viernes, 7 de octubre de 2016

[Galdós en su salsa] Hoy, con "Un faccioso más y algunos frailes menos"



Estatua de Galdós en Las Palmas de G.C. (Pablo Serrano, 1969)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que acaban de cumplirse 173 años, voy a ir subiendo al blog a lo largo de los próximos meses su copiosa obra narrativa, que comencé hace unos días con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió.

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912.


Un faccioso más y algunos frailes menos es la décima y última novela de la segunda serie de los Episodios nacionales de Galdós. Publicada en 1879, la novela hace referencia a la matanza de frailes ocurrida en el verano de 1834, al inicio de la Primera Guerra Carlista, y con ella termina su serie sobre los Episodios Nacionales, que retomará, en una tercera entrega, veinte años más tarde. La acción transcurre en el último año del reinado de Fernando VII, el comienzo de la guerra carlista y los primeros pasos de la regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, relatando también los sucesos por los que debido a una epidemia de cólera, el populacho hizo responsable de la misma a varios frailes de Madrid, arrasando la mayor parte de los conventos de la ciudad. Disfrútenla.

Pueden leerla o descargarla desde el enlace de más arriba en la versión existente en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante. 






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt






Entrada núm. 2946
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 6 de octubre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy jueves, 6 de octubre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 2945
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[A vuelapluma] Colombia: ¿Puede haber reconciliación sin reparación? El valor del coraje





Resulta complicado aquilatar donde está la verdad. No hay verdades absolutas, salvo en el fanatismo. Ni siquiera en la investigación científica, que avanza paso a paso mediante el sistema de la prueba y el error. Y en política, menos que en ninguna otra cosa. La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura, decía Voltaire, y yo lo repito en la firma de mi blog cada día.

Es mucho más fácil vivir con un problema irresoluble que pagar el precio de resolverlo, dice el periodista Antonio Navalón en su crónica de El País relatando el "no" de los colombianos al acuerdo de paz firmado entre el gobierno y las FARC. Y la que fuera rectora de mi universidad, la UNED, y ahora catedrática de Derecho Internacional Público en la Universidad Complutense de Madrid, Araceli Mangas, se pregunta en El Mundo si puede haber reconciliación sin reparación, en un extenso análisis del acuerdo firmado por el gobierno colombiano y las FARC. Les recomiendo su lectura.

Coraje, dice Navalón, es un término que tiene una mala interpretación en español. Suele ser sinónimo de una conducta casi suicida para enfrentarse a la realidad. Sin embargo, en su acepción sajona, tiene un matiz que hace referencia a la capacidad de tomar decisiones correctas bajo una gran presión.

La firma de la paz entre el Estado colombiano y el pseudo-Estado en el que ya se habían convertido las FARC el pasado 26 de septiembre, sigue diciendo, fue una muy buena noticia para América y para el mundo. Tras 52 años de guerra, las FARC eran mucho más que un grupo insurgente: controlaban casi el 40% del territorio y eran la hipoteca de las escuelas, de los hospitales, de la esperanza de los mayores y del miedo de los pequeños, que no soportaban vivir en un conflicto permanente. Desde que mataron al líder político Jorge Eliécer Gaitán en 1948, murió con él la posibilidad de que Colombia escribiera las páginas de su historia con algo que no fuera pólvora y sangre.

Sin embargo, añade, sería por medio de un plebiscito como los colombianos definirían el triunfo o el fracaso de los Acuerdos de Paz con las FARC promovidos por su presidente Juan Manuel Santos. Pero sabido es que Colombia es un país realmente bravo. Sabido es que allí la sangre no se derrama en vano. Y sabido es que una cosa son las normas o las aportaciones que puedan ser posibles en la política y otra muy distinta es el sentimiento de los ciudadanos.

El expresidente Álvaro Uribe le apostó en el momento final al sabor y al recuerdo de la sangre derramada, nos dice. Aseguró que la paz era un anhelo de Colombia, pero que los acuerdos de La Habana eran verdaderamente decepcionantes. Ahora con el resultado del plebiscito no sólo ganó Uribe, sino ganó el recuerdo de las víctimas y, en cierto sentido, del espíritu de venganza que aún está latente en una parte del pueblo de Colombia. Pero también triunfó el olvido de las consecuencias y de los costos que ha tenido el mantenimiento de la guerra para la sociedad.

Santos, añade el periodista, es un hombre que viene de la escuela romana, la del dicho "si quieres la paz, prepara la guerra", tanto que fue ministro de Defensa de Uribe, que ganó grandes batallas contra las FARC. Pero un día Santos se hizo una pregunta inconveniente porque la respuesta implicaba exterminar a un enemigo que ya era parte del propio Estado. Lo que estaban viviendo los colombianos era una guerra civil y no había manera de ganar sin matar a la mitad del país. Por eso, sin duda, había que tener coraje y valor para encontrar la paz. Los mismos que tuvo el ex primer ministro de Israel, Isaac Rabin, que, después de la firma de los Acuerdos de Oslo con los palestinos en 1993, se enfrentó a sus enemigos políticos que le acusaban de haber cedido frente a los terroristas palestinos. "La paz se firma con los enemigos", fue la respuesta del líder laborista, un militar laureado y aclamado por su pueblo. A partir de ahí, en ese cambio de paradigma y en esa transformación de un militar que, después de haber ganado la guerra, quiso conquistar la paz, estuvo presente el coraje que seguramente le costó la vida.

Hoy Israel y Palestina no tienen paz, nos dice. Sin embargo, el fenómeno no debe ser exportable a Colombia porque ahora lo importante en ese país es que el valor de Santos se refleja en su capacidad para quebrar una costumbre presupuestaria, militar y social que duró cinco décadas. Es mucho más fácil vivir con un problema irresoluble que pagar el precio de resolverlo. Por eso, el coraje es un gesto de valor que trasciende el caso colombiano. Y que, en estos momentos de redefinición ideológica en la región latinoamericana, de reasentamiento de los intereses estadounidenses y de reincorporación plena de la Cuba de los Castro, nos permite saber que necesitamos iniciativas que no se basen en una victoria fratricida, sino en apostar a ser destruidos o construidos por tener el valor de cambiar.

En este momento, añade, pese al resultado del plebiscito en Colombia no se le resta a Santos el valor de su coraje. Y aunque en la vida no se juzga por intenciones sino por resultados, hay que reconocer que los más de seis millones de votos (50.23%) que optaron por el “no”, no le quitan la fuerza moral de lo que significó el intento de los Acuerdos de Paz.

El presidente de la República española, Manuel Azaña, que murió en el exilio tras la Guerra Civil, concluye su artículo, escribió que España necesitaba "paz, piedad y perdón". Ahora esas palabras deben retumbar en los oídos de Santos porque el único camino para que Colombia salga del momento en el que se encuentra tras el plebiscito es saber y asumir que la paz se construye con piedad, con perdón y, añado yo, con justicia.

El no del pueblo colombiano al reciente acuerdo entre el Gobierno y el grupo armado de las FARC, dice la profesora Araceli Mangas, pone de relieve alguna debilidad del propio acuerdo y sobre todo errores de bulto al convocar de forma precipitada el referéndum. 

La paz es un bien común global indiscutible. Sin duda; pero tiene siempre un precio. Poner fin a un largo y brutal conflicto armado interno debe concitar el apoyo de todo ciudadano de bien; este argumento arrojó al gobierno a un rápido plebiscito que saldara las cuentas del conflicto. Los populistas creen que todo se puede poner a votación. Y hay bienes como la paz (Colombia), la unidad nacional y el territorio (España), o el bienestar y seguridad propia y ajena (Reino Unido), o qué es o no delito, o los derechos humanos (Hungría, Suiza), que no pueden quedar al albur de mayorías plebiscitarias. 

Los romanos establecieron bienes extra commercium tan protegibles que no podían someterse o modificar por acuerdo de los humanos. La demagogia triunfalista cegó al Gobierno. En su apresuramiento pusieron los bueyes antes que el carro; apelaron a la complicidad del pueblo para bendecir un complejo acuerdo cuyo buen propósito es laudable. Si tenían planificado el referéndum, ¿por qué firmarlo como norma consumada en un artificial clima exultante en Cartagena de Indias? Hubiera bastado la firma efectiva del texto en La Habana (24 de agosto). 

Dieron poco tiempo para conocer un acuerdo, sigue diciendo, sin duda laborioso, de más de 300 páginas y fomentar su conocimiento. El Acuerdo es muy complejo y en su mayoría con partes de calado muy positivo o no problemático para los valores éticos y cívicos. Pero con un gran talón de Aquiles: la justicia ad hoc y la laxa sanción de crímenes masivos. Esto, si se pone a votación, debió ser explicado y justificado a la ciudadanía. 

Más allá de los errores tácticos, señala, la clave es ajustar los costes del acuerdo de paz, los materiales o tangibles y los intangibles de los valores. Y ahí está la gran debilidad del acuerdo y la división de los votantes y, posiblemente, la abstención repulsiva de otros a un acuerdo de olvido a las víctimas, más allá de la retórica reiterativa, y pasar página pronto a crímenes de guerra y contra la humanidad perpetrados por los tres contendientes del conflicto armado: el grupo rebelde, los paramilitares, y el ejército y policía colombianos. Lo sucedido allí en estos años ha sido claramente un conflicto armado interno al que le era aplicable el art. 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 y el Protocolo adicional II de 1977. 

Desde luego, nos dice, aquel conflicto armado interno no es asimilable a situaciones de violencia terrorista pura y dura, como las vividas en Europa, incluida España. Hay criterios legales que permiten identificar un conflicto armado interno (Protocolo II): enfrentamientos generalizados, carácter abierto de las operaciones militares, volumen y organización de las fuerzas y grupos armados en presencia, división y control sobre un territorio, duración del conflicto, etc. Todos los reunía el conflicto colombiano. Otra cosa es que en ese conflicto armado las FARC acudieron de forma sistemática y constante a métodos terroristas y a crímenes de guerra y de lesa humanidad (asesinato indiscriminado de civiles, violación de mujeres, reclutamiento de niños y forzado de adultos...). 

Tampoco se limitaron las fuerzas gubernamentales, ni los paramilitares (contratados por los hacendados y ganaderos que estimaban floja la respuesta gubernamental) a combatir objetivos militares, es decir, rebeldes y sus efectivos materiales, sino que arrasaron con todos los civiles que tenían la desgracia de vivir en las zonas ocupadas por los rebeldes o que clamaban en las ciudades por el respeto a normas de derechos humanos. Varios millones de campesinos se refugiaron en Bogotá para huir de las zonas del conflicto, cayendo en la marginación o en la delincuencia. 

En la época del siniestro presidente Uribe, añade, se mataba en cifras insospechadas a civiles y se les contabilizaba sin más como rebeldes para hinchar las estadísticas de su victoria. Por ello, no es de extrañar que altos mandos de las Fuerzas Armadas colombianas hayan participado activamente en las negociaciones y defiendan el acuerdo. Sobre todo el acuerdo que conlleva de facto "borrón y cuenta nueva" para todos. El perdón y la reconciliación son imprescindibles para cerrar todo conflicto armado. El citado Protocolo II establece que «las autoridades en el poder procurarán conceder la amnistía más amplia posible a las personas que hayan tomado parte en conflicto armado» (art. 6.5). 

Francisco de Vitoria, nos recuerda Araceli Mangas, hace casi cinco siglos, desde la Universidad de Salamanca en su obra De iure belli, ya recomendaba al vencedor proceder con moderación, pero también castigar a los dirigentes pues "las más de las veces... toda la culpa es de los príncipes, porque los súbditos pelean por su príncipes de buena fe". ¿Es suficiente, como dice la parte del Acuerdo sobre el Sistema Integral de la Verdad, "conocer la Verdad de lo ocurrido", esclarecer las infracciones y "ofrecer una explicación amplia a toda la sociedad" sin que se pueda "implicar la imputación penal de quienes comparezcan» ni la información pueda ser trasladada... a autoridades judiciales... ni las autoridades judiciales podrán requerírsela"?

El acuerdo sobre reparación, dice, reconoce, de forma muy correcta, ciertos crímenes no amnistiables (graves crímenes de guerra y los de lesa humanidad como secuestros o asesinatos masivos. Exime las actuaciones gubernamentales que se limitaron a las "reglas de enfrentamiento" (es decir, a cumplir con su deber de respeto a la ley, tan obvio que no debió incluirse). En relación con los delitos amnistiables, tras pasar por un procedimiento prolijo y frustrante, basta reconocer lo hecho para obtener el perdón con sanciones simbólicas. 

Para juzgar y obtener el perdón, de los delitos amnistiables y no amnistiables, señala, se inventa una compleja "Jurisdicción Especial para la Paz" que apenas se ha podido explicar al pueblo colombiano por ser una tela de araña: la impresión es que se pretende el blanqueo de todos los delitos. Todo un complejo sistema con las normas del debido proceso para constatar judicialmente hechos criminales, pero con las menores consecuencias sancionadoras. Complejo teatro. 

Los crímenes no amnistiables, añade, se saldarían, si son previamente reconocidos, con sentencias "reparadoras y restauradoras de la sanción de cinco años y un máximo de ocho años. Comprenderán restricciones efectivas de libertades y derechos, tales como la libertad de residencia y movimiento". Por el contrario, "cuando no exista reconocimiento de verdad y de responsabilidad" la sentencia será conforme a las normas penales (entre 15 y 20 años), «sin perjuicio de que se obtengan redenciones en la privación de libertad, siempre y cuando el condenado se comprometa a contribuir con su resocialización a través del trabajo, capacitación o estudio durante el tiempo que permanezca privado de libertad». 

Justicia sí, pero demasiado blanda para reparar tanto crimen, sigue diciendo. La justicia específica para juzgar situaciones de violaciones masivas (justicia transicional) es recomendable para todas las situaciones de conflicto, aunque el sectarismo ideológico sólo las reclame para crímenes de grupos supuestamente relacionados con la izquierda. En Argentina, Camboya, Ruanda o Chile no se admitió la justicia transicional y se comprende bien. En España, pasados 75 años de la Guerra Civil, todavía hay partidos y grupos sociales empeñados en pedir responsabilidades penales por la guerra y posguerra. El Acuerdo colombiano, aunque haya embarrancado temporalmente, debería servir de ejemplo para situaciones similares que ponen fin a conflictos armados. Hay razones para creer que no se volverá a las armas; la Unión Europea ya ha excluido a las FARC de la lista de grupos terroristas y de sus sanciones. Lo que importa, tras el esfuerzo de años, es que ese Acuerdo es algo más que un punto de partida si bien requiere algunos arreglos desde la justicia y la ética. 

La paz y la reconciliación, concluye la profesora Mangas, tienen un precio que hay que explicar y no ocultar con enmarañados procedimientos de falsa expiación. Y para eso hace falta un coraje que el gobierno colombiano no ha tenido.


Partidarios del "sí" lloran por la derrota



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt






Entrada núm. 2944
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 5 de octubre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy miércoles, 5 de octubre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 2943
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Píldoras literarias] Hoy, con "Sin título", por Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Sin título, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Denevi irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de treinta años. En 1955 el Premio Kraft y dos años más tarde el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista obtuvo en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, traducido a varios idiomas y adaptado cinematográficamente en 1968, en Reino Unido. Sus personajes que bordean lo estrafalario y en sus obras predomina la ambigüedad de la percepción y el conocimiento, el predominio de la intriga y un humor que tiende al negro. Practicó el periodismo político y en 1990 fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos, entidad que promovió para incentivar la inquietud cívica. Desde 1997 fue miembro de la Academia Argentina de Letras.

Su relato, incluido en la obra Parque de diversiones (1970), tiene veintidós palabras y dice así: 


SIN TÍTULO

Lo sé -decía el escritor honrado-. 
He escrito la mitad de lo que quería escribir
 y publicado el doble de lo que debí publicar.



***




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt





Entrada núm. 2942
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

martes, 4 de octubre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy martes, 4 de octubre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 2941
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

lunes, 3 de octubre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy lunes, 3 de octubre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






HArendt




Entrada núm. 2939
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[A vuelapluma] La travesía del PSOE





Mis amigos, al menos aquellos que me conocen bien, se habrán extrañado de mi relativo silencio sobre el penoso espectáculo dado por los dirigentes del PSOE en su dramático Comité Federal del pasado domingo. Algo dije en las redes sociales, por ejemplo, que me negaba a condenar a ninguno de los dos grupos enfrentados porque consideraba a ambos igualmente culpables de la situación. A algunos eso les parecerá situarse au dessus de la mêlée para no comprometerme. Nada más lejos de la verdad porque como no soy ni militante ni afiliado al PSOE no tengo miedo alguno ni compromiso con nadie para decir lo que pienso, pero sí respeto profundo por aquellos que sí lo son y a quienes corresponde decidir el futuro de su partido. Les deseo valor y acierto, porque muchos españoles que confiamos y seguimos confiando en el proyecto socialdemócrata, ese que aúna libertad individual, igualdad política y solidaridad social y económica, y no en aventuras y quimeras populistas de izquierdas y de derechas, les necesitamos más que nunca.

En ese sentido, comparto la opinión que hoy expresa en El País el profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y diputado del PSOE por Teruel, Ignacio Urquizu, de que el principal problema del Partido Socialista no es tanto ideológico como de conexión con sectores representativos de los valores de progreso, conexión que entre las clases medias y medias-altas se sitúa ahora en tercera o cuarta posición. 

La calidad de cualquier democracia, señala Urquizu,  está muy relacionada con la calidad de su debate público. Ello exige que cuando se inicie una discusión, los argumentos que se pongan sobre la mesa sean rigurosos y certeros, y no un conjunto de lugares comunes, obviedades o consignas. El PSOE está inmerso en una discusión interna que, si no acertamos a resolver, puede dejarnos un largo tiempo en la oposición. Por ello, la salida del secretario general hace aún más urgente descifrar qué nos está pasando. La cuestión, dice, no es cómo solventamos nuestro trilema (Gobierno del PP, Gobierno alternativo y terceras elecciones). Este escenario, como el resto de fracturas por las que estamos pasando, es consecuencia de una dificultad mayor: los socialistas estamos encadenando sucesivas derrotas electorales.

Para muchos, añade más adelante, todo se reduce a una cuestión ideológica: “No somos suficientemente de izquierdas”. De ahí que se concentre nuestra energía en situar a Podemos como nuestro principal adversario y en justificar unos malos resultados con mantener la segunda posición y evitar el temido sorpasso. Siguiendo este hilo argumental, desbloquear la actual situación política se podría interpretar como una traición más a esos principios y valores. 

Aquellos que aceptan esta hipótesis, sigue diciendo, sitúan el origen de los problemas en la gestión de la crisis a partir de mayo de 2010. Pero esto es cuestionable. En primer lugar, eso significa obviar algunas realidades como que muchas de las medidas que se decidieron entonces eran el resultado de los desequilibrios que sufría la economía española durante la última década. De no haberse tomado, nuestro país estaría ahora en una situación peor.

En segundo lugar, añade, incluso medidas tan controvertidas como la reforma del artículo 135 de la Constitución contaban con más apoyo popular de lo que se dice. Los datos de Metroscopia de septiembre de 2011 muestran que un 62% de los españoles habría apoyado esta reforma constitucional en el caso de que se les hubiese consultado. Y si miramos por partidos, este porcentaje era del 60% para el electorado socialista. La crítica estaba en el procedimiento: el 61% consideraba que habría sido preferible celebrar un referéndum y solo el 32% justificó la urgencia para calmar a los mercados. En tercer lugar, es difícil que alguien que no se respeta a sí mismo y a su pasado sea respetado por los demás. En definitiva, aquellos años de gestión se han simplificado en exceso sin trazar un relato comprensible para el electorado de izquierdas.

Es cierto que en las grandes victorias electorales del Partido Socialista, señala, cuando superó los 10 millones de votos (1982, 2004 o 2008), el 50% de la extrema izquierda y como mínimo el 70% de la izquierda apoyaba al PSOE. Estos datos están muy alejados de las elecciones de 2015 y 2016. El 20 de diciembre, los apoyos socialistas en la extrema izquierda fueron del 18%, mientras que en la izquierda la intención directa de voto se situó por debajo del 40%. El 26 de junio, estos porcentajes fueron todavía inferiores y se situaron en el 14% y el 30% respectivamente.

Pero el principal problema del PSOE, dice, es algo más que ideológico. Es decir, reducir todo a una cuestión de izquierda y derecha es una simplificación excesiva de la realidad. Cuando se miran con detalle algunos datos más, se descubre una falta de conexión con las capas más avanzadas de la sociedad. Dicho de otra forma, la dificultad del PSOE va más allá de que no sea percibido como un partido progresista.

Si analizamos los apoyos electorales según el tamaño de nuestros municipios, añade, vemos que en las ciudades de más de 50.000 habitantes el Partido Socialista viene siendo, como mucho, la tercera fuerza política en las dos últimas elecciones generales. En urbes tan significativas como Madrid o Valencia, el PSOE se situó como la tercera fuerza. Por no hablar de lugares como Barcelona o Bilbao, donde caímos a la cuarta posición el 26-J. En las recientes elecciones vascas, en dos de las tres capitales de provincia el PSE ocupó la quinta posición. Las comunidades autónomas con mayor renta per cápita mostraron un cuadro parecido. En la Comunidad de Madrid, en el País Vasco y en Navarra, el PSOE fue la tercera fuerza política el 26-J. En Cataluña caímos a la cuarta posición.

Al mismo tiempo, continúa diciendo, cuando pasamos a mirar los datos de las encuestas del CIS, vemos que el Partido Socialista solo es capaz de ser una alternativa al PP entre los ciudadanos que tienen, como mucho, los primeros años de educación secundaria. En cambio, entre aquellos que declaran tener estudios superiores, el PSOE cae a la cuarta posición. Si analizamos los datos de todas las elecciones, nunca el Partido Socialista había tenido tan pocos apoyos entre la gente con estudios universitarios. Por clases sociales, el PSOE solo obtiene un amplio apoyo entre los obreros, mientras que en las clases medias y en las clases medias-altas se sitúa en tercera o cuarta posición. Esto no siempre ha sido así. En los años ochenta y en las dos victorias electorales de José Luis Rodríguez Zapatero, las clases medias depositaron su confianza de forma mayoritaria en el Partido Socialista.

Todos estos indicadores, dice más adelante, apuntan a que el PSOE ha perdido el apoyo de los sectores más avanzados de nuestra sociedad. Las grandes ciudades, las clases medias o las personas con estudios superiores suelen ser muy representativas de la modernidad. No es casual que Podemos haya tenido mayores niveles de confianza.

En definitiva, el principal problema del Partido Socialista no es tanto ideológico, sino de conexión con sectores de la sociedad que son muy representativos de los valores de progreso. Así, añade, el PSOE debe comenzar a pensar cómo vuelve a conectar con unos grupos sociales en los que sí fue un referente en el pasado. Pero para saber qué nos está pasando, no podemos precipitarnos. Esta reflexión, si queremos que sea certera y profunda, requiere más tiempo que el mes que la dirección saliente defendía.

Seguramente, concluye diciendo, deberemos abrirnos a nuevas ideas, ser valientes en los debates, quitarnos muchos prejuicios y ser conscientes de que los retos de la sociedad del futuro exigen medidas audaces. Así, combatir la desigualdad exige modernizar nuestro Estado de bienestar, o tener una economía más competitiva implicará una mayor racionalización de nuestro sistema productivo. Lo que cambia el mundo no son los golpes de efecto o los tuits, sino las ideas. En este aspecto, el Partido Socialista tiene una amplia tarea por delante. Solo así dejaremos de perder las elecciones ante el peor Gobierno de nuestra democracia.




Imagen de Eulogia Merle para El País




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






HArendt




Entrada núm. 2938
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)