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martes, 27 de junio de 2017

[Cuentos para la edad adulta] Hoy, con "Cuerpo de mujer", de Ryunosuke Akutagawa







El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros.

Continúo la serie de Cuentos para la edad adulta con el titulado Cuerpo de mujer, de Ryūnosuke Akutagawa (1892-1927), escritor japonés de la generación neorrealista que surgió a finales de la Primera Guerra Mundial. Sus obras, en su mayoría cuentos, reflejan su interés por la vida del Japón feudal. La locura de su madre, le condicionó psicológicamente para toda la vida. Fue un niño enfermizo y nervioso que leía incesantemente en las bibliotecas públicas. Considerado como el "padre de los cuentos japoneses", el Premio Akutagawa, uno de los más prestigiosos de Japón, fue nombrado en su honor. Les dejo con su relato esperando que les resulte interesante. 



CUERPO DE MUJER
de
Ryunosuke Akutagawa


Una noche de verano un chino llamado Yang despertó de pronto a causa del insoportable calor. Tumbado boca abajo, la cabeza entre las manos, se había entregado a hilvanar fogosas fantasías cuando se percató de que había un pulga avanzando por el borde de la cama. En la penumbra de la habitación la vio arrastrar su diminuto lomo fulgurando como polvo de plata rumbo al hombro de su mujer que dormía a su lado. Desnuda, yacía profundamente dormida, y oyó que respiraba dulcemente, la cabeza y el cuerpo volteados hacia su lado.

Observando el avance indolente de la pulga, Yang reflexionó sobre la realidad de aquellas criaturas. “Una pulga necesita una hora para llegar a un sitio que está a dos o tres pasos nuestros, aparte de que todo su espacio se reduce a una cama. Muy tediosa sería mi vida de haber nacido pulga…”

Dominado por estos pensamientos, su conciencia se empezó a oscurecer lentamente y, sin darse cuenta, acabó hundiéndose en el profundo abismo de un extraño trance que no era ni sueño ni realidad. Imperceptiblemente, justo cuando se sintió despierto, vio, asombrado, que su alma había penetrado el cuerpo de la pulga que durante todo aquel tiempo avanzaba sin prisa por la cama, guiada por un acre olor a sudor. Aquello, en cambio, no era lo único que lo confundía, pese a ser una situación tan misteriosa que no conseguía salir de su asombro.

En el camino se alzaba una encumbrada montaña cuya forma más o menos redondeada aparecía suspendida de su cima como una estalactita, alzándose más allá de la vista y descendiendo hacia la cama donde se encontraba. La base medio redonda de la montaña, contigua a la cama, tenía el aspecto de una granada tan encendida que daba la impresión de contener fuego almacenado en su seno. Salvo esta base, el resto de la armoniosa montaña era blancuzco, compuesto de la masa nívea de una sustancia grasa, tierna y pulida. La vasta superficie de la montaña bañada en luz despedía un lustre ligeramente ambarino que se curvaba hacia el cielo como un arco de belleza exquisita, a la par que su ladera oscura refulgía como una nieve azulada bajo la luz de la luna.

Los ojos abiertos de par en par, Yang fijó la mirada atónita en aquella montaña de inusitada belleza. Pero cuál no sería su asombro al comprobar que la montaña era uno de los pechos de su mujer. Poniendo a un lado el amor, el odio y el deseo carnal, Yang contempló aquel pecho enorme que parecía una montaña de marfil. En el colmo de la admiración permaneció un largo rato petrificado y como aturdido ante aquella imagen irresistible, ajeno por completo al acre olor a sudor. No se había dado cuenta, hasta volverse una pulga, de la belleza aparente de su mujer. Tampoco se puede limitar un hombre de temperamento artístico a la belleza aparente de una mujer y contemplarla azorado como hizo la pulga.



FIN





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






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martes, 21 de julio de 2015

[Literatura] Cuentos para la edad adulta. Hoy, "En el bosque", de Ryunosuke Akutagawa








El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. 

Continúo hoy la serie con "En el bosque", de Ryunosuke Akutagawa (1892-1927), escritor japonés perteneciente a la generación neorrealista que surgió a finales de la Primera Guerra Mundial. Sus obras, en su mayoría cuentos, reflejan su interés por la vida del Japón feudal. En 1910 ingresó a la Escuela Superior Nº 1 de Tokio, y tres años después en el Departamento de Literatura Inglesa de la Facultad de Letras de la Universidad Imperial de Tokio. Con el grupo formado por Kikuchi, Yamamoto, Toyoshima, Tsuchiya y otros, editó al año siguiente la revista Shinshicho (tercera época), en la que publicó traducciones de obras de William Butler Yeats y Anatole France, y sus primeros cuentos. En 1915 publicó uno de sus relatos más famosos, "Rashōmon", donde describe la decadencia de las tradiciones japonesas acompañada por la angustia existencial de los protagonistas. En 1919 viaja a Nagasaki para estudiar el cristianismo japonés y publica cuentos con ese tema.  (Nagasaki era una ciudad en la que la mayoría de su población era practicante fiel del catolicismo a partir de las misiones de Francisco Javier). En 1922 viajó a China como corresponsal del diario 'Mainichi' y escribe varios cuentos relacionados con ese país y publica algunos ensayos y cuentos, entre ellos "En el bosque"Hacia 1926 enferma gravemente y padece graves alucinaciones visuales y angustia, y declina su producción literaria. Un año después se suicida. En 1935 se estableció en su honor el premio literario más prestigioso de Japón: el premio Akutakawa. En 1950 el cineasta japonés Akira Kurosawa refundió dos de sus relatos, "Rashomon" y "En el bosque" para crear su afamada película "Rashomon". 

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Ryunosuke Akutagawa





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