lunes, 23 de marzo de 2009

La maldición monclovita

Da la impresión de que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero (1) ha perdido el Norte (y el Este, el Sur y el Oeste). ¿Por culpa de una crisis económica de la que no es responsable directo? Pudiera ser que sí, pero... Les ha pasado a todos los anteriores presidentes salvo a Calvo Sotelo, al que no le dio tiempo a nada. La maldición de La Moncloa (2) ataca de nuevo. No se que le pasa a ese edificio pero vuelve locos a sus inquilinos en cuanto lo habitan durante más de cuatro años. Mi amiga Ana dice que es el PODER, un maleficio del que ninguno de ellos sabe, quiere o puede desprenderse, adherido al cuerpo como una segunda piel... Su próximo ocupante debería volar La Moncloa hasta los cimientos y volver al Paseo de La Castellana. Al menos podrían probar y ver si funciona...

Dos artículos de hoy en El País me hacen temer lo peor. El primero, "Aplastados bajo la lógica", de José Ignacio Torreblanca (3), profesor titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED y director de la oficina en Madrid del European Council on Foreing Relations, sobre el caso Kosovo (4), un patinazo más, y van no se cuantos, de la errática política exterior del presidente del gobierno. El segundo, "Italia y España, una confluencia", de Félix de Azúa (5), escritor, sobre la cada vez más perceptible, extendida y generalizada corrupción de "toda" la clase política española (con las excepciones de rigor). Es como para echarse a temblar. A pesar de ello, disfrútenlos, y sean felices, aunque se emperren en impedírselo. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Luis_Rodr%C3%ADguez_Zapatero
(2) http://www.la-moncloa.es/default.htm
(3) http://www.uned.es/dcpa/Profesores/Torreblanca.html
(4) http://es.wikipedia.org/wiki/Kosovo
(5) http://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A9lix_de_Az%C3%BAa


Fotos:

(1) Palacio de La Moncloa, Madrid:
http://casl.umd.umich.edu/hum/spanishco/14.%20Arquitectura_Neoclasica/images/140Madrid.Moncloa.51247c.jpg
(2) El presidente del gobierno español, J.L. Rodríguez Zapatero:
http://www.elpais.com/recorte/20070115elpepinac_5/LCO340/Ies/Jose_Luis_Rodriguez_Zapatero_presidente_Gobierno.jpg




http://casl.umd.umich.edu/hum/spanishco/14.%20Arquitectura_Neoclasica/images/140Madrid.Moncloa.51247c.jpg
La Moncloa, sede de la presidencia del gobierno (Madrid)




"Aplastados bajo la lógica", por José Ignacio Torreblanca
(El País, 23/03/09)

Los políticos suelen ser acusados de ser demasiado pragmáticos. En su defensa, suelen argüir que la realidad es más compleja de lo que parece, que lo deseable no siempre es posible y que su obligación es considerar los costes y beneficios de una decisión antes de tomarla. Pero a lo que no estamos acostumbrados es a la situación contraria, es decir, a que un Gobierno siga una decisión hasta sus últimas consecuencias, independientemente de sus costes, caiga quien caiga, como se dice popularmente.

Algo de esta lógica ciega hemos visto la semana pasada en la decisión del Gobierno de retirar las tropas de Kosovo. No cabe duda de que el presidente tiene razón cuando defiende la medida como "lógica y coherente" con la decisión de no reconocer la independencia. Pero anunciar la retirada a unos pocos días de que el presidente de Serbia y su ministro de Defensa se pasearan por Madrid, ejemplificando lo que Zapatero personalmente describió como prueba de unas relaciones bilaterales "muy estrechas", y a unos pocos días de que el presidente Obama llegue a Europa para participar en una serie de cumbres (entre ellas de la OTAN) cruciales para las relaciones con Estados Unidos, no parece desde luego producto de un cálculo racional. En cualquier caso, puede ser muy mal entendido, como ha quedado demostrado en la cascada de declaraciones negativas que el anuncio ha producido entre nuestros más estrechos aliados, incluyendo Francia y Estados Unidos, así como por parte de la OTAN y la presidencia checa de la Unión Europea. Hay decisiones de una lógica tan aplastante que pueden aplastarle a uno.

Lo curioso es que Kosovo es, bajo cualquier criterio, un asunto menor desde el punto de vista de los intereses de España. Y sin embargo, va camino de convertirse en uno de los legados más visibles de la política exterior de Zapatero. Aznar también cometió un error similar al magnificar un incidente como el de Perejil, un islote sin importancia y de disputada soberanía pero que acabó trastocando su política europea haciéndole ver enemigos por todas partes.

Si Kosovo fuera una política, se hubieran valorado desde un principio los costes y beneficios de adoptar uno u otro curso de acción. Pero Kosovo es simplemente un instinto, un reflejo condicionado, lo que hace imposible todo análisis racional de las acciones del Gobierno. Así, desde que hace un año Pristina declarara la independencia, el Gobierno se ha ido encerrando en un callejón sin salida.

Primero, adoptó una decisión que pretendía lograr de una tacada dos cosas incompatibles entre sí: negar con toda rotundidad que la declaración de independencia de Kosovo constituyera precedente alguno para, a continuación, conceder el precedente negándose a reconocer la independencia. Desde esta lógica original, tan singular como defectuosa -"no constituye precedente, pero me niego a reconocerlo"-, el Gobierno ha ido adoptando sucesivas decisiones, todas tan lógicas y coherentes como costosas para la política exterior. Primero fue intentar justificar su argumentación desde el derecho internacional, cuando era el derecho interno lo que preocupaba. Luego fue votar en la ONU para que el Tribunal Internacional de Justicia examinara la legalidad de la declaración de la independencia, aunque hubiera que votar con los no alineados y en contra de todos nuestros aliados de la OTAN y de la UE. Y ahora, retirar las tropas aunque nuestros aliados de la OTAN y de la UE se queden boquiabiertos.

Todo ello a cambio de qué, cabe preguntarse. Me confieso ignorante de las sutilezas de la política vasca y catalana, pero al menos me consolaría que, dado que el coste de las decisiones del Gobierno sobre Kosovo pesa como una losa sobre nuestra política exterior, hubiera beneficios tangibles en el ámbito doméstico. Pero si sirve o no a Patxi López o a la unidad patria la retirada de tropas es desde luego un enigma para el cual carezco de respuesta.

Más allá de los dudosos beneficios, es innegable que los costes serán elevados. Kosovo no es Irak, pero dos retiradas son muchas como para ser una coincidencia. Lógicamente, algunos se preguntarán qué problema tiene España. Si Irak era Administración Bush cien por cien, Kosovo es un claro producto de la Administración de Bill Clinton, incluida una guerra con Serbia en la que (por cierto) España participó a pesar de carecer de una resolución de la ONU que la refrendara. Un aliado es alguien que arrima el hombro, no alguien que constantemente imparte lecciones de principios. Por eso, Grecia, Rumania y Eslovaquia, que tampoco reconocen Kosovo, mantienen sus tropas allí. Desde luego, si el plan era seducir a Obama, presidente de un país nacido de una bellísima declaración (unilateral) de independencia, ZP va a tener que trabajar mucho más de lo inicialmente previsto.





http://www.elpais.com/recorte/20070115elpepinac_5/LCO340/Ies/Jose_Luis_Rodriguez_Zapatero_presidente_Gobierno.jpg
José L. Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español




"Italia y España, una confluencia", por Félix de Azúa
(El País, 23/03/09)

Cuando el presidente Zapatero aseguró públicamente, con ese énfasis suyo tan inseguro, que habíamos superado a Italia y que pronto alcanzaríamos a Francia, me eché a temblar. No sólo por el disparate (evidente para cualquiera que haya viajado un poco), sino porque sin la menor duda el presidente estaba persuadido de lo que decía. Un amigo bien situado en Asuntos Exteriores me comentaba su desazón.

Hay que tener en cuenta que nuestros vecinos de la bota están bien informados: todos los grupos mediáticos españoles, menos uno, están controlados por empresas italianas, y sus carcajadas se oyeron en Pekín. Ahora ya empiezan a quedarse con la energía, ese sector llamado estratégico.

Ciertamente, hace años que se va produciendo una deriva española hacia Italia (que no lo contrario), pero en el ámbito de la trama económico-política y la infiltración mafiosa. En todo lo demás, educación, preparación técnica, iniciativa empresarial o civilización urbana, nos dan ciento y raya.

Hubo un tiempo en que los políticos españoles parecían salvarse de la arraigada delincuencia a la italiana. Aquel país ha sido destruido por una clase dirigente chulescamente ajena a la población que les paga. Parecía que eso no iba a suceder en España, pero los últimos meses han puesto al descubierto cómo se extiende también aquí la cleptocracia.

En Italia, según dicen los expertos, el caos político se debe a la pésima construcción constitucional, tras la Segunda Guerra, que propicia la desintegración de partidos, y la presencia de jefes mafiosos en la Democracia Cristiana desde las primeras elecciones. De entonces a la fenomenal corrupción de la etapa socialista y el exilio de Craxi, la trama se fue espesando y los intereses mafiosos han acabado por devorar la vida parlamentaria sin distinción de derechas e izquierdas.

Aún faltaba la llegada de Berlusconi, uno de los más siniestros dirigentes europeos, sólo comparable con los de algunos enclaves balcánicos. En este momento Italia es un país con una inseguridad jurídica próxima a la de las satrapías latinoamericanas.

Cuando comento con los profesionales de la política su progresiva deriva hacia el modelo italiano, suelen negarlo con vehemencia. A los pocos días aparecen tres ayuntamientos, cinco diputados, once concejales y un presidente autonómico pillados en corruptelas, fraudes o corrupciones. De cada diez casos, la proporción viene a ser de cinco del PP por dos del PSOE. Los tres restantes suelen afectar a los asuntos regionales, como el famoso 3% de Maragall, que jamás se esclarecen dado el espe-sor clientelar que han generado las autonomías, auténticos paraísos de las oligarquías locales.

Este paralelismo con Italia creo que es explicable, no sólo por la chapuza jurídica o por la inveterada deshonestidad de las sociedades mediterráneas, sino también porque los italianos sufrieron sólo unas pocas décadas menos de fascismo que los españoles. El fascismo, además de una ideología ridícula, es un sistema que nacionaliza la totalidad de los recursos para repartirlos luego entre los fieles del régimen.

Así se crea una nube de particiones jerarquizadas que hace prácticamente imposible la supervivencia en el exterior de la adhesión incondicional. La necesidad cotidiana y la falta de escrúpulos de los ambiciosos logran que una enorme proporción de la sociedad quede atrapada por el sistema y se conforme con él.

Si en Italia o en España se hubiera procedido a una depuración de todos aquellos que se enriquecieron con el fascismo, nos habríamos quedado sin clase dirigente. Y fueron ellos quienes decidieron si había o no depuración. Como en Italia, los colaboracionistas españoles se incorporaron a diversos partidos, desde Alianza Popular a Convergència i Unió, del mismo modo que los estalinistas se lavaron la cara en las múltiples izquierdas más o menos democráticas que se fundaron entonces y que han ido derivando hacia grupos de vaguísima ideología y sólido oportunismo. Nunca habrá memoria histórica para este proceso.

El resultado ha sido una clase política que, con las consabidas excepciones, desde el principio ignoró por completo el sentido de la expresión "dinero público", y que además se considera impune. Un partido político español se parece más a la Renfe o a Telefónica que a un partido inglés o alemán. Y suelen actuar con igual zafiedad e inoperancia. De vez en cuando un político va a dar en la cárcel, pero nunca, que yo sepa, por dilapidar inmensas cantidades en actividades estériles o en obras ruinosas.

Hasta tal punto los políticos ignoran que el dinero público no es suyo ni está al servicio de su ideología, que hace unos días José Montilla recomendaba a los empresarios catalanes que no subieran los sueldos de sus trabajadores. No se le pasó por la cabeza que él cobra más que el presidente español. Que sus camaradas del Parlament gozan de sueldos colosales fijados (y aumentados) por ellos mismos. Que tras dos legislaturas los conservan toda la vida. Que sus gastos son en buena parte opacos y que, por ejemplo, niegan a la oposición la documentación que les reclama y no pasa nada. Que también es secreto el número y el sueldo de los asesores. Y que la famosa institución para controlar la malversación pública se ha quedado en una burla a los ciudadanos.

Según la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión, un 74,3% de los catalanes está insatisfecho o muy insatisfecho con sus políticos. ¿Y a ellos qué les puede importar? Mientras les protejan sus jefes... Lo suyo es callar y bajar la testuz.

A mediados de mes vi por la televisión nacional catalana a Carod Rovira, vicepresidente de Cataluña, con los indios shuars del Ecuador. Ha dedicado un millón de euros a propiciar el bilingüismo entre estas curiosas tribus indias. Seguramente el presidente del Ecuador acepta gustoso el dinero de los catalanes para una finalidad que le importa un pimiento. Es obvio, en cambio, que este asunto, a saber, que los indios aprendan su propia lengua, es de la mayor importancia para los obreros de la Seat. Pero si pude ver unos segundos a Carod en funciones paternales fue porque le acompañaba un equipo de la televisión nacionalista. La imagen del vicepresidente aceptando la lanza india que le ofrecía el jefe shuar en perfecto castellano y medio en cueros ha costado a los catalanes bastante más que cien ternos de sastre valenciano.

No obstante, es seguro que Carod cree estar haciendo lo mejor para su país. Y seguirá haciéndolo porque la clase política catalana no quiere controlar el gasto público. Es su único poder, ya que la población le es cada día más desafecta. Ellos son el único valor de Cataluña, del mismo modo que Carod está persuadido de ser, él en persona, Cataluña. El dinero de Cataluña es, por lo tanto, suyo. Resulta muy difícil (y tedioso) tratar de hacerle entender que esa Cataluña suya se reduce a un grupo de amigos, una televisión y un par de cientos de miles de votos en decadencia. Y que el resto, hasta siete millones, lo miramos como Nani Moretti miraba a los parlamentarios italianos. Gordos moscones girando sobre el inmenso pastel del dinero público, satisfechísimos, ajenos a todo, ebrios de retórica barata, de egoísmo y de impunidad.

Sí, es cierto: como dijo Zapatero, llevamos camino de superar a Italia, pero no exactamente en algo que merezca la pena. Por el camino que vamos, para alcanzar la seriedad de Francia harán falta algunos siglos.



(E-1123) .../...

domingo, 22 de marzo de 2009

Yo también soy UNED







Yo también soy UNED... El próximo jueves, día 26, es el día de la UNED, la Universidad Nacional de Educación a Distancia. La única universidad pública española de ámbito estatal, bajo la dependencia directa del Ministerio de Ciencia e Innovación y la tutela de las Cortes Generales. Creada en el año 1972, tiene en la actualidad más 180.000 alumnos (la más numerosa de España), repartidos en 11 Facultades y 2 Escuelas Técnicas Superiores), imparte 33 titulaciones oficiales y cuenta con 1400 profesores universitarios y 6900 profesores-tutores que ejercen sus funciones en la sede central de la universidad, en Madrid, y en 61 Centros Asociados, 80 extensiones y una decena de países.

Mi vinculación con la UNED abarca un período de más de 30 años. Entre 1973 y 1984, en la Facultad de Derecho; entre 1978 y 1989 en la Facultad de Geografía e Historia; y entre 1994 y 2005, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. A comienzo de los años 80 participé como representante de los alumnos en el Claustro Constituyente de la UNED, que elaboró y aprobó sus primeros Estatutos, y formé parte de su Junta de Gobierno y de su Consejo Social en calidad de Delegado Nacional y presidente del Consejo General de Alumnos de la Universidad. Durante 8 años fui también Delegado Nacional y presidente del Consejo de Alumnos de la Facultad de Geografía e Historia y miembro de su Junta de Facultad, así como representante de los alumnos en varios Consejos de Departamento de las Facultades de Geografía e Historia y de Ciencias Políticas y Sociología. Podría decirse sin faltar a la verdad que en ella (en la UNED) he sido pinche, cocinero y fraile.

¿Qué puedo decir yo de la UNED que no sea elogioso? La UNED es mi "alma mater". Mi madre nutricia cultural, académica y personal. De ella, de sus profesores y mis compañeros de estudio y de la delegación de alumnos, guardo los mejores y más imborrables recuerdos de mi vida. No quiero parecer descortés por omisión con ninguno de ellos así que los personalizo a todos en los nombres de "mi" rectora, Elisa Pérez Vera, catedrática de Derecho Internacional Privado y rectora de la UNED, magistrada del Tribunal Constitucional; de Emilio Lledó Íñigo, catedrático de Historia de la Filosofía, miembro de la Real Academia Española; de Antonio de Bethencourt Massieu, catedrático de Historia Moderna de España y Decano de la Facultad de Geografía e Historia; de Antonio Antelo Iglesias, profesor de Historia Medieval de España; y por último, de Faustino Fernández-Miranda y María Luz Gutiérrez Araus, vicerrectores durante el Claustro Constituyente, y profesores de las Facultades de Ciencias Políticas y Sociología y Filología, respectivamente.

De mis compañeros de fatigas académicas sólo puedo decir que fueron y siguen siendo mis mejores amigos a pesar del tiempo y la distancia que nos separa: Lourdes Pulet y Lino Chaparro (Las Palmas), María Luisa Martínez (Cartagena), Araceli Olmedo (Ciudad Real) y Andrés Vázquez (La Coruña) en la Facultad de Derecho; Luisa María Martínez (La Coruña), Inmaculada Recio (Mérida), Isabel García, Encarna Galván, Esther Suárez, Carmen Llopis, Germana Roy y Nani Morán (Las Palmas), Rosa Casanovas (Barcelona) María Francesca Fernández (Reus), Ana María Olivo (Lanzarote), Carmen Rojas (Elche), Agustina Peralta (Zamora), María Dolores Ferrete (Sevilla), Gabriel Bassa (Palma de Mallorca), Antonio García (Algeciras), Juan Carlos Morate (Palencia), Mercedes Rodríguez (La Palma) y Bernabé Borja (Ceuta), en la Facultad de Geografía e Historia; Teresa Barreda (Benalmádena), María Jesús Hierro (Bilbao), Salma Tabraue (Las Palmas), Raquel Martí (Denia), Ana Castelo (Ámsterdam), Maribel Amaya (Madrid) y Rafael Rodríguez (Elche), en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología; Nidia Afonso (Las Palmas), en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales; Milagros Ezquerro (La Coruña), en la Facultad de Psicología; y Turía Abdelkader (Melilla) y Antonio Manuel Díaz (La Coruña) en la E.T.S. de Ingeniería Industrial. Espero que me perdonen todos aquellos que se me han quedado en el tintero. Mi cariño y mi recuerdo son para ellos también. Y también para los profesores-tutores de los Centros Asociados de las UNED, que personalizo en Leopoldo Santana (Facultad de Derecho) y Agustín Millares (Facultad de Geografía e Historia), ambos de Las Palmas.

De las carencias y dificultades del aprendizaje universitario a distancia, los alumnos de la UNED lo sabemos casi todo. La más dolorosa, la inexistencia casi hasta ahorita mismo, y no del todo culminada aún, de una metodología específica de enseñanza a distancia, con utilización preferente de Internet. Precisamente en una universidad pionera, junto a la Open University británica, en ese tipo de enseñanza universitaria siempre ha constituido un déficit difícil de soslayar por muy buena voluntad que pusiéramos profesores y alumnos. Y sobre la evaluación final del curso, que aún sigue jugándose a una sola carta, la del examen presencial y único, ¿qué decir? O sobre la deficiente infraestructura de algunos de sus Centros Asociados y las carencias formativas de muchos de sus profesores-tutores, que su buen hacer profesional y mejor voluntad no acaban de soslayar. O la tardanza, inexplicable, en conocer los resultados de los exámenes.... En compensación, sus alumnos son los que obtienen mejor puntuación en todos los procesos de oposiciones a los que se presentan.

Durante algunos años, los delegados de alumnos de las distintas carreras que se impartían en el Centro Asociado de Las Palmas, visitamos regularmente a los alumnos de C.O.U. de los Institutos de Enseñanza Media de la isla, para explicarles que era la UNED y como funcionaba, que se podía estudiar en ella y como se estudiaba en una universidad a distancia. Siempre fuimos bien recibidos. Y bastantes de ellos acabaron matriculados y licenciados por la UNED. Recuerdo que al final de nuestras charlas siempre les decíamos dos cosas, a modo de colofón: Una, que en la UNED el truco estaba en aguantar el chaparrón del primer año; que si tenían constancia y no abandonaban los estudios a la primera decepción, podían estar seguros de terminar la carrera. La segunda, que la UNED creaba adicción, en este caso positiva, que era como nicotina o cafeína inyectada en vena. En mi caso, y el de muchos de mis compañeros, ha sido una absoluta verdad.

Y una anécdota final: cuando comencé a estudiar en la UNED aún eran asignaturas obligatorias Religión y Formación del Espíritu Nacional; yo tuve que cursarlas..., ¡y aprobarlas! Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Los Reyes en la UNED (Octubre, 2013)



(E-1122) .../...

viernes, 20 de marzo de 2009

Posmodernidades y corrupciones

Ignoro lo que opinarán ustedes, pero soy de los que piensan que una democracia asentada puede permitirse un cierto grado de corrupción entre sus políticos, individualmente, sin que las instituciones se resquebrajen o resientan. Entiéndanme, por favor: no estoy en favor de la corrupción ni de los corruptos. Digo, simplemente, que la corrupción es algo consustancial a la democracia, simplemente porque hay libertad, y donde la hay, siempre habrá políticos, administradores, finacieros y empresarios sinvergüenzas que se aprovechen de ello. Lo que hay que hacer es descubrirlos y meterlos en la cárcel. Y punto.

A mi, personalmente, me asusta mucho más el que la sociedad y la ciudadanía se tomen esa corrupción de sus políticos, dirigentes y administradores públicos como algo no sólo normal sino divertido, excusable e incluso elogioso. Admirable al respecto la denostada democracia estadounidense: el gobernador de Illinois, acusado de vender un asiento en el Senado al mejor postor, es destituido de su cargo sin contemplaciones, por su propio partido y su parlamento. El presidente Clintón se salvó por un voto de la destitución... ¿Por follarse a una becaria empleada de la Casa Blanca? No, eso no es delictivo; se le procesó por mentir a quienes investigaban el caso.

¿Y aquí? Políticos corruptos, incursos en causas judiciales, se amparan en la presunción de inocencia (aplicada a "los suyos", nunca a "los otros"), para seguir en el cargo, sin entender que la presunción de inocencia delictiva no tiene nada que ver con su posición política. Me resisto a aceptar las imágenes de partidarios, amigos y vecinos, jaleando como "hooligans" a políticos acusados de corrupción. O reelegidos una y otra vez, a pesar de estar incursos en procedimientos criminales. Esa sí es la corrupción que me asusta: la del cuerpo social y político, la de los ciudadanos indiferentes, la de los estómagos agradecidos. La otra, la verdad, es que no me preocupa. Y si la Justicia, fuera justicia, es decir rápida y eficaz, me preocuparía menos aún.

La periodista Rosa María Artal (1) cuenta algo muy similar en un interesante artículo publicado en El País del pasado día 17, titulado "Hijos de la picaresca", en el que relaciona esa fascinación que provoca en algunos el político corrupto con la genuina tradición literaria española de la "picaresca", por lo que parece genéticamente inseparable del carácter nacional. Espero que les resulte interesante. También pueden darse una vuelta por el blog de la citada periodista, "El Periscopio" (2), y de paso, si les apetece recordar las dos obras cumbres de la picaresca española: "El Lazarillo de Tormes" (3), atribuida a Alfonso de Valdés, secretario del emperador Carlos V, y "La vida del buscón don Pablos" (4). de Francisco de Quevedo. Disfrútenlas. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) Rosa María Artal:
http://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Mar%C3%ADa_Artal
(2) El Periscopio:
http://rosamariaartal.wordpress.com/
(3) El Lazarillo de Tormes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Lazarillo_de_Tormes
(4) El Buscón don Pablos:
http://es.wikipedia.org/wiki/El_Busc%C3%B3n


Fotos:
(1) Rosa María Artal:
http://www.academiatv.es/files/fotac_artalrosamaria_2.jpg





http://www.academiatv.es/files/fotac_artalrosamaria_2.jpg
La periodista Rosa María Artal




"Hijos de la picaresca", por Rosa María Artal
(El País, 17/03/09)

Una conciencia laxa ante la corrupción, la creencia frente a la ciencia y un atraso educativo secular: tres pies para una mesa que cojea por su erróneo diseño. Alcaldes de todos los partidos son acusados de corrupción, ingresan en la cárcel entre llantos, vítores y aplausos, y, en el 71% de los casos, resultan reelegidos, aumentando incluso sus apoyos. ¿Concedemos los españoles mayor permisividad que otros pueblos a la trampa, el robo, la malversación, el cohecho y todas sus variantes delictivas?

Sin duda, somos hijos de la picaresca, un género literario asociado a las letras españolas que nos ha impregnado el alma. O viceversa. En su tiempo de esplendor -siglo XVII-, la picaresca supuso una auténtica creación porque abordó con crudo realismo la verdad, en contra de las idealizaciones del Renacimiento. La novela picaresca suprime artificios de lenguaje y refleja la sociedad en la que vive: la que distingue a los seres humanos según su cuna y arroja a los abismos al pobre, que sólo puede medrar con subterfugios superiores a los de aquellos a quienes se ve obligado a servir. España de falacia y pandereta, de filfa, patraña y estafa, lerda y falsa, clerical y oscurantista, que nunca concede al pícaro la gracia heroica del triunfo sobre el poder. Su astucia obligada sólo le ayuda a sobrevivir.

Pocos países en la historia han ostentado la hegemonía mundial. España tuvo ese dudoso privilegio durante varios siglos. Lo que otros imperios robaron -tributos y botines de guerra, si se prefiere usar eufemismos- puebla sus museos. Grecia y Egipto se contemplan en el British londinense, y, lo que resta, en el Louvre parisino o en el Vaticano. ¿Y qué fue de los tesoros incautados por España? A partir de esa primera interrogante, nos encontramos a los Austrias dominados por validos o, llegados los Borbones, a la regente María Cristina, que amasó una inmensa fortuna trapicheando, según se le atribuye, con la sal, los incipientes ferrocarriles e incluso la trata de esclavos.

La Segunda República no se libra de despilfarros, falta de organización y corruptelas. Alejandro Lerroux se vio obligado a dimitir de su breve mandato como presidente del Gobierno por los escándalos del estraperlo y el cobro de favores -uno de los pocos a quienes la corrupción le pasó factura-. En realidad, la trayectoria española del siglo XX está llena de casos con nombre propio. Inolvidables Matesa y Sofico en el franquismo; el aceite de colza, con la UCD, y todos los que ya apoya la memoria reciente.

España, pozo de dinero negro, ha hecho de la burbuja inmobiliaria el primer alimento para nuestra fama de corruptos. Extendida por todo el territorio español, prevarica, trafica con influencias, cobra comisiones y adjudica irregularmente. Se la está atajando con múltiples investigaciones y condenas, pero la basura no cesa de fluir. Una comisión del Parlamento Europeo dictaminó en 2007: "El urbanismo que está padeciendo España es un atentado contra derechos fundamentales, movido por intereses bastardos de constructores sin escrúpulos, conchabados con alcaldes de poca monta, enfeudados unos y otros en la codicia y la avaricia".

Si nos atenemos a los datos de la organización Transparency Internacional, ocupamos, sin embargo, el puesto 28 -entre 180- entre los más limpios, con una calificación de notable (6,8). La ciudadanía, en cambio, dice percibir alta corrupción, sobre todo política. Sólo que -y esto es básico- no le importa. Sólo un 2% de los ciudadanos la cita como problema en las encuestas del CIS.

Para los diccionarios de sinónimos, el pícaro es travieso, pilluelo, bribón, tunante, revoltoso o astuto. ¡Dulce benevolencia! Buena parte de los españoles admira a quien se enriquece, sin importarle los métodos.

El desmesurado peso de la Iglesia católica en el Estado español a lo largo de toda su existencia no es ajeno a la aceptación tácita de la corrupción. Influencia clara, cuando aún intenta impedir en España lo que acepta en otros lugares, como el estudio de Educación para la Ciudadanía o una ley del aborto europea. Partimos de dos premisas fundamentales que constituyen la razón de ser la religión: creencia frente a ciencia y juicio, y limpieza del pecado con una penitencia cómoda y solitaria. Los vecinos que vitorean alcaldes presuntamente corruptos no "creen" que lo sean, de nada les sirven las pruebas, les posee la fe. Muchos políticos también participan de esa actitud. Y sobre todo, demuestran pensar que la contrición privada exime de culpa, al margen de la justicia.

Causa y consecuencia, la educación sigue siendo asignatura pendiente de los españoles porque, a pesar del indudable y vertiginoso crecimiento económico, partir del subdesarrollo y la dictadura lastra. Aún presentamos un notable fracaso de instrucción infantil... y evidentes carencias en los adultos. Desde la inocua falta de uso de expresiones corteses y el escaso dominio de lenguas extranjeras, a no pensar en los otros -elemento básico de una formación adecuada-. País bipolar, de excesos y carencias, generador de caspa que no tapa el progreso.

Una llave para el cambio: la búsqueda del bien común. Y con ella, franquear la entrada a una nave que aguarda durante siglos partir hacia una nueva España. Por la borda y con una pesada ancla, habremos de arrojar la picaresca y todo lo que implica. Para enderezar la Historia.




(E-1119) .../...

miércoles, 11 de marzo de 2009

Chamuscados

Hace cerca de dos meses, Moisés Naím, periodista, director de la prestigiosa revista "Foreing Policy" (1), asistente fijo a los Foros de Davos (2), se atrevió a decir en un artículo publicado en el diario El País ("Cinco razones para el optimismo") que a pesar de toda la que estaba (y está) cayendo había (y hay) razones para el optimismo. Desde mi escepticismo de optimista impenitente chamuscado por la realidad, estoy de acuerdo con él... Así que, señores políticos, economistas, líderes de opinión, empresarios, sindicalistas, hombres y mujeres del mundo, menos lamentarse y a trabajar... Podemos salir de ésta; vamos a salir... Y cuando lo hagamos, exijamos las responsabilidades que haya que exigir para que esto no vuelva a repetirse. Pero ahora hay que arrimar el hombre. Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. (HArendt)





http://www.publico.es/resources/archivos/2009/1/28/1233141147397davosDETdn.jpg
Imagen del Foro de Davos




Notas:
(1) http://www.fp-es.org/
(2) http://es.wikipedia.org/wiki/Foro_Econ%C3%B3mico_Mundial


Fotos:
(1) Imagen del Foro de Davos:
http://www.publico.es/resources/archivos/2009/1/28/1233141147397davosDETdn.jpg
(2) Moisés Naím:
http://estaticos02.cache.el-mundo.net/elmundo/imagenes/2008/07/29/1217323889_extras_ladillos_2_0.gif





http://estaticos02.cache.el-mundo.net/elmundo/imagenes/2008/07/29/1217323889_extras_ladillos_2_0.gif
El periodista Moisés Naím




"Cinco razones para el optimismo", por Moisés Naím
(El País, 01/02/09)

Los pesimistas son serios, realistas y menos dados a desilusionarse por la vida. Los optimistas, en cambio, son ingenuos y por ello más propensos a ser sorprendidos por las malas noticias. Los pesimistas son pensadores profundos y bien informados mientras que los optimistas son superficiales y no entienden bien lo que está pasando. Basándome en estas estereotipadas percepciones -y en la incesante avalancha de malas noticias que a diario nos abruman- lo más fácil y seguro sería escribir un artículo explicando por qué el mundo está muy mal y por qué lo que viene será aún peor. También me lo facilitaría el hecho de que he asistido al Foro Económico Mundial en Davos. La imagen que se tiene de la reunión de Davos es que es solo para ricos y poderosos o los periodistas que los entrevistan. Pero no es así. También asisten líderes religiosos y sindicales, muchos de los científicos más importantes de estos tiempos, innovadores sociales, artistas plásticos, escritores, músicos y hasta exploradores de recónditos parajes del planeta.

Llevo muchos años asistiendo a estas reuniones y nunca antes había visto un ambiente tan pesimista. Una lúgubre anticipación de lo que viene dominó las conversaciones. Así, por llevar la contraria, y porque la lista de problemas ya la conocemos, he decidido escribir sobre algunas razones para el optimismo.

1. Los infartos ayudan a cambiar hábitos. Nada mejor para dejar de fumar que un buen infarto -especialmente si se sobrevive-. La economía mundial ha sufrido un doloroso infarto. Sufrirá mucho, pero al salir de la crisis se verá obligada a adoptar hábitos más sanos y sostenibles. Se rebalanceará el equilibrio entre el Estado y el mercado; se controlarán algunos excesos y se corregirán las distorsiones macroeconómicas. La dieta será muy dura y el paciente seguirá débil por un tiempo. También caerá en la tentación de volver a fumar y comer mal. Pero tener el infarto en mente moderará el riesgo de que retome las malas costumbres que casi lo matan.

2. Renovación política. Si 2008 fue el año del crash económico, 2009 será el del crash político. Algunos gobiernos caerán, otros se debilitarán y casi todos tendrán que cambiar su manera de hacer las cosas para responder al inmenso descontento social provocado por la crisis económica. Algunos responderán refugiándose en el autoritarismo y el populismo. Pero en otros países se abrirán posibilidades de cambios políticos positivos que no hubiesen sido posibles sin la crisis.

3. Nuevos líderes. Y no estoy pensando solo en Barack Obama, aunque él es evidentemente el primer ejemplo que viene a la mente. Y su caso y su historia motivarán a otros, en todas partes. En general, la crisis le va a hacer la vida más difícil a quienes han estado a cargo de países, partidos políticos, empresas privadas, universidades, medios de comunicación u otras instituciones, y va a abrir puertas y a facilitar el ascenso de sucesores con ideas nuevas.

4. Más innovación que nunca. "Nunca antes en la historia ha habido tantos innovadores como ahora. La cantidad de gente que está creando nuevas maneras de resolver nuestros problemas no tiene precedentes", me comentó Edmund Phelps, premio Nobel de economía, cuando le forcé a que me diera una razón para ser optimista. Según Paul Laudicina, presidente de una de las empresas de consultoría más grandes del mundo, "estamos al comienzo de una oleada de profundos cambios tecnológicos que crearán una nueva revolución en la productividad y mejorarán la calidad de vida de todos. Contaremos con posibilidades ahora inimaginables".

5. Más generosidad que nunca. El mundo vive una explosión de solidaridad con los más necesitados. En todos los países proliferan organizaciones cuya misión es ayudar a otros. Gracias a Internet, la filantropía se ha democratizado y globalizado. Esta tendencia es reforzada por una creciente intolerancia, especialmente entre los jóvenes, hacia la desigualdad, la injusticia y la discriminación. La crisis aumentará las necesidades y las emergencias sociales y estimulará a muchos a hacer algo por los demás.

Será muy fácil para los pesimistas explicar por qué cada una de estas razones va a tener efectos negativos. La crisis matará a muchos y el paciente no cambiará sus malos hábitos. Los viejos líderes no se dejarán quitar el poder, las nuevas tecnologías también tendrán efectos nocivos y la filantropía nunca ha podido resolver los problemas del mundo. Estos argumentos, repito, son fáciles de defender y no constituyen mayor reto intelectual. Lo difícil es buscar razones válidas para ser optimistas. Difícil, sí, pero indispensable. Intentémoslo.





(E-1117) .../...

In Memóriam: 11-M, Quinto Aniversario

Hoy se cumplen cinco años de los atentados terroristas de Madrid. Ni olvido para las víctimas ni perdón para sus asesinos. (HArendt)


Foto:
(1) http://farm1.static.flickr.com/54/110959008_a5a40d49f8_o.jpg




http://farm1.static.flickr.com/54/110959008_a5a40d49f8_o.jpg
El Bosque de los Ausentes, Madrid (Monumento a las víctimas del 11-M)




(E-1115) .../...

martes, 10 de marzo de 2009

Salman Rushdie: 20 años después



El pasado mes de febrero se cumplieron los 20 años de aquel fatídico día en que el imán Jomeini, líder espiritual y político del régimen islámico y revolucionario iraní, dictara la "fetua" (sentencia de muerte) contra el escritor británico de origen indio, Salman Rushdie (1). Su delito, haber escrito una novela, "Los versos satánicos" (2), en la que a juicio del imán iraní, se ofendía gravemente, al profeta Mahoma y a la fe musulmana.

Veinte años después de esa fecha, Salman Rushdie sigue viviendo a escondidas, protegido por la policía de los países que visita, y especialmente en Gran Bretaña, su lugar de residencia. La condena de Jomeini sigue vigente, y cualquier musulmán que la ejecute habrá ganado su lugar en el paraíso.

Hace veinte años yo no tenía ni idea de quien era Salman Rushdie, ni me importaban lo más mínimo sus escritos. Pero cuando se produjo la condena de Jomeini, un gesto de solidaridad para con el escritor recorrió como la pólvora Occidente. Y yo me apunté a él. Una veintena de editoriales españolas, como en otros lugares del mundo libre, editaron conjuntamente "Los Versos Satánicos". Fue todo un gesto de libertad, de defensa de la libertad de expresión, que no estoy muy seguro de que hoy se repitiera por estos lares y estos tiempos en que impera lo políticamente correcto como norma suprema de comportamiento. Compré la novela, la comencé a leer, no me gustó, y la dejé abandonada por un algún anaquel de la biblioteca familiar. Pero no me arrepentí, ni entonces, ni luego, ni ahora, de mi gesto de solidaridad para con Salman Rushdie. Volvería a repetirlo con gusto. Por eso, veinte años después, he vuelto a leer "Los versos satánicos". Y tengo que reconocer que me ha encantado, me he reído hasta la carcajada con ella, con su ironía, unas veces fina y elegante, y otras de brocha gorda; con su realismo y con su fantasía desbordante; con su tremenda humanidad y respeto por los seres vivos y por su crítica, divertida, pero feroz, a la intransigencia de las religiones, de todas, no sólo del Islam.

El pasado 22 de febrero, el gran periodista francés Jean Daniel (3), director de la revista "Nouvel Observateur", publicaba un emocionado artículo en el diario El País, titulado "La lección de Rushdie", en el que se hacía eco de la efeméride, y reivindicaba a Salman Rushdie y su afamada novela, criticando de paso, a quienes desde Occidente, justificaron la condena de Rushdie, en aquel entonces y aun hoy, por su presunta ofensa a los sentimientos religiosos de una comunidad de creyentes.

Dos semanas antes, El País Semanal había publicado a su vez un amplio reportaje del periodista Eduardo Lago, bajo el título de "Soy un contador de historias, todo lo demás da igual", en el que el escritor británico contestaba con humor y sinceridad a las preguntas del entrevistador sobre su acontecer vital, como persona y como escritor, desde aquel fatídico día de febrero de 1989.

Más adelante pueden leer ambos textos. Y si quieren acceder a "Los Versos Satánicos", pueden leerlo, o descargarárselo, desde este enlace electrónico (4). Se lo recomiendo encarecidamente. Seguro que se divertirán. Y de paso, le harán un fenomenal corte de mangas al trasnochado integrismo religioso que corroe nuestra hipócrita y cínica sociedad biempensante. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Salman_Rushdie
(2) http://es.wikipedia.org/wiki/Los_versos_sat%C3%A1nicos
(3) http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Daniel
(4) http://www.bibliotheka.org/?/buscar/Rushdie%20Salman


Fotos:
(1) Portada de "Los versos satánicos":
http://www.middlemiss.org/lit/bookcovers/satanic.jpg
(2) El escritor Salman Rushdie:
http://johnthrasher.files.wordpress.com/2008/10/salman_rushdie_narrowweb__300x3820.jpg





http://johnthrasher.files.wordpress.com/2008/10/salman_rushdie_narrowweb__300x3820.jpg
Salman Rushdie




"La lección de Rushdie", por Jean Daniel
El País, 22/02/09

El viernes 13 de febrero, víspera de San Valentín, algunos colegas británicos decidieron conmemorar el vigésimo aniversario de la fetua con la que el imán Jomeini condenó a muerte a Salman Rushdie -y cuya vigencia acaban de reiterar las autoridades iraníes-. Este aniversario les proporcionó la ocasión de entregarse a una estimulante reflexión sobre el sentido de la blasfemia y el de la cohabitación entre el islam y Occidente.

Nuestros colegas afirman que, veinte años después, aún vivimos bajo la influencia y a la sombra de aquel asunto. En otras palabras, mucho antes de Samuel Huntington y sus tesis sobre el "choque de civilizaciones", llegaba desde la patria de los mulás el llamamiento al asesinato de Rushdie. Fue, según ellos, el primer anuncio de un conflicto radicalmente nuevo que desde entonces no ha dejado de agudizarse. No sólo hay varias guerras en Oriente Próximo, sino que, día a día, una tensión creciente amenaza las relaciones entre los musulmanes y los países europeos en los que viven.

Nacido en la India y poseedor de la nacionalidad paquistaní, a la edad de 13 años, Salman Rushdie fue enviado al King's College de Cambridge para estudiar Historia y el Corán. Allí no tardó en perder su esnobismo de indio anglófilo y su acento de aristócrata británico al chocar con el racismo solapado y distante de la mejor sociedad inglesa. Poco después, daba un giro hacia el radicalismo político, la denuncia sistemática del Gobierno de la señora Thatcher y de la "falsa democracia" a la inglesa, y se convertía en un paladín del Sur contra el Norte y en un apologista de culturas minoritarias como el feminismo, la homosexualidad y el pacifismo.

Luego llegó 1989 y la publicación de sus famosos Versos satánicos. Las reacciones que su libro provocó y la fetua de la que fue víctima lo desestabilizaron completamente. Entonces, pidió la protección del Gobierno británico, al que no había dejado de injuriar. En el Herald Tribune del pasado 15 de febrero, el ensayista Geoffrey Wheatcroft recuerda el desprecio feroz con el que tanto la derecha nacionalista como la izquierda multicultural (los multiculti) trataron a Salman Rushdie. Tras acusarlo de batir todos los récords de traición a su cultura, su religión, su país de origen y su nacionalidad, algunos personajes de la Cámara de los Lores cercanos a Margaret Thatcher llegaron a expresar su deseo de que los musulmanes "apaleasen al traidor en una calle oscura para enseñarle buenas maneras". Mientras, los mismos que no sentían sino desprecio por Rushdie y su blasfemia toleraban tranquilamente que se blasfemara contra el cristianismo. Nuestros colegas nos recuerdan también que, algunos años antes, la mejor sociedad británica consideraba de buen tono aplaudir la publicación de un poema sobre la homosexualidad de Jesús en el diario Gay News.

¿Qué pasaba mientras en Francia? Para empezar, la novela de Salman Rushdie fue totalmente desacreditada. Le Figaro escribía: "Se trata de una novela aburrida, espesa, complicada, con oscuras intenciones y provocaciones fáciles, escrita en un lenguaje cargante". A despecho de la simpatía general que los franceses sentían por Rushdie, Jacques Chirac, tan indignado por los Versos como Margaret Thatcher, metió en el mismo saco al blasfemo y a los autores del llamamiento a su asesinato. La izquierda y la extrema izquierda estaban divididas. Mientras los intelectuales de SOS Racismo y Le Nouvel Observateur manifestaban su solidaridad con Rushdie, algunos grandes arabistas, como Jacques Berque, aun reprobando el llamamiento al asesinato, manifestaban su comprensión y empatía hacia los religiosos ofendidos en lo más sagrado de sus creencias.

Tanto en Londres como en París, ¿se trataba de la fascinación por el islam? ¿De una inclinación tercermundista? ¿De culpabilidad colonial? Según algunos, Francia y Reino Unido, herederos de los dos mayores imperios coloniales, nunca aprendieron a dirigirse a los países musulmanes. Al integrarse en su civilización, Salman Rushdie se comportó, sin pretenderlo, como un musulmán liberado o como un occidental agnóstico. El cronista norteamericano William Pfaff añade que, desde el Siglo de las Luces, la sensibilidad dominante en Occidente está marcada por el escepticismo y el cuestionamiento y escarnio de todas las creencias establecidas y de todas las instituciones. Gracias a ese talante, y a su cultura hedonista, Europa occidental es hoy el lugar del globo más irreligioso con las debilitadas minorías de sus iglesias cristianas. Según Pfaff, "el error posiblemente fatal de Rushdie fue aplicar un discurso europeo escéptico a una religión que aún cree en sí misma".

Pero, para empezar, como ha demostrado Milan Kundera (Los testamentos traicionados, Tusquets Editores), no fue un error y Rushdie no atacó en absoluto al islam. Fue una licencia literaria que un gran novelista se concedió para aportar una dimensión mística a su obra. Esta misma audacia novelesca fue la que permitió a Kundera descubrir toda la poesía del islam. Por otra parte, es posible que la fuerza del credo musulmán requiera estrategias particulares y, en este punto, el intervencionismo ideológico-militar de los neoconservadores de George Bush ha sido desastroso. Respecto a los musulmanes que viven en países de mayoría cristiana, la cuestión esencial es saber qué posibilidades tienen de escapar a las presiones de las autoridades islamistas exteriores a su país de adopción. Pues el escándalo no está, evidentemente, en el comportamiento de Rushdie, que, en cierta forma, fue útil, ya que el 15 de marzo de 1989 la mayoría de los países participantes en la Conferencia islámica de Riad decidieron desaprobar la iniciativa iraní y no dar una dimensión política al asunto de la fetua.

Por eso, desde mi punto de vista, mis interlocutores británicos se equivocan. La lección del caso Rushdie es que hay que hacer todo lo necesario para garantizar la libertad del no creyente -¡y la del novelista!- en la misma medida que la del creyente, sea cual sea su religión. Pero, además, no veo por qué habría que renunciar a hacer todo lo posible para favorecer la evolución de los musulmanes hacia un espíritu crítico que en la Edad Media formó parte de sus tradiciones. La condena de las intervenciones que invocan hipócritamente la coartada humanitaria no debe llevarnos a dejar de creer en los derechos humanos ni en su universalidad.




http://www.middlemiss.org/lit/bookcovers/satanic.jpg
Portada de "Los Versos Satánicos"




"Soy un contador de historias, todo lo demás da igual", por Eduardo Lago
El País Semanal, 25/01/09

Madrugada de invierno de un año sin precisar, unos minutos antes del amanecer. Un jumbo de Air India secuestrado por un grupo terrorista islámico estalla en pleno vuelo sobre el Canal de la Mancha. Mientras caen en picado sobre una playa de la costa inglesa, dos pasajeros que han sobrevivido milagrosamente al atentado comentan despreocupadamente la insólita situación en que se encuentran... Así arranca Los versos satánicos, una de las novelas más polémicas de todos los tiempos. El nombre de su autor, Salman Rushdie, adquirió una notoriedad sin precedentes entre millones de personas de Oriente y Occidente que jamás llegarían a abrir el libro. ¿La razón? Que en ciertos pasajes figuran alusiones a una religión que se asemeja al islam, cuyo libro sagrado retoca por su cuenta un escriba imaginario que responde al nombre de Salman. Lo que sucedió tras la publicación de la novela es de sobra conocido: algunos líderes religiosos musulmanes interpretaron literalmente la estratagema novelística de Rushdie, juzgando que su obra constituía una blasfemia contra el islam. El Gobierno iraní presidido por el ayatolá Jomeini promulgó una fetua (condena de muerte) contra el autor, ofreciendo una cuantiosa recompensa a quien ejecutara la sentencia. El libro fue prohibido en numerosos países y quemado en diversos actos de repudia pública, desencadenándose violentos disturbios y manifestaciones que costaron la vida a varias personas en tres continentes.

Siguieron años de dificultad extrema para el autor, que se vio obligado a vivir en rigurosa reclusión, cambiando constantemente de domicilio, rodeado día y noche de una escolta de policías secretos. En 1993 se ratificó la fetua. Tres personas relacionadas con la publicación del libro sufrieron atentados. El traductor de la novela al japonés fue asesinado. El Gobierno iraní suspendió oficialmente la condena en 1998, aunque diversos grupos radicales se negaron a acatar la decisión. Hoy Rushdie recibe ocasionalmente notas que le recuerdan la fatídica sentencia. En 2005 el ayatolá Ali Jamenei declaró que la condena seguía en vigor. En 2007, la reina Isabel II lo nombró Caballero de la Orden del Imperio Británico, gesto que desató una nueva oleada de furia contra Rushdie en amplias zonas del mundo islámico.

Durante todo este tiempo, el autor angloindio ha procurado mantenerse fiel a sus principios éticos y estéticos. Entre 2004 y 2006 ejerció como presidente del PEN American Center, organización que desde su sede neoyorquina vela por la libertad de expresión y la independencia de los escritores de todo el mundo.

Rushdie puede despertar sentimientos encontrados entre sus compañeros de oficio. Dos autores de gran prestigio que han escrito desde perspectivas muy distintas sobre el islam se pronunciaron contundentemente en su día sobre la suerte del escritor. El egipcio Naghib Mafouz, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1988, reaccionó a la fetua dictada contra Rushdie acusando de terrorismo intelectual a Jomeini, para ulteriormente matizar que nadie tiene derecho a ofender las creencias de los demás. La visión de Salman Rushdie es diametralmente opuesta: "Sin el derecho a ofender", observó en una ocasión, "no se puede hablar de libertad de expresión". En otro momento apostilló: "No hay nada más fácil que impedir que un libro nos ofenda. Basta con cerrarlo". Haciendo alarde de su ácido sentido del humor, V. S. Naipaul, premio Nobel de Literatura en 2001 y autor de Viaje al islam, resumió de modo lapidario el affaire Rushdie, sosteniendo que la fetua pronunciada contra él era un caso de crítica literaria llevada a sus extremos.

Tanta humareda nos puede hacer olvidar un dato esencial: Salman Rushdie es uno de los narradores con mayor talento de nuestra época. En opinión de Christopher Hitchens, el controvertido autor de Dios no es bueno, de no haber sido por la fetua, hace tiempo que le habrían concedido el Premio Nobel de Literatura. Ingenioso, inventivo y versátil; caracterizado por un rigor y solidez poco comunes; capaz de saltar entre la realidad y la fantasía con asombrosa agilidad, así como de hibridar tradiciones y géneros aparentemente irreconciliables, el corpus novelístico de Salman Rushdie -cuya última novela, El encanto de Florencia (Mondadori), se publica a finales de febrero en España- sorprende por la brillantez de su lenguaje, por la audacia de sus planteamientos narrativos y por su destreza técnica.

En persona, Salman Rushdie desborda vitalidad. Dotado de un talento inusual para la narración oral, su conversación es tan versátil, amena, ágil, torrencial e imaginativa, como el sinfín de historias que se cruzan vertiginosamente en las páginas de sus libros.

Una de las características más acusadas de toda su obra literaria parece ser su habilidad para desenvolverse con idéntica facilidad en el plano de la realidad y el de la fantasía. De pequeño, devoraba libros de ciencia-ficción. Era la edad de oro del género: Ray Bradbury, Philip K. Dick, Isaac Asimov, Stanislav Lem, aunque muchos de los autores que leía eran francamente malos. Eran los años de la carrera espacial, cuando los rusos lanzaron los primeros Sputniks, a finales de los cincuenta. La ciencia-ficción es un vehículo perfecto para la novela de ideas. Uno de mis relatos favoritos de todos los tiempos es Los 9.000 millones de nombres de Dios, de Arthur C. Clarke. En él se cuenta la historia de dos científicos que por encargo de unos lamas tibetanos construyen un ordenador cuyo fin es programar todas las permutaciones posibles del nombre de Dios. Cuando concluyan la tarea, sobrevendrá el fin del mundo. Es un cuento enigmático y magistral. Pero no todo lo que leía era así. Por lo general, eran libros muy mal escritos. Los personajes no eran creíbles: científicos que llevaban bata y mujeres extraordinariamente atractivas que tenían unos pechos descomunales [risas]. En cuanto a mi interés por la fantasía, me parece importante subrayar algo fundamental, que a veces se nos olvida: la frontera entre la realidad y la imaginación no es algo fijo. El realismo es sólo una forma más de describir el mundo, y no es necesariamente la mejor ni la más interesante. Yo nací en un país donde la fantasía lo envuelve a uno desde el momento de nacer. La mitología india es de una riqueza portentosa, y no me refiero sólo a las leyendas religiosas, sino a la tradición narrativa que tiene su origen en Las mil y una noches, muchas de cuyas historias surgieron en India antes de traducirse al persa y al árabe. Crecer escuchando la historia de Simbad el Marino, de Alí Babá o Aladino deja una impronta imborrable en la imaginación de un futuro escritor. El realismo no es más que una convención. Si es necesario, recurro a ella, pero no es el único recurso ni mucho menos.

¿Podría evocar algunos recuerdos de su familia? Tanto mi familia paterna como la materna eran oriundas de Cachemira, aunque las dos ramas llevaban bastante tiempo afincadas en India cuando yo nací. Mi abuelo materno era un hombre muy religioso. Peregrinó a La Meca y a lo largo de toda su vida cumplió escrupulosamente con el precepto de orar cinco veces al día. Sus nietos nos reíamos de él viéndole darse de frentazos contra la alfombra, claro que los niños nunca se han caracterizado por ser muy respetuosos. Mi abuelo no se lo tomaba a mal. Tenía muy buen carácter. Todo lo contrario que mi abuela, una mujer feroz que nos inspiraba un miedo terrible. Vivían en una casa muy grande, en un lugar llamado Nadi Garu, y allí se reunía toda la familia dos o tres veces al año. Mi abuelo fundó una escuela de medicina en Aligarh, en las afueras de Nueva Delhi. Había allí una universidad islámica muy importante. En la escuela de mi abuelo se simultaneaba el estudio de la medicina occidental con la tradicional del Ayurveda. Mi madre llegó a ser una gran experta en hierbas medicinales y cuando caía enfermo me daba una pócima estúpida que tenía un sabor repugnante y no me hacía ningún efecto, mientras que a mis compañeros de clase les daban antibióticos y enseguida se curaban [risas]... Mi familia era muy variada, había de todo. La hermana mayor de mi madre era profesora en la Universidad de Karachi, y la pequeña se casó con un general pakistaní que tenía mucho poder [risas]. Luego estaban mis tíos, uno era un funcionario de alto rango y el otro trabajaba de guionista en Bollywood. Creo que llegó a dirigir alguna película. Su esposa era actriz y bailarina. En mi familia el cine era algo muy importante.

Usted nació en Bombay, ¿cuándo se trasladaron sus padres allí? Mis padres y mis abuelos vivían en Delhi. Mi padre era hijo único. Su padre, mi abuelo, tenía mucho dinero, era propietario de una fábrica de tejidos. Mis padres se casaron en Nueva Delhi en 1946. Era una época muy tensa. La independencia de India era inminente. La idea era dividir el país en dos partes, una hindú, India propiamente dicha, y otra musulmana, Pakistán. Mis padres eran musulmanes, pero no ejercían. Lo más que hacían era abstenerse de comer carne de cerdo, en eso consistía para nosotros el islam [risas]. Tenían clarísimo que no querían vivir en un Estado islámico como Pakistán. Por otra parte, no les hacía ninguna gracia la idea de vivir en Delhi, porque el ambiente que se respiraba era verdaderamente peligroso. Había una tensión insoportable entre hindúes y musulmanes y el conflicto podía estallar en cualquier momento, como efectivamente ocurrió. Mi abuelo paterno murió antes de nacer yo. Mi padre decidió vender la fábrica e irse a vivir con mi madre a Bombay, que gozaba de la reputación de ser una ciudad mucho más cosmopolita y tolerante, mucho menos explosiva. Cuando se fueron de Delhi, mi madre estaba embarazada de lo que resultaría ser yo, de modo que se puede decir que fui a Bombay con ellos [risas]. Yo nací en 1947, ocho semanas antes de la independencia del país.

¿Cómo era el Bombay de su infancia? Bombay era la ciudad más moderna y cosmopolita de India, el gran puerto occidental del país, por el que entraba directamente la influencia del resto del mundo. En Bombay siempre ha habido muchos extranjeros, gente llegada de todos los confines de la tierra. Las demás grandes ciudades de India eran mucho más uniformes. En Nueva Delhi todo el mundo era indio. En Calcuta todo el mundo era bengalí, y en Madrás, sureños, mientras que Bombay era una gran metrópolis que atraía a gente de todos los rincones de India. El ambiente que reinaba en la ciudad era muy cosmopolita y tolerante. El Bombay en que yo crecí era una urbe secularizada y no violenta, lo cual me hizo suponer que el mundo era así. Desde niño me acostumbré a ver cómo convivían entre sí diversas sectas y religiones sin que ello supusiera ningún conflicto. Nos llevábamos bien con los que tenían otras creencias, celebrábamos los festivales de las otras religiones. Sectas muy distintas entre sí vivían en perfecta armonía. Mi infancia en Bombay marcó de manera muy profunda mi modo de percibir el mundo.

¿Qué edad tenía cuando lo enviaron a estudiar a Inglaterra? Trece años y medio. Estuve interno en Rugby, una escuela pública muy prestigiosa. A los 18 me matriculé en el King's College de Cambridge. Estudié historia, en contra de la voluntad de mi padre, que quería que estudiara económicas. De aquellos años me quedó el molde del método que aplican los historiadores en su disciplina, una manera de mirar el mundo buscando el sentido profundo de los hechos, jerarquizándolos conforme a su importancia. Mi verdadera pasión era la literatura, pero jamás la estudié de manera formal. No se me pasó por la cabeza que fuera posible hacer nada semejante. Desde la adolescencia fantaseé con la idea de ser escritor, pero la idea de estudiar literatura no tenía nada que ver con ello. Para mí, leer no podía ser una asignatura, sino una forma de placer. Cuando me metía en una librería, salía cargado con un botín de libros; luego me encerraba a devorarlos como si fueran golosinas.

¿Qué leyó durante los años que pasó en la universidad? Recuerdo que tenía una novia que estaba haciendo una tesis doctoral sobre Finnegans Wake, la endiablada obra final de Joyce. Se titulaba algo así como James Joyce y el nouveau roman francés. Por aquella relación me tocó leer a autores experimentales como Michel Butor y Alain Robbe-Grillet... Me tuve que leer Finnegans Wake dos veces. Fue el precio que tuve que pagar por estar enamorado [risas]. En fin, sí, toda la novela del siglo XVIII, libros como Tristram Shandy, de Lawrence Sterne, y Tom Jones, de Henry Fielding, me impactaron mucho. También leí mucha literatura americana. Por entonces descubrí a Pynchon.

Otro autor complicado... Ahora ya se me ha pasado, pero cuando lo descubrí de joven sentí veneración absoluta por él. Tiene una novela titulada V. que me pareció sencillamente maravillosa. El resto de su obra me interesó menos, pero V. me pareció fascinante. Las ideas de Pynchon son sumamente interesantes. Tiene un sistema dual en el que por una parte está el concepto de paranoia y por otra el de entropía. Según Pynchon, el mundo tiene un significado, sólo que es inaccesible porque hay ciertas fuerzas que se encargan de mantenerlo oculto. Tan sólo un círculo selecto de gente posee el secreto del significado del mundo, aunque por lo menos se sabe que lo tiene. Por otra parte, está la idea de la muerte del universo, que es algo que acaece lentamente... Para Pynchon la vida es como una fiesta que se va apagando poco a poco [risas] y su sentido final se nos escapa, de modo que libertad y ausencia de significado son equivalentes.

En 1981 publica 'Hijos de la medianoche', considerada su obra más importante. Lo empecé a escribir sin saber muy bien dónde iba a parar. Cuando pienso en el lío en que se metió el joven que era yo entonces me asusto. Hay que ser muy joven y muy estúpido para atreverse a escribir un libro tan arriesgado, sobre todo teniendo en cuenta que mi primera novela no había ido lo que se dice precisamente bien. Al principio sólo quería escribir una novela sobre la infancia. Luego se me ocurrió la idea de los 1.001 niños dotados de poderes mágicos y tuve que aceptar las consecuencias de tal decisión. Los poderes mágicos de los niños se derivan del hecho de que su nacimiento coincide con el de India como nación independiente. En aquel momento comprendí que tenía que escribir un libro de una escala mucho mayor, por haber añadido una dimensión histórica a la narración.

¿Le resultó difícil escribir 'Vergüenza', tras un éxito tan fulminante? El destino de ese libro fue de lo más curioso. Pasó inadvertido, aplastado entre el éxito de Hijos de la medianoche y el escándalo que se desató en torno a la publicación de Los versos satánicos. Han tenido que pasar muchos años para que la gente se fijara en él. Hoy día, de todos mis libros, seguramente es el que más atención recibe en cursos universitarios, debido a la actualidad de los temas que aborda: el poder militar, el fanatismo religioso, el choque de civilizaciones. En cierto modo fue un libro premonitorio, ya que esos temas son hoy mucho más urgentes y relevantes que cuando lo escribí.

A estas alturas supongo que aborrecerá que le pregunten por 'Los versos satánicos'. Podemos hablar del libro desde el punto de vista literario, para variar [risas]. Todo el mundo tiene una opinión muy contundente sobre esa novela sin haberla leído.

Casi se podría decir lo mismo de usted. El mártir ha eclipsado al escritor. La fetua arrasó con todo lo demás.

¿Qué le llevó a escribir un libro así? Es una novela sobre gente que emigra a Occidente desde el sureste asiático: India, Pakistán y Bangladesh. Ése es un aspecto importante: el tema de la inmigración y sus consecuencias. Por otra están las múltiples historias que se entrecruzan en el libro, vertebradas por la figura del Arcángel Gabriel. Veo el libro como una serie de instantáneas que permiten seguir la carrera del Arcángel Gabriel [risas], una especie de biografía que no respeta el orden cronológico. Me pareció una idea divertida. Aún no había descubierto que tener ideas divertidas puede costarte caro: corres el riesgo de que se te acuse de blasfemo. Los ataques contra el libro fueron tan virulentos que nadie se percató de sus aspectos humorísticos. Los versos satánicos es esencialmente una novela cómica. Todos los procedimientos que utilizo son cómicos, aunque el efecto acumulativo final no lo sea. Es algo que aprendí de Kafka. El Castillo es una sucesión de escenas cómicas, aunque el efecto de conjunto no sea cómico. Mi mayor frustración fue ver que nadie pensaba en Los versos satánicos como libro. La gente veía en él un alegato, un eslogan, un panfleto. Se decían cosas de la novela que me dejaban estupefacto. La obra de que hablaban simplemente no existía. Decían cosas que no figuraban en ninguna parte. Yo no me cansaba de repetir: "¿Dónde está el libro del que dicen todo eso? Por favor, que alguien me enseñe las páginas donde aparecen las cosas que se dicen". Era rarísimo, y conmigo ocurría algo parecido. El Salman Rushdie del que hablaba la gente no tenía nada que ver con mi persona. De modo que toda la animadversión y la violencia extrema que exhibía la gente iban dirigidas contra algo que no existía. Ahora que han pasado 20 años desde que se publicó, es un alivio ver que por fin se habla del libro que escribí, no de una entelequia. Siento que he recuperado la novela. La gente lee un libro real, y reacciona como se reacciona normalmente ante un libro: hay gente a la que le gusta mucho y gente a la que no le gusta nada, y entre uno y otro extremo, todos los matices intermedios. Ése es el destino común de todos los libros.

¿Le cogió por sorpresa la reacción que se desató tras su publicación? Totalmente. Es decir... todos mis libros habían sido mal vistos por quienes sustentan opiniones religiosas ortodoxas islámicas. Hijos de la medianoche no les gustó, Vergüenza no les gustó, así que cuando publiqué Los versos satánicos di por hecho que tampoco les gustaría. Lo que no me esperaba era una reacción tan virulenta. De no haber intervenido Jomeini, decretando mi condena a muerte, el libro hubiera tenido una trayectoria normal.

¿Le resultó muy difícil mantenerse fiel a sus principios como escritor y tratar de seguir adelante después de la 'fetua'? Mucho, sobre todo al principio. Hubo un momento, unos meses después del ataque, en que creí que no sería capaz de seguir adelante. Estaba molesto, herido, a punto de perder el equilibrio. Me salvó pensar que no era ni mucho menos el primer escritor que padecía una persecución así. La historia de la literatura está plagada de episodios trágicos, como el Gulag. Dostoievski llegó a estar frente a un pelotón de fusilamiento... Ovidio murió en el exilio, Jean Genet escribió gran parte de su obra en la cárcel. La lista es muy larga. Me dije que si ellos habían tenido la entereza de resistir frente a las dificultades, yo estaba obligado a hacer otro tanto. Quizá le parezca una afirmación grandilocuente, pero tengo un concepto muy elevado de la literatura, y si quería ser un digno representante del arte literario, tenía la obligación de no desmoronarme. Así que tomé la firme determinación de ser fiel a mí mismo y aguantar con la dignidad que tantos escritores habían sabido tener en circunstancias iguales o peores que las que padecía yo.

¿Los años de reclusión afectaron de manera íntima al proceso creativo? Lo primero que escribí fue un libro para niños, Harún y el mar de las historias. Es un libro extraño, una especie de cápsula de tiempo que flota entre el silencio y el lenguaje. La imagen embrionaria es muy poderosa: raptan a una princesa con intención de coserle la boca. La imagen procede de un relato muy breve, que había escrito hacía años, y no sabía qué uso darle. Tenía algunos otros relatos y decidí construir con ellos un libro para que lo leyera mi hijo, que entonces tenía 11 años. Me sentí como quien mete un mensaje en una botella, sabiendo que nadie lo leerá hasta dentro de mucho tiempo. Quería que después de haberlo disfrutarlo de niño, mi hijo lo volviera a leer siendo adulto, porque entonces descubriría un libro totalmente diferente.

'El último suspiro del moro' es un proyecto muy distinto. Me dio miedo escribirlo, porque era el primer libro para adultos que publicaba tras Los versos satánicos y puse mucho empeño en el esfuerzo. En él regreso a mi ciudad natal, sólo que es un Bombay que no tiene nada que ver con el de Hijos de la medianoche. El Bombay de El último suspiro del moro es una ciudad tenebrosa, que ha perdido las cualidades de las que hablé antes. La tolerancia, la capacidad de abrirse a los demás, se habían perdido o dañado. Se puede ver como la continuación de Hijos de la medianoche. Es la misma ciudad sólo que vista a través de los ojos de un adulto, no de un niño de diez años. Ese libro marca el comienzo de lo que se ha convertido en mi mayor preocupación: mostrar elementos comunes a distintas culturas. Hijos de la medianoche y Vergüenza dan cuenta de lo que ocurre en el subcontinente indio. Incluso Harún y el mar de las historias es así. Con El último suspiro del moro intenté transmitir otro mensaje: No podemos vivir aislados, cada uno en su parcela del tiempo o del espacio. Lo que nos pasa a nosotros le ha pasado antes a otra gente. Muchas veces he pensado que el detonante de la llegada de Occidente a las Indias Meridionales, la razón que motivó la llegada de Vasco de Gama a Oriente, que es un momento crucial de la historia, no obedeció a un prurito de conquista ni a un afán de dominación. La razón por la que Oriente y Occidente acabaron por encontrarse fue la sed de dar con algo tan precioso como las especias. Cuando caí en la cuenta, me pareció fascinante. Pensé que si toda la historia de Oriente y Occidente se basa en el deseo de pimienta [risas], entonces tenía que poner pimienta en el centro del libro, de modo que toda la novela tenía que crecer a partir de un grano de pimienta, y así fue como surgió.

Hablemos de su última novela, 'El encanto de Florencia', que Mondadori editará en España en febrero. La crítica ha dicho que supone el regreso de Rushdie a sus orígenes, un poco como si se hubiera restaurado el equilibrio anterior a todo lo que sucedió con motivo de su 'fetua'. Al principio de la conversación hablábamos de las historias que logran alcanzar el blanco de la verdad sirviéndose de medios fantásticos, historias en las que la narración pura se constituye en un objetivo por sí mismo. Eso es lo que me propuse con este libro: recrear al desnudo el placer de narrar. El libro supone un despojamiento de cuanto es superfluo para descender a la esencia pura y rutilante del arte de contar historias, sin más. Puse mucho cuidado en evitar que el libro fuera demasiado largo. El mundo que se describe en El encanto de Florencia es de tal riqueza y complejidad que si lo hubiera escrito como si se tratara de una novela histórica convencional habría necesitado, qué sé yo, 1.200 páginas. Pero no era ésa la clase de libro que quería escribir.

Hay también una celebración de la palabra primigenia, un canto al lenguaje en cuanto tal. Si hay algo que he aprendido a lo largo de mis años como escritor es a sentirme cada vez más cerca de los lectores. Intento ponerme en su lugar y tratar de comprender cómo se acercan al texto. El encanto de Florencia es una novela ambientada en una época en la que los referentes literarios son nada menos que Ariosto, Cervantes y Shakespeare. Así que me dije que podía darme permiso para imprimirle al lenguaje una riqueza de la que carece el lenguaje del siglo XXI. Me propuse escribir la clase de libro que les hubiera gustado leer a los personajes de mi novela. Si se fija, la manera de narrar la historia no es muy distinta a la forma de ficción narrativa que se cultivaba en India y la Europa de aquel tiempo. Otra cosa que quería conseguir es dotar al libro de un sentimiento de plenitud, la idea de que la vida es muchas cosas a la vez. No hay por qué elegir entre ser realista o visionario. No es necesario elegir entre el sueño y la vigilia, la vida es algo más complejo y más completo, no hay que segmentarla en sus componentes. Y la literatura de aquella época -no nos olvidemos de que estamos hablando de los contemporáneos de Shakespeare y Cervantes- corresponde a un momento de máxima plenitud histórica. Todo estalló a la vez.

¿Se puede hablar de un adiós a la política? En el sentido de que me cansé de que la gente me viera como a una figura pública. Por supuesto que hay política en la novela, en parte el libro versa sobre el poder. Hay personajes como Maquiavelo y el Emperador Akbar, dos figuras históricas fascinantes, una que representa a Occidente y otra a Oriente. Hay mucho que decir acerca de los dos. Me interesaba reivindicar a Maquiavelo, que ha sido objeto de muchos malentendidos... Pero sí, hay un intento deliberado por alejarme de los temas que aparecen a diario en los periódicos. Es como si me hubieran dado la posibilidad de presentarme al mundo por primera vez y mi respuesta hubiera sido: Salman Rushdie es un contador de historias, todo lo demás da igual.



(E-1114) .../...

jueves, 26 de febrero de 2009

Un pasito por delante

¡Hasta los mismísimos huevos estoy ya del PP canario, en particular, y de la política y los políticos del archipiélago, en general! ¿Nos tomarán por tontos? No sólo me pasa a mí. Para que un periodista bastante ecuánime, irónico y nunca mal hablado, sin carnet del PSOE, ni vendido en cuerpo y alma a la horda prisática, como José Antonio Alemán, suelte en el "Canarias Ahora" de hoy lo que suelta, hay que estar, lisa y llanamente, hasta los mismísimos... Y en Canarias, un pasito por delante, a pesar de ir una hora por detrás.

Lo del pasito por delante no es sólo por lo que dice el vicepresidente del gobierno de Canarias, consejero de Economía y Hacienda y presidente del PP en las islas, don José Manuel Soria, sobre jueces, fiscales, policías, líder de la oposición socialista y delegada del gobierno de España (con la conformidad explícita, no se olvide, de su presidente -y por desgracia, de todos los canarios- don Paulino Rivero, de ATI-CC). Les acusa de conspiración y confabulación contra él y el PP, bastante antes de que el señor Rajoy le imitara en los gestos y aclamaciones a sí mismo y a su partido. Y lo del pasito por delante lo digo, también, porque es más que probable que visite Salto del Negro (la prisión provincial de Las Palmas) con antelación a sus correligionarios peninsulares y eso le trae, evidentemente, sin vivir. Pero en el ínterin, a los que nos tienen sin vivir y hasta los mismísimos es a los canarios... Les dejo con la lectura del artículo de José Antonio Alemán; se titula "El exorcista". Me imagino por qué. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)




http://www.elpais.com/recorte/20081007elpepinac_1/LCO340/Ies/Jose_Manuel_Soria.jpg
José Manuel Soria, presidente del PP canario




Fotos:
(1) José Manuel Soria:
http://www.elpais.com/recorte/20081007elpepinac_1/LCO340/Ies/Jose_Manuel_Soria.jpg




"El exorcista", por José A. Alemán
(Canarias Ahora, 26/02/09)

Rajoy descartó dimisiones de imputados del PP para no ser menos que Bermejo. Él, desde luego, no las forzará, bonito fuera. Menos mal, porque me habría descolocado si coge la escoba y pega a barrer la casa. Hubiera tenido que modificar, a estas edades, mi idea de la derechona (a la que diferencio de la derecha, vaya por delante).

Mucho he oído decir de la desvergüenza con que la derechona se pone siempre por el lado grueso del fonil, vulgo embudo; de la incoherencia de exigirle a los demás lo que ella no practica; aparte del descaro con que intoxica y manipula a la opinión pública, a la que ve integrada por imbéciles y demás lindezas en las que no abundo porque en Canarias Soria no necesita presentación como adalid de esa concepción más que perversa, pervertidora.

No creo, a eso iba, que la ley del fonil defina la actitud de la derechona porque ella es así, sin más. Tampoco es riguroso calificarla de franquista pues lo suyo viene de más atrás; Franco fue su criatura predilecta, no su origen. La alimenta la creencia de que España, sus islas adyacentes y las subyacentes en que vivimos, constituyen una finca de su exclusiva propiedad. La jactancia de Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón, al contar los centenares de allegados y amigos a los que ha colocado, refleja esa mentalidad de propietario a la que pertenece conceptualmente Rajoy cuando exige de los demás lo que no a los suyos.

Quiero decir que no es cinismo, ni asunto de foniles: la derechona considera que actúa en derecho y tan consciente es de que la finca es suya que arremete contra las instituciones del Estado de Derecho por no cumplir sus deberes de mayordomía a satisfacción de la propiedad. Las instituciones no son menos suyas y yo con lo mío hago lo que quiero.

El convencimiento de la derechona de que la finca les pertenece es tal que considera a los psocialistas unos advenedizos que la han despojado de su propiedad y de ahí la oposición que hace el PP: brilla por su ausencia una propuesta alternativa a Zapatero que no sea la pura devolución del poder expoliado. La democracia, aunque reducida prácticamente a votar una vez cada cuatro años, es el obstáculo para recuperar la finca y no les importa si salta por los aires, una vez debilitadas sus bases institucionales.

Una democracia, por cierto, que hicieron posible la progresía intelectual y social y en lo político el centro y la izquierda y la derecha democráticas; mientras la derechona permanecía atorrada en su desconcierto sin saber qué hacer al apagársele la lucecita de El Pardo. La contaminación franquista no era políticamente correcta en la Transición. Pero ahora el paso del tiempo la ha librado del complejo (la derecha sin complejos, recuerden) y se burla de los planteamientos progresistas y hasta del cambio climático y se opone significativamente a la memoria histórica dónde están inscritas sus tropelías. Tiene la esperanza de que sea cierto lo de que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla.

En esa línea se inscriben las carajeras contra leyes mal vistas por la Iglesia, empeñada en imponer su doctrina hasta a los no católicos y que se considera perseguida porque encuentra resistencia; asuntos como el de la Educación para la Ciudadanía es otro buen botón de muestra de la coyunda de la derechona y la Iglesia que, todo hay de decirlo, responde a la rancia y más casposa tradición española.

Locke defendía la democracia representativa como sustituta de las guerras civiles. Pensaba que la perspectiva de ocupar el poder evitaba que la oposición se echara al monte y utilizara sólo armas políticas. La derechona no ha alcanzado ese grado civilizatorio que permite discernir entre hacer oposición y llevarse por delante las instituciones llegando, si fuera necesario, al enfrentamiento civil. La finca es suya y nadie va a decirle cómo administrarla.

Este espíritu, que anima a la derechona en el fondo de su alma, resta incoherencia a los dichos y hechos del PP. Cree que las cosas son así y que Dios está de su lado porque lo está la jerarquía católica; la Iglesia verdadera y dos piedras. Defiende la impunidad de su gente porque se corresponde al origen divino del orden que quieren en su finca; en la que se les ha infiltrado Satanás en forma de Zapatero (de López Aguilar en Canarias) convirtiendo a policías, fiscales y jueces en custodios del diabólico expolio. Necesita la derechona un buen exorcista que ahuyente a los demonios y volvamos a tener la misa en latín. Que es, por cierto, el idioma de los endemoniados; pura justicia poética, qué quieren.




(E-1110) .../...

viernes, 20 de febrero de 2009

Sin vergüenza alguna

Sin vergüenza alguna, sí señor. Con dos cojones, u ovarios, según la clasificación sexual de cada cuál. Ahí tienen a Sus Señorías, titulares individuales y personales (lo es cada uno de ellos, y no en conjunto) del más garantista de los poderes del Estado, en huelga. Alegres como chiquillos con zapatos nuevos. No entro en la legalidad ni oportunidad de la huelga; no es el caso. Si sus "Pares" del Consejo General del Poder Judicial dicen que no es ilegal, pues vale. Me alegro por ellos.

¿Se imaginan ustedes dónde acabarían unos militares, a los que el Estado encomienda las armas de la nación para defenderla, si decidieran ponerse en huelga o desobedecer las órdenes del poder civil? ¿O qué el rey, el gobierno o diputados y senadores hicieran lo mismo? A mi, aparte de desasosiego, me ha producido una enorme vergüenza. Si ya hasta los jueces juegan a hacer política, o bromas, con su poder de vida, muerte y hacienda sobre los ciudadanos, apaga y vámonos... Sean felices. Tamaragua. (HArendt)


Fotos:
(1) Los jueces de Valencia en huelga:
http://www.elpais.com/recorte/20090218elpepunac_7/XLCO/Ies/20090218elpepunac_7.jpg





http://www.elpais.com/recorte/20090218elpepunac_7/XLCO/Ies/20090218elpepunac_7.jpg
Jueces en huelga (Valencia)




(E-1108) .../...

A la búsqueda del Bosón de Higgs (II)

No estaba muy seguro de que mi querida amiga y vecina, Inés, fuera a asumir la extraña petición que le hiciera hace unos días de intentar explicarme, y explicarnos, que era eso del "Bosón de Higgs". Me equivoqué. como era de esperar. Lo ha hecho, y encima, relacionando su explicación con los personajes de "El Señor de los Anillos", de Tolkien, al que yo había citado fuera de todo contexto lógico.

Dejo aquí constancia de mi agradecimiento para con ella y transcribo las entradas de su blog (http://inesuja.blogspot.com) publicadas los días 18, 19 y 20 de febrero. Juzguen ustedes; seguro que les resulta interesante. Y sean felices. Tamaragua (HArendt)


Fotos:
(1) Dios leyendo un manual de Física, por Quino (Del blog "Inesuja):
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih2e1p2LML4SV4_zi4IHoaYl_mykVpFA_e5E5Y48DeKvnklwCO3Ec1hvfwTY4c1WDSSP-O2qGHrqXyIjmUSeNtAF1NqLSnTF37d4E1Z8IBXb_CHtZoVn_0-chGqRUOlOcdQ5nvnTfTWHE/s400/quino-fisica.jpg
(2) Las cumbres de Gran Canaria, nevadas:
http://www.canarias7.es/multimedia/i/galerias/2853/gal2853-7.jpg



https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih2e1p2LML4SV4_zi4IHoaYl_mykVpFA_e5E5Y48DeKvnklwCO3Ec1hvfwTY4c1WDSSP-O2qGHrqXyIjmUSeNtAF1NqLSnTF37d4E1Z8IBXb_CHtZoVn_0-chGqRUOlOcdQ5nvnTfTWHE/s400/quino-fisica.jpg
Dios leyendo un Manual de Física (Quino)




"hoy voy a hablar de física: la teoría unificada: la comunidad del anillo" por Inesuja.
(18, 19 y 20 de febrero de 2009: http://inesuja.blogspot.com)


tres anillos para los reyes elfos bajo el cielo,
siete para los señores enanos en palacios de piedra,
nueve para los hombres mortales condenados a morir
uno para el señor oscuro, sobre el trono oscuro
en la tierra de mordor donde se extienden las sombras
un anillo para gobernarlos a todos. un anillo para encontrarlos,
un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en la tierra de mordor donde se extienden las sombras

así comienza el libro "el señor de los anillos" de j.r.r. tolkien que imagino que muchos de vosotros habéis leído (y si no fijo que habéis visto la trilogía homónima de peter jackson). os voy a hacer una revelación: en realidad este libro habla de física, ¿que no?

el universo tal y como lo conocemos puede ser explicado a través de cuatro interacciones: la electromagnética (campos electromagnéticos), la nuclear fuerte (núcleos de los átomos), la nuclear débil (unión de los electrones con los núcleos) y la gravitacional (responsable de la formación de estrellas, planetas, galaxias y demás), y de los transmisores de esta interacción, que son los bosones. os voy a mostrar cómo tolkien los refleja en su libro:

* los elfos se van a corresponder con la interacción electromagnética, que es de alcance infinito, como sus flechas; a su anillo (bosón) lo vamos a llamar "fotón", porque además los elfos son muy ligeros, casi como fotones, que no tienen masa.
* a los señores enanos les vamos a asociar la interacción fuerte, que es de corto alcance pero bastante cañera, como sus hachas, y a su anillo (bosón) lo llamaremos "gluón".
* a los hombres mortales les vamos a asociar la interacción débil, que es de medio alcance y como su propio nombre indica más débil que la fuerte, y a sus anillos (a estos les damos dos, que los hombres luchan con espada y escudo) les llamaremos "bosón w" y "bosón z".

los anillos se forjaron en las entrañas del monte del destino, y el anillo único los unifica y gobierna a todos. pues ahora pensemos que el monte del destino es el big bang y que el anillo único es el "bosón de higgs", un bosón formado a los 10 elevados a menos 43 segundo de la explosión, sin el cual difícilmente se pueden explicar el resto de anillos-bosones (fotones, gluones y bosones w y z), de una enorme masa (como el anillo único), que nadie nunca ha visto y al que muchos temen y gracias a la cual se afianza el "modelo estándar de la física de partículas", que intenta unificar las tres interacciones anteriores.

al que todavía esté despierto a estas alturas es posible que le haya chocado algo en todo lo anterior: he hablado de cuatro interacciones pero sólo he explicado tres.

la teoría unificada intenta aglutinar en una sola las cuatro interacciones anteriormente descritas; para ello a cada una de ellas debe tener asociado un bosón que va a generar un campo de interacción.

en el caso de la interacción gravitatoria tendría que llevar asociado un bosón responsable de esta interacción, un bosón insignificante, en el que nadie se fijaría y que parece que no pinta nada en esta historia, más o menos lo mismo que los hobbits en el libro, solo que los físicos lo llaman "gravitón".

el gravitón por tanto sería el bosón que faltaría para completar esta teoría (el hobbit que va a cargar con todo el peso de la historia) y que necesariamente tiene que caracterizarse por ser extremadamente pequeño y tener muy muy poca masa (aunque no masa cero), cuya interacción es muy débil y de aparente corto alcance pero que explica cosas tan grandes como –por ejemplo- la configuración planetaria. de hecho, fíjense si son importantes que tolkien les dedicó un libro para ellos solitos. por desgracia por ahora el gravitón no es más que una idea que ni tan siquiera ha podido ser concebida matemáticamente; me explico: la ley de gravitación universal es una de las más antiguas conocidas, se explica perfectamente en la física clásica pero cuando intentamos generar un análogo cuántico no sabemos cómo hacerlo.

sin embargo no toda la esperanza está perdida: ya hay dos interacciones que se han podido unir, que son la débil y la electromagnética, creando la "electrodébil" que explica cómo los electrones se unen a los núcleos, y que siguiendo la analogía con el libro podríamos llamar "la última alianza entre hombres y elfos".

en resumen: los avances realizados en los últimos cincuenta años en el campo de la electrodinámica cuántica han animado a los físicos a intentar unificar todas las teorías de interacción existentes en una sola a la que denominan "teoría unificada" (otra vez un nombre rebuscado) con el objetivo de intentar explicar un poco mejor por qué el universo es como es. algunas de las partes ya están explicadas como puede ser la interacción electrodébil pero actualmente existen dos escollos que todavía no se han logrado salvar; el primero es encontrar el bosón de higgs con el cual se daría un enorme paso para unificar las interacciones electromagnética, débil y fuerte (y que es la razón por la que se creó en lhc –large hadron collider-) y el segundo formular y encontrar el gravitón, algo tan insignificante que hasta podría parecer intranscendente, pero para lo cual todavía queda mucho camino por recorrer.

epílogo: mientras el otro día me desayunaba un café con leche y un cruasán de chocolate y me paseaba por mis blogs amigos, me encontré lo siguiente en el de mi vecino harendt: "Mi ignorancia de la Física es tan mayúscula que la primera vez que oí hablar del "Bosón de Higgs" pensé que se estaban refiriendo a uno de los personajes de la novela "El Señor de los Anillos", del escritor sudafricano J.R.R. Tolkien. Es evidente que me equivoqué, y a pesar de haber leído bastante cosas sobre él, sobre el "bosón", sigo tan en blanco como al principio.", tras lo cual me animaba a intentar explicar qué es el susodicho bosón. mi primera reacción fue pensar "este tío está como una baifa (cabra canaria de tamaño más pequeño que la peninsular)", pero decidí aceptar el reto y he aquí el resultado, de hecho mi objetivo ha sido ir un poco más allá e intentar explicar la teoría unificada, espero que al final hayáis comprendido algo. (vecino, el reto era realmente complicado, pero como podrás observar no ibas nada desencaminado, espero haberlo superado…)



http://www.canarias7.es/multimedia/i/galerias/2853/gal2853-7.jpg
Las cumbres de Gran Canaria, hoy




(E-1107) .../...

martes, 17 de febrero de 2009

Desde Cuba, otra vez

Día a día, a pesar del desaliento, las amenazas y las represiones, los cubanos comienzan a desperezarse de su miedo. Desde dentro, porque si no lo hacen ellos no lo va a hacer nadie. Dos de mis "blogs amigos" dan cuenta hoy del hecho desde allí mismo, en el corazón de La Habana. Ambos se refieren a un mismo acontecimiento: el anuncio de la publicación de un libro, crítico con el régimen: "Boring Home", de Orlando Luis Pardo, en un parque de La Habana, al aire libre, bajo vigilancia policial. Les animo a que los visiten. Más contenido, como siempre, el de Yoani Sánchez, "Generación Y" (1), Premio Internacional 2009 al mejor blog del mundo, y desde el cual puede bajarse el libro de Orlando L. Pardo en formato "pdf". Exultante, y aun sobrecogida por el miedo, más literario, el comentario de Claudia Cadelo en su blog "Octavo Cerco" (2). No se si el régimen de los Castro se mueve hacia sitio alguno; los cubanos, seguro que sí. Lo estamos viendo. No les dejemos solos, por favor. Sean felices. Tamaragua. (HArendt)


Notas:
(1) http://desdecuba.com/generaciony
(2) http://octavocerco.blogspot.com





http://jacquesthomet.unblog.fr/files/2008/05/yoanisanchez060508.jpg
La cubana Yoani Sánchez




Fotos:

(1) Yoani Sánchez:
http://jacquesthomet.unblog.fr/files/2008/05/yoanisanchez060508.jpg
(2) Claudia Cadelo:
http://penultimosdias.com/wp-content/uploads/2008/12/i-love-minit-citacion-claudia.jpg





http://penultimosdias.com/wp-content/uploads/2008/12/i-love-minit-citacion-claudia.jpg
La cubana Claudia Cadelo





(E-1106) .../...