Definiciones:
1. Parábola: Narración de un suceso fingido, del que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral (DRAE).
2. Escéptico: Que no cree o afecta no creer (DRAE).
3. Definición de escéptico del autor del blog: Un optimista chamuscado por la realidad.
Cuando estoy muy cabreado, y en estos momentos lo estoy como buena parte de los ciudadanos de eso que hemos quedado en llamar el Occidente capitalista, me pienso dos y hasta tres veces lo que voy a poner en el blog. No porque tenga la sensación de que voy a ofender a alguien con lo que digo y acabar en los tribunales, sino por el simple hecho de que intento que lo que escribo sea producto de una reflexión, aunque personal, medianamente elaborada, y no de un exabrupto más emocional que racional. Y por supuesto, no estoy infravalorando lo emocional sobre lo racional, sino colocando cada cosa en su sitio. En todo caso en las "redes sociales" como Facebook, Twitter o Eskup, en las que participo, reconozco que escribo más a bote pronto y con más emoción que racionalidad.
Esa es la razón de que no haya escrito nada al respecto, hasta ahora, sobre la entrada que mi querida amiga y excelente periodista, Rosa María Artal, puso en su blog El Periscopio el pasado 9 de octubre, titulada "Democracia oficial vs Democracia real". Lamento no compartir su entusiasmo sobre el futuro del Movimiento 15-M, ahora reconvertido en 15-O. Y nada me complacería más que equivocarme, pero me da la impresión de que no, que no voy a equivocarme, y que ese movimiento de protesta se va diluir como azucarillo en agua en cuanto la crisis financiera global comience a encauzarse, cosa que, supongo, deseamos todos, o que el Movimiento del 15-O no alcance sus objetivos prioritarios, cosa que, supongo, lamentaremos todos también, aunque de momento los desconocemos.
No soy el único que lo piensa. El filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman, Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010, famoso por su concepto de la modernidad líquida, entrevistado por el escritor y periodista Vicente Verdú en Madrid el mismo 15 de octubre, parece que lo tiene bastante claro: “El 15-M es emocional, le falta pensamiento”. dice, y advierte del peligro de que la indignación termine evaporándose, aunque a continuación manifieste que el efecto que cabe esperar de este movimiento es “allanar el terreno para la construcción, más tarde, de otra clase de organización”, pero ni un paso más. "La emoción es apta para destruir, pero resulta especialmente inepta para construir nada", dice más adelante. "El movimiento no aceptaría un líder. Su potencia es su horizontalidad", le responde a Verdú. Dice bastantes más cosas, claro está. Les recomiendo la lectura íntegra de la entrevista; seguro que la disfrutan.
La cuestión a dilucidar es si al final seremos capaces de llegar a un acuerdo sobre la necesaria reformulación de los canales de participación ciudadana en democracia. Democracia participativa, sí; suplantación de la democracia representativa, no. Participación de la ciudadanía, sí; control ciudadano y exigencia de responsabilidad a los representantes políticos, también. Democracia directa contra democracia representativa, no.
Hace unas semanas leía en "Lecturas de teoría política positiva": Josep M. Colomer (Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1991) un artículo del politólogo norteamericano, Thomas C. Schelling, titulado "Termostatos, cacharros y otras familias de modelos". Hay un fragmento del mismo, que puede servir muy bien como parábola sobre la participación o el activismo, y que aun referido a lo que en la jerga universitaria de Harvard se denomina teoría del "Seminario agonizante", puede servir muy bien de pauta o modelo para cualquier otro grupo participativo o activista, ya sea académico, social o universitario. Dice así:
"Un acontecimiento frecuente entre los profesores de Harvard es el "seminario agonizante". Alguien organiza un grupo de veinticinco personas ilusionadas en reunirse regularmente con un objeto de interés común. Se fija la reunión a una hora en que los interesados calculan que estarán libres. La primera reunión tiene una buena asistencia, tres cuartas partes o más, con una minoría a la que surge algún problema. A la tercera o cuarta reunión la asistencia no es superior a la mitad y muy pronto solo asiste un puñado. Más tarde o más temprano, la empresa fracasa, por consenso entre los pocos asistentes a una reunión o porque los organizadores desisten y dejan de convocar. Entonces los miembros originarios lamentan que no haya funcionado. Cada uno siente que los demás considerarán que no valía la pena. Se extrae la conclusión de que de hecho no había un auténtico interés. Pero a menudo parece que sí había interés. La iniciativa no da resultado a pesar del interés. Casi todos, al ser preguntados, alegan que habrían continuado asistiendo regularmente si un número suficiente de otras personas se hubieran ocupado de asistir con regularidad como para que mereciera la pena. (...) En nuestro seminario agonizante puede ocurrir que sea cual sea el número de asistentes, haya dos o tres que lo encuentran insuficiente; cuando desertan, otros dos o tres lo encuentran insuficiente y cuando desertan otros dos o tres igual. El número de asistentes que, si hubieran sido atraídos mediante persuasión o coerción, habría hecho viable el grupo puede ser grande o pequeño; el hecho de que deje de funcionar no nos dice si estuvo muy cerca o muy lejos de conseguirlo." A buen entendedor...
El vídeo que acompaña la entrada está tomado el pasado sábado, 15 de octubre, en la Puerta del Sol de Madrid.
Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
1 comentario:
Tenemos un montón de razones para ser escépticos, sin dudarlo. Cuando todos tengamos trabajo y la renta más segura, a nadie le importará un carajo si tenemos una democracia de la Señorita Pepis o qué!
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