Dicen que cada cierto tiempo es necesaria una guerra para cambiar los valores y renacer cual ave fénix. No se oyen cañones, no hay tanques en las calles y tampoco sentimos que podamos morir. Pero lo cierto es que algo está rugiendo, los ánimos se caldean y ya hay bajas. Estamos en guerra pero no la reconocemos como tal. En lugar de fusiles se usan teléfonos que llaman y llaman para recordar lo que se debe. Los números no llegan, cada vez entra menos dinero y sale más; y no sale porque se gaste, sale porque en lugar de facilitar una solución prefieren cobrar regargos, quitar casas y de paso alguna vida. Y claro que sale el listo que dice: "La gente gastaba más de lo que tenía, ahora que se joda y pague". De mi parte: ¡Anda y que te jodan donde más te duela, cabrón! Se gastaba porque se podía, había trabajo y entraba el dinero, pero las cosas empezaron a ir mal, algunos se quedaron sin trabajo, y en otras casas lo perdieron los dos o los tres. Y supongo que ese listo que hace tal afirmación no ha perdido su trabajo y tiene saneada su cuenta. Pero tranquilo, que ya lo perderás, y verás que no puedes pagar, y llorarás. Sí que vas a llorar. Cuando veas que ya nadie te hace caso, que no puedes quedar para tomar un café, y que tus amigos del banco te cobran por devolver los recibos que antes sí pagabas y ahora no te llega.
Volvemos a los tiempos del colegio donde los abusones siempre se salían con la suya, bajabas la cabeza y no te chivabas al profe por miedo a que el día siguiente fuera peor. Era mejor ver los insultos escritos en la mesa que el temor a que fueran gritados. Ellos no razonan, solo quieren lo suyo y no entienden la situación, no se puede más. Si no puedes pagar el recibo menos podrás pagar la devolución; si no puedes con la hipoteca, menos con la hipoteca y un alquiler porque te han echado de tu casa. ¿Para qué rebajar las mensualidades? ¿Por qué dejar vivir a la gente? Así seremos más grandes y ellos más pequeños; además como tengo a los partidos y sindicatos cogidos por lo huevos, ellos me dan el dinero a mí para que yo tenga todo al día y con un interés bajísimo.
La desesperación nos lleva a pensar cosas absurdas, a quitarnos de en medio; ¿cuál héroe?, mejor cuál desesperado. La vista se nubla, no se ve la salida, no la hay. Solo esperar un milagro, un trabajo, una lotería o una bofetada bien gorda a algún cabrón para poder sentirnos aliviados por un instante. Hasta las guerras se sabe que tienen un final antes o después, pero ésto... Primero terminaba en el 2012, ahora empeoraremos hasta el 2014. ¿No sería mejor sacar los fusiles? Soñaríamos con la paz, con dormir de un tirón porque no escuchamos bombas; ahora no dormimos porque no nos deja la conciencia. El temor a vernos en la calle, pensando en nuestros hijos, sin medios para ir a la universidad, sin dar a los nietos lo que les quieres. Estamos en guerra, una guerra de hoy, de los países modernizados, que se hace con embargos y tarjetas de crédito.
Queremos paz, buscar un alto el fuego, una bandera blanca que nos deje llegar a mañana.
Ruth Campos
Ruth Campos
Entrada núm. 1761
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