El blog de HArendt - Pensar para comprender, comprender para actuar - Primera etapa: 2006-2008 # Segunda etapa: 2008-2020 # Tercera etapa: 2022-2025
domingo, 5 de enero de 2025
sábado, 4 de enero de 2025
De las entradas del blog de hoy sábado, 4 de enero de 2025
Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 4 de enero de 2025. El optimismo siempre ha sido provocativo, dice en la primera de las entradas de hoy del blog el escritor Daniel Gascón, algo que tiene que ver con cierta impronta fatalista. La segunda de hoy es un archivo del blog, publicado en abril de 2014, a raíz de la publicación de varios libros sobre el 20-F, en el que el autor del blog hablaba de la verdad histórica, y de que ésta nunca era definitiva. La tercera, por su parte, son unos versos del poema Descripción de la mentira, del poeta Antonio Gamoneda, que comienza asi: El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición./El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el olvido,/y no acepté otro valor que la imposibilidad. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt
De la legalización del PCE. Historias de la Transición
La legalización del Partido Comunista no sucedió como comunmente se ha aceptado, escribe en En El País [La Transición y sus relatos, 28/01/2025] el filósofo Jorge Urdanoz. La reciente serie de RTVE Las abogadas recoge en su capítulo cinco la Matanza de Atocha y la reacción del PCE a la misma. Una reacción que fue, como es sabido, modélica. El cortejo fúnebre por las calles de Madrid se convirtió en la mayor manifestación popular de la oposición democrática hasta la fecha. Los propios militantes del partido se ocuparon de la seguridad de la marcha, abogando, en el epicentro de un abrumador dolor colectivo, por evitar la violencia e impidiendo que la rabia se desbordara. Cinco inocentes asesinados a sangre fría por un comando ultraderechista, y no se rompió ni un cristal. Puños en alto, dientes apretados y lágrimas contenidas al paso de los ataúdes, eso fue todo. Las imágenes de aquella muestra de entereza y dignidad todavía estremecen.
Según el relato al uso, Suárez, convencido gracias a aquello de que los comunistas merecían ser legales, se jugó el todo por el todo y concertó una entrevista secreta con Santiago Carrillo. Se vieron en un chalé de Pozuelo y hablaron durante seis horas. Compartieron cigarrillos, café y whisky. Congeniaron. Suárez se comprometió a legalizar al PCE. Carrillo, a cambio, aceptó la monarquía, la bandera rojigualda y la unidad nacional. La decisión, en lo que fue uno de los momentos más críticos de la Transición, se hizo pública el Sábado Santo. El ejército y cierta derecha estuvieron a punto de romper la baraja, pero no lo hicieron.
Hay dos grandes problemas con este relato, y ambos tienen que ver con la noción de “mito”. El primer problema afecta a la verdad histórica. Toda historia —incluidos sus sucedáneos: la fábula, el cuento, la noticia, etc.— incluye hechos en su interior. Los hechos de nuestro relato son indiscutiblemente ciertos: el atentado, la manifestación, la reunión secreta, los cigarrillos… todo es verdad.
Pero los meros hechos desnudos, sin nada que los explique, carecen de sentido alguno. Porque toda historia, para serlo, ha de incluir una narrativa que los unifique, que los engarce en un todo del que beban su significado. En el caso de nuestro relato, esa narrativa la conforman las intenciones. Son ellas las que le otorgan un sentido moral o, si queremos, político. ¿Por qué Suárez legaliza? Según nos han contado, porque la respuesta de los comunistas a la masacre le conmueve, y porque, en sus propias palabras, él es “demócrata, sinceramente demócrata”, y quiere que todos los españoles se vean representados en el parlamento, sin excepción.
Esa lectura ya no es un hecho, es una interpretación, una hipótesis sobre los motivos de alguien. Y ahora sabemos que un testigo de excepción —Wells Stabler, el embajador de Estados Unidos en España durante aquellos años— la desmiente. Stabler enviaba diariamente a su Ministro de Exteriores —Kissinger, nada menos— cables con valiosísima información sobre los actores políticos españoles y sus intenciones. Desclasificados más de cuarenta años después, esos cables son como una grabación desenterrada en el tiempo. Ofrecen un conocimiento no contaminado por la creación posterior de un determinado sentido que explique los acontecimientos. No solo el episodio de la legalización del PCE, sino todos esos hechos, miles y miles, que conocemos como “la Transición”. Por eso son tan importantes.
La Matanza de Atocha, de acuerdo a esos cables, apenas influyó. De hecho, una semana antes de los asesinatos Suárez habla con el embajador, y le dice que él prefiere sin duda que el PCE sea legal. Y Stabler no solo no pone problema alguno, sino que le aconseja que legalice cuanto antes.
¿Por qué, según este otro relato, legaliza Suárez? Legaliza porque hay una crisis económica y, si quiere un acuerdo con Comisiones Obreras, será imposible con los comunistas en la clandestinidad. Legaliza porque sabe que el PCE no alcanzará ni el 10% de los votos. Legaliza porque así divide a la izquierda. Legaliza porque esa decisión le centra en el tablero político y por tanto le beneficia electoralmente. Legaliza, en definitiva, porque no es un santo, sino un político, y uno especialmente audaz.
¿Qué relato es más verídico? La información de los cables acaba de salir a la luz, así que ahora es sin duda el turno de los historiadores, a los que desde luego animo a lanzarse sobre ellos. Pero también la filosofía política tiene aquí algo que decir, porque el segundo problema que enfrentan los mitos tiene que ver con algo previo y en cierta manera más importante que la verdad: la confianza. Todo mito requiere una confianza casi ciega en quien lo transmite. Y hay mucho de mito en ese segundo sentido en este episodio de la legalización del PCE y en la manera en que se nos ha contado.
Porque según nos han contado, y nosotros hemos creído, la negociación entre Suárez y Carrillo fue democrática. Los propios términos de la misma, sin embargo, lo desmienten. Suárez permite entrar a los comunistas solo si aceptan una bandera determinada y un determinado modelo de Estado. La democracia, sin embargo, consiste exactamente en lo contrario: convivir con el que piensa diferente y permitirle pensar diferente mientras eso no vulnere los derechos de nadie. ¿Por qué no lo vemos? Es una magnífica pregunta.
Del optimismo y el pesimismo
¿Qué es el Optimismo? era el primer grupo del cantautor bilbilitano Ángel Petisme. Era un nombre provocativo porque durante mucho tiempo lo prestigioso ha sido el pesimismo, comenta en El País [Qué es el optimismo, 02/01/2025] el escritor Daniel Gascón. Tenía que ver con cierta impronta fatalista: en alguna familia, tras un ataque de risa, se decía “Ya lo pagaremos”. William F. Buckley escribió que un conservador es alguien que se coloca frente a la historia y grita “Detente”, pero el pesimismo podía ser todavía más común en la izquierda, porque a veces ser de izquierda era quejarse, como señalaba Ricardo Piglia en su curso sobre Borges. Las predicciones pesimistas inspiran más respeto que las optimistas: pueden ser igual de frívolas e interesadas que las positivas, pero les concedemos un plus de seriedad. Algunos han buscado razones biológicas: alarmarte por algo que no ocurre es menos costoso que permanecer indiferente a un peligro real. Como ha apuntado Janan Ganesh, las predicciones negativas penalizan menos. Todo el mundo ha hecho un chiste sobre el fin de la historia de Francis Fukuyama, pero nadie se acuerda de los apocalipsis que no llegaron: el pesimista, dice Ganesh, ni queda decepcionado ni rinde cuentas. (Autores que llevan décadas prediciendo la crisis del sistema salen a celebrar la confirmación de sus tesis cuando el sistema entra en crisis: ¡por fin, la prueba! A ver si el fracaso del mercado hace que se venda mi libro.)
Por supuesto, prestamos más atención a las noticias negativas y esa es una de las virtudes de la apasionante recopilación de Kiko Llaneras sobre 45 cosas buenas que han ocurrido en 2024: el mundo mejora. Además podemos ver algunas paradojas. El pesimismo se ha repartido: el pesimismo climático es de izquierdas y el demográfico es de derechas. El pesimismo democrático es algo más de izquierdas y el pesimismo económico es un poco más de derechas. Enemigos tradicionales del capitalismo celebran logros que son efectos del capitalismo, como la reducción de la pobreza extrema. Entusiastas históricos del capitalismo se alarman porque, en fin, todo lo sólido se desvanece en el aire. Los campeones habituales del “pensamiento crítico”, que desdeñaban los datos positivos como optimismo ingenuo en el mejor de los casos, parecen versiones de Pangloss y viejos optimistas racionales asumen el vocabulario de Casandra. En algunas posiciones, como siempre, hay sesgo y ventajismo. Esperemos que 2025 nos dé más razones para la alegría. Aunque seguro que no igualaremos en coherencia al optimista y el pesimista del chiste. El pesimista, abatido, decía: “Nada puede ir peor”. El animoso optimista respondía: “¡Ya verás cómo sí!”.
[ARCHIVO DEL BLOG] Pilar Urbano y el 23. Publicado el 14/04/2014
No he leído el nuevo libro de Pilar Urbano sobre el "23-F" y no pienso hacerlo en el futuro. Tampoco suelo hacer juicios de valor tan radicales, pero bastantes tonterías se leen cada día como para encima pagarlas de mi bolsillo y perder mi tiempo en ellas. Su libro me parece mero oportunismo comercial. Y también supongo que es casualidad que se publique nada más morir uno de sus protagonistas, si bien es cierto que desde muchos años atrás esa persona, el expresidente Adolfo Suárez, estuviera fuera de toda posibilidad de confrontar la realidad de los hechos con las ocurrencias de doña Pilar. Sobre el otro protagonista, el rey, sabe que no va a abrir la boca; porque no puede, no porque no quiera. Pero la provocación y la maledicencia son productos recalcitrantes en la pluma de la señora Urbano.
Del poema de cada día. Hoy, Descripción de la mentira, de Antonio Gamoneda
DESCRIPCIÓN DE LA MENTIRA
El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición.
El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el olvido,
y no acepté otro valor que la imposibilidad.
Como un barco calcificado en un país del que se ha retirado el mar,
escuché la rendición de mis huesos depositándose en el descanso;
escuché la huida de los insectos y la retracción de la sombra al ingresar en lo que quedaba de mí;
escuché hasta que la verdad dejó de existir en el espacio y en mi espíritu,
y no pude resistir la perfección del silencio.
No creo en las invocaciones pero las invocaciones creen en mí:
han venido otra vez como líquenes inevitables.
La fermentación del verano se introduce en mi corazón y mis manos se deslizan cansadas en la lentitud.
Vienen rostros sin proyectar sombra ni hacer crujir la sencillez del aire;
sin osamenta ni tránsito, como si consistieran únicamente en el contenido de mis ojos, en la unidad de mis palabras, en el espesor de mis oídos.
Son obedientes y yo siento su reunión como una salud que se refugia en la oscuridad.
Es una amistad dentro de mí mismo;
es un estambre urdido por manos que son suaves en el interior de los días.
Ahora es verano y me proveo de alquitranes y espinas y lápices iniciados,
y las sentencias suben hacia las cánulas de mis oídos.
He salido de la habitación obstinada.
Puedo hallar leche en frutos abandonados y escuchar llanto en un hospital vacío.
La prosperidad de mi lengua se revela en cuanto fue olvidado durante mucho tiempo y sin embargo visitado por las aguas.
Éste es un año de cansancio. Verdaderamente es un año muy viejo.
Éste es el año de la necesidad.
Durante quinientas semanas he estado ausente de mis designios,
depositado en nódulos y silencioso hasta la maldición.
Mientras tanto la tortura ha pactado con las palabras.
Ahora un rostro sonríe y su sonrisa se deposita sobre mis labios,
y la advertencia de su música explica todas las pérdidas y me acompaña.
Habla de mí como una vibración de pájaros que hubiesen desaparecido y retornasen;
habla de mí con labios que todavía responden a la dulzura de unos párpados.
Antonio Gamoneda (1931)
poeta español
viernes, 3 de enero de 2025
De las entradas del blog de hoy viernes, 3 de enero de 2025
Hola, buenos días de nuevo y feliz viernes, tres de enero de 2025. Como les prometí, estamos de vuelta. Es todo incomprensible, escribe en la primera de las entradas de hoy del blog el periodista Íñigo Domínguez sobre el saudí islamófobo que acabó cola vida de dos personas en Magdeburgo, Alemania, hace unos días, pero una cosa está clara: ante la duda, hoy todos los zumbados se van para el mismo lado, el ambiente dominante es ese, lo que hay en el aire es odio y violencia. La segunda es un archivo del blog de febrero de 2019 en el que la filósofa Amelia Valcárcel hablaba de la duda religiosa como una mancha de aceite que se extiende fina y perfecta para acabar con las geografías espirituales en que se desenvolvieron las vidas de nuestros ancestros y borrarlas de un plumazo. La tercera, con el poema del día, es el titulado Reflexiones de oficio, del poeta Javier Almuzara, que comienza con estos versos: Voy en verso a menudo al cementerio,/y debo confesar que me divierte/sacar la lengua a la estirada muerte,/pero a la vida siempre juego en serio. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt
Del odio y la violencia como paradigmas del año que comienza
No es raro que escriba estas líneas para ver si entiendo yo algo mientras escribo, pero cada vez lo ponen más difícil, comenta en El País [Descifren eso si pueden: un árabe islamófobo neonazi psiquiatra, 29/12/2024] el periodista Íñigo Domínguez. He tenido que hacer un esquema para aclararme con el perfil del terrorista que ha matado a cinco personas en Magdeburgo, Alemania. Es de Arabia Saudí, pero no soportaba el islamismo fanático y hasta se hizo ateo. Como para no. En 2006 se fue a Alemania y le aceptaron como refugiado, claro, pero empezó a ver por allí demasiados musulmanes. Se hizo islamófobo, incluso pedía el cierre de las fronteras. En fin, pasó a odiar también a los alemanes, creía que Europa se islamizaba. Acabó admirando las masacres a tiros de Estados Unidos, simpatizando con el partido de ultraderecha AfD y se hizo fan de Elon Musk. Se volvió un poco neonazi. Todos sabemos lo que haría un nazi con un árabe como este señor, pero no fue un problema para su evolución personal. En fin, para rematarlo, este sujeto que parece estar como una cabra además era psiquiatra. En concreto, en un hospital de Bernburg que durante el nazismo fue centro de exterminio de discapacitados y seres considerados inferiores. Hay allí un monumento que lo recuerda, o si no lo escucharía en la cafetería, pero tampoco afectó a su conversión (y no es el único, AfD es el primer partido en esta ciudad). Sea como fuere: al final cometió el típico atentado de un fanático islamista, y eso que decía que él era lo contrario. Tanto rodeo para llegar a lo mismo. En todo caso, luego AfD ha subido en los sondeos, se ve que por mucho que este hombre se empeñara en ser neonazi, ni por esas, a muchos no les engaña: era un inmigrante. Es todo incomprensible, pero una cosa está clara: ante la duda, hoy todos los zumbados se van para el mismo lado, el ambiente dominante es ese, lo que hay en el aire es odio y violencia.
Sobre esto, he recordado un pasaje del maravilloso libro de Patrick Leigh Fermor, El tiempo de regalos, relato de su viaje a pie con 18 años por Europa en 1934. En Alemania hizo amistad con unos muchachos de su edad. Uno, el más divertido, le invitó a dormir a su casa y al entrar en su habitación aquello era una especie de museo nazi, con banderas, fotos, carteles (Hitler llevaba un año en el poder). Tenía el uniforme de las SA planchadito y una pistola. Cuando el visitante le insinuó que el ambiente era un poco claustrofóbico al joven le dio la risa y le dijo que tenía que haberlo visto un año antes: eran todo banderas comunistas, hoces y martillos, retratos de Stalin. Entonces salía a zurrarse con los nazis, contaba entre carcajadas, pero cuando Hitler llegó al poder se dio cuenta de que era su hombre (“¡De repente!”).
El título de ese libro, lleno de nostalgia por un mundo ya desaparecido que se precipitaba hacia el caos, viene de un poema de Louise MacNeice sobre la noche de reyes: “Porque ahora el tiempo de los regalos se ha ido/ Oh, niños que crecéis, oh, nieves que se derriten”. Este poeta irlandés tiene otros poemas bonitos, como uno que se llama Nieve: “El mundo es más repentino de lo que imaginamos / El mundo es más loco y más de lo que pensamos, / incorregiblemente plural”.
Estos días abracen a sus seres queridos, sobre todo a los más tranquilos, los más normales, porque la gente sensata no tiene precio. Salen menos en las noticias, pero son muchísimos más, el centro de gravedad en medio de la agitación. Y así habrá que seguir, aguantando las locuras del mundo, y a los ignorantes, exaltados, prepotentes y matones cada vez más de moda, haciendo lo posible por mantener la cordura, confiando en llegar también al final del año que viene sanos y salvos. ¡Feliz año!