emperador del cuento de Andersen. Ya va siendo hora de empezar a decirlo. ¿Qué quieren que les diga?, ¿qué me alegro?... Pues va a ser que no, pero casi desearía decirles que sí... Sean felices, si pueden... HArendt
DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, OVILLEJOS, DE MIGUEL DE CERVANTES. EN EL 478 ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO
OVILLEJOS
¿Quién menoscaba mis bienes?
¡Desdenes!
Y ¿quién aumenta mis duelos?
¡Los celos!
Y ¿quién prueba mi paciencia?
¡Ausencia!
De este modo en mi dolencia
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza,
desdenes, celos y ausencia.
¿Quién me causa este dolor?
¡Amor!
Y ¿quién mi gloria repuna?
¡Fortuna!
Y ¿quién consiente mi duelo?
¡El cielo!
De este modo yo recelo
morir deste mal extraño,
pues se aúnan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorará mi suerte?
¡La muerte!
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
¡Mudanza!
Y sus males, ¿quién los cura?
¡Locura!
Dese modo no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA (1547-1616)
escritor español
domingo, 28 de septiembre de 2025
USTEDES MERECÍAN ALGO MEJOR. ESPECIAL 12 DE HOY DOMINGO, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2025
Apreciamos lo que hiciste por Estados Unidos, escribe el economista Robert Reich en su blog robertreich@substack.com, en una carta a los funcionarios públicos despedidos de Estados Unidos [Ustedes merecían algo mejor, 26/09/2025]. Amigos, ayer, funcionarios de la Oficina de Administración y Presupuesto filtraron un memorando que decía que si los demócratas se niegan a aprobar la medida de los republicanos para continuar financiando al gobierno después de la medianoche del próximo martes, la administración Trump buscará despedir, en lugar de suspender, a un gran número de empleados federales. Es otro esfuerzo ilegal para intimidar.
De todos los grupos de personas que han tenido que soportar la mezquina venganza de Trump y sus perros falderos, mi corazón está especialmente con los funcionarios públicos de Estados Unidos.
Desde Reagan, se ha culpado a los "burócratas" de todo lo que va mal en Estados Unidos. Trump no solo los ha culpado, sino que los ha tratado como basura: los ha despedido sin previo aviso, los ha condenado en masa y los ha acusado de ser el "estado profundo".
De hecho, nuestros servidores públicos de carrera han sido responsables de mucho de lo que ha ido bien en Estados Unidos.
William Burns, funcionario de carrera y exembajador, subsecretario de Estado y director de la CIA, es una de esas personas talentosas que ha dedicado su vida al bien común, sirviendo bajo tres presidentes republicanos y tres demócratas. Escribió la siguiente carta abierta a sus colegas. Vale la pena leerla. (Apareció en la edición del 20 de agosto de 2025 de The Atlantic).
“Te merecías algo mejor”, por William J. Burns. Estimados colegas, durante tres décadas y media como diplomático de carrera, caminé por el vestíbulo del Departamento de Estado incontables veces, inspirado por la bandera de las barras y estrellas y humilde ante los nombres de patriotas grabados en nuestro muro conmemorativo.
Fue desgarrador ver a tantos de ustedes cruzar ese mismo vestíbulo llorando tras la reducción de personal en julio, cargando cajas de cartón con fotos familiares y los restos cotidianos de una orgullosa trayectoria en el servicio público. Tras años de duro trabajo en situaciones difíciles —desactivando crisis, forjando alianzas, abriendo mercados y ayudando a estadounidenses en apuros—, se merecían algo mejor.
Lo mismo es cierto para muchos otros servidores públicos que han sido despedidos o expulsados en los últimos meses: los extraordinarios oficiales de inteligencia que me enorgullecía dirigir como director de la CIA, los altos oficiales militares con los que trabajé todos los días, los especialistas en desarrollo con los que serví en el extranjero y muchos otros con los que hemos servido en casa y en el extranjero.
El trabajo que todos ustedes realizaron era desconocido para muchos estadounidenses, rara vez comprendido o apreciado. Y bajo el pretexto de la reforma, todos quedaron atrapados en el fuego cruzado de una campaña de represalias: una guerra contra el servicio público y la experiencia.
Quienes hemos servido en instituciones públicas entendemos que se necesitan reformas serias. Claro que debemos eliminar las trabas burocráticas que impiden que agencias como el Departamento de Estado operen eficientemente. Pero hay una manera inteligente y una manera sencilla de abordar la reforma: una manera humana y otra intencionalmente traumatizante.
Si el proceso actual fuera realmente una reforma sensata, los oficiales de carrera —que suelen rotar sus funciones cada pocos años— no habrían sido despedidos simplemente porque sus puestos han caído en desgracia políticamente.
Si este proceso fuera realmente una reforma sensata, no se habrían expulsado expertos cruciales en tecnología o en políticas sobre China en los que nuestro país ha invertido tanto.
Si este proceso fuera realmente una cuestión de reforma, habría abordado no sólo las manifestaciones de hinchazón e ineficiencia sino también sus causas, incluidas las partidas presupuestarias ordenadas por el Congreso.
Y si este proceso realmente se tratara de una reforma sensata, ustedes y sus familias no habrían sido tratados con alegre indignidad. A uno de sus colegas, un diplomático de carrera, le dieron solo seis horas para vaciar su oficina. "Cuando me expulsaron de Rusia", dijo, "al menos Putin me dio seis días para irme".
No, no se trata de reformas. Se trata de represalias. Se trata de quebrantar a la gente y a las instituciones sembrando el miedo y la desconfianza en nuestro gobierno. Se trata de paralizar a los funcionarios públicos, causándoles aprensión sobre lo que dicen, cómo podría interpretarse y quién podría informar sobre ellos. Se trata de disuadir a cualquiera de atreverse a decir la verdad al poder.
Serví a seis presidentes: tres republicanos y tres demócratas. Era mi deber implementar fielmente sus decisiones, incluso cuando no estaba de acuerdo con ellas. Los funcionarios públicos de carrera tienen la profunda obligación de ejecutar las decisiones de los líderes electos, hayamos votado por ellos o no; esa disciplina es esencial para cualquier sistema democrático.
Muchos de sus colegas oficiales purgados en el Departamento de Estado hacían precisamente eso: ejecutaban fielmente decisiones contrarias a sus consejos y preferencias profesionales. Puede que no apoyaran la cancelación de las becas Fulbright , el reasentamiento de los afrikáners ni la expulsión de los compañeros afganos que lucharon y sufrieron con nosotros durante dos décadas, pero implementaron esas políticas de todos modos. Aun así, esos oficiales fueron despedidos.
Las tensiones entre líderes políticos electos y funcionarios públicos de carrera no son nuevas. Cada uno de los presidentes a los que serví albergaba inquietudes periódicas sobre la fiabilidad y la lentitud de la burocracia gubernamental. Si bien algunos funcionarios podían ser notablemente ingeniosos, el Departamento de Estado, como institución, rara vez fue acusado de ser demasiado ágil o tener demasiada iniciativa. Sin embargo, existe una diferencia entre solucionar el malestar burocrático y convertir a los funcionarios públicos profesionales en robots politizados.
Eso es lo que hacen los autócratas. Intimidan a los funcionarios públicos para que se sometan, y al hacerlo, crean un sistema cerrado, libre de opiniones contrarias y preocupaciones incómodas. Como resultado, su formulación de políticas y su capacidad para alcanzar sus objetivos se ven afectadas.
La insensata decisión de Vladimir Putin de invadir Ucrania en febrero de 2022 ofrece un ejemplo contundente. Putin actuó en un círculo cerrado durante el período previo a la guerra. Se apoyó en un puñado de asesores veteranos que, o bien compartían sus erróneas suposiciones sobre la capacidad de resistencia de Ucrania y la disposición de Occidente a apoyarla, o bien habían aprendido hacía tiempo que cuestionar el criterio de Putin no contribuía a su carrera. Los resultados, especialmente durante el primer año de la guerra, fueron catastróficos para Rusia.
A pesar de todos sus defectos e imperfecciones, nuestro sistema aún permite la disidencia disciplinada, y es mejor así. Así como es deber de los servidores públicos cumplir las órdenes con las que no estamos de acuerdo, también es nuestro deber ser honestos sobre nuestras preocupaciones por los cauces adecuados, o dimitir si no podemos, en conciencia, acatarlas. La toma de decisiones acertada se ve afectada si los expertos sienten que no pueden ofrecer sus perspectivas sinceras o contradictorias.
No habría podido desempeñar mi labor como embajador, subsecretario de Estado ni director de la CIA si mis colegas no hubieran expresado abiertamente sus opiniones. Cuando dirigí conversaciones secretas con los iraníes hace más de una década, necesité el asesoramiento sincero de diplomáticos y oficiales de inteligencia para desenvolverme en el complejo mundo de los programas nucleares y la toma de decisiones iraní. Necesitaba que mis colegas cuestionaran mi juicio en ocasiones y ofrecieran soluciones creativas y contundentes.
Existe un peligro real al castigar la disidencia, no solo para nuestra profesión, sino para nuestro país. Una vez que se empieza, la política puede convertirse en una extensión de la política judicial, con poca exposición de opiniones alternativas o consideración de consecuencias de segundo y tercer orden.
Como algunos de ustedes, tengo la edad suficiente para haber vivido otros esfuerzos de reforma y racionalización. Tras el fin de la Guerra Fría, se recortaron significativamente los presupuestos, y la Agencia de Control de Armamentos y Desarme y la Agencia de Información de Estados Unidos fueron absorbidas por el Departamento de Estado. Años después, cuando era embajador de Estados Unidos en Moscú, redujimos el personal en aproximadamente un 15 % en tres años. Ninguno de estos procesos fue perfecto, pero se llevaron a cabo de forma reflexiva y respetuosa con los funcionarios públicos y su experiencia.
Mucho antes de que cualquiera de nosotros sirviera en el gobierno, en medio de la escalada de la Guerra Fría, en la década de 1950, el macartismo brindó un claro ejemplo de un enfoque alternativo, lleno de trauma deliberado y crueldad despreocupada. Una generación de especialistas en China fue falsamente acusada de simpatizar con el comunismo y expulsada del Departamento de Estado , lo que obstaculizó la diplomacia estadounidense hacia Pekín durante años. El proceso de "reforma" actual —en el Departamento de Estado y en otras partes del gobierno federal— se parece mucho más a los costosos excesos de McCarthy que a cualquier otra época en la que haya servido. Y es mucho más perjudicial.
Vivimos en una nueva era, marcada por la competencia entre grandes potencias y una revolución tecnológica, más confusa, compleja y explosiva que nunca. Creo que Estados Unidos aún tiene una mejor mano que cualquiera de nuestros rivales, a menos que desperdiciemos el momento y desperdiciemos algunas de nuestras mejores cartas. Eso es precisamente lo que está haciendo la administración actual.
No podemos permitirnos seguir erosionando las fuentes de nuestro poder, tanto en el país como en el extranjero. La demolición de instituciones —el desmantelamiento de USAID y la Voz de América, la reducción prevista del 50 % del presupuesto del Departamento de Estado— forma parte de una autoinmolación estratégica mayor. Hemos puesto en riesgo la red de alianzas y asociaciones que nuestros rivales envidian. Incluso hemos desmantelado la financiación de la investigación que impulsa nuestra economía.
Si los analistas de inteligencia de la CIA vieran a nuestros rivales cometer este tipo de suicidio de gran potencia, abriríamos el bourbon. En cambio, el sonido que oímos es el de copas de champán chocando en el Kremlin y Zhongnanhai.
Por supuesto, debemos priorizar nuestros intereses nacionales. Pero triunfar en un mundo intensamente competitivo implica pensar más allá de los intereses personales estrictamente definidos y construir coaliciones que contrarresten a nuestros adversarios; requiere trabajar juntos en "problemas sin pasaporte", como el cambio climático y los desafíos de salud global, que ningún país puede resolver por sí solo.
En nuestro mejor momento, durante los años que serví en el gobierno, nos guiamos por el interés propio bien entendido, un equilibrio entre el poder duro y el poder blando. Eso fue lo que produjo la victoria en la Guerra Fría, la reunificación de Alemania, el éxito de la coalición en la Operación Tormenta del Desierto, la paz en los Balcanes, los tratados de control de armas nucleares y la defensa de Ucrania contra la agresión de Putin. El programa bipartidista PEPFAR es un ejemplo brillante de Estados Unidos en su mejor momento: salvó a decenas de millones de personas de la amenaza mortal del VIH/SIDA, a la vez que fomentó cierta estabilidad en el África subsahariana, generó una mayor confianza en el liderazgo estadounidense y mantuvo a los estadounidenses seguros.
No siempre estuvimos en nuestro mejor momento, ni siempre fuimos especialmente ilustrados, al tropezarnos con conflictos prolongados y agotadores en Afganistán e Irak, o cuando no presionamos lo suficiente a nuestros aliados para que contribuyeran con la parte que les correspondía. Las críticas a la actual administración no deberían oscurecer nada de eso ni sugerir una nostalgia infundada por un pasado imperfecto.
Sin embargo, el creciente peligro hoy en día reside en que nos centramos exclusivamente en el "yo" del interés propio ilustrado, a expensas del "ilustrado". La amenaza que enfrentamos no proviene de un "estado profundo" imaginario empeñado en socavar a un presidente electo, sino de un estado débil de instituciones vaciadas y servidores públicos maltratados y menospreciados, incapaces ya de defender las defensas de nuestra democracia ni de ayudar a Estados Unidos a competir en un mundo implacable. No venceremos a los autócratas hostiles imitándolos.
Hace muchos años, cuando estaba terminando mi posgrado y tratando de decidir qué quería hacer con mi vida profesional, mi padre me envió una nota. Era un oficial de carrera del Ejército, un hombre notablemente decente y el mejor ejemplo de servicio público que he conocido. «Nada te hará sentir más orgulloso», escribió mi padre, «que servir a tu país con honor». He pasado los últimos 40 años aprendiendo la verdad de sus consejos.
Me siento profundamente orgulloso de haber servido junto a tantos de ustedes. Su experiencia y su servicio público, a menudo discretamente heroico, han contribuido de forma inconmensurable a los mejores intereses de nuestro país. Hicieron un juramento, no a un partido ni a un presidente, sino a la Constitución. Al pueblo de Estados Unidos. Para protegernos. Para defendernos. Para mantenernos a salvo.
Has cumplido con tu juramento, al igual que quienes aún sirven en el gobierno se esfuerzan al máximo por cumplir el suyo. Lo mismo hará la próxima generación de servidores públicos.
Todos tenemos un profundo interés en moldear nuestra herencia. Me preocupa el daño que haremos mientras tanto.
Aún existe la posibilidad de que la próxima generación preste servicio en un mundo donde controlemos los peores excesos actuales: dejemos de traicionar los ideales del servicio público, despidamos a expertos solo porque sus estadísticas no son bienvenidas y destruyamos instituciones importantes para nuestro futuro. Aún existe la posibilidad de que la próxima generación esté presente en la creación de una nueva era para Estados Unidos en el mundo, en la que seamos conscientes de nuestras muchas fortalezas, pero más cuidadosos con los excesos.
Lamentablemente, existen dudas sobre esas posibilidades. En este momento crucial, existe una creciente posibilidad de que nos inflijamos tanto daño a nosotros mismos y a nuestro lugar en el mundo que esos futuros servidores públicos se encuentren, en cambio, presenciando la destrucción: un revés generacional autoinfligido al liderazgo y la seguridad nacional estadounidenses. Pero lo que no dudo es de la importancia perdurable del servicio público y del valor de lo que han hecho con el suyo. Y sé que seguirán sirviendo de diferentes maneras, ayudando a supervisar nuestro gran experimento, incluso cuando demasiados de nuestros líderes electos parecen estar dándole la espalda. Con agradecimiento a usted y a sus familias, Bill Burns. Robert Bernard Reich es un economista, profesor universitario, columnista, comunicador y político estadounidense. Fue Secretario de Trabajo de los Estados Unidos durante el gobierno de Bill Clinton, entre 1993 y 1997, y formó parte del consejo asesor de transición del presidente Barack Obama en 2008.