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lunes, 4 de noviembre de 2019

[A VUELAPLUMA] Los muertos



Jacques Prévert, en 1955. Fotografía de Doisneau/Rapho


A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de las autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. Ellos tienen, sin duda, mucho que decirnos. Les dejo con el A vuelapluma de hoy. 

"No creo que haya canción más otoñal que Las hojas muertas, de Jacques Prévert, -comienza diciendo el escritor Félix de Azúa-. La versión de Yves Montand ha marcado a tres generaciones. Tiene el inconveniente de que no es fácil de traducir. Les recuerdo el tema: Les feuilles mortes se ramassent à la pelle, les souvenirs et les regrets aussi. El cantante piensa en los años juveniles cuando anduvieron juntos él y su amiga. En aquel tiempo, dice, la vida era más bella y el sol más ardiente que hoy. Pero (y aquí entran las palabras terribles) los recuerdos y los lamentos, como las hojas muertas, se recogen con una pala y el viento del norte se los lleva a la fría noche del olvido. Y ese es el problema, “con una pala” rompe por completo la musicalidad del francés. En español son cinco sílabas; en francés son tres.

La belleza del otoño pide exactitud. En el poema no se esclarece cuál era la relación de quien canta y su amiga. ¿Eran amantes? ¿Amigos de infancia? ¿Sería un amigo? Tantas posibilidades abren un abanico grande que toca el corazón de cualquiera que haya amado alguna vez y sepa que los recuerdos y los lamentos se los lleva el frío viento del olvido. Por eso Prévert comienza la canción con una entrada emocionante. Lo primero que dice el cantante es: “¡Cuánto me gustaría que recordaras aquellos días felices, cuando éramos amigos!”. Forzar el recuerdo no es otra cosa que exigir el regreso de aquel amor desaparecido. Traerlo de nuevo a la presencia atemporal de quien conserva la memoria. No sabemos si han pasado tres, diez o cincuenta años. Ni siquiera sabemos si la amiga ha muerto. Solo sabemos que fueron tiempos dichosos y queremos que regresen, aunque solo sea en forma de canción. Porque para eso tenemos la música, para rescatar del infernal olvido a Eurídice, como hizo Orfeo".






La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt




Entrada núm. 5414
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)