El blog de HArendt - Pensar para comprender, comprender para actuar - Primera etapa: 2006-2008 # Segunda etapa: 2008-2020 # Tercera etapa: 2022-2025
viernes, 28 de febrero de 2025
De las entradas del blog de hoy viernes, 28 de febrero de 2025
Del sueño de Musk
Elon ha cumplido mi sueño de adolescencia. No, no era ser la persona más rica del mundo. Tampoco inventar cohetes para ir a Marte o los coches más rápidos y sostenibles del mundo. Ni revolucionar la inteligencia artificial ni crear el primer humano biónico con chips cerebrales. No, yo solo quería reformar la burocracia, como ahora pretende Musk. Porque siempre pensé que, sin una administración pública eficiente, las leyes más progresistas son papel mojado.
¿Qué motiva a Musk? Se pregunta en El País [Soñé que era Musk, 25/02/2025] el politólogo Víctor Lapuente. No creo que sea el dinero. Le gusta. Y mucho. De ahí que, mientras acusa a Sam Altman de corromper el espíritu altruista de OpenAI, él mismo tenga una empresa de IA con ánimo de lucro. Pero un personaje como Musk no se mueve por, como dijo nuestro presidente, el “todo por la pasta”. Es mucho peor.
Ojalá los parámetros económicos hubieran guiado a Musk en los últimos años. Como en su ruinosa compra de Twitter, por encima de la tasación de mercado, y su ruinosa gestión, que le ha hecho perder el 80% del valor. Y, con su apoyo a los ultras en Europa está conduciendo a sus coches a la extinción. Las ventas de Tesla caen en todo el continente, llegando a un 60% en Francia o Alemania.
Lo que hace a Musk levantarse cada mañana de la cama (o del sofá o del cofre con tierra de Transilvania donde sus huesos hallan un liviano descanso diario), no es el dinero, sino una idea. No quiere arruinar por su cuenta a la humanidad, lo cual es malo, sino salvarla por sí solo, lo cual es trágico. Musk está enfrascado en una misión redentora de nuestra especie. Él rescatará nuestros cuerpos enfermos con implantes cerebrales; nuestro planeta contaminado, con transporte eléctrico (mientras planea una mudanza global a otro rincón de la galaxia); nuestras mentes intoxicadas, con la libertad de expresión de X. Y ahora le toca el turno al Gobierno estadounidense. Y se ha puesto con tal celo que, más que reformar la administración, la está vandalizando —la expresión es del Financial Times, poco sospechoso de izquierdista—. Ciertamente, goza de un mandato electoral para recortar. Según Gallup, un 55% de los estadounidenses creen que el Estado hace demasiado, por un 41% que querrían que hiciera más. Indudablemente, tiene talento para recortar, como lo ha demostrado en muchas empresas. Pero el sector público es harina de otro costal. Y Musk no cumple los criterios de las reformas exitosas: planificación, complicidad con los afectados, transparencia y control. Ninguna cabeza solitaria ha reconfigurado toda una administración desde Napoleón. Y aquello no acabó bien.
[ARCHIVO DEL BLOG] De la inteligencia evolutiva de la Naturaleza. Publicado el 02/03/2017
Imagina un robot de unas 20 micras (milésimas de milímetro), que es el tamaño de una célula humana típica, o de cualquier otra célula. Mejor aún, no te imagines uno de esos microrrobots, sino un ejército de millones de ellos, donde cada uno es capaz de percibir los estímulos externos y de responder a ellos, cambiando su forma y su configuración en consecuencia, tal vez asociándose con los robots de al lado para constituir una sociedad local de mayor eficacia contra una agresión externa. ¿Lo imaginas? Pues ya hemos construido una ameba, ese primo nuestro unicelular que estudiamos en el colegio junto al paramecio y otros. Y la ciencia robótica ya ha construido una. Lo escribe en El País [Amebas, 02/03/2017] el científico genetista Javier Sampedro.
El robot ameba es la estrella de marzo de Science Robotics, la última innovación editorial de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), editora de la revista Science y una de las instituciones científicas más influyentes del planeta. Cuando las grandes revistas científicas —las hacedoras de currículos en la sociedad del conocimiento— sacan una sucursal, o un spinoff, nos dan una pista relevante sobre el futuro. Science ya predijo hace unos años la importancia creciente de las revistas en abierto, la medicina traslacional (que canaliza la investigación básica hacia su aplicación clínica) y la inmunología contra el cáncer, al editar sus spinoffs sobre esas materias. Que ahora haya sacado Science Robotics revela por dónde van los tiros en nuestros tiempos convulsos. Tendemos a pensar en los robots como atracciones de feria japonesa, pero lo cierto es que hay un montón de ciencia básica y de matemática avanzada detrás de ellos.
El número de marzo de Science Robotics, que salió justo ayer, lleva también un ensayo, o revisión, sobre los nanorrobots y microrrobots (la diferencia es de tamaño) proyectados para inyectarse en un paciente y matar sus células cancerosas con precisión meticulosa, o reparar los daños de sus hepatocitos y sus neuronas. Y también otro sobre los robots humanoides que ayudan a las células madre a construir tejidos y órganos para futuros trasplantes. Así que ya lo sabes: por ahí va también el futuro.
Hay ramas de la robótica que parecen cada vez más asociadas a la biología. El robot ameba, por ejemplo, utiliza las propiedades asombrosas del ADN para responder con cambios de forma a los estímulos externos. El genetista Jonathan Hodgkin, un gran cerebro en la tradición de Cambridge, formuló hace años la segunda ley de Hodgkin: “La evolución siempre es más inteligente que Jonathan Hodgkin”.
Del poema de cada día. Hoy, Un fuego oculto, de Carmen Sánchez Álvarez
UN FUEGO OCULTO
jueves, 27 de febrero de 2025
De las entradas del blog de hoy jueves, 27 de febrero de 2025
Putin y Trump: Dos indeseables, tal para cual
Desde que Donald Trump llegó a su segundo mandato y puso en práctica los muchos cambios políticos, económicos y sociales, ha ido quedando al descubierto la afinidad tanto de su pensamiento estratégico como de su ideología con los de Vladímir Putin, señala en El País [Trump sigue los pasos de Putin, 24/02/2025] la escritora Monika Zgustova. Ambos líderes hacen gala de una masculinidad desacomplejada: Trump se burla de los discapacitados y las mujeres son para él muñecas sexuales, a Putin le gusta exhibir sus músculos y el aparato militar ruso. Si desde hace dos décadas y media Putin se rodea de oligarcas, Trump tiene al suyo, Elon Musk. Putin, cuando quiere desviar la atención de algo negativo —por ejemplo, del hundimiento de un submarino o la caída de un avión— abruma a Rusia de acontecimientos hasta conseguir un caos en el que el desastre desaparece. De modo similar, Trump desborda al mundo con sus transformaciones hasta crear una anarquía en la que pocos se orientan. Pero, aparte de esas maniobras estratégicas, hay puntos ideológicos esenciales que ambos líderes tienen en común.
Hace unos años, Putin visitó el cementerio Sretenski para rendir homenaje a varios personajes del ámbito militar y cultural ruso. Fue entonces cuando puso en evidencia tanto su ideología como sus intenciones. Si los políticos se hubieran fijado en sus reveladores gestos, no les hubiera sorprendido tanto la guerra contra Ucrania que había estado planeada desde hace tiempo.
En el cementerio, Putin depositó un ramo de flores a la tumba de Antón Denikin (1872-1947), general del ejército zarista y luego del ejército Blanco durante la Revolución rusa, y recordó que el militar había advertido sobre el posible desmoronamiento de Rusia que podría sobrevenir si se producía la “criminal” pérdida de la “pequeña Rusia”, o sea Ucrania. Las flores en la tumba del general: este fue el primer gesto al que siguieron la toma de Crimea y la guerra contra Ucrania, que ya dura tres años. Y Donald Trump no quiere quedarse atrás: por eso, de momento, amenaza con apoderarse de Groenlandia y Canadá. De momento, ha conseguido que al nombre de Golfo de México Google Maps le añadiera entre paréntesis Golfo de América. Todo empieza por pequeños gestos.
Aquel día en el cementerio, Putin colocó flores también en la tumba de su filósofo predilecto, Iván Ilyin (1883-1954), un nacionalista que sostenía que el autoritarismo implacable era la única vía para Rusia. El historiador Timothy Snyder dice de Ilyin que acabó no muy alejado del fascismo, que “la evolución de su concepción del orden jurídico, desde un universalismo esperanzador hasta un nacionalismo arbitrario, aparece en los discursos de los políticos rusos, incluido Vladímir Putin”. Y sigue: “Dado que Ilyin encontró formas de presentar el fracaso del Estado de derecho como una virtud rusa, los cleptócratas rusos utilizan sus ideas para retratar la desigualdad económica como pureza nacional”.
La tercera tumba que decoró Putin fue la del escritor Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008), discípulo de Ilyin. Igual que su maestro, era eslavófilo, movimiento decimonónico cuyo mesianismo y nacionalismo tuvo una enorme influencia en los pensadores y en la sociedad rusos. Los intelectuales nunca han abandonado la idea del papel excepcional de Rusia. En los discursos del propio Putin resuenan grandes dosis de la doctrina de esos tres fallecidos, que Putin ha transformado en un discurso patriótico, grandilocuente y moralista. El discurso de Trump y su Make America Great Again se inspira en él.
Después de casi un siglo de comunismo y los años de Yeltsin, cuando los rusos se sintieron humillados, Putin busca restaurar el orgullo nacional ruso y trata a los no rusos residentes en su país como personas de segunda categoría, permitiendo y animando ataques de grupos violentos contra los africanos y asiáticos. Trump ha retomado esta idea —y la de otros líderes ultraderechistas— y la ha llevado aún más lejos al ordenar la expulsión de los extranjeros sin papeles. Si Putin cree en la familia tradicional —a pesar de que la suya no lo sea: tanto el líder ruso como el americano son en eso hipócritas— con la masculinidad como valor supremo y el menosprecio hacia los gais y las mujeres, a quienes sus leyes no permiten denunciar la violencia machista, bajo el presidente estadounidense florece el movimiento de las tradwives, neologismo para designar a las esposas tradicionales encerradas en el hogar con sus hijos.
Desde siempre, pero con más intensidad desde el inicio de la guerra contra Ucrania, Putin usa el método de subvertir las ideas formulándolas al revés: por ejemplo, cuando dice que el ejército ruso tuvo que intervenir en Ucrania porque es un país fascista. Trump, un buen alumno, proclama que Zelenski es un dictador y que Ucrania invadió a Rusia. Trump admira a Putin como a un guerrero que lucha patrióticamente por la grandeza de su país y comparte su odio por la democracia. ¿Para qué dar la palabra a los demás? Ante este panorama que, por otro lado, era bastante previsible, fijémonos en lo que ha hecho Putin y sabremos lo que hará Trump. Monika Zgustova es escritora. Su última novela es Soy Milena de Praga (Galaxia Gutenberg, 2024).
[ARCHIVO DEL BLOG] Bulolandia e inmigración. Publicado el 10/12/2019
El poema de cada día. Hoy, La verdad de la mentira, de Ángel González
LA VERDAD DE LA MENTIRA
Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,
y una voz cariñosa le susurró al oído:
—¿Por qué lloras, si todo
en ese libro es de mentira?
Y él respondió:
—Lo sé;
pero lo que yo siento es de verdad.
Ángel González (1925-2008)
poeta español