miércoles, 3 de septiembre de 2025

EL POEMA DE CADA DÍA. HOY, ACRÓPOLIS, DE NICOLE BREZIN

 







ACRÓPOLIS




Es una cuesta empinada. Delante de nosotros,

un hombre intenta despertar

el entusiasmo de su hijo:

Ya verás cuando lleguemos a la Acrópolis.

Todo se ve desde allí arriba, todo.


¿Se ve casa desde arriba?, pregunta el niño,

y yo recuerdo cuando a tres voces

le pedíamos a papá

que nos marcara la dirección a casa

en esa época en la que un padre

funciona un poco como una brújula:

sus ojos recorrían el paisaje como la aguja

que oscila levemente hasta identificar el norte,

luego fijaba la mirada en un punto del horizonte

y señalaba con el dedo a la distancia.

Por muy lejos que estuviéramos,

papá siempre sabía dónde estaba casa.

La infancia era desconocer los mapas,

no tener que recordar esquinas,

árboles, carteles,

alejarse sin miedo a no poder volver.


Cuando llegamos a la Acrópolis,

el hombre deja atrás su promesa

y le enseña el Partenón al hijo.

Yo pienso en mi padre y miro

desorientada alrededor.

Las rendijas de luz entre las rocas me recuerdan

lo que una vez estuvo suelto,

lo que una vez fue escombro y hoy

reclama devoción en su lugar:


allí, donde otros ven esplendor,

yo solo veo fragmentos,

como no veo

en un rompecabezas un cuadro

sino solo

piezas reunidas,

grietas.


Mientras camino,

giran los barquitos de papel

que llevo por pendientes. Ayer,

cuando los compramos, te dije:

un barquito mira al norte,

el otro al sur. Era mentira.


También mi dolor

está hecho de fragmentos.


Me gustaría preguntarte

dónde queda casa,

pero vas pensativo,

recolectando imágenes: veo

los poemas flotando a tu alrededor

como abejas inquietas a punto de pincharte.

Por los huecos de tus sandalias, tus pies

se ensucian del mismo polvo que cae

sobre la antigüedad.


Si repitieras el gesto de mi padre

me señalarías un lugar distinto.


Nunca te dije por qué

me gustan tanto los barcos de papel:

su simetría

impide saber a dónde se dirigen.

Me recuerdan al reloj que hice de niña

con agujas del mismo largo:

solo se podía leer la hora

cuando las dos apuntaban

al mismo sitio.


Vuela una mariposa blanca.


Me gustaría preguntarte

dónde queda casa.




NICOLE BREZIN  (1993)

poetisa argentina















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