viernes, 21 de julio de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy viernes, 21 de julio de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Gallego y Rey y Ricardo en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[A vuelapluma] Interpretaciones sobre la República





Los años convulsos que van desde 1931 hasta 1936 se han convertido en una lucha partidista de interpretaciones, escribe en El País Javier Moreno Luzón, catedrático de Historia en la Universidad Complutense de Madrid.

La convulsa Segunda República española, entre abril de 1931 y julio de 1936, se ha convertido en uno de esos asuntos históricos enfangados en continuas batallas políticas y culturales, comienza diciendo. Parte de un pasado que no termina de pasar, refleja las preocupaciones de los sucesivos bandos en conflicto y sella sus identidades partisanas. Lo cual afecta, de manera inevitable y no siempre positiva, a los historiadores. Como se ha señalado a propósito de la revolución soviética de 1917, cuéntame qué opinas de la República y te diré quién eres.

En ese breve periodo democrático se dan cita algunos elementos clave en cualquier interpretación acerca de la España contemporánea. Antecedente inmediato de la Guerra Civil y de la dictadura de Franco, a él se acercan quienes intentan dilucidar por qué aquí no cuajó la democracia y a qué fuerzas hay que atribuir la responsabilidad en la tragedia. Naturalmente, las izquierdas y las derechas acusan a los predecesores de sus contrarias y absuelven a los propios. Una pugna histórico-política que se ha enconado en las últimas décadas y ha enrarecido el clima historiográfico hasta extremos antes inimaginables.

Para empezar, bajo la bota franquista se permitían pocas dudas: la República no era más que la culminación de una historia desgraciada, la del liberalismo español, que había traicionado las esencias nacionales y se había entregado a revolucionarios y separatistas, lo cual justificaba el levantamiento militar de 1936. En aquellos tiempos grises, los escasos historiadores que se ocupaban de la época y no se dedicaban a la propaganda vivían fuera del país. Entre ellos figuraban defensores de los republicanos y socialistas que habían diseñado el programa —educativo, social y agrario, civilista, secularizador— de 1931, pero también observadores moderados que guardaban las distancias.

Conforme se abrió paso la democracia en los setenta, el panorama cambió de forma substancial, pues desde entonces proliferaron las publicaciones y los coloquios, los cursos y los programas de radio y televisión, mientras el ambiente político animaba a no repetir los errores pretéritos y pasar página. Aquel florecimiento historiográfico, que con altibajos duró más de dos decenios, no sólo multiplicó las contribuciones, sino que puso asimismo a los académicos autóctonos al mismo nivel que los hispanistas. Se asentaron enfoques que aconsejaban contemplar la etapa en toda su complejidad y no tener a la República por un mero plano inclinado hacia la contienda. Y, cosa notable, fue posible el diálogo entre gentes de ideologías distintas, que no confundían su proximidad a una u otra tendencia con la fe ciega en sus bondades.

Sin embargo, a finales de los noventa, cuando la historia se transformó de nuevo en arena de combate político, ese entendimiento se vino abajo. Abrieron fuego pseudohistoriadores que recuperaron viejas tesis de regusto franquista: las izquierdas tuvieron la culpa de todo y la guerra comenzó no en 1936, sino en 1934, cuando se sublevaron contra un Gobierno en el que entraban los católicos. La democracia no era tal y Franco salvó a España del comunismo. Lo burdo de sus argumentos, acorde con sus métodos de investigación, no impidió que vendieran muchos libros y llenasen grandes espacios mediáticos. El público de derechas seguía ahí, dispuesto a comprar, con ropajes diferentes, las diatribas ya conocidas.

Por otro lado, los movimientos para la recuperación de la memoria histórica reivindicaron la herencia republicana, la de los perdedores de la guerra, demandaron reparaciones y proyectaron hacia atrás una visión idealizada de la República. Más que comprender qué había ocurrido, se trataba de enarbolar emblemas progresistas, lo mismo que en las manifestaciones contra los Gobiernos del Partido Popular ondeaban por miles las banderas tricolores. Según estas versiones, los partidos y sindicatos de izquierda se habían comportado como demócratas irreprochables y merecían más y mejores homenajes. Como si republicanos, socialistas, nacionalistas, anarquistas y comunistas hubieran remado siempre juntos y en la misma dirección.

Las posturas se radicalizaron cuando, ya entrado nuestro siglo, el Gabinete socialista, decidido a integrar el legado republicano en la España constitucional, impulsó una ley de reparaciones que, aunque prudente, desató una intensa pugna. Nada la ejemplificó mejor que la batalla simbólica de esquelas en la prensa, en la que cada cual recordaba a sus muertos. Y así estamos. Los conservadores repiten, día sí y día también, que hay que mantener cerradas las heridas, al tiempo que incumplen la ley y contraponen la Transición modélica al caos republicano. Por su parte, las nuevas izquierdas elogian al pueblo de 1931 y al que frenó al fascismo en 1936. La súbita crisis de la Monarquía les hizo soñar con una Tercera República, espejo de la Segunda, pero su despertar no ha borrado las trincheras cavadas en torno a las respectivas legitimidades.

Entre tanto, la historiografía se ha enriquecido con un sinfín de artículos, libros y congresos, impulsada a menudo por profesionales españoles que se mueven con soltura en las universidades europeas. Se han refrescado temas clásicos, como las biografías, las elecciones o las reformas; y también se atiende a otros actores, desde las mujeres hasta los guardias civiles, al tiempo que la historia cultural ilumina los discursos, las movilizaciones o la violencia política. Los estudios locales ya no son localistas, sino que emplean el microscopio para desentrañar fenómenos de largo alcance.

No obstante, concluye diciendo, los especialistas en la República tienden hoy a alinearse en facciones enfrentadas a cara de perro. Poco queda de los foros donde un general vencedor podía conversar con un antiguo exiliado. Ahora lo habitual es descalificar a quienes sostienen otras posiciones, porque se supone que su militancia progresista les impide ver la realidad o porque cualquier melladura en los mitos republicanos se juzga como un retorno a las ideas del franquismo. No basta con discutir las opiniones de los otros, sino que además hay que tacharles de deshonestos. Abundan los albaceas de personajes y causas del pasado, mientras algunos medios instrumentalizan las investigaciones universitarias para alimentar la controversia. Hasta ha entrado en escena, con un toque surrealista, la Fundación Francisco Franco. La política maniquea pervierte el conocimiento de la historia, y este, como la calidad de nuestros debates, sale perdiendo.



Un grupo de españolas votando en las elecciones de 1933



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[Píldoras literarias] Hoy, con "Otro dinosaurio", de Eduardo Berti





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Otro dinosaurio, de Eduardo Berti (1964) escritor y periodista argentino, hijo de rumanos emigrados a Argentina durante la Segunda Guerra Mundial. Editor de la sección Cultura del diario Página, en 1994 publicó su primer libro su primer libro de ficción, Los pájaros, muy elogiado por la crítica. A este libro le siguieron dos novelas: Agua y La mujer de Wakefield, ambas traducidas al francés y a otros idiomas. En 1998 marcha a París (Francia), donde trabaja como periodista cultural, animó diversos talleres literarios en francés y español y siguió escribiendo. Publicó en 2002 el libro de microficción La vida imposible y en 2004 la novela Todos los Funes, votada entre los libros del año en el Times Literary Supplement y finalista del Premio Herralde. En 2009 se instala en Madrid (España), donde trabaja como traductor, guionista de cine y televisión y se encarga de antologías para diversas editoriales españolas y argentinas. Su relato tiene diecisiete palabras y fue publicado en La otra mirada, de David Lagmanovich.



OTRO DINOSAURIO
por 
Eduardo Berti


Cuando el dinosaurio despertó, 
los dioses todavía estaban allí, 
inventando a la carrera el resto del mundo.





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jueves, 20 de julio de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy jueves, 20 de julio de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Gallego y Rey y Ricardo en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.





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[A vuelapluma] El valor de la moderación





La solución al desafío catalán solo se alcanzará mediante la razón, la política y la duda. Y si de algo carecen los independentistas es de dudas. Tratar con gente que siempre va cargada de certeza resulta muy problemático, decía en un reciente discurso el presidente de la Comunidad Autónoma de Asturias y expresidente de la Gestora que ha llevado las riendas del Partido Socialista español hasta la elección de Pedro Sánchez como secretario general, Javier Fernández.

La comunicación sólo es posible mediante el lenguaje. Por eso es tan importante que los políticos hablemos un lenguaje que la gente pueda entender. Para que a partir de la comprensión de lo que queremos decir, la gente decida y entonces apruebe o repruebe, elija o reelija. De ahí que cuando el lenguaje político se desviste de matices para reducirse a clichés, estereotipos y consignas, la esencia misma de la política se desvanece.

Con la inestimable ayuda de la red, donde las mentiras más pesadas se balancean con plena seguridad, como los elefantes en la tela de araña de la canción infantil, hay discursos hoy en día que se abren paso pese a su falta de verosimilitud.

Imagínense la muela de un molino, a vueltas ruidosas sobre el eje. Eso ocurre con algunos discursos de apariencia muy potente, pero incapaces de acercarse al otro. Los clichés son palabras que giran sobre sí mismas, inservibles para el diálogo. En nuestro país, el debate está monopolizado por el eje izquierda-derecha tanto en lo económico, lo social, lo cultural y lo moral como en lo territorial. Y tal es el dominio de ese monopolio que quienes han querido introducir planteamientos más transversales —por ejemplo, en términos de vieja y nueva política, arriba y abajo, o ciudadanía y élites— han abandonado esa pretensión para ubicarse definitivamente en la izquierda de la izquierda. Después de tanto amago, la posición en el eje izquierda-derecha sigue siendo la brújula más socorrida para orientarse políticamente.

¿Por qué es tan importante la moderación? Ser moderado es saber que la política es un aprendizaje de la decepción, porque está incapacitado para ella quien no haya aprendido a dar por bueno lo que no le satisface plenamente. No puede ser moderado ni el político de las reivindicaciones absolutas, ni el que piense que su interés se formula contra otros, ni el de la insobornable intransigencia moral.

No se trata de hacer política a golpe de consenso universal. Ser moderado no consiste en negar el conflicto; de hecho, la política es inevitable justamente porque el conflicto también lo es. La firmeza y la moderación no son enemigas; tampoco la discrepancia y la moderación son incompatibles. Pero la moderación se lleva mal con las categorías absolutas, con el fanatismo, el sectarismo, la confianza en la posesión de la única verdad.

Ser moderado consiste en no interpretar la política como un combate, en no achicarla a un antagonismo que opone un nosotros virtuoso frente a un ellos vicioso. Consiste en desterrar del lenguaje político el tono camorrista, el matonismo, en renunciar a la descalificación ética del adversario al que se describe como un “intocable”. Azaña decía que “el carácter español transforma los problemas en tormentas de pasión” y añadía que ese carácter agregaba “una violencia peculiar a todas las facetas de la vida”.

No me gusta rendirme al tópico, a esa visión exaltada y romántica del carácter español, tan frecuentada en los últimos siglos por los propagandistas de nuestra leyenda negra, tan añorada por el casticismo trabucaire. Pero ochenta años después no puedo más que dar la razón a Azaña. No se trata de que a media España le sobre la otra mitad, sino que la dialéctica amigo-enemigo parece convertirse de nuevo en el eje capital de una idea de la política en la que lo que importa es ser uno de los nuestros. Para ser justos con Azaña, la devastación de las formas alcanza un nivel inédito. Hoy ni siquiera se injuria con buen gusto, quizás porque el insulto parlamentario, uno de los géneros más exigentes, requiere dosis de tacto y refinamiento intelectual de los que carece la actual clase política.

Esa aspereza de nuestra vida pública dificulta el diálogo en la medida en la que la negociación y el acuerdo precisan de un aprendizaje que sólo es posible a partir de una disposición psicológica cada vez más infrecuente. En un país en el que el eje izquierda-derecha lo succiona todo, la política se convierte en un limbo en el que se juega con las necesidades, las emociones, las frustraciones de la gente y las reputaciones de los políticos. La política se sitúa bajo la argumentación emocional sin poder ser replicada con lo que Hayek llamaba “la fatal arrogancia del exceso de razón”.

Un tiempo en el que a los mejores les falta convicción y a los peores les sobra apasionamiento es, en efecto, el tiempo de una democracia sentimental, donde se imponen quienes confunden las realidades sociales con las redes sociales y en la que las apelaciones a la razón, antes entronizada, se desmigan al chocar con el muro de la ciberpolítica.

La política se transforma también en un lugar donde impera la sentencia disyuntiva: “me gusta”, “no me gusta” que suprime de un golpe toda posibilidad de discusión, todo atisbo de duda. Y dudar es muy importante. Créanme, yo siempre tengo dudas. Sé que los doctrinarios tienen el privilegio de no verse afectados por las perplejidades y la inseguridad que asaltan al resto de los mortales, pero para conciliar posiciones, para pactar, para negociar, hay que tener muchas dudas y, eso sí, unas pocas certezas. En la política española ocurre al revés. Los populistas no dudan. Eso sí, cambian, mutan, fluyen. Se contradicen a diario sin que nadie les pida cuentas, porque la solidez nunca les ha importado. El populismo ya era líquido antes de Zygmunt Bauman.

Los nacionalistas tampoco dudan. Ahí siguen con sus naciones, sus soberanías, sus referendos y demás entelequias, ese lenguaje mítico con el que preparan las tisanas que nos marean con sus vapores. Andan también en búsqueda de una emoción, la expectativa colectiva ante una supuesta parusía que inaugurará un mundo nuevo. Dicen que al independentismo no se le puede replicar sólo con la ley porque es un sentimiento, el sentir propio de quienes se consideran nación. Yo respondo que ya lo sé, y que mi preocupación es que no se conteste al sentimiento con el sentimiento, porque los choques emocionales tienen muy mal remedio. No sé cuál será el punto exacto de la solución, pero estoy convencido de que sólo se alcanzará mediante la razón, la política y la duda. Y si de algo carecen los independentistas es de dudas. Tratar con gente que siempre va cargada de certeza resulta muy problemático.

Creo en la duda y en la palabra, y las reivindico como requisitos para el diálogo y la acción política, terminaba afirmando. Las reclamo ante la tensión independentista, ante la falta de consensos básicos como el que es necesario para ordenar la educación, ante la reforma de la Constitución, ante todos los grandes problemas que no pueden despacharse con el encastillamiento de quien se supone dueño de la única razón.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País




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miércoles, 19 de julio de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy miércoles, 19 de julio de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Gallego y Rey e Idígoras y Pachi en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.





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[A vuelapluma] El Libro Blanco sobre el futuro de Europa. Reflexiones y escenarios para la UE de los 27.





El Libro Blanco presentado por la Comisión Europea el 1 de marzo pasado expone posibles vías para el futuro de Europa. Hacemos frente a un gran número de retos, desde la globalización o el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad y el empleo, a los problemas de seguridad y el auge del populismo. De ahí que debamos evitar por todos los medios sentirnos abrumados y tratar, más bien, de aprovechar las oportunidades que estas tendencias presentan. Este es el motivo por el que el Libro Blanco expone cinco escenarios para la evolución de la Unión, en función de las opciones por las que nos decantemos.

El Libro Blanco marca el inicio, y no el final, de este debate. El primer paso fue la Cumbre de Roma del 25 de marzo. Allí, los dirigentes de la Unión Europea se reunieron para celebrar el 60.º aniversario de los Tratados de Roma, reflexionar sobre los logros pasados y debatir cómo puede y debe ser nuestro futuro común. A partir de entonces se ha seguido trabajando en serio con el fin de contar con un plan, una visión y un camino a seguir que poder presentar a los ciudadanos cuando se celebren las elecciones al Parlamento Europeo en junio de 2019. Todos deberíamos interiorizar lo siguiente: el futuro de Europa está en nuestras propias manos.

Les invito a leer el Libro Blanco y enviar sus comentarios a la Comisión Europea desde el enlace anterior. Nos jugamos nuestro futuro.



Comisión Europea, Bruselas



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[Especial] Liu Xiaobo: In memoriam. No tengo enemigos, no conozco el odio



Activistas Pro Derechos Humanos recuerdan a Liu Xiaobo


Liu Xiaobo (1955-2017) fue un intelectual chino, crítico literario, escritor y activista en pro de los Derechos Humanos y las reformas en la República Popular China y del Centro Independendiente Chino desde 2003. Laureado con el Premio Nobel de la Paz, fue acusado de hacer campaña para derrocar el comunismo en su país. Detenido en 2008 por firmar una carta de protesta a las autoridades chinas, fue arrestado de nuevo en junio de 2009 acusado de incitar a la subversión contra el poder del Estado. El 25 de diciembre de ese mismo año fue condenado a once años de cárcel. El pasado 13 de julio moría en prisión en circunstancias no aclaradas por el gobierno chino. 

El 23 de diciembre de 2009, ante la corte que le juzgaba, leyó una declaración que la actriz sueca Liv Ullman volvió a pronunciar en su nombre en la ceremonia de entrega de los Premios Nobel 2010. No tengo enemigos, no conozco el odio (RBA, 2011) es también el título del libro que reúne los ensayos y poemas que escribió Xiaobo a lo largo de dos décadas. Les dejo con el alegato que Liu Xiabo pronunció el 25 de diciembre de 2009 ante el tribunal que le condenó. Dice así:

"El punto de inflexión en mi vida, que comenzó hace más de medio siglo, ocurrió en junio de 1989. Hasta ese momento, yo era miembro de la clase del ’77, el primer curso en ingresar a la universidad después de que los exámenes de ingreso universitarios fueron reintegrados tras la Revolución Cultural. De la licenciatura al máster y, luego el doctorado, mi carrera académica avanzaba viento en popa. Cuando recibí mis títulos, me quedé a dar clases en la Universidad Normal de Pekín. Como profesor, fui muy bien recibido por los alumnos. Al mismo tiempo, yo era un intelectual público, escribía artículos y libros que generaron revuelo durante la década de 1980, con frecuencia recibí invitaciones para dar charlas por todo el país, y en el extranjero fui invitado como profesor visitante en Europa y Estados Unidos. Lo que siempre me exigí a mí mismo fue que, como persona o como escritor, llevaría siempre una vida de honestidad, responsabilidad y dignidad. Después de esto, regresé de Estados Unidos para participar en el movimiento de 1989. Y por ese gesto fui enviado a prisión por “el delito de propaganda contrarrevolucionaria e incitación”. Así perdí también a mi amado atril y ya no pude publicar ensayos o dar charlas en China. Simplemente por publicar puntos de vista políticos distintos y participar en un movimiento democrático pacífico, un maestro perdió su atril, un escritor perdió su derecho a publicar y un intelectual público perdió la oportunidad de dar charlas en público. Esto es una tragedia, tanto para mí personalmente como para China, que ya ha visto treinta años de reforma y apertura.

Cuando pienso en ello, mis experiencias más dramáticas luego del 4 de junio están asociadas, sorprendentemente, a los tribunales: Mis dos oportunidades para dirigirme al público han sido proporcionadas por audiencias judiciales en el Tribunal Municipal Popular Intermedio de Pekín, la primera vez en enero de 1991, y nuevamente hoy. A pesar de que los crímenes de los que me han acusado en las dos ocasiones tienen diferente nombre, su sustancia verdadera es básicamente la misma: son crímenes contra la palabra.

Veinte años han pasado, pero los fantasmas del 4 de junio aún no descansan. Luego de mi liberación de la prisión de Qincheng en 1991, yo, que había sido llevado al camino de la disidencia política por las cadenas psicológicas del 4 de junio, perdí también el derecho a hablar en público en mi propio país y solo podía hablar a través de los medios de comunicación extranjeros. Debido a esto, fui sometido a un seguimiento permanente, mantenido bajo vigilancia domiciliaria (de mayo de 1995 a enero de 1996) y fui enviado al programa de reeducación a través del trabajo (de octubre de 1996 a octubre de 1999). Y ahora otra vez he sido empujado al banquillo de los acusados por un régimen con mentalidad de enemigos. Pero todavía quiero decirle a este régimen, que me priva de mi libertad, que me atengo a las convicciones que expresé hace 20 años en mi Declaración de huelga de hambre del 2 de junio: No tengo enemigos, no conozco el odio. Ninguno de los policías que me vigiló, me arrestó y me interrogó, ninguno de los fiscales que me acusó, y ninguno de los jueces que me juzgaron son mis enemigos. Aunque no hay manera de que pueda aceptar su vigilancia, detenciones, procesamientos y sentencias, yo respeto sus profesiones y su integridad, incluidos los dos fiscales, Zhang Rongge y Pan Xueqing, que ahora presentan los cargos en mi contra. Durante el interrogatorio del 3 de diciembre, pude sentir su respeto y su buena fe.

El odio puede erosionar la inteligencia de una persona y su conciencia. La mentalidad de enemigos va a envenenar el espíritu de una nación, incitar crueles luchas, destruir la tolerancia de la sociedad y la humanidad, y obstaculizar el progreso de una nación hacia la libertad y la democracia. Es por eso que espero ser capaz de trascender mis experiencias personales mientras analizo el desarrollo de nuestra nación y el cambio social; espero poder hacer frente a la hostilidad del régimen con mayor buena voluntad; y espero poder disipar el odio con el amor.

Todo el mundo sabe que fue la reforma y apertura que provocó el desarrollo de nuestro país y el cambio social. A mi juicio, la reforma y apertura comenzó con el abandono del “principio rector de la lucha de clases” que tenía la política pública desde la época de Mao, y con la instauración de un compromiso con el desarrollo económico y la armonía social. El proceso de abandono de la “filosofía de lucha”, fue también un proceso gradual de debilitamiento de la mentalidad de enemigos y la eliminación de la psicología del odio, y un proceso de extraer la “leche de lobo” que se había filtrado en la naturaleza humana. [Los escritores en China suelen referirse al adoctrinamiento de la ideología de lucha de clases como “beber leche de lobo”, y a la ideología de la época de la Revolución Cultural como la “cultura de la leche de lobo”, porque habían convertido a los seres humanos en bestias depredadoras como el lobo]. Fue este proceso el que proporcionó un clima de tranquilidad, en casa y en el extranjero, para la reforma y la apertura, con un gentil y muy humano terreno para la restauración de afectos mutuos entre las personas y la convivencia pacífica entre personas de diferentes intereses y valores, lo que estimula a la humanidad para que brote la creatividad y la restauración de la compasión entre nuestros compatriotas. Se podría decir que renunciar a la postura “antiimperialista y antirrevisionista” en las relaciones exteriores y el abandono en el ámbito doméstico de la “lucha de clases” ha sido la premisa básica que ha permitido que la reforma y la apertura continúen hasta este mismo día.

La tendencia del mercado en la economía, la diversificación de la cultura y el cambio gradual en el orden social hacia el Estado de derecho se han beneficiado del debilitamiento de la “mentalidad de enemigos”. Incluso en la arena política, donde el progreso es más lento, el debilitamiento de la mentalidad de enemigos ha llevado a una creciente tolerancia del pluralismo social por parte del régimen y a una sustancial disminución de la persecución de los disidentes políticos. La designación oficial del Movimiento de 1989 también ha cambiado de “caos y alborotos” por “disturbios políticos”. El debilitamiento de la mentalidad de enemigos ha allanado el camino para que el régimen acepte gradualmente la universalidad de los derechos humanos. En [1997 y] 1998, el Gobierno chino se comprometió a firmar los dos principales tratados internacionales de derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas, lo que indica la aceptación de China de los estándares universales de derechos humanos. En 2004, la Asamblea Nacional Popular (ANP) modificó la Constitución, estableciendo por primera vez que “el Estado respeta y garantiza los derechos humanos” y declarando que los derechos humanos se han convertido en uno de los principios fundamentales del Estado de derecho en China. Al mismo tiempo, el actual régimen jurídico propugna las ideas de “poner a la gente primero” y “crear una sociedad armoniosa”, señalando así un progreso en el concepto de derecho de la ANP. También he sido capaz de sentir este progreso a nivel macro a través de mi propia experiencia personal, desde mi arresto.

Aunque sigo manteniendo que soy inocente y que las acusaciones en mi contra son inconstitucionales, ha pasado más de un año desde que perdí mi libertad. Durante este tiempo me han encerrado en dos lugares diferentes, he sido sometido a cuatro interrogatorios de la policía, a tres de los fiscales, y a dos judiciales. Sin embargo, en el manejo de mi caso no me han faltado al respeto, no se han saltado los plazos, ni han intentado extraerme una confesión con violencia. Su estilo ha sido moderado y razonable, y a menudo han mostrado buena voluntad. El 23 de junio, fui trasladado de una residencia bajo vigilancia domiciliaria al Centro de Detención Nº 1 del Buró de Seguridad Pública Municipal de Pekín, conocido como Beikan. Durante mis seis meses en Beikan he visto mejoras en la gestión penitenciaria.

En 1996, pasé tiempo en el viejo Beikan (ubicado en Banbuqiao). En comparación con el antiguo Beikan de hace más de diez años, el actual Beikan presenta una gran mejora, tanto en su hardware (las instalaciones) como en su software (la gestión). En particular, la gestión humana promovida en el nuevo Beikan, basada en el respeto de los derechos y la integridad de los detenidos, ha llevado a una gestión flexible que influye en todos los aspectos de la conducta de los funcionarios de prisiones, y ha encontrado expresión en las “transmisiones televisivas reconfortantes”, la “revista de arrepentimiento”, y la música antes de las comidas, al despertar y antes de dormir. Este estilo de gestión permite a los detenidos experimentar un sentido de dignidad y calidez, y despierta su conciencia hacia el mantenimiento del orden en la prisión y hacia la oposición a los matones existentes entre los reclusos. No solo ha proporcionado un entorno de vida humana a los detenidos, sino que también ha mejorado el contexto de sus procesos judiciales respectivos y su estado de ánimo. He tenido contacto cercano con el funcionario del correccional Liu Zheng, quien ha estado a cargo de mi celda, y su respeto y cuidado hacia los detenidos podía verse en cada detalle de su trabajo, en cada una de sus palabras y acciones, que transmiten una sensación de calidez. Tal vez fue la buena fortuna que me permitió conocer a este sincero, honesto, concienzudo, y amable funcionario de prisiones, durante mi tiempo en Beikan.

Es precisamente a causa de tales convicciones y mi experiencia personal que creo firmemente que el progreso político de China no va a detenerse, y yo, lleno de optimismo, espero la llegada de una futura China libre. Porque no hay fuerza que pueda poner fin a la búsqueda humana de la libertad, y China al final se convertirá en una nación regida por la ley, donde reinan los derechos humanos. También espero que este tipo de progreso se pueda reflejar en este juicio mientras espero la decisión imparcial del tribunal, una decisión que resista la prueba de la historia.

Si se me permite decirlo, la experiencia más afortunada de estos últimos veinte años ha sido el amor desinteresado que he recibido de mi esposa, Liu Xia. Ella no ha podido estar hoy presente en la corte, pero todavía quiero decirte, querida mía, que creo firmemente en que tu amor por mí seguirá siendo el mismo que ha sido siempre. A lo largo de todos estos años que he vivido sin libertad, nuestro amor se ha llenado de amargura impuesta por circunstancias externas, pero cuando saboreo su recuerdo, sigue siendo infinito. Estoy cumpliendo mi condena en una prisión tangible, mientras tú esperas en la intangible cárcel del corazón. Tu amor es la luz del sol que salta por encima de estas altas paredes y penetra entre los barrotes de la ventana de mi celda, acariciando cada centímetro de mi piel, dando calor a cada célula de mi cuerpo, permitiéndome mantener siempre la paz, la apertura y la alegría en mi corazón, y llenando de significado cada minuto de mi tiempo en la cárcel. Mi amor por ti, por su parte, está tan lleno de remordimiento y pesar que a veces me hace tambalear bajo su peso. Soy una piedra insensata en el desierto, azotada por fuertes vientos y lluvias torrenciales, tan fría que nadie se atreve a tocarme. Pero mi amor es sólido y fuerte, capaz de perforar cualquier obstáculo. Incluso si me aplastaran hasta convertirme en polvo, usaría mis cenizas para abrazarte.

Querida mía, con tu amor puedo enfrentar mi juicio inminente con calma, sin remordimientos de las decisiones que he tomado y esperando el mañana con optimismo. Espero [el día] en que mi país sea una tierra con libertad de expresión, donde las expresiones de cada ciudadano sean tratadas con el mismo respeto, donde los diferentes valores, ideas, creencias y posiciones políticas […] puedan competir entre sí y coexistir pacíficamente; donde las opiniones de la mayoría y la minoría sean garantizadas por igual, y, en particular, donde las opiniones políticas que difieren de las que estén en el poder, sean plenamente respetadas y protegidas; donde todos los puntos de vista políticos se extiendan bajo el sol para que las personas elijan; donde cada ciudadano pueda afirmar, sin temor, sus opiniones políticas; y donde nadie pueda, bajo ninguna circunstancia, sufrir persecución política por expresar opiniones políticas divergentes. Espero ser la última víctima de la interminable inquisición literaria de China y que de ahora en adelante nadie sea incriminado por hablar.

La libertad de expresión es el fundamento de los derechos humanos, el origen de la humanidad, y la madre de la verdad. Estrangular la libertad de expresión significa pisotear los derechos humanos, reprimir la humanidad, y suprimir la verdad.

Con el ejercicio del derecho a la libertad de expresión que le confiere la Constitución, uno debería cumplir con la responsabilidad social de todo ciudadano chino. No hay nada delictivo en todo lo que he hecho. [Sin embargo], si se formulan cargos en mi contra por esto, no tengo ninguna queja. Gracias a todos".





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3650
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)