Pienso que se equivocan el PSOE y su socio, el PSC, ofreciendo a CIU y sus socios proindependentistas de Cataluña una hipotética reforma constitucional que no están en condiciones de acordar sin el concurso y acuerdo de otras fuerzas políticas. Entre ellas, el PP. Y viceversa, por supuesto. Tiene toda la razón el dibujante Peridis en tomárselo a broma. Y es una lástima, porque lo que adelanta de su propuesta el PSOE parece bastante sensato y oportuno.
Mucho más interesante está el artículo del insigne profesor catalán Gabriel Tortellá, catedrático emérito de Historia de la economía en la Universidad de Alcalá de Henares, que en el diario El Mundo de hoy lunes se toma también con cierta dosis de humor lo que él denomina "una tradición catalana" que consiste en el que, de manera periódica, y aprovechando un momento de crisis en España, el líder de turno se líe la manta a la cabeza y proclame la independencia. Pintoresca costumbre, añade, que inauguró el canónigo Pau Claris, que en enero de 1641, ante la inminente caída de Barcelona en manos de las tropas del rey Felipe IV. Les aconsejo su detenida lectura porque resulta sumamente ilustrativa.
Dice el sociólogo Karl R. Popper en su clásico libro "La sociedad abierta y sus enemigos", ya citado por mí con anterioridad, que el principio del Estado nacional, es decir, la exigencia política de que el territorio de cada Estado coincida con el territorio habitado por una nación no es, de ningún modo, tan evidente como parece resultarle a mucha gente en la actualidad. Aun en el caso de que todos supieran lo que quieren decir cuando hablan de nacionalidad, añade, no sería nada claro porque habría de aceptarse la nacionalidad como una categoría política fundamental, más importante, por ejemplo, que la religión, el nacimiento dentro de cierta región geográfica, la lealtad a una dinastía, o un credo político como la democracia (que constituye, podría decirse, el factor unificador de la políglota Suiza). Pero en tanto que la religión, el territorio o el credo político pueden determinarse con bastante claridad, continúa diciendo, nadie ha logrado explicar nunca lo que entiende por "nación" de tal modo que este concepto pueda constituir una base para la política práctica. [...] Ninguna de las teorías que sostienen que una nación se halla unida por un origen común o un idioma común o una historia común, es aceptable o aplicable en la práctica. El principio del Estado nacional no es solo inaplicable, dice, sino que nunca ha sido concebido con claridad. Es un mito, un sueño irracional, romático y utópico, un sueño de naturalismo y colectivismo tribal, concluye.
Las dos viñetas que reproduzco de la prensa de Las Palmas hacen referencia, supongo, a la pretensión de los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE, de buscar candidatos con tirón electoral ajenos a la propia estructura partidista, quizá por eso del refrán que dice, "cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas a remojar", por un lado, y por otro, esa frase tan aludida en política que dice que no hay peor enemigo que tus propios compañeros de partido, en este caso, de gobierno.
El tiempo, bien, gracias. Pasado por agua; y se agradece, pero el calor no baja... Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
Mucho más interesante está el artículo del insigne profesor catalán Gabriel Tortellá, catedrático emérito de Historia de la economía en la Universidad de Alcalá de Henares, que en el diario El Mundo de hoy lunes se toma también con cierta dosis de humor lo que él denomina "una tradición catalana" que consiste en el que, de manera periódica, y aprovechando un momento de crisis en España, el líder de turno se líe la manta a la cabeza y proclame la independencia. Pintoresca costumbre, añade, que inauguró el canónigo Pau Claris, que en enero de 1641, ante la inminente caída de Barcelona en manos de las tropas del rey Felipe IV. Les aconsejo su detenida lectura porque resulta sumamente ilustrativa.
Dice el sociólogo Karl R. Popper en su clásico libro "La sociedad abierta y sus enemigos", ya citado por mí con anterioridad, que el principio del Estado nacional, es decir, la exigencia política de que el territorio de cada Estado coincida con el territorio habitado por una nación no es, de ningún modo, tan evidente como parece resultarle a mucha gente en la actualidad. Aun en el caso de que todos supieran lo que quieren decir cuando hablan de nacionalidad, añade, no sería nada claro porque habría de aceptarse la nacionalidad como una categoría política fundamental, más importante, por ejemplo, que la religión, el nacimiento dentro de cierta región geográfica, la lealtad a una dinastía, o un credo político como la democracia (que constituye, podría decirse, el factor unificador de la políglota Suiza). Pero en tanto que la religión, el territorio o el credo político pueden determinarse con bastante claridad, continúa diciendo, nadie ha logrado explicar nunca lo que entiende por "nación" de tal modo que este concepto pueda constituir una base para la política práctica. [...] Ninguna de las teorías que sostienen que una nación se halla unida por un origen común o un idioma común o una historia común, es aceptable o aplicable en la práctica. El principio del Estado nacional no es solo inaplicable, dice, sino que nunca ha sido concebido con claridad. Es un mito, un sueño irracional, romático y utópico, un sueño de naturalismo y colectivismo tribal, concluye.
Las dos viñetas que reproduzco de la prensa de Las Palmas hacen referencia, supongo, a la pretensión de los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE, de buscar candidatos con tirón electoral ajenos a la propia estructura partidista, quizá por eso del refrán que dice, "cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas a remojar", por un lado, y por otro, esa frase tan aludida en política que dice que no hay peor enemigo que tus propios compañeros de partido, en este caso, de gobierno.
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Entrada 2404
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)
Todo poder corrompe y el poder absoluto, de forma absoluta (Lord Acton)
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1 comentario:
Como indica el profesor Gabriel Tortella acertadamente esto de Cataluña es ya una " costumbre " , además del citado monje , ya lo hicieron mas recientemente Francesc Macia en una ocasión y Lluis Companys en otra . Pero en esta ocasión la " cosa " tiene algunos otros componentes , por ejemplo en España gobierna el PP de Rajoy ,Convergencia es un partido en principio poco nacionalista , en Cataluña hay una situación político social " poco clara ", la misma posición del señor Artur Mas es algo difícil por no hablar de la CORRUPCION de " insignes " miembros de la familia Pujol alma mater de Convergencia , las elecciones catalanas están MUY cerca de la nacionales , todo esto y alguna cosita mas hacen que en esta ocasión la " costumbre " tenga otro sabor. Cordiales saludos
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