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jueves, 9 de julio de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Sobre la culpa. Publicada el 18 de abril de 2010



Monumento a las víctimas de Katyn, Breslavia, Polonia


Ayer tarde, dentro de su programa "Informe Semanal", TVE emitíó un reportaje sobre la muerte del presidente de Polonia, Lech Kaczynski, ocurrida hace unos días en un accidente aéreo en las cercanías de la ciudad rusa de Smolensko. Acudía allí en compañía de una nutrida representación oficial polaca para conmemorar junto con las autoridades rusas el 70 aniversario de la matanza de Katyn. Un hecho negado oficialmente por la Unión Soviética hasta 1990, en el que fueron asesinados varias decenas de miles de oficiales polacos. En apoyo del reportaje pusieron algunas escenas de la película "Katyn", del cineasta polaco Andrzej Wajda, estrenada en España el pasado año. Pueden verla, completa, desde este enlace.

En una de ellas se ve llegar hasta el bosque de Katyn, unos camiones con oficiales polacos prisioneros, se les obliga a descender de ellos, y uno a uno son conducidos hasta una línea de fosas abiertas en un calvero del bosque. Una vez ante ellas un soldado soviético les pasa un lazo por el cuello, tira fuertemente hacia atrás y con el cabo restante les ata las manos a la espalda, Otro soldado, de manera inmediata, les dispara un tiro en la nuca y les arroja a la fosa. 

Ha sido una escena de pesadilla que me ha impedido dormir durante toda la noche pasada. En cuanto cerraba los ojos mi mente la reproducía una y otra vez, sin descanso. Cientos o miles de veces. No lo se. Pero era automático; cerrar los ojos, y reproducirse la escena: lazo al cuello, tirón hacia atrás, manos atadas a la espalda y tiro en la nuca.

Me levanté de madrugada intentando escribir algo coherente sobre la culpa y el pecado, sobre si los sentimientos de pecado y culpa son individuales o colectivos, sobre si los hijos son responsables de lo que hicieron sus padres, y los pueblos de lo que hacen o hicieron sus gobernantes, sobre si se extinguen con el paso del tiempo o traspasan las generaciones pasadas, presentes y futuras. No he sido capaz. Y aquí estoy ahora, a las diez de la mañana, intentando exorcizar mis demonios... HArendt 




Iósif Stalin



La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





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viernes, 26 de abril de 2019

[EUROPA] El estigma de la diferencia






Entre los próximos 23 y 26 de mayo estamos llamados los ciudadanos europeos a elegir a nuestros representantes en el Parlamento de la Unión. Me parece un momento propicio para abrir una nueva sección del blog en la que se escuchen las opiniones diversas y plurales de quienes conformamos esa realidad llamada Europa, subiendo al mismo, de aquí al 26 de mayo próximo, al menos dos veces por semana, aquellos artículos de opinión que aborden, desde ópticas a veces enfrentadas, las grandes cuestiones de nuestro continente. También, desde este enlace, pueden acceder a la página electrónica del Parlamento europeo con la información actualizada diariamente del proceso electoral en curso.

En el sexto país más grande de la Unión Europea, la orientación sexual domina la política, escribe Bartosz T. Wielinski, jefe de la sección Internacional del periódico Gazeta Wyborcza, de Polonia.  Creo que Polonia será un espacio libre de LGTB”, declaró una importante diputada del partido en el Gobierno, Ley y Justicia (PiS), recapitulando la consigna principal del bloque gobernante ante las próximas elecciones europeas.

Y bajo ningún concepto se trata de tolerar o incluir, sino de la estigmatización de la diferencia, algo que para los habitantes de Europa Occidental seguro que es difícil de entender. Ley y Justicia, contando con que conseguirán revertir la tendencia desfavorable en los sondeos, ha iniciado una persecución sin precedentes a las personas con otra orientación sexual, asustando a los polacos con el pernicioso impacto de la “propaganda LGTB” en los jóvenes: “Quitad las manos de nuestros niños”, tronaba el líder del partido Jaroslaw Kaczynski. La ola de comentarios homofóbicos inundó los medios de comunicación y las redes sociales, y los políticos del partido cuidaron que no decayese, echando constantemente leña al fuego de la propaganda. Así, por ejemplo, el viceministro de Justicia Patryk Jaki, que se postula en las elecciones con la lista común del PiS, afirmó que “luchará para que el Parlamento Europeo no se ocupe de “los asuntos LGTB”. Y la diputada del PiS Elzbieta Kruk declaró que Polonia tiene que ser un espacio libre de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (así se traduce la abreviatura LGTBI).

Esas palabras no solo suscitan asociaciones históricas. En Chechenia, por nombrar una región libre del colectivo LGTBI, el presidente Ramzán Kadírov encierra a los gais en campos de concentración. A las palabras de Kruk, el partido no ha reaccionado de ninguna forma.

El PiS tiene un problema, pues sobrecargado con sucesivos escándalos, puede perder el poder este año. En 2015 las elecciones se celebraron durante el punto álgido de la crisis migratoria, y alcanzó el poder, entre otras cosas, gracias a la campaña contra los refugiados, afirmando que Polonia corría el riesgo de ser invadida por terroristas musulmanes. En aquel entonces, Kaczynski consideró también que los inmigrantes de Asia podían traer a Polonia “gérmenes y parásitos”. Hoy, de forma análoga, ladra contra las personas con otra orientación sexual.

La decisión de las nuevas autoridades de Varsovia —surgidas de la oposición al Gobierno del PiS— de adoptar la denominada Declaración LGTB+ ha sido el pretexto para la campaña.

En ella, las autoridades municipales se comprometen a defender los derechos de las minorías sexuales, así como a enseñar a los niños tolerancia en las escuelas y hacerlos conscientes de su sexualidad, amén de advertirles de la amenaza de los pedófilos. En Occidente, este tipo de iniciativas son el estándar. En cambio, el PiS redujo el programa varsoviano a la consigna de “enseñar cómo masturbarse en las escuelas”, y comenzó su ofensiva contra las minorías sexuales. La lucha contra el colectivo LGTBI se aceleró cuando el vicepresidente de Varsovia, que no oculta su orientación homosexual, dijo en una entrevista que quisiera que en Polonia se legalizase el matrimonio de personas del mismo sexo, quienes, a largo plazo, podrían también adoptar niños.

Las siglas LGTB, en manos de los ideólogos del partido, respaldados por los medios de comunicación públicos subordinados al PiS, se han convertido en el símbolo de la desviación y el colapso de la Unión Europea. Se podría decir abiertamente que, en este caso, los políticos de la derecha polaca hablan el mismo idioma que los secuaces del presidente de Rusia, Vladímir Putin, quienes desde hace años luchan ferozmente contra todas las minorías sexuales.

Lo curioso es que el PiS calla sobre las cada vez más importantes acusaciones a los obispos polacos de ocultar los casos de pedofilia en el seno de la Iglesia.

¿Funcionará esta estrategia? Probablemente no, y seguro que no como la campaña de odio a los refugiados de 2015. Tras el inicio de los ataques al colectivo LGTBI los sondeos no han mejorado. La distancia entre la Coalición Europea, la unión de un amplio espectro de partidos políticos proeuropeístas y el PiS disminuye. Y la dirección del partido está cada vez más nerviosa.

Los polacos, a pesar de su Gobierno, son una sociedad tolerante, ilustrada y proeuropea. A pesar de los pesares, esa es la buena noticia que proviene de Polonia.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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sábado, 5 de agosto de 2017

[A vuelapluma] El reverso de la ampliación euroatlántica





Cuando Javier Solana (1942) habla de Europa creo que merece la pena escucharle. Pocos políticos españoles del siglo XX pueden presumir de un currículum como el suyo: físico, profesor de universidad, embajador, exministro de Cultura, Educación y Ciencia, Asuntos Exteriores, Portavoz del gobierno, Secretario General de la OTAN,  Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Comandante en Jefe de la EUFOR. Y ahora, distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Economía y Geopolítica Global de ESADE.

Habitualmente, nos tomamos la licencia retórica de equiparar a la UE con Europa, lo que nos lleva a pasar por alto algunos matices, comentaba en un reciente artículo, criticando el populismo de que hacen gala los gobiernos de Polonia y Hungría. Vista desde una perspectiva histórica, añadía al comienzo del mismo, podría decirse que en realidad la UE encarna la antítesis de lo que ha sido Europa, al haber contribuido a romper con siglos de violentos conflictos entre sus actuales Estados Miembros. En términos geográficos, es cierto que las sucesivas adhesiones a la Unión le han permitido reflejar algo más fielmente la extensión que suele atribuirse al continente europeo, pero todavía perduran algunos desajustes. Además, el Brexit nos ha recordado algo fundamental: esta tendencia expansiva no es irreversible, y la propia existencia de la UE —en tanto en cuanto se trata de una construcción política— no puede darse por sentada.

Existen dos dinámicas primordiales que han marcado la trayectoria de la UE y, anteriormente, de las Comunidades Europeas. Por un lado, la integración se ha hecho cada vez más profunda, y por el otro, los beneficios de esta integración se han extendido a un número cada vez mayor de Estados. La caída del muro de Berlín hizo que surgiesen nuevas oportunidades, que se convirtieron en retos mayúsculos. Ya no se trataba únicamente de incorporar a Estados pertenecientes a la órbita Occidental, sino de ampliar tanto la UE como la OTAN a Estados que habían formado parte del Pacto de Varsovia. Desaparecida la Europa de Yalta, el objetivo era no volver a la Europa de Versalles.

La primera organización en abordar esta delicada empresa fue la OTAN, no sin antes alcanzar un acuerdo con Rusia que consiguió amortiguar el impacto, y que supuso el verdadero final de la Guerra Fría: el Acta Fundacional de 1997. Dos años después, la República Checa, Hungría y Polonia pasaron a formar parte de la OTAN y, en 2004, se adhirieron a la UE junto con otros siete Estados. Las tradicionales esferas de influencia parecían estarse superando, a medida que la UE veía reforzado su magnetismo a escala continental y global.

Como argumentó en su día Altiero Spinelli, autor del Manifiesto de Ventotene, el movimiento europeísta debía encontrar “una solución que no ignorase los sentimientos nacionales, sino que más bien les diese una manera de manifestarse libremente”. Para los países que se habían encontrado bajo el dominio soviético, la UE representaba —además de una garante de la democracia y de los derechos humanos— una vía de realización nacional. Por aquel entonces, se solía poner en valor que la integración europea no comporta una pérdida de soberanía de facto, sino justo lo contrario: la UE ofrece grandes ventajas a nivel socioeconómico y da pie a que sus Estados Miembros maximicen su capacidad de influencia en el escenario internacional.

Tras la desaparición del telón de acero, el Reino Unido y la Alemania reunificada fueron los principales motores europeos de la ampliación hacia el este, aunque por motivos claramente distintos. Mientras que los conservadores británicos pretendían frenar la profundización a través de la ampliación, el canciller Helmut Kohl consideraba que ambas dinámicas eran compatibles, y a grandes rasgos así fue hasta bien entrado el siglo XXI. Por desgracia, los resultados en dos de los cuatro referéndums sobre la Constitución Europea, que se celebraron un año después de la ampliación de 2004, pusieron en tela de juicio esta compatibilidad. Las alusiones despectivas e injustificadas a los “fontaneros polacos” calaron hondo especialmente en Francia, que rechazó el ambicioso proyecto constitucional junto con los Países Bajos. Este revés sumió a la UE en una cierta desorientación que, pese a verse mitigada temporalmente por la firma del Tratado de Lisboa, fue a más tras el estallido de la crisis económica.

La figura de los “fontaneros polacos” hizo su aparición nuevamente durante la campaña del referéndum sobre el Brexit, lo cual no deja de ser paradójico. En el Reino Unido, que tan favorable se había mostrado a la ampliación de la UE, ahora se usaba a los trabajadores procedentes del centro y del este de Europa como chivo expiatorio. Siguiendo al pie de la letra lo que el sociólogo Anthony Giddens llamó “el escenario sonámbulo”, el Reino Unido decidió abandonar la UE sin que existiera un debate suficientemente informado sobre lo que estaba en juego. A falta de reflexión fundamentada, los estereotipos volvieron a campar a sus anchas, de tal forma que la decisión puede interpretarse como una cara B de la ampliación europea. B de Brexit.

Por su parte, los países más frecuentemente asociados a la controvertida noción de “nueva Europa” tampoco están exentos de contradicciones. El caso de Polonia es particularmente ilustrativo. A raíz de su reconciliación con Alemania, Polonia adquirió un papel protagonista en la esfera euroatlántica, complementando el eje francoalemán en lo que vino a conocerse como el “triángulo de Weimar”. Los réditos que obtuvo Polonia de su reposicionamiento geopolítico fueron impresionantes, y más aún cuando comparamos sus cifras macroeconómicas con las de un país como Ucrania, que siguió un camino muy diferente tras la disolución del bloque comunista. En 1990, el PIB per cápita de Ucrania superaba al de Polonia, pero las tornas se cambiaron hasta tal punto que en 2016 el PIB per cápita polaco estaba cerca de cuadruplicar al ucraniano.

Pese a todo ello, el gobierno polaco actual no reivindica los principios de una Europa verdaderamente “nueva” —esa que hemos ido moldeando a través de la integración europea— sino que ha aprovechado el momento de vulnerabilidad de la Unión para echar mano de un recetario cortoplacista y caduco. No es casualidad, al fin y al cabo, que el Presidente Trump eligiera visitar Polonia justo antes de dirigirse a la cumbre del G20. En otra inquietante paradoja, Polonia es hoy en día terreno fértil para los discursos anti-inmigración y, sumida en la nostalgia, fantasea con un repliegue nacional que le ha sido esquivo a lo largo de su historia. Para colmo de males, el gobierno polaco se encamina a instaurar un Estado iliberal en el seno de la UE, siguiendo los pasos de una Hungría en la que Viktor Orbán está cruzando múltiples líneas rojas en su afán de deslegitimar a las voces discrepantes.

El modelo de la UE se fundamenta en una serie de compromisos básicos que deben respetarse, y que fueron precisamente los que consiguieron atraer a los Estados procedentes de la antigua órbita soviética. Si bien todo avance sociopolítico tiene su reverso, lo mismo puede decirse de fenómenos como el auge del nacionalismo y el populismo alrededor del mundo.

Contraponiéndose a este auge, la UE puede recobrar el impulso, siempre y cuando sea capaz de confeccionar un relato legitimador que responda a las prioridades que tiene la sociedad europea hoy en día, y que afortunadamente difieren de las de hace 60 años. De ello depende no solo el futuro de la UE, sino el futuro de Europa.



Viktor Orban, primer ministro de Hungría



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domingo, 18 de abril de 2010

Katyn (1940): Sobre la culpa




Monumento a la víctimas de Katyn (Rusia)


Ayer tarde, dentro de su programa "Informe Semanal", TVE1 emitíó un reportaje sobre la muerte del presidente de Polonia Lech Kaczynski, ocurrida hace unos días en un accidente aéreo en las cercanías de la ciudad rusa de Smolensko. Acudía allí en compañía de una nutrida representación oficial polaca para conmemorar junto con las autoridades rusas el 70 aniversario de la matanza de Katyn. Un hecho negado oficialmente por la Unión Soviética hasta 1990, en el que fueron asesinados varias decenas de miles de oficiales polacos. En apoyo del reportaje pusieron algunas escenas de la película "Katyn", estrenada en España el pasado año.

En una de ellas se ve llegar hasta el bosque de Katyn, unos camiones con oficiales polacos prisioneros, se les obliga a descender de ellos, y uno a uno son conducidos hasta una línea de fosas abiertas en un calvero del bosque. Una vez ante ellas un soldado soviético les pasa un lazo por el cuello, tira fuertemente hacia atrás y con el cabo restante les ata las manos a la espalda, Otro soldado, de manera inmediata, les dispara un tiro en la nuca y les arroja a la fosa.

Ha sido una escena de pesadilla que me ha impedido dormir durante toda la noche pasada. En cuanto cerraba los ojos mi mente la reproducía una y otra vez, sin descanso. Cientos o miles de veces. No lo se. Pero era automático; cerrar los ojos, y reproducirse la escena: lazo al cuello, tirón hacia atrás, manos atadas a la espalda y tiro en la nuca.

Me levanté de madrugada intentando escribir algo coherente sobre la culpa y el pecado, sobre si los sentimientos de pecado y culpa son individuales o colectivos, sobre si los hijos son responsables de lo que hicieron sus padres, y los pueblos de lo que hacen o hicieron sus gobernantes, sobre si se extinguen con el paso del tiempo o traspasan las generaciones pasadas, presentes y futuras. No he sido capaz. Y aquí estoy ahora, a las diez de la mañana, intentando exorcizar mis demonios... Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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Vídeo: Katyn