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lunes, 7 de julio de 2014

¡Hasta los mismísimos [.......] me tienen!





Viñeta de Forges




A mis amigos (y amigas) tinerfeños, que son muchos

Lo sé, lo sé; siempre estoy con lo mismo, aunque prometo dejarlos en paz. Hasta los mismísimos [......] me tienen los políticos. Todos. Sin excepciones. Aunque como repito en cada ocasión propicia, unos más que otros. Hace unos años, y cito de memoria, la escritora y periodista Rosa María Artal escribió en su Blog animando a los españoles a que cambiáramos a los valencianos (creo que era a valencianos, pero da lo mismo, pueden ser madrileños, canarios, catalanes, andaluces, castellano-leoneses, o cualesquiera otros) por daneses y suecos (supongo que también sin ánimo excluyente) enumerando sin "animus iniurandi" las ventajas que obtendríamos con el cambio. Todos: los que se fueran y los que se quedaran.

Yo he dicho muchas veces lo mismo sobre los tinerfeños (siempre en broma), isla, por cierto, en la que tengo numerosos y buenos amigos, y sobre todo amigas. Pero también las tengo en Galicia: De allí son Ana, Luisa, Dolores y Syra, por ejemplo. No las veo hace mucho tiempo, y la verdad es que no me importaría intercambiar tinerfeños por gallegas, al menos durante una temporada.

Bromas aparte. El panorama político nacional es desolador. El gobierno, ganando tiempo y oxígeno como sea; la oposición, en Babia o navegando entre la inconsistencia y el cinismo; y los nacionalistas, como siempre, a lo suyo.

He vuelto a releer algunos pasajes de "Política, partidos y grupos de presión" (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1962), el monumental libro del profesor estadounidense V.O. Key del que ya he escrito en otras ocasiones en el blog. En una misma página, la 30 de la edición citada, anoto estas perlas sobre la clase política: "El motivo primario del político no es hacer el bien a la humanidad o, incluso, a su propio país sino simplemente obtener el poder para sí". 

Poco más adelante añade: "Considerando a un político, la primera cuestión no es la de si se trata de una buena persona que usa de medios rectos, sino de si tuvo éxito para ganar el poder, y si lo conservó gobernando; en resumen, si fue habilidoso en su materia o, por el contrario, un chapucero". 

Y concluye al final de la página: "La confusión entre política y ética proviene en parte del hecho de que cada sector de la sociedad al procurar incrementar sus intereses, identifica sus propias ventajas con el bien público; por tanto, la discusión política se impregna de moral". De falsa moral, añadiría yo.

Pensarán ustedes que todo lo que dice el profesor Key ya lo dijo en el siglo XVI, con más elegancia y cinismo, el primer gran analista político de era moderna, el florentino Nicolás Maquiavelo. Aunque yo soy de los que piensan que después de Platón y Aristóteles sobre "política" no se ha escrito gran cosa que merezca la pena, tengo que darles la razón.

Los ciudadanos somos unos ingenuos: algunos lo sabemos, aunque nos apliquemos el refrán ese que dice "que sarna con gusto, no pica" (mentira, pica y mucho); la mayoría, lo ignora, y en algunos casos, voluntariamente. En algún momento esta situación debería cambiar para bien con necesarias reformas constitucionales de las que se ha hablado y escrito hasta el hastío. De momento, y asumiendo como propia la idea de Rosa María Artal, ¿por qué no intercambiamos clases políticas en conjunto? ¿Aunque sea temporalmente? Se admiten propuestas... Por ejemplo, la española por la danesa, la sueca o la finlandesa...

Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt






El profesor V.O. Key





Entrada  núm. 2092
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

lunes, 8 de julio de 2013

Lobotomizados. (Reedición de la entrada publicada el 14/7/2009)





¿Ciudadanos lobotomizados?



Hace unos días pusieron por la Primera Cadena de TVE una miniserie especial de dos capítulos de "Amar en tiempos revueltos". En ella se narra el triste final de quien fuera protagonista principal de la temporada anterior, Hipólito Roldán, asesinado por su propia familia simulando un suicidio. En uno de los episodios citados, la esposa de Roldán, Regina, autoriza a los médicos del psiquiátrico en el que se encuentra ingresado a que realicen a su marido una lobotomía, práctica médica que en los años 50 causaba furor en la psquiatría norteamericana considerándola un avance médico incalculable. Tanto, que a su inventor se le concedió el Premio Nobel de Medicina en 1949.

Técnicamente hablando, la lobotomía es la ablación total o parcial de los lóbulos frontales del cerebro. Los datos que siguen los he tomado de la Wikipedia. El procedimiento fue popularizado en los Estados Unidos por Walter Freeman, quien ni siquiera era cirujano y que también inventó "el procedimiento de la lobotomía del "pica-hielo": Freeman utilizó literalmente un pica-hielo y un mazo de caucho en vez del procedimiento quirúrgico estándar. En un acto espantoso, Freeman martilleaba el pica-hielo en el cráneo apenas sobre el conducto lacrimal y lo movía hasta cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro.

Entre 1936 y los años 50, realizó lobotomías a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Tal era la dedicación de Freeman que comenzó a viajar alrededor de la nación en su propia furgoneta personal, que él llamó su "lobotomobile", demostrando el procedimiento en muchos centros médicos e incluso realizando lobotomías en cuartos de hotel. La abnegación de Freeman condujo al gran renombre para la lobotomía como curación general para todas las enfermedades psicológicas conocidas.

En última instancia entre 40.000 y 50.000 pacientes fueron lobotomizados, con poco o sin cualquier estudio de seguimiento para considerar si el tratamiento era eficaz. Las lobotomías como forma de tratar la enfermedad mental eran una barbarie, que solo pudo ser frenada con el desarrollo de anti-psicóticos y hoy en día se practican procedimientos lesivos de núcleos cerebrales localizados mediante técnicas menos invasivas. La era de la lobotomía ahora se observa generalmente como episodio bárbaro en historia la psiquiátrica. La última lobotomía se practicó en 1967.

En el capítulo que he mencionado de "Amar en tiempos revueltos", se ve al director del psiquiátrico practicar, entusiasmado, una lobotomía siguiendo la práctica del "pica-hielo"... ¿Pero a cuento de qué toda esta historieta sobre Hipólito Roldán y las técnicas psiquiátricas de los 50?, se preguntarán ustedes...

Me he acordado de esta historia leyendo sendos artículos de prensa escritos por dos mujeres periodistas, Maruja Torres y Rosa María Artal, y un diplomático de carrera, José María Ridao, con un mismo telón de fondo: el pasotismo de una sociedad cómoda, adormilada, insensible políticamente, que ponen en tela de juicio el "juicio" de sus compatriotas. Me pregunto si es que estaremos dormidos, hipnotizados, o peor aún, si los nuevos "doctores Freeman" que pululan por las cadenas televisivas nos habrán lobotomizado a los españoles sin darnos cuenta... Pueden leerlos más adelante.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt




Erlich (Diario El País)




"¡UF, CAMPS!", por Maruja Torres
EL PAÍS - Última - 09-07-2009

Algo tienen en común el campismo y el berlusconismo, y es haberle tomado las medidas a la insaciable voracidad de los espectadores de nuestra época. Y digo bien: espectadores que ven cómo transcurren las noticias, convertidas en representación global, instantánea y soluble. Los repentinos uigures de China se solapan a los manifestantes iraníes y se mezclan en el recuerdo, a más sangre más memoria: pero sólo visual, no seamos ilusos. The show must go on.

Por consiguiente, nada cala. O sí: pero en un número de ciudadanos que ya no cuenta, me temo que los mismos capaces aún de leer periódicos y de exigir análisis, de escandalizarse y de pedir que se haga justicia. Poca gente, comparada con el público global que se agolpa a ras de pantalla para recibir la oleada de entretenimiento ídem. Los campistas, igual que sus paralelos italianos, saben que esa gente ya no importa, que somos clientela amortizada, frente a la urgencia de los medios de atraer a las masas. Saben que el ruido puede más que la furia. Y que no importa que lleve agua el río que suena al pasar ante nuestras narices. Camps tendría que salir en bolas, haciendo el pino sobre su propio miembro y atravesando Valencia sobre una cuerda extendida en el aire, para que le dedicáramos unos minutos más de interés y algún que otro comentario en Twitter.

¿Cuánto creen ustedes que habrían permanecido en las preferencias de las audiencias el caso GAL y el de la corrupción descubiertos durante el último Gobierno de Felipe González, de haberse producido hoy en día, con los medios de difusión actuales? Pues tanto como atención hubiera captado un vídeo de Luis Roldán de juerga, en calzoncillos.

La pregunta no es si Camps es culpable. La pregunta es si a alguien le importa, globalmente hablando.




La periodista y escritora Maruja Torres




"LA CULPABILIDAD DE LOS INDIFERENTES", por Rosa María Artal
BLOG "EL PERISCOPIO" - 09/07/09

Lloraba, vulnerable por sus largos años de secuestro, Ingrid Betancourt -con el premio Príncipe de Asturias en las manos-, al reflexionar, sobre cómo los alemanes fueron capaces de dejar ir a los asesinos encañonando a sus víctimas. Todos ellos formaban parte de una mayoría amorfa, que nunca se mueve y consiente todos los atropellos, porque nunca quiso significarse. La componen seres humanos, pacíficos –se denominan a sí mismos-, incluso “apolíticos”, tendencia que se define como “me importa un bledo lo que le pase al conjunto de la sociedad”. Gentes que no quieren enterarse de que fue cierto que “un día vinieron a por mí y ya no había nadie”, como avisó Bertolt Brecht ante el genocidio nazi.

Alguna vez, alguien reacciona colectivamente. Desde el Fuenteovejuna español a la sublevación contra la tiranía de los franceses, pasando por todas las revoluciones y resistencias. publicitadas o ignoradas, que han poblado y pueblan nuestro injusto mundo. Denunciar, una tarea peligrosa, dice hoy El País. El riesgo de denunciar, titula otra noticia, casualmente al lado. Ése parece ser el problema: tomar partido implica peligros, incluso el de quedarse sin opción de saborear toda la tarta, y no la parte escogida. Pero esa actitud entraña, en mi opinión, una mayor amenaza: perder la dignidad.

Y daños a otros. Un día, no hace tanto, algunos trataron de impedir que una niña de 14 años fuese lapidada en Somalia, y tras ser violada para mayor oprobio. Si se hubiera levantado toda la concurrencia, la cría estaría viva. No lo está. El arrojo es un bien escaso.

La pasividad se enseñorea del mundo consumista, nos han aleccionado, a conciencia, para hacernos sumisos y poco o nada comprometidos. Guerras, hambre, desplazados, niños y adultos que mueren en las pantallas de los televisores, mientras miramos para otro lado… ricos objetos de consumo que nos consuelan, cuentas sin pagar en el primer mundo, trampas, demagogia interesada, inyecciones de dinero a los causantes del cataclismo financiero, todo nos toca. Pero… “deprime leer los periódicos, o ver y escuchar cualquier informativo, es más cómodo no hacer nada”, dicen.

Todo se gesta desde un ámbito mucho más cercano. Conflictos en los que una discreta postura -no mojarse, no opinar, ocultarse, no preguntar, ni querer saber, negarse a analizar, a valorar los datos-, garantiza una buena colocación, cuando, al solventarse los problemas, haya un ganador. O cerrar los ojos, porque, sí, es más cómodo. Inicialmente, porque ahí se empieza a perder la primera batalla contra la justicia y la ética.

Acabo de leer que Telemadrid ha empezado a cobrar la información. La televisión regional ha creado “Ciudades por Madrid”, una fórmula en la que los Ayuntamientos se ven obligados a pagar para poder tener presencia en su programación. 30.000 euros le ha costado a Alcobendas, ahora en manos del PP, que los programas estrella de Telemadrid como “Alto y Claro” -sencillamente abominable-, “Madrid Opina” o “Madrid Directo” se emitieran desde esta localidad. 40.000 ha pagado al ayuntamiento de Móstoles para que su alcalde, también del PP, participara como colaborador en el programa de Curry Valenzuela. La denuncia la ha hecho el PSOE y Telemadrid no lo desmiente. Lo argumenta así: “no se obliga a pagar a ningún Ayuntamiento, sino que se les permite la opción de publicitarse por si quieren aprovechar la ocasión”. ¿Y cómo se habla de una ciudad que ha pagado? ¿Objetivamente o pensando que el cliente siempre tiene razón? Es el fin de la información. Y el último episodio… por el momento.

Llueven trajes y coches de lujo regalados a cambio de prebendas, asquerosas manipulaciones, corrupciones, conchabeos, privatizaciones de la sanidad, la educación, y hasta del agua que bebemos… una interminable lista de impunidades que hemos engullido. Hace años escribí un “manual para tragar sapos”. Les hacemos ascos al principio, pero con sal, pimienta y limón terminan entrando. Hasta los digerimos y preparamos el estómago para que no sufra tanto la próxima vez.

Cada día me convenzo más de que los indiferentes, los cautos, ¿los cobardes?, son los culpables de la situación en la que vivimos, desde la planta del edificio en el que residimos al mundo que hemos creado, pasando por todos los estadios intermedios. Unas risas, una ironía, un autojustificarse, una crítica “equidistante”, siempre hay consuelo para el tibio que evita los jardines, la realidad y el compromiso.




La periodista y escritora Rosa María Artal




"HACER POLÍTICA CON LA MORAL", por José María Ridao
EL PAÍS - España - 13-07-2009

Quienes confiaran en que, tarde o temprano, el Partido Popular tendría que tomar medidas contra sus cargos imputados por corrupción tal vez tengan que aplazar sus esperanzas: la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirma que los populares se distancian electoralmente de los socialistas, pese a los escándalos. Con estos datos en la mano, los populares no necesitan, siquiera, recurrir a la falacia de que las urnas eximen de las responsabilidades judiciales. Basta con que, como han hecho hasta ahora, esperen a que escampe la tormenta. Porque si un cargo electo puede sobrellevar una imputación por corrupción sin perder la sonrisa, y sus votantes no sólo no lo castigan, sino que lo respaldan, la tentación de esperar deja de ser una tentación y se transforma en una estrategia.

Y, sin embargo, todo lo que el Partido Popular no haga hoy para atajar la situación se convertirá mañana en una grieta por la que la corrupción seguirá instalándose en el sistema democrático. Para empezar, no podrá exigirles a sus propios militantes un comportamiento distinto del que han tenido los altos cargos ahora imputados. Pero, además, tampoco podrá exigírselo a los partidos rivales, ya sea desde el Gobierno o desde la oposición, con lo que la lucha política se encargará de igualar los comportamientos por lo más bajo.

La pauta de actuación que está estableciendo el Partido Popular en su tratamiento político del caso Gürtel es que los cargos electos pueden convivir con imputaciones por corrupción y, dependiendo de lo que ocurra el próximo miércoles, con la apertura de juicios penales en los que podrían acabar sentados en el banquillo. Si esta imagen llegara a producirse y el Partido Popular siguiera sin reaccionar, sólo cabrían dos interpretaciones: o bien el Partido Popular desprecia a la justicia, o bien considera compatible ser sospechoso de un delito y consagrarse a la política.

Decía Karl Popper que una cosa es moralizar la política y otra hacer política con la moral. Está claro que, en España, es esta última opción la que va prevaleciendo. La corrupción lleva dos décadas instalada en las agendas de campaña, pero sólo como arma arrojadiza entre partidos. Las condiciones que la hacen posible no han merecido, en cambio, más que tímidas alusiones presentadas como actos de penitencia. Eso, en el mejor de los casos; en el peor, que es en el que ha destacado históricamente el Partido Popular, se ha sostenido que la corrupción tiene que ver con las esencias y habría, así, partidos corruptos y partidos incompatibles con la corrupción.

Ninguna fuerza política ha reconocido, sin embargo, que sus recursos sean insuficientes para mantener los aparatos burocráticos y para financiar los actos de propaganda. Durante los años de ebriedad a los que ha puesto fin la crisis, una cosa ha sido el discurso público y otra las sentinas en las que cada cual se ha buscado la vida: unos encargando informes inanes que la Administración pagaba a precio de oro, otros recalificando terrenos para empresas que después cotizaban en las sedes y otros aún adjudicando contratos variopintos y poco transparentes que, entre otras cosas, servían para lo mismo que los restantes procedimientos. Para transformar recursos públicos en recursos de los partidos en el poder, aunque en el camino siempre hubiese que descontar el pago a los logreros.

Tal vez la revelación más importante del caso Gürtel sólo consista en que el partido que tensó hasta límites insoportables el Estado de derecho para perseguir a sus rivales no estaba haciendo algo distinto que ellos; si en algo se diferenciaba era en el cinismo de presentarse como regeneracionista inmaculado. Y también en la pretensión actual de mostrarse ofendido por lo que, en realidad, es una ofensa que él ha perpetrado y por la que se juzga en los tribunales a varios de sus dirigentes. Otros partidos se vieron en tesituras semejantes pero, al menos, respondieron de manera distinta. Eso no contribuyó a que se corrigieran las condiciones que hacen posible la corrupción pero, con todo, impidió que se generalizase la peligrosa opinión de que, al final, todos los partidos son iguales, y dejó entreabierta la puerta a la tentativa de moralizar la política.

Si el Partido Popular persiste, por su parte, en hacer política con la moral, esa tentativa resultará aún más lejana. Y la opción a la que se condenará a los votantes será la propia de un país arrastrado al sectarismo, en el que, como parece sugerir la última encuesta del CIS, cada cual vota a los suyos sencillamente porque lo son, sin importar lo que hagan.




El diplomático y escritor José María Ridao





Entrada núm. 1905
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lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Qué nos está pasando a los españoles?






¿Por qué no pruebas a irte, Mariano?
(La viñeta es de Forges; la entradilla de HArendt)




No ando yo estos días para análisis finos y bien hilados, así que recurro a mi blogoteca personal y reproduzco la ent rada -cambiándola el título- que publiqué en el blog en esta misma fecha de 2009. Creo que no ha variado mucho la situación que en ella comentaba. Si acaso, por desgracia, a peor. Perdónenme el escaso ánimo. Espero, en cualquier caso, que saquen alguna reflexión interesante de lo que en aquel momento se cocía.





De todas maneras traigo hasta aquí, junto a las reflexiones y comentarios de hace tres años, sendos artículos de "El Huffington Post" firmados respectivamente por Montserrat Domínguez, su directora, titulado "La gran amenaza: la desintegración social", y por Carlos M. Duarte, titulado "La excelencia científica en tiempos de crisis". Y junto a ellos, otro de José María Ridao, en "El País", titulado "Gigantomaquia nacional", en el  que este ilustre profesor y diplomático, de forma mucho más elegante y elaborada de aquella en la que yo me expreso, asevera que nuestros "males" no son producto de una especie de maldición divina o predisposición genética, sino de simple mala gestión política, y en consecuencia, remediables, si hay voluntad para hacerlo. No dejen de leerlos; seguro que les resultarán instructivos.  


Por su parte, mi referida entrada del 24 de septiembre de 2009, comenzaba así:

"A pesar de mi optimismo impenitente cada vez que oigo a un político hablar a boca-llena de vocación de servicio, o de servidores del pueblo, se me abren las carnes en canal. A mí, el comportamiento de la clase política española me provoca una profunda repugnancia; la de la derecha, con el PP al frente, repugnancia y desprecio; la canaria, repugnancia, desprecio e hilaridad a partes iguales.

Al ejercicio de la política en España se llega por ambición, por despiste, o por inutilidad para saber ganarse la vida honradamente. Entre los que llegan por ambición, la mayoría lo hace porque eso de "pisarmoqueta" es como tener un orgasmo múltiple permanente. Sí, se que la ambición también puede ser noble, pero que quieren que les diga... Entre los que llegan por despiste, están las personas honradas, los buenos profesionales, los ingenuos, que creen, de verdad, en los ideales republicanos de servicio a la "cosa pública", y que abandonan el barco a la primera de cambio, aburridos, asqueados, o por ambas cosas. Los otros, los de la "tercera vía", simplemente, porque no saben dar un palo al agua y hay que comer todos los días, y si es a costa de los demás, pues mejor que mejor...

Tengo la impresión de que no soy el único español que piensa así. Al contrario, creo que cada día se percibe más un intenso cabreo ciudadano para con sus políticos, una rebelión cívica, que puede ser beneficiosa a la larga si no la sacamos de contexto.

Hace unos días me llego por Internet a través de un correo amigo un artículo supuestamente escrito por el novelista y académico Arturo Pérez-Reverte, titulado "Esa gentuza", en la que pone a la clase política española a caer de un burro. Eso sí es un cabreo. Lo comparto. Pero ni yo me atrevería a decir lo que le dice a nuestros parlamentarios nuestro preclaro académico. Lo reproduzco más adelante, pero ignoro la fecha y lugar de su publicación.

El pasado día 11, aniversario de la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York, otra notable escritora y periodista, Rosa María Artal, escribía un comentario en su Blog "El Periscopio" en el que dejaba reflejo de las abismales diferencias de comportamiento entre los modos parlamentarios españoles y norteamericanos. A favor de estos últimos con enorme diferencia. Pueden leerlo más adelante.

Y sobre la chabacana y pueblerina clase política canaria, que quieren que les cuente... El también escritor y periodista grancanario, José Antonio Alemán, escribía ayer en el Blog "El Anillo de Moebius" un delirante artículo sobre nuestro ínclito vicepresidente del des-gobierno canario y presidente del PP de las islas, José Manuel Soria, y sobre algunos de los últimos sucesos y chismes de la vida política local. Al final, llegaba a la misma conclusión que expuse al comienzo de este comentario sobre esa "tercera vía" de acceso a la poltrona y la moqueta: "De seguir así, acabarán dedicándose a la política y a las empresas públicas los que no sirvan para otra cosa y los que no logren levantar cabeza profesional en el ejercicio privado. Que es lo que ya ocurre". Apañados vamos, añado yo. Pueden leerlo más abajo. Las viñetas que reproduzco son todas de Romeu, en El País".

Sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt






Romeu en El País, 18-09-09




"ESA GENTUZA", por Arturo Pérez-Reverte

Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.

Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.

Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.

De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.






Romeu en El País, 21-09-09




Blog "El Periscopio"
"TEST DE AGUDEZA MENTAL. BUSCA LAS DIFERENCIAS ENTRE LAS FORMAS POLÍTICAS DE ESTADOS UNIDOS Y ESPAÑA", por Rosa María Artal
11/09/2009


La política norteamericana está convulsionada por la osadía de Joe Wilson, Congresista de Carolina del Sur, que interrumpió el discurso del presidente Obama sobre la Reforma Sanitaria para gritar: “You lie¡” “¡Mientes!”. La salida de tono fue recibida con abucheos por la Cámara. Tanto demócratas como republicanos han recriminado a Wilson su actitud.

“Creo que deberíamos tratar al presidente con respeto y otra cosa que no sea eso no es apropiado”, ha declaro el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell al New York Times. En la misma línea, el senador también republicano John McCain y rival de Obama en las elecciones presidenciales, ha calificado la actitud de Wilson como “totalmente irrespetuosa”.

El congresista Wilson ha enviado esta nota a la oficina del Presidente: “Esta tarde me he dejado llevar por las emociones cuando he escuchado las palabras del presidente sobre la cobertura de inmigrantes ilegales en la reforma sanitaria. Aunque estoy en desacuerdo con la declaración del presidente, mi comentario fue inapropiado y rechazable. Le presento mis sinceras disculpas al presidente por esta falta de civismo”.

Le han sido aceptadas las excusas aunque con esta reprobación: “ningún presidente ha sido tratado así jamás”. Aún así, Joe Wilson, podría ser sancionado.

Por si la memoria diaria de años no es suficiente, Fernando Berlín de Radioclable, se molestó en contar las interrupciones de una sesión de control de Zapatero en el Senado, enfrentado al portavoz popular Pío García Escudero acerca de ETA, pidiendo el diario de sesiones de la Cámara:

PP a Zapatero = 101

PSOE al PP = 6

Llamadas de atención del presidente del senado al PP = 29

Yo hice lo propio con los calificativos dedicados por Mariano Rajoy al Presidente del Gobierno, dentro y fuera del Congreso:

Acomplejado, agitador, ambiguo, antojadizo, aprendiz de brujo, bobo solemne, chisgarabís, cobarde, débil, frívolo, grotesco, hooligan, impreciso, imprudente, incapaz, inconsecuente, indigno, inestable, inexperto, insensato, insolvente, irresponsable, maniobrero, manipulador, mentiroso, oscuro, perdedor complacido, radical, rastrero, sectario, taimado, traidor, turbio, veleidoso y zafio.

¿Se puede llegar al mismo fin -el mejor servicio a la sociedad a la que representan- con tan diferentes maneras?

En el vídeo (minuto 1,21) es interesante observar el gesto sobrecogido y de enorme sorpresa de Joe Biden y el de su colega que materialmente se queda con la boca abierta, y el abucheo inmediato.




Romeu en El País, 22-09-09



Blog "El Anillo de Moebius"
"LA DEDICACIÓN POLÍTICA Y DOS PIEDRAS", por José Antonio Alemán
23/09/2009


Soria anunció recortes en los presupuestos de Sanidad y de Enseñanza. Noventa millones, a la una, cincuenta millones, a la dos y cuando esperaba yo que a la de tres le tocara, qué sé yo, a la guanchancha o a la tele autonómica, se calló. Hay gente indignada de que cargue la mano justo en esos dos capítulos esenciales. Y tienen razón aunque deberían concederle a Soria que obra de manera consecuente con su ideología ultraliberal. No iba a desaprovechar la oportunidad de darle una nueva vuelta de tuerca al proceso privatizador de la Sanidad y la Enseñanza, que, no nos engañemos, está en marcha. Salvo, claro, que Paulino jure por el honor que le queda que no es así. No es casual el paulatino deterioro de la Sanidad Pública y de la Enseñanza en los últimos ocho años y no iba a desaprovechar la oportunidad de volver a golpearla.


Los recortes sorianos tienen que ver, desde luego, con la crisis, pero también con un perverso sentido de las prioridades y no menos con la mala cabeza del Gobierno; en asuntos como el de Tebeto, por referirme al que está en el candelero y que lleva en su origen la marca de la factoría Soria, vía su hermanísimo Luis y demás familia. Pero Paulino, en lugar de mirar a quien se sienta a su derecha, avisa heroicamente que no pagará un duro; un euro, o sea. El síndrome del rompetechos, ya saben. Gallea de cara a la galería pero no actúa como presidente al tolerar las situaciones que le han ido creando Soria y los suyos; que lo tiene tan cogido por el bebe que obliga a Ruano a hacer el papelón de justificar lo injustificable.

Ha sido incapaz Paulino, por ejemplo, de acabar con el reinado en Turismo de Rita Martín. Que esta señora siga al frente de la más importante actividad económica de las islas dice de su impotencia y de cómo Soria impone en los cargos a ineptos e ineptas porque siempre estarán dispuestos a acatar sus órdenes sin rechistar. La obediencia al Jefe prima sobre la solvencia profesional y la sensatez política. El episodio ya olvidado del famoso reportaje de la revista ultra Época acerca de un supuesto Gal canario organizado por los psocialistas, puso de manifiesto la falta de escrúpulos sorianos en el uso de los fondos públicos, en este caso los manejados por Rita Martín, para sus intereses políticos personales. Fue una operación torpe en la que la consejera enseñó el plumero al repartir la revista antes incluso de su llegada a los quioscos. Ese día Paulino se dejó el honor en casa. Ya nadie se acuerda de lo de Época, a pesar de tratarse de una anécdota muy significativa de lo que hay y como se manejanestos sujetos con nuestros dineros.

Aunque no lo crean, la situación política es peor de la que describe López Aguilar. Hace unos días, el diputado psocialista Juan Ramón Rodríguez-Drincourt renunció a su escaño de diputado regional para volver a la Universidad. Dijo que se iba por razones personales y profesionales que resumió al confesarse “hastiado” del Parlamento. El ya ex diputado no figura entre los primeros espadas que están de fijo bajo los focos de los medios, por lo que su renuncia no ha dado que hablar. Sin embargo, cualquiera que haya advertido el envilecimiento del juego político y el desprestigio de la cámara parlamentaria entiende a qué “hastío” se refiere Drincourt. El alejamiento de la política de personas cualificadas que pueden dar de sí es fenómeno tan conocido como el de las mediocridades que llenan sus huecos, así que no debe extrañar a nadie la escasa calidad de los mandarines que padecemos y que va a más.
Esto no ocurre sólo con los cargos representativos sino también con profesionales llamados por cargos electos para gestionar áreas de su especialidad. La mayoría rechaza las ofertas y los temerarios que las aceptan entran pronto en el trance de mandarse a mudar, arrepentidos.
Pongo por caso la situación creada por Luzardo a Sebastián Sansó, gerente de Guaguas Municipales, a quien acusó de reunirse con supuestos compradores del 49% de la empresa; para venderle, supongo, “secretos”.

Informaron a la ex alcaldesa unas amigas que estaban en la mesa de al lado de los reunidos y “lo oimos todito, Pepa”. Ni siquiera aprendió Luzardo en la alcaldía que los chanchullos suelen acordarse en despachos, a ser posible insonorizados y con puerta falsa para entrar y salir. Sansó se ha querellado con la ex alcaldesa porque no ha rectificado su “noticia” probadamente falsa. No me extrañaría que Sansó se esté pensando qué rayos se le ha perdido trabajando para una empresa pública y tener que soportar las tarascadas de la politiquería barriobajera al uso.

De seguir así, acabarán dedicándose a la política y a las empresas públicas los que no sirvan para otra cosa y los que no logren levantar cabeza profesional en el ejercicio privado. Que es lo que ya ocurre.





Romeu en El País, 24-09-09





Entrada núm. 1742
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lunes, 9 de noviembre de 2009

Y el Muro (de Berlín) se cayó...




La Puerta de Brandenburgo (Berlín), hoy




Este comentario se publica a las 20,12 horas (de Canarias) del 9 de noviembre de 2009. Justamente a los veinte años del momento en que el Muro de Berlín se cayó. ¿Qué estaba haciendo usted exactamente a las 20 horas y 12 minutos de ese día 9 de noviembre de 1989 en que la Historia de Europa dio un vuelco? Supongo que habrá mucha gente que lo recuerde, pero estoy seguro que no es el caso de la mayoría. Yo, tampoco, pero...


También un día 9, sí, es casualidad, pero es así, en este caso del mes de julio de 1964, este escribidor en ciernes comenzaba en Cercedilla, un pueblo de la sierra de Madrid en el que estaba pasando unos días de vacaciones con mi familia, una especie de "diario" que cuarenta y cinco años después aún sigo llevando. Sólo en los primeros años fue lo que podríamos decir un "diario" clásico en el que se ven registrados los primeros escarceos amorosos y los primeros desengaños, los problemas con los estudios y el trabajo, los acontecimientos familiares, los amigos, las lecturas... En diciembre de ese mismo año comenzaba a trabajar y ese "Diario" de adolescente, se fue convirtiendo imperceptiblemente en un mero registro pormenorizado y anotado día a día de sucesos, acontecimientos y vicisitudes personales con muy poco, por no decir nada, de reflexiones y confesiones íntimas. Y así sigue, día a día, y miles de páginas después.

El 9 de noviembre de 1989, al final de la página de ese día, hay una escueta anotación de cuatro líneas, escrita con estilográfica de tinta negra, que dice así: "El Muro de Berlín se cae: El nuevo gobierno germano-oriental ha abierto el Muro sin restricciones. Queda como un monumento a la insolidaridad humana".

Hoy se conmemora en toda Europa ese hecho. No me corresponde a mi, ni querría hacerlo, un análisis de él, sólo dejar constancia de como lo percibí ese lejano día de hace veinte años. Sí lo han comentado otras muchas personas en estos días. Y he elegido tres de esos comentarios, los que me han parecido más interesantes, para dejarlos reflejados en el Blog.

El primero es de Rosa María Artal, periodista. con la que mantengo relación epistolar esporádica a través de nuestros respectivos blogs. Aquel día ella estaba en Berlín con un equipo de Televisión Española y lo vio y lo vivió en primerísima persona, y lo ha rememorado en El País en un artículo titulado "Berlín: Así se desmoronó el Muro", publicado el pasado día 24 de octubre.

El segundo es del sociólogo y profesor en la Universidad Libre de Berlín, Ignacio Sotelo, que en un artículo titulado "Por qué cayó el Muro" (El País, 06/11/09) explica las causas políticas, económicas y sociales que llevaron a su estrepitosa caída, y con ella, a la del Telón de Acero y la Guerra Fría, y al comienzo del proceso de reunificación europea.

El tercero y último está escrito por el protagonista innegable de la desaparición del Muro de Berlín y, con él, del comunismo como opción política, y de la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que lo sustentaba. Me refiero, como es lógico, a Mijail Gorbachov, en esos momentos todopoderoso secretario general del PCUS, y líder del comunismo mundial. que en El País del pasado día 5 escribía un interesante y ponderado artículo, titulado "Veinte años después del Muro la historia continúa", en el que analiza los cambios positivos que han ocurrido en el mundo en estos últimos veinte años y, también, los retos y problemas a los que se enfrentan la humanidad y los Estados.

Perdónenme la presunción, pero estoy seguro que les van a interesar. Y sean felices, por favor.
Tamaragua, amigos. (HArendt)




El Muro, construido




"BERLÍN: ASÍ SE DESMORONÓ EL MURO", por Rosa María Artal
EL PAÍS - Opinión - 24-10-2009

Una ciudad modelo de vitalidad como Berlín se merecía un premio como el Príncipe de Asturias de la Concordia que ayer recibieron en Oviedo tres de sus últimos alcaldes. Berlín ha hecho del Mitte -el centro histórico antaño atravesado por el Muro- un corazón que palpita en creatividad, diseño, armonía y madurez. Pocos lo hubieran imaginado hace 20 años.

El verano de 1989 había traído las muestras definitivas de la descomposición del bloque del Este, que culminarían, durante un otoño trepidante, con la caída del Muro de Berlín. El sólido hormigón del Muro parecía consagrar los acuerdos firmados en Yalta y Postdam, tras la II Guerra Mundial: se había convertido en el símbolo tangible del "telón de acero" que dividió una ciudad y dos mundos durante 28 años.

Aquel verano de 1989, Hungría -la primera en rebelarse y ser aplastada en 1956- ya emprendía una senda socialdemócrata, después de celebrar elecciones libres. Checoslovaquia resucitaba su primavera pisoteada en 1968. Y Polonia y su Solidaridad se alejaban también del comunismo. Numerosos ciudadanos de la RDA (República Democrática Alemana) decidieron veranear con voluminosos equipajes para, en realidad, escapar -por algunas vías expeditas- a Austria. La libertad, como caudal incontenible, encontraba una vía para fluir: la que terminaría por arrastrar un muro de cimientos podridos.

El periodismo permite en momentos excepcionales ser testigo directo de la Historia. Así ocurrió cuando, en el otoño de hace 20 años, los miembros de un equipo de Informe Semanal de TVE llegamos a Berlín la víspera de un acontecimiento no previsto. El Checkpoint Charlie nos recibió como escenario perfecto de la guerra fría: noche, niebla, rígidos policías grises, silencio despoblado. Al día siguiente, los berlineses del Este, hasta entonces sufridos y disciplinados, bullían en corrillos. Su principal queja era la falta de libertad para viajar, para leer y hablar sin cortapisas. En murmullos condenaban la rigidez del sistema y las ideas anquilosadas de los dirigentes de la RDA. La oposición -pacífica- se había ido multiplicando de forma exponencial desde el verano. De apenas unas decenas de manifestantes se había pasado a medio millón. Y el éxodo registraba ya 200 huidos por hora.

Los dirigentes de la Alemania del Este habían pedido ayuda a los rusos. Gorbachov fue diáfano: "El Ejército soviético no actuará contra la población". ¿Qué solución cabía? ¿Una masacre? Egon Krentz, el entonces presidente de la RDA, lo consideró como opción, según declararía después.

Detrás del Telón de Acero había un mundo desconocido -y aún mitificado por algunos- por descubrir. Alemania Oriental era su supuesta joya económica, pero en las fruterías sólo se vendían coles; los cosméticos se envasaban en botes de detergente, o así lo parecía; los maniquíes de los grandes almacenes remitían a 20 años atrás. El popular Trabant, coche de cartón plastificado, se orillaba en las calles sin repuestos para sus averías. Únicamente una fábrica nos franqueó la entrada al equipo de televisión. Elaboraba material para endoscopias: su maquinaria parecía datar de los años cincuenta. El Muro se caía solo... por consunción.

El día 9 de noviembre, tras unas horas de confusión, un informador envió esta noticia a su agencia: "El muro de Berlín se ha abierto". No era así. Todavía no. A las 18.57 había comenzado lo que el embajador español Álvarez de Toledo denominó "cadena de malentendidos".

La televisión germano-occidental dio la noticia en su informativo de noche, visible en el Este. El paso del puente de Bornholmer se ubicaba a pocos pasos de la Embajada española, donde nos encontrábamos el equipo de TVE. Fuimos hacia allí: unas 50 personas curioseaban y no ejercían presión alguna. Un policía abrió la puerta y dijo: "Pueden pasar". Eran las 21.12. Al otro lado, los germano-occidentales aguardaban con champán. Estalló el júbilo, los abrazos, las lágrimas, aunque persistía el temor. Poco después, mareas humanas rodearon el Muro, muchos llevaban picos para derribarlo, otros trepaban para cruzarlo, ya sin el miedo a ser ametrallados.

Apenas un año después, las dos Alemanias se reunificaron. Berlín ya era una sola ciudad con sello occidental. En el Este las fruterías ofrecían un vergel, marcas cosméticas internacionales poblaban los escaparates, coches japoneses transitaban por las calles y los maniquíes vestían a la última moda, rejuveneciendo dos décadas. Máquinas expendedoras de caramelos y coloridos juguetes adoctrinaban a los niños en la sociedad de consumo. Precios del Oeste, sueldos del Este, un tercio inferiores. Había nacido una nueva ambición: el dinero.

Hoy, en el puente de Bornholmer una placa certifica que allí fue donde primero se abrió el Muro. Piquetas y grúas han remodelado el urbanismo de Berlín, una ciudad que emana paz, sosiego y saber vivir. El paro aún golpea más al Este que al Oeste, pero, salvo algunos nostálgicos, los germano-orientales eluden enjuiciar la sociedad capitalista que les anexionó. "Sí, compensa", dice Cristiane Bauer, profesora de alemán. "La libertad es esencial. No me interesa disponer de 15 tipos de fruta, pero sí de la libertad de poder expresarme, viajar, leer lo que quiero y vivir a mi modo. Sólo echo de menos la solidaridad que teníamos entre todos".




Y el vigilante saltó...




"POR QUÉ CAYÓ EL MURO", por Ignacio Sotelo
EL PAÍS - Internacional - 06-11-2009

El sábado 31 de octubre, ante 1.800 invitados, la Fundación Konrad Adenauer conmemoró "la caída del Muro y la reunificación de Alemania". Intervinieron los tres protagonistas, George Bush senior, Mijaíl Gorbachov y Helmut Kohl. Aunque la unificación de Alemania no hubiera ocurrido sin la caída del Muro, para valorar el mérito de cada uno es preciso distinguir ambos acontecimientos que tuvieron causas, y sobre todo dinámicas, muy distintas.

Sin que nadie lo planeara, la apertura del Muro resultó de una serie de circunstancias, tan fortuitas como imprevisibles. Empero el factor decisivo fue la política de "restructuración y transparencia" que Gorbachov esbozó para sacar a la Unión Soviética de la profunda crisis en que se debatía, que la presión armamentística de la América de Reagan había exacerbado al máximo.

Una reforma radical de todo el sistema tenía que empezar por desprenderse de la pesada carga que para la Unión Soviética representaban los Estados socialistas. La gran paradoja era que la integración económica en el Consejo de Ayuda Económica Mutua (Comecon) los países del Este la percibían como una dura imposición de la potencia hegemónica, y ésta la sentía como una carga cada vez más gravosa. Una reestructuración profunda del sistema (perestroika) exigía detectar (glasnost) la dura realidad que la propaganda ocultaba desde siempre.

Una operación que pusiese en evidencia los males del sistema sólo podría tener éxito si cada país la realizaba por su cuenta. En el verano de 1989 Gorbachov no dejó la menor duda de que la Unión Soviética no iba a intervenir en las cuestiones internas de sus aliados. Aunque esta declaración en cada país repercutió de forma distinta, como era de esperar, la tónica general fue evitar que la transparencia llegase a poner en cuestión a los gobernantes.

En la República Democrática Alemana, por ser parte de una nación dividida, las reformas que demandaba Gorbachov comportaban mucho mayor riesgo. Las esperanzas que levantaba la política de Gorbachov, junto con el empeño de Honecker de impedir cualquier movimiento de renovación, provocaron el que una población que se sentía protegida, incluso animada por la Unión Soviética, se distanciara a gran velocidad del aparato estatal.

Después de semanas de manifestaciones, la ruptura se produjo el 7 de octubre, cuando con la presencia de Gorbachov, de los jefes de Estado de los países del bloque oriental, autoridades de la República Democrática Alemana y cuerpo diplomático, se celebraba el baquete oficial del 40º aniversario de la fundación de la República Democrática Alemana. Poco antes de que una manifestación de apoyo a Gorbachov pudiera rodear el Palacio de la República, los servicios soviéticos de seguridad decidieron sacarlo de la sala. Los de los otros jefes de Estado tampoco podían tolerar el menor riesgo, así que uno tras otro abandonaron el edificio, quedando tan sólo las autoridades germano-orientales y el cuerpo diplomático. Se hizo visible la soledad del régimen. Unos días más tarde, el 18 de octubre, se obligó a dimitir a Honecker.

El Muro cae por la política de Gorbachov que abre la perspectiva de un socialismo distinto y sobre todo la puerta a los que quieran salir. En los primeros siete meses de 1989 se autorizó a 48.000 personas a abandonar la República Democrática Alemana y 9.000 lo consiguieron de manera ilegal. Estas concesiones no hicieron más que aumentar el número de los que intentaban escapar. Cientos se refugiaron en las embajadas alemanas occidentales de Varsovia, Praga y Budapest. Para aliviar la situación, en el verano de 1989 no hubo otro remedio que abrir la frontera entre Hungría y Austria.

En la caída del Muro confluyen dos políticas opuestas, la de la renovación y la de impedir a todo trance cualquier cambio o concesión. De forma muy diferente hubieran ocurrido las cosas si dos o tres años antes Honecker hubiera impulsado las reformas pertinentes. Gorbachov, creando las condiciones que lo hicieron posible, y Honecker, al oponerse al menor cambio, fueron los artífices de la caída del Muro. La unificación, en cambio, ya fue obra casi personal de Gorbachov y Kohl. Una vez que la Unión Soviética aceptó que la Alemania unida permaneciese en la Alianza Atlántica, condición que Estados Unidos había exigido siempre, el mérito de Bush consistió en no oponerse, como le pedían Francia y Reino Unido.




... y el Muro se cayó




"20 AÑOS DESPUÉS DEL MURO LA HISTORIA CONTINÚA", por Mijail Gorbachov
EL PAÍS - Opinión - 05-11-2009

Veinte años han pasado desde la caída del Muro de Berlín, uno de los símbolos vergonzosos de la guerra fría y de la peligrosa división del mundo en bloques y en esferas de influencia enfrentadas. El periodo actual nos permite observar aquellos acontecimientos y formarnos una opinión menos emocional y más racional.

La primera observación optimista es que el anunciado fin de la Historia no se ha producido en absoluto. Pero tampoco ha llegado lo que los políticos de mi generación confiaban sinceramente que ocurriría: un mundo en el cual, con el fin de la guerra fría, la humanidad podría finalmente olvidar la aberración de la carrera armamentista, de los conflictos regionales y de las estériles disputas ideológicas y entrar en una suerte de siglo dorado de seguridad colectiva, uso racional de los recursos, fin de la pobreza y la desigualdad y restauración de la armonía con la naturaleza.

Otra consecuencia es la interdependencia de importantes aspectos que tienen que ver con el sentido de la existencia de la humanidad. Esta interdependencia no se da sólo entre los procesos y hechos que ocurren en los diferentes continentes, sino también en el vínculo entre los cambios en las condiciones económicas, tecnológicas, sociales, demográficas y culturales de miles de millones de personas. La humanidad ha comenzado a transformarse en una civilización única.

Al mismo tiempo, la desaparición del llamado telón de acero y de las fronteras ha yuxtapuesto no solamente a aquellos países que hasta hace poco representaban diferentes sistemas políticos, sino también a civilizaciones, culturas y tradiciones.

Los políticos del siglo pasado podemos estar orgullosos de haber evitado el peligro de una guerra termonuclear. Sin embargo, para millones de personas el mundo no se ha convertido en un lugar más seguro que antes. Innumerables conflictos locales y guerras étnicas y religiosas han aparecido en el nuevo mapa de la política mundial. Una prueba evidente del comportamiento irracional de la nueva generación de políticos es el hecho de que los presupuestos de defensa de muchos países, grandes o pequeños, son ahora mayores que durante la guerra fría, así como que los métodos represivos son una vez más el medio general para resolver conflictos y un aspecto común y corriente de las actuales relaciones internacionales.

Desafortunadamente, a lo largo de las dos últimas décadas el mundo no se ha vuelto un lugar más justo: las disparidades entre la pobreza y la riqueza incluso se incrementaron, no sólo en los países en desarrollo, sino también dentro de las propias naciones desarrolladas. Los problemas sociales de Rusia, como en otros países poscomunistas, son una prueba de que el simple abandono de un modelo defectuoso de economía centralizada y de planificación burocrática no es suficiente para garantizar tanto la competitividad del país en una economía globalizada, como el respeto por los principios de la justicia social.

Deben añadirse nuevos desafíos. Uno es el terrorismo, convertido en la "bomba atómica de los pobres", no sólo en sentido figurado sino en sentido literal. La incontrolada proliferación de las armas de destrucción masiva, la competencia entre los antiguos adversarios de la guerra fría para alcanzar nuevos niveles tecnológicos en la producción de armas, y la emergencia de nuevos pretendientes a desempeñar un papel protagonista en un mundo multipolar, incrementan la sensación de caos que está afligiendo a la política global.

El verdadero logro que podemos celebrar es el hecho de que el siglo XX marcó el fin de las ideologías totalitarias, en particular las inspiradas en creencias utópicas. Pero pronto resultó evidente que también el capitalismo occidental, privado de su viejo adversario histórico e imaginándose a sí mismo como el indiscutible ganador histórico y la encarnación del progreso global, puede conducir a la sociedad occidental y al resto del mundo a un nuevo y ominoso callejón sin salida.

En este marco, la irrupción de la actual crisis económica ha revelado los defectos orgánicos del presente modelo occidental de desarrollo impuesto al resto del mundo como el único posible. Asimismo, demuestra que no solamente el socialismo burocrático sino también el capitalismo ultraliberal tiene la necesidad de una profunda reforma democrática y de la adquisición de un rostro humano, una suerte de perestroika propia.

Hoy en día, mientras dejamos a las espaldas las ruinas del viejo orden, podemos pensar en nosotros mismos como activos participantes en el proceso de creación de un mundo nuevo. Muchas verdades y postulados considerados indiscutibles (tanto en el Este como en el Oeste) han dejado de serlo. Entre ellos estaban la fe ciega en el todopoderoso mercado y, sobre todo, en su naturaleza democrática. Había una arraigada creencia de que el modelo occidental de democracia puede ser difundido mecánicamente a otras sociedades cuyas experiencias históricas y tradiciones culturales son diferentes. En la situación presente, incluso un concepto como el del progreso social, que parece ser compartido por todos, necesita una información más precisa y una redefinición.




...y la libertad llegó




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Entrada núm. 1246 -
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