Estatua de Geraldus en la catedral de San David, País de Gales
La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la ficción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial.
Continúo hoy la serie de Píldoras literarias con el relato del escritor clérigo galés Giraldus Cambrensis (1146-1223) titulado Revancha. Giraldus Cambrensis fue un clérigo e historiador medieval cambro-normando, archidiáno de Brecon. Nacido en el castillo Manorbier, en Pembrokeshire, Gales, por sus venas corría sangre normanda y galesa, siendo su nombre de pila Gerald de Barri.
La obra de Gerald de Barri está escrita en un latín de calidad, basada en un extenso conocimiento de los autores clásicos, y refleja las experiencias vividas en sus viajes, así como su gran conocimiento de las autoridades, siendo muy respetado como erudito tanto en su época como en los años posteriores.
Fue un escritor prolífico, de ideas claras y cuyos trabajos, frecuentemente polémicos, incluían críticas demoledoras de sus enemigos, pero también mostraban una intensa curiosidad, tratando de registrar cualquier detalle valioso de la vida cotidiana en cuanto a etnografía y costumbres se refiere. Admirable narrador de historias", es la única fuente acerca de algunos de los más famosos cuentos del folclore galés. Les dejo con su relato.
REVANCHA
de
Giraldus Cambrensis
El señor de Château-roux en Francia mantenía en su castillo a un hombre al que había castrado y cegado. Este hombre, a fuerza de prolongados hábitos, conocía de memoria los largos pasillos del castillo y los escalones que conducían a las torres. Aprovechando el hecho de que todos lo consideraban un inválido, puso en efecto su plan para vengarse. Subió a las habitaciones y tomó a su único hijo y heredero del gobernador del castillo, y lo llevó a lo alto de la torre, no sin antes pasar los pestillos de las puertas desde adentro, impidiendo el acceso a la escalera. Desde la almena de la torre llamó la atención de los que estaban abajo, y amenazó con lanzar al niño si no venía el gobernador de inmediato.
El gobernador del castillo llegó corriendo y, aterrorizado, procuró por todos los medios el rescate de su hijo, pero recibió por respuesta que eso sólo podría llevarse a efecto por la misma mutilación de las partes bajas, tal como el señor del castillo había infligido en él. El gobernador, luego de suplicar en vano por clemencia, finalmente accedió, e hizo que le fuera propinado un fuerte golpe en el cuerpo; la gente que presenciaba la escena irrumpió en gritos y lamentos, como si se hubiera mutilado.
El ciego le preguntó dónde había sentido el mayor dolor. Cuando el gobernador le respondió que “en los riñones”, dijo que era falso y amenazó con lanzar al niño. Al hombre se le propinó un segundo golpe, y aseguró que lo que más le había dolido había sido el corazón. El ciego expresó incredulidad y volvió a acercar al niño al borde de la almena. La tercera vez, sin embargo, el gobernador, para salvar a su hijo, realmente se castró; y cuando exclamó que el mayor dolor lo había sentido en los dientes, el ciego dijo: “Es cierto, como ha de ser creído un hombre que haya pasado por tal experiencia. Tú has vengado, en parte, mis heridas. He de enfrentar la muerte con mayor satisfacción, y tú no podrás ni concebir otro hijo, ni ser reconfortado por este acto”.
A continuación, se precipitó desde lo alto de la torre con el niño, y al caer al suelo se rompieron las extremidades y murieron en el acto. El señor del castillo ordenó la construcción en el lugar, por el alma del niño, de un monasterio, que todavía está en pie, y se llama De Doloribus.
FIN
Escena del flolclore galés
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Entrada núm. 5963
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