martes, 1 de julio de 2014

El poeta Miguel Hernández y el tema de España en la poesía española contemporánea (III)



El peñón de Ifach (Alicante)


Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Miguel Hernández (1910-1942) es considerado uno de los más grandes poetas de la "Generación del 27". Muerto en la prisión de Alicante, de tuberculosis. Lucho del lado lado de la República y lo pagó con su vida. Pero amó a España como pocos. Todos los españoles de bien lo reivindican como uno de los suyos. Les dejo con su poema "Madre España":


Abrazando a tu cuerpo como el tronco a su tierra,
con todas las raíces y todos los corajes, 
¿quién me separará, me arrancará de ti, 
madre?

Abrazado a tu vientre, ¿quién me lo quitará,
si su fondo titánico da principio a mi carne?
¡Abrazado a tu vientre, que es mi perpetua casa, 
¡nadie!

Madre: abismo de siempre, tierra de siempre, entrañas
donde desembocando se unen todas las sangres:
donde todos los huesos caídos se levantan;
madre.

Decir madre es decir tierra que me ha parido;
es decir a los muertos: hermanos, levantarse;
es sentir en la boca y escuchar bajo el suelo
sangre.

La otra madre es un puente, nada más, de tus ríos.
Es otro pecho, es una burbuja de tus mares.
Tu eres la madre entera con todo tu infinito, 

madre.

Tierra: tierra en la boca y en el alma y en todo.
Tierra que voy comiendo, que al fin ha de tragarme.
Con más fuerza que antes volverás a parirme,
madre.

Cuando sobre tu cuerpo sea una leve huella, 
volverás a parirme con más fuerza que antes.
Cuando un hijo es un hijo, vive y muere gritando:
¡Madre!

Hermanos: defendamos su vientre acometido,
hacia donde los grajos crecen de todas partes,
pues, para que las malas alas vuelen, aun quedan 
aires.

Echad a las orillas de vuestro corazón
el sentimiento en límites, los efectos parciales.
Son pequeñas historias al lado de ella, siempre
grande.

Una fotografía y un pedazo de tierra,
una carta y un monte son a veces iguales.
Hoy eres tú la hierba que crece sobre todo,
madre.

Familia de esta tierra que nos funde en la luz,
los más oscuros muertos pugnan por levantarse,
fundirse con nosotros y salvar la primera
madre.

España, piedra estoica que se abrió en dos pedazos
de dolor y de piedra profunda para darme:
no me separarán de tus altas entrañas,
madre.

Además de morir por tí, pido una cosa:
que la mujer y el hijo que tengo, cuando pasen,
vayan hasta el rincón que habite de tu vientre,
madre.

"Madre España", de Miguel Hernández



Y mañana, Ángel Crespo. Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta Miguel Hernández





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lunes, 30 de junio de 2014

El poeta Blas de Otero y el tema de España en la poesía española contemporánea (II)




Puente colgante. Bilbao (Vizcaya)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Blas de Otero (1916-1979) nació en Bilbao (Vizcaya) y estudió Derecho en la universidad de Zaragoza y Filosofía y Letras en la de Madrid. Sufrió frecuentes crisis depresivas desde su juventud derivadas de su situación familiar, que le llevaron sucesivamente por una etapa religiosa, otra existencialista y por último a la poesía social. Vivió en Cuba entre 1964 y 1967, donde se casó y divorció. Enfrentado siempre al franquismo sus libros tuvieron problemas con la censura. Demócrata convencido cantó a la reconciliación de los españoles toda su vida. Murió de una embolia pulmonar en Majadahonda (Madrid). Les dejo con su poema "En el nombre de España, paz".

En el nombre de España, paz.
El hombre
está en peligro, España.
España, no te aduermas.
Está en peligro, corre,
acude. Vuela
el ala de la noche
junto al ala del día.
Oye.
Cruje una vieja sombra,
Vibra una luz joven.
Paz
para el día.
En el nombre
de España, paz.

"En el nombre de España, paz", de Blas de Otero




Y mañana, Miguel Hernández. Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt






El poeta Blas de Otero




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domingo, 29 de junio de 2014

El poeta Miguel de Unamuno y el tema de España en la poesía española contemporánea (I)




El cabo de Ogoño (Vizcaya)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer a partir de hoy, y durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Todos los poemas están tomados del libro "El tema de España en la poesía española contemporánea. Antología" (Taurus, Madrid, 1979), editados por José Luis Cano.

Y como no, comienzo por Miguel de Unamuno (1864-1936), escritor, filósofo, poeta, profesor. Nació en Bilbao. Se opuso tenazmente al golpe de Estado de Primo de Rivera. Fue diputado en las primeras Cortes de la república. Tres veces rector de la Universidad de Salamanca se enfrentó públicamente a Franco a poco de iniciada la guerra civil y fue despojado de su cátedra. Murió en Salamanca el último día de 1936. Les dejo con su pequeño poema titulado "A España". Por cierto, la palabra "ézpañá", en el primer verso, significa "labio" en euskera.


Labio, ézpañá, paladeo tu nombre, rosa carnosa,
fresco y rojo de cereza, y agua se me hace la boca.
Es tu saliva batido, de tu lengua, la española,
tomé el pan de la palabra, un pichón de la paloma.
Nuestras lenguas se mezclaron, España, y sentí la ola
de brasa, desde la nuca en mis entrañas ahonda.
Mordí en tus labios, España, del paraíso en la poma,
y al darte mi blanca sangre, me diste tu sangre roja.
Me siento padre del pueblo, por ti perdura en mi obra,
me desmayo en el arrobo de hacerte, España, señora.

"A España", de Miguel de Unamuno



Y mañana, Blas de Otero. Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta Miguel de Unamuno

  

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Iniciación a la sexualidad: La primera vez



Portada de "Bonjour, tristesse", de Françoise Sagan



Dicen que toda obra literaria no es más que una mera paráfrasis, real o fabulada, de la propia vida del autor. No lo sé a ciencia cierta, pero tengo la impresión de que en los relatos literarios de iniciación sexual debe haber mucho de la "primera vez" del narrador.

De esos relatos yo recuerdo con especial emoción unos pocos; muy pocos en realidad, que hayan dejado una profunda huella en mí. Los dos primeros, curiosamente, leídos en francés, con apenas dieciseis años: "Bonjour, tristesse" (1954), de Françoise Sagan (1935-2004); y "Le blé en herbe" (1923), de Sidonie-Gabrielle "Colette" (1873-1954). Ambos relatos son un prodigio de sensibilidad y las escenas de iniciación a la vida sexual de sus protagonistas respectivos están resueltas magistralmente, sin una sola palabra malsonante ni grosera actitud. Leídas a mi edad de entonces, me abrieron a un mundo desconocido y anhelado que llegaría a descubrir en su momento sin angustias ni tormentos.

Con desenfado y cierto tono libertino, muy francés también por cierto, se resuelve el inicio de la vida sexual de la protagonista de "Emmanuelle" (1959), un auténtico clásico de la novela erótica, para mi gusto, la mejor de todas, de la escritora francesa Marayat Rollet-Andriane, mas conocida  como Emmnuelle Arsan. Hosco y crudo lo es el del relato de la española "Las edades de Lulú" (1989), una progidiosa novela, la primera de ella, de la escritora Almudena Grandes (1960). Por último, de los que he querido recordar, no puedo dejar de citar la escena de la violación, pseudo consentida, de la protagonista de "Soy Charlotte Simons" (2004), muy dura, del estadounidense Tom Wolffe (1931). De la deleznable "Cincuenta sombras de Grey" (2011), y de su autora, la británica Erika Leonard, que escribe bajo el seudónimo de E.L. James, prefiero no hablar.

Pero sí lo hacía al comienzo de la entrada de eso de la obra literaria como paráfrasis de la vida propia, o fabulada, del autor. Hay una escena en "Una historia de amor y oscuridad" (2004), del escritor israelí Amos Oz, tan repetidamente citado por mí en estos últimos días, que es casi un calco de otra similar en otro libro suyo: "Escenas de la vida rural" (2009), del que también he escrito anteriormente en el blog. Lo que me lleva a pensar que real o fabulada su iniciación a la vida sexual no pudo ser muy diferente de la que relata en ambos libros. La escena transcurre en el kibbutz Hulda, cuando el protagonista tiene dieciseis años y entra en la habitación de una de sus profesoras, Orna, de unos treinta y cinco años. Dice Oz:

"Sin levantarme de la alfombra, descorrí la cortina que cubría su armario y vi ropa interior, ropa de distintos colores y un camisón de nailon, casi transparente de color melocotón. Tumbado en la alfombra como estaba, mis dedos tocaron ese melocotón y mi otra mano se vio obligada a acercarse a la colina de mis pantalones mientras mis ojos se cerraban, sabía que debía parar debía parar pero no al instante solo un poco más. Al final, justo en el último momento, me dEtuve y, sin apartar los dedos del melocotón ni la mano de la colina, abrí los ojos y vi que Orna había entrado sin que yo me percatara y estaba descalza mirándome en un extremo de la alfombra, con todo el peso de su cuerpo sobre la pierna izquierda, la cadera derecha un poco elevada, una mano sobre esa cadera y la otra acariciándose el hombro bajo el pelo suelto. Se quedó mirándome con su sonrisa cálida y traviesa en los labios, y sus ojos verdes se reían como diciendo: ya lo sé, ya sé que ahora lo que más deseas es morirte aquí mismo, y sé que estarías menos aterrado si ahora en mi lugar estuviese aquí un asesino apuntándote con una ametralladora, y sé que ahora por mi culpa eres la persona más desgraciada del mundo, ¿pero por qué ser tan desgraciado? Mírame, yo no estoy aterrada por lo que he visto al entrar en la habitación y tú, deja ya de ser tan desgraciado. [...] Orna dijo: Te he interrumpido. Y en vez de reirse añadió: Perdón, lo siento, y de repente, como en broma, empezó a mover las caderas con un complicado paso de baile y deijo que no, que de hecho no lo sentía realmente, que en el fondo le había gustado verme pues en mi cara en esos momentos había una mezcla de dolor y de luz. Y sin decir nada más empezó a desabrocharse los botones, del primero al último, y se quedó delante de mí para que la mirara y continuase. [...] Luego se puso de rodillas sobre la alfombra a mi derecha y apartó mi mano de la colina de mis pantalones y puso la suya y luego abrió y liberó y una estela de chispas punzantes como una densa lluvia de meteoritos recorrió todo mi cuerpo y volví a cerrar los ojos pero no antes de ver como se tumbaba de lado y luego se puso encima de mí y dirigió mis manos, aquí y aquí, y sus labios me tocaron la frente y me tocaron los ojos cerrados y luego cogió con la mano  y me hundió por completo y al instante sentí en lo más profundo del cuerpo como truenos mórbidos e inmediatamente después un rayo que me partió y como las paredes de la casa eran muy finas Orna tuvo que taparme con fuerza la boca y cuando pensó que ya estaba y levantó la mano para dejarme respirar tuvo que apresurarse a sellarme de nuevo los labios porque aun no estaba".

Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Portada de "Le blé en herbe", de Colette





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lunes, 23 de junio de 2014

Las Palmas de Gran Canaria, de cumpleaños. Y van 536...



Las Palmas, desde el Pico de Bandama (569 metros de altitud) 



Mañana, 24 de junio, El Real de Las Palmas, la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, cumple 536 años. Cierto, todos cumplimos años, también las ciudades, y quizá no sea para tanto, pero no es muy habitual que una ciudad sepa la fecha exacta de su fundación, de su nacimiento y mucho menos de las circunstancias y hechos que dieron lugar a ello; no, al menos, en esta vieja tierra que es España. Pero no es el caso de Las Palmas. Se sabe la fecha exacta de su fundación, los motivos que la provocaron y de las vicisitudes que tuvo que afrontar en sus primeros momentos de existencia... Ensayo general de lo que solo catorce años más tarde sería la gesta del descubrimiento y colonización del continente americano.

Este es el relato que de su fundación hizo el historiador y prócer canario, paradigma de la Ilustración en las islas, Josep de Viera y Clavijo (1731-1813) en su libro "Noticias de la historia de Canarias". (Tomo I. Cupsa Editorial, Madrid, 1978) en edición de Alejandro Cioranescu.

"Libradas las referidas órdenes, se hicieron a la vela desde el Puerto de Santa María, a 28 de mayo de 1478, tres navíos bien pertrechados de municiones de guerra y boca, y surgieron en el de las Isletas de Canaria, a 24 de junio por la mañana. Aunque esta navegación fue de un mes, asegura Abreu Galindo que se hizo con próspero viento. Y habiendo desembarcado la tropa en aquel arenal, sin que hubiese quien la inquietase, fue la primera obra en la que se ocupó la de cortar algunos ramos de palma, con los cuales se formó una gran tienda, a cuya sombra erigieron un altar. Como era día de San Juan Bautista, celebró la misa el dean Bermúdez; y todos los soldados la oyeron devotamente, pidiendo a Dios con las armas en la mano les favoreciese en el exterminio de aquella pobre nación que iban a invadir. Después hizo marchar su gente el general Rejón hacia el territorio de Gando, con la mira de reedificar la torre que habían construido los Herrera y fortificarse en sus contornos; más habiendo llegado al barranco o rio de Guiniguada, donde está la ciudad de Las Palmas, se presentó repentinamente al ejército una mujer anciana, vestida al uso del país, la que en buen castellano dijo a los nuestros que adónde iban; que el territorio de Gando quedaba todavía lejos y el camino era fragoso; que hallándose con avisos del desembarco, el guanarteme de Telde andaba acaudillando sus súbditos, y que aquel sitio de Guiniguada era un lugar más fuerte, inmediato al mar, bien provisto de agua y de leña, cubierto de palmas, álamos, dragos e higuerales y el más propio para trazar un campo, desde donde se podría recorrer toda la isla.

Como estas advertencias eran tales, que el general español no debía haber esperado a que una mujer canaria se las hiciese, al instante la tomaron por guía y fijaron el campo en el paraje que ella les señalaba. Pero apenas habían hecho alto las tropas y empezaban a levantar sus tiendas, se desapareció la canaria incognita con admiración universal, Juan Rejón, que sin ser escrupuloso era devoto de Santa Ana, se persuadió o quiso persuadir a los otros que la madre de María Santísima, bajo la figura de aquella buena mujer, había descendido del cielo a dirigirle en el primer paso de su campaña; por tanto, dio orden para que se edificase allí una iglesia con la advocación de Santa Ana, cuyo patronato se ha conservado siempre.

La noticia de esta piadosa creencia (que también pudo ser estratagema política de Rejón para animar sus tropas) es de fray Juan Abreu Galindo; pero los demás escritores o la omiten o la reducen a circunstancias más regulares. Estos sólo dicen que habiendo sorprendido las espías españolas a cierto isleño anciano que pescaba en la ribera del mar, les dio aquel saludable consejo, sin añadir que el anciano se desapareciese ni que le tuviesen por ningún santo los cristianos que le cogieron.

Como quiera que fuese, no hay duda que se formó el campo español en las márgenes del Guniguada; a una legua corta del puerto; que lo fortificaron con una gran muralla de piedra y troncos de palma; que se construyó un torreón y un largo almacén para las provisiones; que se intituló, desde luego, el "Real de Las Palmas", a causa de la gran copia que había de ellas, todas frondosas y eminentes, y que se edificó la pequeña iglesia de Santa Ana, ermita ahora de San Antonio Abad".

Eso ocurría, tal día como el de mañana de hace 536 años. Nacía El Real de Las Palmas, la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Sede primada de la Iglesia de África, primera ciudad fundada por españoles fuera de Europa, y su plaza mayor, la de Santa Ana, la segunda plaza mayor de España en construirse siguiendo las Ordenanzas Reales emanadas de Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón. Porque la primera, aunque parezca increible, lo fue en las Américas, la de la ciudad de Santo Domingo, en la isla La Española, hoy repartida entre la República Dominicana y Haití.

¡Felicidades, Las Palmas! ¡Feliz Solsticio! ¡Feliz Noche de San Juan! Y ahora, sean felices también ustedes, por favor, y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Las Palmas de Gran Canaria. Ciudad de mar y cultura 




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viernes, 13 de junio de 2014

El hábito no hace al monje. Del blog Pensando en la estación








Dicen que el habito no hace al monje pero la verdad es que crea ciertas expectativas. Uno se espera de un religioso, por lo menos, educación. Después de haber estudiado en un colegio de monjas y luego en uno de curas, una ha visto de todo y ya no se sorprende. Te encuentras bondad pura y demonios disfrazados... (sigue aquí).



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lunes, 2 de junio de 2014

La abdicación del Rey



Juan Carlos I, rey de España


Vivir es tener una historia que contar a quienes vienen después. Los nacidos después del 20 de noviembre de 1975 nunca podrán saber ni comprender la mezquina historia que nos tocó vivir a los que vinimos al mundo en la España recien comenzada la segunda mitad del pasado siglo. Los que critican la democracia actual demuestran no tener una idea muy clara -si nacieron después de esa fecha-, ni memoria -si nacieron antes de ella-, de como era la España que nos tocó vivir a nosotros, nuestros padres y nuestros abuelos.

Ahora, en el momento de su marcha, solo un "gracias, Señor", que sale de lo más profundo de mi corazón. Y allá los demás que hagan y digan lo que quieran desde el fondo de los suyos.

Comparto plenamente los puntos de vista que el escritor Javier Cercas expone en su artículo "Sin el rey no habría democracia", y sobre todo el párrafo final del mismo: "hay que ser lo más crítico posible con el duro presente que está viviendo ahora mismo tanta gente a nuestro alrededor, pero ignorar que los casi cuarenta años de reinado de Juan Carlos I han sido los mejores de nuestra historia moderna, los de mayor libertad y prosperidad, es simplemente ignorar nuestra historia. Y esa ignorancia de nuestro presente puede devolvernos lo peor de nuestro pasado". 

Será por eso de la casta, pero frente a los que se suben al carro del oportunismo, me siento orgulloso de formar parte del gremio (o casta) de los historiadores que como el profesor Juan Pablo Fusi: "De la democracia en España", alertan del enorme error de reabrir una herida que la Constitución de 1978 cerró definitivamente. Los pueblos que no recuerdan su historia están condenados a repetirla. Yo no deseo eso para el mío. 

Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Estandarte personal del rey Juan Carlos I



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miércoles, 28 de mayo de 2014

Día de Canarias, 2014




Escudo de Canarias






La patria es una peña, la patria es una roca, la patria es una fuente, es una senda y una choza.
Mi patria no es el mundo; mi patria no es Europa; mi patria es de un almendro la dulce, fresca, inolvidable sombra. 
A veces por el mundo con mi dolor a solas recuerdo de mi patria las rosadas, espléndidas auroras. 
A veces con delicia mi corazón evoca, mi almendro de la infancia, de mi patria las peñas y las rocas. 
Y olvido muchas veces del mundo las zozobras, pensando de las islas en los montes, las playas y las olas. 
A mí no me entusiasman ridículas utópias, ni hazañas infecundas de la razón afrenta, y de la Historia. 
Ni en los Estados pienso que duran breves horas, cual duran en la vida de los mortales las mezquinas obras. 
A mí no me conmueven inútiles memorias, de pueblos que pasaron en épocas sangrientas y remotas. 
La sangre de mis venas, a mí no se me importa que venga del Egipto o de la razas célticas y godas. 
Mi espíritu es isleño como las patrias rocas, y vivirá cual ellas hasta que el mar inunde aquellas costas. 
La patria es una fuente, la patria es una roca, la patria es una cumbre, la patria es una senda y una choza. 
La patria es el espíritu, la patria es la memoria, la patria es una cuna, la patria es una ermita y una fosa. 
Mi espíritu es isleño como las patrias costas, donde la mar se estrella en espumas rompiéndose y en notas. 
Mi patria es una isla, mi patria es una roca, mi espíritu es isleño como los riscos donde vi la aurora.

"Canarias" (Canto VII): Nicolás Estévanez (1838-1914)





El Teide (Parque Nacional de Las Cañadas, Tenerife, Islas Canarias)




El próximo viernes, 30 de mayo, celebramos en las islas el Día de Canarias, Hoy, en esta mañana más bien invernal, cubierta de nubes, mis nietos más pequeños han desfilado con sus compañeros de colegio vestidos con los trajes típicos canarios por la calle Triana de Las Palmas.

No tenía pensado sumarme a la celebración de la efeméride pero su presencia, la de los niños, y el futuro que ellos representan, me han animado a elaborar a toda prisa esta entrada del blog que les dedico a ellos y a todos los canarios que viven en la diáspora, voluntaria o forzada, lejos de la tierra que les vio nacer. Pero también, como no, a los que en ella permanecemos apegados a su mar, sus volcanes, sus barrancos, sus bosques, sus montañas, sus playas y desiertos, y sus eternos alisios, compartiendo en nuestros corazones los inolvidables versos de Nicolás Estévanez. Versos de los que, por otra parte, otro gran poeta y filósofo enamorado de Canarias, Miguel de Unamuno, dijera con socarronería vasca que "pobre del que no tiene otra patria que la sombra de un almendro porque acabará por ahorcarse en él".

Y ya que citamos intelectuales, otro gran intelectual canario, Domingo Pérez Minik, dijo sobre la canariedad que "para salvar estos enormes peligros [el del aislamiento de las islas] para su salud física y anímica, al insular no le cabe otro remedio sino exilarse por su propia voluntad y regresar luego con el tesoro de las grandes correrías por el ancho mundo, o manteniéndose en su paraíso, excitar al extranjero a venir a su encuentro, cuanto más extranjero mejor, bien para convivir amigablemente, bien para sostener un debate fecundo de recelos y sugestiones".

Cosas del alma canaria... Para todos ellos, los canarios de fuera y los canarios de dentro: ¡feliz Día de Canarias! Y ahora sean felices, por favor, y como decía Sócrates,  "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




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El himno de Canarias cantado por Los Gofiones






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domingo, 25 de mayo de 2014

¿Quién mancillará tu lecho, mi querida Europa?





Mis amigos de siempre, los buenos y antiguos, saben que nunca discuto, ni siquiera conmigo mismo, los resultados electorales. Me gustarán mucho más, mucho menos, o mucho nada, y podrán hacer (los demás) todos los ejercicios "a toro pasado" que quieran para explicarlos, pero son los que son, y punto. A mi me enrabieta mucho la pedante y presuntuosa pose de aquellos que cada vez que pierden unas elecciones (que suelen ser los que las pierden todas) lo achacan a que el pueblo es ignorante y zafio y no entiende el claro mensaje que su formación transmite. Bueno, descansen en paz políticamente los grandes próceres de la nación.

La democracia se basa en la ficción de que el pueblo, titular de la soberanía, nunca se equivoca cuando vota. Más o menos con matices, lo que decía nuestro viejo conocido Jean-Jacques Rousseau a finales del siglo XVIII. Pienso que es verdad. El pueblo nunca puede equivocarse cuando vota. Si ponemos en duda esta aseveración, ponemos en duda los fundamentos del sistema democrático. Se pueden equivocar los gobiernos, los líderes, los partidos, los ciudadanos individuales; el pueblo en su conjunto, nunca.

Ya tenemos nuevo Parlamento europeo. Elegido por un porcentaje ínfimo de la ciudadanía, pero resulta difícil de creer que quién haya tenido deseos e intención de votar no haya podido hacerlo. Así que, no hay más cera que la que arde ni más tela que la que se ve, como dice el refrán. ¿Y ahora, qué?

Lo primero es la constitución del Parlamento, y lo siguiente, la elección y nombramiento de un nuevo presidente de la Comisión. Lo más probable es que el partido popular europeo y la alianza de socialistas y democrátas se pongan de acuerdo para proponer como presidente a uno de sus dos candidatos, Juncker o Schulz, como mal menor, haciendo frente común a los nuevos partidos que entran en el parlamento europeo, unos con intención legítima de hacerse oir y valer gracias a los votos obtenidos, y otros, los más con innegable y nada oculta intención de desastibilizar el proyecto europeo o lisa y llanamente cargárselo desde dentro del propio corazón del sistema. Espero que no lo consigan. En cualquier caso habrá que esperar, aunque cualquiera de los dos candidatos mayoritarios será preferible a ese inicuo Durao Barroso que ha dirigido la Comisión estos dos últimos mandatos. Y luego, a ver que pasa con el proceso de designación de los nuevos comisarios, proceso en el que el parlamento tiene mucho que decir. Se abre un periodo apasionante. Pero ahora toca esperar y verlas venir...

Sean felices, por favor, y de momento, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




¿Quién mancillará tu lecho, mi querida Europa?




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miércoles, 21 de mayo de 2014

¿De teloneros?: Lo que nos jugamos en Europa




Alegoría de Europa (1870)



A mis nietos

Les pido disculpas anticip
adas por esta entrada de hoy un tanto digresiva sobre las elecciones del domingo próximo al parlamento de la Unión Europea, ya que voy a comenzarla hablando de arte. Ya irán viendo las razones que me llevan a ello si se animan a seguir leyéndome... 

Desde luego si buscan la definición de "arte" en el Diccionario de la Real Academia Española tengo la impresión de que no van a sacar nada en claro. Si acaso, llegarán a la conclusión algo pedestre de que arte es lo que hacen los artistas; y vuelta al comienzo: ¿qué es un artista?... Mi criterio personalísimo sobre el arte es el de que lo es toda obra material humana que produce en el que la ve, lee u oye un sentimiento de placer estético. 

Soy asiduo visitante de museos y lector empedernido que ha ido formando su criterio estético a base de trompicones. Y más bien clásico, por no decir antiguo... Recuerdo en una de mis últimas visitas al "Reina Sofía" en Madrid, hace ya bastantes años, una sala del museo desnuda absolutamente de todo ornamento salvo una descomunal plancha de acero sobre el suelo de la sala, de como poco quince metros de larga por cuatro o cinco de ancha... No recuerdo de "quién" era la susodicha obra de arte, ni falta que me hace. Creo, sinceramente, que "eso" no es arte, sino una enorme tomadura de pelo. Exactamente igual que el circo montado por los candidatos españoles a ocupar una plaza en el próximo parlamento de la Unión. Exactamente 2106 candidatos, repartidos en 39 candidaturas, para ocupar 54 puestos en el parlamento de Estrasburgo.

No estoy en contra, evidentemente, del derecho de todo ciudadano europeo a presentarse a las elecciones a su parlamento, pero ¿39 candidaturas, de las cuales al menos treinta de ellas van a obtener menos votos que candidatos figuran en la papeleta? Es, como la plancha de acero del "Reina Sofía", y con todo respeto para sus esforzados paladines, una solemne tomadura de pelo. Algo que tendría fácil solución si se exigiera a cada candidatura una fianza económica previa de, pongamos, diez mil euros (a unos 200 euros por candidato) que solo recuperarían de obtener como mínimo un humildísimo uno por ciento del total de los votos emitidos. La tomadura de pelo se reduciría bastante y todos saldríamos ganando.   

Sigo a distancia y sin excesivo interés la campaña para las elecciones al parlamento de la Unión del 25 de mayo. Puntualizo: No me interesa la campaña; las elecciones, por supuesto que sí, y mucho. Ya expuse las razones hace unos días y no es cuestión de repetirme. Y de todas maneras, yo ya he votado por correo. 

Sobre el papelón que están haciendo los candidatos, al menos en España, prefiero no hablar. Meros teloneros de Jean-Claude Juncker y Martin Schulz, los únicos que cuentan con posibilidades reales de alzarse con la presidencia de la Comisión Europea, y cuyos debates se nos han escamoteado (aunque tampoco ellos parece que hayan estado especialmente brillantes) a las ciudadanos españoles, entretenidos con las majaderías del candidato del partido popular y las naderías de casi todos los demás. Léase al respecto el artículo "Europa se merecía más (y las mujeres también, Sr. Cañete)", de la directora del Huffington Post, Montserrat Domínguez. Para llorar...

Y sin embargo, el día 25 de mayo Europa se juega, literalmente, su futuro. No solo el inmediato de las instituciones de la Unión, sino el que realmente importa, el de sus más quinientos millones de ciudadanos, impotentes ante la incompetencia manifiesta de sus gobernantes, de todos, para sacarla del marasmo en que se encuentra.

Termino invitándoles a la lectura del artículo "La más crucial de las votaciones en Europa" que el profesor británico Timothy Garton-Ash, un euopeísta convencido, publica hoy en el diario El País. Lo verán todo, lo que Europa se juega el próximo domingo, con bastante claridad. Y por desgracia, como él dice, es Alemania la única que puede marcar el paso. Si no lo hace ella, no lo va a hacer nadie.

Así que no hagan caso de las "casandras" que invitan a la abstención como solución. Pasar del tema nunca es la solución de nada. Involúcrense. Y voten. Mejor al lado izquierdo, esa es mi opción. Pero voten en cualquier caso.

Le he dedicado esta entrada a mis tres nietos porque de ellos es el futuro. Y ahora sean felices, por favor, y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Alegoría de Europa (España, 2014)





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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

lunes, 12 de mayo de 2014

¿Para qué la política?




Hannah Arendt (1906-1975)


A mi amiga Isabel G.


A la mayoría de los políticos, pero no sólo a ellos, también a jueces, médicos, militares, obispos, misioneros, funcionarios, maestros, banqueros, periodistas y líderes de opinión, por citar algunos especímenes de la diversa fauna humana, se les llena la boca con lo de la "vocación de servicio"; sobre todo cuando hablan de la suya. No deberíamos creerles siempre. El altruismo no es moneda de uso corriente entre las clases altas (ni entre las medias, ni las bajas, dicho sea de paso) aunque excepciones, haberlas haylas. Y lo que ellos llaman "vocación de servicio" la mayoría de las veces no pasa de ser ambición personal, ganas de medrar, búsqueda de gloria, pasión por el poder, ansias de mando, y a veces, hasta búsqueda del martirio como medio para ganarse el cielo. Casi cualquier cosa menos altruismo.

Algunos dicen de la política que es "el arte de lo posible". Quizá pensando en que los deseos de cambiar por la fuerza la naturaleza del mundo y de quienes lo hemos ido habitando en oleadas sucesivas, los intentos de convertir en realidades lo que no son mas que utopías, no han traído para los hombres nada más que sangre, muerte y lágrimas. Un ejemplo clásico, el de la "República" de Platón (siglo IV a.C.). Quizá, otros, llamen a eso "utilitarismo", una doctrina política de impreciso término que pusieron en boga Jeremy Betham y John Stuart Mill a mediados del siglo XIX. Pero pienso que no tiene nada que ver una cosa con otra.

Por ejemplo: ¿la pusilanimidad de los gobiernos europeos ante la crisis Ucrania-Rusia es arte de lo posible, utilitarismo o mera supeditación de todo criterio moral (sí, la política también es moral) a los meros intereses económicos? ¿Y la imposibilidad de encontrar una salida lo menos dolorosa posible a la crisis económico-financiera que asola el sur de Europa es también arte de lo posible, utilitarismo o mera incapacidad de enfrentarse al invisible y todopoderoso poder financiero que acogota nuestras economías y sobre todo nuestras sociedades? 

Dos experimentos sociales llevados a cabo en el pasado siglo, dos intentos de transformar por la fuerza la naturaleza propia del ser humano: comunismo y nazismo, acabaron en inmensas tragedias. Ambas eran doctrinas totalitarias; ambas pretendieron cambiar el hombre y el mundo, y sus injusticias, de raíz; ambas provocaron la muerte de millones de seres inocentes; ambas fracasaron. Hannah Arendt las estudió muy bien en uno de sus más originales libros: "Los orígenes del totalitarismo". Pero lo han intentado desde el principio de la historia.

No es extraño pues que Hannah Arendt (sí, de nuevo ella) se preguntara en "¿Qué es la política?" que si alguien se interroga sobre eso es que ya no son válidas las respuestas formuladas por la tradición. Decir que la política es un medio para un fin más elevado, añade más adelante, es como no decir nada, pues la determinación de ese fin último ha sido muy diversa a través de los siglos. Si la política es para ella el reino de la libertad, es esta, la libertad, o debería ser el fin último de la política, pero de una política que sirva para asegurar la vida, añade.

No otra parece ser también la opinión de John Rawls en su "Una teoría de la justicia", donde dice: 1) Cada persona debe tener un derecho igual al más amplio sistema de libertades fundamentales iguales, compatible con un sistema análogo de libertades para todos; y 2) Las desigualdades sociales y económicas deben ser reguladas de tal forma que, a) den el máximo beneficio a los menos favorecidos; y b) estén vinculadas a funciones y posiciones abiertas a todos en condiciones de igualdad equitativa de oportunidades. Lo que no es el caso, desde luego, en este momento de la historia. (Eso lo digo yo, claro; no Rawls).

Termino de nuevo con Hannah Arendt. Dice en su libro citado más arriba que si se quiere cambiar una institución, una organización, cualquier corporación pública mundana, lo que hay que hacer es renovar su constitución, sus leyes, sus estatutos, y esperar que todo lo demás se dé por sí mismo.

Bueno, pues démosle un empujoncito nosotros. No se quede en casa el día 25 y acuda a votar. Por quién usted quiera: piense en Europa, piense en usted, y vote. Nos merecemos una Europa mejor que la que tenemos ahora.

Y ahora sean felices, por favor, y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





John Rawls (1921-2002)




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