martes, 3 de diciembre de 2024

De los tiempos muertos en política

 






En baloncesto los tiempos muertos son pausas estratégicas que los equipos pueden solicitar durante el juego para reunir a sus jugadores, recibir instrucciones del entrenador, ajustar estrategias y descansar, escribe en La Vanguardia [Tiempo muerto, 25/11/2024] el consultor político Iván Redondo. ¿Y por qué es necesario el tiempo muerto en la política española? Juzguen ustedes: primero, la industria del relato político ha tocado techo hasta llevar al paroxismo a un lado y otro del tablero generando una curva de malestar descontrolada; segundo, no hay números para una moción de censura al primer ministro, lo que frustra al elector de derechas, que se pregunta, en su lógica partidaria, qué más tiene que suceder para echar al rojo de la presidencia del Gobierno; tercero, Alberto Núñez Feijóo tantea el apoyo de la derecha plural (PNV, Junts) a esa moción justo el mismo día en el que queda claro que esas derechas plurales, de momento, prefieren acordar una reforma fiscal –incluso con Podemos– antes que hacer una excursión tentativa con Vox en una censura sin proyecto de convivencia alternativo. Más frustración; cuarto, añádanle lo de Teresa Ribera, vicepresidenta primera de la Comisión Europea a la espera y el fracaso de las maniobras orquestales previas; y, quinto, nos haremos a la idea que con tanta actualidad en nuestras vidas y tan poca mirada estratégica, bien convendría a nuestra política pedir tiempo muerto para recordar que todo esto, ante todo y sobre todo, es combustible para la derecha autoritaria como reflejan todas las encuestas. También la que publicamos en La Vanguardia ayer y en la que preguntamos sobre el funcionamiento de la democracia.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo durante su encuentro este viernes en el Congreso de los Diputados en Madrid. Foto Emilia Gutierrez 22/12/2023

Sánchez y Feijóo, durante su encuentro en el Congreso en diciembre pasado

La valoración tan baja de Pedro Sánchez es por las cuitas judiciales y falta de recursos ante el vendaval. Y la de Feijóo es consecuencia de la decepción de su votante potencial por presentar una alternativa eficaz al que solo ofrece ruido y relato. Por si fuera poco el PP encarga la reconstrucción de l’Horta Sud en Valencia a un general retirado, que en su primera declaración anuncia que no acatará “órdenes políticas”. Expliquemos este grave error. Las palabras de este general nos sitúan ante la democracia como estorbo y ahí nadie ganará nunca a la derecha autoritaria. Al contrario, dibujan un eje indeseado que va de la “Generalitat” (PP) al “Generalato” (Vox). Insistimos: la convivencia en democracia es el clavo del abanico PP-PSOE para conseguir la Moncloa.

En este contexto, llega el congreso federal de los socialistas. La moción de 2018 se fraguó en las primarias del congreso federal de 2017, de la misma manera que la derrota de las municipales y autonómicas, hoy se ve con claridad, se forjó en el congreso federal de 2021. Sánchez fue el político libre de las primarias y pudo activar el momento censura como quien espera agua de mayo por ser independiente y poder ordenar una nueva mayoría social. Volvió a ser ese político libre cuando el 29 de mayo de 2023 anticipó las generales, rompiendo técnicamente con el PSOE caoba que le condenó a la pérdida de todo el poder territorial. De este congreso del fin de semana depende que el 23-J no sea un accidente como sí fue el triunfo de Joe Biden contra Donald Trump en 2020.

La sobreactuación es anestesiante y lo contrario a una buena estrategia y comunicación política. Esta situación bien merece, por tanto, un tiempo muerto para reflexionar sobre los pasos a seguir por parte de unos y otros. En el caso del PSOE, la pluralidad y la vivienda como factor corrector de desigualdad para mitigar el malestar debieran de ocupar su acción, tomando nota que el miedo a la ultraderecha ya no es suficiente. Y el PP, por su parte, debería acordar políticas esta legislatura con sus potenciales socios en el futuro y no incomodarles. Con ello está contrariando a electores socialistas que le miraban positivamente hace un año. 

Ése es el principal motivo por el que no hay transferencias que permitan a Feijóo su autonomía estratégica hoy. Si continúa por la pendiente de meter presión, Vox podría acabar superando la cota del 15%. El elector más desideologizado ante la falta de liderazgo político de sus representantes se siente cómodo con cualquier figura que ponga orden. Si con la Generalitat no se puede, a ver si se puede con el Generalato. El PSOE no puede ser tan solo, a ojos de los menos partidistas, el mínimo común denominador de una mayoría para que no esté otra mayoría. El paroxismo de ambos está ahí. Pidan todos un tiempo muerto. Vale la pena pensar durante 60 segundos.













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