lunes, 28 de noviembre de 2011

Libertad o seguridad: ¿Final de una época?






Madrid, 11/3/2004





El debate que nos traemos en las sociedades exopulentas de Occidente desde los atentados de Las Torres Gemelas de Nueva York, los de Madrid, Londres, Bagdad y otros muchos lugares, sobre si hay que sacrificar parte de nuestra libertad en favor de una mayor seguridad, me parece un debate maniqueo. Se diga lo que se diga, el mundo no está dividido entre buenos y malos. Dicho lo anterior, a mi lo que me produce un cada vez mayor desasosiego interior es el ver como los gobiernos occidentales están utilizando la lucha contra ese inaprensible terrorismo global (Bush llegó a declarar el “estado de excepción universal”) como coartada para, por un lado, dejarnos muestras de su incapacidad para luchar contra él con la ley en la mano; en segundo lugar para eludir responsabilidades, y en último, por no seguir con la lista, para cercenar libertades individuales que han costado siglos de lucha, violencia, muerte y sacrificios. Y ese es un debate falso. Porque no hay libertad posible sin seguridad, ni seguridad sin libertad. Y punto. Ambas son irrenunciables, solo que conservar la libertad es responsabilidad de la ciudadanía y mantener la seguridad es responsabilidad de los gobiernos. Y ni uno ni otro podemos hacer dejación de esas responsabilidades sin correr el riesgo que a finales del siglo XVIII denunciara el que fuera presidente de los Estados Unidos de América, Thomas Jefferson: “Quién sacrifica su libertad en aras de su seguridad acabará perdiendo ambas”…

Y hablando de hundimientos... Acabo de ver por enésima vez la película “El hundimiento” (Der Untergang), dirigida por el realizador alemán Olivier Hirschbiegel en el año 2004, y cuya acción se situa en el interior del bunker de la Cancillería del Reich, en los primeros días del mes de mayo de 1945, mientras las tropas soviéticas cercan la ciudad de Berlín.

Me ha parecido una impresionante película, dura, realista, sin concesiones; y al mismo tiempo lo suficientemente intimista como para permitirnos asistir, asombrados, al derrumbe final de unos hombres y de un régimen  que se pretendió de mil años de duración. Hay escenas desoladoras, como el suicidio forzado de los pequeños hijos del matrimonio Goebbels. O de los sentimientos que afloran en muchos de los personajes de la película ante el desenlace final que presienten inmediato. Estremecedoras las imágenes finales de la película con la huida de la Cancillería en llamas, atravesando las filas del ejército rojo, de la joven Trauld y de uno de niños de las Juventudes Hitlerianas que defendieron Berlín hasta el último momento.


Impresionante la caracterización del actor Bruno Ganz en el papel de Hitler. Y muy acertado el de la bella actriz Alexandra María Lara en el de Trauld Junge, la jovencísima secretaria personal del caudillo nazi, a través de cuya asombrada mirada se  nos cuenta la historia real de los últimos días del dictador y de su regimen.

No es una película para estómagos blandos, pero desde luego más que recomendable como reconstrucción vívida y realista,  desde dentro, de una época que terminaba de forma tan atroz. Se puede ver un avance de la película en el video que acompaña la presente entrada.

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt







El efecto dominó






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Entrada núm. 1430 -
Reedición de la publicada en el blog el 2/10/2006
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)

"El hundimiento" (2004), de O. Hirschbiegel

domingo, 27 de noviembre de 2011

"Una Mujer Desnuda y en lo Oscuro", por Joan Manuel Serrat

"Palabras de amor", por Ana Belén y Joan Manuel Serrat

"Si la soledad es el sentimiento que surge cuando se constata que no soy nada, ni nadie para un alguien, el antídoto eficaz será la experiencia de importar a otro, y de importarle mucho. En una palabra, la soledad muere cuando nace el amor". (Anónimo).

Buenas noches. Les dejo con las palabras de amor de Ana Belén y Joan Manuel Serrat. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt










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Entrada núm. 1428 -
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sábado, 26 de noviembre de 2011

100 000 gracias...







HArendt



Hace unos minutos que "Desde el trópico de Cáncer" ha recibido su visita número 100 000 desde que el 1 de junio de 2010 se pusiera en marcha el contador del blog. Me siento abrumado... No se si es mucho o poco, pero gracias, de todo corazón a los que se han acercado hasta él en este tiempo. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt








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Entrada núm. 1427 - 
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Repensar la izquierda: "¿Blowing in the wind?"






Norberto Bobbio






En su libro "Derecha e izquierda" (Taurus, Madrid, 1998). el filósofo y politólogo italiano Norberto Bobbio afirmaba: "aquellos que dicen que no hay diferencias entre la izquierda y la derecha son siempre de derechas". El historiador británico Tony Judt, fallecido el pasado año, en su también afamado libro "Algo va mal" (Taurus, Madrid, 2010), expresaba la necesidad de repensar la izquierda, siempre desde presupuestos estrictamente democráticos, si no se quería que desapareciera de la política el ideal de progreso de las libertades y derechos ciudadanos arrollados por el fenómeno de la globalización financiera. De ambos autores y libros ya he escrito en ocasiones anteriores en el blog; a ellas me remito.

Hoy publica El País un interesante artículo, "Aprender de la derrota", del diputado socialista Odón Elorza, con el que coincido plenamente, y que comparte muchos de los presupuestos expresados por Bobbio y Judt sobre la necesidad de "repensar" la izquierda.

En democracia, las derrotas en la urnas nunca son irreversibles. Y deberíamos aprender de ellas, algo, por lo que veo, bastante difícil de asumir por los que viven "de" la política más que "para" la política, que son "casi" todos los que están. Esta entrada se la dedico especialmente a todas aquellas personas y ciudadanos que creen que la política está por encima de la economía; que la democracia, las libertades y los derechos individuales están por encima de los mercados, los banqueros y las agencias de calificación; que las necesidades sociales no pueden ser preteridas a las necesidades financieras; que Europa (otra Europa federal, no ésta de mercaderes) es la solución, y no el problema.

No se si lo anterior está escrito sobre el viento, como reza el título de la hermosa canción interpretada por Joan Baez que acompaña la entrada. De lo que estoy seguro es de que este viento reaccionario que nos arrasa ahora mismo no puede, no debe conformarnos. 

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt






Tony Judt







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Entrada núm. 1426 -
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Joan Baez: "Blowing in the wind"

viernes, 25 de noviembre de 2011

Canción para La Magdalena, por Joaquín Sabina

Para mi, la más bella canción de Sabina; sin dudarlo. Estoy seguro de que hasta el mismo Jesús de Nazaret histórico, Él, que fue el mejor amigo de las mujeres, sonreiría complacido al escucharla. Buenas noches y sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt













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Entrada núm. 1425 -
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jueves, 24 de noviembre de 2011

Dream






Dream




Esta madrugada recibí un correo electrónico bastante inusual. No por la dirección electrónica desde la que me llegaba, la de una antigua y querida amiga catalana, de Tarragona, sino por lo que figuraba en el recuadro de asunto: "Para mami", y por la firma que aparecía al final del mensaje: Dream.

Todos los que convivimos con animales sabemos que los animales hablan. A su manera, pero nos hablan. Con toda claridad. Algunos, hasta escriben. Sobre todo aquellos que se han convertido en personajes literarios, cuyos nombres no voy a enumerar porque son sobradamente conocidos. Hasta hubo uno, un caballo, Incitato, histórico y real, que llegó a ser cónsul de la república romana... Lo que resulta más novedoso es que animales de carne, hueso y alma, sí, los animales también tienen alma, es que manden correos electrónicos. Cosas de la modernidad.

No tengo la menor idea del porqué me ha llegado a mi; supongo que por error. O quizá no, que lo haya enviado a propósito porque sabe que conozco a la destinataria y de alguna manera quería hacerme saber lo que está sintiendo, ahora que su "mami" no está en plenitud física a causa de un accidente laboral ocurrido hace unos meses. O quizá, también, por qué no, sabedor de mis manías escribidoras, para que lo publique en el blog y todos los otros amigos de su mami sepan cuanto la quiere... 

Conozco a Dream, un yorkshire terrier, desde que nació. Y a su mami, María Francesca, también, claro está desde bastante antes que a él. Su mamá y yo nos conocimos a mediados de los 80, en Madrid. Una fresquita tarde de invierno, en la terraza de una cervecería de la plaza del Ángel, frente al Teatro Español, donde habíamos quedado el grupo de delegados de alumnos de  Geografía e Historia de la UNED, venidos de toda España para una reunión que tendría lugar al día siguiente en la Facultad. Congeniamos los dos a primera vista, y a pesar de la distancia y del tiempo transcurrido, ahí seguimos: ella, yo, y otros muchos, como los que aparecen en la foto que acompaño, de un año después, en una nueva reunión celebrada en el centro asociado de la UNED en Tortosa (Cataluña), organizada precisamente por María Françesca. Tan amigos como entonces, o más... Otra cosa más que agradecer a la vida, y a nuestra universidad.

Me ha emocionado el relato de Dream. entre otras muchas razones porque me ha recordado a mi perro Parchís, otro yorkshire terrier, que también hablaba, bebía café solo, dormía con papá y mamá, me esperaba en la puerta de casa cuando volvía del trabajo, y se hacía el muerto con maestría cinamatográfica cuando alguien simulaba que le disparaba, con un dedo extendido, y decía ¡pumm!...


Muchas gracias por recordármelo, Dream, aunque no fuera esa tu intención. Dale un beso muy grande a tu mami de mi parte, y otro muy grande también para tí. Dile que que se cure pronto; y que la quiero mucho... ¿Vale?

La foto de grupo, está tomada en el Delta del Ebro, el día de la reunión de delegados de alumnos en Tortosa. María Françesca aparece en el centro de la misma, y justo detrás de ella, en la última fila, este impenitente escribidor. 


Les dejo con la carta de Dream a su mamá. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt







María Françesca
  





"Para Mami",  de su Dream
 24/11/2011

Soy un perro. A diferencia de ese gato presumido de Sosaki, yo si tengo nombre. Y no un nombre cualquiera, no. Me llamo Drim, aunque se escribe Dream, si, si, en inglés, por eso no es un nombre cualquiera: corto, sonoro, con significado: Sueño. Me lo puso mi mami. Ah, mi mami! Pero ya cuando nací, en un lugar donde los humanos se dedican a criar perros y luego venderlos a otros humanos como mascotas, me bautizaron  -bueno, bautizar en sentido figurativo ¿eh?- con el nombre de Ciro. Fíjate, yo con el nombre de un importante rey de los persas, Ciro el Yorksire. Porte aristocrático sí que tengo, modestia aparte. Y también a diferencia de ese gato callejero tan sabiondo, tengo pedigrí, que es algo que los hombres se miran mucho a la hora de adquirir un animal de compañía ¿tiene pedigrí? Ah, pues no lo quiero,  yo quiero uno que tenga pedigrí, no un chucho callejero. Llegué a casa de mami a través de una amiga que tenía otra mascota de mi raza. Solo tenía un defecto, y es que era muy besucón y llenaba de babas a todo el que se le acercara. Un poco más pequeño que yo, puro nervio. Coñazo perro, que no se estaba quieto ni atado. Yo siempre he sido muy áspero. De pequeño no soportaba que me cogieran en brazos –puñetera manía que tienen los humanos de cogernos en brazos, manosearnos y besarnos- y eso de los besos he empezado a practicarlo ya de mayorcito, tal vez porque mi mami me besa mucho y ahora me gusta tanto que empecé a pensar que a ella también le gustaría que yo la besara. Y así lo hago y veo que sí, que le gusta. Aunque durante poco rato, porque no estoy acostumbrado y me cuesta. No veo yo eso de los besos como cosa de perros, que quieren que les diga.


Ya he cumplido los once años, o sea que estoy en la edad que los expertos consideran anciano para un perro. Y digo yo, ¿qué sabrán estos expertos sobre la vida de los perros si nunca han sido perros? 7 años de mi vida por uno de ellos. Y si los números no me fallan, en estos momentos tengo unos 77 años. Ahhhh, que me da un ataque de risa. ¿Qué os creéis, que los perros no nos reímos? Los humanos me parecéis bastante tontos. Pensáis que sois superiores a todos los bichos del reino animal. Pero si no sabéis ni andar a cuatro patas, con lo cómodo y rápido que es. Pues sí, los perros reímos, lloramos sin lágrimas, sufrimos, amamos, sentimos, tememos tos, nos tiramos pedos, eructamos, hacemos pipí y caca, tenemos miedo, nos estresamos, reconocemos a quienes nos aman de los que no, nos hacemos entender sin hablar, escuchamos, obedecemos, vemos la vida en dos colores –pero nos basta-, nos defendemos, demostramos nuestra alegría a todas horas saltando y moviendo nuestro rabo, protegemos a los nuestros, defendemos nuestro territorio, nos gusta el sexo tanto o más que a vosotros los humanos, nos enamoramos de nuestras perritas y luchamos por conseguir su amor, sabemos distinguir una buena comida de los restos de la vuestra, saboreamos el agua que bebemos… Ya veis, todo igual que al resto de la gente.


A pesar de tanta igualdad, debo confesar que existen grandes diferencias entre nosotros, los perros. Y eso se debe a la suerte que cada uno haya tenido en encontrar a su familia. Cuando paseo con mami –ah, mami- por la calle acostumbro a cruzarme con algún que otro compañero. Y cuando ves a su dueño ya sabes con qué clase de perro te vas a encontrar. Están los estirados, esos que ni te miran cuando pasas por su lado; incluso se apartan como si tú fueras un apestado y aligeran el paso para no hacerse el encontradizo. El dueño hace lo mismo: simula una prisa que no tiene y no ya ni te mira, es que ni te ve. Esos son perros infelices, pero como no les dejan tener relaciones sociales con otros perros, pues no se pueden desahogar ni les podemos ayudar y siempre llevan esa mirada penosa encima. Sus dueños tampoco se relacionan mucho con gente de su especie. Son personas solitarias, agrias, un tanto desgraciadas en su vida personal, laboral y social y que un día decidieron poner un perro en su vida para encontrar un poco de compañía. Da pena verles a los dos. 


Ah! y luego están los amiguillos de verdad, esos que se alegran de verte, que te esperan en medio de la calle ya moviendo su rabo y que desean olerte y ladrarte dándote los buenos días o las buenas tardes. Después de saludarnos, hala, cada uno al arbolito de turno para dejar nuestra marca. ¡Cómo los quiero a esos!  Alegran mi rutina diaria, y no digamos sus mamis o sus papis. Son tan simpáticos como ellos. Siempre entablan conversación con mami, la mayoría de las veces sobre nosotros mismos, que si tal, que si cual, que qué guapos somos, que qué bien peinados vamos hoy, que qué graciosos, que como movemos la colita, que si Poti ha estado malito con diarrea, que qué comió, a pues no sé, algo en la calle –siempre es la calle-, ahora está a dieta y Poti me dice que está hasta las narices de arroz hervido, que él lo que quiere es su perolete de cada día, con su buena ración de premios. Anda, anda, quejica, que si por ti fuera te comerías un pollo entero y mojarías pan en la salsa. Pues anda que tú, pijo del culo –siempre me llama así, no sé de donde le salió esa coletilla de “culo”- que estás suspirando para que te suban a la mesa y te den de todo lo que hay en los platos. Sí,  debo reconocerlo: estoy muy mal criado y consentido. En casa mando yo, con permiso de mami y hasta que ella quiere. Buf, cuando ella se cuadra, sálvese quien pueda. Luego nos encontramos con Mandi, una preciosa perrita pelirroja que me tiene el seso sorbido y a la que le importo un pito, o dos. Siempre me enseña los dientes y me dice ni se te ocurra acercarte que te los hinco. Y yo, con mi porte regio le digo, como si no me importara –pero sí que me importa-, pues que te den morcilla, y me marcho contoneándome y con la cabeza bien alta. Habrase visto la arrogante de la perra. Y mira que es guapa la jodida, pero no me deja ni olisquearla. Y alguna vez nos encontramos con esos perros tan enormes, que a mí me dan unas ganas de tirarme a su yugular y luchar a muerte con ellos, que si no fuera por mami –ah, mami- ya estaría supermuerto docenas de veces. Se creen que me asustan y que dan miedo por ser tan grandotes, pero yo soy un tío valiente donde los haya, por mis genes corre sangre de antepasados que luchaban con los hurones en las madrigueras, con las malditas ratas y otras alimañas. Porque es que además te miran con superioridad –vale que son muy grandes-, pero eso no les da derecho a menospreciar a los chiquitos. Mami, ah mami, no me deja acercar a ellos. Cuando les ve venir ya me frena la correa y me reprende cuando empiezo a gruñirles y me voy directo a sus cuellos. Siempre me dice, mira que eres tonto, que no ves que con solo abrir su boca ya estarías caput . ¿Qué querrá decir con eso de caput? Yo me enfado. Da igual, no me sirve de nada.


Hay otro tipo de perros a los que hay que tener a raya, porque no son lo que parecen, ni sus dueños tampoco. A simple vista parecen dóciles y nada agresivos. Sí, sí, fíate tú de esos. Disimulan y cuando te tienen a tiro, zas, mordisco al canto.  A esos los evito siempre. Son mala gente, traicionera, en los dos sentidos, perro y dueño.


A mami le gusta mucho jugar a pelota y yo para complacerla juego con ella. Cada dos por tres aparece con una pelota nueva  ¿Será que se cansa de las antiguas? Tenemos la casa llena. Yo las escondo debajo del sofá para tener un poco despejado el territorio, ya que son objetos peligrosos y mami puede pisarlas y caerse. Así que me he convertido en el guardián de las articulaciones de la gente de mi casa. Dream, ¿dónde está la pelota? Eso es que quiere jugar. Y yo voy entonces y la busco. Si están todas debajo del sofá le muestro el lugar y ella la saca. Entonces empezamos un interminable partido de fútbol. Yo la chuto con mi hocico y ella me la devuelve con su pie; yo la paro con mis manitas y mi boca y se la vuelvo a tirar. A veces se me escapa intencionadamente y entonces mami grita gol, te he marcado un gol! Y se la ve ten feliz que yo me dejo marcar alguno que otro para que ella grite gol, te he marcado un gol! Y así nos pasamos un buen rato, hasta que ella se cansa,  pero yo sigo jugando para hacerla reír, porque soy un artista consumado con la pelota. Hago lo que quiero con ella. Me tiene subyugado esa bolita, como se mueve, como salta, como se para… A veces me quedo estirado mirándola fijamente frente a mí, quieta, parada, esperando que de un momento a otro se ponga a rodar, como si mis ojos pudieran darle velocidad. Estoy convencido de que un día se pondrá a correr solita. Entonces, de un salto me levanto, la cojo entre mis dientes y la tiro al aire. Me fascina verla rebotar y rebotar y rebotar hasta que se vuelve a parar. ¿Qué tendrá dentro para saltar como lo hace? ¿Habrá algún animal misterioso en su interior, tipo canguro, que hace que pegue esos brincos? ¿Llevan pilas como los feos conejitos de un anuncio de la tele que los hacen andar como tontos metros y metros hasta que las pilas se acaban y los conejitos no saben ni dónde están ni cómo van a regresar?  Seguro que mis pelotas saltarinas son mágicas, porque las compra mi mami y todo lo que hace mi mami es mágico.Mami es mi refugio y mi paz, mi tranquilidad. Cuando estoy malito ella me cuida, me da esas asquerosas medicinas que yo no me quiero tragar y esas pastillas que escupo con gran habilidad. Pero, ah, ella tiene sus trucos. Me las inyecta disueltas a placer con una jeringuilla en la boca y ahí yo ya no tengo nada que hacer. Pataleo para que vea que no me gusta que me chuten y hago miles de ascos, aunque al ratito ya me encuentro un poco mejor. Así que haré el propósito de portarme bien cuando me toque la dosis, porque yo sé que mami nunca haría nada que pudiera perjudicarme y si ella me cuida tanto y me hace feliz yo también debo hacerla feliz a ella. Cuando tengo miedo, siempre busco sus brazos y ella me los abre y me acoge con todo el amor que se le puede dar a un hijo .Ella dice que yo soy su niño pequeño –debe decirlo por el tamaño- y debe ser verdad que lo cree así, porque desprende tanta ternura que casi me derrito


Mami lleva días malita. Tiene algo en su pie, aunque no ha sido por culpa de las pelotas, que yo las escondo muy bien para que no se caiga, pero un día llegó a casa con toda su pierna vendada y sin poder andar. Yo no tengo medicinas para darle, así que me estiro a sus pies y hago ver que duermo, cuando en realidad no le quito ojo de encima, no vaya a ser que se ponga peor y yo no tenga tiempo de avisar a papi, porque él sí que tiene medicinas para darle y mami se las toma sin hacer tantos aspavientos como hago yo. Y vigilo atentamente para que no sea tan traviesa como yo y las escupa, porque así no se curaría y mi vida sin ella ya no tendría sentido.


Ahora muchas mañanas me quedo solo en casa porque dice mami que va al médico de la patita para curarse pronto, que vuelve enseguida, que me porte bien, que no ladre ni rasque la puerta, porque es muy importante para ella ir a ese médico. Se me hacen eternas esas horas. Me estiro frente a la puerta y me quedo mirándola fijamente: por ahí se ha ido, por ahí vendrá. Y cuando llega le hago unas grandes fiestas, salto, corro, le traigo la pelota… pero mami ya no está tan alegre y no me chuta la pelota porque no se puede poner de pie ni camina, sino que se desplaza en una silla enorme que anda sola.  Yo presiento que no me dice la verdad, que ese médico al que va no es tan bueno como el mío, porque sus medicinas no la están curando rápido. Deberé decírselo de alguna manera, que cambie de médico, que vaya al mío y que la pinche y le dé las pastillitas que tan bien me ponen a mí, que en cuatro días vuelvo a estar más fresco que una rosa. Yo presiento su dolor y algunas veces me pongo a darle besitos en su pie lastimado, para que sepa que la amo y que la cuido con mis limitados medios, y que quiero volver a salir de paseo con ella, y a jugar a pelota para que me marque todos los goles que quiera…Y ella sonríe y acaricia mi cabecita, dándome las gracias por mis desvelos, respondiendo a mis preguntas sin haberlas formulado, diciéndome que no sufra, que cada día se encuentra mejor, que pronto todo volverá a ser como antes. Y yo me dejo mecer por el sonido de esas palabras que hacen mella en mi corazón de perro, anhelando el momento de ver como mami se levanta de esa horrible silla. Así que ahora me estiro siempre frente a ella y la miro fijamente, como a mis pelotas, para ver si con mi penetrante mirada y mi ferviente deseo, hago que mami ande. No hay nada que la voluntad no consiga. Mami volverá a andar muy pronto. Palabra de perro.






Delta del Ebro (ca. ¿1985?)






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Entrada núm. 1424 -
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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Amor y "realpolitik" en el cine







El actor Michael Caine






De nuevo escribiendo sobre cine; me estoy repitiendo últimamente... Acabo de ver en Digital Plus, la película de Phillip Noyce “El americano impasible”, basada en la novela homónima de Graham Greene. Realizada en 2002, me ha parecido una hermosa e interesante película de intriga, amor y política, yo diría que a partes iguales. Intepretada por Michael Caine, en el papel de un periodista inglés destinado en Vietnam; Brendan Fraser, como funcionario de la Embajada de los Estados Unidos, y la bellísima Do Hai Yen, como la joven vietnamita unida sentimentalmente al maduro periodista, de la que también se enamora el funcionario norteamericano. Pero la historia de amor y celos es sólo la excusa de Greene, en su novela, y de Noyce, en su película, para relatarnos con crudeza la situación del Vietnam colonial en el otoño de 1952, con los franceses a punto de perder la guerra y los americanos ayudando bajo cuerda a corruptos funcionarios y militares vietnamitas con la intención de parar a cualquier precio el avance hacia Saigón de la guerrilla comunista.


Nadie es en la película lo que aparenta ser. Brendan Fraser es un agente de la CIA que suministra armas y explosivos a la derecha vietnamita para que comentan atentados indiscriminados contra la población civil que, luego, atribuirán a la guerrilla comunista. Michael Caine transmite a su periódico londinense los horrores de la guerra y de los atentados terroristas con veracidad, y su personaje se muestra sinceramente afectado por la muerte de inocentes víctimas en los atentados, pero no vacila en traicionar a Fraser y propiciar su asesinato por la guerrilla comunista movido por los celos. Por último, la joven vietnamita interpretada por Hai Yen, va y viene de los brazos de uno a otro de sus dos amantes movida por la necesidad de sobrevivir más que por el amor.

Como en todas las novelas de Greene, la política, vista desde el lado más humano -es decir, del lado de los que la padecen sin poderse sustraerse a ella ni influir en los acontecimientos- tiene un papel esencial. Y cualquiera que tenga memoria y un poco de capacidad para relacionar acontecimientos, creo que verá reflejados en la película muchos de los hechos de la política internacional que ahora mismo estamos padeciendo. Ni a palos aprendemos.

En el vídeo anexo que acompaña esta entrada pueden ver un excelente avance publicitario de la película que espero les resulte interesante.

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt







La actriz vietnamita Do Hai Yen






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Entrada núm. 1423 -
Reedición de la publicada en el blog el 3/9/2006
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"El americano impasible" (2002), de Phillip Noyce

martes, 22 de noviembre de 2011

Bertolucci y su Mayo del 68





La actriz Eva Green




Entre ayer tarde y hoy por la mañana he visto por televisión la película “Soñadores” ("The dreamers"), dirigida por Bernardo Bertolucci en 2003. Nada que ver con “El último emperador”, o “Noveccento”. Esta es una película intimista que me confirma mi predilección por el cine europeo, el cine de esa “vieja Europa” tan denostada por el Sr. Aznar, que se construye sin efectos especiales, persecuciones automovilísticas, malos y buenos y maniqueismo a tope. ¡Bien por él!, por el cine europeo;  no por Aznar.

Guapísima la actriz francesa Eva Green (Isabelle), muy bien secundada por Michael Pitt (Matthews) y Louis Garrel (Theo). La acción, en París. Primavera de 1968. Con el trasfondo de la revuelta estudiantil universitaria, poco y mal secundada por los obreros, que a punto estuvo de costar a Francia la V República.

Matthews, estudiante norteamericano llega a París para estudiar allí durante un semestre y perfeccionar su francés. Cinéfilo empedernido, asiste a las proyecciones de la Cinemathéque Francaise y allí conoce a Isabelle y Theo, dos hermanos de su misma edad, estudiantes universitarios también, y también como él, apasionados del cine, que aprovechando que sus padres van a estar ausentes durante un mes le invitan a mudarse a su casa.   

Conviviendo con ellos, Matthews percibe que la relación entre los hermanos es más “íntima” de lo que había imaginado. Su aparente sofisticación, tan envidiada por el norteamericano común, acaba atrayéndole hacia una relación que terminará por convertirse en una relación “a tres” a la que pondrá fin el estallido del movimiento estudiantil y su represión por el gobierno francés, siempre tangencial en la película.

Película salpicada de “guiños” cinéfilos, tan usados por Bertolucci, y propiciados por el “juego de las prendas” al que se someten los tres amigos continuamente, escenificando momentos de películas que deben identificar y que de no superar, implican el “pagar una prenda” de carácter sexual.

La película contiene bellísimos planos de desnudos de los tres protagonistas, especialmente de la actriz Eva Green, de la que dicen que tiene los senos más bellos del cine francés, con escenas de sexo bastante explícito (¡bien por el cine europeo!) que harían palidecer de envidia a los puritanos censores del cine comercial norteamericano.

Y como no, Bertolucci saca a relucir de nuevo el tema del incesto, como ya hiciera en “La Luna” o “El último emperador”, con un tratamiento exquisito. Una bella película de la que he disfrutado “a tope” y que recomiendo fervientemente.

Acompaño la entrada con el vídeo de un fragmento de la película, uno de los más "políticos" e intimistas de la misma, aquel en el que Matthews, el joven norteamericano, reflexiona ante su amigo Theo sobre el alcance de lo que está ocurriendo en París en esos días y la necesidad de implicarse en unos hechos que el considera históricos. 

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





El cineasta Bernardo Bertolucci




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Entrada núm. 1422 -
Reedición de la publicada en el blog el 26/9/2006
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"Soñadores" (2003), de Bernardo Bertolucci

Nov., 1963: Funeral y entierro del Presidente J.F. Kennedy

domingo, 20 de noviembre de 2011

Filosofía de supervivencia: "Zeigeist" o el espíritu de nuestro tiempo






Williams James





"Zeitgeist" es una expresión del idioma alemán que significa "el espíritu (Geist) del tiempo (Zeit)", que nos muestra el clima intelectual y cultural de una era. Desde el convencimiento de que la guerra no es la solución contra el terror y cuando vemos que la injusticia, el cinismo y la estupidez campan a sus anchas en el mundo de la política, la cultura, la economía y la sociedad; cuando los días se vuelven duros y aciagos y tendemos a perder toda esperanza…, me gustaría parafrasear una cita del filósofo norteamericano Williams James (1842-1910) que dice asÍ: “La sabiduría debería convertirse en la facultad de pasar por alto lo que se hace insuperable”. En ello estamos… 

Acompaño la entrada con el vídeo "Zeitgeist", documental del cineasta norteamericano Peter Joseph, que ha alcanzado una gran fama fuera de los circuitos comerciales habituales. 

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Peter Joseph





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Entrada núm. 1419
Reedición de la publicada originalmente en
"Desde el trópico de Cáncer" el 4/8/2006
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)

"Zeitgeist" (2007), de Peter Joseph

"Garganta profunda" (1972), de Gerard Damiano

sábado, 19 de noviembre de 2011

Günter Grass: El pasado al acecho






Günter Grass




El artículo del escritor chileno Ariel Dorfman en El País de hoy ("Günter Grass: Las claves de una ira") sobre el pasado nazi del escritor y Premio Nobel alemán, tan de actualidad, me ha producido una evidente desazón. Me parece bien que esas cosas se saquen a relucir -si es que no nos encontramos inmersos en una campaña destinada a publicitar su último libro- pero de ahí a poner en duda el valor moral de una persona que, con todos los errores que se le quieran achacar en su pasado, ha dado pruebas sobradas de talla moral en su trayectoria vital posterior, media un abismo. Creo que Dorfman lo describe bastante bien y la anécdota que le da pie para escribir su artículo resulta clarificadora del drama de tantas personas que, en un momento de sus vidas, erraron en el camino a tomar.

Acompaño la entrada con el vídeo realizado sobre la presentación de su último libro "Pelando la cebolla" (Alfaguara, Madrid, 2007) en Madrid. 

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





"Pelando la cebolla", de Günter Grass






"Günter Grass. Las claves de una ira", por Ariel Dorfman
El País, 24/8/2006

La primera vez que conocí a Günter Grass, nos peleamos furiosamente. Fue en marzo de 1975, si no recuerdo mal, que lo visité en su hogar cerca de Hamburgo, una amplia casa rural que daba a un río más plácido de lo que iba a ser, por cierto, nuestra relación tormentosa.

Al principio, todo anduvo sobre ruedas. Me había traído a ese lugar su gran amigo Freimut Duve, eminente editor, defensor de los derechos humanos y diputado alemán socialdemócrata por aquel distrito. Mientras Grass cocinaba una suculenta sopa de pescado -¡ya me habían advertido que era un gran cocinero!-, hablamos sobre su obra y la influencia descomunal que había tenido su Trilogía de Danzig en mi propia producción. De a poco, fui deslizando la razón, menos literaria, por la cual yo había buscado este encuentro. Había viajado desde el París de mi exilio -providencialmente, como se verá, con mi mujer Angélica- para proponerle a Grass que prestara su firma a una campaña en defensa de una cultura chilena amenazada por Pinochet que habíamos armado con García Márquez, Cortázar, Rafael Aberti y Matta, entre muchos otros artistas e intelectuales. Ya se había sumado Heinrich Boll y pensaba que no sería difícil convencer a este otro Premio Nobel alemán de que nos diera su entusiasta adhesión.

Cuando terminé mi exposición, sin embargo, se quedó callado un largo rato. Enseguida, le puso una tapa a la olla, bajó el gas para que se fuera guisando aquel bouillabaise tedesco con toda la lentitud que se merecía, y se fue a contemplar unos hermosos dibujos en que estabatrabajando.

Al levantar la vista, noté en sus ojos un sorprendente resplandor de cólera. Y dijo: “¿Por qué no quieren asistir los compañeros
socialistas chilenos a la reunión en defensa de los patriotas checos que se hará en Francia este verano?”.

Yo le expliqué que, por mucha simpatía que tuviéramos muchos demócratas chilenos por la primavera de Praga y la lucha de los
disidentes checos, era políticamente inviable manifestar tal predilección en forma pública. Hubiera significado una ruptura con los comunistas chilenos en un momento en que ellos formaban parte -más aún, eran la espina dorsal- de la resistencia a la dictadura, tal como habían sido pieza clave y leal durante el Gobierno de Salvador Allende.

Mi aclaración no logró aplacar a Günter Grass. Para él, los soviéticos habían intervenido en Checoslovaquia con la misma arrogancia imperial que los norteamericanos en Chile, y era crucial denunciar simultáneamente a los dos superpoderes, unirse en la defensa del socialismo democrático, seguir buscando un modelo económico y social que rompiera con los grandes bloques hegemónicos. Y cuando yo respondí que para sacarnos a Pinochet de encima no podíamos perjudicar el indispensable apoyo de la Unión Soviética, junto al de sus aliados, el autor de El tambor de hojalata, no quiso dirigirme más la palabra. Por suerte, había quedado seducido con el encanto de mi mujer y dedicó el resto de nuestra visita a conversar animadamente con ella. Comenté más tarde con mi amigo Freimut que, de no haber estado Angélica presente, Grass seguramente me hubiera expulsado de su hogar. Al despedirse, eso sí, me lanzó algunas palabras finales: “Cuando algo es moralmente correcto”, dijo, “hay que defenderlo sin preocuparse de las consecuencias políticas o personales que vamos a pagar”.

Pienso ahora, treinta años más tarde, en esa admonición perentoria que me espetó. Sería fácil devolvérsela con altivez, echarle en cara sus propias fallas éticas a ese hombre que me había exigido rectitud insobornable, preguntarle hoy con qué derecho trataba de darme lecciones de honradez alguien que escondía en ese mismo momento su propio pasado nazi. Esa ha sido, por lo demás, la reacción de la mayoría de los comentaristas.

Aunque tal indignación me parece comprensible, sospecho que es también intelectualmente peligrosa y hasta un poco holgazana. Porque no creo que el hecho de que Günter Grass haya ocultado durante casi toda su vida su participación en las SS de Hitler invalide sus posteriores posturas morales o políticas. Tenía razón en sus juicios sobre Alemania y la amnesia que la aquejaba. Tenía razón en su defensa de la revolución sandinista. Tenía razón en que la reunificación de su paísdebió haberse llevado a cabo de otra manera. Tenía razón en que es necesario recordar a las víctimas alemanas de los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Y tenía razón también en el caso particular que llevó a que nuestro primer encuentro fuera tan desafortunado. Yo mismo se lo hice saber unos años más tarde, cuando coincidimos en La Haya para una conferencia literaria, y se lo reiteré en varias
ocasiones en las décadas siguientes: los socialistas chilenos deberíamos haber abrazado la causa de los disidentes de los países comunistas con mayor arrojo e integridad y yo mismo, como escritor, tenía una obligación adicional de plantearme a favor de la libertad, dondequiera que se viese vulnerada.

Tenía razón Günter Grass, sí, pero todos estos años me quedó dando vuelta otra pregunta más enigmática: ¿por qué tanta furia frente a lo que era, después de todo, una legítima diferencia de opiniones? ¿Por qué tanta cólera?

Ése es el misterio que las revelaciones sobre el pasado de Grass permiten ahora ir -tal vez, tal vez- develando. ¿No es posible que fuera precisamente ese joven nazi, ese culpable alter ego adolescente, el que demandaba a su encarnación adulta que nunca más se permitiera una posición que no fuera transparente, definitiva, éticamente tajante? ¿No explica eso tanto arrebato, tanta efervescencia?

Claro que hay que tener cuidado. Si algo nos enseña la obra literaria de este autor gigante es que somos seres complejos y contradictorios y probablemente indescifrables. No sería justo que termináramos reduciendo toda la vida de un escritor tan magníficamente múltiple a los mensajes que sin duda le fue susurrando a lo largo de su existencia aquel ser pretérito, maligno e inocente, que seguía pernoctando en su oscuro interior, ese pasado suyo que Günter Grass nunca pudo, creo yo, perdonar.







Ariel Dorfman




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Entrada núm. 1417
Reedición de la publicada originalmente 
en "Desde el trópico de Cáncer" el 24/8/2006
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son ella páginas en blanco" (Hegel)

Günter Grass presenta en España su libro "Pelando la cebolla" (2007)

Borges por siempre






Jorge Luis Borges (1899-1986)





Junto con el “Ulises” de Joyce, “Las nieblas de Avalón” de Marion Zimmer Bradley y la “Eneida” de Virgilio, que tengo leidos a medias, ayer comencé a leer “El Aleph” (Alianza, Madrid, 1984) del escritor argentino Jorge Luis Borges. Lo tengo en la biblioteca desde hace muchos años y una inexplicable aprensión -quizá motivada por toda la literatura de complejidad creada sobre las obras de Borges- me hacía reticente a su lectura. Llevaba varios días viéndole en la estantería, como mirándome y pidiéndome que lo intentara, que no me arrepentiría… ¿Atavismos de una relación amor/odio/pasión con los libros?… Es posible. Mientras mi familia disfrutaba del  atardecer en el jardín de casa con un último baño en la piscina, me decidí: no he podido dejarlo y lo he leido de un tirón… Sólo puedo decir que lamento no haberlo hecho mucho antes.

Como complemento de la entrada, he puesto un vídeo en el que se recoge, íntegra, la entrevista que Joaquín Soler Serrano realizara a Jorge Luis Borges, para TVE, el 23 de abril de 1980. 

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Portada de "El Aleph"




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Entrada núm. 1416
Reedición de la publicada originalmente en
"Desde el trópico de Cáncer" el 16/8/2006
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son ella páginas en blanco" (Hegel)

Entrevista a Jorge Luis Borges (TVE, 1980)