lunes, 7 de abril de 2025

De la música callada de la mujer

 






Decía Unamuno en un artículo publicado en La España moderna que los hombres sin historia, aquellos que desconocen su tradición, viven de forma inauténtica la existencia, comenta en Revista de Libros [Las voces marginadas: prestar nuestros oídos a la música callada, 23/03/2025] la filósofa Irene Ortiz Gala, reseñando el libro ”La música callada. El pensamiento social en la Edad de Plata española [1868-1936] de Nuria Sánchez Madrid. (Editorial Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2023). En La música callada, Nuria Sánchez Madrid nos presenta un mapeo detallado y erudito de los debates, los textos y, en última instancia, la vida, de algunas de las filosofías que estuvieron activas en España entre los años 1868 y 1936. El ensayo hace propia esa reivindicación unamuniana de la literatura plebeya y nos ofrece una cartografía que, sin despreciar los textos más consagrados de la tradición española, se hace cargo de otros acontecimientos y publicaciones que recibieron una menor atención y que, sin embargo, nos permiten comprender qué sucedió en España en esos años. Así, por ejemplo, a los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, Sánchez Madrid contrapone el episodio nacional de la profesora de la Escuela Normal de Maestras y miembro de la asociación para la enseñanza de la mujer, Concepción Saiz de Otero, en el que responde a Galdós con la intención de que la literatura proporcione una imagen fidedigna de la realidad social de la mujer. En el episodio nacional de Saiz de Otero —y de forma análoga en La música callada— se incide, particularmente, en que el acceso de las mujeres a la formación intelectual y la habilitación profesional en España fue un acontecimiento excepcional en un país que carecía de las herramientas —y de tradición–— al respecto. De ahí que, hasta que no seamos capaz de atender esa música silenciada por la sintonía oficial, no podremos entender plenamente nuestro pasado. El libro pasa revista a algunas de las caras más conocidas de la Edad de Plata, pero también a otras que han quedado relegadas a un margen. El libro de Sánchez Madrid explora la tensión entre la relevancia que una autora pudo tener en su presente y el recuerdo que sobrevive de ella y de su obra, la pugna entre la actualidad y la viveza de un debate, de un argumento, y el olvido en el que este puede caer tras unas décadas.

Sin duda, una de esas discusiones que hoy parecen actuales y, a la vez, imposibles de pensar, es la de la convivencia territorial. Sánchez Madrid rastrea los discursos que han intervenido no sólo en el privilegio cultural del unitarismo como clave para interpretar la realidad nacional, sino también en las autoras que entonces pensaron otras formas de habitar la nación. El ensayo indaga en ese lugar político escorado hacia el olvido que ocuparon las mujeres republicanas federales y sus textos. El libro da voz a las mujeres que intervinieron durante el sexenio democrático (1868-1874) y los años posteriores y examina sus publicaciones. Desde María Josefa Zapata y Margarita Pérez de Celis, y el texto Las mujeres y la sociedad, hasta publicaciones posteriores como La tribuna de Emilia Pardo Bazán o los artículos de Guillermina Rojas. Sánchez Madrid subraya el carácter revolucionario de la ficción. Desde este punto de vista, defiende que los textos examinados muestran cómo la literatura opera como un dispositivo de enunciación de un personaje colectivo, la mujer, que por lo general no aparece reflejado en los estudios realizados sobre la época.

La música callada no sólo presenta los debates de la Edad de Plata española y sus protagonistas, sino que establece diálogos entre obras que enriquecen sus análisis. Así, por ejemplo, examina La España invertebrada de Ortega desde los trabajos de Pere Bosch i Gimpera y plantea algunas preguntas que resuenan en nuestro presente, pues nosotros seguimos preguntándonos cómo se construye un ideal nacional saludable. La cultura como herramienta o, mejor, como sistema vital de ideas irrenunciable e inseparable del sujeto es examinada, ayer como hoy, con un furor desenfrenado por algunos y con una sospecha constante por otros. Para Sánchez Madrid, Bosch i Gimpera, más próximo a Machado y Zambrano que a Ortega, «captó la pulsión de muerte que se había apoderado de la cultura hispana». Todavía hoy podríamos preguntarnos si no hay algo de esa pulsión de muerte en quienes se niegan a renunciar al sueño imperialista del pasado.

No basta con apelar a la cultura como elemento aglutinador de la identidad nacional. Más bien deberíamos delimitar a qué tipo de cultura nos referimos y, sobre todo, quiénes están legitimados para participar en ella —y, también, quiénes pueden actuar como sus representantes—. Desde este punto de vista, el ensayo de Sánchez Madrid se hace cargo de los problemas derivados de algunas propuestas políticas que, como las de Ortega o Maeztu, condicionaban el reconocimiento de la clase obrera al deseo de esta de pertenecer, en el futuro, a la clase burguesa. A la estrechez de miras del ideal burgués que restringía el número de personas que podían hablar de España o en su nombre, Sánchez Madrid contrapone la actividad poética y el trabajo filosófico de Machado y de Zambrano sobre el pueblo.

Como no podía ser de otra forma, La música callada concluye con quienes lucharon por expandir la noción de sujeto histórico: las mujeres. No sólo desde el punto de vista del feminismo político, preocupado por los derechos civiles, sino también desde la transformación del marco ideológico con el que se piensa a la mujer. Y precisamente porque la posición epistémica de la que parte el ensayo es humilde, porque no intenta reivindicar una parte de la historia, la obra incluye figuras tan dispares como Clara Campoamor, María Lejárraga, Rosa Chacel o Margarita Nelken. Una de las grandes virtudes de La música callada se encuentra precisamente en ese gesto con el que no sólo se hace presente lo pasado, como suele decirse, sino que se nos traslada a nosotros, lectores, al pasado que se describe, para que podamos observarlo en toda su complejidad. El ensayo nos ofrece un lugar privilegiado desde el que atender las conversaciones de la época y mirar de cerca a sus personajes. Escribe la autora que «nadie puede vivir dignamente sin hacer del otro su patria» y, me parece, esto es precisamente lo que se despliega a través de las más de 350 páginas que componen este ensayo: una mirada lúcida a los textos, no para utilizarlos para nuestro propio beneficio, para construir un relato inequívoco que pretenda reflejar toda la realidad, sino, más bien, para pensar desde esa complejidad de voces y relatos que forman parte del pasado. Seguramente, porque el único modo de aproximarse al pasado sin convertirlo en una reliquia es desde esa interacción con el presente que renuncia a imponerle un relato. A escoger el silencio para poder escuchar, a socavar esa voluntad irrefrenable —que tan bien conocemos aquellas que nos dedicamos a la filosofía— de imponer nuestra opinión, en pocas palabras, a dejar que suenen otras voces, es a lo que enseña La música callada. Irene Ortiz Gala es profesora de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid y directora filosófica de FILOSOFÍA&CO. Es autora de El mito de la ciudadanía (Herder, 2024).

















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