Mostrando entradas con la etiqueta Lengua española. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lengua española. Mostrar todas las entradas

viernes, 21 de febrero de 2020

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico Antonio Muñoz Molina



El académico Antonio Muñoz Molina en su toma de posesión



La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. En sus primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. El 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. 

A esta sección del blog iré subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Antonio Muñoz Molina (1956). Elegido el 8 de junio de 1995, tomó posesión de la sila "u" académica el 16 de junio de 1996 con el discurso titulado Destierro y destiempo de Max Aub, al que respondió en nombre de la corporación Francisco Ayala.

Antonio Muñoz Molina, licenciado en Historia del Arte (Universidad de Granada), es doctor honoris causa por la Universidad de Jaén y ha recibido este mismo reconocimiento académico en las universidades estadounidenses de Brandeis (Massachusetts) y Villanova (Pensilvania). Ha sido profesor visitante de Literatura Española en la Universidad de Virginia, en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) y en el Bard College. 

Galardonado con el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura (Narrativa), ambos en 1988, por El invierno en Lisboa, Antonio Muñoz Molina ha recibido asimismo el Premio Fémina Étranger por Plenilunio (1998), el Premio Planeta (1991) y el Premio Nacional de Literatura (Narrativa, 1992) por El jinete polaco, el Prix Alberto Benveniste de la Universidad de la Sorbona por Sefarad (2003), el Prix Mediterranée por La noche de los tiempos (2012) y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (2013) «por la hondura y la brillantez con que ha narrado fragmentos relevantes de la historia de su país, episodios cruciales del mundo contemporáneo y aspectos significativos de su experiencia personal». Muñoz Molina recibió este galardón, de manos del Príncipe Felipe, el 25 de octubre de 2013 en Oviedo, en donde pronunció un discurso de agradecimiento. Columnista en distintos diarios y revistas, su obra periodística —recopilada en varias antologías— fue distinguida en 2003 con los premios Mariano de Cavia y González-Ruano. Publica también comentarios sobre su vida diaria en el blog Escrito en un instante. Algunas de sus novelas —El invierno en Lisboa, Beltenebros, Plenilunio— han sido llevadas al cine. Dirigió el Instituto Cervantes de Nueva York (2004-2006) y en 2005 fue galardonado con el Premio Quijote al Mejor Libro de Narrativa (Asociación Colegial de Escritores de España) por Ventanas de Manhattan. En 2012 el autor de Sefarad donó su archivo personal a la Biblioteca Nacional de España. En 2013 fue distinguido con el Premio Jerusalén de Literatura y publicó el ensayo Todo lo que era sólido. En 2014 recibió el Premio Liber 2014 y en 2015 fue nombrado académico de honor de la Academia de Buenas Letras de Granada —su recepción se celebró el 23 de octubre de 2017, en la que Muñoz Molina pronunció el discuro Una novela de Granada—. Fue vocal de la Junta de Gobierno (1998-2002).




Real Academia Española, Madrid


La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5755
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

domingo, 8 de diciembre de 2019

[ESPECIAL DOMINICAL] Por qué el español es nuestra lengua común





El Especial de cada domingo no es un A vuelapluma diario más, pero se le parece. Con un poco más de extensión, trata lo mismo que estos últimos, quiza con mayor profudidad y rigor. Y lo subo al blog el último día de la semana pensado en que la mayoría de nosotros gozará hoy de más sosiego para la lectura. El Especial de este domingo está escrito por Juan Claudio de Ramón, licenciado en Derecho y Relaciones Internacionales por ICADE y en Filosofía por la UNED, e interesado especialmente en la historia de las ideas políticas, el federalismo, el nacionalismo y el futuro de España y de Europa, y en él sostiene sin ambages que la persistencia de la propaganda nacionalista en que el español es una lengua sin raíces en Cataluña o País Vasco, importada y ajena, es algo que no se corresponde con la historia filológica de España.

"Dos libros de lectura reciente -comienza diciendo De Ramón- me han ayudado a comprender de forma cabal la historia de la convivencia de lenguas en España. El segundo ha dado cimientos fuertes a una creencia que yo ya tenía. La lectura del primero ha tenido para mí efectos emancipatorios. Empecemos con él. Se trata del El rumor de los desarraigados: Conflicto de lenguas en la península ibérica, del lingüista Ángel Lopez García-Molins. El carácter subversivo de la obra, Premio Anagrama de Ensayo en 1986, lo barruntó el exlíder independentista catalán, Ángel Colom: "un libro muy peligroso", dijo. ¿Por qué? Porque a través de una indagación filológica higienizada de ideología, López desarmaba la mentira con que el establishment nacionalista intenta polinizar la conciencia de los catalanes: que el español es una lengua sin raíces en Cataluña, ajena, importada, ilegítima; la lengua de los otros, en suma.  

Ante lo errado de esta doctrina, y advertido de que los españoles carecen de información clara respecto de la historia de la que, en la mayoría de casos, es su lengua materna, López desarrolló su tesis. Parte de asumir que castellano y español no son, como suele creerse, sinónimos. En sentido técnico, el castellano fue un dialecto centropeninsular, como el leonés o el navarro-aragonés. El español era otra cosa: una lengua de urgencia que hablantes de vasco, es decir, los únicos peninsulares que no disponían de un romance, articularon para entenderse con sus vecinos.

Esto es: el español nace como un latín mal aprendido con fuertes influjos del euskera, en un área de frontera vascoparlante. Conjetura consistente con el hecho de que el primer testimonio escrito de la nueva lengua coincida con el primer registro del euskera: las glosas emilianense conservadas en el monasterio de San Millán, en La Rioja. Ahí tenemos, en el siglo X, al primer bilingüe conocido en euskera y español: el monje copista que hace acotaciones en una y otra lengua mientras escudriña un texto latino. A partir de ahí, el español, esa koiné central, simplificada y sin adscripción nacional, se extiende por el Norte de España como un rumor de desarraigados, de hombres y mujeres sin raíces locales o espaciales fijas: peregrinos, cruzados, mercaderes, frailes, mesnadas reales y gente llana llamada a repoblar los burgos ganados a Al-Andalus, que arrastraban consigo un nuevo vehículo comunicativo, una lengua que era de todos y de ninguno.

Es decir, frente a la tendencia a pensar que el castellano fue primero la lengua de Castilla que después se impuso, por fuerza o grado, al resto de territorios españoles, López ofrece pruebas filológicas para afirmar que el "castellano" nace ya como lengua común, es decir, como español, y conoce su primera expansión cuando Castilla carece de importancia política. Cuando más tarde, al calor del apogeo militar, político y económico de Castilla –reino que ha adoptado la koiné como cosa suya y le ha dado ortografía– toda la nobleza peninsular empiece a hablar y escribir en esa lengua común –sin por ello abandonar las otras: nadie piensa aún en los maniqueos términos del nacionalismo–, el proceso de expansión se completa.

La prueba palmaria de esta realidad se encuentra en el testimonio de un anónimo que en 1559 publica en Lovaina una gramática de la koiné. En el prólogo, discutiendo las lenguas que en España se hablan, y tras mencionar la "vazquense", la "aráviga" y la catalana, alude a la que será su objeto de estudio: "El quarto lenguaje es aquel que io llamo Lengua Vulgar de España porque se habla i entiende en toda ella generalmente i en particular tiene su asiento en los reinos de Aragón, Murcia, Andaluzía, Castilla la nueva i vieja, León i Portugal; […] A esta que io llamo Vulgar, algunos la llamaron Lengua Española".

¡Hablada y entendida en toda ella generalmente! ¡En 1559! Porque 1559, conviene notarlo, está a dos siglos de distancia de la Nueva Planta y a cuatro de Franco. En suma, si bien es cierto que en la Edad Moderna el español ha sido a trechos idioma impuesto, lo que no podrá decirse es que haya sido nunca un idioma extranjero. Una parte esencial de la historia de las comunidades bilingües españolas está escrita, sin violencia, en español, en la koiné, en esa Lengua Vulgar de España, que a todos pertenece.

Para corroborarlo, acudamos al segundo libro invocado: Otra Cataluña: Seis siglos de cultura catalana en castellano, de Sergio Vila-Sanjuán (Destino, 2018). Escrito por un gran cronista de Barcelona, el libro documenta cómo durante seis siglos, los que van de Enrique de Villena a Eduardo Mendoza, una parte fundamental de los creadores catalanes han utilizado el español como vehículo de expresión, y que solo al precio de una mutilación terrible de la propia herencia, se puede pretender ocultar la condición bilingüe de Cataluña en su historia.

Dos libros, por tanto, complementarios. Sus autores se citaron hace poco en una jornada sobre convivencia lingüística en Barcelona organizada por Societad Civil Catalana. Desde el público se preguntó: ¿castellano o español? Mientras López manifestaba su preferencia por "español", y subrayar así su condición de lengua común entre españoles, Vila-Sanjuán se acogía al razonable argumento de que al llamarlo "castellano", liberamos la categoría "español" para las restantes lenguas del país, que serían igualmente españolas. Dos puntos de vista sensatos, aunque si me preguntan a mí, últimamente me inclino por "español": la razón es que al decir "castellano", convertimos, subliminalmente y a oídos de gallegos, vascos, navarros, catalanes, valencianos y baleares, la lengua común en la "lengua de los castellanos", es decir, en la lengua de los otros. Cosa que, como hemos explicado, históricamente no se corresponde con el itinerario histórico de la koiné. 

En cualquier caso, ambos usos son corrientes y no hay obligación de escoger. Lo importante es conservar el afecto por esta inveterada lengua franca entre españoles, que el azar de la historia hizo potente koiné internacional, y hacer lo posible por que quien lo haya perdido, lo recupere. Naturalmente, el resto de lenguas que se hablan en nuestro país también son españolas y la democracia del 78 así lo supo reconocer.

Aunque se le regateen sus méritos, el aprendizaje plurilingüe del Estado en estos años ha sido notable. Cuando algunas personas hemos pensado que era hora de culminarlo y desarrollar normativamente el artículo 3 de nuestra Constitución, a fin de regular los derechos de los hablantes y poner fin a las amargas disputas lingüísticas entre ciudadanos y administraciones, hay quien ha sospechado que, queriéndolo o no, una ley de lenguas podía terminar rebajando el estatus de lengua común para el español, dando otra victoria a los nacionalistas.

No comparto esa suspicacia pero la comprendo: el cariz excluyente de las políticas lingüísticas de las comunidades bilingües –en grado variable y con Cataluña a la cabeza– ha escalado tales cotas de sinrazón que buena parte de la opinión publica no entendería que el Estado profundizase en su compromiso con el plurilingüismo si antes las comunidades no dan marcha atrás en políticas que deliberadamente buscan poner un estigma al uso del español; a esa Lengua Vulgar de España, hebra principalísima con la que se tejió la historia cultural de los españoles, también, lo sepan o no, la de quienes no quieren serlo". 





Bosque de laurisilva en La Gomera. Islas Canarias, España



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt




Entrada núm. 5521
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 3 de enero de 2018

[Desde la RAE] Hoy, con el académico José Luis Borau







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la Real Academia Española con la del académico José Luis Borau. Elegido el 27 de marzo de 2008, tomó posesión de su silla, la "B", el 16 de noviembre de 2008 con el discurso titulado El Cine en nuestro lenguaje, al que respondió en nombre de la corporación el también académico Mario Vargas Llosa.

Cineasta y escritor y licenciado en Derecho, José Luis Borau fue académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la de Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. Doctor honoris causa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, Borau fue presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (1994-1998) y de la Sociedad General de Autores y Editores (2007-2011).

Su labor como director, guionista, productor, crítico y profesor cinematográfico, así como su obra literaria, ha sido reconocida con numerosas distinciones: Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián por Furtivos (1975); Oso de Plata de Berlín por Camada negra (1977);  Premio Luis Buñuel por Furtivos (1980);  Medalla de Oro de las Bellas Artes (1988);  Medalla de Oro del Festival de Nueva York (1994); Premio Goya al mejor director por Leo (2000); Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (2000); Premio Nacional de Cinematografía (2002); Mención Especial Espiello (2009); Premio de las Letras Aragonesas y Premio de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo a la Cinematografía (2010).

Borau dirigió el Diccionario del cine español (1998) y coordinó Cuentos de cine (1997) y Cuentos sin cámara (1999). Asimismo, es autor, entre otras obras, de los libro de relatos Camisa de once varas, con el que obtuvo el Premio Tigre Juan de Narrativa, y Navidad, horrible navidad, ambos publicados en 2003.

El 22 de noviembre de 2012, un día antes de su muerte, se presentó en Madrid el libro Borau. La vida no da para más.

José Luis Borau legó a la RAE su archivo y biblioteca, aún pendiente de inventariar y catalogar. En enero de 2014, el Pleno de la Academia convocó, en memoria del cineasta, la primera edición del Premio Borau-RAE al mejor guion cinematográfico. La segunda, en 2016. 




José Luis Borau, en su toma de posesión académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 4157
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 21 de diciembre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico José María Merino







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la Real Academia Española con la del académico José María Merino (La Coruña, 1941). Elegido el 27 de marzo de 2008, tomó posesión de la silla "m" el 19 de abril de 2009 con el discurso titulado Ficción de verdad, que fue respondido en nombre de la corporación por el también académico Luis Mateo Díez. Es censor de la Junta de Gobierno y, anteriormente, vicesecretario de la RAE y tesorero de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

José María Merino es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, fue director del Centro de las Letras Españolas del Ministerio de Cultura y colaborador en proyectos educativos de la UNESCO para Hispanoamérica. Es patrono de la Fundación Alexander Pushkin y patrono de honor de la Fundación de la Lengua Española, embajador de Hans Christian Andersen (Ministerio de Cultura de Dinamarca) y fue presidente honorífico de la Fundación del Libro Infantil y Juvenil «Leer León». En 2009 fue nombrado hijo adoptivo de León, en 2010 leonés del año y, en 2014, doctor honoris causa por la Universidad de León.

Su obra literaria, inicialmente dedicada a la poesía, se extendió a otros géneros, entre ellos la novela, la literatura infantil y juvenil y el ensayo. Presta especial atención al cuento, especialmente sus formas más breves, género del que es uno de nuestros significativos representantes contemporáneos. Entre sus obras poéticas pueden destacarse Sitio de Tarifa (1972), Cumpleaños lejos de casa (1973) y Mírame Medusa y otros poemas (1984). En 2006 se publicó la antología Cumpleaños lejos de casa. Poesía reunida.



José María Merino, en su toma de posesión académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 4120
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 9 de diciembre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con la académica Soledad Puértolas







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la Real Academia Española con la de la académica Soledad Puértolas, elegida el 28 de enero de 2010. Tomó posesión de su silla, la "g", el 21 de noviembre de 2010 con el discurso titulado Aliados. Los personajes secundarios del «Quijote», al que respondió en nombre de la Academia, José María Merino.

La escritora Soledad Puértolas Villanueva nació en Zaragoza, Aragón, el 3 de febrero de 1947. Es licenciada en Periodismo y máster en Lengua Española y Portuguesa por la Universidad de California. Ha sido asesora del Ministerio de Cultura y coordinadora del Área de Lengua Castellana para la difusión del español en el mundo (1982-1985). Ha formado parte de los patronatos de la Biblioteca Nacional y del Instituto Cervantes (2006-2012) y ha pertenecido al Consejo de Administración de esta última entidad (2009-2012).

Ha sido galardonada, entre otros, con el Premio Sésamo por su primera novela, El bandido doblemente armado (1979); el Premio Planeta por Queda la noche (1989); el Premio Anagrama de Ensayo por La vida oculta (1993), y el Premio NH al mejor libro de relatos por Adiós a las novias (2001). Este mismo año recibió el Premio Glauka como reconocimiento a su trayectoria en el campo cultural. Por el conjunto de su obra, traducida a varios idiomas y que abarca el campo de la novela, el relato y el ensayo, recibió el Premio de las Letras Aragonesas (2004), el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid (2008) y la Medalla de Oro de Zaragoza (2012).

Sus obras más recientes son Historia de un abrigo (2005), Compañeras de viaje (2010), Mi amor en vano (2012), El fin (2015 y Chicos y chicas (2016). En 2012 publicó una versión modernizada del clásico la Celestina. Anagrama editó en 2011 el primer volumen de sus Obras escogidas.




Soledad Puértolas, en su toma de posesión académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 4084
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 25 de noviembre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con la académica Inés Fernández-Ordoñez







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la Real Academia Española con la de la académica Inés Fernández-OrdóñezInés Fernández-Ordóñez. Elegida el 18 de diciembre de 2008, tomó posesión de su silla, la "P", el 13 de febrero de 2011 con el discurso titulado La lengua de Castilla y la formación del español, al que respondió, en nombre de la corporación, José Antonio Pascual.

Doctora en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid, Inés Fernández-Ordóñez (Madrid, 1961) es catedrática de Lengua Española de esta misma universidad. Es especialista en dialectología actual e histórica del español y se interesa sobre todo por la variación gramatical. Trabaja desde 1990 en la formación del Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER), el cual dirige. Sus investigaciones se centran también en la edición crítica de textos medievales y en el estudio de los textos históricos y cronísticos de la Edad Media peninsular, sobre todo los producidos bajo el patronazgo de Alfonso X el Sabio: la Estoria de España y la General estoria, ambas escritas en torno a 1270-84. Es autora de una extensa bibliografía relacionada con estos temas, sobre los que ha disertado como profesora invitada en distintas universidades españolas y extranjeras.




Inés Fernández-Ordoñez, en su toma de posesión académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 4043
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

martes, 14 de noviembre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico Pedro Álvarez de Miranda







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la Real Academia Española con la del académico Pedro Álvarez de MirandaElegido el 22 de abril de 2010, tomó posesión de la silla "Q" de la Real Academia el 5 de junio de 2011 con el discurso titulado En doscientas sesenta y tres ocasiones como esta, que fue contestado en nombre de la corporación, por el académico Manuel Seco.

Bibliotecario de la Junta de Gobierno de la RAE desde el 8 de enero de 2015. Ha sido académico director de la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española. Desde marzo de 2015 es director ejecutivo de la Escuela de Lexicografía Hispánica.

El filólogo Pedro Álvarez de Miranda nació en Roma en 1953, y es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en lexicografía y lexicología y autor de numerosos estudios sobre el siglo xviii español. Fue discípulo de Rafael Lapesa y de Manuel Seco.




Pedro Álvarez de Miranda, en su toma de posesión académica


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt





Entrada núm. 4010
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 1 de noviembre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico Juan Gil







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la Real Academia Española con la del académico Juan Gil, nacido en Madrid, en 1939. Elegido el 5 de mayo de 2011, tomó posesión de su sillón académico, el señalado con la letra "e", el 30 de octubre de 2011 con el discurso titulado El burlador y sus estragos, al que respondió en nombre de la Academia, Francisco Rodríguez Adrados.

Juan Gil Fernández, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla (1971-2006), obtuvo su licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y realizó su doctorado —por el que recibió el Premio Luigi Jacopini— en la Facoltà di Lettere de Bolonia. Fue catedrático del Instituto Beatriz Galindo de Madrid, profesor agregado de Filología Latina de la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de esa misma especialidad en la Universidad de Sevilla. En 2015 fue elegido vicesecretario de la Junta de Gobierno de la RAE. 




Juan Gil, en su toma de posesión académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3971
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)