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viernes, 18 de noviembre de 2016

[Política] Diario de sesiones de las Cortes Generales. El Rey preside la apertura de la XII Legislatura





El rey Felipe VI inauguró ayer jueves la apertura de la XII Legislatura de las Cortes Generales. Desde este enlace pueden acceder al Diario de Sesiones de las Cortes Generales, que recoge el desarrollo de la sesión, con el discurso de S.M. el Rey y de la presidente de las Cortes Generales. Y desde este otro, el vídeo completo de la sesión.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

domingo, 24 de enero de 2016

[A vuelapluma] Mariano Rajoy: La última desvergüenza de un personaje indigno y sin honor




Caricatura de Mariano Rajoy


Este último a "Vuelapluma" va a ser cortito y sin apenas nada original que aportar, pues me limito a reproducir lo que otra persona ha dicho al respecto con mucha mayor elegancia de la que yo pudiera hacerlo. Me refiero al artículo de hoy en El País de la periodista Soledad Gallego-Díaz sobre la espantada de ese personaje indigno y sin honor que es el presidente en funciones del gobierno de España, don Mariano Rajoy Brey, a la petición del Rey de que intentara formar gobierno como candidato del partido más votado en las elecciones del pasado 20 de diciembre.

Se titula Tácticas que hunden a instituciones, y lo reproduzco a continuación sin glosa ni comentario más alguno. Ni que decir tiene que lo comparto plenamente desde la primera letra del título al punto y final del mismo. Dice así:

"La maniobra que hizo Mariano Rajoy esta semana supone un doble desaire al rey. Primero, se negó a someterse al voto de investidura, como expresamente le pedía Felipe VI y como él mismo había asegurado que estaba dispuesto a hacer. Segundo, insinuó que el rey le volverá a pedir lo mismo en el momento que al propio Rajoy le convenga más.

La desagradable consecuencia de toda esta artimaña (que no tiene nada que ver con un negociación poselectoral, sino que solo aspira a paralizar los plazos constitucionales y a sacar ventajas) es que, por el camino, habrá quedado deteriorado el papel mediador del rey y la monarquía será una institución más de las que Mariano Rajoy y el PP vienen utilizando desde hace años como si fueran parte de sus estrategias y tácticas.

Es cierto que el presidente en funciones hubiera firmado su testamento político si se hubiera sometido a una investidura que tenía seguro perder en escandalosa soledad. Las constituciones europeas permiten que el jefe de Estado encargue la formación de gobierno a un candidato y que este renuncie al cabo de un tiempo si no logra los apoyos necesarios, pero la española exige que quien recibe el encargo se someta a la sesión de investidura. Debería ser uno de los motivos por los que la Constitución necesita una reforma, pero de momento, es la que es. Lo que ninguna constitución prevé es que un candidato que rechaza el cometido le diga al jefe de Estado en qué momento le vuelve a interesar.

Sería curioso que Sánchez aplicara la misma táctica que Rajoy y rehusara también la propuesta del rey. Puesto que, según la Constitución, hay que convocar nuevas elecciones dos meses después de la celebración del primer acto fallido de investidura, ¿qué pasa si no hay votación de ningún tipo? ¿En qué plazo podría el rey proponer al presidente del Congreso la disolución de las cámaras?

La operación parece destinada a meter presión al dirigente socialista, Pedro Sánchez. La esperanza del PP es que fracase en su rápida negociación con Podemos o que el comité federal del PSOE rechace ese eventual acuerdo, dos posibilidades no descartables dada la petulancia (y dudosa intención) con la que Pablo Iglesias se lanzó a proponer un gobierno de coalición con Sánchez, repartiéndose los ministerios, sin molestarse en anunciar acuerdos previos, políticos o económicos.

Desde el punto de vista de Rajoy, lo único que importa es que Sánchez, totalmente contrario a cualquier acuerdo con el PP, quede invalidado como candidato socialista, momento en el que el presidente en funciones, embozado en una anhelada abstención del PSOE, cree que puede llamar al rey para decirle: “Vuelva a pedírmelo ahora mismo”.

Lo que resulta inconcebible en toda esta historia es que Rajoy no haya aprovechado el 20-D para anunciar su retirada de la política o que los sectores más jóvenes y sanos de su partido no fueran capaces de imponerle ese abandono. El mismo día en el que Rajoy puso en marcha esta maniobra, una juez de Madrid ordenó imputar al PP por la destrucción de los ordenadores de Bárcenas y el número tres de la Presidencia del Gobierno presentaba su dimisión, señalado por haber participado durante su etapa en la empresa estatal Acuamed en la adjudicación de “compensaciones indebidas” a firmas particulares. ¿Cree posible el PP mantenerse en la presidencia del Gobierno, cercado por decenas de investigaciones judiciales e ignorando el coste que hace pagar a las instituciones? ¿Creen los dirigentes socialistas, tan lógicamente irritados con la jactancia de Podemos, que sus votantes soportarán mejor al PP?".

Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt







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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

sábado, 25 de julio de 2015

[A vuelapluma] El rey como símbolo. Mezquindades y mezquinos



Viñeta de Peridis en El País



"El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes". (Art. 56.1, de la Constitución Española). 

"1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. 2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. 3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria". (Art. 1 de la Constitución Española). 

El País de hoy, entre otros muchos medios, pero yo elijo el que creo que es mejor diario en lengua española del mundo, publica un artículo sobre la fiebre que se ha desatado entre algunas corporaciones locales españolas recién llegadas al poder por retirar de sus sedes toda imagen pictórica, escultórica o simbólica que recuerde a la ciudadanía que España es un Estado constitucionalmente monárquico. 

En español hay una palabra para designar esa actitud: "mezquindad". Palabra que el Diccionario de la Lengua Española define como: 1. Cualidad de mezquino, y 2., como acción o cosa mezquina. A su vez, la palabra "mezquino", que viene del árabe hispano "miskín", y este del árabe clásico "miskīn", y este del arameo "miskēn", que a su vez procede del acadio "muškēnu", se define como "Falto de nobleza de espíritu". 

Creo que la señora Colau y todos sus adláteres, palabra que el DRAE define como: "Persona subordinada a otra, de la que parece inseparable", se definen solos, no tanto por sus palabras como por sus hechos. A mí, al menos, solo me producen vergüenza ajena. 

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt



La Familia Real española




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domingo, 14 de junio de 2015

[A vuelapluma] ¿La Infanta mártir?




La Infanta Cristina de Borbón



Tiene toda la razón el editorial de ayer sábado del diario El Mundo sobre la irresponsable actitud de la que está haciendo gala la infanta doña Cristina de Borbón. Irresponsable, porque aquí no se trata de determinar si es culpable o no de un delito fiscal, algo que solo pueden determinar los tribunales, sino porque todo lo conocido sobre el comportamiento de su marido (y de su matrimonio) es tan poco ejemplar -al margen de su relevancia penal- que al conjunto de los españoles les resulta ofensivo su empecinamiento en mantener los derechos a un trono que no se merecería jamás por su conducta. Y aunque la Constitución es concluyente, como reconoce al respecto el editorial: sólo ella puede renunciar voluntariamente a ese derecho, hoy más que nunca cabe exigirle a la Infanta que lo haga, por el bien de una institución, la Corona, a la que tan escaso respeto ha mostrado. 

Los gestos, como los símbolos, tienen enorme importancia en una monarquía, dice el editorial de El Mundo. Y la decisión de Felipe VI de revocar a la Infanta Cristina el título de duquesa de Palma es uno de los más relevantes protagonizados por el Rey desde su proclamación hace casi un año, consciente de la necesidad de devolver la ejemplaridad a la Corona. El comportamiento de la Infanta desde que hace tres años estalló el caso Noòs ha sido tan desleal con la Monarquía y tan alejado de lo que se esperaba de una Infanta educada para servir al interés general de su país, que corrobora el acierto de la decisión de su hermano.

En mi entrada de hace justamente un mes, titulada "Ejemplaridad pública: Ciudadanos, funcionarios, políticos, reyes", exponía la opinión del filósofo y jurista Javier Gomá sobre la ejemplaridad exigida a la Corona: El Estado se organiza, decía, como una pirámide jerárquica de fuerza coactiva progresiva en la que cada escalón superior concentra más poder que el inferior sobre el monopolio de la violencia estatal. Así, continúa diciendo, en la base se encuentran los funcionarios, unidos al Estado por una relación estatutaria; en un estrato superior, los políticos, elegidos por sufragio libre y poseedores de las fuentes escritas del Derecho; y en el vértice de esta jerarquía, en las monarquías parlamentarias, el titular de la Corona, un título al que se accede por herencia. ¿Cómo es esto posible en nuestras modernas democracias?, se pregunta el filósofo Gomá. ¿Que legitimación le asiste a la Corona?

La transmisión de la jefatura del Estado por vía hereditaria, siguiendo reglas genealógicas, sigue diciendo, supone sin lugar a dudas la integración de un "momento" tradicional-histórico muy "Ancien Régime", en el racionalismo originariamente formal de una Constitución. La entrega de la máxima magistratura del Estado a una familia y a sus descendientes solo cabe considerarla democrática, aun siendo voluntad del pueblo, a condición de que este (el pueblo) retenga la integridad de su soberanía y que, en consecuencia, la posición estatutaria del rey no lleve aparejada ninguna cuota de poder coactivo, ni legislativo ni ejecutivo ni judicial, y solo ostente un valor simbólico. De esa manera, continúa, en la cúspide del Estado, esa escala de poder coactivo creciente, en el lugar que uno esperaría encontrar una apoteosis de fuerza y decisión, lo único que luce es un símbolo desnudo.

Hay muchos símbolos políticos en un régimen de monarquía parlamentaria como es el nuestro, decía allí: -bandera, himno, escudo- pero el principal de ellos es la Corona, que es un símbolo personal. En ella, lo simbolizado presenta la mayor seriedad: la unidad y permanencia de un Estado. Pero esa carga de sentido político se materializa en lo más doméstico y cotidiano que pueda imaginarse: una familia. 

En las constituciones modernas, la persona del rey no está sujeta a responsabilidad jurídica. Sin embargo nadie podrá exonerarle nunca del deber de fidelidad a su significado simbólico. Esta fidelidad al significado es otra forma de llamar a la ejemplaridad. El oficio del rey se agota en simbolizar esa apertura: en ejemplo que ejemplifica la ejemplaridad misma. Si encerrándose en su propia anécdota, concluye, es desleal a su simbolismo, pierde al punto su anterior gravedad y encanto y se torna ejemplo ininteresante, caprichoso cosmético, bagatela desechable. El antiguo mito político solo vale entonces como cuento para niños. La vulgaridad de vida banaliza la Corona y vacía el trono. 

No creo, sinceramente que ese sea hoy nuestro caso, concluía yo mi entrada citada, pues la monarquía y su titular en estos momentos han vuelto a recuperar el prestigio, confianza y aceptación de los que la Corona como institución gozó en sus mejores tiempos entre los españoles. Y más con este gesto tan cargado de simbolismo e indudablemente doloroso en lo personal.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




La Familia Real española




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