ROMA, SI YO HUBIERA SABIDO
Roma, si yo hubiera sabido que eras su dueña,
recordaría los ojos que una vez dijeron el oro
del poema.
Aunque con los años el poema ya no me importa,
incluso si adoptó un contorno y fue la imponente piel
que cubre este mundo de ruinas y vestigios,
en un lugar perdido del futuro.
Dijiste que era una bestia sufriente,
que acechaba entre las iglesias amontonadas,
rugiendo verdades con el cabello erizado
y el falo incandescente igual que un muñón.
Que era un frío tren sentimental devorando los raíles,
declamando su verdadera densidad metálica.
El poema estaba vivo entonces y obsesionado
con la idea de desgarrarme los ojos.
Laten los frescos de las paredes
teñidos de verde por el moho.
Late el poema teñido por un recuerdo
y flota sobre el recuerdo un instante.
Luego se hunde bajo el cauce de todas las cosas
repetidas, simétricas, nubladas, muertas.
PEDRO ALCARRIA (1975)
poeta español
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