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martes, 12 de agosto de 2008

*Víctima, sí; pero no inocente




Comparto la opinión de Enric González en El País de hoy. Lo que le ha pasado a la ciclista Maribel Moreno, sinceramente, me parece de una ingenuidad arrebatadora... En serio, ¿de verdad pensó en algún momento que podría escapar a los controles antidopaje? Todo mi respeto para ella como persona; como deportista, no. Pretendió hacer trampa, y la han pillado. Fin de la historia... ¿Y ya está?... Resulta difícil de creer, por no decir imposible, que ni sus entrenadores, ni los médicos, ni los responsables de la Federación lo supieran. Y si ella va a pagar un precio enorme por su error, por su mentira, también deberían pagarlo los que estaban encargados de velar por Maribel como deportista y no han querido ni sabido hacerlo. El ciclismo español, como deporte federativo, da la impresión de estar corrompido hasta los tuétanos, pero los únicos que pagan, como en las guerras, son los de siempre: los que pelean y sudan la camiseta, no los que las organizan desde los despachos... ¡Y ya está bien!... Aunque solo fuera por la dignidad del deporte del ciclismo y de sus practicantes, habría que hacer una absoluta limpieza ética y estética de sus responsables federativos, médicos y entrenadores. Si se me permite la licencia, salvo la señora de la limpieza, deberían estar todos en la puta calle antes de que terminaran las olimpiadas, y algunos, en la cárcel... HArendt




"Derrota", por Enric González

La derrota es una implosión, un estallido hacia dentro, y posee una extraordinaria calidad estética. También su carga ética resulta considerable: una victoria ofrece una respuesta única y banal; una derrota, en cambio, plantea infinidad de preguntas y, en cierta forma, enriquece a quien la sufre. En el peor de los casos, constituye una distinción honorable: ya saben, la derrota marca la frontera entre el vencido y el cobarde.

La ciclista Maribel Moreno parece haberse situado, según todos los indicios, en el lado incorrecto de la frontera. La "crisis de ansiedad" y la fuga de Pekín antes de que se descubriera su consumo de EPO (esa droga que genera glóbulos rojos) merecen muy mala calificación. En eso, supongo, estamos todos de acuerdo. La misma Maribel Moreno, aislada y en silencio desde la fuga, debe compartir la opinión general. Ha cometido algo vergonzoso, que empaña la reputación de todos sus compañeros y pone en duda la eficacia y la honestidad de sus jefes federativos.

Esta mujer se ha comportado de manera tonta y cobarde. Ha traicionado la confianza de muchos y ha incumplido un reglamento deportivo. Ha hecho trampa en un deporte pobre y durísimo, de cuya inclemencia sabe mucho más que nosotros: ella es quien pedalea, quien sube cuestas y traga kilómetros, quien se llaga el culo, quien cobra cien veces menos que un futbolista mediocre. Pero ahí se acaba la historia. Maribel Moreno no ha escapado tras atropellar a un peatón, ni ha cometido una estafa inmobiliaria, ni ha maltratado a un niño. Maribel Moreno no ha matado a nadie.

Todos hemos cometido alguna vez algún error atroz, de los que dejan un recuerdo punzante. Todos hemos estado alguna vez en el lado de los cobardes. Muy probablemente, lo nuestro no ha aparecido en la prensa. No hemos sido acusados en la pantalla, en las portadas o en los sermones morales de la radio. No hemos sido el villano nacional.


Lo nuestro, muy probablemente, nos ha salido más barato de lo que merecíamos. Como a los dirigentes deportivos, tan honrados y ofendidos, que ayer se lavaban las manos. A ella, en cambio, este error le costará carísimo. Demasiado. (El País, 12/08/08)