El 21 de febrero de 1787, once años después de la Declaración de Independencia, el Congreso de los Estados Unidos de América adoptaba una resolución de una trascendencia inimaginable en aquel momento: proceder a la convocatoria de una Convención Constituyente Federal que "considerando que la práctica ha evidenciado que la Confederación adolece de defectos para remediar los cuales varios Estados [...] han sugerido que se reúna una convención a los efectos que sean necesarios para adecuar la Constitución federal a las exigencias del gobierno y el mantenimiento de la Unión."
Reunida en Filadelfia la Convención constituyente el segundo lunes de mayo de ese año, cuatro meses después, el 17 de septiembre, también lunes, el presidente George Washington, en nombre de la Convención, remitía al Congreso el proyecto de Constitución de los Estados Unidos de América, que una vez ratificada por todos los Estados de la Unión entraría en vigor el 21 de junio del siguiente año.
Entre octubre de 1787 y mayo de 1788, un abogado de Nueva York, Alexander Hamilton; representante en la Convención por el Estado de Nueva York, que desde 1780 venía pidiendo una reforma de la Confederación; James Madison, representante también en la Convención por el Estado de Virginia; y el secretario de Relaciones Exteriores de la Confederación, John Hay, escribieron en tres periódicos de Nueva York, escudados bajo el seudónimo único de "Publio", una serie de ochenta y cinco artículos (cincuenta y uno de ellos por Hamilton, catorce por Madison, cinco por Jay, y el resto en colaboración entre Hamilton y Madison) en defensa del proyecto de la nueva Constitución Federal. Esos artículos de prensa han pasado a la historia de la ciencia política con el nombre de "The Federalist Papers", y aparecieron publicados en forma de libro en ese mismo mes de mayo de 1788 con el título de "The Federalist; a Commentary on the Constitution of the United States" ("El Federalista": Fondo de Cultura Económica, México, 1994). Ocho de esos "Papers", del XV al XXII, están dedicados a examinar los defectos de los Artículos de la Confederación vigente en aquel momento, defectos que para los firmantes la hacían inviable para el mantenimiento de la Unión.
No me resisto, a pesar de su extensión, a reproducir el último apartado del "Papers XV", el primero de los dedicados a poner en entredicho las normas que regulaban la Confederación, escrito por Hamilton, aunque firmado como "Publio". Se publicó en los primeros días de diciembre de 1787 en El Diario Independiente de Nueva York, y como todos los demás de la serie llevaba el encabezamiento de "Al pueblo de Nueva York". Les ruego reflexionen sobre la actualidad del comentario poniéndolo en relación con la situación que vive en estos momentos la Unión Europea doscientos veinticinco años después.
Dice así: "En nuestro caso, es indispensable el acuerdo de las trece voluntades soberanas que componen la Confederación para obtener el cumplimiento completo de toda medida importante emanada de la Unión. Y ha ocurrido lo que podía preveerse. Las medidas de la Unión no se han llevado a efecto; las omisiones de los Estados han llegado poco a poco a tal extremo que han paralizado finalmente todos los engranajes del gobierno nacional, hasta llevarlo a un estancamiento que infunde terror. Actualmente el Congreso apenas posee los medios indispensables para mantener las fornas de la administración, hasta que los Estados encuentran tiempo para ponerse de acuerdo sobre un sustituto más efectivo a la sombra del actual gobierno federal. Las cosas no llegaron desde el primer momento a esta desesperada extremidad. Los motivos especificados solo produjeron en un principio una sumisión desigual y desproporcionada a las requisiciones de la Unión. Las deficiencias más graves de ciertos Estados facilitaron el pretexto del ejemplo y la tentación del interés a los más sumisos o menos rebeldes. ¿Por qué hacer más que los que tripulan con nosotros la misma nave política? ¿Por qué consentir en soportar más que nuestra parte en la carga común? El egoísmo humano no supo resistir a estas sugestiones, e incluso los hombres que piensan y que preveían las consecuencias lejanas de todo ello vacilaron en combatirlas. Cada Estado, cediendo a la voz persuasiva del interés inmediato o de la conveniencia,.ha retirado gradualmente su apoyo, hasta hoy en que el frágil y tambaleante edificio parece a punto de caer sobre nuestras cabezas, aplastándonos bajo sus ruinas."
No he querido subrayar ni entrecomillar palabra alguna del texto que comento, pero espero reconozcan conmigo la similitud de la situación que denuncian sus palabras con las que vive en estos momentos la Unión Europea.
De "El Federalista" se ha dicho que es el mejor tratado de Ciencia Política que se ha escrito nunca y que su lectura y comprensión equivale a todo un máster de dicha especialidad. Es una opinión que comparto. Y aunque no lo mencionan para nada en su artículo, quiero suponer que a los autores del aparecido el pasado día 4 de agosto en el prestigioso diario alemán "Frankfurter Allgemeine Zeitung", y reproducido por el diario "El País" unos días más tarde bajo el título de "Un cambio de rumbo en la política europea", les mueve la misma pasión por Europa que a los ilustrados Hamilton, Jay y Madison por su patria cuando redactaron sus "The Federalist Papers" hace 225 años.
No creo que nadie pueda poner en duda la autoridad moral del filósofo alemán Jürgen Habermas, uno de los firmantes del citado artículo, junto al también filósofo Peter Bolfinger y el economista Julian Nida-Rüimelin. "Todas las proyecciones auguran a Europa, dicen en el mismo, un peso decreciente. Solo de forma conjunta se puede afirmar su modelo". "El agravamiento de la crisis, afirman más adelante, demuestra que la estrategia impuesta por el gobierno alemán es equivocada. [...] Solo una profundización clara en la integración puede mantener una moneda común sin medidas de auxilio." Y el corolario final no podía ser otro que el de instar al gobierno de la República Federal Alemana "a tomar la iniciativa de decidir la convocatoria de una Asamblea Constituyente" para Europa.
Como es lógico, mis palabras, apasionadas pero de deficiente estilo, no pueden sustituir ni lo pretenden, la lectura atenta del repetido artículo ni del impresionante tratado de ciencia política que supone "El Federalista". Se lo recomiendo encarecidamente. De forma personal he iniciado una campaña de recogida de firmas, a través de "Change.org" y "Avaaz.org", dirigidas al Presidente del Parlamento Europeo, demandando que sea el propio Parlamento Europeo, como el más genuino representante de los ciudadanos de la Unión Europea, el que asuma la iniciativa de promover y convocar una Asamblea Constituyente para Europa. Les invito a sumarse a ella.
Y sean felices, por favor, a pesar de los gobiernos. Tamaragua, amigos. HArendt
2 comentarios:
Como siempre es un placer leerte Carlos,y conocer tu blog es,pues,doble placer y lo es por lo que para mí supone de crecimiento personal a traves del conocimiento que tú,simepre aportas. art.Ya he leido en el EL PAIS del el domingo el art.Un cambio de rumbo en la Política Europea y lo comparto,creo que la única forma de salir del caos en el que estamos es,bajo mi modestisima opinión,la única forma,aunque tambén creo que una federación de Estados Europeos siendo indispensable no es bastante sino que al mismo tiempo seria necesario un nuevo planteamiento mercantilista y una forma de, no se de qué manera racionalionalizar el consumo y elevando la educación de las masas,y como no sé de que manera pero para eso estais vosotros que encontrareis la forma.
Muchas gracias por pensar que puedo influir en la formación política de mis amables lectores. Un saludo muy afectuoso.
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