sábado, 12 de julio de 2014

El poeta Rafael Alberti y el tema de España en la poesía española contemporánea (XIV)




Iglesia Mayor de El Puerto de Santa María (Cádiz, Andalucía) 



Parece como si una buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas estuviésemos un tanto como perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Quizá convendría buscar un punto de encuentro y despolitizar la cuestión un poco reivindicando para todos el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna, sin remordimientos, sin amarguras de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, de izquierdas y de derechas, pero españoles todos, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy traigo hasta el blog al poeta Rafael Alberti (1902-1999). Nace en El Puerto de Santa María (Cádiz, Andalucía) en el seno de una familia de origen italiano dedicada al comercio de vinos. En 1917 se traslada a Madrid con su familia donde destaca como pintor vanguardista. En 1920 comienza a escribir sus primeros versos. En la Residencia de Estudiantes de Madrid coincide con la mayor parte de los poetas que van a formar parte de la denominada Generación del 27, la Edad de Plata de la literatura española. Tras una profunda crisis religiosa se afilia al partido comunista . En 1930 se casa con la poetisa y escritora María Teresa León. Durante la guerra civil forma parte de la Alianza de Intelecturales Antifascistas, exiliándose con su esposa, al final de la misma, primero a Francia, y más tarde a Argentina, Chile, y finalmente a Italia. En 1983 obtiene el Premio Cervantes. Muere en 1999 en su casa del Puerto de Santa María. Les dejo con su poema: "Retorno de una sombra maldita":

¿Será difícil, madre, volver a ti? Feroces
somos tus hijos. Sabes
que no te merecemos quizás, que hoy una sombra 
maldita nos desune, nos separa
de tu agobiado corazón, cayendo
atroz, dura, mortal, sobre tus telas,
como un oscuro hachazo.
No, no tenemos manos ¿verdad?, no las tenemos,
que no lo son, ay, ay, porque son garras,
zarpas siempre dispuestas
a romper esas fuentes que coagulan
para ti sola en llanto.
No son dientes tampoco, que son puntas,
fieras crestas limadas incapaces
de comprender tus labios y mejillas-
Han pasado desgracias,
han sucedido, madre, verdaderas
noches sin ojos, albas que no abrían
sino para cegarse en ciega muerte.
Cosas que no acontecen,
que alguien pensó más lejos,
más allá de las lívidas fronteras del espanto,
madre, han acontecido.
Y todavía por si acaso hubieras,
por si tal vez hubieras soñado en un momento
que en el olvido puede calmar el mar sus olas,
un incesante acoso,
un ceñido rodeo
te aprietan hasta hacerte
subir vertida y sin final en sangre.
Júntanos, madre. Acerca
esa preciosa rama
tuya, tan escondidas, que anhelamos
asir, estrechar todos, encendiéndonos
en ella como un único
fruto de sabor dulce, igual. Que en ese día,
desnudos de esa amarga corteza, liberados
de hueso de hiel que nos consume,
alegres, rebosemos
tu ya tranquilo corazón sin sombra.


"Retorno de una sombra maldita"
Rafael Alberti


Y mañana, con el poeta Max Aub. Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta Rafael Alberti





Entrada núm. 2099
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

viernes, 11 de julio de 2014

El poeta Eugenio de Nora y el tema de España en la poesía española contemporánea (XIII)




Las Médulas (León, Castilla y León)



Parece como si una buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas estuviésemos un tanto como perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Quizá convendría buscar un punto de encuentro y despolitizar la cuestión un poco reivindicando para todos el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna, sin remordimientos, sin amarguras de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, de izquierdas y de derechas, pero españoles todos, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy traigo hasta el blog al poeta Eugenio García de Nora. Nacido en Zacos (León, Castilla y León) en 1923. Doctor en Filología Románica, en 1960 se traslada como profesor a la Universidad de Berna (Suiza). Antes, en 1944, funda con otros poetas la revista de poesía "Espadaña". Desde sus inicios escribió una poesía comprometida social y políticamente, al estilo de la de Gabriel Celaya y Blas de Otero, pero también sobre la condición humana y el amor, con una visión existencialista del mundo. Les dejo con su poema: "Honda es la herida":


Honda es la herida del amor al verte
en mis ojos mortales reflejada;
pero la daga más apasionada
la hunde el recuerdo, España: poseerte

es mirarte en el alma, hecha ya suerte
entrañada y total frente a la nada;
pues en ti está mi vida sustentada,
y en ti mi sangre ha de vencer la muerte.

En el recuerdo y en el pensamiento
cumpliendo voy mi vida y tu memoria.
¡Roca inmortal, límite al mar y al viento:

hecha mi sangre verbo de tu gloria,
arrástrame tu cauce violento
hasta fundir tu sino con mi historia!

"Honda es la herida", de Eugenio de Nora



Y mañana, con Rafael Alberti. Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta Eugenio de Nora



Entrada núm. 2098
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

jueves, 10 de julio de 2014

Gibraltar: Una visita "no grata" y una memez más





La Línea de la Concepción (Cádiz, Andalucía). Gibraltar, al fondo



Por enésima vez y sin que los precedentes sirvan de nada, me parecen igual de memos el Gobierno de España y la mayoría de la oposición, que en esta ocasión han actuado de consuno. Lo digo en razón del número que se ha montado en el Congreso de los Diputados por la visita al mismo, sin que nadie le hubiera invitado, del  Ministro Principal de Gibraltar, Fabían Picardo. No creo que la cosa haya sido para tanto, la verdad, aunque suene un poco a provocación por parte del "premier" gibraltareño. 

Hace casi cinco años el partido ahora gobernante, es decir, el  PP, le montó al Gobierno de España, en aquel momento en manos del PSOE, la de "Dios es Cristo" (de traición histórica lo llego a calificar) por el hecho de que un ministro del gobierno, el de Exteriores, visitara oficialmente Gibraltar, la unica colonia existente en Europa, y encima, de un Estado aliado y miembro de pleno derecho de la Unión Europea. 

Me pareció en aquel momento una estupidez y una solemne gilipollez y así lo expresé en el blog. Y curiosamente, un artículo de Josep Ramoneda del día siguiente en El País, venía a coincidir casi plenamente con lo que yo había escrito el día anterior. Casualidad o coincidencia de pareceres, me satisfizo enormente ver que no era el único en pensarlo y exponerlo públicamente. 

Viniendo de quien venía la denuncia, aquello fue un ejercicio de cinismo y desvergüenza. Algo, por cierto, a lo que el gobierno recurre un día sí y otro también. Solo que en esta ocasión han estado de acuerdo por lo menos Gobierno, PP, PSOE y UPyD. El resto de la oposición, aprovechando eso de que el Guiniguada pasa por Las Palmas, pues a lo suyo. Normal también. Para eso les pagan. 

El contencioso sobre Gibraltar no es sólo una memez, es un anacronismo histórico que debería estar resuelto hace ya mucho tiempo. Y no con la reincorporación a España (que no quieren los gibraltareños), o a la Gran Bretaña (que no quieren los británicos), sino con la independencia de Gibraltar, aceptada y promovida por España y Gran Bretaña. Cualquier cosa menos la situación actual.

San Marino, Mónaco y El Vaticano (por no meter en el mismo saco a Andorra o Liechtenstein) son "Estados" que reportan más beneficios a su entorno que a sí mismos. Un Gibraltar independiente, de fronteras abiertas, sería un formidable reclamo turístico y económico para el Campo de Gibraltar, Cádiz y toda Andalucía. Una fuente de riqueza para la zona. Y el final de muchos negocios sucios realizados al amparo de su opacidad fiscal y del contrabando.

Por una vez seamos sensatos y pensemos con el cerebro. Señoras y señores del Gobierno, ilustres miembras y miembros de la oposición: dejen de hacer ostentación de sus atributos patrióticos, métanselos dentro de los calzoncillos o bajo el tanga, y déjense de decir gilipolleces: Gibraltar nunca será español contra la voluntad de sus habitantes. ¿No sería mucho más razonable que fueran gibraltareños, y aquí paz y después gloria para todos?

Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Fabián Picardo, Ministro Principal de Gibraltar



Entrada núm. 2097
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

El poeta Juan Ramón Jiménez y el tema de España en la poesía española contemporánea (XII)




Casa natal de Juan Ramón Jiménez en Moguer (Huelva, Andalucía)



Parece como si una buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas estuviésemos un tanto como perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Quizá convendría buscar un punto de encuentro y despolitizar la cuestión un poco reivindicando para todos el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna, sin remordimientos, sin amarguras de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, de izquierdas y de derechas, pero españoles todos, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy traigo hasta el blog al poeta Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Nacido en Moguer (Huelva, Andalucía), su poesía se adscribe al denominado modernismo vanguardista. Comenzó estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla, pero los abandona en 1899 para trasladarse a Madrid donde publica sus primeros libros. Problemas económicos familiares le hacen volver a Moguer en 1905, dando lugar a su época de mayor producción literaria. En 1916 se casa con la también escritora Zenobia Camprubí, con la que traduce al español la obra de Rabandrinath Tagore. En 1936 se exilian ambos a Estados Unidos, y ambos dan clase en la Universidad de Maryland (1942) y desde 1950 en la de San Juan de Puerto Rico, ciudad en la que fallece en 1958. En 1956 obtiene el Premio Nobel de Literatura. Les dejo con su poema: "Dentro":


¡Patria y alma!
Y el alma también es como la patria,
perdidas, dentro, sus orillas dobles
en el oro infinito de lo eterno.

Una abriga a la otra
como dos madres únicas
que fueran hijas de ellas mismas,
en turno de alegrías y tristezas.

Todo y solo está en ellas;
a ellas tan solo hay que entregarlo todo,
de ellas tan solo hay que esperarlo todo,
de la cuna a la muerte.

...Ahora que el cuerpo entró en su patria,
el alma se le entra.
¡Así, bien lleno! ¡Así, todo completo!
¡Con mi alma, en mi patria! 

"Dentro", de Juan Ramón Jiménez



Y mañana, con Eugenio de Nora. Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta Juan Ramón Jiménez




Entrada núm. 2096
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

miércoles, 9 de julio de 2014

La poetisa Ángela Figuera Aymerich y el tema de España en la poesía española contemporánea (XI)




Paisaje de Vizcaya (País Vasco)



Parece que una buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas estuviésemos un tanto como perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Quizá convendría buscar un punto de encuentro y despolitizar la cuestión un poco reivindicando para todos el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna, sin remordimientos, sin amarguras de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, de izquierdas y de derechas, pero españoles todos, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy traigo hasta el blog a Ángela Figuera Aymerich (1902-1984). Nacida en Bilbao, se la encuadra dentro de la denominada "poesía desarraigada". Profesora de Instituto en Lengua y Literatura, el final de la guerra civil le priva de su plaza y título universitario. Se traslada a Madrid con su familia y allí publica su primer libro en 1948. Su poesía, en un principio muy influenciada por Antonio Machado y Juan  Ramón Jiménez por lo cotidiano y paisajístico de la misma, deriva más tarde a una poesía crítica marcada por un feminismo radical. Murió en Madrid. Les dejo con su poema: "Canto rabioso de amor a España en su belleza":


Con los ojos cerrados,
con los puños cerrados, con la boca
cerrada, España, canto tu belleza.
Y con la pluma ardiendo y con la pluma
loca de amor rabioso canto y firmo.

Belleza sobre ti y en tus entrañas
de miel y de granito, y en tu cielo,
y en tus encadenadas cordilleras
y en tus encadenados hombres, canto.

De siglo en siglo en olas y torrentes
de barro ibero, en sucesivas olas
de tierras y metales agregados,
de frutos madurados poco a poco
bajo tu fiero sol, me vienes,madre.

Me viene tu belleza tierna y dura,
tu corazón rodando enamorado
hasta embestirme, hasta llenarme toda,
hasta romperme el miedo y la corteza.

De siglo en siglo con tus ríos dulces,
puertos alegres, míticas ciudades, 
piedras labradas, torreones, claustros,
palacios, catedrales y conventos,
pueblos de tierra, cementerios míseros,
huertos, jardines, pa tios y zaguanes,
Cristos sangrientos, sonrosadas Vírgenes,
lanzas y escudos, cálices y códices;
de siglo en siglo con cincel y gubia,
con mística y ascética y pinceles,
con el arado, el yunque y el martillo,
la pluma y los telares, me has llegado.
De sueño en sueño con palmeras y agua,
con limoneros, nardos y arrayanes,
vino y almendra, música y aceite;
de mar a mar, al remo y a la vela,
con sal y caracolas, con pescados,
playas doradas, ásperos cantiles;
de tiera en tierra, con praderas húmedas,
sierras nevadas, florecidos valles,
pardas llanuras, parameras ásperas,
cierzos helados, delicadas brisas
oliendo a los tomillos de tu aliento,
de siglo en siglo me has llegado, España.

Tú me has parido y hecho y traspasado
de dicha y dolor hasta los huesos
con tu belleza que se clava y ciñe
como un silicio rojo en mi cintura
y hace subir mi sangre a borbotones
entre garganta y verso para ahogarme
de amor rabioso,de vergüenza sorda,
de amor, de amor, de amor, de amor rabioso.

Porque eres bella España y agonizas
bajo mis pies, herida en tus cimientos.
Porque te veo andando entre zarzales
por todos los caminos rezagada
con una cruz al cuello y otra al hombro,
durmiendo en las cunetas de la gloria
para soñar perdidas carabelas
con ojos anegados de ceniza.
Porque te veo escuálida y desnuda,
comiendo el pan moreno de tu vientre,
bebiéndote el gazpacho de tu sangre,
desposeída de oros y de espadas,
borracha en copas, vapuleadas en bastos,
por todos malcomprada y mal vendida,
pordioseando impúdica en la puerta
de la opulenta Catedral del Mundo.
Porque te veo presa entre cadenas,
viuda, asesina y mártir de tus hijos,
a mil años y un día condenada.

Porque eres bella, España, y te me mueres,
porque eres mía, España, y no te absuelvo
del mal de España, canto tu belleza
y fecho y firmo a corazón parado,
boca cerrada y apretados puños,
clavándome la lengua entre los dientes,
porque no quiero blasfemar tu nombre.

"Canto rabioso de amor a España en su belleza",
de Ángeles Figuera Aymerich



Y mañana, con Juan Ramón Jiménez.  Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




La poetisa Ángela Figuera Aymerich






Entrada  núm. 2095
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

martes, 8 de julio de 2014

Sobre Cataluña y España




Monasterio de Poblet (Tarragona)




Lo advierto con antelación para que nadie se llama a engaño y comience a leer esta entrada con una idea equivocada de por donde va... No estoy a favor de la secesión de Cataluña, no la apoyo. Si estoy a favor de una reforma sustancial del título VIII de la Constitución de 1978, y de su preámbulo, que declare a España como una nación de naciones y le dé una estructura federal en la que todos los ciudadanos, pueblos y naciones de España puedan sentirse cómodos y orgullosos de estar unidos. Muchos y uno, como dice el lema de los Estados Unidos de América.

Como he dicho en numerosas ocasiones con anterioridad los españoles (todos, hasta los que reniegan de serlo) tenemos propensión a mezclar churras con merinas. Por ejemplo, asimilando pueblos y naciones con partidos o gobiernos. Ni todos los israelíes son antipalestinos, ni todos los gallegos, vascos, catalanes y canarios son nacionalistas y antiespañoles.

A mi personalmente no me molestan lo más mínimo los españoles que dicen no sentirse españoles. Faltaría más que alguien estuviera obligado a "sentirse" español, canario, sueco o neozelandés. Uno "es" español, canario, sueco o neozelandés, y si no le gusta y puede, pues se cambia de nacionalidad o se va a vivir a otro lado. La nacionalidad de origen, por derecho territorial o de sangre, es algo que nos suele venir dado y no algo que podamos elegir, al menos en primera instancia.

Yo no me siento especialmente orgulloso de ser español: he nacido español por un accidente de la naturaleza, no por un designio divino. Pero tampoco me ofende, me molesta o me avergüenza. Soy español, y punto; y tampoco deseo ser otra cosa. Como todos los pueblos, los españoles, en conjunto, tenemos cosas malas, buenas y "mediopensionistas". Y lo mismo supongo, individualmente, pasa con gallegos, vascos, catalanes, madrileños, andaluces, extremeños, murcianos, canarios y demás gentes de mal vivir que conforman esto se que se llama España.

Tampoco me parece que debamos dar el mismo valor a las opiniones de un ciudadano particular que a las de un responsable político, social, económico o cultural, aunque todas sean igual de respetables o detestables según el caso.

Ahora que la rancia y casposa derecha-derecha española, clama contra Cataluña confundiendo a Cataluña con los que la gobiernan, y que defienden sus intereses, exactamente igual que lo hacen madrileños, valencianos, gallegos, vascos, andaluces o canarios, cada uno con la fuerza y la representación política que los votos les han otorgado, he recordado una de las pocas ocasiones en que me he sentido avergonzado de ser español. Y fue cuando hace unos años esa impresentable Margaret Tatcher a lo ultraliberal-carpetovetónico que es doña Esperanza Aguirre, clamó al cielo contra la posibilidad de que una empresa "extranjera", la catalana Gas Natural, se hiciera con el control de la "españolísima" Endesa,.. ¡Antes alemana que catalana!, clamaba... Y a boicotear el cava y la butifarra... En cualquier sociedad democrática normal, la habría fulminado su propio partido; pero ya se sabe, el PP no es un partido normal: es la quintaesencia de la españolidad más acrisolada. Así nos va.

Así pues, aunque Cataluña no necesite de mi concurso, un servidor de ustedes, que es antinacionalista visceral y confeso, se despide en esta ocasión con un ¡Visca Cataluña y Viva España! Y me da igual lo que me llamen. 

Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Monasterio de El Escorial (Madrid)





Entrada  núm. 2094
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

El poeta José Manuel Caballero Bonald y el tema de España en la poesía española contemporánea (X)




Caballos andaluces (Real Escuela de Arte Ecuestre, Jérez de la Frontera)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy, a José Manuel Caballero Bonald. Nace en Jerez de la Frontera, Cadiz, en 1926, de padre cubano y madre francesa de ascendencia aristocrática. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla y Naútica en la de Cádiz. Fue profesor universitario en Bogotá (Colombia) y colaboró en la formación del Instituto Lexicográfico de la Real Academia Española. En 2012 fue galardonado con el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras españolas. Les dejo con su poema: "Con tan furioso amor":


Bendita seas, España,
porque no
me has dejado
quererte, bendita
seas también 
porque te odio
con tan furioso
amor
como un hijo
a su madre,
porque te llevo
a cuestas
de mis años, igual
que el asesino
a su víctima.

(Y entonces
fui y me vine, alcé
los ojos secos
y te dejé, me vine
del otro lado
de tu vida, puse
por medio un chorro
de memoria
y tan filialmente
junto, que todas
las mañanas
me pregunto lo mismo:
¿qué hago yo aquí
sin que pueda
asediarte, quererte
a costa
de mi ira?).

LLévame
contigo, España,
dame
una piedra, un río,
un pedazo de pueblo,
un muro tinto
en lágrimas acércame
tu boca, dime
que no te olvidas
de mi odio, pónme
una cicatriz
en la mirada, déjame
repudiarte
con tanto amor
como te grito
ahora: bendita
seas porque no
me has dejado quererte.

"Con tan furioso amor", de José M. Caballero Bonald




Y mañana, con Ángela Figuera Aymerich.  Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta José Manuel Caballero Bonald





Entrada  núm. 2093
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

lunes, 7 de julio de 2014

¡Hasta los mismísimos [.......] me tienen!





Viñeta de Forges




A mis amigos (y amigas) tinerfeños, que son muchos

Lo sé, lo sé; siempre estoy con lo mismo, aunque prometo dejarlos en paz. Hasta los mismísimos [......] me tienen los políticos. Todos. Sin excepciones. Aunque como repito en cada ocasión propicia, unos más que otros. Hace unos años, y cito de memoria, la escritora y periodista Rosa María Artal escribió en su Blog animando a los españoles a que cambiáramos a los valencianos (creo que era a valencianos, pero da lo mismo, pueden ser madrileños, canarios, catalanes, andaluces, castellano-leoneses, o cualesquiera otros) por daneses y suecos (supongo que también sin ánimo excluyente) enumerando sin "animus iniurandi" las ventajas que obtendríamos con el cambio. Todos: los que se fueran y los que se quedaran.

Yo he dicho muchas veces lo mismo sobre los tinerfeños (siempre en broma), isla, por cierto, en la que tengo numerosos y buenos amigos, y sobre todo amigas. Pero también las tengo en Galicia: De allí son Ana, Luisa, Dolores y Syra, por ejemplo. No las veo hace mucho tiempo, y la verdad es que no me importaría intercambiar tinerfeños por gallegas, al menos durante una temporada.

Bromas aparte. El panorama político nacional es desolador. El gobierno, ganando tiempo y oxígeno como sea; la oposición, en Babia o navegando entre la inconsistencia y el cinismo; y los nacionalistas, como siempre, a lo suyo.

He vuelto a releer algunos pasajes de "Política, partidos y grupos de presión" (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1962), el monumental libro del profesor estadounidense V.O. Key del que ya he escrito en otras ocasiones en el blog. En una misma página, la 30 de la edición citada, anoto estas perlas sobre la clase política: "El motivo primario del político no es hacer el bien a la humanidad o, incluso, a su propio país sino simplemente obtener el poder para sí". 

Poco más adelante añade: "Considerando a un político, la primera cuestión no es la de si se trata de una buena persona que usa de medios rectos, sino de si tuvo éxito para ganar el poder, y si lo conservó gobernando; en resumen, si fue habilidoso en su materia o, por el contrario, un chapucero". 

Y concluye al final de la página: "La confusión entre política y ética proviene en parte del hecho de que cada sector de la sociedad al procurar incrementar sus intereses, identifica sus propias ventajas con el bien público; por tanto, la discusión política se impregna de moral". De falsa moral, añadiría yo.

Pensarán ustedes que todo lo que dice el profesor Key ya lo dijo en el siglo XVI, con más elegancia y cinismo, el primer gran analista político de era moderna, el florentino Nicolás Maquiavelo. Aunque yo soy de los que piensan que después de Platón y Aristóteles sobre "política" no se ha escrito gran cosa que merezca la pena, tengo que darles la razón.

Los ciudadanos somos unos ingenuos: algunos lo sabemos, aunque nos apliquemos el refrán ese que dice "que sarna con gusto, no pica" (mentira, pica y mucho); la mayoría, lo ignora, y en algunos casos, voluntariamente. En algún momento esta situación debería cambiar para bien con necesarias reformas constitucionales de las que se ha hablado y escrito hasta el hastío. De momento, y asumiendo como propia la idea de Rosa María Artal, ¿por qué no intercambiamos clases políticas en conjunto? ¿Aunque sea temporalmente? Se admiten propuestas... Por ejemplo, la española por la danesa, la sueca o la finlandesa...

Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt






El profesor V.O. Key





Entrada  núm. 2092
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

El poeta Lepoldo Panero y el tema de España en la poesía española contemporánea (IX)




Palacio Episcopal (Astorga, León). Obra de Antoni Gaudí



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy, a Leopoldo Panero (1909-1962). Poeta, hermano de poeta y padre de poetas. Nació en Astorga (León). Estudió Derecho en las Universidades de Valladolid y Complutense de Madrid. Durante la guerra civil fue encancerlado por sedición, pero la acusación no prosperó por la intercesión de Unamuno y de la propia esposa de Franco. Afiliado a Falange, fue agregado cultural de la embajada de España en Londres (1945-1947) donde conoció a Luis Cernuda, En 1950 obtuvo el Premio Nacional de Literatura. Murió de una angina de pecho en su casa de Castrillo de las Piedras (León). Les dejo con su poema "España hasta los huesos".



La canción
que nunca diré,
se ha dormido en mis labios.
La canción,
que nunca diré.

F.G.L.

Tu dulce maestría sin origen 
enseñas, Federico García Lorca;
la luz, la fresca luz de tus palabras,
tan heridas de sombra.

Tu empezado granar, tu voz intacta
tu sed desparramada hacia las cosas,
tu oración hacia España, transparente
de verdad, como loca.

Tu intimidad de sangre como un toro;
tu desvelada esencia misteriosa
como un dios; tu abundancia de rocío;
la ebriedad de tu copa.

Por la anchura de España, piedra y sueño,
secano de olivar, rumor de fronda,
cruzó la muerte y te arrimó a su entraña
de fuente generosa.

... De valle en valle su cansancio tienden
viejos puentes que el cielo desmorona,
sosiego denso del azul manando,
resol de loma en loma.

Las bravas sierras; los sedientos cauces;
el alear de España a la redonda;
granito gris entre encinares pardos,
bajo la luna absorta.

Ligeros jaramagos amarillos,
movidos por el aire, la coronan
de paz, mientras sacude sus entrañas
seco aullido de loba.

... Noticias han venido de las torres
del Genil y del Darro y una ignota
dulzura se apodera de mi pecho
como en viviente forma.

Así desde la Alhambra caen las aguas,
el sonido de un árbol que se corta,
el rumor de los pájaros ocultos,
al empezar la aurora.

Hacia dentro la música deslumbra, 
como un abrazo, mi tristeza, en ondas
de amor que por el alma se dilatan, 
y mis palabras rozan.

Temblor de ti mi pensamiento tiene
mientras fluye en mi verso gota a gota,
la sorpresa, el dolor de recordarte
trágicamente ahora.

Noticias han venido de los árboles
cortados por el hacha sigilosa,
y han venido rumores de la hierba,
y del bordón, la nota.

Cantaste lo dormido de tu raza;
la nieve insomne de tu infancia toda:
la historia que es amor, y hasta los huesos
España, España sola.

El dolor español de haber nacido;
la pena convencida y española
de abrir los ojos a la seca brisa
que cruje en la memoria.

Cantaste la ribera apasionada,
la santa piel de fiera que se agosta,
el yermo de ansiedad, la tribu íbera
que hace del pan limosna.

Tú eras como una mano con rocío
llena de amor, de plenitud, de sobra;
de simiente de España; de hermosura
que en el surco se arroja.

Tú eras la lengua alada del espíritu
y el gozo vegetal; la fe que ahonda
su primera raíz en la mañana
adánica, en la obra

tierna de Dios, reciente todavía,
acabada en pecado, en carne fosca
de pecado, en tristeza que se oculta,
desamparada, en otra.

En tu rincón de sed y de preguntas
hacia Dios te levantas en persona
desde la noble mansedumbre lenta
que la tierra atesora.

Te levantas; te pones en Sus manos;
te acuerdas en Sus ojos; te perdonas
en Su mirada para siempre, tiemblas
en Su amor; muerto, lloras.

Del beso abandonado, de la risa,
solo conservas la tristeza atónita,
el impulso de amor que te llevaba
como el viento a las hojas.

Cantaste la locura genesíaca,
el brio del dolor, la gente honda
donde suena la muerte y bebe el hombre
quietud de la amapola.

Tu verso es chorro puro de agua virgen,
sagrada juventud que no se agota;
frescor de un dios perenne en la ceniza,
tu afán mortal reposa.

Buscaste en las palabras lo imposible:
su hueso de fantasma, su sonora
cuerda interior de agua, su silencio:
la verdad que no nombran.

De ramos que se olvidan; de sonrisas
con humedad antigua en la corola;
de nombres en insomnio para siempre,
la realidad se colma.

Huele tu verso a madreselva fresca, 
a ruiseñor en vuelo, a luz remota,
a musgo de guitarra, a sufrimiento
de azogue que se borra.

Canta tu verso en el sonar del trigo,
como al reír el corazón se agolpa;
y su aroma desprenden las violetas
si tú las interrogas.

Hablas tras un temblor, como los niños,
como la piel delagua, como doblan
su cansancio los juncos por la tarde,
de la corriente en contra.

Hablas, hablas, relumbras en tu dicha,
como el astro desnudo que se moja
de pura inmensidad en las regiones
de azul ternura cósmica.

Hablas de la vejez que hay en el agua;
en las flores y el hombre; en lo que importa
más de verdad al pensamiento vivo
beber, puesta la boca

en el profundo manantial del alma,
en la bullente claridad incógnita
de lo que está en nosotros olvidado
de su origen y gloria.

Allí, temblando hacia el amor caído,
hacia la gran raigambre silenciosa
del instinto, hacia el árbol de la ciencia,
remejido en zozobra

de humana sed, el hálito bebiste
de Dios, el orden puro, la armoniosa
delicia, la unidad sin la materia,
dulce también otrora.

Asú cuando en la gracia del verano
florece ensimismada la magnolia,
voluptuosamente su fragancia
los sentidos transporta.

Y así en tu corazón está sonando, 
sonando está la soledad hermosa
de España: el agua, las tendidas mieses
que el sol eterno dora.

Voluntad dionisíaca, amor continuo,
montana de dolor, edad de roca;
de olivo prieto el corazón juntando
su reciedumbre añosa.

Como el humo cruel del sacrificio
arde en Dios tu recuerdo, y cuanto toca
ensombrece de angustia sobre España,
y en tu rescoldo sopla.

... Tú eras nieve en el viento, nieve negra,
nieve dormidamente poderosa,
nieve que cae en remolino triste,
como sobre una fosa.

Cantaste la tristeza inexorable,
la muerte que cornea a todas horas,
la vasta estepa donde el hombre ibero
desdén y fuerza toma.

Un poco de rocío entre las manos
queda solo de ti, como en la órbita
de la estrella el deleite, mientras suena
muerta la tierra sorda.

Del tiempo, al despertar, no recordabas
más que un vago perfume sin escoria;
un tremendo latido de esqueleto
que se seca en la horca.

Viviste hundido en la hermandad del mundo,
en el fluir del agua que no torna, 
en la terrible primavera viva,
como una amarga esponja.

Tu abundancia vital esconde dentro
zumo apretado de granado roja,
y sabor en los labios de una fiebre
secreta y melancólica.

Viviste en la alegría de ti mismo
y la espina sentiste de tu propia
soledad, la más íntima ternura,
la ausencia más recóndita.

Golpeado de penumbra, golpeado
levemente por alas de paloma,
contaste la nostalgia de Granada
cuando el sol la abandona.

Cantaste de ignorancia estremecido,
trémulo el corazón de mariposas, 
salobre el pensamiento, y la palabra
como un inmenso aroma.

En la humedad celeste de tus huesos
la pasión de la tierra cruje rota,
y la vejez de tu hermosura viva
desde Dios se incorpora.

Secreto en la ebriedad de tu deseo,
hundido en el azul como la alondra,
cantastes en el amor que perpetúa
lo que la edad deshoja.

Tu canción se levanta de la muerte;
tu voz está en el agua y en rosa;
tu sustancia en el son de la madera,
y en el viento de tu historia.

Eternamente de la España ida,
que el alma sabe cuanto más la ignora,
de la España mejor nos trae tu canto
sal de Dios en la ola.

Tu dulce maestría sin origen
enseñas, Federico García Lorca;
la luz, la fresca luz de tus palabras,
tan heridas de sombra...

"España hasta los huesos", de Leopoldo Panero



Y mañana, con José Manuel Caballero Bonald.  Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




El poeta Leopoldo Panero



Entrada  núm. 2091
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)