domingo, 19 de junio de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy domingo,19 de junio de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Reedición] Felipe VI, Rey de España. Con algunas anécdotas personales del autor del blog



El rey Felipe VI, la reina Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía 


"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican sin periodicidad fija, conservan su título, fecha y numeración y pueden variar ligeramente en su contenido sobre el publicado originariamente. Disfrútenla de nuevo si lo desean. 

***

A estas alturas de la historia me parece innecesario justificar mi condición de monárquico de izquierdas y socialdemócrata. Si viviera en Alemania, Austria, Grecia, Portugal o Italia, que fueron monarquías hasta hace unos años y ahora son repúblicas, pues sí tendría algo de original. Declararse monárquico en un Estado que lo ha sido durante siglos y que desde 1978, en los 39 años de reinado de Juan Carlos I, ha vivido la etapa de libertades y democracia más larga, pacífica y exitosa de su historia nacional, me parece algo bastante obvio y un ejercicio de sensatez y madurez emocional. 

Yo no me declaro monárquico solo por respeto al juramento de lealtad prestado, que también, si no sobre todo por convicción personal. Monarquías son algunas de las democracias más antiguas y de las sociedades más libres del mundo: Gran Bretaña, Suecia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, los Países Bajos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda... Son monarquías parlamentarias, como la española, en la que el rey es el símbolo del Estado, no un monarca absoluto que hace y deshace a su antojo o participa en la vicisitudes de la vida política de forma partidista apoyando a unos u otros. Por el contrario, garantiza la unidad y continuidad del Estado al situarse por encima de la legítima lucha por el poder de los adversarios políticos. No veo, pues, ni tengo razón alguna para avergonzarme de ser y declararme monárquico. Si a otros no les parece bien, pues nada: "pas de problème", que dicen los franceses; aquí paz y después gloria. 

Mi defensa de la monarquía no tiene antecedentes familiares. Mi padre nació en 1900, a punto de finalizar el siglo XIX, decimonoveno hijo de mi abuelo, guardia civil. A los 21 años entraba al servicio de la Casa del Rey, también como guardia civil, en la escolta personal de Alfonso XIII. La guerra civil le cayó del lado republicano, y cuando terminó, lo pagó con cinco años de destino forzoso en la isla de El Hierro, aunque conservó su condición de militar hasta su licenciamiento en 1956, como comandante. Nunca se declaró políticamente, aunque antes de la guerra tuvo carné de Falange y le podía su vena republicana, que pocas veces aireaba. 

Mi madre nació en 1906. Y tenía prohibido terminantemente hablar de política en las reuniones familiares. Sus padres, mis abuelos, se casaban en una iglesia de Madrid el mismo día que también en Madrid, pero en la de San Jerónimo el Real, lo hacían el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. Mis abuelos maternos eran socialistas. Destacados dirigentes del PSOE como Prieto, Besteiro, Largo Caballero y Negrín (los dos últimos llegarían a ser presidentes del gobierno durante la II República) fueron amigos personales de mis abuelos. Mi madre, su hija mayor, recordaba haberlos visto en alguna ocasión en casa de sus padres en la Ribera de Curtidores, de Madrid, cuando ella era joven. Un hermano de mi abuelo, mi tío-abuelo Amós Acero, fue alcalde del Puente de Vallecas y diputado en las Cortes republicanas. Lo fusilaron los nacionales al término de la guerra civil. 

Y yo, con diez años, recuerdo que tenía en mi cuarto, en la casa de mis padres en Madrid, una foto recortada de la revista Life en la que aparecía el príncipe Juan Carlos de Borbón vestido con su uniforme de cadete de la Academia General Militar de Zaragoza. Curiosamente, en mi tesina de graduación en la Escuela Social de Madrid, en 1966, titulada "El futuro político de España", yo defendía como salida al régimen franquista la de una regencia provisional hasta que los españoles decidieran por referéndum, si preferían una monarquía, una república, o una regencia electiva renovada periódicamente. Me la aprobaron con nota. Y eso, nueve años antes de la muerte del dictador. Años más tarde tuve ocasión de saludar personalmente en Las Palmas, durante una recepción oficial, a don Juan Carlos y doña Sofía, con la que departí unos minutos en los que hablamos de historia del arte. Más tarde volví a saludarles en dos ocasiones más. Si alguno piensa que traiciono mi herencia familiar declarándome monárquico de izquierdas y socialdemócrata, le aseguro que se equivoca. 

De vez en cuando me encuentro contertulios en la redes sociales que me ponen literalmente a caldo por declararme monárquico, de izquierdas, progresista y socialdemócrata. Me dicen que no se puede ser monárquico, de izquierdas, progresista y socialdemócrata; que son conceptos incompatibles. Por lo visto desconocen la historia del socialismo europeo, especialmente del nórdico o del británico, pero también, por lo que se ve, del español. Claro está que algunos de esos contertulios contraponen lo de socialdemócrata a lo que ellos denominan "socialistas auténticos", que así, a palo seco, no tengo yo muy claro quienes son. Si desde luego el "socialismo auténtico" que ellos defienden es el denominado "socialismo real" que se practicó en la extinta URSS, o el que rige actualmente en la República Popular China, Corea del Norte o Cuba, o el que preconizan regímenes como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia, por citar los más cercanos sentimentalmente a mi condición de canario y español, pues sí, evidentemente, no soy de izquierdas, ni progresista ni socialdemócrata. Si por "socialismo auténtico" entienden lo que defienden Podemos, Izquierda Unida, Equo, Amaiur, Bildu, ERC y otros compañeros de viaje hacia la nada que se pretenden de izquierdas, pues evidentemente, no soy "socialista". 

Si por "socialismo" se entiende lo que defiende la socialdemocracia europea, los partidos socialistas de Gran Bretaña, Alemania, Francia, Holanda, Suecia, Noruega, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Israel o España, por no citar nada más que unos cuantos partidos socialistas históricos, pues entonces sí me considero socialista. Y desde luego, aunque nunca fue santo de mi especial devoción, tengo que decir que suscribo de la "a" a la "z" las palabras del diputado socialista Alfonso Guerra pronunciadas en la reunión de su grupo parlamentario el pasado día 10 sobre el asunto de la disyuntiva monarquía-república. ¿Oportunismo por su parte? No lo creo, los oportunistas, desafortunados a mí juicio, son los que mezclando churras con merinas sacan a colación este asunto en este preciso momento. Por cierto, no milito en ningún partido, ni de izquierdas ni de derechas, ni conservador ni progresista, ni de centro ni mediopensionista.

Les invito a leer el especial "Retrato de un un rey del siglo XXI" que el diario El País viene dedicando a la persona del que, desde hace unas horas es ya el rey de España, Felipe VI.

Termino con un clásico ¡Larga vida al rey! Y ahora, sean felices, por favor, y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Estandarte personal del rey Felipe VI 



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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)
Publicada originariamente con fecha 19 de junio de 2014

sábado, 18 de junio de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy sábado,18 de junio de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 17 de junio de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy viernes, 17 de junio de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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[Reedición] Un libro excepcional sobre la Constitución de Cádiz y el primer liberalismo español



El fusilamiento de Torrijos (Antonio Gisbert, 1888, Museo del Prado)



"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican sin periodicidad fija, conservan su título, fecha y numeración y pueden variar ligeramente en su contenido sobre el publicado originariamente. Disfrútenla de nuevo si lo desean.   
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Un liberal de pedigrí acrisolado, como José María Blanco-White, desde su exilio voluntario en Londres, escribía en junio de 1813: "En el Estado actual, no es la nación española quien decide sobre su Constitución [la de 1812] y su modo de existencia política, es un partido que quiere fundar una Constitución a su modo, a despecho de otro, que si llega a tener poder hará lo mismo respecto del que ahora domina. Los triunfos que se ganen de este modo no producen más que división y desorden. Más vale caminar de acuerdo hacia el bien en una dirección media que haga moverse a la Nación entera, que no correr de frente atropellando y pisando a la mitad de ella".

No le hicieron caso en su momento y tampoco se lo harán ahora. Entre cosas cosas porque no creo que ni Artur Mas ni Mariano Rajoy hayan leído en su vida a José María Blanco-White. 

En marzo de 2012, con motivo de la conmemoración del bicentenario de la Constitución de Cádiz, escribí varias entradas en el blog sobre el asunto. Una de ellas, titulada "Cádiz, 1812: Nación española y Constitución" era, o intentaba ser, una puesta al día sobre las publicaciones académicas más interesantes al respecto. Igualmente, entre 2010 y 2012, fui publicando mensualmente entradas con enlaces al Diario de Sesiones de las Cortes Generales y Constituyentes de 1812, que reflejaban no solo los debates de los procuradores reunidos en Cádiz y el proceso de elaboración de la Constitución, sino los avatares de la Guerra de Independencia contra Napoleón y las consecuencias de la misma en el ánimo de los reunidos. A ella les remito, bien directamente, o poniendo en el buscador de blog los términos "Guerra de Independencia, Cortes de Cádiz, Diario de Sesiones de las Cortes de Cádiz o Constitución de 1812".

Cómo digo en la presentación del blog una de mis pasiones es la Historia, no solo por deformación académica, sino también por pasión lectora. Mi primer libro leído, con ocho años, es decir hace sesenta ya, no puedo olvidarlo, fue La isla del tesoro, el clásico de aventuras de Robert Louis Stevenson, regalo de mi abuelo materno. De entonces acá han caído unas cuantas lecturas más; con seguridad no tantas como de las que presume un brillante político de izquierdas aún en ejercicio, pero algunas, sí. Sesenta años de lecturas, de los cuales cuarenta tres han sido por motivos académicos -aparte de las literarias por devoción y las meramente hojeadas como consulta por obligación-, dan para mucho. A pesar de lo cual, de vez en cuando uno se encuentra por azar, por ejemplo ojeando las estanterías de la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas, con una joya que le deja deslumbrado desde sus primeras páginas. Acabo de encontrar una de ella en estos días; vale, de acuerdo, para muchos la Historia es una materia árida por naturaleza, pero al que le guste o sienta interés por la historia contemporánea española, estoy seguro que le va a apasionar. No dudo en traerlo hasta el blog porque completa la relación exhaustiva de fuentes sobre las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812, y las vicisitudes del primer liberalismo español que se contemplan en la entrada anteriormente citada.

Hablo concretamente del libro La monarquía doceañista (1810-1837). Avatares, encomios y denuestos de una extraña forma de gobierno (Marcial Pons, Madrid, 2013), escrito por el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo Joaquín Varela Suanzes-Carpegna. Su subtítulo ya enuncia con claridad la temática del mismo: cómo se llegó, quiénes lo hicieron y qué argumentos manejaron los diputados de las Cortes de Cádiz durante el proceso de elaboración de la Constitución de 1812, cuya fuente de inspiración inequívoca fue la Constitución francesa de 1791, en menor medida la británica, y menos aun la estadounidense de 1787, aunque todas ellas la influyeran. 

Las consecuencias políticas que para el liberalismo español tuvo la Constitución de 1812, dos veces derogada y tres restablecida durante sus veinticinco años de vigencia (de los cuales estuvo diecinueve de ellos suspendida) es el objeto principal de estudio por parte del libro.  

Dice el profesor Varela en la introducción del mismo que este se ocupa de la teoría y práctica de una forma de gobierno, esto es, de una manera de entender y articular las relaciones entre los poderes encargados de llevar a cabo la dirección política del Estado, sobremanera el legislativo y el ejecutivo, aunque también el cuerpo electoral y el poder judicial, sin olvidarse del poder constituyente. La monarquía doceañista -dice más adelante- y la Constitución que la había vertebrado fue objeto de reflexión por parte de los liberales españoles en el exilio de esos dieciséis años, entre 1814-1820 y 1823-1833, y durante los dos años que estuvo en vigor el Estatuto Real, entre 1834 y 1836. Unos, los más -continúa-, se fueron apartando de ella; otros, los menos, continuaron siéndole fieles.

Cuatrocientas páginas de apasionada lectura después, llego, con el profesor Varela, a la conclusión de que los liberales españoles fueron decantándose desde 1814 por una monarquía constitucional al estilo de la británica, que había servido de inspiración a la Carta francesa aprobada ese mismo año y a otros textos constitucionales europeos tras la derrota de Napoleón.

Las razones que les llevaron a ello surgieron inexorablemente de la dificultad de articular un sistema de poderes viable en función de la imposibilidad de una relación fluida que la Constitución de 1812 establecía entre las Cortes y el gobierno (o poder ejecutivo), las escasas atribuciones del monarca como titular del mismo, la fuertísima cláusula que impedía la revisión de la Constitución antes de los ocho años de vigencia, la cuestión religiosa (que no satisfizo nunca al sector más progresista de los diputados) y, como no, la cuestión de la "soberanía nacional" y el asunto crucial de dilucidar si esta residía en la Nación (es decir, el pueblo español) o en las Cortes como representación de esta.

De ahí, continúa el profesor Varela, que a partir de esa temprana fecha de 1814 los liberales españoles se fueran decantando por un modelo constitucional en el que el monarca se convirtiera "de iure" en el nervio del Estado, algo compatible con la defensa de un sistema parlamentario de gobierno bajo el cual la dirección del Estado se fuera desplazando del monarca a un ministerio responsable políticamente ante un Parlamento compuesto por dos cámaras, una elegida por sufragio directo (y censitario) y otra donde se daría representación a la aristocracia.

Esa monarquía, añade el autor, comenzó a articularse durante la corta, aunque muy sustanciosa vigencia del Estatuto Real, y se asentará definitivamente en la Constitución de 1837. Un texto clave -dice- en nuestra historia constitucional, pues configuró la organización del Estado español hasta el golpe militar de Primo de Rivera en 1923. Y ello, añade, pese a los deseos de un sector minoritario del liberalismo español que ese mismo 1837 decidió recoger y con el tiempo radicalizar el programa político-constitucional doceañista con el propósito de vertebrar en España una forma de gobierno democrática e incluso republicana y federal, algo que, y con ello concluye el libro, solo se consiguió en 1868, y ello, por poco tiempo.

Ni que decir tiene que les animo a su lectura. Sean felices, por favor. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Portada de "La monarquía doceañista (1810-1837)



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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri
Publicada originariamente con fecha 27 de abril de 2014

jueves, 16 de junio de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy jueves, 16 de junio de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[Poesía y pintura] Hoy, con Leandro Fernández de Moratín y Pedro Pablo Rubens



Apolo y las Musas, de Bertel Thorvaldsen


Durante las próxima semanas voy a intentar unir en una misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor en lengua española y de mis pinturas clásicas favoritas. Espero que sean de su agrado. Hoy dedico la entrada al poeta Leandro Fernández de Moratín y su soneto Ninfas, la lira es esta que algún día, y al pintor Pedro Pablo Rubens y su El juicio de Paris. Disfruten de ambos.




Leandro Fernández de Moratín (Goya, 1792)



Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) fue un dramaturgo y poeta español, el más relevante autor de teatro del siglo XVIII español, hijo del también poeta, dramaturgo y abogado Nicolás Fernández de Moratín. Fue Secretario de Interpretación de Lenguas, y en 1808, a la caída de Godoy, tomó partido por los franceses y llegó a ser nombrado bibliotecario mayor de la Real Biblioteca por el rey José Bonaparte. A partir de entonces fue tachado de «afrancesado». Fue uno de los fundadores de la historiografía teatral española y activo impulsor de la reforma teatral de su tiempo. Murió en París en junio del año 1828. Les dejo con su poema

NINFAS, LA LIRA ES ESTA QUE ALGÚN DÍA

Ninfas, la lira es esta que algún día
pulsó Batilo en la ribera undosa
del Tormes, cuya voz armonïosa
el curso de las ondas detenía.

Quede pendiente en esta selva fría
del lauro mismo que la cipria diosa
mil veces desnudó, cuando amorosa
la docta frente a su cantor ceñía.

Intacta y muda entre la pompa verde,
sólo en sus fibras resonando el viento,
el claro nombre de su dueño acuerde;

ya que la patria, en el común lamento,
feroz ignora la opinión que pierde
negando a sus cenizas monumento.

***



Pedro Pablo Rubens, Autorretrato (1623)



Peter Paul Rubens (1577-1640) fue un pintor barroco de la escuela flamenca. Su estilo exuberante enfatiza el dinamismo, el color y la sensualidad. Sus principales influencias procedieron del arte de la Antigua Grecia, de la Antigua Roma y de la pintura renacentista, en especial de Leonardo da Vinci, de Miguel Ángel, del que admiraba su representación de la anatomía, y sobre todo de Tiziano, al que siempre consideró su maestro y del que afirmó «con él, la pintura ha encontrado su esencia». Trató una amplia variedad de temas pictóricos: religiosos, históricos, de mitología clásica, escenas de caza, paisajes, retratos, así como dibujos, ilustraciones para libros y diseños para tapices. Fue el pintor favorito del rey Felipe IV de España, su principal cliente. 


El juicio de Paris (Museo del Prado, Madrid, 1639)


"El juicio de Paris" es un óleo del pintor Pedro Pablo Rubens, y es considerado como uno de sus últimos trabajos. Mide 199 cm de longitud y 379 de anchura y se conserva en el Museo del Prado, en Madrid. La obra le fue encargada por Felipe IV de España por mediación del cardenal-infante Fernando de Austria, hermano del rey y gobernador de los Países Bajos. Sentado en el tronco de un árbol, aparece el pastor Paris, quien tiene que elegir a la diosa más bella del Olimpo, con el aspecto dubitativo propio de tan difícil tarea. Le sostiene la manzana de oro que constituye el premio el dios Hermes, con el caduceo y el petaso; se muestran ante ellos las tres diosas contendientes, de izquierda a derecha: Atenea, diosa guerrera y de la sabiduría, con las armas que la caracterizan en el suelo y envuelta en un rozagante velo de seda plateada; Afrodita, la diosa del amor, en el centro, envuelta en un paño color carmesí y con su hijo Cupido a los pies y un amorcillo volador que muestra cuál será el veredicto, pues se dispone a coronarla mientras dirige una mirada cómplice al espectador; y finalmente, Hera, la reina del Olimpo como esposa de Zeus, representada de espaldas, mientras se desprende del rico manto de terciopelo morado recamado en oro que la cubre, en una bella postura serpentinata y con un pavo real, su atributo, posado en la rama de un árbol cercano.

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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 15 de junio de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy miércoles, 15 de junio de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.






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