¿Es necesaria la implantación social de un VAR para las infidelidades en las parejas, ironiza el periodista Joaquín Luna en el A vuelapluma de hoy martes? Algunas y algunos dirían que sí y otros que no es para tanto...
"A la espera de que el VAR llegue a la Tercera División –y aun con diez ganó el Europa ayer–, a la intendencia doméstica y al tráfico rodado, yo creo que debería empezar a aplicarse en ámbitos conflictivos de la vida, como el de las infidelidades.
¿En qué consiste una infidelidad? ¿Cuándo concurren atenuantes? ¿Hay infidelidades de tarjeta roja, de amarilla o incluso de una simple amonestación verbal?
Un VAR de género, con criterios objetivos y libre de pasión, libraría a muchas parejas de berrinches y reforzaría la institución matrimonial en días de borrasca.
Yo hago la sugerencia a la vista de que hombres y mujeres discrepan en el meollo del asunto.
El paño masculino tiene un criterio arbitral claro y algo simiesco: la pareja es infiel cuando hay contacto físico con un tercero. Cargas con el hombro incluidas. En cambio, dejan seguir el partido y roncan tan anchos si se trata de un amor platónico, una relación epistolar o un intercambio de fotos eróticas con esquimales y otros indígenas ubicados a 3.000 kilómetros de distancia.
A lo sumo, ningunean: ¡menudo poeta le gusta a mi pareja!
Muchas mujeres, y de ahí la apelación a un sistema de videoarbitraje, consideran que existe infidelidad tan pronto la pareja se cita a tomar el aperitivo o a cenar con mujeres que no conocía previamente o son ajenas al ámbito profesional. Vaya, las típicas citas a las que los hombres acuden a verlas venir, pensando –para calmar la conciencia– que no pasa ni pasará nada.
¿Y si pasa?
En este caso, la naturaleza masculina tiende al juego sucio y a exculparse, razón de más para un VAR. El hombre viene del mono, y los monos, ya se sabe, son dados a tocarse las partes, tal que hacía a todas horas el añorado Copito de Nieve, icono de la virilidad condal del siglo XX.
La intención basta y sobra, opinan muchas amigas, y algo de razón les asiste, aunque yo les invito a la indulgencia porque si van a enfadarse y montar un pollo a su pareja sin que esta haya tenido contacto, cabe la posibilidad de que el infractor se diga: puestos a recibir la roja, que sea por una de esas patadas que fracturan tibia y peroné y no por mirar con ojos de besugo a la juez de línea.
Gracias a las redes y su progreso, todavía veremos la creación de una start-up con su VAR para dirimir sin apasionamiento cuándo hay infidelidad y cuándo tontería".
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
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Entrada núm. 5725
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