ABANDONO II
No solo me hablaba tu alma sino también tu cuerpo.
El cuerpo sabe más sobre sí mismo que lo que de él sabemos.
Mi alma se reconocía en la idea que se hacía de mi cuerpo tu mirada.
Esa noche dormimos en la misma cama sin tocar la carne.
Se trataba de medir la resistencia a la pasión, o de ser honestos respecto
a lo que verdaderamente nos une. Nos besamos en la mejilla y apagamos la luz.
Las carreteras, si corren paralelas, una va hacia la nada y la otra la acompaña
como espuma en el borde del agua. De otra forma, la primera seguiría
su curso pretendiendo ignorar el sinsabor del desencuentro.
El cuerpo es el lugar donde confluyen el silencio y el grito. Hierba errante
lo ahogado se suma a esa carne que cohesiona los sucesos.
Vanidad, nos dijeron, es desechar lo que no ha prescrito la mancha.
Jeannette L. Clariond (1949)
poetisa mexicana
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