Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos? Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado.
El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.
Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "¿A quién me quejaré del cruel engaño?", de Juan de Arguijo (1567-1623), poeta, mecenas y músico español del Siglo de Oro, dentro de la corriente estética barroca. Hijo de familia acaudalada y caballero Veinticuatro de su ciudad natal, fue nombrado procurador en las Cortes convocadas por Felipe III en 1598. Era además músico y diestro tañedor de vihuela, y se distinguió como mecenas de artistas y escritores. En su tertulia solía leer cuentos, que recogió el poeta sevillano Antonio Ortiz Melgarejo y editó Antonio Paz y Meliá en uno de los volúmenes de "Sales españolas o agudezas del ingenio nacional" (1902). En estas liberalidades y por su afición a la buena y disipada vida dilapidó bastante su patrimonio familiar y hubo de padecer bastantes estrecheces económicas en su vejez. En sus poemas suele aparecer bajo el sobrenombre poético de Arcicio. Reaccionó contra el culteranismo que sedujo a la mayoría de sus contemporáneos, pertenecientes también a la escuela sevillana, oponiendo a dicha estética el clasicismo y la erudición arqueológica, por lo que su poesía aparece a los criterios actuales demasiado culta y fría, si bien goza de una gran perfección formal y equilibrio, que lucen su virtud en sonetos perfectos, sobre todo de temas mitológicos, que eran los que prefería, aunque también compuso sonetos de tema moral e históricos con el habitual desengaño y melancolía saturniana de los barrocos. Escribió cartas de gran valor literario y fue amigo y el mecenas sevillano de Lope de Vega, quien le dedicó sus "Rimas" y le imitó en algunos de los sonetos que contiene este libro de tema mitológico, histórico y grecolatino. De inspiración fundamentalmente clásica, académica y formal, seguidora del arte frente a la espontaneidad, pertenece a ese grupo de melancólicos poetas sevillanos que cantan a las ruinas, como Rodrigo Caro, que fue discípulo suyo. El equilibrio, la perfección formal, la temática clásica y la estética de Arguijo le constituyeron en el siglo XVIII como uno de los modelos de la literatura del Neoclasicismo junto a los escritores renacentistas del siglo XVI.
Las viñetas que hoy acompañan la entrada son todas del dibujante Ros, que las publica en diariamente en El País.
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
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¿A QUIÉN ME QUEJARÉ DEL CRUEL ENGAÑO?
¿A quién me quejaré del cruel engaño,
árboles mudos, en mi triste duelo,
sordo mar, tierra extraña, nuevo cielo,
fingido amor, costoso desengaño?
Huyó el pérfido autor de tanto daño
y quedé sola en peregrino suelo
do no espero a mis lágrimas consuelo,
que no permite alivio mal tamaño.
Dioses, si entre vosotros hizo alguno
de un desamor ingrato amarga prueba
vengadme, os ruego, del traidor Teseo."
Tal se queja Ariadna en importuno
lamento al cielo y entretanto lleva
el mar su llanto, el viento su deseo.
Juan de Arguijo
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VIÑETAS DE ROS
Entrada núm. 2495
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)