Generaciones
Esta mañana hablaba mi hija pequeña conmigo sobre sus inminentes vacaciones de verano, que está planeando con todo detalle con su marido para que resulten un éxito... Me resultó curioso observar la diferente forma de ver la vida de una generación: la suya, y la mía... Ella organiza su vida como un plan a largo plazo; yo la organizo en plazos de veinticuatro horas y con el horizonte de "cuatro lunas" (que diría el protagonista de "Bailando con lobos") visto casi como una eternidad...
Vicisitudes personales aparte, el día de hoy me está resultando bastante extraño, así que como suele ser habitual me refugio en mi mujer, mis hijas y, sobre todo, mis nietos, y por supuesto, mis libros... Y no tengo ánimo para graves disquisiciones, y menos aun, teológicas.
Ayer me reconfortó sobremanera leer "Si leyeran bien la Biblia,dejarían de creer", la entrevista que Jesús Ruíz Mantilla, en El País Semanal, le hacía al profesor italiano Piergiorgio Odifredi, una especie de "bestia negra" para la curia vaticana, que reproduzco en el enlace de más arriba, y cuyos sarcásticos comentarios comparto. Sin beligerancia, eso sí, porque mi descreimiento no es combativo.
Pero sobre todo disfruté con el bellísimo artículo del escritor Gustavo Martín Garzo titulado "La educación de los niños" que también publicaba El País. Ignoro si Martín Garzo es padre, supongo que sí, por lo que escribe y por como lo escribe. Yo, como abuelo, lo suscribo plenamente.
En su artículo cita dos libros que recomiendo con énfasis: "El guardian sobre el centeno", de J.D. Salinger (Alianza, Madrid, 1997) y "Habíamos ganado la guerra", de Esther Tusquets (Ediciones B, Barcelona, 2007). He leído los dos y ambos me han parecido excelentes. La primera es una novela de culto entre los alumnos norteamericanos de Secundaria; una lectura obligada en los Institutos de aquel país, que relata en primera persona del singular la iniciación a la edad adulta de un joven inadaptado, caprichoso y consentido. La segunda, son las memorias de juventud de la escritora y editora catalana Esther Tusquets, un relato con el que me sentí absolutamente identificado cuando lo leí por muchas razones, no solo por el relato de vivencias personales muy similares, sino por la coincidencia de tiempo, lugar y circunstancia de muchas de las situaciones que cuenta. Y mañana..., pues será otro día. Espero que mejor.
La Vía Láctea
Entrada 2253
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