viernes, 27 de enero de 2023

[ARCHIVO DEL BLOG] Darwin sigue en entredicho. [Publicada el 01/02/2014]











Doscientos cinco años después del nacimiento de Charles Darwin, -se cumplen el próximo 12 de febrero-, y casi ciento cincuenta y cinco después de la publicación de su obra fundamental: "Sobre el origen de las especies" (Alianza, Madrid, 2007), Darwin sigue en entredicho. El profesor José Manuel Sánchez Ron, miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid, escribía con ocasión del bicentenario de su nacimiento un interesante artículo titulado "El ejemplo y las lecciones de Darwin", en el que se preguntaba como era posible que un hecho científico contrastado de manera abrumadora y cuya relevancia para situarnos en el mundo es obvia, no es todavía universalmente aceptado.
Por citar únicamente dos ejemplos de sociedades tecnificadas y culturizadas: en Estados Unidos solamente la acepta el 40% de la población. En Europa su aceptación es mayor, especialmente entre los franceses y los escandinavos (creen en ella aproximadamente el 80%), aunque no deja de tener problemas: en una encuesta realizada en Reino Unido por la BBC en 2006, el 48% la aceptaba, mientras que el 39% optaba por alguna forma de creacionismo, y un 13% "no sabía".
El intento de compaginar ciencia y fe es un intento valdío. Lo han intentado muchos, y todos han fracasado. La ciencia es racionalidad y prueba; la fe, irracionalidad y dogma. Lo intentó, por citar un solo ejemplo, el jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), paleontólogo y filósofo, en una excepcional obra "El fenómeno humano" (Taurus, Madrid, 1965), uno de los libros más interesantes que he leído nunca. El intento le costó la separación de la iglesia, en una práctica excomunión, sin lograr tampoco el reconocimiento de la comunidad científica.
El Creacionismo, una teoría pseudocientífica muy arraigada en ciertas comunidades protestantes de los Estados Unidos, defiende una explicación del origen del mundo basada en uno o más actos de creación por un Dios personal. Tiene un gran número de seguidores, pero no responde a base científica alguna, y sólo es un rebuscado intento de compaginar lo incompaginable.
Recuerdo haber leído una entrevista al eximio premio Nobel de Medicina de 1959, el español Severo Ochoa (1905-1993), contestando con esa sencillez que le caracterizaba a la impertinente pregunta del periodista que le interrogaba sobre la vida después de la muerte: "no hay nada después de ésto, somos átomos y en átomos nos reconvertimos al morir". Yo, más poéticamente, diría que somos "polvo de estrellas", que es lo que le responde su padre a Hilde, la protagonista de "El mundo de Sofía" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1999), ante una pregunta similar. Un magistral libro, este de Jostein Gaarder, que debería ser lectura obligatoria en la escuela española. En fin, espero que pasen un buen fin de semana y disfruten del artículo del profesor Sánchez Ron. 
Sean felices, por favor. Y como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt










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