Cortes Generales (Madrid, 27-12-2011)
Decir que uno es monárquico en España no debería parecer una originalidad ni representar ningún problema. El artículo 1, punto 3, de la Constitución establece que la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Sin embargo, por el ruido que hacen, parece que para muchos españoles no es así: que la forma monárquica de configuración de la Jefatura del Estado fuera algo obsoleto y reprobable y que los que nos declaramos monárquicos por convencimiento somos unos carcas con peluca.
Yo me declaro monárquico sin pudor alguno. Respetuoso con aquellos ciudadanos que defienden la republicana como forma política de configuración de la Jefatura del Estado, creo que la monarquía y quién la personifica en este momento de la historia cumple con pulcritud el papel que la Constitución le encomienda y que la disyuntiva a resolver no es monarquía/república, sino democracia/autoritarismo.
Monarquías son algunos de los Estados más avanzados socialmente y con mayor y acreditada solera democrática: Gran Bretaña, Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo y Bélgica, son en Europa, monarquías. En América, lo son Canadá y la mayoría de los pequeños Estados del Caribe. En Oceanía, Australia, Nueva Zelanda y otro buen número de Estados insulares; y en Asia, Japón. Es cierto que también hay monarquías que no cumplen ni por aproximación las expectativas de reconocimiento como Estados democráticos en África y Oriente Medio, pero eso también es aplicable a la mayor parte de los Estados configurados como repúblicas en todo el mundo.
El argumento "monarquía=obsoleta / república=progresista" carece de peso y, sinceramente, buscar el enfrentamiento de la ciudadanía en función de esa disyuntiva me parece un soberano ejercicio de irresponsabilidad política.
El argumento "monarquía=obsoleta / república=progresista" carece de peso y, sinceramente, buscar el enfrentamiento de la ciudadanía en función de esa disyuntiva me parece un soberano ejercicio de irresponsabilidad política.
En enero de 2009, va a hacer justamente tres años, regalé por Reyes a una antigua y gran amiga, ferviente republicana, un libro recién publicado por Carlos García Retuerto titulado "33 españoles y el Rey" (Martínez Roca, Madrid, 2009). Ese hecho me dio pie a publicar a mi vez una entrada en el blog el 16 de enero de ese año que titulé "Las cuentas del rey" [1], en la que comentaba uno de los aspectos destacados por el citado libro, aquel que hacía referencia a la cuestión ¿cuánto cuesta a los ciudadanos de los estados democráticos, sean éstos monarquías o repúblicas, mantener a su Jefe del Estado?
Con datos tomados de los respectivos presupuestos generales del Estado, la presidencia de la República Federal Alemana, arrojaba un gasto de 21 600 000 euros anuales. La de la República Francesa, 30 500 000 euros; los gastos de la Corona británica ascendían a 54 000 000 de euros. Los de la presidencia de la República Italiana ascendían a 425 000 000 de euros anuales. Los de la Corona española a 9 050 000 euros...
Ayer martes, se celebraba en Madrid la solemne apertura de la X Legislatura de las Cortes Generales [2], en una sesión conjunta del Congreso de los Diputados y del Senado que presidían los Reyes y los Príncipes de Asturias. En la recepción que seguía a la misma, se informaba que en el día de hoy se harían públicas por vez primera en detalle las partidas de gastos en las que se emplean las cantidades que los presupuestos generales del Estado determinan anualmente para el sostenimiento de la Jefatura del Estado.
En este enlace [3] de la página electrónica de la Casa de Su Majestad el Rey puede examinarse el presupuesto oficial de gastos de la Familia Real y de su Casa presentado por la Intervención de Estado esta misma mañana. Y en este otro [4] el incisivo reportaje que sobre el hecho escribe en la edición electrónica de El País de esta misma tarde la periodista Mábel Galaz. La cuestión no da para más, pero aquí están los datos. ¿Qué se ha tardado mucho en dar el paso? Es posible, no lo discuto, pero ya están aquí; dejemos de especular al respecto.
Espero que los disfruten. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
Cortes Generales (Madrid, 27-12-2011)
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Entrada núm. 1445
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