jueves, 4 de septiembre de 2025

EL POEMA DE CADA DÍA. HOY, RETRATO, DE ANTONIO MACHADO

 







RETRATO




Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.


Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido

?ya conocéis mi torpe aliño indumentario?,

más recibí la flecha que me asignó Cupido,

y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Adoro la hermosura, y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética,

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.


Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.


¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

mi verso, como deja el capitán su espada:

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada.


Converso con el hombre que siempre va conmigo

?quien habla solo espera hablar a Dios un día?;

mi soliloquio es plática con ese buen amigo

que me enseñó el secreto de la filantropía.


Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.


Y cuando llegue el día del último vïaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.




ANTONIO MACHADO (1875-1939)

poeta español

























DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY JUEVES, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2025

 
































miércoles, 3 de septiembre de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY MIÉRCOLES, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 3 de septiembre de 2025. La obsesión por la reputación y la creación del relato deja en un lugar secundario a los hechos y las ideas, escribe en la primera de las entradas del blog de hoy el filósofo Pau Luque. En la segunda, un archivo del blog de septiembre de 2018, el polemista intelectual y abogado José María Ruiz Soroa, mantenía firmemente que la sociedad, las naciones, el Estado, todo, existe para el ser humano, y nunca al revés, y que esa es la esencia del liberalismo y una de las razones de su éxito. El poema del día, en la tercera, lleva el título de Acrópolis, está escrito por la poetisa argentina Nicole Brezin, y comienza con estos versos: Es una cuesta empinada. Delante de nosotros,/un hombre intenta despertar/el entusiasmo de su hijo:/Ya verás cuando lleguemos a la Acrópolis./Todo se ve desde allí arriba, todo. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "ἡμεῖς ἀπιοῦμεν" (nos vamos); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt














LA REALIDAD Y SUS PROBLEMAS

 







La obsesión por la reputación y la creación del relato deja en un lugar secundario a los hechos y las ideas, escribe en El País [Problemas de realidad, 24/8/2025] el filósofo Pau Luque. En una conversación reciente entre dos periodistas estadounidenses progresistas, comienza diciendo Luque, uno le preguntaba al otro: “¿Crees que Israel tiene un problema de imagen?”. Y el otro respondía: “Creo que Israel tiene un problema de realidad”.

Detecto últimamente unas pocas y casi imperceptibles grietas en la tiranía de la comunicación y el marketing políticos. La obsesión por la reputación, la creación de relato y el posicionamiento estratégico dejó en un lugar secundario hace unas décadas a los hechos y las ideas, el material del que está hecha la realidad.

En España, fue Podemos quien más temprano apostó por crear una imagen (casta versus pueblo) en detrimento de dar la batalla por las ideas (simplificando: izquierda versus derecha). Sus grandes dilemas iniciales se dirimían en términos de cómo evitar problemas de imagen: había que plantear las propuestas de manera que Podemos no diera miedo, pero sin dejar de trazar una línea entre buenos (el pueblo) y malos (la casta); había que ser simpáticos con los nacionalismos periféricos, pero sin resultar antipáticos para quienes se sentían españoles; había que aparentar que se pertenecía a los de abajo vistiendo como —según los estereotipos— visten los de abajo. Fue hasta tal punto evidente que la imagen lo era todo que en las primeras elecciones a las que concurrieron, las correspondientes al Parlamento Europeo en 2014, fue literalmente una imagen la que aparecía en la papeleta: la cara de Pablo Iglesias. Pero 11 años después de su creación, Podemos no tiene problemas de imagen, sino de realidad: es parlamentariamente marginal. A pesar de lo desastrosa que resultó esa obsesión por tener atención mediática, construir una imagen y forjar un relato, Podemos sigue en ayuno de ideas.

Yendo ahora más allá de España, es la derecha la que parece haber tomado la delantera a la hora de recuperar un papel importante para las ideas en la gran conversación pública. Para J.D. Vance, la política consiste no sólo en la batallita mediática de turno, sino en la defensa de unas ideas. Entendámonos: se trata de ideas reaccionarias, a menudo siniestras y siempre terribles. Pero son ideas. El verdadero peligro de Vance es que, defendiendo unas ideas y no su reputación, está creando una cultura política.

En cambio, y salvo por unas pocas grietas, la izquierda —a ambos lados del Atlántico— sigue firme en su misión de parir eslóganes y relatos y cultivar su adicción a lo que digan los comunicólogos, los expertos en imagen y demás magos del pan para hoy y hambre para mañana.

Se dice que un buen político en el siglo XXI tiene que ser un buen comunicador. Y es verdad. Pero no es lo mismo un buen comunicador que difunde ideas que uno que difunde un relato, cultiva una imagen y se posiciona estratégicamente. El primero, crea una cultura política. El segundo, se crea a sí mismo. Pau Luque Sánchez es profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y filósofo.​


















ARCHIVO DEL BLOG. LA ESENCIA DEL LIBERALISMO: EL HOMBRE LO PRIMERO. PUBLICADO EL 15/09/2018

 







Me dan cierta aprensión, aunque los síntomas no sean fácilmente perceptibles a simple vista, las personas a las que no se les caen de la boca palabras altisonantes y grandilocuentes, siempre pronunciadas con mayúsculas, como Dios, Libertad, Justicia, Patria, Nación, Estado, Pueblo, Democracia, Partido, República, Verdad, Razón, Política, Sociedad, y otras de tal cariz. Pienso, como escribe en El País el polemista intelectual y abogado José María Ruiz Soroa, que la sociedad, las naciones, el Estado, todo, existe para el ser humano, y nunca al revés, y que esa es la esencia del liberalismo y una de las razones de su éxito. 

Giovanni Sartori debía estar un poco harto de la murga hegeliana acerca de las supuestas filosofías de la historia, comienza diciendo Ruiz Soroa, cuando escribió sarcásticamente que “el liberalismo sigue siendo la única ingeniería de la historia que no nos ha traicionado”. Pero era verdad. Esa humilde doctrina, que se cimenta en una observación tan simple como la de que todo poder tiende a causar miedo y sufrimiento a las personas pero que su supresión total es inviable y solo cabe embridarlo como a una bestia mediante normas impersonales y abstractas, esa humilde verdad es la que ha hecho posible el progreso de la humanidad. Un progreso que no es lineal, constante ni uniforme, ni es igual para todos y en todos los sitios, pero que es patente para quien quiera mirar y contar. Contar con cifras no con jeremiadas, claro.

¿Qué es el liberalismo? ¿Una doctrina, un partido, una cultura, un talante, una forma de actuar? Difícil responder, como todo lo que es histórico no se puede dar un concepto del liberalismo. Pero sí se puede dar algún rasgo nuclear suyo.

Por ejemplo, que el liberalismo es lo contrario del radicalismo. El radical va a la raíz de los problemas para solucionarlos de una vez por todas. El liberal predica en contra de ello, defiende que es más prudente tratar sólo los síntomas de esos problemas, mediante la contención y el reformismo progresivo. Cualquier doctrina que se sustente en un cambio antropológico de la condición humana como base de futuro es sospechosa de conducir al desastre. Las relaciones de poder, de arriba abajo, nunca desaparecerán y es peligroso hipotetizar un camino que nos pretenda llevar a un mundo sin dominación. Marx, que era un liberal en cuanto al futuro final que defendía, incurrió en ese error.

El liberalismo aprecia y defiende la limitación como una herramienta imprescindible para convivir. ¿Limitación de qué? Pues de todo, pero sobre todo limitación de la voluntad política. Decía Pierre Rosanvallon que en el mundo moderno laten escondidas dos utopías que pelean incansables: la utopía de la voluntad y la utopía de la regla impersonal. Pues el liberalismo se apunta decidido a la segunda: su ideal es el de un mundo en que el poder esté despersonalizado mediante reglas anónimas. Y eso vale para la política y para la economía: el mercado del liberal quiere ser el reino de una regla que no pueda estar a la disposición de nadie.

Apreciar la limitación significa creer firmemente que la política misma es una actividad parcial y limitada. No es el ámbito privilegiado de realización del ser humano, ni mucho menos. Y apreciar la limitación implica también defender con convicción y a contracorriente que la democracia posible es una democracia muy limitada. Limitada mediante la exclusión del pueblo del Gobierno y mediante la exclusión de muchos asuntos del ámbito de lo decidible. Anatema para la política correcta, claro.

El liberal es individualista. Acérrimo e irreductible. La persona individual es el único agente moral relevante a la hora de construir el mundo de las reglas sociales. Estas existen solo para propiciar el desarrollo de la autonomía personal en la construcción de la propia vida, mediante su generalidad y su predictibilidad. Naturalmente que el humano es un ser socialmente construido y que precisa de la sociedad, pero ello no cambia nada en su valoración: el mundo humano es un reino de fines, nunca de medios. La sociedad, las naciones, el Estado, todo, existe para el ser humano, nunca al revés.

El liberal cree que la sociedad debe estar organizada de forma que el ser humano pueda perseguir autónomamente su felicidad. No para hacerle feliz, sino para permitirle construir su felicidad. La suya. Algo que suena muy mal en esta España nuestra en la que eso de la pursuit of happiness siempre ha sonado a egoísta, ñoño y simplón comparado con la profundidad de los mensajes redentoristas que nos prometen un mundo justo y cabal. O de los nacionalismos que nos prometen una identidad satisfecha. O del perfeccionismo que quiere construirnos felices él solito. O prohibirnos pensar autónomamente acerca del pasado y del presente, como nos guste. Candidatos a profetas es lo que sobra en nuestro pasado y presente, liberales a la Stuart Mill es lo que falta. Y se nota. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt













EL POEMA DE CADA DÍA. HOY, ACRÓPOLIS, DE NICOLE BREZIN

 







ACRÓPOLIS




Es una cuesta empinada. Delante de nosotros,

un hombre intenta despertar

el entusiasmo de su hijo:

Ya verás cuando lleguemos a la Acrópolis.

Todo se ve desde allí arriba, todo.


¿Se ve casa desde arriba?, pregunta el niño,

y yo recuerdo cuando a tres voces

le pedíamos a papá

que nos marcara la dirección a casa

en esa época en la que un padre

funciona un poco como una brújula:

sus ojos recorrían el paisaje como la aguja

que oscila levemente hasta identificar el norte,

luego fijaba la mirada en un punto del horizonte

y señalaba con el dedo a la distancia.

Por muy lejos que estuviéramos,

papá siempre sabía dónde estaba casa.

La infancia era desconocer los mapas,

no tener que recordar esquinas,

árboles, carteles,

alejarse sin miedo a no poder volver.


Cuando llegamos a la Acrópolis,

el hombre deja atrás su promesa

y le enseña el Partenón al hijo.

Yo pienso en mi padre y miro

desorientada alrededor.

Las rendijas de luz entre las rocas me recuerdan

lo que una vez estuvo suelto,

lo que una vez fue escombro y hoy

reclama devoción en su lugar:


allí, donde otros ven esplendor,

yo solo veo fragmentos,

como no veo

en un rompecabezas un cuadro

sino solo

piezas reunidas,

grietas.


Mientras camino,

giran los barquitos de papel

que llevo por pendientes. Ayer,

cuando los compramos, te dije:

un barquito mira al norte,

el otro al sur. Era mentira.


También mi dolor

está hecho de fragmentos.


Me gustaría preguntarte

dónde queda casa,

pero vas pensativo,

recolectando imágenes: veo

los poemas flotando a tu alrededor

como abejas inquietas a punto de pincharte.

Por los huecos de tus sandalias, tus pies

se ensucian del mismo polvo que cae

sobre la antigüedad.


Si repitieras el gesto de mi padre

me señalarías un lugar distinto.


Nunca te dije por qué

me gustan tanto los barcos de papel:

su simetría

impide saber a dónde se dirigen.

Me recuerdan al reloj que hice de niña

con agujas del mismo largo:

solo se podía leer la hora

cuando las dos apuntaban

al mismo sitio.


Vuela una mariposa blanca.


Me gustaría preguntarte

dónde queda casa.




NICOLE BREZIN  (1993)

poetisa argentina















DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY MIÉRCOLES, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2025

 





























martes, 2 de septiembre de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY MARTES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 2 de septiembre de 2025. En tiempos de bulos y banalidad necesitamos recordar quienes desde dentro o desde fuera sufrieron para recuperar la libertad, escribe en la primera de las entradas del blog de hoy la politóloga Pilar Mera. En la segunda, un  archivo del blog de febrero de 2014, el politólogo Xosé Luis Barreiro comentaba viendo el enfado de Federico Trillo, que cualquiera diría que el PP jamás se fue de cacería para arreglar pequeños asuntillos, o que no utilizó la justicia para deshacerse de sus enemigos. El poema del día, en la tercera, se titula Coca nº 4, es del poeta italiano Roberto Sabiano, y comienza con estos versos: Como una cosa sagrada de nombre impronunciable,/ como la amante secreta que tienes fija en el pensamiento,/como una superficie vacía sobre la que se puede escribir cada palabra,/así es la que buscas invocas recuerdas de mil maneras. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "ἡμεῖς ἀπιοῦμεν" (nos vamos); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt













DE HISTORIAS DE DEMOCRACIA

 








En tiempos de bulos y banalidad necesitamos recordar quienes desde dentro o desde fuera sufrieron para recuperar la libertad, escribe en El País [Historias de democracia, 24/08/2025] la politóloga Pilar Mera. “Un 20 de noviembre supe que, quizá y poco a poco, las puertas de España iban, por fin, a abrirse para los de fuera y para los de dentro”. María Casares, la mujer que pronunció estas palabras, era de “las de fuera”, comienza diciendo Mera. Tuvo que exiliarse siendo apenas una niña. Llegó a París un día antes de cumplir los 14. Cuatro décadas después, el 23 de noviembre de 1976, María recordó aquel pensamiento sobre un futuro esperanzador en Madrid, ante un auditorio abarrotado de gente reunida para homenajearla. En sus cuatro décadas de ausencia, la niña gallega se había convertido en la gran dama del teatro francés. Y el teatro la trajo de vuelta a España para protagonizar El adefesio, la obra que Rafael Alberti escribió en su exilio argentino para Margarita Xirgu. Dos más de “los de fuera”.

En sus memorias, María Casares cuenta que al conocer la muerte de Franco se puso a llorar. Con suavidad primero. Como un torrente después. Sin pensar ni sentir nada. Sin dejar de llorar. Quizás lloraba el desarraigo de la niña arrebatada de su infancia. A su familia, separada por la guerra. La muerte prematura en el exilio de su madre, Gloria Pérez. El lento apagar de su padre, Santiago Casares Quiroga, uno de los políticos más destacados del primer tercio del siglo XX. Y de los más olvidados. O peor recordados. El secuestro de su hermana Esther y de su sobrina, que por azar fueron las únicas Casares en la retaguardia rebelde en julio del 36, lo que las convirtió en las rehenes perfectas. Sin un cargo en contra, Esther sufrió persecución, cárcel, libertad vigilada, repudio social y 19 años de retención de pasaporte, con su apellido como único delito. Pese a los intentos desesperados de la familia por recuperarla antes de la muerte de Casares, cuando pudo abandonar España llevaba cinco años muerto. Una tragedia familiar y cuatro décadas de dictadura resumidas en aquellas lágrimas que sintetizan miles de historias.

Como la de Josefa Olivares, que era de “las de dentro”. Esta costurera socialista de Lavapiés, nacida con el despuntar del siglo XX, fue evacuada con sus hijas durante la guerra. De Madrid a Tomelloso. De Tomelloso a Burjasot. Regresaron a Madrid cuando los franquistas ya habían tomado la ciudad y se acostumbraron a vivir con miedo. El mismo miedo que, vestido de prudencia, llevó a una amiga de Josefa a protegerla quemando todos sus papeles comprometedores en su ausencia, incluida una foto de Pablo Iglesias y sus libros de García Lorca. El mismo miedo que no le impidió llevar comida a los presos que construían el Valle de los Caídos, pero que, como a tantos de “los de dentro”, la llevó a vivir en el silencio del exilio interior, hecha un ovillo, con su identidad y sus ideas escondidas en casa.

Los setenta alcanzaron a Josefa deprimida y casi desahuciada. Prácticamente vivía en la cama. La muerte de Franco insufló cierta vida en sus pulmones, pero en abril de 1978 resucitó de manera literal. El día que los restos de Largo Caballero llegaron a Madrid se levantó como un huracán de la cama, se vistió, cogió el bolso y a dos de sus nietos y se fue a la sede del PSOE, de donde partía el cortejo fúnebre hacia el cementerio civil. Josefa recobró la vida en sus últimos alientos al recuperar lo que creía perdido. El 19 de septiembre de 1978 asistió feliz con su familia al estreno de Así que pasen cinco años, rescatando del fuego a su amigo Lorca.

En tiempos de bulos y banalidad, con pensadores provocadores recetando dictaduras corporativas, jóvenes acomodados que juegan a la épica silbando el Cara al sol o partidos que se desgañitan gritando libertad con un discurso basado en acabar con ella, necesitamos recordar a todas las Marías y Josefas. Porque las historias de carne y hueso de los de fuera y de los de dentro, su dolor, pero también su renacer cuando en los setenta comenzaron a recuperar las libertades y la esperanza, son el mejor argumento a favor de la democracia. Pilar Mera Costas (Vigo, 1978), doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense, es profesora en el departamento de Historia Social y del Pensamiento Político de la UNED. Está especializada en la historia de la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo.















ARCHIVO DELBLOG. GOLFUS DE HISPANIA. PUBLICADO EL 06/02/2014

 







Hace cinco años, en febrero de 2009, el partido popular ni soñaba aun con alcanzar el poder. Bueno, soñar quizá soñaran..., pero lo tenían bastante crudo. Más tarde, la crisis que no existía (o no veía) se la jugó a Zapatero y junto a sus propios errores de bulto pasó lo que pasó. Pero volvamos a febrero de 2009... 
Una amiga gallega que lleva muchos años viviendo en el norte de Europa me enviaba -y sigue enviando- las crónicas que en la prensa de su Galicia natal escribe Xosé Luis Barreiro, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de
Santiago de Compostela, y ex consejero de Presidencia del gobierno gallego (1982-1986) con el partido popular, y por aquellas fechas me envió la que reproduzco más adelante, que resulta una premonición cierta de muchas de las actitudes que los "populares" han acrecentado desde entonces: estulticia, mentira, desfachatez, desvergüenza... Se me acaban los sustantivos pero pienso que con los citados queda suficientemente claro lo que pretendo decir.
A mí me da grima hablar de política, y sobre todo de los políticos. Pero hay ocasiones en que los resortes le saltan a uno, aun sin querer. Una de ellas fue la del esperpéntico espectáculo del líder del partido popular (y en aquellos momentos de la oposición), Mariano Rajoy, rodeado de todos sus acólitos, clamando al cielo y proclamando a voz en grito la inocencia de su partido ante las acusaciones de corrupción. Inocencia que nadie ponía en duda ni entonces ni ahora porque los que delinquen son las personas, no los partidos.
Como soy de Letras y leído, la imagen me trajo casi instantáneamente a la cabeza la famosa escena del Tenorio, en la que don Juan, tras seducir a doña Inés y matar al Comendador, decide poner tierra por medio y huir a Italia. Como buen sinvergüenza, don Juan culpa a los demás de sus problemas y hace responsable al cielo de sus desmanes: "Llamé al cielo y no me oyó, y pues sus puertas me cierra, de mis actos en la tierra, responda el cielo, y no yo". ("Don Juan Tenorio", de José Zorrilla (1844). Escena X, Acto IV, Parte I). Patético...
El profesor Barreiro, le sacaba al asunto su punto de ironía y socarronería gallega. Les dejo con su artículo, titulado "Ese partido que nunca rompió un plato". Para más sarcasmo publicado el "Día de los Enamorados"... Disfrútenlo. 

"Ese partido que nunca rompió un plato", por Xosé Luis Barreiro
(La Voz de Galicia, 14/02/09). Viendo el enfado de Federico Trillo, o contemplando la fúnebre foto -¡vaya onomatopeya!- del acto en el que Mariano Rajoy, rodeado de todos sus escuderos y de los que esperan un buen momento para darle la puñalada trapera, le declaró la guerra al Ministerio de Justicia, cualquiera diría que el PP jamás se fue de cacería para arreglar pequeños asuntillos, o que no utilizó la justicia para deshacerse de sus enemigos, o que no mantiene prietas las filas a los que integran su finca privada del Poder Judicial, o que no son los inspiradores de la expeditiva ley de partidos que, mediante el democrático sistema de la deducción concatenada y falaz, es capaz de ilegalizar a María Santísima.
Para quien no les conozca como yo los conozco, hasta podría parecer que jamás han roto un plato en los juzgados, o que nunca han cenado con un juez para inspirarle una sentencia, o que nada de lo sucedido en los aledaños del urbanismo mediterráneo -donde dominan el ránking de imputados en proporción 9 a 1- tiene que ver con su partido ni afecta lo más mínimo a su reputación política.
Por eso me parece intolerable que, quienes presumen en toda hora de acatar los pronunciamientos de la Justicia, y quienes no necesitan más que una citación o un rumor para abrir las compuertas de su ira y pedir que dimita el sursum corda, se permitan insultar a Garzón a caño abierto, y transmitir a la ciudadanía la extraña sensación de que la Justicia no tiene ninguna garantía de independencia cuando el ministro del ramo se propone hacer una marrullería.
La idea de que aquí no ha pasado nada, y de que todo es una conspiración arbitraria urdida en pareja de hecho por Bermejo y Garzón, es una obscenidad imperdonable, que en modo alguno puede quedar justificada por la imprudente fiesta cinegética protagonizada por los ahora despellejados. Mi opinión es que, partiendo de la idea de que la cultura política e institucional depende en gran manera del comportamiento de nuestras autoridades y personalidades públicas, no debería salir tan barato insultar a un determinado juez o ministro al¡ amparo de las inmunidades creadas para preservar la libre opinión y el control riguroso del poder.
Si a cualquier ratero que robó un jamón le multan por desacato al segundo estornudo, no tiene sentido que un diputado -y profesional del derecho- se pueda despachar a gusto haciendo entender que Garzón se inventa un caso en beneficio del PSOE, que vive en prevaricación continuada, y que el ministro le va a pagar los servicios en especie. Y por eso creo que Rajoy tiene que intervenir y poner orden. Porque, si todos percibimos que no sabe gobernar este galimatías, menos nos vamos a creer que puede gobernar el país.