POSO
Quedan los amaneceres, queda la luz.
Queda el calor de las sábanas
o su frío intolerable y enfermo.
Quedan los transportes públicos.
Las miradas obscenas
de los desconocidos,
las historias que tal vez
y las que ya jamás.
Quedan los horarios.
Y el tiempo sin tiempo de la nada.
Queda el apetito. Queda la sed.
Quedan las carcajadas.
Los gritos detrás de esa ventana.
Queda la esperanza
y la muerte espantosa. Queda el dolor.
Y la náusea.
Quedan las sirenas de la policía.
Los aullidos de las ambulancias.
Los besos, quedan.
Michel Gaztambide (1959)
poeta franco-español
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