miércoles, 7 de octubre de 2009

¿Tocan a vísperas en el PP?

El diccionario de la Real Academia Española define el verbo "dimitir" (del latín dimittĕre) como la acción de "renunciar, hacer dejación de algo, como un empleo, una comisión, etc.". Explica también que es verbo transitivo, aunque se usa más comúnmente como intransitivo. Lo que el diccionario de la Real Academia Española no dice es que el verbo "dimitir", no tiene conjugación en España. En otros lugares en los que se hable español puede tenerla; en España, no. En España no dimite ni dios. Y si es de derechas, menos aún.

Explicar a estas alturas que la dimisión de un cargo político no implica culpabilidad por su parte, resulta ya grotesco. La dimisión lo único que implica es la asunción de la propia responsabilidad, normalmente por defecto, y el deseo de dejar a salvo la dignidad del cargo. ¡Pues ni por esas! En España la dimisión no es de hombres de pelo en pecho, ni de mujeres de vello en pubis...

¿Tocan a vísperas en el PP? Por voluntad propia, da la impresión de que no. Rajoy y toda la plana mayor del partido despejan balones fuera o miran, con cinismo, hacia otro lado... Allá ellos.

Fernando Garea, cronista parlamentario de El País, escribía ayer en su Blog "Desde el Patio del Congreso" un artículo titulado "Herederos de Aznar", que deja en evidencia los poco convincentes gestos de "ignorancia" de la actual dirección del PP. Por su parte, el escritor Rafael Argullol, en el mismo diario pero el día 4, escribía otro interesante artículo titulado
"El olvidado arte de la dimisión", dedicado esta vez al escándalo que sacude a las instancias políticas catalanas por el "asunto" del Palau de la Música Catalana de Barcelona. Espero que les resulten interesantes. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





¿Cine de terror o cine de risa?...






"HEREDEROS DE AZNAR", por Fernando Garea
Blog "El Patio del Congreso" - 06 Oct 2009

"¿En qué momento se jodió el Perú?", preguntaba un personaje creado por Mario Vargas Llosa en "Conversación en la catedral".

Revisando los 17.000 folios del sumario del "caso Correa", la pregunta es ¿en qué momento se jodió el PP?.

No fue exactamente el día de septiembre de 2002 en el monasterio de El Escorial, pero esa fecha podrá ser aceptada como el día que empezó el final del aznarismo. Ahora sabemos que desfilaron por la pasarela casi todos los acusados de formar parte de la trama: Correa, el bigotes, Jacobo Gordon, López Viejo, Bosch, Sepúlveda.... Y en el altar Agag, factotum de todos ellos, tal y como se menciona en el sumario.

Era estereotipo admitido que Aznar dejó a Rajoy el partido saneado, pero ahora descubrimos la podredumbre que tenía en su interior. Toda la red de relaciones procede de lo que fue el aparato del PP de Aznar de los años 90. Entonces se fue tejiendo en Génova 13 y de ahí ha pasado a instituciones gobernadas por el PP.

A Rajoy le ha caido ahora a plomo el sumario, sepultando sus frases de los últimos meses y sus estrategias de defensa. Y dejando en evidencia su escasa premura para tomar decisiones y sus dificultades para imponerlas.

Primero fue una invención de Garzón; luego de unos cuantos policías y un fiscal y ahora es un catálogo incuestionable y abrumador de pruebas y testimonios incriminatorios. Demasiado como para que fuera ideado todo por el juez y Bermejo en una noche de cacería. Imposible que se les ocurriera todo lo que contiene el sumario. Y eso que sólo se conoce un tercio del caso.... Habrá más espectáculo.

¿Se acuerda alguien de la foto de Rajoy con toda la dirección del partido detrás, incluido Camps, leyendo un comunicado en el que se dice que todo es un montaje?

¿Se acuerda alguien de que la estrategia de defensa del PP es que esto no era Filesa y que no había financiación ilegal?

¿Se acuerda alguien de que Rajoy puso la mano en el fuego por Camps?

Por si acaso, estas son sólo algunas de las frases de Rajoy y otros dirigentes del PP:

16-2-2009 Rajoy en Antena 3
"¿Pone la mano en el fuego en que el PP no se ha financiado irregularme? "Empeño mi palabra", ha recalcado Mariano Rajoy, quien ha añadido que "todas las cuentas" de su partido "son públicas" y están en manos del Tribual de Cuentas.

"Niego absolutamente que el PP haya organizado ninguna trama como en su día organizó el PSOE con Filesa y niego que estas personas -en referencia a Correa- hayan dado un solo euro al PP". El líder de los populares ha reiterado que será "contundente" si se demuestran irregularidades por parte de algún dirigente de su formación.

19-2-2009 Rajoy en A Coruña
"Francisco Camps es un dirigente ejemplar que cuenta con el pleno apoyo del PP".
03-03-2009 Cospedal en Barcelona.
"Esto no es Filesa"

01-06-2009 Jaime Mayor Oreja en un mitin en Valencia:
"Frente a la mentira y la calumnia tiene que ganar la decencia de Paco Camps, que es el más honorable de todos los valencianos y de todos los españoles".

03-06-2009 Rajoy a Camps en un mitin en Valencia:
"Creo en ti y en lo que haces; te he visto actuar. La inmensa mayoría de los valencianos y los españoles creen en ti. Siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado. Gracias Paco".

Y en Madrid al menos hubo dimisiones. En Valencia no ha habido ni una.

Por cierto, que no hace falta ser un jurista para coincidir en que no tiene ningún sentido que el caso no esté todo agrupado en el Tribunal Supremo. Todo forma parte de la misma red y pueden producirse circunstancias ridículas como que Bárcenas esté imputado en el Supremo y su mujer en el Tribunal Superior de Madrid por los mismos hechos.
Estamos a la espera de la explicación de Aznar sobre lo que dejó en el PP.





¿Entonando el "Mea culpa"?...





"EL OVIDADO ARTE DE LA DIMISIÓN", por Rafael Argullol
EL PAÍS - Opinión - 04-10-2009

Tampoco. Tampoco en esta ocasión, con motivo del escándalo del Palau de la Música de Barcelona, se ha producido, al menos hasta el momento, dimisión alguna. Me refiero, claro está, a dimisión entre los responsables políticos y no de la inevitable retirada de quienes, aunque con años de retraso, han sido pillados con las manos en la masa.

Todo el mundo espera que Fèlix Millet y compañía vayan a la cárcel y, a juzgar por sus declaraciones, los primeros que lo esperan son aquellos políticos que, con sueldos pagados por el erario público, tenían como misión vigilar que el dinero de los ciudadanos no fuera robado por desaprensivos. En el asunto Millet los corresponsables del expolio pertenecen a tres administraciones -Ayuntamientto, Generalitat, Estado-, a diversos partidos, a varias legislaturas. Sin embargo, por lo que advertimos, ninguno se siente eso: co-responsable del expolio. Los que ostentan cargos en la actualidad señalan hacia el pasado; los que ostentaron en el pasado se escudan en el presente. Unos y otros aguardan el olvido que deparará el futuro.

Tienen razones sobradas para adoptar esta estrategia puesto que viven en un escenario en el que esta actitud siempre acaba por dar buenos dividendos. Si observamos la larga cadena de corrupciones que se ha enroscado en nuestra historia reciente comprobaremos que el número de divisiones entre los políticos que debían velar para que no se produjeran aquéllas ha sido ínfimo.

¿Cuántas dimisiones de ministros, de subsecretarios, de alcaldes ha provocado la especulación urbanística o financiera? ¿Alguien se ha sentido obligado a dimitir por la génesis de una Crisis, así en mayúsculas, que, ha sido considerada como un monstruo impersonal del cual nadie era individualmente responsable? No tenemos noticias de que ningún cargo público se considerase demasiado inepto, demasiado avergonzado, demasiado escrupuloso para dar un paso al frente y anunciar su dimisión.

Una democracia en la que nadie, jamás, dimite -a no ser que tenga la pistola en el cuello- es un sistema monolítico y sin porvenir. Parece, según cuentan algunos historiadores, que este problema fue ya entrevisto con claridad en la joven democracia de Pericles de manera que se exigía a los elegidos por los votantes una suerte de permanente disponibilidad a dejar el cargo si cometían irregularidades y errores antes de finalizar el plazo de su mandato, y otro tanto sucedía en los menores momentos de la república romana.

Si lográramos trasladar esta precaución a nuestra época, el responsable político, además de jurar o prometer el cargo debería comprometerse al abandono anticipado del mismo en caso de faltar a sus obligaciones. En la carte

-ra ministerial, por ejemplo, siempre se llevaría la carta de dimisión bien redactada, dejando un espacio para indicar el motivo. El arte de la dimisión, que no debería implicar necesariamente hechos vergonzosos, e incluso podría representar una protesta contra ellos, otorgaría permeabilidad a la democracia y confianza a los ciudadanos.

Pero no es el caso, al menos aquí. El anquilosamiento de las instituciones y la desconfianza ciudadana tienen mucho que ver con la sensación de enclaustramiento de la llamada clase política. Ante muchos ciudadanos los partidos aparecen como opacas estructuras en cuyo interior se ayudan mutuamente a ganar, mantener o recuperar el poder. Quedan restos ideológicos, sí, adheridos a los programas que se proclaman en las citas electorales, pero el peso del poder de las ideas es percibido como infinitamente menor al ansia de poder de los integrantes del grupo.

Puede que esta percepción sea en parte injusta pero es la que prevalece en el momento de acusar que, en la actualidad, la "carrera política" es un buen medio -de igual eficacia que el que ofrecen determinadas sectas religiosas-, para hacerse con una posición económica, un trabajo estable y hasta una profesión. Sin apenas debates internos de envergadura, los partidos políticos exigen crecientemente a sus miembros secreto y silencio. O, tal vez, esta exigencia ni siquiera es necesaria, puesto que los afiliados tienden a una sumisión voluntaria a la que, desde luego, tratarán de sacar partido.

No deja de ser elocuente a este respecto que en las últimas semanas se haya aludido en la prensa repetidamente al mutismo que rodea las reuniones de los dos grandes partidos españoles. En apariencia, tanto el Partido Socialista como el Partido Popular tienen sobradas razones como para discutir encarnizadamente acerca de las estrategias seguidas. ¿Cómo puede ser que estos partidos no tengan en su interior distintas tendencias que se expresen en libertad y luchen entre sí en relación a asuntos de tanta envergadura como la crisis económica, la corrupción o el desplome educativo? ¿Cómo puede ser que los miles de cargos públicos que suman entre ambos partidos comporten tanta unanimidad en el momento de defenderse contra tanta tentación de dimitir? Es verdad que vociferan unos y otros, pero la credibilidad de los gritos es escasa, pues los ciudadanos han oído tantas veces esas sonadas acusaciones sin apenas consecuencias que ya no creen en la sinceridad del exabrupto.

Tras perpetrarse esta actitud la escena democrática ha quedado profundamente quebrantada: a unos partidos ensimismados, transformados en aparatos de poder autosuficiente, les corresponde una ciudadanía apática y desconfiada, alejada de cualquier pasión política, que desprecia las instituciones públicas, como repetidamente se pone de relieve en las encuestas que publican los medios de comunicación. A un paisaje así lo llamamos democracia porque no se nos ocurre otra cosa o porque siempre tenemos miedo de que vuelva algo peor. Una democracia, sin embargo, con alarmante síntoma de inanición. Reinstaurar -o instaurar, porque aquí lo cierto es que poca tradición hay- el arte de la dimisión podría reanimar al enfermo.

Ahora, a raíz del caso Millet, tenemos una nueva oportunidad, una más de las muchas que hemos gozado en estos últimos años. Como se ha escrito reiteradamente en los periódicos el señor Fèlix Millet, astuto camaleón, ha sido pujolista, aznarista con Aznar y tripartidista con el tripartito. Su trayectoria supuestamente delictiva ha atravesado cuatro lustros, como mínimo, arrastrando a decenas de responsables políticos que tenían la obligación de impedir aquella trayectoria. Los hay de todos los colores y todos tienen cara, nombre y apellidos.

Es el momento de que algunos tengan la grandeza de sacrificarse por la democracia y exclamar ¡soy responsable! o ¡fui responsable! Es el momento de dimitir de los cargos actuales o de los puestos propiciados por antiguos cargos. Ya sabemos que el señor Millet es un presunto ladrón. Lo que queremos saber es quién dejó que lo fuera. Bastaría que alguien, no necesariamente presionado por los medios de comunicación, se presentara voluntario para asumir su rol en el escenario. Un acto semejante daría aire a la democracia.

Pero soy el primero que dudo que algo así pueda producirse, ni en éste ni en los demás casos. Pedir grandeza cuando se ha instalado la mediocridad es pedir peras al olmo. Y aún más cuando se trata de una mediocridad satisfecha. Escuchen, si no, esta anécdota. Este verano me encontré por la calle a un compañero de la universidad al que no había vuelto a ver en todos estos años. No se le tenía, entonces, por una lumbrera. Le pregunté cómo estaba y, sin transición y sin matices, me contestó que le había ido extraordinariamente bien en la vida. Para resumirme esta satisfacción vital me contó que era segundo en las filas de determinado partido. "Yo que, como sabes, no era ninguna lumbrera", argumentó, medio bonachón, medio malicioso. Estuve a punto de decirle que también Calígula nombró senador a su caballo. Pero me callé puesto que, al fin y al cabo, no conozco a nadie más con una opinión tan elevada acerca de lo que ha sido su vida.





¿Tiempos felices?...





Entrada núm. 1231
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

Intelectuales y poder en Latinoamérica (II)

Mi sobrina Marisa, madrileña de Alcobendas, y socióloga en ejercicio, me envía un excelente y trabajado comentario sobre mi entrada de hace unos días en el blog, titulada "Intelectuales y poder en Latinoamérica". Me ha parecido que sin duda merecía un tratamiento especial en el blog. Y esa es la razón de su publicación como una entrada más del mismo. Interesantísima su reflexión sobre el papel de los "intelectuales" en la crítica política: "si la política es sólo un escenario donde se representa la lucha por el poder, tiendo a pensar que el papel de los intelectuales está en la crítica pero ejerciendo ésta como una labor que supera a la política y que incluso se sitúa en los márgenes de ésta, evitando ser atrapada en la máquina devoradora de las luchas partidistas". Pero mi amiga dice muchas más cosas interesantes en su comentario. Espero que lo disfruten. Gracias, Marisa, un beso grande para ti. Sean felices, por favor, Tamaragua, amigos. HArendt






Desde mi jardín: naturaleza viva




Buenos días Carlos. Respondiendo a tu invitación te mando algunos comentarios sobre el artículo que envías. Es un artículo muy interesante. Recuerdo que lo leí el día que apareció en El País y que tomé algunas notas y me apunté algunos libros de los autores que opinan a lo largo del artículo.

Ahora, al enviármelo tú lo he vuelto a leer y a pensar más reposadamente sobre los temas que se plantean.


En un primer momento me parece que estoy de acuerdo con casi todo lo que se dice. Es decir, el declive del intelectual monolítico que construye un discurso cargado de autoridad sobre “lo que está pasando”, me parece algo que -si bien no puede atribuirse por completo o en exclusiva a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías- no deja de ser un paso, un alivio, una cierta liberación. Es seguro que la primacía de estos saberes ha sido edificada, como dice Roncagliolo, sobre la falta de reconocimiento de una pluralidad de subjetividades ninguneadas o silenciadas, o ni siquiera observadas.


Y no creo tampoco que haya que irse al mundo lésbico, o a ningún lugar lejano para encontrar esas sensibilidades ignoradas. Las tenemos bien cerca, montones de mujeres y hombres, niños, jóvenes que luchan por llevar su vida adelante, al margen del poder y tratando de no ser aplastados del todo por sus estrategias, su mercado de trabajo, la deprimente parodia que se escenifica en el púlpito de la política, la escasez de espacio que queda para la libertad y la realización de los deseos íntimos y los sueños colectivos. Cuán lejos está la política, nuestra política, de esta melodía.


En este sentido, me han gustado mucho tus recientes comentarios sobre la política nacional, las críticas que les dedicas a los burócratas de la política, la claridad y contundencia con la que les observas y retratas sus motivaciones. Comparto ciento por ciento tus opiniones, incluso me ha reconfortado leerlas y me han provocado una sonrisa interior de cierto humor negro.


De modo que si la política es sólo un escenario donde se representa la lucha por el poder, tiendo a pensar que el papel de los “intelectuales” está en la crítica pero ejerciendo ésta como una labor que supera a la política y que incluso se sitúa en los márgenes de ésta, evitando ser atrapada en la máquina devoradora de las luchas partidistas. En este sentido comprendo bien las preferencias que algunos autores plantean en el artículo en cuanto a que “es mejor contar historias que establecer juicios”.


Comparto también las sensación de que vivimos en un mundo fragmentado, que ya no existen verdades absolutas y “todo está sometido a un permanente debate”. Y esa última reflexión en torno a novelistas como Philiph Roth, que en lugar de pronunciarse en la primera plana del debate público, se posicionan a través de sus novelas en relación con los acontecimientos que sacuden su historia, dando lugar a una “elaboración subjetiva” de éstos.


Sí, esto me parece importante, porque frente a la afirmación (de Vargas Llosa, creo) de que “el intelectual tiene la obligación de intervenir en el debate cívico”, que subraya el enfoque normativo, el planteamiento en términos de ‘superyó’, cabría un enfoque más abierto, más plural y más limitado en cuanto a la confianza en el propio poder de los intelectuales. Los intelectuales (si es que podemos utilizar una etiqueta tan imprecisa) tienen una voz, cuya potencia está en la reflexión y en la expresión de todo lo que queda reprimido por el poder. Una voz que se escuchará mejor y tendrá más fuerza en la medida en que se mantenga cerca de lo no dicho en el debate cívico. Más que litigar como un contendiente más en el debate cívico, creo que la tarea está en ensanchar los límites de éste y trabajar desde el fondo y la superficie por la configuración de un ‘nosotros’, desde la inteligencia y desde la sensibilidad.


Me doy cuenta de que todo esto no es más que un ‘deseo’ y que nos enfrentamos, sobre todo en Europa, a una situación en la que la desafección con la política lleva a una especie de deserción. Vivimos en el desconcierto, en la falta de discurso, en la desmotivación, en la huida hacia lo privado. Quizás en América latina hay en estos momentos otra vitalidad.


Pienso también en fenómenos en la política como el de Obama, que representan una renovación. Independientemente de las limitaciones reales a las que esté sometido y sus logros finales, sólo el hecho de llegar al poder y encarnar las esperanzas de tanta gente representa un hecho histórico. Su figura y trayectoria materializan los deseos de muchos de nosotros.


No sé, supongo que hay que seguir pensando y confiar en el trabajo de la duda. Saludos, y felicidades por el espacio vital y estimulante de tu blog. Marisa






Desde mi ventana: De amanecida




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lunes, 5 de octubre de 2009

Erotismo y amor (I)

Sólo en el sentido más clásico del termino me atrevería a auto-calificarme como "filósofo", o lo que es lo mismo, como "amante de la sabiduría"; en mi caso, mero e incompetente admirador y aprendiz de ella. Supongo que algo influirá también mi paso por la UNED, mi "alma máter", cuyo bello lema, sacado del Libro de la Sabiduría (7, 24) dice, de la Sabiduría, que es lo que más mueve entre todas las cosas que se mueven (Omnibvs mobilibvs mobilior sapientia).

De mi incompetencia dan cuenta los sudores y escalofríos que me provoca enfrentarme para su comentario con textos como el que ayer domingo, en El País Semanal, y como colofón de un reportaje firmado por Julia Luzán sobre la exposición "Las lágrimas de Eros" que el Museo Thysen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid abren el próximo día 20 de octubre, publicaba en ese mismo número de la revista citada mi admirado maestro el profesor y académico don Emilio Lledó.

El texto de Lledó, que reproduzco más adelante, lleva por título "El Eros de Diotima", y su lectura me ha hecho recordar ese maravilloso diálogo, "El Banquete" (Tecnos, Madrid, 1998), que Platón escribiera a finales del siglo V a.C. en Atenas, en el que una sacerdotisa llamada Diotima, que en el diálogo aparece como mentora y maestra del propio Sócrates, discurre con varios personajes masculinos sobre la naturaleza profunda del sentimiento amoroso.

Como dice el profesor Lledó, la verdad es que no importa mucho si el personaje de Diotima tuvo existencia real o fue un invento de Platón. Lo importante es que por primera y única vez un personaje femenino roba todo el protagonismo del diálogo a quien siempre ha sido el centro de atención de todos los platónicos, el propio Sócrates.

Llevado de mi "pasión", re-leo, o más bien re-exploro, "El Banquete" platónico, pero también una obra capital, "Teoría de los sentimientos" (Tusquets, Barcelona, 2001), del admirado psiquiatra, profesor y también académico, Carlos Castilla del Pino, y su discurso ante la Real Academia titulado "Arquitectura de la vida humana" (Espasa-Calpe, Madrid, 2006), con motivo del Día de la Fundación Pro-Real Academia Española de ese año. Todo ello con el objeto de enmarcar una digresión adecuada a la importancia de lo comentado.

Al final, desisto, abrumado por mi propio sentimiento de incapacidad para enfrentarme a tal desafío. ¿Quién soy yo para glosar la función salvífica del amor que con tanta belleza expone Platón o analizan Lledó y Castilla del Pino, uno desde la filosofía y otro desde la psiquiatría?... Mejor lean el artículo y atrévanse con "El Banquete". Seguro que disfrutan de ambos. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Representación de Diotima




"EL EROS DE DIOTIMA", de Emilio Lledó
EL PAÍS SEMANAL - 04/10/09

Un tesoro de mujeres excepcionales nos ha legado la cultura griega. El dolor, la fidelidad, la justicia, la alegría, la belleza, la amistad, la bondad, llenan las páginas de la épica o la tragedia y a las que “no muerde el diente envidioso del tiempo”. Esos sentimientos ideales los encarnan personajes femeninos que han llegado vivos hasta nuestros días como Ifigenia, Helena, Creusa, Calipso, Fedra, Danae, Antígona, Penélope, Electra, Nausicaa, Dafne, Casandra.

Pero entre estas maravillosas mujeres aparece una genial desconocida de la que sólo sabemos su existencia por El banquete, de Platón, esa obra maestra sobre el amor. Su nombre es Diotima, “la extranjera de Mantinea”, que destaca entre todos los personajes femeninos que pueblan este fabuloso universo, este Partenón ideal. De Antígona, Nausicaa, Helena, sabemos sus historias, lo que hicieron y padecieron. A Diotima la cerca un gran silencio. Sólo muchos siglos después aparece una Diotima luminosa y amorosa en el Hiperion de Hölderlin. Ninguna otra referencia encontramos en la literatura griega, y se supone que, como la Dulcinea cervantina, fue ese nombre “músico y peregrino” también un invento de Platón.

Es sorprendente que en boca de esa misteriosa mujer aparezca la primera interpretación y teoría del Eros. El dios del amor llena con sus hazañas toda la literatura griega, pero es precisamente en El banquete, en el que varios hombres intentan definir el origen y sentido del Eros, donde brilla el discurso y la interpretación de la clarividente mujer.

En el diálogo platónico hay, como es sabido, varios discursos explicando el fenómeno amoroso. Por ejemplo, el de Aristófanes donde se cuenta la historia de una naturaleza humana hecha de extraños seres con cuatro brazos, cuatro piernas, dos órganos sexuales y dos rostros. A esos seres redondos de extraordinaria fuerza e inteligencia, los dioses, por temor a su poder, los partieron en dos. Tal fractura es la razón de que esos seres rotos anden continuamente buscando la mitad perdida. La característica esencial de la vida será, pues, esa sustancial insuficiencia. No somos autárquicos: necesitamos del mundo que nos rodea y de los otros seres que nos acompañan en el camino. Una necesidad que se manifiesta en el amor como expresión de la natural pobreza. Lo mismo que las palabras nos hacen animales distintos de los otros mamíferos y nos posibilitan la mutua comunicación y comprensión a través del universo ideal del lenguaje, el amor nos empuja a otra forma de identificación a través de los múltiples reclamos del bien y la belleza en el cálido universo afectivo de los sentimientos.

Diotima, “que me enseñó las cosas del eros”, según recuerda Sócrates, añade varios matices fundamentales a todo lo que han dicho quienes hablaron antes que ella. La extranjera de Mantinea cuenta, además, el origen de este dios o daimon que “no es ni bello ni feo, ni bueno ni malo”, sino algo intermedio –metaxy– entre los dioses y los humanos. Y precisamente en ese carácter de mediador radica la fuerza de Eros, que levanta en los mortales un impulso hacia la hermosura, hacia el bien, hacia la sabiduría. Los dioses no filosofan, “porque ya tienen el saber”. Tampoco, refiere Diotima, filosofan los ignorantes, porque la ignorancia en la que están sumidos les impide añorar el saber que se hace presente como filosofía, como forma incesante de amor, de tendencia y apego al verdadero conocimiento de la naturaleza que somos, de la naturaleza en la que estamos. La ignorancia es el castigo supremo de los hombres, y su reino es el de la oscuridad. Sólo el Eros, como divinidad mediadora, como comunicador de ideas, como alumbrador de miradas y sentimientos, quiere salir de la ignorancia levantando esa inagotable fuente de deseo que embellece e ilumina, a pesar de tantas limitaciones, nuestra siempre admirable condición carnal.

El carácter de mediador lo debe Eros a su propio origen: cuando nació Afrodita, los dioses celebraron también un banquete. Allí llegó a mendigar Penía, la pobreza. Poros, el hijo de Metis, diosa de la prudencia, del saber y de la astucia, “entró embriagado en el jardín de Zeus y se durmió”. Penía, ansiosa por salir de su miseria, se acostó junto a Poros y engendró a Eros con él.

Esta tensión continua, esta búsqueda de unión y de compañía, esta lucha entre la pobreza y la riqueza, entre la muerte y la pervivencia, arranca del supuesto desequilibrio en el nacimiento de Eros. Como hijo de la pobreza, está lleno de necesidades, “vive al borde de los caminos” y anda siempre, en su desamparo, buscando cobijo; mas por parte de su padre “está al acecho de lo bello y de lo bueno y es ávido de sabiduría”. Un seguidor eterno de aquello a lo que aspira. Esa búsqueda es, precisamente, lo que da sentido al vivir. La tensión amorosa engaña a los seres humanos haciéndoles creer que va a ser definitivamente suyo aquello a lo que aspiran. Un engaño que, paradójicamente, da aliento y felicidad, porque aunque la indigencia se mantenga a lo largo de cada tiempo, esa insistencia del deseo en el pervivir es una forma memoriosa de dicha.

El Eros nos hace salir de nosotros mismos, nos arranca de la soledad y nos inserta en un mundo distinto y perenne donde la efímera individualidad se alza hasta la verdad y la belleza “con lo que todo bueno está emparentado”. Ese ascenso es una muestra de cómo en el desvelo amoroso, sometido a la propia estructura corporal, brota la esperanza que es, en el río del amor y la memoria, la forma humana de eternidad. Todo lo otro que ha montado el gran engaño de la ignorancia es pura miseria y, en el peor de los casos, pura perversión lastimosa del inabarcable territorio del amor. “En él sí que merece la pena vivir”, dijo la mujer de Mantinea.





Eros y Psyque, de Antonio Canova




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domingo, 4 de octubre de 2009

Intelectuales y poder en Latinoamérica (I)

Hace un mes casi justo, el pasado 31 de agosto, escribí en el Blog un comentario titulado "La estampida" sobre la dejación que, a mi juicio, los "intelectuales" estaban haciendo de la que, con toda seguridad, es su función principal: ser la conciencia crítica del poder, acomodados a lo políticamente correcto, a la creencia de que todas las verdades morales son relativas y encadenados a vergonzosos intereses personales, la cultura de masas y una carrera y profesión respetables.

Ayer sábado leía en El País otro artículo, en esta ocasión de José Andrés Rojo, titulado "¿Intelectuales domados?", sobre el papel de los intelectuales latinoamericanos en esa labor de conciencia crítica de la sociedad, en el que hace un repaso pormenorizado de las posiciones adoptadas al respecto, entre otros muchos, por Vargas Llosa, Santiago Roncagliolo, García Márquez, Edmundo Paz, Carlos Fuentes, Sergio González, Lolita Bosch, Eloy Fernández, Julián Rodríguez o Vicente Luis Mora, que resumen en buena manera el pensamiento latinoamericano. Lo reproduzco más adelante.

A José Andrés Rojo (La Paz, Bolivia, 1958), sociólogo, escritor, y actual jefe de la sección de Cultura del diario El País, al que sigo cada día en su interesante Blog "El rincón del distraído", le conocí en el invierno de 2005/2006 en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en cuya Facultad de Geografía e Historia dio una conferencia sobre el papel jugado en la guerra civil por su abuelo, el general Vicente Rojo, el más prestigio de los militares del ejército republicano, del que la editorial Tusquets publicaría ese mismo año una biografía escrita por él.

El pensamiento latinoamericano es un gran desconocido entre nosotros a pesar de la enorme vinculación afectiva y sentimental entre las dos orillas de Atlántico. Y en Canarias esa vinculación es doblemente sentida. No somos pocos los que pensamos que las islas Canarias son más americanas que europeas. Sí, ya se, que Canarias está en África, pero aunque nos sepamos europeos, nuestro corazón no deje de ser americano...

Espero que les resulte interesante su lectura. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)




El escritor José Andrés Rojo





"¿INTELECTUALES DOMADOS?", por José Andrés Rojo
EL PAÍS - Opinión - 03/10/09

La sociedad globalizada y los nuevos medios desplazan al pensador y le obligan a reinventar su compromiso político y moral. Hoy usan altavoces distintos. Cuando Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) presentó hace poco su último libro en Madrid, se refirió de manera crítica a los intelectuales de nuestros días. "No sienten la necesidad de comprometerse", dijo, "creen que los sistemas democráticos ya garantizan por sí solos la democracia, pero no es así... en América Latina todo está por hacerse, la democracia no está allí para quedarse". En Sables y utopías (Aguilar), Carlos Granés ha reunido medio centenar de artículos, seleccionados entre unos 400, que Vargas Llosa ha escrito en los últimos años y cuyo hilo conductor viene subrayado en el subtítulo: Visiones de América Latina. Es ahí, al otro lado del charco, donde no terminan de echar raíces sólidas las democracias y donde "el intelectual tiene la obligación de intervenir en el debate cívico".

El escritor peruano Santiago Roncagliolo considera que "hay mucha gente que sigue escribiendo de política". Pero observa: "Lo que no hay tanto son autores que defiendan de una manera radical una idea, como hace Vargas Llosa con el liberalismo, o García Márquez con el socialismo. El siglo XX se encargó de mostrar los límites de ambas opciones, y seguramente mi generación ha visto cómo el socialismo cubano no supo convivir con la libertad y cómo las democracias latinoamericanas no terminan de acabar con la pobreza. Así que tampoco podemos ser tan entusiastas".

"El modelo de intelectual ha cambiado drásticamente", dice el boliviano Edmundo Paz Soldán. "Cada vez es más difícil ocupar un lugar en la plaza pública como el que ocupan autores como Carlos Fuentes o el propio Vargas Llosa", explica. "La realidad se ha fragmentado, y aunque son muchas las voces que se pronuncian sobre lo que está pasando, ya no existe ese intelectual con vocación de convertirse en conciencia moral de la sociedad".

"No se puede reducir el temario latinoamericano al debate populismo-liberalismo", dice el escritor y periodista mexicano Sergio González Rodríguez. "El intelectual que hoy se enfrenta día a día con la cosa pública encuentra problemas muy diversos y debe utilizar estrategias distintas. No parece ser tiempo de compromisos vastos, sino de responsabilidades cada vez más exactas".

Vargas Llosa, seguramente con razón, reclama la urgencia que tiene la democracia en Latinoamérica de compromisos sólidos y concretos. González Rodríguez, para tratar del malogrado desarrollo democrático en aquellas zonas, apunta algunos problemas: "La voracidad por las ganancias y la explotación de las oligarquías y las corporaciones, la corrupción, el gran negocio de la ilegalidad que une al crimen organizado y al poder político y económico en el marco de la globalización". Resultado: "Se han multiplicado la violencia, la pobreza, la desigualdad, y cada vez son más escasas las posibilidades que se les abren a las nuevas generaciones de cara al futuro".

"La sociedad ha cambiado en tantos aspectos que ya no es fácil que un escritor convoque a todos los sectores", apunta Paz Soldán, que considera que ya quedan pocos autores que se atrevan a pronunciarse sobre todo. "Los años sesenta y setenta, por el impacto y la influencia de la revolución cubana, despertaron un enorme interés por lo que ocurría en América Latina", dice, "pero eso ha dejado de ocurrir. Además, la globalización impide paradójicamente que un argentino o un español se preocupen por lo que pasa en México".

¿Se ha eclipsado la fuerza de la palabra del intelectual en ese mundo globalizado en el que las distancias parecen haber crecido? Lolita Bosch, que conoce México muy de cerca y que vive ahora en Barcelona, prefiere salir de la esfera estrictamente pública. "El compromiso más importante que tiene un escritor es el de hacer bien su trabajo", opina. "Meterse a fondo, ser meticuloso, preciso, tomárselo en serio". Enseguida introduce un matiz: "Creo que un intelectual tiene por fuerza que tener un papel social, pero no creo que todos los escritores sean intelectuales y, de hecho, hay intelectuales a los que no les gusta escribir".

En el mundo que habitamos, las grandes certezas se diluyen. Quizá por eso, Santiago Roncagliolo confiesa que prefiere contar historias a establecer juicios, el reportaje antes que la opinión. "El intelectual era hace unas décadas quien estaba cargado de razón y a quien le tocaba decir la verdad. Pero el significado profundo de la democracia es ése: que no hay una verdad única, que nada permanece, ni es indestructible. Por eso mismo, es más difícil que hoy se comparta una dirección única. Todo está sometido a un permanente debate. Creo que es algo que tiene que ver con la tolerancia. Si tengo razón, para qué escuchar al otro. Eso se ha acabado: ahora todos tenemos que hablar, y defender posiciones muy distintas, para ponernos de acuerdo".

El escritor y filósofo Eloy Fernández Porta centra su atención justamente en eso: que hay posiciones muy distintas, discursos diversos, una extrema variedad en un paisaje en el que las nuevas tecnologías dan la voz a quienes habían sido silenciados. "La cuestión fundamental creo que es la del reconocimiento", comenta cuando se le pregunta por el compromiso del intelectual. "Todas las culturas que han conseguido imponerse lo han hecho no tanto por revalorizar lo que había sino por despreciarlo. El discurso dominante se sostiene en la medida en que afirma que todo lo demás no vale. Y de ese modo, han quedado silenciadas o ninguneadas distintas subjetividades, que terminan por ser tachadas de perversas. La pregunta que todo intelectual debería hacerse es sobre los saberes que no han sido reconocidos y, por su propio papel al haberlos ignorado. Las cosas serían muy distintas si se tomaran en cuenta las reflexiones y formas de relación que proceden, por ejemplo, del mundo lésbico. O de otras
sensibilidades heterodoxas, vinculadas a la moda o a la música o a otras formas de expresión".

La red permite que todas las culturas excluidas puedan pronunciarse. Y así, frente a una voz central surgen miriadas de minúsculas perspectivas. Es una manera de ver las cosas. Otro enfoque distinto sería el de denunciar a las nuevas tecnologías como parte de un proceso que ha arrinconado a los medios tradicionales, y ha arrastrado de paso, y puesto en crisis, la vieja centralidad de la figura del intelectual. "Este proceso de declive ha provocado que algunos intelectuales hayan elegido, para prolongar su notoriedad pública, convertirse en actores que representan el papel de epígonos morales en un mundo que otorga primacía al espectáculo, la publicidad", sugiere Sergio González. Procuran ser actores, o "se adhieren a causas institucionales, a los grandes relatos de lo iberoamericano, a la burocracia cultural". Un mundo fragmentado, una sociedad global donde se ignora al que está más cerca, un sistema de poder que sigue silenciando a los diferentes, países enfangados en la violencia, poblaciones pobres de solemnidad. ¿Sigue sirviendo una palabra como compromiso con ese telón de fondo? "Antes queríamos cambiar el mundo; ahora, nos conformamos con que no explote", dice Roncagliolo acordándose de lo que decía un amigo. Lolita Bosch señala que sigue buscando a aquéllos que tienen criterio, que han conquistado la suficiente autoridad para tener algo que decir. "Procuro leer a Juan Villoro o a Alma Guillermoprieto, encuentro que la revista Quimera sigue defendiendo una posición, me interesan los autores que publica en Periférica Julián Rodríguez, me interesa la seriedad del blog de Vicente Luis Mora". Y observa: "La lucha por la democracia fue sobre todo la gran guerra de nuestros padres, hoy de lo que se trata es de combatir la pobreza y lo que lleva detrás, la ignorancia".

Si el discurso del intelectual sobre el mundo sigue interesando, ¿a qué se refiere entonces Vargas Llosa cuando habla de su falta de compromiso? ¿No ha caído en picado la autoridad del que se pronuncia sobre lo que está pasando? Paz Soldán, que pasa largas épocas en Estados Unidos, aborda otro aspecto de la cuestión: "Quizá los escritores latinoamericanos se vayan pareciendo cada vez más a escritores estadounidenses como Philip Roth, Toni Morrison o el recientemente fallecido John Updike. Jamás los verás apareciendo en la televisión después de un suceso como el 11-S para sentenciar su diagnóstico. Y, sin embargo, se pronuncian sobre el asunto un tiempo después, en revistas o publicaciones académicas o en sus propios libros, donde entienden que van a ser escuchados de verdad, tomados en cuenta. O en sus obras. No es que exista desinterés por la cosa pública, es que se buscan altavoces distintos".

Los grandes medios, por tanto, con su afán por la inmediatez, ¿han acabado con el prestigio de la opinión reposada, elaborada, meditada? ¿Han acabado con los registros que, al fin y al cabo, definen la tarea de un intelectual? Fernández Porta apunta al lugar que ocupa la palabra en las sociedades capitalistas. "El intelectual ya sale comprometido desde casa. No hay grado cero, no hay un lugar neutro desde el que tomar partido. Cada quien ocupa un sitio dentro de una jerarquía y eso significa ya una subordinación a unas formas de poder, sean las que sean".

La sociedad del espectáculo, la realidad virtual, el avance de las democracias en distintos lugares del mundo. "Que todo eso traduce que tenemos colocadas las expectativas a la baja, pues seguramente sí", observa Roncagliolo. "Pero es lo que hay". Aún así, es optimista: "En Latinoamérica hace mucho que no había tantos regímenes democráticos. Es verdad que muchos tienen altos contenidos autoritarios, pero por lo menos se da por hecho que la democracia es algo que hay que defender, y nadie duda de que las urnas tienen que respetarse".

La palabra sigue pesando. "Lo que diferencia a los que nacieron en los ochenta frente a todos los demás es que, a la hora de expresarse, pueden hacerlo sin pasar por ningún filtro", dice Eloy Fernández Porta. "Los de mi generación, cuando queríamos publicar en una revista, debíamos por narices que pasar antes por unas jerarquías que, de una manera u otra, condicionaban tu trabajo: oportunidad del tema, estilo, forma de encararlo, etcétera. Hoy, a través de la red, el que quiera manifestarse puede hacerlo sin mediación alguna. Seguro que la mayoría de estas iniciativas no tienen ningún interés, pero las que lo tienen resultan sorprendentes por la originalidad de sus puntos de vista, estilo, formas...".

La emergencia de las nuevas tecnologías ha cambiado las cosas. Pero no tanto. "Ahora, a través de la red, los intereses y discursos alternativos pueden vincularse y dejan de operar aislados", señala Fernández Porta. Así que pueden llegar a audiencias más grandes y fortalecerse. Sin embargo, tanto Roncagliolo, que conoce de cerca el mundo de los blogs, como Lolita Bosch, siguen subrayando que todavía falta mucho para que las cabeceras tradicionales pierdan influencia. Y, de hecho, la gente sigue saliendo a la calle cuando, por ejemplo en Venezuela, se echó el cerrojo a Radio Caracas Televisión.

"Las ofensivas de distintos gobiernos autoritarios contra los medios de comunicación demuestran que éstos no son irrelevantes", señala Roncagliolo. "La palabra sigue pesando".

Y tanto. Lolita Bosch: "Todavía buscas referencias en los diarios que conoces, en versión digital o en papel, porque sabes que puedes conectar con lo que te dicen". Voces desde el infierno. Es muy distinto el mundo en el que empezó a escribir Vargas Llosa del mundo en el que escriben los escritores a los que se ha convocado en este reportaje. En el primer texto de Sables y utopías, Vargas Llosa confiesa que fue a estudiar a la Universidad de San Marcos y no a la Católica porque tenía claro que no quería ser un "niño bien". Le inquietaban las circunstancias del país en el que habitaba, el Perú de los cincuenta, y quería hacer algo. Seguro que un gesto semejante alimenta las obras de los aquí presentes.

Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) es novelista y escribe reportajes y opina en los medios. En distintos libros suyos se ha sumergido en un infierno: recorrer y reconstruir e intentar explicar las distintas tramas que gravitan en torno a la organización terrorista Sendero Luminoso. En su novela Abril rojo (Alfaguara), las actividades del grupo son el telón de fondo de una trama policiaca con crímenes horrendos; en su ensayo La cuarta espada (Debate) se acerca a la figura de Abimael Guzmán para desentrañar los porqués de un conflicto que dejó cerca de 70.000 muertos.

Nacido en Cochabamba en 1967, Edmundo Paz Soldán se embarcó en Palacio Quemado (Alfaguara) en la aventura de novelar lo que ocurrió en su país, Bolivia, entre agosto de 2002 y octubre de 2003: la caída del segundo gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y la emergencia de un fuerte movimiento indígena liderado por Evo Morales. La cosa pública, los derroteros de su país, la reflexión sobre las complicaciones de la democracia en países con inmensas diferencias sociales no son cuestiones, pues, que le resulten ajenas.

En Huesos en el desierto (Anagrama), Sergio González Rodríguez (México DF, 1950) exploró con todo lujo de detalles los asesinatos de mujeres que se producen en Ciudad Juárez. En El hombre sin cabeza, lo que hizo fue ocuparse de las decapitaciones que realizan los sicarios del narcotráfico en México o los fundamentalistas islámicos. Violencia en estado puro.

Lolita Bosch, que nació en Barcelona en 1970, le tiene un amor tan grande a México que la batalla de dar a conocer la riqueza de ese país se ha convertido en parte de su rutina cotidiana. Además de su propio trabajo literario -su último libro es La familia de mi padre (Mondadori)- publicó Hecho en México, donde presentaba un abanico de autores de aquel país, sorprendida de que fueran tan desconocidos en España en plena globalización.

Afterpop (Berenice) y Homo sampler (Anagrama) son los dos últimos ensayos de Eloy Fernández Porta (Barcelona, 1974), y en ellos aborda las modalidades más recientes de consumo cultural y las formas de identidad en una sociedad marcada por el consumo. Ocuparse de pensar es para muchos, a estas alturas, una extravagancia. Los riesgos que asume Fernández Porta revelan que todavía quedan muchas cosas por decirse, que urgen voces que exploren territorios diferentes.




Mafalda, por Quino





Entrada núm. 1228
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

sábado, 26 de septiembre de 2009

Amanecer en Las Canteras (Gran Canaria)

Son las siete de la mañana de hoy sábado. Me reúno en la playa de Las Canteras, en la ciudad de Las Palmas, con mi hija Ruth y su marido para dar un paseo por ella. A esa hora no hay apenas viandantes, pero si algunos valerosos bañistas que ya están en remojo a pesar de que aún no ha amanecido. Los termómetros del paseo marcan 23 grados, pero la brisa marina es fresca y fuerte, tirando a fría, y se agradece. Recorremos la playa en su totalidad, desde Las Arenas, junto al Auditorio "Alfredo Kraus", hasta La Puntilla, donde está uno de los miradores más hermosos de la playa, el de "La Marinera". Las fotos son de hoy, tomadas por mi hija. ¿Se animan a compartir el Paraíso? Están invitados....

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)




Las Canteras y el istmo de Guanarteme desde La Puntilla





El Auditorio "Alfredo Kraus", al otro extremo de la playa, entre la neblina





Chorlitos en La Puntilla: La hora del desayuno...





Gaviotas sobre la playa: señoras del cielo y del mar...




Añoranza de otros tiempos...




Entrada núm. 1227

"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

viernes, 25 de septiembre de 2009

Libertad de Prensa

Se me hace muy cuesta arriba no pensar que la actual y beligerante línea dura de crítica a la persona y a la política del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, por parte de los medios de comunicación de PRISA, no responde a un enfado de la empresa editora de dichos medios a cuenta de la afección del presidente, más que aparente, hacia la empresa editora del diario "Público" y la cadena de televisión "La Sexta". Nada que objetar a que PRISA defienda sus intereses empresariales, dentro de la ley, como mejor le parezca. Incluso criticando la política de aparente (o real) favoritismo gubernamental hacia otra empresa competidora de PRISA. Eso es legítimo, guste o no guste. Pero el caso es que tampoco quiero poner en duda que la línea editorial de un periódico de una trayectoria democrática tan clara como la de "El País" no va a dejarse supeditar a los intereses empresariales de sus dueños.

El pasado día 20 la Defensora del Lector de "El País", Milagros Pérez Oliva, ante la avalancha de críticas recibidas por el periódico, pidió al director del mismo que expusiera ante los lectores su versión de los hechos. Más adelante pueden leer el artículo de la Defensora del Lector y las explicaciones del director de "El País", Javier Moreno, en defensa de la independencia del periódico sobre su propia empresa editora. Yo, por mi parte, destacaría el párrafo final de la Defensora del Lector: "Cuando la sospecha se instaura en el ecosistema mediático, no sólo afecta a la credibilidad del medio que está bajo escrutinio, sino a la del periodismo en general. Y crea desafección. Alimenta un discurso según el cual, parece normal que un Gobierno, del signo que sea, quiera tener medios afines y utilice para ello los resortes del poder; y también, que los operadores respondan a este juego utilizando su influencia para defender sus intereses empresariales. El resultado de este discurso es una idea de efectos letales: la de que todos son iguales, los gobiernos y los medios. Demostrar lo contrario es, pues, un imperativo democrático".

Expuestos los términos, habrá que estar al examen minucioso y atento de los hechos. pues a fin de cuentas, son éstos los que cuentan y no las opiniones que nos hagamos de ellos. Entre los columnistas habituales de "El País", diría yo que de momento hay división de actitudes. La de hoy, del escritor Juan José Millás, en un artículo titulado "La cacería", parece bastante clara. Lo pueden leer más abajo. En todo caso, ustedes juzgarán. Les dejo con una frase, que cito de memoria, del que fuera tercer presidente de los Estados Unidos de América, Thomas Jefferson: "Si tuviera que decidirme entre un régimen de gobierno en el que no hubiera periódicos, y otro régimen en el que hubiera periódicos y ningún gobierno, sin duda alguna optaría por el segundo". La viñeta del final, de Forges, se publicó en "El País" del 23 de julio pasado.

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





La Defensora del Lector de "El País", Milagros Pérez Oliva





"EL PAÍS y Zapatero: una crítica incómoda", por Milagros Pérez Oliva
EL PAÍS - Opinión - 20-09-2009

Un editorial crítico con el presidente desata un aluvión de interpretaciones sobre las relaciones de PRISA con el Gobierno. El director niega un giro en la línea editorial del diario.

A los diarios les gusta más dar noticias que ser noticia, y si algún día han de ser noticia, lo deseable es serlo por haber dado una gran exclusiva. Me perdonarán los lectores esta digresión inicial, que en realidad no es sino una confesión de incomodidad: el tema que voy a tratar incide sobre un debate público-mediático muy enconado en el que no todo es juego limpio y en cuyo epicentro se ha encontrado EL PAÍS de una manera que puede erosionar su credibilidad. La tormenta comenzó el pasado miércoles, con la publicación en portada de un editorial titulado En la pendiente, en el que se criticaba muy duramente la política del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en materia económica. Este artículo editorial y algunas informaciones recientes han sido interpretados como un viraje en la línea editorial del diario y como una ruptura entre los medios del Grupo PRISA y el presidente del Gobierno.

Que un diario critique la política económica del Ejecutivo no debería ser noticia. Es lo normal en una democracia. Pero a raíz de ese editorial se ha propagado la idea de que esta posición no es fruto del convencimiento, de un análisis independiente y libre de sus periodistas, sino de una estrategia empresarial del Grupo PRISA frente a decisiones del Gobierno que considera lesivas. El pasado 13 de agosto, en plenas vacaciones estivales, un Consejo de Ministros extraordinario aprobó, en contra del criterio del Consejo de Estado, la regulación de la Televisión Digital Terrestre de pago mediante un real decreto ley, instrumento que la Constitución reserva para casos de "extraordinaria y urgente necesidad". El consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián, publicó el día 21 de agosto un artículo titulado Un desatino en el que afirmaba que ese procedimiento constituía un abuso de poder. Cebrián no se oponía a la regulación de la TDT de pago, sino al procedimiento empleado, por considerar que favorecía a otro operador, Mediapro, con el que PRISA mantiene un largo litigio por los derechos del fútbol.

Que el máximo ejecutivo de un operador privado defienda sus intereses no debería ser tampoco noticia. Tiene todo el derecho a hacerlo. Pero la coincidencia entre la polémica sobre la TDT y la publicación del editorial crítico con el Gobierno ha propiciado que se instale en la opinión pública una sospecha que también ha hecho mella en los lectores. Algunos, como Joaquín Gasca Gil, J. M. Sala Franco, José Luis García Lorenzo o Pablo Requejo, se han dirigido a la Defensora para pedir explicaciones. Otros, como Javier Muñoz Álvarez, Enrique Casanova o Mariano García Pechuan, para comunicar, dolidos, que han dejado de serlo. Se consideran traicionados.

No forma parte de las atribuciones de la Defensora cuestionar la línea editorial del diario. Pero en la medida en que este editorial ha causado inquietud en algunos lectores y claro enfado en otros, le he pedido al director, Javier Moreno, que responda a sus inquietudes. Lo ha hecho extensamente, cosa que, dada la importancia del asunto, agradezco.

"No es cierto que se haya producido un viraje. La línea editorial de EL PAÍS no ha dado un giro de 180 grados a raíz de la aprobación de la TDT de pago a mediados de agosto. Ése es un relato que no encaja con los datos, que son siempre más tozudos que las opiniones. Y en este caso, los datos están a disposición de todos, en la hemeroteca del periódico, accesible a los lectores en elpais.com. Difícilmente un lector atento, que haya seguido con interés la cobertura de la crisis económica en EL PAÍS, habrá pasado por alto alguno de los titulares y editoriales que no encajan con la polémica que se trata de establecer, en mi opinión artificialmente".

"Sin ánimo de ser exhaustivo, citaré sólo tres: la primera que recuerdo fue el 4 de enero de 2008. Ese día EL PAÍS tituló a cuatro columnas en primera página: La economía acosa a los socialistas a sólo dos meses de las elecciones. El 25 de marzo pasado, también abriendo el periódico y a cinco columnas (lo máximo que permite el diseño), titulamos: El paro desborda al Gobierno a propósito de la cifra de paro conocida el día anterior, que por primera vez superaba los cuatro millones de desempleados; acompañaba a la información un editorial (Estado de alarma) que arrancaba en la primera página y en cuya primera frase se decía que la gestión del Ejecutivo en esta materia era "un rotundo fracaso". El 3 de agosto de 2008, el titular de la portada del suplemento Negocios tenía sólo tres palabras: Suspenso al Gobierno".

"No es ningún secreto que la decisión del Gobierno sobre la TDT ha merecido las críticas de EL PAÍS. También Juan Luis Cebrián, consejero delegado de PRISA, editora del periódico, ha expresado su opinión negativa (y por tanto la de la empresa) en un artículo de opinión el pasado agosto. Así que resulta también difícil de sostener que el diario maneja una agenda oculta a sus lectores. ¿Resultan más duras, por emplear un calificativo usado por algunos de ellos, las informaciones y editoriales sobre Zapatero y la crisis a la vuelta del verano? Sin duda. ¿Responde esto a un deterioro objetivo y cuantificable de la situación económica (paro, déficit, titubeos sobre el alza de impuestos)? Sí, también sin duda. ¿Supone un giro copernicano (donde antes apoyábamos sin fisura ahora atacamos sin fundamento)? Rotundamente no, según los datos a disposición de todos en la hemeroteca. ¿Alguna de las informaciones objeto de la polémica son falsas o utilizan torticeramente los datos en los que se basa la información para engañar al lector? Nadie, ni siquiera los lectores más críticos, utiliza este argumento. EL PAÍS y el Grupo PRISA pueden juzgar con dureza una decisión concreta del Gobierno, pero ello no va a cambiar la cobertura general, ni en un sentido ni en otro. ¿Aceptarían los lectores a partir de ahora una visión más "amable" de la crisis que azota España sólo para evitar suspicacias? ¿Sería esto compatible con la misión y la obligación de un periódico independiente como EL PAÍS?".

"Finalmente, unas palabras en defensa del periodismo y de la dignidad de la Redacción y de todos los profesionales que hacen posible EL PAÍS. Yo soy el director y como tal, responsable último de sus informaciones y de la línea editorial, que se debate ampliamente en los consejos editoriales. Pero en este diario nadie escribe al dictado. Y algunos de los mecanismos de control que aseguran la calidad a los lectores (el Comité Profesional o la Defensora del Lector, que me ha pedido estas explicaciones) aún buscan parangón en el resto de la prensa española". Ésta es la explicación del director. Lo pernicioso de una situación como ésta es que ninguna decisión se libra de las suspicacias. Si un editorial es crítico, será interpretado como una presión o una venganza; si no lo es, como una concesión que espera recompensa. La frase con la que termina Ignacio Carbó del Moral su escrito a la Defensora me ha llevado a una reflexión que requería mucho más espacio. "Lamentablemente", dice, "sus únicos intereses no son mejores que los de cualquier otra empresa cuyo objetivo son las ganancias por encima de otros aspectos. Malos tiempos para el país y para EL PAÍS".

Cuando la sospecha se instaura en el ecosistema mediático, no sólo afecta a la credibilidad del medio que está bajo escrutinio, sino a la del periodismo en general. Y crea desafección. Alimenta un discurso según el cual, parece normal que un Gobierno, del signo que sea, quiera tener medios afines y utilice para ello los resortes del poder; y también, que los operadores respondan a este juego utilizando su influencia para defender sus intereses empresariales. El resultado de este discurso es una idea de efectos letales: la de que todos son iguales, los gobiernos y los medios. Demostrar lo contrario es, pues, un imperativo democrático.





El escritor Juan José Millás





"LA CACERÍA", por Juan José Millás
EL PAÍS - Última - 25-09-2009

Tropecé en la calle con un amigo de izquierdas. ¡Voy corriendo a la cacería!, dijo invitándome a seguirle. ¿A qué cacería?, pregunté. A la de ZP, coño, vamos a darle una lección. ¿Pero por qué?, insistí trotando a su lado. Por algo de 400 euros, dijo él, cogiendo, al tiempo que corría, las piedras que encontraba por el suelo. Pero no se puede linchar a nadie por eso, dije yo. Y porque ha insultado a las mujeres con su visita a Villa Certosa, replicó él, y por algo de un cheque bebé, y porque es un inconsistente y un frívolo y un chavista y un radical de mierda...

A medida que avanzábamos se iban uniendo a nosotros grupos de personas vociferantes con adoquines en las manos. Había compañeros de La Razón y de El Mundo y de EL PAÍS y de Abc, y de todas las emisoras de radio y televisión, y hasta un colega de Público. Uno de los manifestantes arrastraba una cuerda gruesa en la que había practicado un nudo corredizo. ¡Paqui -gritó un abuelo a su hija-, trae a los niños, que va a haber un ahorcamiento! Pero por qué, insistía yo. Porque no ha colocado a Leguina, decía éste. Y porque ha regalado una TDT a sus amigos, decía aquél. Y porque odia a las clases medias, aseguraba el de más allá. Y porque quiere obligar a abortar a las niñas de 16 años, gritó el presidente de la Conferencia Estomacal (perdón, Episcopal), que apareció por una bocacalle seguido de un ejército de obispos entre cuyas faldas se ocultaban Rajoy y Cospedal y el presidente de los empresarios y el mandamás de las cajas de ahorro. Como yo no había recogido ninguna piedra, me preguntaron si era un estómago agradecido y dije que no, que no me había dado nada, pero no me creyeron. Escapé aterrado por un callejón, llegué a casa jadeando, cerré las puertas y las ventanas y hasta hoy. Joder, que no me atrevo a salir sin piedras por miedo a parecer un flojo.





Forges, en El País, el 23/07/09





Entrada núm. 1226

"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Cabreo o rebelión cívica?

A pesar de mi optimismo impenitente cada vez que oigo a un político hablar a boca-llena de vocación de servicio, o de servidores del pueblo, se me abren las carnes en canal. A mí, el comportamiento de la clase política española me provoca una profunda repugnancia; la de la derecha, con el PP al frente, repugnancia y desprecio; la canaria, repugnancia, desprecio e hilaridad a partes iguales.

Al ejercicio de la política en España se llega por ambición, por despiste, o por inutilidad para saber ganarse la vida honradamente. Entre los que llegan por ambición, la mayoría lo hace porque eso de "pisarmoqueta" es como tener un orgasmo múltiple permanente. Sí, se que la ambición también puede ser noble, pero que quieren que les diga... Entre los que llegan por despiste, están las personas honradas, los buenos profesionales, los ingenuos, que creen, de verdad, en los ideales republicanos de servicio a la "cosa pública", y que abandonan el barco a la primera de cambio, aburridos, asqueados, o por ambas cosas. Los otros, los de la "tercera vía", simplemente, porque no saben dar un palo al agua y hay que comer todos los días, y si es a costa de los demás, pues mejor que mejor...

Tengo la impresión de que no soy el único español que piensa así. Al contrario, creo que cada día se percibe más un intenso cabreo ciudadano para con sus políticos, una rebelión cívica, que puede ser beneficiosa a la larga si no la sacamos de contexto.

Hace unos días me llego por Internet a través de un correo amigo un artículo supuestamente escrito por el novelista y académico Arturo Pérez-Reverte, titulado "Esa gentuza", en la que pone a la clase política española a caer de un burro. Eso sí es un cabreo. Lo comparto. Pero ni yo me atrevería a decir lo que le dice a nuestros parlamentarios nuestro preclaro académico. Lo reproduzco más adelante, pero ignoro la fecha y lugar de su publicación.

El pasado día 11, aniversario de la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York, otra notable escritora y periodista, Rosa María Artal, escribía un comentario en su Blog "El Periscopio" en el que dejaba reflejo de las abismales diferencias de comportamiento entre los modos parlamentarios españoles y norteamericanos. A favor de estos últimos con enorme diferencia. Pueden leerlo más adelante.

Y sobre la chabacana y pueblerina clase política canaria, que quieren que les cuente... El también escritor y periodista grancanario, José Antonio Alemán, escribía ayer en el Blog "El Anillo de Moebius" un delirante artículo sobre nuestro ínclito vicepresidente del des-gobierno canario y presidente del PP de las islas, José Manuel Soria, y sobre algunos de los últimos sucesos y chismes de la vida política local. Al final, llegaba a la misma conclusión que expuse al comienzo de este comentario sobre esa "tercera vía" de acceso a la poltrona y la moqueta: "De seguir así, acabarán dedicándose a la política y a las empresas públicas los que no sirvan para otra cosa y los que no logren levantar cabeza profesional en el ejercicio privado. Que es lo que ya ocurre". Apañados vamos, añado yo. Pueden leerlo más abajo. Las viñetas que reproduzco son todas de Romeu, en "El País".

Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)






Romeu en El País, 18-09-09




"ESA GENTUZA", por Arturo Pérez-Reverte

Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.

Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.

Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.

De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.





Romeu en El País, 21-09-09




Blog "El Periscopio"
"TEST DE AGUDEZA MENTAL. BUSCA LAS DIFERENCIAS ENTRE LAS FORMAS POLÍTICAS DE ESTADOS UNIDOS Y ESPAÑA", por Rosa María Artal
11/09/2009

La política norteamericana está convulsionada por la osadía de Joe Wilson, Congresista de Carolina del Sur, que interrumpió el discurso del presidente Obama sobre la Reforma Sanitaria para gritar: “You lie¡” “¡Mientes!”. La salida de tono fue recibida con abucheos por la Cámara. Tanto demócratas como republicanos han recriminado a Wilson su actitud.

“Creo que deberíamos tratar al presidente con respeto y otra cosa que no sea eso no es apropiado”, ha declaro el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell al New York Times. En la misma línea, el senador también republicano John McCain y rival de Obama en las elecciones presidenciales, ha calificado la actitud de Wilson como “totalmente irrespetuosa”.

El congresista Wilson ha enviado esta nota a la oficina del Presidente: “Esta tarde me he dejado llevar por las emociones cuando he escuchado las palabras del presidente sobre la cobertura de inmigrantes ilegales en la reforma sanitaria. Aunque estoy en desacuerdo con la declaración del presidente, mi comentario fue inapropiado y rechazable. Le presento mis sinceras disculpas al presidente por esta falta de civismo”.

Le han sido aceptadas las excusas aunque con esta reprobación: “ningún presidente ha sido tratado así jamás”. Aún así, Joe Wilson, podría ser sancionado.

Por si la memoria diaria de años no es suficiente, Fernando Berlín de Radioclable, se molestó en contar las interrupciones de una sesión de control de Zapatero en el Senado, enfrentado al portavoz popular Pío García Escudero acerca de ETA, pidiendo el diario de sesiones de la Cámara:

PP a Zapatero = 101

PSOE al PP = 6

Llamadas de atención del presidente del senado al PP = 29

Yo hice lo propio con los calificativos dedicados por Mariano Rajoy al Presidente del Gobierno, dentro y fuera del Congreso:

Acomplejado, agitador, ambiguo, antojadizo, aprendiz de brujo, bobo solemne, chisgarabís, cobarde, débil, frívolo, grotesco, hooligan, impreciso, imprudente, incapaz, inconsecuente, indigno, inestable, inexperto, insensato, insolvente, irresponsable, maniobrero, manipulador, mentiroso, oscuro, perdedor complacido, radical, rastrero, sectario, taimado, traidor, turbio, veleidoso y zafio.

¿Se puede llegar al mismo fin -el mejor servicio a la sociedad a la que representan- con tan diferentes maneras?

En el vídeo (minuto 1,21) es interesante observar el gesto sobrecogido y de enorme sorpresa de Joe Biden y el de su colega que materialmente se queda con la boca abierta, y el abucheo inmediato.




Romeu en El País, 22-09-09



Blog "El Anillo de Moebius"
"LA DEDICACIÓN POLÍTICA Y DOS PIEDRAS", por José Antonio Alemán
23/09/2009

Soria anunció recortes en los presupuestos de Sanidad y de Enseñanza. Noventa millones, a la una, cincuenta millones, a la dos y cuando esperaba yo que a la de tres le tocara, qué sé yo, a la guanchancha o a la tele autonómica, se calló. Hay gente indignada de que cargue la mano justo en esos dos capítulos esenciales. Y tienen razón aunque deberían concederle a Soria que obra de manera consecuente con su ideología ultraliberal. No iba a desaprovechar la oportunidad de darle una nueva vuelta de tuerca al proceso privatizador de la Sanidad y la Enseñanza, que, no nos engañemos, está en marcha. Salvo, claro, que Paulino jure por el honor que le queda que no es así. No es casual el paulatino deterioro de la Sanidad Pública y de la Enseñanza en los últimos ocho años y no iba a desaprovechar la oportunidad de volver a golpearla.


Los recortes sorianos tienen que ver, desde luego, con la crisis, pero también con un perverso sentido de las prioridades y no menos con la mala cabeza del Gobierno; en asuntos como el de Tebeto, por referirme al que está en el candelero y que lleva en su origen la marca de la factoría Soria, vía su hermanísimo Luis y demás familia. Pero Paulino, en lugar de mirar a quien se sienta a su derecha, avisa heroicamente que no pagará un duro; un euro, o sea. El síndrome del rompetechos, ya saben. Gallea de cara a la galería pero no actúa como presidente al tolerar las situaciones que le han ido creando Soria y los suyos; que lo tiene tan cogido por el bebe que obliga a Ruano a hacer el papelón de justificar lo injustificable.

Ha sido incapaz Paulino, por ejemplo, de acabar con el reinado en Turismo de Rita Martín. Que esta señora siga al frente de la más importante actividad económica de las islas dice de su impotencia y de cómo Soria impone en los cargos a ineptos e ineptas porque siempre estarán dispuestos a acatar sus órdenes sin rechistar. La obediencia al Jefe prima sobre la solvencia profesional y la sensatez política. El episodio ya olvidado del famoso reportaje de la revista ultra Época acerca de un supuesto Gal canario organizado por los psocialistas, puso de manifiesto la falta de escrúpulos sorianos en el uso de los fondos públicos, en este caso los manejados por Rita Martín, para sus intereses políticos personales. Fue una operación torpe en la que la consejera enseñó el plumero al repartir la revista antes incluso de su llegada a los quioscos. Ese día Paulino se dejó el honor en casa. Ya nadie se acuerda de lo de Época, a pesar de tratarse de una anécdota muy significativa de lo que hay y como se manejanestos sujetos con nuestros dineros.

Aunque no lo crean, la situación política es peor de la que describe López Aguilar. Hace unos días, el diputado psocialista Juan Ramón Rodríguez-Drincourt renunció a su escaño de diputado regional para volver a la Universidad. Dijo que se iba por razones personales y profesionales que resumió al confesarse “hastiado” del Parlamento. El ya ex diputado no figura entre los primeros espadas que están de fijo bajo los focos de los medios, por lo que su renuncia no ha dado que hablar. Sin embargo, cualquiera que haya advertido el envilecimiento del juego político y el desprestigio de la cámara parlamentaria entiende a qué “hastío” se refiere Drincourt. El alejamiento de la política de personas cualificadas que pueden dar de sí es fenómeno tan conocido como el de las mediocridades que llenan sus huecos, así que no debe extrañar a nadie la escasa calidad de los mandarines que padecemos y que va a más.
Esto no ocurre sólo con los cargos representativos sino también con profesionales llamados por cargos electos para gestionar áreas de su especialidad. La mayoría rechaza las ofertas y los temerarios que las aceptan entran pronto en el trance de mandarse a mudar, arrepentidos.
Pongo por caso la situación creada por Luzardo a Sebastián Sansó, gerente de Guaguas Municipales, a quien acusó de reunirse con supuestos compradores del 49% de la empresa; para venderle, supongo, “secretos”.

Informaron a la ex alcaldesa unas amigas que estaban en la mesa de al lado de los reunidos y “lo oimos todito, Pepa”. Ni siquiera aprendió Luzardo en la alcaldía que los chanchullos suelen acordarse en despachos, a ser posible insonorizados y con puerta falsa para entrar y salir. Sansó se ha querellado con la ex alcaldesa porque no ha rectificado su “noticia” probadamente falsa. No me extrañaría que Sansó se esté pensando qué rayos se le ha perdido trabajando para una empresa pública y tener que soportar las tarascadas de la politiquería barriobajera al uso.

De seguir así, acabarán dedicándose a la política y a las empresas públicas los que no sirvan para otra cosa y los que no logren levantar cabeza profesional en el ejercicio privado. Que es lo que ya ocurre.




Romeu en El País, 24-09-09





Entrada núm. 1225
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

martes, 22 de septiembre de 2009

¿Por qué dormía Europa?

En el verano de 1940, cuando hacía justamente nueve meses que había estallado la guerra en Europa, un joven y brillante estudiante de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, leía su tesis de graduación en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Se titulaba "Appeasement in Munich", y analizaba en ella las razones que llevaron al gobierno británico a una suicida política de contemporización y apaciguamiento a toda costa con el cada vez más creciente belicismo de Hitler, y a firmar con él los vergonzantes acuerdos de Munich que darían rienda suelta al expansionismo nazi. Obtiene la calificación de "Sobresaliente Cum Laude" y un mes después se publica como libro con el título de "Por qué dormía Inglaterra", convirtiéndose en un auténtico "superventas" que gana el prestigioso Premio Pulitzer de ese mismo año. Veinte años más tarde, ese joven estudiante, John F. Kennedy, sería elegido presidente de los Estados Unidos de América.

"Por qué dormia Inglaterra" se publica en España por la editorial barcelonesa Plaza &.Janés en 1965, supongo que a raíz de la conmoción mundial que produce el asesinato del presidente Kennedy. Yo la leo ese mismo año en una edición de bolsillo que aún conservo y que, casualmente, ojeaba hace unos días. Ya he dejado constancia en este blog de mi juvenil apasionamiento por la figura de Kennedy. Su trágica muerte dio lugar a uno de los días que más imborrable impresión han dejado en mi vida, y que puedo relatar minuto a minuto con exactitud. Su lectura me emociono. Lo leí con fervor y apasionamiento y, en cierto modo, encaminó mi recién iniciada vida académica hacia la Historia y la Ciencia Política.

No tengo muy claro que tipo de asociación de ideas me ha llevado a recordar el libro citado, ¿quizá su título?, al leer el artículo que en el diario "El País" de ayer publicaba el profesor de Ciencias Políticas de la UNED, José Ignacio Torreblanca, titulado "Completar Europa". ¿Quizá el dramático llamamiento que formula en el mismo a enderezar el tortuoso momento que vive la Unión Europea y que la reelección de Durao Barroso como presidente de la Comisión no ayuda, precisamente, a despejar? Pudiera ser, aunque también pudiera haberlo provocado la apelación final del articulista a que los europeos, con Barroso a la cabeza, completemos de una vez por todas el mapa de la Unión y luchemos por consolidarla en el concierto mundial.

La verdad es que no me gustaría que ninguno de mis nietos obtuviera su grado académico dentro de veinte años con una tesis que se preguntara y explicara "¿Por qué dormía Europa?"... Precisamente, cuando más necesitábamos de ella.

Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





El presidente estadounidense John F. Kennedy (1961-1963)




"COMPLETAR EUROPA", por José Ignacio Torreblanca
EL PAÍS - Internacional - 21-09-2009

Azul de origen, verde con el tiempo y rojo según la ocasión, un Barroso tan astuto como camaleónico ha logrado repetir en la presidencia de la Comisión Europea, y con una mayoría a prueba de tratados. La frase "mi partido es Europa" resume perfectamente la filosofía atrapalotodo que le ha llevado a la victoria. Dándole la vuelta a la famosa frase de Neil Armstrong al llegar a la Luna, se trata de un gran paso para Barroso. Ahora bien, ¿cómo asegurarse de que no sea un pequeño paso para Europa?

De una forma tan sencilla como dramática: los próximos cinco años podrían ser recordados como la última oportunidad que tuvo Europa de ser relevante en el mundo. La crisis económica ha mostrado que, tanto hacia fuera como hacia dentro, Europa está sin completar. Claro que Europa es un orden de libertad abierto, así que será siempre un proyecto inacabado, y es bueno que así sea. Pero ello no obsta para que, mirando a esta Europa, la Europa presente, detectemos grietas, jirones, proyectos que han quedado en el aire y riesgos importantes, también oportunidades. Hay tareas, como medirse con China, Rusia o ser un verdadero actor global, que exceden nuestra capacidad actual, pero también es cierto que hay desafíos que están enteramente al alcance de nuestra mano. Dicho de otra forma, si la Unión Europea ni siquiera puede encargarse de Europa, donde sus capacidades políticas y económicas son más que suficientes para ejercer un liderazgo decisivo, ¿con qué credenciales va a presentarse a la hora de reclamar una posición de liderazgo global? Cuando se celebran 20 años de la caída del muro, sabemos ya que el siglo XXI será multipolar; lo que no sabemos es si habrá un polo europeo. Como pone de manifiesto la reunión del G-20 que se celebra esta semana en Pittsburgh, en las instituciones globales hay muchos europeos, pero poca Europa. ¿Hasta cuándo? "Completar Europa" no significa buscar nuevos tratados, ni avanzar hacia una unión federal, significa tomarnos en serio nuestros propios principios y compromisos (incluidos los de ampliación), buscar la manera de poner fin a nuestras divisiones internas y restaurar nuestro liderazgo, al menos en la esfera europea. Se trataría de actuar en tres planos. Primero, en la UE hay todavía miembros de primera y segunda clase, lo que genera divisiones internas y es una fuente de debilidad externa. Por tanto, es imperativo diseñar una estrategia para asegurar la estabilidad y prosperidad de los nuevos miembros y lograr la convergencia real entre nuevos y viejos. Esto incluiría acortar en la medida de lo posible los periodos de transición remanentes, ver la manera de extender la unión monetaria y sus beneficios a los nuevos miembros, así como aprovechar la próxima revisión del presupuesto comunitario para maximizar el impacto de las políticas estructurales. Segundo, la Europa inacabada es también más que manifiesta en los Balcanes Occidentales, donde la Unión Europea, a pesar de haberse comprometido con la adhesión, da constantemente largas, lo que lleva a un círculo vicioso muy difícil de romper: la ausencia de una perspectiva europea creíble hace que los países candidatos flaqueen en las reformas y, a la vez, el lento ritmo de las reformas hace que la UE se muestre cada vez menos proclive a proceder a la ampliación. El plan original, consistente en admitir a Croacia, confiar en que Turquía tire la toalla y luego subir el puente levadizo, puede volverse contra la UE y afectar muy negativamente a su imagen, especialmente si Islandia termina accediendo a la UE saltándose la cola. Por tanto, no se trataría tanto de acelerar artificialmente las adhesiones, ya que muchos países no están preparados, como de dejar de desear secretamente que todo vaya muy lento en la región para así no tener que cumplir las promesas de adhesión, sino de dejar a un lado la aproximación burocrática, apoyar a fondo las reformas en estos países y restaurar la credibilidad de Europa tomándose en serio la perspectiva de adhesión. Tercero, en la vecindad europea que se extiende desde Bielorrusia hasta el Cáucaso (omito el Mediterráneo a propósito), pese a los innumerables problemas, el modelo que representa la Unión Europea tiene todavía un enorme atractivo, aunque muchos ciudadanos duden de que nuestros niveles de bienestar, libertad y seguridad estén realmente a su alcance. En la práctica, no se trataría de traerlos a Europa, sino de asegurarnos de una forma realmente efectiva de que Europa llegue allí e impregne de verdad sus aspiraciones. Pero esa visión realmente estratégica de que invertir allí es hacerlo en nuestra seguridad y prosperidad (también en la reafirmación de nuestros valores democráticos) no está ni mucho menos extendida en la UE ni permea nuestras políticas hacia ellos con suficiente intensidad. Presidente Barroso, si su partido es Europa, ¡complétela!





El profesor José Ignacio Torreblanca




Entrada núm. 1224
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)