jueves, 2 de octubre de 2025

DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, ENSIMISMAMIENTO, DE HANNAH ARENDT

 








ENSIMISMAMIENTO


Cuando contemplo mi mano
—una cosa ajena pero emparentada conmigo—
de pronto no estoy en ningún país,
no quedo sujeta a ningún aquí ni a ningún ahora,
ni quedo ligada a ningún qué.

Entonces me siento como si tuviera que despreciar el mundo:
pues bien, por mí que transcurra el tiempo
con tal de que no sucedan más señales.

Contemplo mi mano,
que guarda un parentesco conmigo inquietantemente cercano,
siendo no obstante una cosa distinta.
¿Es más de lo que yo soy?
¿Tendrá un sentido superior?


¿Por qué me das la mano
con timidez y como a escondidas?
¿Tan lejano es el país del que vienes?
¿No conoces nuestro vino?

¿En tamaña soledad vives
que no conoces nuestra hermosísima fogosidad
cuando estamos uno en otro
con el corazón y con la sangre?

¿No conoces las alegrías diurnas
cuando uno va con el amado?
¿Ni conoces la despedida vespertina
cuando uno va aquejado de pesadumbre?

Vente conmigo y quiéreme,
no pienses en tus miedos.
¿Acaso no puedes sincerarte?
Ven y toma y da.

Vayamos luego por los campos dorados
—amapola y trébol silvestre—,
y más tarde, en el ancho mundo,
nos llegará a doler

cuando sintamos que el recuerdo
sopla con fuerza en el viento,
cuando, estremeciéndose, suspire nuestra alma
con una ternura de ensueño.




Hannah Arendt (1906-1975)
escritora estadounidense



















DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY JUEVES, 2 DE OCTUBRE DE 2025

 




























miércoles, 1 de octubre de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY MIÉRCOLES, 1 DE OCTUBRE DE 2025

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 1 de octubre de 2025. Tengo un truco para detectar a la gente que se odia a sí misma: son los que te tratan mal cuando tú los tratas bien, comenta en la primera de las entradas del blog de hoy la escritora Marta Peirano. En la segunda, un archivo del blog de octubre de 2014, HArendt ironizaba sobre el cálculo de probabilides: ¿Sabían ustedes que la probabilidad de sufrir un accidente aéreo es de 1 entre 4.000.000? ¿Sabían ustedes que la probabilidad de sufrir un error clínico grave si está internado en un hospital es de 7 entre 100? ¿Sabían ustedes que una revisión de historias clínicas en los hospitales de Nueva York demostró que 4 de cada 100 pacientes fueron objeto de errores clínicos registrados y que esos errores causaron la muerte de 14 de cada 100 pacientes afectados? ¿Sabían ustedes que cada año 300.000 personas desarrollan infecciones adquiridas en los hospitales españoles? Sí, seguramente si lo sabíamos, o lo intuíamos, pero preferimos ignorarlo. El poema del día, en la tercera, se titula Humedal, está escrito por la poetisa argentina Daiana Henderson, y comienza con estos versos: Anoche, de súbito pero sin susto, me desperté en la cama./Dormía boca abajo con las dos/manos empuñadas en el hueco de mi cuello/los codos apretados contra los costados del cuerpo. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "ἡμεῖς ἀπιοῦμεν" (nos vamos); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt













DEL MAL QUERER

 












Tengo un truco para detectar a la gente que se odia a sí misma: son los que te tratan mal cuando tú los tratas bien, comenta en El País [El mal querer, 29/09/2025] la escritora Marta Peirano. Vivo rodeada de gente que lo consigue de forma frecuente y aparentemente sin esfuerzo, pero hacer amigos es para mí un acontecimiento extraordinario, prácticamente mágico, un hecho histórico y excepcional, comienza diciendo Peirano. Sufro importantes limitaciones. En un acto social, mi ancho de banda no supera las cinco personas, incluyendo las que ya conozco. Tampoco fui agraciada con el don de la promiscuidad. Quizá por eso, cuando la conexión sucede, para mí es como estar enamorada. Pienso en esta nueva persona cada día y me gusta escuchar sus audios de cuatro minutos por el simple placer de oírla reír o pensar. Quiero ver fotos de su familia, visitar la aldea de su infancia, descubrir lo antes posible cuántas canciones, películas y ciudades favoritas tenemos en común. Leo todo lo que escribe y escucho todo lo que dice. Hago regalos sin justificación. Soy instantáneamente cariñosa, violentamente protectora, y doy por hecho que esa persona siente lo mismo. Todo esto es muy problemático. Todos vemos el mundo como somos nosotros, y no como realmente es.

Hay personas que, cuando reciben amor, lo devuelven por triplicado. Cuando se cruzan conmigo, estalla un romance victoriano de escribirse mucho, intercambiar ropa, ir al cine los martes. Sincronizarse, contarse la infancia, leer los mismos libros a la vez. Cuando ese romance echa raíz, el mundo se expande porque podemos vivir en él con ligereza, equivocarnos en alto y arriesgar por encima de nuestras posibilidades. También porque uno entra en las sombras del otro y las protege y las hace suyas. El amor no nos hace perfectos pero sí más libres porque, irónicamente, amamos más en los defectos que en la virtud.

Luego hay personas que, cuando las quieres, te tratan mal. Mi tesis más generosa es que lo hacen porque no te creen. Sienten que no merecen ser queridas y desconfían de tus intenciones; o “saben” que dejarás de hacerlo en cuanto las conozcas de verdad. Entonces te ponen a prueba constantemente o mantienen las defensas puestas, o te castigan por querer convencerlos de algo que “saben” que no es cierto. Típica profecía autocumplida porque, el día que abandonas por agotamiento, confirmas su peor teoría sobre sí mismos.

La variante extrema es el cínico que ve tu generosidad y tu cariño como debilidades a explotar. Los que creen que toda relación es un juego en el que sólo existe dominar o ser dominado, o eres el quе pimpea o te pimpean a ti. Tardamos en darnos cuenta porque son grandes imitadores del amor. Lo simulan para elevar su estatus, conseguir contactos, atención y oportunidades. No creen en la reciprocidad. Hay nombres muy feos para esa clase de gente, porque la vergüenza del incauto es incompatible con la compasión. Pero tiene que ser triste que todos se arrepientan de haberte querido. Hasta las plantas más venenosas necesitan la luz.

Amar es peligroso. Exige que abandones la máscara de normalidad y ofrezcas todo lo que hay dentro, esplendor y miseria, lo bello y lo terrible, todo sin editar. No trae garantía de supervivencia. Dice Alain de Botton que por eso hay quien se pasa la vida esquivándolo y llega a los 50 sereno y vacío. No saben que el propósito de la vida no es salir indemne sino ser derrotado por cosas cada vez mayores. Conquistar el espacio para poder estirarnos y crecer. Marta Peirano es una periodista española especializada en las relaciones entre tecnologías informáticas y poder.​​ Ha publicado varios libros sobre derechos digitales y sobre el conflicto entre ciberseguridad y privacidad en la sociedad de la información.​ Vive entre Madrid y Berlín.
















DEL ARCHIVO DEL BLOG. CÁLCULO DE PROBABILIDADES. PUBLICADO EL 31/10/2014

 






¿Sabían ustedes que la probabilidad de sufrir un accidente aéreo es de 1 entre 4.000.000? ¿Sabían ustedes que la probabilidad de sufrir un error clínico grave si está internado en un hospital es de 7 entre 100? ¿Sabían ustedes que una revisión de historias clínicas en los hospitales de Nueva York demostró que 4 de cada 100 pacientes fueron objeto de errores clínicos registrados y que esos errores causaron la muerte de 14 de cada 100 pacientes afectados? ¿Sabían ustedes que cada año 300.000 personas desarrollan infecciones adquiridas en los hospitales españoles? Sí, seguramente si lo sabíamos, o lo intuíamos, pero preferimos ignorarlo. Entrar en un hospital es hacer oposiciones a contraer una enfermedad más grave que aquella que te ha hecho ir a él... Es como para echarse a temblar. Lo comentaba hace un tiempo en El País, con ironía y algo de mala leche (justificada), el doctor Jesús Villar, miembro de la Red de Investigación Translacional en Disfunción Orgánica del Hospital Universitario Dr. Negrín de Las Palmas de Gran Canaria. Una de las causas principales de estas infecciones son responsabilidad directa de los médicos, enfermeras y del personas sanitario de los hospitales por no cumplir con las normas de esterilidad previstas... 

Nuestra casa en Las Palmas está a escasos quinientos metros de dos de los principales centros hospitalarios de la isla: el Hospital General Universitario de Gran Canaria (el Hospital Insular) y el Hospital Materno-Infantil de Gran Canaria. Cada día decenas de médicos, enfermeros, personal sanitario, limpiadoras, administrativos, bedeles y el sursumcorda, aparcan sus coches en las calles de nuestro barrio y bajan hasta los hospitales citados con sus batas blancas y verdes, sus monos de trabajo, y sus zuecos puestos, los mismos con los que van a atender a los pacientes, enfermos y visitantes de los centros sanitarios. Y al finalizar su jornada de trabajo, vuelta al coche, arrastrando todos los virus y bacterias a su domicilio particular... Y así, hasta el día siguiente, y vuelta a empezar. A pesar de que los protocolos de ambos centros hospitalarios establecen claramente que el personal no puede entrar ni salir de los mismos con las ropas de trabajo puestas a nadie parece preocuparle. Ni a los gestores de los hospitales, ni a los controladores del personal sanitario, ni a los propios infractores, ni a los pacientes y sus familiares... Procuren no ponerse enfermos por si acaso. Sean felices por favor. Y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




















DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, HUMEDAL, DE DAIANA HENDERSON

 







HUMEDAL




Anoche, de súbito pero sin susto, me desperté en la cama.

Dormía boca abajo con las dos

manos empuñadas en el hueco de mi cuello

los codos apretados contra los costados del cuerpo,

una posición, diríase, poco convencional o agraciada

y sin embargo

lo plácida que me sentía

aun habiendo despertado y escuchado

en medio de la noche el silencio más total.

Ni una hojita crujiendo, todo congelado

por el frío, ni un gato saltando el tapial

los perros ovillados postergaban sus ladridos teatrales

que en verano derrocharían para demostrar su punto:

su imprescindible función en el hogar.

Tampoco los graznidos de una bandada

organizada en forma de comilla angular, ni alarmas

bocinas o el rugido de un motor en guardia.

El espíritu de la noche me despertó

y me honró con una responsabilidad.

Tengo un canto, me dijo, vas

a por fin escucharlo, aclimatá tu oído

no lo has sentido todavía, sentí.

Y aunque sentí no escuché nada,

tampoco su voz dulce que decía

no te duermas,

no te duermas




DAIANA HENDERSON (1988)

poetisa argentina

























DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY MIÉRCOLES, 1 DE OCTUBRE DE 2025

 





























martes, 30 de septiembre de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY MARTES, 30 DE SEPTIEMBRE DE 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 30 de septiembre de 2025. El exilio es dramático, pero no entiendo a quienes lo sufren y aun así se suman a discursos excluyentes y xenófobos, comenta en la primera de las entradas del blog de hoy el escritor cubano Leonardo Padura. En la segunda, un archivo del blog de septiembre de 2014, HArendt comentaba que una de las razones de que los títulos de muchas entradas del blog fueran "entrecomillados" no era solo la falta de respuesta clara del autor, es decir, de él, a lo que se planteaba en el titulo; sino que tampoco tenía clara cual debería ser la pregunta; será por eso que decía Dante de que "tanto como saber le agradaba dudar", o el más cercano en el tiempo, Voltaire, de que "la verdad era una fruta que convenía cogerse muy madura". El poema del día se titula Agua y polvo, es de la poetisa española Kiku Adatto, y comienza con estos versos: Tengo una pequeña disputa con Dios/una más grande con los hombres./Se trata de la historia bíblica/de la creación,/que no es una historia/sino dos, una tras otra. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "ἡμεῖς ἀπιοῦμεν" (nos vamos); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt















DEL EXILIO

 







El exilio es dramático, pero no entiendo a quienes lo sufren y aun así se suman a discursos excluyentes y xenófobos, comenta en El País [Ángeles caídos, 28/09/2025] el escritor cubano Leonardo Padura.

1. Unos meses después de establecerse en Madrid, Irving fundó una costumbre. La practicaría cada domingo, con sol o lluvia, frío o calor, con algún o casi ningún dinero en los bolsillos. Saldría de su minúsculo piso rentado en Chueca, bajaría hasta la plaza de Vázquez de Mella, donde desayunaría con un cruasán y unos churros mojados en café cortado. Luego compraría la edición dominical de EL PAÍS y buscaría la calle de Alcalá para cruzar la Cibeles. Ya con la puerta de Carlos III a la vista, siempre cantaría en voz baja los versos más pegajosos de aquella canción que desde hacía mucho lo perseguía: “Mírala, mírala, mírala, la puerta de Alcalá…” y, dejando a su izquierda el monumento, penetraría en el parque del Buen Retiro.

Irving nunca privilegió uno de los posibles senderos hacia su meta en el parque. Tomaba uno u otro según su ánimo. Si estaba muy nostálgico, buscaba la plaza de Cuba, si estaba muy cabrón, pues el monumento a Valeriano Weyler, el genocida de la guerra de Cuba, y aliviaba la tensión cagándose en su puta madre. Entonces enrumbaba y no paraba hasta llegar a su destino manifiesto: la fuente del Ángel Caído.

Allí se acomodaba en alguno de los bancos cercanos y volvía a contemplar la extraña representación diabólica, una de las pocas estatuas erigidas al demonio y colocadas en un sitio público. La obra, creada por el escultor Ricardo Bellver en 1885, había sido montada sobre un pedestal, diseñado por el arquitecto Francisco Jareño, que no demeritaba la calidad de la pieza que sostenía. Al paseante dominical le atraía el dramatismo y movimiento del conjunto, el rostro aterrorizado del ángel condenado por su vanidad a convertirse en morador de las tinieblas y también admiraba las caras luciferinas de los monstruos que rodean el octágono del pedestal y alimentan el estanque por las comisuras de sus fauces.

Entonces Irving abría el periódico, leía algunos de los artículos e informaciones del día y solía sentir que los embates de su desarraigo se tranquilizaban, le daban un respiro para seguir, avanzar, procurar el complicado trámite de intentar pertenecer a un sitio ajeno.

Irving, es hora de decirlo, era cubano, diseñador de profesión, gay de nacimiento, y ahora exiliado o migrante por necesidad. Y, también debo recordarlo, Irving es un personaje de ficción, pero pudo haber sido una persona real.

2. En 1836, sabiéndose enfermo de muerte, el poeta desterrado cubano José María Heredia le envió una carta al capitán general español de la isla de Cuba pidiéndole una dispensa para poder volver por unas semanas a su patria, donde pretendía despedirse de su madre y hermanas. Heredia había salido al exilio en 1824 y, por sus actividades independentistas, condenado al destierro eterno que lo había llevado a Estados Unidos y luego a México, donde moriría en 1839 y sería sepultado en una fosa común.

Cuando a fines de 1836 Heredia pudo regresar a la isla, varios de sus compatriotas, escritores como él, criticaron lo que ellos consideraron una claudicación del poeta. Alguno, incluso, lo calificó de “ángel caído” por haber solicitado un permiso para el breve regreso. Heredia perdía su estatura moral con semejante decisión, adujeron esos compatriotas suyos, escritores como él que nunca asumieron los riesgos que él corrió ni recibieron los castigos que él sufrió.

Un siglo y medio después, otros exiliados cubanos se vieron imposibilitados de volver a la tierra natal cuando en ella enfermaron o murieron algunos de sus afectos. La condena al destierro eterno por sus actitudes o pensamientos disidentes fue incluso más compacta que la sufrida por Heredia en tiempos de la colonia. Todavía hoy existen cubanos sin posibilidad de retorno.

3. El exilio es dramático, desgarrador. Entraña muchos extravíos culturales y casi siempre exige la práctica de estrategias de asimilación a otras costumbres y modos de entender la vida, en un proceso que quizás llegue a compensar a la persona desarraigada con diversas ganancias: económicas, políticas, incluso intelectuales. Pero el dolor por lo amputado puede ser incurable. Y es comprensible. El exiliado debe armarse de escudos protectores para seguir adelante.

En Cuba, mi país, vimos a muchos españoles pasar por esos trances. Porque este es un drama universal. Inmersos en esos conflictos han estado desde los emigrantes que se han propuesto sellar el pasado para concentrarse en el presente y diseñar un futuro, hasta los que, aun llevando años lejos, viven como si jamás se hubieran marchado. Los que acarician su nostalgia y los que se alimentan del rencor. Y todos pueden ser comprendidos, pues la intensidad de su drama suele provocar reacciones viscerales.

Lo que, en cambio, soy incapaz de entender —y, quizás debo advertirlo: aquí no me refiero solo a mis compatriotas— es que algunos exiliados o migrantes, ya establecidos y más o menos asimilados a un nuevo contexto cultural, sean capaces de repudiar a otros que aspiran a lo que ellos buscaron y han logrado. Que acaten discursos excluyentes, incluso xenofóbicos, que rechazan a los nuevos aspirantes a las condiciones que ellos han alcanzado.

Mucho más doloroso me parece el caso de esos hijos de migrantes que, para más ardor, militan en facciones, partidos, tendencias que rechazan o hasta criminalizan la migración —y debo advertir ahora que no solo me refiero a lo que hoy puede ocurrir en Estados Unidos—. Es como si hubieran olvidado quiénes son, de dónde vienen, por qué están ahí y no en otro sitio, como si consideraran a los recién llegados miembros de una especie diferente, inferior, peligrosa incluso. Y aunque bien sabemos que la condición humana entraña la existencia de actitudes altruistas, también conocemos que es capaz de albergar posturas perversas, pero aun así cuesta entender semejante mezquindad.

4. Hace unos días ocurrió algo casi milagroso, y es que tuve una mañana dominical madrileña vacía de compromisos. Entonces, como si respondiera a un llamado del más persistente subconsciente, hice algo así como una peregrinación para llegar hasta la fuente del Ángel Caído.

Allí recordé la costumbre del emigrante Irving, su lucha por asimilarse al país de acogida, y también la condena a la que fue sometido el desterrado José María Heredia, eternamente enfermo de nostalgia por la patria lejana. Dos exiliados, dos apátridas que nunca se curaron de las heridas del desarraigo mientras trataban de recomponer sus existencias en otras geografías y culturas. Mirando la escultura del Ángel Caído, en medio de una ciudad que me acoge con frecuencia pero que no es la mía, intenté verme a mí mismo como migrante y no lo conseguí. Mi destino no ha sido el de Irving y otros cientos de miles de mis compatriotas. Tampoco, afortunadamente, el de Heredia, pues todavía puedo regresar a mi lugar en el mundo, a mi casa. Pero aun así intento valorar lo que humanamente entrañan los exilios o destierros, entender el dolor de los desarraigos y quizás poder solidarizarme con quienes lo sufren, pues la mayoría de ellos han tenido que escapar más por necesidad que por elección, viven lejos porque no les es posible ya vivir cerca. Y recordé a Milán Kundera, también exiliado, que alguna vez escribió: “Nadie se va del sitio en que es feliz. Leonardo de la Caridad Padura Fuentes es un escritor, periodista y guionista cubano, conocido por sus novelas policiacas del detective Mario Conde y por la novela El hombre que amaba a los perros.

















DEL ARCHIVO DEL BLOG. "REALPOLITIK". PUBLICADO EL 30/09/2014

 







Una de las razones de que los títulos de muchas entradas del blog vayan "entrecomillados" no es solo la falta de respuesta clara del autor, es decir, de mí, a lo que se plantea en el titulo; es que tampoco tiene clara cual debería ser la pregunta. Será por eso que decía Dante de que tanto como saber le agradaba dudar, o el más cercano en el tiempo, Voltaire, de que la verdad era una fruta que convenía cogerse muy madura.

Recurro a la Wikipedia para precisar el concepto del término "Realpolitik" (política de la realidad, en alemán) acuñado según se dice en ella por el canciller alemán Otto von Bismarck a finales del siglo XIX para encontrar un método de equilibrar las influencias de poder de los imperios europeos, que tuviera su base en intereses prácticos y acciones concretas sin atender a la filosofía o teoría política como elementos formadores de la misma (de la política). Más o menos lo mismo que ya había dicho Nicolás Maquiavelo a principios del siglo XVI en su obra "El Príncipe", cuya edición, comentada, en Temas de Hoy (Madrid, 1994) les recomiendo encarecidamente. 

Se ha dicho, pienso que con razón, que la lectura y comprensión del libro "El Federalista" (FCE, México, 1994), escrito a finales del siglo XVIII por los "ilustrados" norteamericanos Hamilton, Jay y Madison, equivale a todo un máster en Derecho Constitucional y Teoría Política. Creo que lo mismo, pero ahora referido a esa "política de la realidad" a la que aludía Bismarck de este movido comienzo del siglo XXI, podría aplicarse a dos libros que estoy releyendo al unísono en estos momentos: "Diplomacia" (Ediciones B, Barcelona, 2010), de Henry Kissinger, y "Querido Mr. Stalin" (Paidós, Barcelona, 2007), de Susan Butler.

El primero nos da una interpretación personal, pero no por ello menos fascinante, de la historia reciente del mundo, tanto por el retrato que el autor hace de los líderes mundiales de su época como secretario de Estado estadounidense: Nixon, Gorbachov, De Gaulle..., como por la explicación -no por subjetiva, falta de rigor- de los entresijos y acontecimientos más importantes de la política internacional del último tercio del siglo XX, de los cuales el autor fue coprotagonista indiscutible.

El libro de Susan Butler es la primera publicación rigurosa y exacta que se realiza (y se comenta por la recopiladora) de la correspondencia completa entre el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt y el líder soviético Josef V. Stalin, entre 1941, a raíz del ataque por sorpresa de Alemania a la Unión Soviética, y 1945, con el último mensaje del mandatario norteamericano a su homólogo soviético, unos minutos antes de su repentina muerte. Una recopilación de trescientos cuatro mensajes intercambiados entre ambos estadistas a lo largo de cuatro años, que reflejan la sintonía de los mismos en la resolución de los problemas comunes en la guerra contra Alemania y Japón, sin menoscabo de la apreciación personal que cada uno tenía del otro, que como dice el historiador Arthur M. Schlesinger, Jr., en el prólogo del libro implicaba que a pesar de la opinión de Roosevelt, en 1940, de que "la Unión Soviética es una dictadura tan absoluta como cualquier otra del mundo", Roosevelt y Churchill reconocieran sin paliativos lo que las democracias debían al Ejército Rojo en la derrota de Hitler, y que el "Día D" no hubiera sido posible si Stalin no hubiera retenido a la mayor parte del ejército nazi en el frente oriental de Alemania.

Retomo, o lo intento al menos, el hilo argumental de esta entrada, para volver la vista a la convulsa situación político-constitucional interna que estamos viviendo los españoles a causa del enfrentamiento político directo entre la mayoría del parlamento catalán y el gobierno de Cataluña con el gobierno y el resto del Estado español. Sentadas las bases jurídicas de ese enfrentamiento, y admitido que no cabe más recurso democrático para resolverlo que el acatamiento a la resolución que en su momento adopte el Tribunal Constitucional, ¿no estamos a tiempo de admitir la necesidad de una pequeña dosis de "realpolitik" por ambas partes que evite el fraccionamiento de la sociedad española y catalana en dos entidades irreductibles enfrentadas?

No quiero recurrir a los argumentos, muchas veces falaces y la mayor parte de las ocasiones idiotas, de los protagonistas del enfrentamiento. Prefiero atender con preferencia a las opiniones de los expertos y del mundo académico, aunque tampoco estas estén a priori a salvo de personalismos. Entre ellas, dos que se publican en el número de septiembre de Revista de Libros:  "La configuración del Estado español", de Gaspar Ariño Ortiz, catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Autónoma de Madrid, comentando el libro Estado autonómico y reforma federal (Alianza, Madrid, 2014) del profesor Eliséo Aja, y "Como salvar a España de su pasado", por Julio Carabaña, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, reseñando el libro El dilema de España (Península, Barcelona, 2014) del profesor Luis Garicano. Son dos artículos muy interesantes, el primero de argumentos más estrictamente políticos, y el segundo económicos, pero sin obviar los elementos políticos y territoriales.

Pero a mí, de todo lo más reciente leído al respecto, lo que más me ha gustado por su brevedad, sencillez y claridad expositiva es lo que escribe en el diario El País de hoy el catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Montreal, Canadá, el profesor Jean Leclair, en un artículo titulado "De clavos y martillos en Escocia y Cataluña", en el que analizando las semejanzas y disimilitudes de los procesos soberanistas en Quebec, Escocia y Cataluña, llega a la conclusión -que comparto- de que adentrarse por la vía de los referéndums para resolver los problemas territoriales de los Estados es un error de incalculable consecuencias cuando aun están sin explorar y afirmar las posibilidades de las vías que ofrecen los estados federales.

En fín, como ven los amables lectores de Desde el trópico de Cáncer, planteo más dudas que respuestas. Respuestas que solo podremos encontrar desde el diálogo y no desde la confrontación. Así pues, señores políticos, ¿sería posible un poco más de "realpolitik", por favor? Al menos, inténtenlo. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt