Durante las próxima semanas voy a intentar unir en una misma entrada algunos de los más bellos sonetos en lengua española y de mis pinturas clásicas favoritas. Espero que sean de su agrado. Hoy dedico la entrada al poeta Mariano Roca de Togores y su soneto Campo estéril, mortífera laguna, y al pintor Gustav Klimt y su famoso cuadro La dama dorada. Disfruten de ambos.
Mariano Roca de Togores
Mariano Roca de Togores, marqués de Molins (1812-1889), fue un insigne escritor, político y orador español, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Real Academia Española, de la que llegó a ser director en 1865. Como escritor cultivó todos los géneros: dramas históricos, seguidillas populares, romances jocosos, poemas de amor y religiosos. Fue un mecenas de las artes y las letras y eran famosas sus veladas literarias en su palacio de Madrid, a las que asistían artistas como José Zorrilla y Ramón de Campoamor. Fue ministro de Fomento, cargo desde el que reformó las Reales Academias de la Lengua, Historia, Medicina y Ciencias Naturales y la de Leyes y Jurisprudencia, y fundó la de Ciencias Morales y Políticas. Fue ministro de Marina en siete gobiernos distintos, contribuyendo poderosamente a la modernización de la marina española. Les dejo con su soneto
CAMPO ESTÉRIL, MORTÍFERA LAGUNA
Campo estéril, mortífera laguna
me vio nacer, y la yermada arena
présago iluminaba de mi pena
fúnebre rayo de sangrienta luna.
Trueno de muerte me arrulló en la cuna
cuando Castilla, al sacudir la ajena,
forjaba ya la bárbara cadena
que dio al Corso tirano la fortuna.
Mi primer tierno involuntario llanto
unióse al llanto de la patria mía
y mis ojos lloraron su quebranto.
De entonces miran en la luz del día
lúgubre antorcha de dolor y espanto;
y amo a mi patria, y lloro su agonía.
me vio nacer, y la yermada arena
présago iluminaba de mi pena
fúnebre rayo de sangrienta luna.
Trueno de muerte me arrulló en la cuna
cuando Castilla, al sacudir la ajena,
forjaba ya la bárbara cadena
que dio al Corso tirano la fortuna.
Mi primer tierno involuntario llanto
unióse al llanto de la patria mía
y mis ojos lloraron su quebranto.
De entonces miran en la luz del día
lúgubre antorcha de dolor y espanto;
y amo a mi patria, y lloro su agonía.
Gustav Klimt (1862-1918) fue un pintor simbolista austríaco y uno de los más conspicuos representantes del movimiento modernista vienés. Pintó lienzos y murales con un estilo personal, muy ornamentado. Intelectualmente afín al ideario romántico, sus obras están dotadas de una intensa energía sensual, reflejada con especial claridad en sus numerosos apuntes y esbozos a lápiz, en cierto modo herederos de la tradición de dibujos eróticos de Rodin e Ingres. Klimt se convirtió en un personaje muy notable en la alta sociedad vienesa, y estuvo relacionado de un modo u otro con los más notables círculos intelectuales del momento, en una época en la que Viena estaba dejando de ser la capital mundial del arte.
El Retrato de Adele Bloch-Bauer, también conocida como La dama dorada es una pintura de Gustav Klimt, fechada en 1907. A Klimt le llevó tres años completar este retrato, que mide 138 x 138 cm y está hecho con óleo y oro sobre tela marinera, con una ornamentación elaborada y compleja tal como se ve en los trabajos del Jugendstil. Klimt fue miembro de la Secesión vienesa, un grupo de artistas que rompieron con la forma tradicional de pintar. Adele Bloch-Bauer se convirtió en la única modelo pintada en dos ocasiones por Klimt. En 1925 Adele murió de meningitis, y cuando los nazis ocuparon Austria, su viudo se exilió en Suiza. Todas sus propiedades fueron confiscadas, incluida toda su colección de pinturas de Klimt. Muchos años después, y luego de una batalla legal en Estados Unidos y en Austria, se determinó que Maria Altmann, sobrina de Adele Bloch-Bauer, residente en Estados Unidos, era la propietaria legal de esta y otras cuatro pinturas de Klimt. La pintura ha pasado a ser la pieza central de la colección Lauder, en la Neue Galerie de Nueva York. Ronald Lauder, que fue embajador de Estados Unidos en Austria, trabajó durante años para intentar recuperar el arte propiedad de la comunidad judía, la mayoría de Alemania y Austria, confiscada o robada por el gobierno nazi.
La dama dorada (Neue Galerie, Nueva York)