viernes, 28 de febrero de 2025

De las entradas del blog de hoy viernes, 28 de febrero de 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes, 28 de febrero de 2025. ¿Qué motiva a Musk? Se dice en la primera de las entradas del blog de hoy, titulada El sueño de Musk. No parece que sea el dinero; le gusta, y mucho, pero un personaje como Musk no se mueve solo por la pasta, de hecho, es mucho peor. La segunda es un archivo del blog de marzo de 2017, titulado De la inteligencia evolutiva de la Naturaleza que decía lo siguiente: Hay ramas de la robótica que parecen cada vez más asociadas a la biología: el robot ameba, por ejemplo, utiliza las propiedades asombrosas del ADN para responder con cambios de forma a los estímulos externos. El poema de la tercera se titula Un fuego oculto, y comienza con estos versos: Se te lavan las penas de la vida/con la brisa de su pelo,/con el canto de gaviotas/que al atardecer te arrulla. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt












Del sueño de Musk

 





Elon ha cumplido mi sueño de adolescencia. No, no era ser la persona más rica del mundo. Tampoco inventar cohetes para ir a Marte o los coches más rápidos y sostenibles del mundo. Ni revolucionar la inteligencia artificial ni crear el primer humano biónico con chips cerebrales. No, yo solo quería reformar la burocracia, como ahora pretende Musk. Porque siempre pensé que, sin una administración pública eficiente, las leyes más progresistas son papel mojado.

¿Qué motiva a Musk? Se pregunta en El País [Soñé que era Musk, 25/02/2025] el politólogo Víctor Lapuente. No creo que sea el dinero. Le gusta. Y mucho. De ahí que, mientras acusa a Sam Altman de corromper el espíritu altruista de OpenAI, él mismo tenga una empresa de IA con ánimo de lucro. Pero un personaje como Musk no se mueve por, como dijo nuestro presidente, el “todo por la pasta”. Es mucho peor.

Ojalá los parámetros económicos hubieran guiado a Musk en los últimos años. Como en su ruinosa compra de Twitter, por encima de la tasación de mercado, y su ruinosa gestión, que le ha hecho perder el 80% del valor. Y, con su apoyo a los ultras en Europa está conduciendo a sus coches a la extinción. Las ventas de Tesla caen en todo el continente, llegando a un 60% en Francia o Alemania.

Lo que hace a Musk levantarse cada mañana de la cama (o del sofá o del cofre con tierra de Transilvania donde sus huesos hallan un liviano descanso diario), no es el dinero, sino una idea. No quiere arruinar por su cuenta a la humanidad, lo cual es malo, sino salvarla por sí solo, lo cual es trágico. Musk está enfrascado en una misión redentora de nuestra especie. Él rescatará nuestros cuerpos enfermos con implantes cerebrales; nuestro planeta contaminado, con transporte eléctrico (mientras planea una mudanza global a otro rincón de la galaxia); nuestras mentes intoxicadas, con la libertad de expresión de X. Y ahora le toca el turno al Gobierno estadounidense. Y se ha puesto con tal celo que, más que reformar la administración, la está vandalizando —la expresión es del Financial Times, poco sospechoso de izquierdista—. Ciertamente, goza de un mandato electoral para recortar. Según Gallup, un 55% de los estadounidenses creen que el Estado hace demasiado, por un 41% que querrían que hiciera más. Indudablemente, tiene talento para recortar, como lo ha demostrado en muchas empresas. Pero el sector público es harina de otro costal. Y Musk no cumple los criterios de las reformas exitosas: planificación, complicidad con los afectados, transparencia y control. Ninguna cabeza solitaria ha reconfigurado toda una administración desde Napoleón. Y aquello no acabó bien.














[ARCHIVO DEL BLOG] De la inteligencia evolutiva de la Naturaleza. Publicado el 02/03/2017

 








Imagina un robot de unas 20 micras (milésimas de milímetro), que es el tamaño de una célula humana típica, o de cualquier otra célula. Mejor aún, no te imagines uno de esos microrrobots, sino un ejército de millones de ellos, donde cada uno es capaz de percibir los estímulos externos y de responder a ellos, cambiando su forma y su configuración en consecuencia, tal vez asociándose con los robots de al lado para constituir una sociedad local de mayor eficacia contra una agresión externa. ¿Lo imaginas? Pues ya hemos construido una ameba, ese primo nuestro unicelular que estudiamos en el colegio junto al paramecio y otros. Y la ciencia robótica ya ha construido una. Lo escribe en El País [Amebas, 02/03/2017] el científico genetista Javier Sampedro. 

El robot ameba es la estrella de marzo de Science Robotics, la última innovación editorial de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), editora de la revista Science y una de las instituciones científicas más influyentes del planeta. Cuando las grandes revistas científicas —las hacedoras de currículos en la sociedad del conocimiento— sacan una sucursal, o un spinoff, nos dan una pista relevante sobre el futuro. Science ya predijo hace unos años la importancia creciente de las revistas en abierto, la medicina traslacional (que canaliza la investigación básica hacia su aplicación clínica) y la inmunología contra el cáncer, al editar sus spinoffs sobre esas materias. Que ahora haya sacado Science Robotics revela por dónde van los tiros en nuestros tiempos convulsos. Tendemos a pensar en los robots como atracciones de feria japonesa, pero lo cierto es que hay un montón de ciencia básica y de matemática avanzada detrás de ellos.

El número de marzo de Science Robotics, que salió justo ayer, lleva también un ensayo, o revisión, sobre los nanorrobots y microrrobots (la diferencia es de tamaño) proyectados para inyectarse en un paciente y matar sus células cancerosas con precisión meticulosa, o reparar los daños de sus hepatocitos y sus neuronas. Y también otro sobre los robots humanoides que ayudan a las células madre a construir tejidos y órganos para futuros trasplantes. Así que ya lo sabes: por ahí va también el futuro.

Hay ramas de la robótica que parecen cada vez más asociadas a la biología. El robot ameba, por ejemplo, utiliza las propiedades asombrosas del ADN para responder con cambios de forma a los estímulos externos. El genetista Jonathan Hodgkin, un gran cerebro en la tradición de Cambridge, formuló hace años la segunda ley de Hodgkin: “La evolución siempre es más inteligente que Jonathan Hodgkin”.


















Del poema de cada día. Hoy, Un fuego oculto, de Carmen Sánchez Álvarez

 







UN FUEGO OCULTO


Se te lavan las penas de la vida
con la brisa de su pelo,
con el canto de gaviotas
que al atardecer te arrulla.
Así te crees volar y vencer,
se te olvidan los grises
de algunas alboradas,
el esfuerzo del impulso
pulso a pulso cada día.
La vida pasa rápido,
pero se queda lentamente
prendida entre sedas y espinas.
Y cuando los paraísos te abrazan
solo pides que dure
ese dulce momento.


Carmen Sánchez Álvarez (1949)
poetisa española











De las viñetas de humor de hoy viernes, 28 de febrero de 2025

 







































jueves, 27 de febrero de 2025

De las entradas del blog de hoy jueves, 27 de febrero de 2025

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz jueves, 27 de febrero de 2025. Desde que Donald Trump llegó a su segundo mandato y puso en práctica los muchos cambios políticos, económicos y sociales, se dice en la primera de las entradas del blog de hoy, titulada Trump y Putin, dos indeseables tal para cual, ha ido quedando al descubierto la afinidad tanto de su pensamiento estratégico como de su ideología con los de Vladímir Putin, La segunda de ellas es un archivo del blog fechado en diciembre de 2019 y titulado Bulolandia e inmigración, en el que se afirmaba que vivíamos en una especie de Bulolandia en la que un tercio de todos los bulos que se colaban por Internet, guasap y redes sociales tenían como objetivo dañar la imagen de la migración. La tercera, con el poema del día, lleva por título La verdad de la mentira y comienza con estos versos: Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,/y una voz cariñosa le susurró al oído:/—¿Por qué lloras, si todo/en ese libro es de mentira? Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt












Putin y Trump: Dos indeseables, tal para cual

 







Desde que Donald Trump llegó a su segundo mandato y puso en práctica los muchos cambios políticos, económicos y sociales, ha ido quedando al descubierto la afinidad tanto de su pensamiento estratégico como de su ideología con los de Vladímir Putin, señala en El País [Trump sigue los pasos de Putin, 24/02/2025] la escritora Monika Zgustova. Ambos líderes hacen gala de una masculinidad desacomplejada: Trump se burla de los discapacitados y las mujeres son para él muñecas sexuales, a Putin le gusta exhibir sus músculos y el aparato militar ruso. Si desde hace dos décadas y media Putin se rodea de oligarcas, Trump tiene al suyo, Elon Musk. Putin, cuando quiere desviar la atención de algo negativo —por ejemplo, del hundimiento de un submarino o la caída de un avión— abruma a Rusia de acontecimientos hasta conseguir un caos en el que el desastre desaparece. De modo similar, Trump desborda al mundo con sus transformaciones hasta crear una anarquía en la que pocos se orientan. Pero, aparte de esas maniobras estratégicas, hay puntos ideológicos esenciales que ambos líderes tienen en común.

Hace unos años, Putin visitó el cementerio Sretenski para rendir homenaje a varios personajes del ámbito militar y cultural ruso. Fue entonces cuando puso en evidencia tanto su ideología como sus intenciones. Si los políticos se hubieran fijado en sus reveladores gestos, no les hubiera sorprendido tanto la guerra contra Ucrania que había estado planeada desde hace tiempo.

En el cementerio, Putin depositó un ramo de flores a la tumba de Antón Denikin (1872-1947), general del ejército zarista y luego del ejército Blanco durante la Revolución rusa, y recordó que el militar había advertido sobre el posible desmoronamiento de Rusia que podría sobrevenir si se producía la “criminal” pérdida de la “pequeña Rusia”, o sea Ucrania. Las flores en la tumba del general: este fue el primer gesto al que siguieron la toma de Crimea y la guerra contra Ucrania, que ya dura tres años. Y Donald Trump no quiere quedarse atrás: por eso, de momento, amenaza con apoderarse de Groenlandia y Canadá. De momento, ha conseguido que al nombre de Golfo de México Google Maps le añadiera entre paréntesis Golfo de América. Todo empieza por pequeños gestos.

Aquel día en el cementerio, Putin colocó flores también en la tumba de su filósofo predilecto, Iván Ilyin (1883-1954), un nacionalista que sostenía que el autoritarismo implacable era la única vía para Rusia. El historiador Timothy Snyder dice de Ilyin que acabó no muy alejado del fascismo, que “la evolución de su concepción del orden jurídico, desde un universalismo esperanzador hasta un nacionalismo arbitrario, aparece en los discursos de los políticos rusos, incluido Vladímir Putin”. Y sigue: “Dado que Ilyin encontró formas de presentar el fracaso del Estado de derecho como una virtud rusa, los cleptócratas rusos utilizan sus ideas para retratar la desigualdad económica como pureza nacional”.

La tercera tumba que decoró Putin fue la del escritor Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008), discípulo de Ilyin. Igual que su maestro, era eslavófilo, movimiento decimonónico cuyo mesianismo y nacionalismo tuvo una enorme influencia en los pensadores y en la sociedad rusos. Los intelectuales nunca han abandonado la idea del papel excepcional de Rusia. En los discursos del propio Putin resuenan grandes dosis de la doctrina de esos tres fallecidos, que Putin ha transformado en un discurso patriótico, grandilocuente y moralista. El discurso de Trump y su Make America Great Again se inspira en él.

Después de casi un siglo de comunismo y los años de Yeltsin, cuando los rusos se sintieron humillados, Putin busca restaurar el orgullo nacional ruso y trata a los no rusos residentes en su país como personas de segunda categoría, permitiendo y animando ataques de grupos violentos contra los africanos y asiáticos. Trump ha retomado esta idea —y la de otros líderes ultraderechistas— y la ha llevado aún más lejos al ordenar la expulsión de los extranjeros sin papeles. Si Putin cree en la familia tradicional —a pesar de que la suya no lo sea: tanto el líder ruso como el americano son en eso hipócritas— con la masculinidad como valor supremo y el menosprecio hacia los gais y las mujeres, a quienes sus leyes no permiten denunciar la violencia machista, bajo el presidente estadounidense florece el movimiento de las tradwives, neologismo para designar a las esposas tradicionales encerradas en el hogar con sus hijos.

Desde siempre, pero con más intensidad desde el inicio de la guerra contra Ucrania, Putin usa el método de subvertir las ideas formulándolas al revés: por ejemplo, cuando dice que el ejército ruso tuvo que intervenir en Ucrania porque es un país fascista. Trump, un buen alumno, proclama que Zelenski es un dictador y que Ucrania invadió a Rusia. Trump admira a Putin como a un guerrero que lucha patrióticamente por la grandeza de su país y comparte su odio por la democracia. ¿Para qué dar la palabra a los demás? Ante este panorama que, por otro lado, era bastante previsible, fijémonos en lo que ha hecho Putin y sabremos lo que hará Trump. Monika Zgustova es escritora. Su última novela es Soy Milena de Praga (Galaxia Gutenberg, 2024).








[ARCHIVO DEL BLOG] Bulolandia e inmigración. Publicado el 10/12/2019









Vivimos en una especie de Bulolandia. Y lo que es peor, un tercio de todos los bulos que se cuelan por Internet, guasap y redes sociales tienen como objetivo dañar la imagen de la migración, comenta en el A vuelapluma de hoy el escritor Manuel Rivas.
En 2008, -comienza diciendo Rivas- y después de revisar a fondo y en tres ocasiones todo el proceso, la justicia alemana declaró inocente a Marinus van der Lubbe, que había sido condenado y ejecutado como autor del incendio del Reichstag, sede del Parlamento alemán durante la República de Weimar hasta 1933. Fue el 27 de febrero de ese año cuando las llamas destruyeron la Cámara de diputados.
Marinus, un revolucionario holandés, fue detenido en la zona. Condenado y guillotinado. El presidente Von Hindenburg se doblegó a la exigencia del nuevo canciller, Adolf Hitler, y firmó un decreto de emergencia que suspendía las libertades y que dio paso a la gran caza de comunistas, y de paso de todo antifascista, sin respetar la inmunidad de los parlamentarios opositores. Ese decreto abrió paso a la dictadura. Y a todo lo que vino después: un horror nunca visto.
Marinus, aquel joven albañil de 24 años, no había tenido nada que ver con la quema del Reichstag. Fue el chivo expiatorio, en una operación de “falsa bandera” organizada por los propios nazis. La gran derecha se entregó al juego o se amilanó. En poco tiempo, millones de electores se fueron detrás de las trompetas del Tercer Imperio.
La Gran Guerra terminó oficialmente en 1945, pero tuvieron que pasar 75 años, desde aquel día de febrero de 1933, para desmontar con todas las de la ley una mentira de semejante calibre. Hubo tiempo, mientras tanto, para intentar propagar otros bulos de la misma calaña incendiaria, como el atribuir el bombardeo de Gernika a quienes lo sufrieron. A “rojos” y “gudaris”. Ese fue tal vez el bulo más canalla del aparato de propaganda franquista, el de encubrir a la Legión Cóndor con un segundo bombardeo de basura corrosiva sobre la carne quemada.
Además de ser munición en la guerra psicológica, había en esta producción de bulos un indisimulado componente de maldad redoblada. Lo que se quería transmitir desde el principio es que no se trataba de un conflicto entre humanos, sino una confrontación entre superhumanos y subhumanos (Untermensch, en alemán).
Este desahogo de la memoria viene a propósito de un encuentro con la palabra “maldad”. Fue hace unos días, en el congreso de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental. Una de las ponentes, Laura Chaparro, de la redacción de Maldita.es, hizo una magistral exposición sobre la naturaleza de los bulos, en la línea del lema que define a esta iniciativa independiente contra la desinformación: “Periodismo para que no te la cuelen”. Llegó un momento en que la escuchábamos en vilo. Como se escuchan las verdades incómodas. Porque, en el nutrido supermercado de la desinformación, la verdad es incómoda y además incomoda. Hay que trabajarla como se cosecha un cultivo ecológico. La verdad, como la tierra, no está a la altura de una mesa de despacho. Hay que doblar el espinazo, desechar semillas transgénicas, detectar la presencia de tóxicos, usar abonos orgánicos y, sobre todo, sentir con las manos. Verificar.
Vivimos en una especie de Bulolandia. Y lo que es peor, de cada 250 bulos, un tercio tienen como objetivo dañar la imagen de la migración. Si ustedes han visto en las redes un vídeo en el que aparecen alumnos arrojando libros a una profesora y poniendo patas arriba la clase, y a los que se identifica como “menas” (menores extranjeros no acompañados), han de saber que esas imágenes nada tienen que ver con España. Es un incidente de escolares en Brasil. Si han recibido por WhatsApp un documento de un supuesto funcionario del INEM en el que se afirma que un inmigrante tiene “muchas más papeletas de recibir ayuda que cualquier ciudadano español”, han de saber que es un absoluto bulo. Si ven una desinformación en la que aparece la imagen de un corazón con gusanos y la leyenda de que es el órgano de un niño que compartía juegos con su perro, pues sepan que el corazón es de un perro y que en ese bulo solo puede haber maldad.
En los bulos puede haber interés económico e ideología como política del daño. Pero es la maldad lo que une antiguos y nuevos, grandes y pequeños bulos. Por mi parte, ya me he apuntado a la “comunidad de malditos y malditas”. El compromiso: hacer lo que se pueda por viralizar la verdad. La maldita verdad".
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt














El poema de cada día. Hoy, La verdad de la mentira, de Ángel González

 







LA VERDAD DE LA MENTIRA


Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,

y una voz cariñosa le susurró al oído:

—¿Por qué lloras, si todo

en ese libro es de mentira?

Y él respondió:

—Lo sé;

pero lo que yo siento es de verdad.



Ángel González (1925-2008)

poeta español


















De las viñetas del blog de hoy jueves, 27 de febrero de 2025